Los alimentos del hombre - Pedro Calderón de la Barca - E-Book

Los alimentos del hombre E-Book

Pedro Calderón de la Barca

0,0

Beschreibung

Los alimentos del hombre es un auto sacramental de Pedro Calderón de la Barca, género en el que llegó a alcanzar la plenitud, al combinar a la perfección con su talento natural, amante de la pintura y de las sutilezas y complejidades teológicas.

Sie lesen das E-Book in den Legimi-Apps auf:

Android
iOS
von Legimi
zertifizierten E-Readern
Kindle™-E-Readern
(für ausgewählte Pakete)

Seitenzahl: 64

Veröffentlichungsjahr: 2020

Das E-Book (TTS) können Sie hören im Abo „Legimi Premium” in Legimi-Apps auf:

Android
iOS
Bewertungen
0,0
0
0
0
0
0
Mehr Informationen
Mehr Informationen
Legimi prüft nicht, ob Rezensionen von Nutzern stammen, die den betreffenden Titel tatsächlich gekauft oder gelesen/gehört haben. Wir entfernen aber gefälschte Rezensionen.



Pedro Calderón de la Barca

Los alimentos del hombre

 

Saga

Los alimentos del hombreCover image: Shutterstock Copyright © 1676, 2020 Pedro Calderón de la Barca and SAGA Egmont All rights reserved ISBN: 9788726499834

 

1. e-book edition, 2020

Format: EPUB 3.0

 

All rights reserved. No part of this publication may be reproduced, stored in a retrievial system, or transmitted, in any form or by any means without the prior written permission of the publisher, nor, be otherwise circulated in any form of binding or cover other than in which it is published and without a similar condition being imposed on the subsequent purchaser.

 

SAGA Egmont www.saga-books.com – a part of Egmont, www.egmont.com

AUTO SACRAMENTAL ALEGÓRICO

PERSONAS

El Padre De Familias Emanuel , Su Hijo Adamo La Primavera El Estío El Otoño El Invierno El Lucero La Aurora La Razón Natural La Justicia Un Ángel El Demonio El Apetito Músicos Acompañamiento

Sale el PadreDeFamilias, viejo venerable, vestido demayoral, como arrojando de sí a Adamo, vestido de pieles, y deteniéndole Emanuel, vestido de zagal

 

Padre Sal de mi casa, villano.

Adamo Tu hijo soy.

Padre Aunque lo eres,

no mereces oír de mí

el nombre que no mereces.

Emanuel Padre, señor.

Padre Hijo, aparta; 5

a ti sí que te compete,

que no es hijo hijo que no

es a su padre obediente.

Adamo Por más que le honres y a mí

me baldones y desprecies 10

echándome de tu casa,

trocada la nupcial veste

que me diste al tosco abrigo

de dos mal curtidas pieles,

no has de quitarme el honor 15

de hijo tuyo, pues te debe

mi ser la vida y el alma.

Padre Con lo que lucirte quieres

te desluces, que el que nace

noble y no noble procede, 20

todo el lustre que naciendo

gana, viviendo le pierde.

Bien como el que nace humilde

y atento a sus procederes

atrae con sus costumbres 25

los desvíos de su suerte,

labrándose por sí mismo

su estimación, con que viene

quien por sí mismo la ultraja

a ser villano dos veces: 30

porque la tuvo la una,

la otra porque no la tiene.

Quitáteme de delante,

vete de mi vista.

Emanuel Vete,

hermano, que al rey y al padre 35

el miedo del delincuente

es tan otro miedo, que es

él solo el que huyendo vence.

Adamo Sí haré, pero no sé dónde

de sus enojos me ausente, 40

que de modo me atribulan,

me pasman y me suspenden,

me asombran, me atemorizan,

me angustian y me estremecen,

que no sé dónde seguro 45

de ellos pueda estar.

Padre Bien temes,

y porque sepas que vas

donde en mi desgracia penes,

llores, suspires y gimas,

al mirar por más que anheles 50

que pan de dolores comes

y agua de lágrimas bebes,

viviendo de tu sudor,

en mis decretos atiende

al merecido castigo 55

de los daños que cometes.

¡Ah del damasceno campo,

que ayer era de deleites

y hoy de angustias! ¡Ah permuta

de pesares y placeres! 60

¡Ah de las horas que fuisteis

las primeras que en su albergue

entrastis! ¡Ah de los días

que de las horas dependen!

¡Ah de las semanas que 65

también de los días se tejen,

bien como de las semanas

forja la luna los meses!

¡Ah, en fin, de las cuatro edades

del año en quien comprehende 70

su entero círculo el sol!

 

Sale la Primavera con un azafate de flores, el Estíocon un haz de espigas, el Otoño con otro azafate defrutas, y el Invierno, viejo cano

 

Primavera y Estío (Cantado) ¿Qué nos mandas?

Otoño y Invierno (Cantado) ¿Qué nos quieres?

Padre Que pues de horas, días, semanas,

meses y años han de hacerse

los siglos, para que consten 75

los raros prodigios de éste,

a los futuros seáis

testigos de que en el breve

mapa vuestro reducir

intento a tiempo presente 80

el venidero; y así,

escuchadme y atendedme,

que nada es lo que se dice

si se escucha y no se atiende:

yo (que aunque ya lo sabéis 85

quizá importa que os lo acuerde)

soy repetido ejemplar

de aquel mayoral prudente

que condujo a los obreros,

y nunca más propiamente 90

que el día que yo a vosotros

conduzgo, pues nadie puede

negar que de un labrador

son los obreros los meses;

yo, en fin (vuelvo al caso), soy 95

(o alegórica o realmente,

ignórelo el que lo ignora

o entiéndalo el que lo entiende)

el agrícola más rico

del orbe, pues no contiene 100

todo ese azul pabellón

ni todo ese lecho verde

espacio en quien yo no sea

mayoral; bien lo refiere

el ser los cuatro en mis cuatro 105

alquerías los más fieles

gayanes de mis labranzas.

Dígalo el ver cuán alegres,

cuán gozosos, cuán ufanos

la Primavera me ofrece 110

en su estación varias flores,

el Estío rubias mieses,

el Otoño dulces frutos

y el Invierno ricas nieves,

para que de mis ganados 115

(que no hay redil que los cerque),

de mis aves (que no hay

vago espacio que no vuelen),

mis frutales (a quien falta

tierra para sus planteles) 120

y para mis peces ríos,

la multitud se sustente

a providencias de vuestros

continuos afanes, desde

los más montaraces brutos 125

a las más tímidas reses,

desde la más remontada

ave al gusano más débil,

y desde la más erguida

palma a la flor más silvestre, 130

dando a la conservación

de aves, fieras, plantas, peces,

yerba el prado, abrigo el monte,

lumbre el sol y agua las fuentes.

De este inmenso, de este summo 135

número de mis haberes,

la tarea de seis días

que me he entretenido en verle

(y verle perfecionado

tanto que a mí me contente, 140

viendo cuán bueno está todo),

me ha fatigado de suerte

que, de los seis, ir intento

a descansar el día siete,

retirándome a ese alcázar 145

cuya fábrica eminente,

sobre jaspeadas columnas

de bronceados capiteles,

cristalinos fosos cercan,

preciosas piedras guarnecen; 150

y pues para mi descanso

la labré, porque no quede

mi hacienda en la ausencia mía

(si bien aunque yo me ausente

a mira he de estar de todo) 155

sin dueño que la gobierne,

fundar quise un mayorazgo,

nombrando primeramente

a Adamo (ese ingrato hijo,

para él y sus descendientes) 160

por su poseedor, con quien

tan liberal, tan clemente

fui, que porque desde luego

la goce antes que la herede

(que fuera mucho esperar 165

el que esperara mi muerte),

no fue testamento el que hice

sino instrumento solemne

de donación entre vivos;

pero apenas a ponerle 170

llegué en posesión en uno

de esos floridos vergeles,

porque a los demás caudales

él la consecuencia hiciese,

cuando cumpliendo alevoso 175

con su ser (pues decir quiere

Adamo ‘terrena masa’),

pasó no tan solamente

violador de mis preceptos

y transgresor de mis leyes 180

a ser... Pero, ¿para qué

queréis que los daños cuente

que ha de acarrear su delito,

pues siendo los siglos jueces

en otro tribunal no 185

faltará quien los alegue?

Y así, baste por ahora

haber causas que me mueven

tan graves, que haya quien diga

que de haberle hecho me pese, 190

para que la donación

revoque, anule y cancele,

y de mi amor y mi casa

emancipado, le eche

a que conozca sus males, 195

desheredado en mis bienes.

De ellos, pues, desposeído,

para que no os desconsuele

no dejar en la heredad

otro yo que por mí reine, 200

Emanuel, segundo hijo

(en cuanto humano, se entiende,

no en cuanto divino, pues

me complací en él de suerte

que primero en mi amor no hay 205

instante que no le engendre

conviniendo con su nombre,

pues ya hubo quien le interprete

Manuel ‘Dios es con nosotros’),

vendrá, después que me deje 210

en mi palacio, enviado

de mí a que su error enmiende,

haciendo en él donación

no entre vivos solamente,

pero irrevocable, puesto 215

que es y ha de ser para siempre