Lexicografía médica en los textos de fray Alonso de Molina - María Cristina López Ortego - E-Book

Lexicografía médica en los textos de fray Alonso de Molina E-Book

María Cristina López Ortego

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Salvo en el Nuevo Mundo, en ningún otro continente o localización geográfica nace un sistema de salud único que tiene sus orígenes en la unión de las bases galénico-hipocráticas del sistema sanitario y científico europeo y la tradición cultural nativa. La labor de religiosos como fray Alonso de Molina en los primeros años de la Colonia a la hora de conservar elementos culturales indígenas e integrarlos en Lexicografía médica en los textos de Fray Alonso de Molina un nuevo orden social resulta esencial. A través del estudio de la vida y obra de este religioso, trataremos de establecer unas conclusiones acerca de la medicina empleada en la sociedad colonial contemporánea al franciscano (periodo de tiempo que abarca del año 1521 al 1600). Fray Alonso de Molina destaca por el dominio precoz de la lengua náhuatl, circunstancia que crea en él la habilidad de la comunicación con los nativos y una particular afinidad con sus semejantes, ya sea como ser humano, ya sea a posteriori dentro de su formación como franciscano. El conocer la sociedad desde dentro y, además, no desde una situación de privilegio, le produce la necesidad de intentar mejorar los problemas no solo espirituales, sino también de salud comunitaria.

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Seitenzahl: 303

Veröffentlichungsjahr: 2024

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ColecciónEdiciones médicasSerieDivulgación médica

Director

Fernando Caballero Martínez (Universidad Francisco de Vitoria)

Comité científico asesor

Ricardo Abengózar (Universidad Francisco de Vitoria)

Santiago Álvarez Montero (Universidad Francisco de Vitoria)

Francisco Javier Campos Lucas (Universidad Francisco de Vitoria)

Emilio Cervera Barba (Universidad Francisco de Vitoria)

Cristina García de Leonardo Mena (Universidad Francisco de Vitoria)

Diana Monge Martín (Universidad Francisco de Vitoria)

Antonio Pérez-Caballer Pérez (Universidad Francisco de Vitoria)

© 2024 María Cristina López Ortego

© 2024 Editorial UFV

Universidad Francisco de Vitoria

www.editorialufv.es // [email protected]

Imagen de cubierta: La Gran Tenochtitlán de Diego Rivera en el Palacio Nacional, detalle. En https://upload.wikimedia.org/wikipedia/commons/c/cb/La_Gran_Tenochtitlan.JPG

Primera edición: noviembre de 2024

ISBN edición impresa: 978-84-10083-73-8

ISBN edición digital: 978-84-10083-74-5

ISBN edición EPUB: 978-84-10083-82-0

Depósito legal: M-24511-2024

Preimpresión: MCF Textos, S. A.

Impresión: Imedisa

Este libro ha sido sometido a una revisión ciega por pares.

Queda prohibida, salvo excepción prevista en la ley, cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública y transformación de esta obra sin contar con la autorización de los titulares de la propiedad intelectual. La infracción de los derechos mencionados puede ser constitutiva de delito contra la propiedad intelectual (arts. 270 y ss. Código Penal). El Centro Español de Derechos Reprográficos (www.cedro.org) vela por el respeto de los citados derechos.

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Impreso en España - Printed in Spain

A mis padres por acompañarme siempre, a Luis por vivir a mi lado, que sé que es difícil, y a todos los que creyeron en mí estos años.

Pero sobre todo a esa mitad o conciencia que completa lo que soy que es mi hermana Paloma, sin ti esto no hubiera sido realidad nunca.

Índice

Introducción

1. El mundo de Fray Alonso de Molina

I.1. Mortalidad y epidemias en el Nuevo Mundo

I.2. Medicina novohispana en el siglo XVI

I.3. Sanadores nativos: un recurso social útil

2. Fray Alonso de Molina: vida y obras

3. Vocabularios

III.1. La salud como campo terminológico y problema traductológico

III.2. Utilidad de los vocabularios en la historia de la ciencia

III.3. Textos empleados: descripción de los vocabularios

III.4. Estudio acerca de la salud y la enfermedad en los vocabularios

4.Confessionarios y Ordenanzas

IV.1. Estudio de los Confessionarios

IV.2. Estudio de las Ordenanzas

5. Hallazgos comunes en la obra de Alonso de Molina

V.1. La salud y sus cuidados en la obra seleccionada de Fray Alonso de Molina

V.2. Conocimiento del cuerpo humano por Alonso de Molina y Bernardino de Sahagún

Conclusiones

Referencias bibliográficas

Anexos

1. Vocabulario castellano-náhuatl

2. Vocabulario náhuatl-castellano

3.Ordenanzas de Alonso de Molina citadas en el estudio

INTRODUCCIÓN

El abordaje de un trabajo desde una disciplina científica condiciona en la mayoría de las ocasiones el resultado del proyecto. De tal manera, un estudio que parta exclusivamente de una rama de las letras o las ciencias puede llegar a unas conclusiones incompletas.

Los factores que influyen en esto son, básicamente, la formación del investigador, sus ideas preconcebidas y, posiblemente, el desconocimiento de todo aquello que se aleja de su disciplina de estudio.

En el trabajo que vamos a presentar, hemos intentado realizar un abordaje multidisciplinario que incluya diferentes puntos de vista: histórico, antropológico, etnográfico y lingüístico, entre otros.

La elección del tema de investigación partió de una duda sobre el término ticitl en un seminario acerca de códices del profesor J. J. Batalla. Al recurrir al Vocabulario de 1571 de fray Alonso de Molina, empezamos a contabilizar las numerosísimas entradas que iban surgiendo ante nuestros ojos en relación con la medicina, la salud y la enfermedad. Y, con la lectura del inmenso material del religioso, fuimos reconociendo poco a poco la enorme información que era capaz de proporcionarnos en cuanto a la medicina de la época y los especialistas que la practicaban, ya fuera esta información suministrada de forma académica-occidental o adquirida a partir de los médicos y sabios tradicionales herederos de los terapeutas indígenas prehispánicos.

Debemos resaltar que el estudio que presentamos sobre fray Alonso de Molina, cuya obra no puede considerarse equiparable a los tratados de medicina del siglo XVI, de corte academicista la gran mayoría, nos acerca en el tiempo al ejercicio diario que se practicaba en la Colonia, así como al interés que las órdenes mendicantes, en concreto la de los franciscanos, pusieron en la salud del cuerpo y también del alma.

TEMA DE ESTUDIO

Salvo en el Nuevo Mundo, en ningún otro continente o localización geográfica nace un sistema de salud único que tiene sus orígenes en la unión de las bases galénico-hipocráticas del sistema sanitario y científico europeo y la tradición cultural nativa.

La labor de religiosos como fray Alonso de Molina en los primeros años de la Colonia a la hora de conservar elementos culturales indígenas e integrarlos en un nuevo orden social resulta esencial. A través del estudio de la vida y obra de este religioso, trataremos de establecer unas conclusiones acerca de la medicina empleada en la sociedad colonial contemporánea al franciscano (periodo de tiempo que abarca del año 1521 al 1600).

Fray Alonso de Molina destaca por el dominio precoz de la lengua náhuatl, circunstancia que crea en él la habilidad de la comunicación con los nativos y una particular afinidad con sus semejantes, ya sea como ser humano, ya sea a posteriori dentro de su formación como franciscano. El conocer la sociedad desde dentro y, además, no desde una situación de privilegio, le produce la necesidad de intentar mejorar los problemas no solo espirituales, sino también de salud comunitaria.

Debemos tener claro que el material de nuestro estudio no pertenece a un médico ni a un hombre de ciencia; al contrario, son textos que reflejan los problemas sociales e intentan solucionar la situación de los individuos más desfavorecidos.

La elección de fray Alonso de Molina obedece a la gran cantidad de términos y capítulos dedicados a la salud/enfermedad que aparecen en la totalidad de sus textos y a la preocupación que muestra por sus semejantes en la obra seleccionada, en especial por los más desfavorecidos en la nueva sociedad.

El estudio de los textos de fray Alonso de Molina consistió en analizar el empleo de estos términos en relación con la salud, la enfermedad y la medicina, ya sean de origen europeo o pertenecientes a la tradición indígena.

Nuestra hipótesis de partida era obtener una serie de vocablos, extraídos de los Vocabularios (1555 y 1571) de fray Alonso de Molina, considerados su obra más significativa, y establecer si este acervo era relevante en relación con el total de entradas y si, a través de estos vocablos, el interés por la medicina y la salud comunitaria en el resto de la obra del franciscano era una constante. A ello, unimos Ordenanzas (1552), Confessionario mayor (1569) y Confessionario menor (1565) porque estas obras muestran también un importante interés por la salud comunitaria.

Una vez recogido el material, los resultados obtenidos y sus implicaciones en la Colonia se analizaron y clasificaron en diferentes categorías.

HIPÓTESIS DE TRABAJO

Tras analizar los términos lingüísticos relacionados con la salud/enfermedad de la obra del franciscano, podemos plantear las siguientes cuestiones:

1.º El marcado interés común en las obras referidas con relación a la sanidad, no únicamente en cuanto a la salud del cuerpo, sino también del alma.

Dentro de su interés por el prójimo, nos encontramos dos vertientes. La primera se ocupa de la preocupación por la evangelización y los cuidados del alma a la manera escotista, cuyos puntos clave se encuentran en los textos comentados. El bienestar del alma antes de partir de este mundo lleva parejo tanto la expiación de los pecados a través de la confesión como la redacción del testamento para dejar los asuntos terrenales resueltos, en caso de que fuera necesario.

La segunda vertiente en la obra de fray Alonso es la preocupación directa por la salud, no solo la individual, con la atención personalizada del enfermo, sino que se da un creciente interés en la higiene y salud pública a la hora de preparar alimentos y de organizar la limpieza hospitalaria, las visitas médicas y la atención por parte de los cofrades de los pacientes ingresados. Todo ello sin poder desligarse del cuidado del alma, con lo cual nos encontramos una concepción de unidad, de fusión e indivisibilidad de cuerpo y espíritu: la salud del individuo necesita que tanto su cuerpo como sus creencias se encuentren en perfecto estado.

2.º La necesidad, intuida en los textos, de integrar dos sistemas curativos válidos en un modelo de sociedad único sin precedentes.

El aprendizaje del náhuatl desde niño, pese a no ser su lengua materna y reconocer él mismo su dificultad inicial de aprendizaje, lo incluye de manera directa en una sociedad recién nacida, con trato directo con la población indígena, el nuevo mestizaje y los españoles o descendientes de estos ya nacidos en la Colonia. Poco a poco, va reconociendo carencias en la atención de los semejantes por parte de la estructura sanitaria heredada de la tradición europea y se da cuenta de la necesidad de mantener sistemas de salud paralelos basados en la tradición indígena prehispánica, en concreto en las áreas más alejadas de las urbes.

No solo textos tan directos como los Confessionarios y las Ordenanzas, sino que también los Vocabularios nos proporcionan una gran cantidad de términos de importante interés antropológico, etnográfico y médico en relación tanto con las prácticas curativas europeas como las que se encuentran ligadas directamente a la tradición cultural nahua.

En resumen, con nuestro estudio pretendemos considerar como fuentes alternativas de estudio de la historia de la medicina una serie de documentos escritos que, inicialmente, no se encuentran como tales redactados por galenos, sino que son fruto de una profunda dedicación a la sociedad y un humanismo propio del pensamiento franciscano.

METODOLOGÍA

Dentro de las necesidades sociales que surgen, fray Alonso de Molina es capaz de percibir los crecientes problemas en relación con la salud, lo que lo sensibiliza de manera especial, como vamos a objetivar en las obras analizadas.

En primer lugar, analizamos la obra capital del religioso, los Vocabularios. Dentro de estos textos, se han elegido los siguientes:

• Aquí comiença vn vocabulario en la lengua castellana y mexicana. Fray Alonso de Molina, 1555 (Molina, 2001a). Estudio de M. Galeote.

• Vocabulario en lengua castellana y mexicana y mexicana y castellana. Fray Alonso de Molina, 1571 (Molina, 2001b). Estudio de E. Hernández.

• Vocabulario en lengua castellana y mexicana y mexicana y castellana. Fray Alonso de Molina, 1571 (Molina, 2004). Estudio de M. León-Portilla.

Nuestra metodología de estudio de los Vocabularios de fray Alonso de Molina consiste en la extracción de los términos en relación con la medicina, los especialistas (de formación occidental y nativa), la salud, la enfermedad, la terapéutica y los remedios del vocabulario castellano-náhuatl.

Comenzamos con los términos del vocabulario de 1555, en el que se acepta la influencia de fray Bernardino de Sahagún (franciscano contemporáneo a Alonso de Molina cuya obra principal, el Códice florentino, es considerada la obra etnográfica más importante del siglo XVI). Posteriormente, realizaremos la misma labor con el vocabulario castellano-náhuatl de 1571 para valorar las nuevas incorporaciones. Todos estos términos se encuentran recogidos en el anexo 1 por orden alfabético. Finalmente, en el anexo 2 incorporamos las entradas de la lengua mexicana-castellana de 1571.

Iniciamos el estudio de los Vocabularios no precisamente al azar, ya que quisimos aproximarnos al pensamiento del religioso e intentar demostrar que, en efecto, el interés por la salud comunitaria se encontraba de manera subliminal en sus escritos, idea que teníamos presente. Para ello, si éramos capaces de obtener un acervo de términos suficiente, nos resultaría más sencillo aproximarnos al resto de la obra de fray Alonso de Molina.

Al hacer una revisión profunda de los tres textos, incorporando términos de la edición de 1571 que no se encontraban en la versión castellano-náhuatl de 1555, encontramos que aparece un corpus lexicográfico extenso, más aún incluso que el Dictionarium medicum de Antonio de Nebrija (2001). Tal extensión de términos nos asombró e hizo que revisáramos de nuevo los Vocabularios de fray Alonso. Aun siendo más restrictivos, el número de entradas continuó configurando lo que podíamos considerar el vocabulario sobre la salud/enfermedad del religioso.

A partir de la obtención de nuestro vocabulario particular, tanto castellano- náhuatl, como náhuatl-castellano, era obligatorio categorizarlo, es decir, sistematizar las entradas con el fin de poder hacer empleo de ellas. Cuando quisimos clasificarlo, surgió un problema: cómo enfrentarnos a la sociedad del siglo XVI en la Nueva España desde las perspectivas del siglo XXI y, además, cómo ser capaces de sustraernos de nuestro etnocentrismo y reconocer que, en el siglo XVI, fray Alonso de Molina, siempre desde la situación de poder de los religiosos sobre los naturales, se encontraba a caballo entre dos formas de concebir la salud y la curación, la occidental y la derivada de la tradición prehispánica, que ambas eran necesarias y que la primera acabó integrando la segunda, asumiéndola y condicionándola.

No podíamos sistematizar nuestro corpus lexicográfico como lo haría un galeno de la época, renunciando a las entradas de los saberes nativos, ni a la inversa, por supuesto; tampoco como lo haría un médico actual o un lingüista, ni siquiera un historiador de la ciencia, un antropólogo o un etnógrafo. Fuimos más allá: tratamos de crear un enfoque multidisciplinario no restrictivo y, así, diseñamos una serie de categorías que consideramos que podían ser empleadas en cualquier periodo de tiempo, categorías genéricas que distinguieran la enfermedad o desequilibrio (categoría E), el equilibrio o salud (categoría A), incluyendo la anatomía y fisiología del ser humano y las entidades anímicas del pensamiento nahua, y, finalmente, la terapéutica empleada (categoría T).

Aplicando los criterios de selección de cada categoría, contabilizamos cada una de ellas, su porcentaje y demás valores útiles para nuestro estudio y conclusiones.

Una vez con nuestro corpus personal, nos aproximamos al resto de la obra de fray Alonso de Molina, sin fijarnos en la cronología temporal del autor, puesto que el objetivo a partir de la obtención de nuestro vocabulario residía en confirmar que el interés en la salud/enfermedad era una constante.

La elección de Confessionarios reside en la dificultad de aprendizaje de la lengua náhuatl por parte de los ministros de la Iglesia, razonamiento que Molina articula a lo largo de los dos folios de la epístola nuncupatoria que inicia el documento. La utilidad de la obra tanto para los ministros que llevan a cabo la instrucción y la confesión como para los naturales a la hora de entender el complejo fenómeno de confesarse se deja ver de manera explícita en todo el texto.

El propio autor reconoce que el Confessionario mayor (2006), escrito en el año 1565, publicado en 1569 es «dilatado», con «materias útiles y necesarias» tanto para los penitentes, que confiesan y declaran sus pecados y sus circunstancias, como para los confesores y predicadores, que deben entenderlos y predicar en los púlpitos las materias espirituales y de la Iglesia. El Confessionario menor (2005), también del año 1565, es «breve y necesario para los sacerdotes que començan a confessar a los dichos naturales en su lengua». Ambos describen la figura de los buenos sabios tradicionales para el franciscano y rechazan las idolatrías, además de mostrarnos técnicas y prácticas sanitarias llevadas a cabo por terapeutas y sanadores indígenas.

El estudio de las Ordenanzas para provechar las cofradías a los que an de servir en el hospital se ha llevado a cabo a partir del volumen Nahua Confraternities in Early Colonial Mexico: The 1552 Nahual Ordinances of fray Alonso de Molina, OFM (Molina, 2002).

Escritas por fray Alonso de Molina en náhuatl para los hospitales franciscanos (Real Hospital de San José de los Naturales en México como principal hospital), muestran el servicio a los hermanos, la enseñanza cristiana y la caridad dentro del servicio a Dios y a los semejantes. Además, Molina destaca a los médicos indígenas (los titici), los verdaderos sabios (tlamatinime), los cuales son autorizados a trabajar en las cofradías y centros hospitalarios, dadas las necesidades sanitarias del momento, y están sujetos al control eclesiástico.

Nos transmite, en realidad, que estos médicos indígenas tuvieron que someterse a la medicina galénica hipocrática, pero, a la vez, no se pudo renunciar a ellos por las necesidades de la población, como veremos, al ser un recurso importante y barato en la nueva sociedad.

A partir de los Vocabularios y del resto de la obra, se intenta establecer una serie de premisas, tales como 1) sanidad comunitaria, 2) epidemiología del Valle de México, 3) terapéutica, y 4) modos de ejercer sus prácticas, y más especialmente la significación en la sociedad colonial del siglo XVI.

En realidad, es a través de los Vocabularios de fray Alonso de Molina como establecemos y diseñamos el propósito de nuestro estudio: determinar el interés que toma en la salud de sus semejantes como franciscano en primer lugar y como personaje ya crecido en la nueva sociedad en segundo lugar.

Por último, queremos señalar una serie de advertencias previas a la lectura de nuestro trabajo:

1.º En primer lugar, aparece una gran cantidad de términos en lengua náhuatl. Para escribirlos, empleamos la forma más usual recogida en los Vocabularios de fray Alonso de Molina, en concreto en el texto de 1571, utilizando para ellos la cursiva. Además, emplearemos el plural en náhuatl cuando esto sea necesario; por ejemplo, ticitl y titici.

2.º En segundo lugar, con relación a las entradas nahuas, hemos acordado emplearlas sin acentuación, conservando la grafía original, puesto que, al tratarse en su mayoría de palabras llanas, formalmente todas deberían ir acentuadas, aceptando la normativa existente al respecto, excepto la palabra náhuatl, que será acentuada en el texto.

3.º Los diferentes Vocabularios, los abreviaremos como VCM y VMC (Vocabulario en lengua castellana y mexicana y Vocabulario en lengua mexicana y castellana). Concretaremos además según los años de edición como VCM55 (Vocabulario en lengua castellana y mexicana de 1555), VCM71 (Vocabulario en lengua castellana y mexicana de 1571) y VMC71 (Vocabulario en lengua mexicana y castellana de 1571).

4.º En cuarto lugar, empleamos dos numeraciones, como se ha expuesto previamente: la primera, en los anexos, como se verá más adelante, seguidas del número de página, y, la segunda, a partir de los apéndices, siguiendo la numeración habitual desde la primera página. En los anexos, vamos a desarrollar las abreviaturas y a separar las palabras que se editan unidas, respetando los signos de puntuación del original.

5.º Finalmente, hemos decidido modernizar las citas del castellano medieval, con el fin de facilitar la comprensión de estas, por un castellano actualizado, facilitando su lectura a un grupo más amplio de lectores. Mantenemos sin embargo la grafía en los títulos de las obras y en las citas textuales de otros autores.

6.º En tablas y anexos tratamos de adaptar la estructura sintáctica arcaica con el fin de su mejor comprensión y consulta.

1. EL MUNDO DE FRAY ALONSO DE MOLINA

I.1. MORTALIDAD Y EPIDEMIAS EN EL NUEVO MUNDO

Entre 1519 y 1600, la población indígena mesoamericana disminuyó un 75-85 % (Acuña-Soto, 2005: 406-407). Factores inmunológicos por ausencia de exposición a los microrganismos y, posteriormente, explotación, hambre, cambio climático y asentamientos insalubres se plantearon inicialmente como causas potenciales. En nuestro texto, nos centraremos en la repercusión epidemiológica, sin olvidar los factores ambientales, culturales y sociales que favorecieron la mortalidad.

Fray Toribio de Benavente Motolinía (1541) plantea una mortalidad en su crónica del 60-90 % de la población. Posteriormente, Juan de Torquemada (1723) estima que hubo 800 000 decesos de población nativa (en Prem, 1991: 31-35).

Cronológicamente, primero encontramos la epidemia denominada huey zahuatl ‘gran sarpullido’, atribuida en 1520 a la viruela. López de Gómara (2000: 233) consideró esta primera epidemia de viruela en La conquista de México una consecuencia de la llegada de Pánfilo de Narváez, en cuya hueste viajaba enfermo Francisco de Eguía, quien la transmitió en tierra firme. Gómara especificaba su modo de diseminación, la mortalidad y la relación con las condiciones sociales de los indígenas. Gerónimo de Mendieta describió en Historia eclesiástica indiana la gran mortalidad que hubo debido a la viruela entre los indígenas (1973, libro IV, cap. XXXVI: 97). Sahagún (2001, libro I, cap. 26: 103) refiere que comenzó en el tiempo de la fiesta Tepeilhuitl, tras huir los españoles y refugiarse en Tlaxcala. Otras menciones se encuentran en los escritos de fray Toribio de Benavente (2001, tratado I, cap. I: 69-76), quien aportó una cifra de mortalidad hipotética del 50 %, que es la misma cifra que manejó Bernal Díaz del Castillo (2000: 445) y la mayoría de los cronistas de la época. La enfermedad duró sesenta días en Tenochtitlan y se extendió por Chalco, Texcoco, poblaciones cercanas a la laguna, y, finalmente, por todo el Valle de México (Guerra, 1999: 147). A partir de 1520, sucede en brotes epidémicos cada dieciocho o veinte años.

En 1531, se describe otro cuadro de viruela con el término náhuatl de tepitonzahuatl ‘pequeños granos’ o ‘pequeña lepra’, identificada con casos de sarampión transoceánico, citada por frailes como Motolinía (Benavente, 2001, tratado I, cap. I: 69) y médicos como Agustín Farfán (1592/2003, 48-54). Carlos Viesca ha señalado que la epidemia se extendió por el altiplano y destaca que, según el cronista mestizo Chimalpahin, se dirigió hacia Tlamanalco, afectando al resto de México y cursando en brotes (Viesca, 1984: 101).

En 1545-1546, va a tener lugar la primera gran mortandad de la que se tiene constancia, ya identificada con el término cocoliztli, que destacó por el enorme número de decesos reflejado en las crónicas y textos de la época (Mendieta, 1973, libro IV, cap. XXXVI: 98).

Sin embargo, la mayor de las epidemias, que diezmó la población indígena, es la de los años 1575 y 1576, que luego continuaría de manera endémica con nuevos brotes cada dos o tres años. Esta epidemia está descrita, entre otros autores, por fray Gerónimo de Mendieta (1973, libro IV, cap. XXXVI: 98).

El vocablo cocoliztli es un término genérico, no hace referencia a ninguna enfermedad concreta, sino a la enfermedad en sí. Recogido en el Vocabulario de Alonso de Molina, procede del verbo cocoa ‘enfermar’ (Molina, 2004: fol. 23v). Se encuentra presente en las descripciones recogidas de los sanadores nativos (titici) y de la población general, identificada con ‘enfermedad’. Sin embargo, los eventos de 1545 y, posteriormente, el de 1575-1576 fueron también denominados cocoliztli, identificando así la tremenda mortandad.

Estudios contemporáneos estiman que el cocoliztli causó la muerte del 84,6 % de la población, lo que supondría once millones de muertos nativos, con una supervivencia de tan solo cuatro millones (Acuña-Soto, 2008: 183-192).

Inicialmente, se consideró que las enfermedades procedentes de Europa ocasionaron las grandes epidemias del siglo XVI, pero hoy día esto se encuentra en revisión: el impacto epidemiológico inicial se fue amortiguando y la población que sobrevivió desarrolló cambios adaptativos e inmunológicos que le permitió continuar viva.

Por ello, Livi (2003: 31-48) plantea que, además de las infecciones, fueron otros factores sociales, culturales y biológicos los que propiciaron la mortalidad y la posterior adaptación.1

La identificación del patógeno, sin embargo, es discutible. Inicialmente, se atribuyó al tifus exantemático europeo o a sus variantes americanas —matlazahuatl en náhuatl, que correspondería a una erupción reticulada violácea— (Guerra, 1999: 169-170), producido por la Rickettsia prowazekii, bacteria transmitida por el piojo del cuerpo (vector), infección favorecida por el hacinamiento (Benavides y Viesca, 2021: 22). Procedente de un brote en la isla de Santo Domingo, aparece en la Nueva España en 1526 (Olagüe, 2012: 117).

Para Carlos Viesca (1984: 101-102), no está claro y admite el término cocoliztli, más general e inespecífico, aunque reconoce que cambios como los impuestos en la vestimenta a los indígenas, como la camisa y el pantalón europeos, y el empeoramiento de la calidad de vida e higiene facilitaron la transmisión de enfermedades por vectores (Benavides, René y Viesca, 2021: 27). También las fiebres hemorrágicas por Bunyaviridae/Hantaviridae se han planteado como agentes causales, según los textos de Francisco Hernández sobre la mortandad de 1576, que englobaría igualmente la mortandad de 1545 (Acuña-Soto, 2008: 190-192). Además, se ha planteado como otro agente etiológico la peste bubónica (Malvido, 2006) y, más recientemente, la relación con una epidemia de salmonela, según el estudio de restos óseos tras secuenciar ADN en un cementerio del actual estado de Oaxaca (Vågene, 2018: 520-528). Discutible este último por las fuentes históricas localizadas en la década de 1550-60 en Oaxaca (dieciséis años antes de 1576) y por el cuadro clínico de predominio entérico de la Salmonella enteritidis, endémica en la región.

El estudio del impacto social de la epidemia de cocoliztli en la Nueva España supone, actualmente, más que tratar de buscar un diagnóstico biopatológico, una aproximación a la enfermedad en sí para conocer a los actores (enfermos, religiosos, cronistas, sanadores y galenos) e interpretar cómo se encontraba la sociedad en ese momento histórico, centrándonos en el impacto social que tuvo el padecimiento, no en la identificación del agente causal, discutida hasta hoy (Guevara, 2017: 23).

Los frailes franciscanos y agustinos actuaron tanto sobre la esfera espiritual como sobre la salud de la población, no entendiendo que la pestilencia continuara diezmando la población aun cuando esta se convertía. Grijalva atribuía esta voluntad divina al castigo del Señor a los conquistadores: se llevaba consigo a los naturales con la idea de que, teniendo una muerte precoz, no recaerían en la idolatría (Pardo-Tomás, 2014b: 754-756).

I.2. MEDICINA NOVOHISPANA EN EL SIGLO XVI

Del encuentro entre el sistema médico occidental y los saberes nativos surge la medicina colonial. Durante el siglo XVI, como iremos viendo, ambos sistemas van cambiando. Los sanadores nativos tuvieron que incorporar las creencias religiosas de los conquistadores a la vez que cedían sus conocimientos terapéuticos, mientras que la medicina española, galénica-hipocrática, tuvo que aceptar una serie de conocimientos indígenas que le eran ajenos (Viesca, 2000).

La medicina española estableció, en primer lugar, el Protomedicato, encargado de controlar y supervisar a los sanadores, la enseñanza médica, el control de las epidemias y el sistema de las boticas (Martínez, 2014: 110; Villanueva, 2004: 83).

En segundo lugar, se establece la Real Universidad de México en 1551. Inicialmente, incorpora médicos peninsulares y, posteriormente, a partir de 1578, forma médicos con la apertura de la Cátedra de Medicina (Martínez, 2014: 150-151).

La situación real y la evolución en el tiempo fueron diferentes. Los titici fueron respetados en un principio, dada la escasez de médicos españoles (Viesca, 2000: 57-59), pero, a partir del tercio final del siglo, los religiosos, que imponían la evangelización, y la llegada de galenos españoles hicieron que los saberes nativos pasaran a formar parte del curanderismo (Pardo-Tomás, 2013; Viesca, 1990, 2000, 2013). Parte de ellos continuaron ejerciendo, ya fuese en la esfera privada o en los hospitales novohispanos, considerados espacios públicos (Miéville, 2012: 104-105).

En realidad, el periodo histórico al que hacemos referencia en función de las epidemias de cocoliztli corresponde a lo que S. Gruzinski (1994) denominó con el término sociedad fractal, derivado de las matemáticas. Este concepto describe una transición entre el mundo prehispánico y la época colonial de finales del siglo XVI en adelante. Como el modelo matemático, la sociedad fractal fue un mundo impredecible, aleatorio e irregular, caracterizado por la interacción entre indígenas, cuyo mundo se destruyó con la conquista, y europeos, que habían perdido su patria y encontrado una nueva tierra (Gruzinski, 1994: 151-155). Lo mismo sucede con la religión: conforme avanza la evangelización, esta sociedad fractal se va transformando, los modelos de relación de los religiosos y los indígenas se transforman, pasando del diálogo y la aceptación de las diferencias a la imposición del credo católico, asumiendo los nativos las distintas situaciones para tratar de obtener el mayor beneficio (De Rojas, 2016: 142).

I.3. SANADORES NATIVOS: UN RECURSO SOCIAL ÚTIL

Dentro del escenario epidemiológico novohispano descrito, vemos que los especialistas europeos reconocidos (médicos, cirujanos, barberos, farmacéuticos, etc.) no fueron suficientes para atender la altísima demanda de la población.

Las preocupaciones por las pestilencias llevaron, a finales del siglo XVI y principios del XVII, al desarrollo de un interés por su control mediante medidas dirigidas al despliegue de una política de salud pública, plasmada en el tratamiento de las aguas, la normativa sobre las edificaciones, el tratamiento de la desecación de la laguna mexicana, considerada responsable de las inundaciones y de los males derivados del exceso de humedad (Cisneros, 1992: 118-125), y el empleo de sanadores nativos bajo supervisión tanto de religiosos como de galenos, como veremos a continuación.

Inicialmente, los hospitales se construyeron para atender a la población enferma en el periodo de las epidemias y, según aumentaban las necesidades, fueron creándose los hospitales para indios y castas. Estos centros, gestionados por las órdenes religiosas, se convirtieron en espacios para la evangelización de los nativos, en definitiva, la población vencida y vulnerable (Campos, 2001: 595-597; Pardo-Tomás, 2014a: 760).

Las situaciones epidemiológicas que se dieron en 1545 y 1575-76 obligaron a repensar las estrategias sanitarias en la Nueva España. Los galenos de formación universitaria resultaban insuficientes, lo que propició la actuación de los religiosos, que trataron de mantener el modelo hospitalario peninsular.

Los titici nativos pertenecían a la antigua tradición y su forma de pensamiento procedía de la ticiotl, el conjunto de conocimientos nativos acerca de la salud, la enfermedad y los remedios de sanación, diferentes a los remedios occidentales de la época. Mientras que los españoles pensaban que la epidemia era una pestilencia que se expandía de manera rápida y por el aire, los indígenas consideraban la enfermedad dentro de su cosmovisión (Guevara, 2018: 47).

Los evangelizadores, dado el contacto con la población nativa y la necesidad de recursos humanos, dieron paso a la posibilidad de que estos sabios (tlamatinime) y sanadores indígenas (titici) se incorporaran a la estructura hospitalaria para el cuidado de los enfermos, tanto en áreas rurales como en Ciudad de México.

Para los religiosos, la elevada mortalidad de las enfermedades infecciosas propició que la conversión al cristianismo y la confesión de los pecados antes de la muerte sucediera dentro del hospital lo más rápido posible, por lo que se adaptó la asistencia y la arquitectura para facilitar los cuidados del alma (Wesp, 2017: 261).

Los cambios demográficos y el diseño urbano, la religión y las necesidades sanitarias generaron una demanda asistencial que solo pudo satisfacerse incorporando a los sanadores y cuidadores nativos al nuevo sistema colonial, como expondremos seguidamente. Así, veremos las actuaciones de los titici en los centros hospitalarios y sus descripciones en los tratados de medicina y textos oficiales de la época.

Estas necesidades generaron la unión de saberes de ambos grupos, que se reflejaron, tanto en el caso de la epidemia de cocoliztli como, posteriormente, en el tratamiento de diversas enfermedades en la población, en unas terapias mestizas propias de la medicina de la conversión (Guevara, 2018: 47; Pardo-Tomás, 2014b: 760).

El paradigma lo constituye la creación del Códice De la Cruz-Badiano, herbario solicitado por el hijo del virrey Mendoza como regalo a Carlos V, escrito por Martín de la Cruz, ticitl que plasma su conocimiento en náhuatl, y Juan Badiano, nativo que lo traduce al latín. La forma de entender la naturaleza como nahuas de ambos no es incompatible con la tradición europea, pues adaptaron su cosmovisión para que funcionara en la sociedad colonial (Afanador, 2011: 23-24).

2. FRAY ALONSO DE MOLINA: VIDA Y OBRAS

Antes de presentar los principales datos biográficos de fray Alonso de Molina, es interesante tener en cuenta la opinión de los religiosos a la hora de aprender las lenguas vernáculas.

Dadas las características religiosas e históricas de la Baja Edad Media en la Península, son los minoritas, dentro de las órdenes mendicantes, los que se van a erigir como formación más numerosa en el nuevo territorio. No solo se dedican a la alta actividad docente dentro de la escolástica, sino, lo que será más relevante en el marco de la colonización del Nuevo Mundo, muestran un ferviente interés en la evangelización de los considerados paganos (no cristianos, fundamentalmente de Oriente) (García Oro, 1993: 22). Al considerar compleja, aunque no imposible, la evangelización de territorios asiáticos, puesto que desde 1334-1353 las comarcas occidentales del antiguo imperio mongol se habían convertido al islam, la esperanza franciscana en el tiempo se volcaría en la conversión años más tarde del Nuevo Mundo (Baudot, 1997: 279).

Tienden además a establecerse dentro del marco territorial de los centros urbanos, de manera muy cercana a los mismos, integrándose dentro de las actividades de la comunidad.

La mentalidad franciscana se encuentra más próxima a la filosofía de Juan Escoto Duns (1265/66-1308) que al propio San Agustín (354-430), priorizando la caridad, la reflexión y la preocupación sobre el devenir del hombre ante cualquier otra cualidad. La fe cristiana y el amor a Dios son enfocadas desde el Evangelio de una manera directa sin desviaciones; la manera de acercarse al mundo además de con inteligencia es también con la voluntad, virtud de carácter divino. Para los minoritas, Dios se vincula de manera directa con la Creación (praxis) a través del amor, por ello para el ser humano la realidad debe ser también amada (Utrilla, 2008: 323-354).

Como refleja Ascensión Hernández Triviño (2007: 66), los principios de la filosofía escolástica con la teoría del conocimiento aristotélico y las ideas agustinianas, no bastaban ante la nueva realidad. Faltaba algo fundamental para poder llegar a la población, y ese algo era la lengua. Sin el conocimiento de la lengua no se podía llegar al alma del pueblo: «Aprendemos la teología que de todo punto ignoró San Agustín, llamando teología a la lengua de los indios y dándoles a entender el provecho grande que de saber la lengua de los naturales se debería de sacar…» (Mendieta, 1973, libro V, cap. XVII: 154).

Una vez que se establecen los doce franciscanos tras su llegada al Nuevo Mundo, quedan al cargo de fray Martín de Valencia, quien quince días después de su llegada a México, y habiendo sido reconocido por todos los religiosos como Custodio y Principal, indica que lo más correcto y adecuado es que se repartan y dividan con el fin de que la evangelización comience a ser provechosa. Fray Martín de Valencia representaba las «estrechas relaciones que existían entre la predicación evangélica en América y una esperanza milenaria que jamás había abandonado a la orden fundada por San Francisco» (Baudot, 1990: 13). Él mismo se queda en México (Mendieta: 1973, libro III, cap. XIV: 132), repartiendo en grupos de cuatro al resto de frailes: cuatro se quedan con él en México, cuatro se dirigen a Tlaxcala (200 000 vecinos), cuatro a Texcoco (30 000 vecinos/15 provincias) y cuatro a Huexotzinco (80 000 vecinos).

Ya establecidos, dieron orden con los indios principales de que se construyeran junto a los monasterios cuartos grandes donde pudieran enseñar a los propios hijos de los principales a manera de escuelas, con áreas donde pudieran residir: