Lidera con gratitud - Adrian Gostick - E-Book

Lidera con gratitud E-Book

Adrian Gostick

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Leading with Gratitude de Adrian Gostick y Chester Elton es una guía esencial para líderes que buscan transformar sus equipos y empresas. En esta obra, se analiza el impacto positivo que la gratitud tiene en el liderazgo, ofreciendo útiles estrategias para expresar agradecimiento genuino. A través de testimonios y ejemplos prácticos, Gostick y Elton demuestran cómo la gratitud puede elevar la productividad, fortalecer la cultura organizacional y fomentar relaciones sólidas en el equipo. Este libro es una herramienta valiosa para aquellos que aspiran a liderar con impacto y positividad.

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Veröffentlichungsjahr: 2024

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El secreto del liderazgo está en la gratitud.

Ser agradecido con la vida y con los otros impacta de manera positiva y ayuda a que el dinero, la salud y el optimismo circulen activamente en cualquier organización.

A través de testimonios y estrategias, este libro te enseñará cómo aumentar la participación, reducir la rotación del personal y fomentar el bienestar general de los que te rodean.

¿Sabías que con un simple cambio de actitud puedes llevar a tu equipo al siguiente nivel?

Convierte una sencilla emoción en un hábito exitoso y forma parte de quienes están triunfando al promover esta nueva forma de liderar.

 

 

Adrian Gostick

Escritor, estratega de negocios, conferencista y uno de los máximos referentes del pensamiento global en los campos de la cultura corporativa y el liderazgo. Junto a Chester Elton, escribió varios best sellers que han sido traducidos a 30 idiomas y vendido más de 1,6 millones de copias. Ambos cofundaron también The Culture Works, empresa de consultoría laboral que ha ayudado a organizaciones de todo el mundo a construir equipos de alto rendimiento y entornos de trabajo positivos.

 

Chester Elton

Coach ejecutivo, orador, conferencista y autor best seller. Fue nombrado el cuarto experto en liderazgo a nivel mundial y el tercero en cultura organizacional en 2021 por Global Gurus. Ha colaborado con Gostick en la coautoría de diversos libros centrados en estrategias de motivación y liderazgo efectivo. Es conocido por su enfoque creativo y refrescante en el ámbito laboral y la cultura corporativa.

Para Marshall Goldsmith, quien hizo posible este libro

Índice

PrólogoCapítulo 1. La brecha de la gratitudParte 1. Los mitos de la ingratitud (que están frenando a los líderes)Capítulo 2. Mito: El miedo es el mejor motivadorCapítulo 3. Mito: La gente quiere demasiados elogios estos díasCapítulo 4. Mito: Es que no hay tiempoCapítulo 5. Mito: No estoy programado para agradecerCapítulo 6. Mito: Mis elogios son solo para quien los mereceCapítulo 7. Mito: Todo se trata de dineroCapítulo 8. Mito: Creerán que soy falsoParte 2. Las ocho prácticas más poderosas de la gratitudCapítulo 9. Pide la opinión de tus empleadosCapítulo 10. Supón siempre lo mejorCapítulo 11. Camina en sus zapatosCapítulo 12. Busca pequeñas victoriasCapítulo 13. Agradece ahora, seguido, no temasCapítulo 14. Personaliza tus agradecimientosCapítulo 15. Refuerza los valores fundamentalesCapítulo 16. Fomenta la gratitud entre igualesParte 3. Una vida de gratitudCapítulo 17. Llévala a casaConclusión. Un gran paso para la humanidadAgradecimientos

PRÓLOGO

He volado alrededor de 17 millones de kilómetros en American Airlines, por no mencionar el millón en British Airways. El aeropuerto siempre es un lugar fascinante para ver a la gente alterarse por factores que no pueden ser más que inesperados.

Un evento que enloquece a las personas es el anuncio de que el avión llegará tarde. Cada vez que escucho ese aviso en particular recuerdo una foto mía en un voluntariado en África con la Cruz Roja, cuando tenía unos 30 años. Junto a mí aparecen varios niños hambrientos, a quienes les miden los brazos. Si sus brazos eran demasiado grandes, no comían. Si eran demasiado pequeños, tampoco. Tenían que ser del tamaño adecuado, lo que significaba que no estaban demasiado hambrientos y podían sobrevivir. Y que tampoco estaban lo suficientemente bien alimentados como para no necesitar comida. El tamaño de sus brazos determinaba si comían ese día.

Nunca olvidaré esa experiencia, pues me recuerda a diario lo afortunado que soy. Cuando me siento molesto “con justa razón”, recuerdo a esos hermosos niños. Entonces, repito este mantra una y otra vez en mi mente: “Nunca te quejes porque el avión llega tarde. Hay personas en el mundo que tienen problemas reales. Dificultades que ni siquiera puedes imaginar. Sé agradecido. Eres una persona muy afortunada. Nunca te quejes porque el avión llega tarde”.

Todos podemos aprender cuán vital es la gratitud para nuestra felicidad.

Espero que algún día esta historia te ayude a convertir un momento de dolor e ira en un momento de alegría y gratitud. Mucha gente lucha contra la falta de gratitud. Todas las personas que he conocido, sin importar si eran conserjes o multimillonarios, todas querían una vida feliz. No importa quién seas, fácilmente puedes buscar felicidad en el lugar equivocado.

La gran enfermedad occidental es pensar: “Seré feliz cuando… tenga cierta cantidad de dinero, gane un premio, consiga esto o aquello, entonces seré feliz”.

Las personas más sabias y felices que he conocido, como Thich Nhat Hanh, el Dalai Lama, entre otros, practican y hablan sobre una profunda gratitud. Lo noto cuando converso con ellos, pues la expresan con naturalidad. Permitirte sentir agradecimiento profundo es la forma en la que puedes hacer algo audaz. Sé feliz ahora. No después.

Como verás en este increíble nuevo libro de Adrian Gostick y Chester Elton, la gratitud es un estado mental que: a) puedes decidir sentir fácilmente; b) tiene un efecto inmediato en tu bienestar, y c) va a tener un impacto notable en tu capacidad para dirigir a otras personas. ¡El desafío es recordar cómo hacerlo!

Es importante crear detonadores en tu trabajo y en tu vida que te recuerden enfocarte en la gratitud. Eso es lo que mis amigos Adrian y Chester explican en este libro. Sus lecciones son divertidas, puntuales y relevantes, pues no importa si eres gerente, padre, entrenador, pareja o cónyuge, te ayudarán a que la gratitud dé frutos en el trabajo y la vida.

La clave para una vida feliz no es lo que la gente piensa. No se trata de riqueza, fama, logros o relaciones, sino de poner la gratitud en el centro de todo lo que haces.

La vida es buena.

Marshall Goldsmith

CAPÍTULO 1 LA BRECHA DE LA GRATITUD

Era el año 2008, había una crisis financiera mundial y a Garry Ridge, director ejecutivo de la empresa WD-40, le preocupaba que estuviera pasando por alto algo importante. “Mientras recorría el corporativo, la gente no dejaba de preguntarme, ‘Garry, ¿cómo estás?’, una y otra vez. Una noche, en mi habitación de hotel, me quedé pensando: ‘¿Habrá algún rumor de que no estoy bien?’”.

Entonces se produjo un momento de sorpresa para el ejecutivo de origen australiano. “Me di cuenta de que no me preguntaban cómo estaba yo, sino cómo estábamos ‘nosotros’. Querían confirmar que nuestra empresa estaba bien”.

Como en la mayoría de los lugares de trabajo de la época, el miedo empezaba a consumir a los empleados. Ridge nos dijo: “Decidí no desperdiciar una buena crisis. Mientras en todos los demás lugares solo se percibía horror, al trabajar con nosotros se escucharía hablar de esperanza”.

Dado el estado de la economía, aquella sería una tarea difícil, pero Ridge aceitó el motor de la comunicación y habló con su gente a diario. Puso en marcha una política de “No mentir, no fingir y no ocultar conversaciones”. Sería una empresa que no despediría a una sola persona ni quitaría ninguna prestación. Además, aumentaría la inversión en los empleados durante la recesión.

Ridge también instruyó a sus directivos sobre cómo liderar con gratitud, mostrándoles lo benéfico que era expresar regularmente un agradecimiento sincero a sus respectivos equipos. Cuando Ridge transmitió que dirigir con gratitud era algo que valoraba y esperaba, los líderes intensificaron sus propios esfuerzos. Y aprovechaban el día para reconocer y considerar a los empleados por aplicar los valores fundamentales de la empresa.

Un directivo podía agradecer públicamente a Mark por haber hecho tan buen trabajo ayudando a un cliente a entender los múltiples usos de un nuevo producto. Otro podía elogiar a Lisa por ayudar a un compañero de equipo a superar un reto y adoptar el valor de “triunfar como una tribu”. Los directivos comenzaron a pensar en formas creativas para que los empleados entendieran cómo estaban contribuyendo.

Agradecer puede ser un enorme estímulo para la motivación y la productividad.

El líder de la cadena de suministro preparó una presentación que destacaba las formas cruciales en que su gente estaba ayudando a sostener la economía de la empresa. Los líderes no solo prestaron atención a los resultados, que superaban las expectativas, también buscaron otras contribuciones significativas.

El fruto: en 2010, la empresa obtuvo los mejores resultados financieros de sus 57 años de historia. Y el éxito no se detuvo ahí. A lo largo de la siguiente década, su capitalización bursátil aumentó casi un 300 % y alcanzó una tasa de crecimiento anual del 15 %. El compromiso de los empleados es evidente, ya que el 99 % de los miembros de la tribu dice que les gusta trabajar ahí. Todo ello sitúa a WD-40 en la élite de las empresas.

“La gratitud crea un sentimiento de pertenencia. Todos hemos dejado trabajos, incluso relaciones, porque sentíamos que no pertenecíamos. Si nuestra gente sabe que estamos agradecidos, crearemos una organización en la que las personas quieran venir a dar lo mejor de sí mismos”, mencionó Ridge.

Lo que los líderes de esta empresa descubrieron fue que agradecer los esfuerzos de los empleados, cuando el reconocimiento es auténtico, específico y oportuno, puede ser un enorme estímulo para la motivación y la productividad, especialmente en tiempos difíciles. Sin embargo, aunque la gratitud es fácil de practicar, se trata de una de las herramientas de gestión más incomprendidas y mal aplicadas. Y qué lástima, porque también es una de las habilidades más importantes que deben dominar los directivos si quieren mejorar el rendimiento de su equipo y afianzar su credibilidad como líderes.

Llevamos décadas enseñando a ejecutivos de todo el mundo a ser más eficaces y, para ello, ha sido fundamental ayudarlos a aprender el arte de la gratitud. Por lo general, no hemos trabajado con jefes que tengan deficiencias en sus habilidades sociales. No, la mayoría de estas personas son reflexivas y tratan de ser buenos líderes.

También hemos observado a miles de directivos en acción y luego les hemos preguntado sus puntos de vista acerca del liderazgo y sobre cómo intentan guiar y motivar a su gente. Hemos comprobado que pocos son intencionalmente abusivos o negligentes cuando se trata de sus empleados. La mayoría también sabe que mostrar gratitud es una parte esencial de la buena gestión.

Y, sin embargo, una y otra vez, cuando hablamos con sus equipos, los escuchamos decir que no se sienten valorados. Algunos de ellos afirman que, de hecho, se sienten agraviados. ¿Cuál es el problema entonces?

Nuestras investigaciones y las de otros muestran que existe un asombroso déficit de gratitud en el mundo laboral. De hecho, un estudio reciente encontró que “la gente es menos propensa a dar las gracias en el trabajo que en cualquier otro lugar”. Mientras tanto, el 81 % de los adultos que trabajan dice que se esforzaría más si su jefe expresara más gratitud.

Y un enorme 96 % de los hombres y 94 % de las mujeres reconocen que un jefe agradecido tiene más probabilidades de éxito.

¿Por qué hay un abismo entre el conocimiento de que la gratitud funciona y el fracaso de tantos líderes a la hora de practicarla… o de hacerlo bien?

Nosotros lo llamamos la brecha de la gratitud y decidimos profundizar en lo que hay detrás. Queríamos saber por qué, a pesar de que se ha escrito tanto sobre la importancia de valorar a los empleados, hay tan pocos líderes que lo hacen sistemáticamente.

Incluso en el caso de los empleados modelo, con quienes se pensaría que existe un mayor cuidado. El siguiente caso puede ser el ejemplo más flagrante de ingratitud en la historia de la gestión empresarial.

UNA CANASTA DE INGRATITUD

En 1998, Jerry Krause, entonces director general de los Toros de Chicago de la Asociación Nacional de Baloncesto de Estados Unidos (NBA), pronunció una de las frases más famosas de la historia del deporte: “Los jugadores y los entrenadores no ganan campeonatos. Los ganan las organizaciones”. Ahora, para ser justos, Krause tenía razones para pavonearse y acicalarse. Su organización acababa de ganar su sexto campeonato de la NBA en ocho años, lo que significaba un anillo para cada dedo de la mano y uno más para el pulgar de la otra.

Krause fue reconocido como arquitecto de la dinastía. Pero cada noche, en la cancha, se encontraba el que posiblemente era el mejor jugador que jamás se haya atado las agujetas de los tenis: Michael Jordan. Junto a él estaba, quizá, el segundo mejor jugador de los noventa, Scottie Pippen, quien daba lo mejor noche tras noche, aun a la sombra de Jordan. Sin mencionar que el equipo tenía a un genio por entrenador: Phil Jackson.

En respuesta a la declaración de Krause, Jordan comentó: “¿De qué demonios habla Jerry? Él no suda en la cancha como yo… No vi a las organizaciones jugando con gripe en Utah”, dijo en referencia a su actuación en las finales de la NBA del año anterior, cuando anotó 38 puntos contra los Jazz a pesar de los graves síntomas de la gripe.

Jordan se retiró ese año, Jackson se marchó en busca de otras oportunidades y más de dos décadas después los Toros de Chicago no han vuelto a ganar un campeonato de la NBA.

Contamos la historia no solo porque es una muestra de ingratitud, sino porque resalta algo que puede parecer duro: la falta de gratitud es una forma de estupidez. Esto demuestra que es una herramienta enormemente poderosa no solo para inspirar a la gente a alcanzar su potencial, sino para comprender mejor la verdadera naturaleza de sus contribuciones en la empresa.

“Los líderes que tratan sus responsabilidades como una transacción son fáciles de detectar”, nos dijo Henry Timms, presidente y director general del Lincoln Center, sede de la Ópera Metropolitana, de la Filarmónica de Nueva York y del Ballet de la Ciudad de Nueva York. “Todos conocemos a líderes que realmente no valoran a su gente. El contraste con los que sí lo hacen es evidente”.

Timms sostiene que la sociedad necesita un cambio de mentalidad en lo que respecta a la gratitud. “Muchos de nosotros pensamos en términos de ‘deuda de gratitud’, es decir, solo valoramos cuando alguien ha alcanzado una meta. Debemos invertir esa dinámica y comprender que la gratitud inspira acciones en lugar de solo responder a ellas”.

Pero la gratitud no se reduce a dar una lluvia de “gracias” y de “creemos en ti” a los empleados. No se trata de una lista de control rutinaria ni de chocar las palmas con los miembros del equipo. Para que las expresiones de gratitud funcionen deben ser genuinas y específicas. Dirigir de esta manera se trata de dar el crédito cuando se debe, pero sobre todo de saber realmente cuál es lugar que esa aportación tiene en la empresa.

Desarrollar una gratitud genuina implica observar con mucho cuidado lo que hacen los empleados, ponerse en su lugar, desarrollar mayor empatía y tratar de comprender los retos a los que se enfrentan. Se trata de ver las cosas buenas que ocurren y luego expresar un sincero agradecimiento por los comportamientos correctos.

Si nuestra gente sabe que estamos agradecidos, crearemos una organización en la que las personas quieran venir a dar lo mejor de sí mismos.

Los directivos que no agradecen sufren de un problema de cognición: no perciben lo mucho que su gente se esfuerza por hacer un buen trabajo. Estos líderes desagradecidos tienen un déficit de información y cuando les preguntamos por qué no obtienen mejores resultados, suelen tener dificultades para responder.

La recompensa por dirigir bien no solo se refleja en el aumento de la moral y el rendimiento, también en una mejor comprensión de los equipos de trabajo, de qué forma contribuyen y, siendo sinceros, qué más tienen para dar.

Los líderes que se han liberado de sus hábitos de ingratitud han construido culturas de equipo tremendamente positivas y productivas mediante el fomento activo de los valores y objetivos de la organización. También identifican los obstáculos que frustran el rendimiento y son capaces de reforzar los comportamientos correctos y afinarlos mediante una dirección positiva.

POR QUÉ ALGUNAS PERSONAS DICEN “NO, GRACIAS” A LA GRATITUD

No podemos subestimar el poder de la gratitud para elevar la moral de un equipo. Un estudio de 200 mil personas descubrió que los directivos más agradecidos tienen métricas de negocio más altas (incluida una rentabilidad dos veces mayor que la de sus compañeros), clientes un 20 % más satisfechos y puntuaciones sumamente mayores de compromiso, confianza y responsabilidad de los empleados.

También hemos comprobado que cuando se agradece con regularidad, los empleados se sienten más optimistas con sus contribuciones en el trabajo, se estresan menos y, en general, experimentan una mayor sensación de bienestar. ¿Acaso a ti no te pasaría? Además, recibir gratitud tiende a llevar a las personas a ser más conscientes de sus colegas y a ayudarles, así como a fomentar un aprecio recíproco por el trabajo duro en los retos a los que se enfrentan.

Nos sentamos durante unas horas con Alan Mulally, el hombre que salvó a Ford Motor. El director general retirado nos dijo lo siguiente: “El liderazgo tiene que ver con las personas. O las entiendes a un nivel fundamental. O no. Y si lo haces, entonces las aprecias y les cuentas todo lo que ocurre. Esto crea un ambiente donde la gente sabe cuál es el plan, en qué etapa se encuentra y las áreas que necesitan atención especial. Luego se trata de valorarlas, respetarlas y darles las gracias a cada paso del camino”.

Pocos días después de su jubilación como presidente y director general de American Express, tuvimos la oportunidad de entrevistar a Ken Chenault. En los 17 años que estuvo al frente de la empresa, creó una cultura centrada en el compromiso de los empleados y el reconocimiento del trabajo bien hecho. Los resultados para los accionistas, los clientes y su equipo hablan por sí mismos.

“Una de las cosas que confunde a la gente es ver la gratitud como un simple gesto de amabilidad. Esta visión de ‘soy muy tacaño con la gratitud’ se confunde erróneamente con ‘no exijo demasiado’, pero en realidad es todo lo contrario. Porque se puede ser muy exigente, dar gracias a menudo y ser auténtico al mismo tiempo”.

Otro problema urgente para la mayoría de las empresas con las que trabajamos es la retención de personal. Se calcula que cada año se pierden 11 mil millones de dólares en Estados Unidos debido a la rotación de los empleados. ¿Por qué la mayoría de los trabajadores deja sus empleos? Según datos del Departamento de Trabajo de Estados Unidos, la razón número uno que dan las personas en las entrevistas de salida es que no sienten que sus jefes los valoren a ellas y a sus contribuciones específicas. No es de extrañar, por tanto, que nuestra investigación demuestre que la gratitud genuina se ha correlacionado con hasta un 50 % menos de rotación.

Un líder que lo entiende es Jonathan Klein, presidente de Getty Images. A él le preocupa especialmente que su equipo de fotógrafos se sienta reconocido, pues es común que arriesguen sus vidas para mostrar al público lo que ocurre en el mundo. “He hecho un esfuerzo particular para conocer a estos héroes anónimos y darles las gracias”, nos dijo. “La guerra por el talento es dura y contar con las personas adecuadas es la clave del éxito. Agradecer contribuye en gran medida a que los mejores quieran quedarse en tu empresa y, además, conduce a un mayor compromiso”.

Se puede ser muy exigente, dar gracias a menudo y ser auténtico al mismo tiempo.

El resultado final es que hay muy pocos líderes de alto rendimiento, entre los que hemos estudiado y que mantuvieron resultados sobresalientes año tras año, cuyos equipos no tengan una valoración superior a la media en reconocimiento, apreciación o gratitud. Ser valorado de esta manera es especialmente importante cuando se trata de empleados que pertenecen a la generación millennial o generación Z, pues muchos están acostumbrados a recibir más reconocimiento que las generaciones anteriores. De hecho, nuestra “Evaluación de motivadores”, elaborada por un equipo de psicólogos y aplicada a más de 75 mil personas, demostró que el deseo de recibir expresiones de gratitud en el trabajo es tres veces mayor en las personas de 20 que en las de 60 años.

Y, por si los resultados de rendimiento no fueran lo suficientemente convincentes, los estudios han demostrado que el agradecimiento también mejora nuestra salud física y mental. Los científicos han descubierto que es un escudo contra la depresión, aumenta la satisfacción con la vida en general e, incluso, hace que durmamos mejor.

Este tipo de resultados es la razón por la que la gratitud se ha convertido en algo tan importante para el movimiento de la psicología positiva. Consideremos un estudio realizado por profesores de la Universidad Estatal de Kent, donde se le pidió a cierto número de personas que escribieran y enviaran una carta a alguien con quien estuvieran agradecidos. Los niveles de felicidad y satisfacción vital aumentaron drásticamente justo después y el efecto residual duró semanas. En la búsqueda de la felicidad, se ha demostrado que tiene un impacto directo y duradero en aquel que agradece. Cuanta más gratitud experimentemos y más agradezcamos a los otros, más satisfechos estaremos con nuestras vidas en general. Nada mal, ¿verdad?

La gratitud es un escudo contra la depresión, aumenta la satisfacción y hace que durmamos mejor.

“La mejor manera de abrazar tu corazón es abrazar el corazón de otra persona”, dice Eric Schurenberg, director general de Mansueto Ventures y editor de las revistas Inc. y Fast Company. Lo que nos lleva de nuevo a la cuestión central: ¿qué es lo que frena a tanta gente, en especial a los jefes, a la hora de agradecer en el trabajo?

EL SESGO DE LA NEGATIVIDAD

“Cuando tienes poca experiencia dirigiendo es común sentirse inseguro y que parezca que compartir el mérito es menos satisfactorio que obtener todo el reconocimiento. Superar esa etapa, ese síndrome del impostor, es vital para un líder”, añade Schurenberg.

El exceso de actividades mezclado con la despreocupación es el culpable de la ingratitud, nos explicó Dorie Clark, quien enseña negocios en la Universidad de Duke y es autora de best sellers sobre liderazgo. “Hay personas que no agradecen porque eso significaría admitir que recibieron ayuda, lo que erosiona el mito del hombre o la mujer que hace todas las cosas por sí mismo. Algunos necesitan control y dominio, en consecuencia, les resulta molesto reconocer que necesitaron ayuda”.

Hubert Joly, quien durante su periodo como presidente y director general de Best Buy llevó a la empresa a una notable transformación, nos dijo: “El peligro para cualquier líder es la seducción del poder, la fama, la gloria o el dinero. Una peculiaridad de muchos es que les gusta mostrarse como la persona más inteligente de la sala. A menudo se alegran de recibir toda la ayuda posible sin dar crédito a los demás”.

Otro elemento para explicar la ingratitud es la naturaleza humana. La investigación en psicología ha demostrado que tenemos una tendencia a prestar más atención a los problemas y a las amenazas percibidas que a las cosas positivas que ocurren a nuestro alrededor (por eso probablemente todos hemos perdido un día entero en un parque de diversiones preguntándonos si habíamos cerrado el coche). A esto se le llama el sesgo de la negatividad.

En los primeros tiempos de la vida humana, la gente debía estar siempre alerta de una serie de peligros. Perdernos una buena noticia, del tipo “Grok quiere que veamos la rueda que está haciendo”, era un inconveniente. Pero no enterarnos de una mala noticia, como “¡Grok dice que una roca enorme en llamas está cayendo del cielo!”, podía significar el fin de nuestra vida. Por lo tanto, nuestros cerebros evolucionaron para que nos enfocáramos en lo negativo.

¿Cómo pueden los directivos permitirse dedicar más tiempo a encontrar y a atender problemas que a buscar oportunidades para ser agradecidos? Es una cuestión de supervivencia.

En la actualidad, aunque ni los tigres dientes de sable ni las hienas del tamaño de osos polares acechen nuestras oficinas, la vida laboral cuenta con sus propias clases de desafíos. En todas las organizaciones que hemos visitado abundan las fuentes de estrés: los competidores que pisan los talones, los márgenes estrechos, el lanzamiento de nuevos productos ¡con retraso!, los auditores que respiran en la nuca, etcétera.

¿Cómo pueden los directivos dedicar más tiempo a encontrar y resolver problemas que a buscar oportunidades para ser agradecidos? Es una cuestión de supervivencia. Pero anticiparse a potenciales problemas y depredadores, y dedicar tiempo a encontrar soluciones, no le impide a ningún líder prestar atención a los aportes de su equipo. Al contrario, en tiempos de desafío, mantener a la gente motivada y optimista es vital.

“Si evitamos la gratitud en tiempos difíciles, terminaremos disparándonos en el pie”, nos compartió Mark Tercek, presidente y director general de The Nature Conservancy. Tercek no es ajeno a los entornos de alto estrés, ya que durante 24 años fue socio y director de la empresa de banca de inversiones Goldman Sachs. Agregó que incluso los líderes bienintencionados pueden ensimismarse cuando las cosas se ponen difíciles. “En momentos de estrés, a veces pasa que no soy suficientemente consciente de la cantidad de gente que me está ayudando. En pocas palabras, soy un imbécil”, confesó. “Necesito que alguien me sacuda para salir de mi egocentrismo. Cuando soy más atento, consciente y agradecido, nuestros equipos son más felices y todo el mundo se concentra y se compromete más. Lo único que se necesita es disciplina para frenar momentos de crisis y estar más presente, consciente y agradecido del trabajo de los demás”.

Algunos líderes piensan que para que los miembros del equipo se sientan lo suficientemente involucrados es necesario mantener los comentarios positivos a raya, bajo la lógica de “la presión hará que trabajen más”. Esa mentalidad es tan valiosa como un cacahuate. Lo que queremos decir es que tal tipo de tensión aumenta la ansiedad y socava la productividad.

En comparación, las investigaciones de Robert Emmons, de la Universidad Davis en California, revelan cómo un líder que se muestra más agradecido en circunstancias difíciles puede ayudar a que la gente las sobrelleve mejor. “Frente al desánimo, la gratitud tiene el poder de dar energía. Frente a la ruptura, puede curar. En la desesperación, la gratitud tiene el poder de traer esperanza”.

Una gran ironía del sesgo de negatividad es que nos lleva a perder de vista otro aspecto arraigado en la naturaleza humana: la ética de la reciprocidad. Hace más de dos siglos, el economista y filósofo Adam Smith conjeturó que la gratitud se desarrolló en los humanos cuando empezamos a agruparnos en comunidades. La sociedad, argumentaba, solo funciona si devolvemos la ayuda que recibimos de quienes nos rodean. Si no somos agradecidos, acabaremos provocando un intenso resentimiento. Nos quedaríamos aislados del grupo. En el trabajo, no podríamos rechazar a nuestros jefes, pero sí resentirnos con ellos. Un estudio de la Universidad Estatal de Florida afirmaba que una de las principales razones de los empleados para estar resentidos con sus jefes era que “no daban el crédito a quien lo merecía”.

Frente al desánimo, la gratitud tiene el poder de dar energía. Frente a la ruptura, puede curar.

La realidad es que ninguna adversidad debe impedir que un líder vea los aportes de su gente y las agradezca. Aunque muchos piensen que el momento de dar las gracias es cuando todos los problemas están resueltos, los líderes progresistas saben lo contrario. De hecho, hemos visto de primera mano que incluso en las peores circunstancias, la vida de las personas se enriquece enormemente cuando son agradecidas.

Déjanos retomar una historia especial que ilustra este punto. Una de las conversaciones que nos conmovió mucho fue la que mantuvimos con Rebecca Douglas, quien fundó una organización benéfica llamada Rising Star Outreach. El objetivo de su fundación es ayudar a las mil colonias de lepra de la India a prosperar y ser autosuficientes. Rising Star trabaja con las personas más pobres del planeta.

Douglas conoció a los hermanos David y Daniel en la India hace una década. Después de que uno de ellos, Daniel, fuera diagnosticado y tratado de lepra, estos chicos tan delgados huyeron de la comunidad en la que vivían. Solo con la ropa que llevaban puesta buscaron escapar de una pobreza y una miseria inimaginables.

Una joven madre de Arizona, Lynn Allred, vio una foto de los niños en una charla que daba Douglas y quiso ayudar. Allred trabajó incansablemente para que David y Daniel pudieran trasladarse a Estados Unidos para estudiar. Dos años después, encontró una escuela privada dispuesta a aceptarlos, aunque llevaran años de retraso escolar y no hablaran inglés. Rebecca viajó a India para contarles a los chicos esta extraordinaria oportunidad y los entrevistó para capturar sus ideas en el ensayo de admisión de la escuela. Al terminar, les preguntó si había algo más que quisieran decir. Daniel se detuvo un momento y dijo: “Por favor, escribe que, de todos los chicos del mundo, yo soy el más afortunado”.

La gratitud atrae más gratitud. No tiene nada que ver con tus circunstancias, pero sí todo que ver con tu corazón.

“Este niño, que tenía desnutrición y solo poseía la ropa que llevaba puesta, que había sido afligido por una de las enfermedades más temidas del mundo, que había sido obligado a trabajar bajo el sol ardiente como obrero no remunerado en lugar de asistir a la escuela, que había soportado toda clase de privaciones, seguía teniendo el corazón rebosante de gratitud”, nos compartió Rebecca.

Desde entonces, dice Douglas, cuando se ve tentada a quejarse por cualquier reto o agobio que pueda estar experimentando, recuerda al niño que le enseñó a ser agradecida en todas las circunstancias. Al final, David y Daniel tenían más razones para estar agradecidos.

Contra todo pronóstico, fueron apadrinados y pudieron estudiar en Estados Unidos. Hoy David es un estudiante de maestría en Administración de Negocios, mientras que Daniel regresó a India, con un codiciado título universitario estadounidense en la mano, para ayudar a su pueblo.

Antes de terminar la charla, Douglas nos dejó unas sabias palabras: “La gratitud atrae más gratitud. No tiene nada que ver con tus circunstancias, pero sí todo que ver con tu corazón”.

DE ESCÉPTICOS Y CREYENTES

Sabemos que no faltan las actitudes cínicas en el mundo de los negocios cuando se trata de hablar de los beneficios de la gratitud y que, incluso, pueden estar justificadas. Los escépticos suelen recordar un momento de su infancia, quizá después de algún cumpleaños, en el que mamá o papá los sentaron a regañadientes a escribir notas de agradecimiento a la abuela y a la tía Gertie. O tal vez cuando, en el trabajo, Recursos Humanos instituyó un programa para fomentar la empatía entre compañeros de oficina pero, en una cultura de poca confianza, fue acogido con poco entusiasmo y con comentarios despectivos por parte de los escépticos. Mientras que los esfuerzos que fomentan la gratitud impulsan a muchas personas, a otras las formalidades impuestas las hacen vomitar.

El empresario y exmariscal de campo de la NFL, Chad Pennington, nos señaló que una buena parte del escepticismo surge cuando los empleados perciben que la motivación en la gratitud de los líderes es la conveniencia: “Muchos tienen una lógica del tipo: ‘Si te agradezco y reconozco, entonces espero algo de vuelta’. Esos líderes van por el camino equivocado”.

Pennington agrega que la gratitud es, de hecho, la mejor forma de liderazgo. “Las personas humildes no se sienten menos, sino que piensan menos en sí mismas. Es un verdadero signo de fortaleza suprimir tu propio orgullo y ego, algo que todos tenemos, para poner a otro por delante”.

Independientemente de tus experiencias pasadas, nuestra intención es convencerte de que la gratitud no solo es buena para tu equipo y tu negocio: es buena para ti. Vamos a enseñarte cómo superar las reticencias que puedas tener y a abrazar la gratitud de forma efectiva.

Los líderes que hemos entrevistado son creyentes. Estos hombres y mujeres están tremendamente ocupados y muchos de ellos dirigen empresas de miles de millones de dólares. Tal como dice George Costanza, personaje de la serie de televisión Seinfeld: “¡Son hombres de negocios, Jerry! Llevan traje y corbata. Están casados, tienen secretarias”. Sin embargo, ellos encontraron tiempo para hablar de cómo la gratitud los ha ayudado a transformar sus negocios y sus vidas. Querían hacerles saber a otros líderes, es decir, a ti, lo esencial que es ser agradecidos con quienes están a su cargo.

Para los que todavía no creen, hemos descubierto que el sesgo hacia lo negativo no es el único culpable. Al sondear las opiniones de una serie de directivos de todo el mundo, descubrimos un conjunto de creencias perniciosas que llamamos mitos de la ingratitud. Estas suelen impedir que las personas alcancen sus objetivos.

Independientemente de tus experiencias pasadas, nuestra intención es convencerte de que la gratitud no solo es buena para tu equipo y tu negocio: es buena para ti.

En la siguiente parte de este libro, vamos a desmentirlos de una vez por todas. Te animamos a leer cada uno de ellos, incluso si crees que algunos no aplican para ti. Lo más probable es que identifiques a líderes que los emplean o que incluso te reconozcas a ti mismo en algunos. Si no es así, entonces eres uno en un millón.

Después de los mitos, pondremos manos a la obra en la parte II, pues presentaremos ocho formas sencillas de mostrar agradecimiento a los empleados. Incluiremos historias de cómo algunos de los líderes más exitosos de la actualidad, como los directores ejecutivos Alan Mulally, de Ford, y Hubert Joly, de Best Buy, incorporaron la gratitud a sus estilos de liderazgo. Estamos seguros de que sus ideas y ejemplos irrefutables sobre por qué no es solo una cuestión de amabilidad, sino también de inteligencia, te demostrarán que agradecer es una actitud que todos pueden incorporar a sus vidas fácilmente.

Como sugiere el título de este libro,