Lo único importante - Xavi Cañellas - E-Book

Lo único importante E-Book

Xavi Cañellas

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Beschreibung

Si un querido amigo, en un momento muy difícil (de los peores) de tu vida, te dijera: «Lo único importante en esta vida es ser feliz», ¿qué pensarías? Tal vez en ese momento complicado te parezca una utopía, pero he aquí un secreto: ¡la felicidad se entrena! Con una preparación sólida y constante es posible conseguir resultados sorprendentes y encontrar la forma de transitar de una vida difícil a una existencia feliz. En su nuevo libro, el psiconeuroinmunólogo Xavi Cañellas se enfrenta a la creencia -bastante difundida- de que la felicidad es efímera, de que solo podemos llegar a sentirla durante unos escasos instantes, y nos demuestra que no debemos resignarnos a una vida salpicada con algunas esporádicas chispitas de felicidad. Conseguirlo dependerá de muchos factores, tanto internos como externos, con especial hincapié en uno de ellos: la familia. Como dice el refrán budista: «Quien crea que está iluminado, que vaya a pasar una semana con su familia». Con algo de humor y mucho de verdad, Lo único importante analiza en profundidad las implicaciones que tiene el entorno familiar en la consecución -o no- de nuestros objetivos vitales. Solo te queda un paso para dejar de buscar y empezar a trabajar tu felicidad: darle la vuelta a este libro y sumergirte en la lectura. Cuando llegues al final, en especial si has practicado los ejercicios propuestos, te encontrarás a una buena distancia vital de donde estás en este momento. ¿Aceptas el reto?

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Lo único importante

(que no lo más)

Xavi Cañellas

Prólogo de Víctor Sánchez

Primera edición en esta colección: marzo de 2024

© Xavi Cañellas, 2024

© del prólogo, Víctor Sánchez, 2024

© de la presente edición: Plataforma Editorial, 2024

Plataforma Editorial

c/ Muntaner, 269, entlo. 1ª – 08021 Barcelona

Tel.: (+34) 93 494 79 99

www.plataformaeditorial.com

[email protected]

ISBN: 978-84-10079-45-8

Asesoramiento literario: Carme Arrufat

Diseño, realización de cubierta y fotocomposición: Grafime S. L.

Reservados todos los derechos. Quedan rigurosamente prohibidas, sin la autorización escrita de los titulares del copyright, bajo las sanciones establecidas en las leyes, la reproducción total o parcial de esta obra por cualquier medio o procedimiento, comprendidos la reprografía y el tratamiento informático, y la distribución de ejemplares de ella mediante alquiler o préstamo públicos. Si necesita fotocopiar o reproducir algún fragmento de esta obra, diríjase al editor o a CEDRO (www.cedro.org).

A vosotros, mamá y papá, y a toda vuestra historia.

Sin ella, yo no sería.

A Noemí, por vibrar y compartir tu felicidad con la mía.

A mi hija, Martina. Gracias por escogerme como padre.

Índice

Prólogo de Víctor SánchezIntroducción. En tránsito: de una vida de mierda a una existencia feliz…1. Felicidad, ¡qué bonito nombre tienes, Felicidad!2. Los sistemas. ¿Y si al mirar arriba una nube te diera un mensaje?3. Primera ley: la pertenencia4. Segunda ley: la jerarquía por orden de llegada5. Tercera ley: el equilibrio entre el dar y el tomar6. La felicidad7. Un día feliz. Personal Felicity CoachEpílogo. Un himno vital

Prólogo

Suena tu canción favorita, esa que te has puesto de tono de llamada en tu móvil.

—Buenos días, ¡ha sido usted la afortunada o afortunado de nuestro primer sorteo! ¡Y es para el resto de su vida! —dice alguien desde el otro lado del teléfono.

—Perdone, ¿con quién hablo? —contestas.

—Somos su banco, y enseguida le explicamos las bases del premio que acaba de conseguir. A partir del inicio del próximo día, concretamente a las 00:00, se le ingresará en su cuenta bancaria la cantidad de 86.400 €. Sí, sí, ha escuchado bien: 86.400 € serán suyos a partir de mañana. Y cada día. ¡¡¡Por el resto de su vida!!! ¿Qué le parece?

—¿Que qué me parece? Que será la primera vez que no cuelgue o me invente una excusa para dejar de hablar con los que quieren enchufarme una superpromoción. Porque ahora viene cuando me pones las condiciones, ¿no? —respondes tú, que sabes que eres afortunado en la vida, pero ¿tanto?

—Bueno, sí que hay una condición. Pero ¡solo una! —admite.

—Ya decía yo… Venga, que me quedo a escucharlo. Dígame.

—Verá, como le decía, cada día a las 00:00 usted recibirá en su cuenta 86.400 € que podrá utilizar para lo que usted desee, siempre pagando con su tarjeta, sin sacar efectivo, pero tenemos que comentarle un pequeño detalle. Todo lo que usted no haya gastado ese día a las 23:59:59 desaparecerá. Aunque no se preocupe, porque a las 00:00 volverán a ingresarse en su cuenta 86.400 €, pero lo que no haya gastado durante ese día desaparecerá. ¿Lo ha comprendido?

—¿Esa es la condición?

—Sí, esa es.

Nada mal, ¿no? Qué llamada, ¡eh! Ahora viene cuando te preguntas: ¿y esto? Ok, déjame que te haga un par de preguntas. Si te sucediera algo así, ¿cuánto dinero de tu cuenta gastarías? Piénsalo. Piénsalo bien. ¿Cuánto? ¿Puedo responderte yo? ¡Yo lo gastaría todo! Pero ¡todo todo! Si viera que a las 23:55 aún me quedan 3 € en la cuenta, me metería de inmediato en cualquier tienda on-line a comprar, pondría el filtro en 3 € y lo que saliera, pero ¡a gastarlo TO-DO!

Ahora, dilo: «materialista», «malgastador», «yo solo gastaría lo que necesitara», «no es necesario cambiar tus valores porque un banco te regale dinero»… Permíteme hacerte la segunda pregunta: ¿sabes qué son 86.400? Son los segundos que tiene un día. ¿Y sabes qué? Actúan igual que el premio que te había regalado el banco: todos los segundos que no utilices durante el día desaparecen y, lo peor…, no vuelven nunca más. Volverás a tener tus segundos al día siguiente, pero los que no utilizaste no volverán.

Un aspecto importante para aprender a ser feliz (que no el primero, ni tampoco el que más) es este: APROVECHA TU TIEMPO. Todos estamos de acuerdo en eso, aunque lo curioso es que muy poca gente lo entiende en realidad.

Ahora vamos a por el ejercicio que te han repetido mil veces y que realmente no has hecho nunca, excepto cuando la vida te ha obligado a ello. Piensa en una pérdida, la que quieras (un ser querido, una oportunidad…, lo que quieras, pero piensa en una concreta), y ahora reflexiona: ¿habría hecho algo diferente antes de esa pérdida? Ya te lo digo yo: la respuesta es que sí. A aquel ser querido lo habría abrazado más, aquella oportunidad no la habría dejado escapar…, y por eso dicen que «el esfuerzo (yo prefiero cambiar la palabra esfuerzo por CONSCIENCIA) sirve para evitar los habría».

Pero ¿te has fijado en que he dicho que, para valorar el «aprovechamiento», hace falta sufrir una pérdida? ¡Pues sí! No es ciencia, porque esta no llega a todos los sitios, de hecho, solo llega a aquello que queremos estudiar a posteriori, pero tiene que experimentarse una pérdida (en mí, en un amigo, en un paciente, en una historia bien contada…) para entender todo lo que sigue.

Otro aspecto importante (que no el segundo, ni tampoco el que más) para entender qué es ser feliz es el siguiente: necesito entender los opuestos; necesito, como mínimo, haberlos sentido. Tengo que saber qué es estar enfadado para saber qué es estar contento, haber experimentado qué es estar nervioso para saber qué es estar tranquilo, qué es estar infeliz (que no triste) para saber qué es estar feliz.

Las canciones, como verás en esta joya que estás a punto de empezar a leer, son una de las muchas fuentes de inspiración (como el cine, el deporte, las historias, el arte, las ciencias…) para el entendimiento de cualquier asunto. Como dice Albert Espinosa: «Hay canciones sanadoras», y me encantaría que disfrutaras de Kase.O (rapero referente del hip-hop español) como lo he hecho yo en mi crecimiento. En su canción «Outro» dice esto:

No son problemas, son oportunidadesde mejorar y superar adversidades […].Todo es mental, todo es como lo percibes,tú puedes cambiar la percepción de lo que vives.La belleza está en los ojos del que mira,todo es del color de la luz que recibes.

Y aquí sí que es cuando empiezo a caerte mal y a ser mucho más políticamente incorrecto de lo que se «debería» ser (ahora es cuando empiezo a hacer de mentalista). Y tú, lector, piensas: «Sí, sí, todas las palabras de los libros de autoayuda están muy bien; todas las letras de las canciones están muy bien; todos los consejos de mi amigo el psicólogo están muy bien…, PERO (luego empezaré con los «ojalá» y entenderás por qué la palabra está en mayúscula) lo que he pasado yo, mis problemas, mis preocupaciones, no lo has pasado tú (refiriéndose a mí, a Kase.O, al psicólogo o a cualquiera de los autores que hayan dicho frases bonitas)». Es verdad, lo tuyo lo has vivido tú, y te digo, como dice Kase.O, pero con otras palabras: la situación es la que es; cómo la vives es cosa tuya, ¡y solo tuya!

Y ahí va otro aspecto importante (aunque no es el tercero, simplemente es otro más) para ser feliz: aceptar lo que llega, y mirarlo (verlo) con agradecimiento, con ganas, con valentía, de la forma que quieras, pero sabiendo que cómo lo veas será decisión tuya.

Permíteme seguir con lo políticamente incorrecto para dar un ejemplo de a qué me refiero con ver lo que hay. «¡No te compares con los demás!», seguro que te lo han dicho, ¿verdad? Tus padres, tus amigos, tus entrenadores, tus profesores, tus jefes… ¿Se puede? Como te decía antes, ¿cómo puedo saber si algo está bien si no lo comparo con algo que esté mal? Perfecto, pues ahí viene la comparación que puede ayudarte a entender que tus sensaciones, tus sentimientos, tus estados de ánimo pueden modificarse: si comparas bien.

Seguramente habrás estado en Port Aventura, Disneyland París, Universal Studios, Futuroscope, en una pequeña feria de pueblo, en un concierto, en un espectáculo o en cualquier evento con un cierto número de personas. ¿Qué tienen en común estos lugares? En efecto, las colas, las esperas. Las colas han sido mi salvación para un cambio de enfoque. Llegas el último y delante de ti hay 463 personas. ¡¡¡Madre mía!!! Uy, espera. Acaba de llegar uno que se coloca detrás de ti (y que tiene 464 personas delante) y, en cuestión de dos minutos, han llegado 33 personas más, y no solo eso, sino que en esos dos minutos ya han entrado en la atracción, en el espectáculo o en lo que sea quince personas. En esa situación, mis hijos me dicen: «Papá, es que ¡¡¡mira cuánta gente hay todavía delante de nosotros!!!», y mi respuesta es: «Es verdad, tenemos gente delante, pero daos la vuelta: estamos peor que algunos, pero estamos mejor que muchos».

Sí, es políticamente incorrecto compararte con los que están peor que tú. Y, a la vez, igual de injusto no apreciar las posibilidades de nuestra felicidad al ver que podríamos estar mucho peor, ¿no crees?

Felicidad hedonista. Este concepto me parece sorprendente y maravilloso (una vez conocido, claro está) a partes iguales. Nassim Nicholas Taleb, en su exitoso libro El cisne negro, nos dice lo siguiente: «Las recompensas no tienen que ser grandes, solo frecuentes: un poco de aquí, un poco de allá». Qué gran noticia, ¿verdad? Los investigadores, según Taleb, aseguran que no produce el mismo placer ganar un millón de euros de golpe y nada durante diez años que ganar cien mil euros al año durante una década.

Y continúa diciendo: «De hecho, nuestra felicidad depende mucho más del número de casos de sentimientos positivos, es decir, de lo que los psicólogos llaman “afecto positivo”, que de su intensidad. En otras palabras, una buena noticia es, ante todo, una buena noticia; cuán buena sea importa relativamente poco. […] La misma propiedad, pero al revés, se aplica a nuestra felicidad: es mejor sufrir todo el dolor en un período breve que padecerlo a lo largo de un período mayor».

Me parece espectacular lograr entender que no necesito mucho de golpe. Que prefiero un poco durante un tiempo más prolongado. En referencia a eso, recuerdo una frase que me acompaña siempre y que dijo en alguna ocasión Eduard Punset (escritor y divulgador científico, entre otras cosas): «La felicidad se encuentra en la sala de espera de la felicidad».

Y este es, todavía, otro aspecto importante (ni siquiera el cuarto más importante) de la felicidad: empecemos a valorar todo lo pequeño. Todo lo que pasa mientras esperamos que pase algo grande.

Me faltan dos aspectos para comentar que para mí son importantes (pero no son ni el quinto ni el sexto, tan solo son importantes…) y que también hacen referencia a la felicidad: una es el agradecimiento y la otra es el OJALÁ.

El agradecimiento nos hace entender qué es ser feliz. El sentimiento de entender que eres afortunado y que debes hacerlo saber (eso es el agradecimiento para mí) refuerza en cada «gracias» tu estado de felicidad. En mi caso, igual que por muchos aspectos que seguro que tienes presentes, pero que no estoy tan seguro de que tengas interiorizados, tengo que estar agradecido a la vida por darme señales (que he sabido interpretar, ¡eh!, yo no me quito mérito) para decidir bien y permitirme hoy tener la familia y los amigos y amigas que tengo. Esta no es la parte de agradecimientos de la recogida del Óscar, y por eso no enumeraré todo por lo que debo estar agradecido. Esta es la parte, en cambio, en la que te pido que des las gracias porque alguien te haya comprado, regalado o recomendado este libro. No por su prólogo, como es evidente, sino porque lo que Xavi te hará llegar, y, además, con la forma en la que solo él sabe transmitir su sabiduría, es un verdadero regalo.

Y, por último, aprovechando una canción de Beret que me encantaría que disfrutaras si no lo has hecho nunca, toca el turno de los ojalá. Sería fácil entender realmente de qué se trata ser feliz si fueras yo, y para eso haría falta que se cumplieran muchas circunstancias que nunca se cumplirán, porque ninguno somos otro. Beret dice:

Ojalá sí te aceptasen por primera vezy entendiesen que es que todos merecemos bien,que no existe una persona que no deba de tener,ya que somos circunstancias que nunca elegimos ser.

Y yo añado: Ojalá no hubiera leído todavía este libro para poder disfrutarlo por primera vez.

Ojalá tuvieras un Xavi Cañellas en tu vida.

Ojalá fuéramos conscientes de que las palabras que utilizamos definen exactamente lo que queremos decir (por eso, utilizar los «peros» no ayuda a que nos crean).

Ojalá supiéramos centrarnos en lo que tenemos y no en lo que nos falta.

Ojalá entendiésemos que más es diferente.

Ojalá nos responsabilizáramos de nuestras decisiones y comprendiéramos que ser feliz es, en gran parte, una decisión.

Ojalá fuéramos capaces de interiorizar, de verdad, que ser feliz no es lo más importante en la vida, es lo único.

VÍCTOR SÁNCHEZ, amigo feliz de Xavi

IntroducciónEn tránsito: de una vida de mierda a una existencia feliz…

El ser humano no es un participio sino un gerundio. No estamos hechos, sino que nos vamos haciendo.

ORTEGA Y GASSET

Hace cuatro años, me diagnosticaron un pequeño tumor en el cerebro. Me asusté bastante, ¡para qué negarlo! Fueron quizá los quince días más duros de mi vida. Viví dos semanas bajo una gran tensión y, sobre todo, me sentía preso de una incertidumbre importante. Creía que iba a morir. Al final, me dijeron que era benigno, pero lo cierto es que mi cerebro, en un momento, creó la realidad de que iba a morirme. ¡Y me la tragué entera! Es increíble la capacidad que tiene el cerebro para generar un escenario y conseguir que te lo creas. Un amigo mío, Víctor Sánchez, me dijo: «Xavi, lo único importante, ¡que no lo más importante!, sino lo único importante es ser feliz».

LO ÚNICO IMPORTANTE ES SER FELIZ.

¡Y eso se me quedó grabado en el cerebro!

Sirva esta premisa como declaración de intenciones. Los seres humanos, así como los demás animales, tenemos que permanecer en esta vida durante un cierto tiempo, a veces, bastante, incluso, para algunos, demasiado. Aunque, al final, a la mayoría nos habrá parecido corto, unos y otros, desde que el mundo es mundo, hemos buscado la manera de que nuestra estancia sea más placentera; o, por lo menos, hemos intentado encontrar sistemas para gestionar mejor los problemas y conflictos que nos provocan malestares y angustias.

Mitos, refranes y cocinados sobre la felicidad, el bienestar, la paz o el control de plagas hay un montón y para todos los gustos y disgustos. Qué cumplan con lo que prometen, ¡ya es otro cantar!

¿Funcionan? Algunos sí; otros, no tanto, y otros, ni de broma. Para algunas personas funciona lo que para otras no sirve. Somos tantos y tan diversos que es muy complicado establecer los «mandamientos de la felicidad», aunque quizá nos habría ido mejor si en lugar de que Jehová le diera a Moisés las Tablas de la Ley con los Diez Mandamientos, le hubiera entregado una lasca con cuatro o cinco consignas orientadas al bien vivir.

¿Sabes qué sucede?

Cuando uno vive bien, tiene mucho menos interés —o ninguno— en dedicar su tiempo a molestar a los demás. Prefiere disfrutar de su momento y apurarlo hasta el final. Es lo que tiene el disfrute, que no te apetece soltarlo.

Nuestra cultura, más gobernada por el miedo que por la alegría, prefiere limitar, ordenar, coaccionar y castigar, en lugar de ofrecer formas de bienestar, con las cuales conseguiría mucho mejores resultados que con los métodos habituales. Pero entendemos que cada uno hace lo que puede con los recursos de los que dispone y en aquel momento, ni a Moisés ni a Jehová se les ocurrió otra estrategia.

Pero los DiezMa no son más que un decálogo en negativo: no hagas esto, no hagas lo otro…; bueno, hay alguno en positivo, pero sigue siendo una orden bajo amenaza. Porque esos mandatos, si son transgredidos, van a conllevar un castigo, a veces ¡eterno!… ¡Que Jeho y Moi no estaban pa tonterías! Llevamos un montón de años desde la primera edición de los DiezMa, y su eficacia…, digamos que no ha resultado muy alta, ni siquiera entre la población privilegiada de los hombres encargados de custodiarlos. Bien sabido es que a muchos de ellos se les han atascado algunos de los principios y no han sido capaces de someterse a la autoridad del decálogo. Entonces ¿por qué seguimos con esto? ¿No ha llegado el momento de mirar hacia otro lado y buscar soluciones distintas y estrategias más eficientes y felices?

Y disculpa que me meta un poquitín con Jeho y Moi; ponerle un poco de chiste a historias remotas, a veces es bastante sano y nada tiene que ver con los asuntos de la fe, la cual respeto.

Pero, ¡tachín!, hemos evolucionado, hemos aprendido, sabemos un montón sobre temas de los que antes no teníamos idea —ni siquiera sabíamos de su existencia—, como las neurociencias, los avances en determinados aspectos de algunas psicologías, la sistémica y tantas y tantas otras maneras que nos acompañan a que nuestra mirada sobre la vida sea muy, muy, muy distinta a la de antaño. Eso implica que a la vez, esta mirada resulte mucho más creativa, más libre, más ingeniosa, más divertida y feliz.

¿Alguien se apunta?

Los que prefieran seguir el método de Jeho y Moi, pueden terminar su lectura aquí. No creo que haya nada interesante para ellos en este libro. A los que crean que los métodos basados en ordenar, prohibir y castigar pueden ser revisados, ampliados e incluso modificados —sobre todo modificados—, o sustituidos del todo por fórmulas más creativas, puedo prometerles que este libro contiene algunas perlas que os van a ayudar a transitar por vuestro personal sendero.

Aprovecho para comentaros que este es mi cuarto libro y es el primero en el que no hablo de fisiología, ni de biología, ni de proteínas, ni de microbiota. En estas páginas me he querido centrar en aquello que también comanda nuestro día a día y nuestra salud: la vida de las personas. En consulta, he atendido a numerosas personas que llegan en estados deplorables, y mi experiencia me ha llevado a comprender cómo la historia personal influye directamente en la salud física. Dado que la biografía de las personas es la causa subyacente de muchos problemas, en este libro voy a ponerla en primer lugar, en busca de enfoques que mejoren la calidad de vida, nuestra toma de decisiones y, como no, la felicidad.

Antes de llegar a simplificaciones tan burdas como «¿Has hecho esto mal?», castigo al canto y ¡que pase el siguiente!, podemos intentar aprender algo más interesante y más profundo. Podemos intentar aprender a mirar. A mirar en lo más hondo, a comprender todos los sentidos ocultos que subyacen bajo comportamientos y formas de hacer; incluso de las que resultan perjudiciales para uno mismo y para los demás. Mejor dicho: sobre todo, de estas.

No hace falta montar una óptica, a pesar de que muchos seres humanos gozan de una cantidad indecente de dioptrías vitales, y esta podría devenir un negocio boyante. Pero bastantes personas, cada día más (¡qué buena noticia!), vamos trabajando en lo que sería una reeducación visual de consciencia para ampliar, aumentar y afinar nuestra visión, lo cual nos permite darnos cuenta de por dónde falla el asunto, y a la vez nos acerca más a encontrar soluciones eficaces para cada caso.

En este libro vamos a trazar un recorrido, partiendo de esa necesidad humana de buscar fórmulas para obtener más bienestar, más felicidad, hasta llegar a comprender, en su sentido más profundo y ancestral, lo que ocultan muchas de nuestras conductas, que nos aparecen como irracionales y perjudiciales, pero que, a pesar de ello, seguimos perpetuándolas.

Comprender es un acto de consciencia y muchas veces resulta suficiente para que nuestro sistema nervioso realice un cambio de agujas y lleve a nuestro trenecito a circular por otra vía nueva, dejando ya para siempre la que usábamos habitualmente. Y con la vía abandonamos su paisaje, sus zarzas con espinos, sus piedras, sus baches… Y eso no significa que en la nueva ya va a estar todo liso y despejado como una pista de patinaje, pero sí que nos vamos a encontrar con otro tipo de dificultades, no con la eterna repetición de las mismas.

Pero conseguir ser conscientes de cuál es el problema no siempre garantiza la solución. De hecho, a menudo, si no hay nada más que ese leve registro de que con esa piedra ya habíamos tropezado, no sirve de mucho. Que ya cansa, ¿no? ¿No te parece agotador, e incluso humillante, darte cuenta de que has tropezado por doscientas treinta y siete veces con la misma piedra? Y te has dicho otras tantas: «Ya la vi, ¡Yo ya no me tropiezo más con esta!…», y, ¡zas!, no pasan ni ocho días que ya estás otra vez lamentándote por lo mismo.

En la película Atrapado en el tiempo (también conocida como El día de la marmota), el protagonista despierta una y otra vez la misma mañana del mismo día y queda atrapado en un bucle de repetición incesante. Lo intenta todo para romper el extraño hechizo, incluso suicidarse, y al final descubre que solo puede regresar a la normalidad cuando decide ayudar a los demás, empatizando e involucrándose en vidas ajenas, saliendo así de su cascarón egocéntrico. Ahí es cuando se rompe el bucle y deja de estar atrapado.

No es tan distinto de lo que nos ocurre a los demás. Esta película ofrece una gran metáfora de lo que es una existencia mal vivida y sin ninguna consciencia sobre los propios actos, así como del poder que tiene el hecho de empezar a introducir cambios en uno mismo.

En el paseo que te propongo, vamos a detenernos un momento en los lugares comunes, no por ello nada efectivos, sobre felicidad y bienestar. A veces es necesario detenernos para darnos cuenta de que algunas costumbres que nos parecen primordiales y superimportantes, no funcionan. No son eficientes para nada, pero, a pesar de ello, las seguimos manteniendo. ¡Qué fuerza tan poderosa tiene la costumbre! Si nos detenemos un poco ahí, será con la idea de invitarnos a abandonarlas.

¿Te has planteado la importancia de sanar los vínculos con nuestra familia de origen? Pues la tiene, y mucha, porque, a partir de ahí, se va a estructurar la realidad que nos vamos a creer el resto de nuestra vida o, por lo menos, hasta que nos demos el permiso para cambiarla.

Luego pasaremos a explorar las tres leyes principales del enfoque sistémico, con la idea de comprender cómo nuestras historias familiares nos afectan, de manera inconsciente; cómo aquello que no se pudo resolver en generaciones pasadas, aquello que quedó pendiente en las vidas de nuestros ancestros, aunque sea ignorado por nosotros, vuelve una y otra vez hasta que a alguien no le queda más remedio que resolverlo, porque su existencia se ha convertido en una desgracia a causa de ello. Y de esta forma, consigue acabar con el legado transgeneracional maldito.

Para terminar, con un entendimiento ya mucho más afilado, vamos a volver sobre el aspecto inicial de la felicidad y el bienestar. Esta vez con una mirada muy distinta: mucho más completa, más consciente y profunda. Una mirada que es, en definitiva, la que nos puede acompañar a generar nuestros cambios para conseguir acercarnos a un estado que nos resulte interesante e ilusionante para vivir nuestra existencia.

No se trata de pensar que ya no vamos a tener más tristezas ni más conflictos. Van a seguir llegando, pero los vamos a vivir de formas muy distintas: primero, en su misma contemplación, que ya no va a ser de inmersión en el puro drama, sino una especie de exploración del sentido del evento, y, segundo, porque dispondremos de algunos conocimientos y estrategias efectivos para gestionar situaciones complicadas, sin que estas acarreen nuestro completo derrumbe del que luego podemos tardar meses en volver a levantarnos.

Como no quería cerrar sin que estuviera todo bien redondeado, ya te anuncio que en el capítulo 7 de este libro, vas a encontrar un entrenamiento paso a paso para que consigas vivir feliz en tu día a día.

Así que, si el recorrido te parece interesante, dejamos a Jeho y a Moi entretenidos con su zarza ardiente y vámonos a explorar otros parajes. Como no deseo aburrirte con espesas y sesudas reflexiones, voy a usar metáforas, películas, pequeñas historias para ilustrar todo lo que se me ocurra que debe ser ilustrado y para que te las lleves contigo. El poder de las historias es inconmensurable. De hecho, el doctor Milton Erickson trabajaba con historias que iban directas al inconsciente de sus pacientes y conseguía, a través de ellas, grandes cambios y sanaciones en sus vidas.

En honor a él, te dejo una pequeña historia suya, la que encontrarás en el capítulo 3. Es la historia de la asamblea de herramientas celebrada en una carpintería. Vas a ver cómo, después de conocerla, sus protagonistas y sus aventuras se van a quedar rondando por tu mente, dándote pistas en muchos momentos de tu vida para ponerte sobre aviso y hacer que te preguntes: ¿no estaré comportándome yo ahora mismo como el martillo o la lija?

Aquí te dejo una playlist para que te acompañe en la lectura:

1.Felicidad, ¡qué bonito nombre tienes, Felicidad!

Felicidad, vete tú a saber dónde te metes

Felicidad, cuando sales sola a bailar

y tomas dos copas de más

y se te olvida que me quieres.

«Felicidad»,LA CABRA MECÁNICA

Aquí esta canción de La Cabra Mecánica sobre la felicidad, como tantas y tantas se han cantado sobre ella, sobre ese etéreo ente inalcanzable…

En la primera parte de este capítulo, te acompañaré por un paseo muy breve explorando qué pensaron las mentes sesudas de la historia sobre la felicidad. A lo largo de la historia de la filosofía, encontramos ángulos radicalmente distintos desde los cuales los sabios de pro enfocaron el asunto. En un segundo apartado, te voy a ofrecer unas recetas que, como su título indica, vas a ver que no funcionan. Pero, a pesar de ello, son más comunes que las patatas fritas.

La felicidad según los más sesudos

1. Los estoicos, para los cuales la felicidad es la ataraxia, que significa serenidad y tranquilidad de ánimo. La felicidad, según ellos, se obtiene a través del autodominio y la sabiduría. Los estoicos desvinculan la felicidad interna de los objetos externos (¡tan solo en eso ya demuestran lo sabios que son!).

Cuando hay una adversidad, ellos recuerdan las cosas positivas de la vida y al mismo tiempo, la privilegiada situación de la persona frente a los males ajenos. ¿Sería aquello de «mal de muchos…»?, aunque el final del refrán dice: «consuelo de tontos».

2. Para los escépticos, la felicidad también es la ataraxia, o sea, la serenidad de ánimo y la paz interior. En este caso, su obtención pasa por darse cuenta de que en el mundo no existe un criterio absoluto de verdad y de que la realidad normalmente es una ilusión. Para conseguir la ataraxia, habría que vivir lejos de las pasiones de los dogmáticos, que siempre están construyendo teorías y actividades. Problema: que es una vida sin ilusiones, sin expectativas y que, si no eres un maestro zen, este sistema puede llevarte, fácilmente, a una depre como un piano.

3. Los epicúreos, capitaneados por el mismísimo Epicuro, maestros del placer, disfrutones y artistas en eso de vivir la vida con la máxima satisfacción. Para ellos la felicidad consiste en la experiencia de los placeres o lo que denominan «hedonismo». Pero deben ser placeres conscientes y elevados de ánimo, no necesariamente sujetos a los instintos.

4. Aristóteles clasifica la felicidad («eudaimonía» o «eudemonía») en tres tipos: la felicidad del placer de la vida, según el cuerpo; la felicidad que proviene de la vida sociopolítica vivida con honor; y la felicidad intelectual, que producen los bellos pensamientos y la razón, además de una recta moral. Él recomienda en torno a diez virtudes para que durante nuestra vida obtengamos la felicidad (generosidad, justicia, amistad, sinceridad, apacibilidad, modestia, tolerancia, fortaleza, sociabilidad y gracia).

5. El cristianismomedieval define la felicidad de forma ejemplar y práctica: felicidad significa seguir el ejemplo de Jesús, teniendo compasión para con los demás y ayudando al prójimo. También existen las virtudes cristianas que, ejercidas, conducen a la felicidad: fe, esperanza y caridad.

6. Los filósofos de la inversión de valores, como Schopenhauer y Nietzsche, no consideran la felicidad como un valor supremo del ser humano. Entre otras cosas, porque la vida no es un diseño para ser feliz, sino más bien para sufrir. En todo caso, según Schopenhauer, para emanciparnos del sufrimiento y de la vida irracional, tendríamos que recurrir al ascetismo, es decir, al desprecio de la misma vida. Schopenhauer, conocido como «el viejo cascarrabias», no se corta a la hora de decir que alcanzar la felicidad es misión imposible, porque la vida, en sí misma (en sus propias palabras), es un verdadero asco, o sea, una mierda.

Recetas de principio feliz y final incierto

Después de este breve recorrido por la historia de la felicidad humana, vamos a por las recetillas de final incierto. Casi te diría que no, que el final es bastante cierto, ya que, estadísticamente, la cosa acaba en absoluten katastrophe, en la gran mayoría de los casos, a pesar de la tonelada de ilusión, buena voluntad e ingenuidad que acostumbran a inyectarle los protagonistas.

Te voy a confesar que este apartado me gusta especialmente. Creo que merecería ser colocado al lado de los siete grandes problemas matemáticos no solucionados, a pesar de que se ofrece un millón al erudito que consiga resolver uno. Para mí, lo que sigue es tan intrincado como la conjetura de Poincaré. ¡No me entra en la cabeza! Por más que lo intento, no consigo entender el intríngulis de por qué lo que te contaré sigue siendo como es.

Te voy a relatar unas profesiones que, pretendiendo la felicidad, consiguen todo lo contrario. Que nadie se ofenda, pero la definición de estupidez es exactamente esta: conseguir lo contrario a los propios intereses. A pesar de que queremos vernos como seres inteligentes, ese punto parece haberse vuelto un punto ciego y no hacemos más que insistir e insistir, una y otra vez, cambiando el decorado o sustituyendo a los actores, por otros, pero con el mismo guion. Una vez que lo tenemos aprendido, ¿para qué vamos a molestarnos en escribir uno nuevo?

A continuación vamos a revisar unas profesiones que están resistiendo el paso del tiempo como ninguna, a pesar de que a lo largo de su existencia no han obtenido más que pésimos resultados.

1. Happiness Ghost

Yo para ser feliz, quiero un camión.Yo para ser feliz, quiero un camión.Llevar el pecho tatuado,en camiseta mascar tabaco.Yo para ser feliz, quiero un camión.

Esa canción cantada a buen ritmo por Loquillo y los Trogloditas tenía su miga. Seguro que a ti también te vendieron la moto de que la consecución de algún bien material te reportaría, como bonus track, la felicidad, ¿no? La Happiness Ghost es la felicidad fantasma: te desaparece de entre los dedos antes de que hayas tenido tiempo a pellizcarle los mofletes.

Vamos a hacer memoria. ¿Te suena esto?: Cuando tenga el coche, la casa, la moto, aquellas deportivas, los jeans, la tabla de surf, etc., seré feliz. Los budistas la llaman samsara: la rueda de la eterna insatisfacción. La felicidad aparente que proporcionan los cacharros, dura menos que unas galletas de chocolate en un cumpleaños infantil.

Pero no te apures, podemos pasar a la siguiente sección, donde tengo algo más evolucionado para ti. No te vengas arriba que tampoco vamos a tirar cohetes… es una leve evolución. Pero por algo hay que empezar, ¿no?

2. Happiness Job

Si nos ponemos más sofisticados, en lugar de soñar con alcanzar la felicidad a base de objetos materiales, podemos pasar a un estadio superior en el que la felicidad prometida se consigue con logros, lo que conlleva un cierto esfuerzo y trabajo por nuestra parte: una carrera, una pareja, un trabajo o un ascenso en el mismo, éxito profesional, reconocimiento público, etcétera.

La apariencia es haber evolucionado a un estadio superior, pero estamos casi casi en las mismas: colocando nuestro bienestar en metas externas. Y cuando apenas nada depende de ti, no puedes esperar que no aparezcan las más variadas contingencias que den al traste con tu felicidad.

Cada actor participante en tu obra tiene sus propias metas y solo tiene que verlas amenazadas para entrometerse en las tuyas y llevarlas al barranco, de maneras que pueden parecer —o, incluso, ser— groseras. Puede que ni siquiera se dé cuenta de los estropicios que está causando en tu vida, ya que el foco lo tiene puesto en la suya y, cual bisonte en campo de mazorcas, va directo a su objetivo sin enterarse de que, a su paso, no ha quedado un grano de maíz entero.

Y es ahí cuando tu pareja, tu amistad, tu carrera profesional…, se ve truncada, cuando llega la decepción que acarrea con ella una gruesa vagoneta llena de infelicidad. Suficiente para acabar con todo lo que encuentre a su paso. Y a la vez, para mandar tu vida a hacer puñetas durante una buena temporada.

Ya ves, esta es la fragilidad de los pilares de la Happiness Job. Tan evanescente como un copo de nieve al sol del mediodía.

3. … Y comieron perdices

La felicidad, ¡ja, ja, ja, ja!Me la dio tu amo-o-o-o-orHoy vuelvo a canta-a-a-a-arGracias al amorAntes nunca estuve así enamoradoNo sentí jamás esta sensación

Aquí una de las perlas de nuestro cancionero del siglo pasado: Palito Ortega, años setenta. De entrada, una pobre definición del amor. O mejor dicho, la confusión entre amor y enamoramiento, esa tormenta hormonal que colabora a que el planeta no se quede despoblado. Y luego, todo lo demás va seguido.

Anda que no hemos pasado años en los que cuentos, novelas y películas se terminaban con los famosos happy endings: la pareja se besa o se casa y «fueron felices y comieron perdices». ¡Malos tiempos para ser pájaros!