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Durante la pandemia de Covid nos enfrentamos, como pocas veces antes, a nuestra fragilidad. No solo como seres humanos. Comprobamos la distancia que se ha generado entre nosotros como ciudadanos y una buena parte de los dirigentes políticos. Una política que ya llevaba años desilusionándonos. Una desilusión que el Covid aceleró para que podamos ver con más claridad hasta dónde ha llegado la ausencia del amor en el ejercicio de la política. "Los latidos de la política" es una reflexión urgente y casi en tiempo real sobre la respuesta que el poder y los dirigentes ha dado durante estos meses de incertidumbre y dolor a la ansiedad de la población. "De la política no quiero saber nada" es la frase que inicia el Libro. "Una idea que escucho demasiado a menudo. A veces me lo dicen mientras hablo con vecinos o personas que conozco desde hace mucho tiempo. Puede que estén enojados o puede que no; a veces hay motivos concretos y otras veces los motivos son genéricos; pero en todos los casos, esas personas coinciden en que la política las ha decepcionado". La autora examina algunos ejemplos de liderazgos, tanto en Argentina como en otros países, que nos permiten identificar "fallas" concretas en la conversación de la política con los ciudadanos: la falta de empatía, la incapacidad de manejar la asertividad, las dificultades para debatir con objetividad.
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Seitenzahl: 141
Veröffentlichungsjahr: 2022
Mariela Schvartz
Schvartz, Mariela Los latidos de la política / Mariela Schvartz. - 1a ed. - Ciudad Autónoma de Buenos Aires : Autores de Argentina, 2022.
Libro digital, EPUB
Archivo Digital: descarga y online
ISBN 978-987-87-2910-7
1. Ensayo. I. Título. CDD 320.01
EDITORIAL AUTORES DE [email protected]
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Prólogo
INTRODUCCIÓN
CAPÍTULO 1: ¿Nos falta amor en la política?
CAPÍTULO 2: El miedo necesita amor, no ego
CAPÍTULO 3: Cuando la política es desamor
“Estamos en guerra contra un enemigo poderoso”
“Esto fue un accidente”
“Hagamos esto rápido porque si no viene un tren y nos lleva puestos”
“Fue un error de comunicación”
“El ARA San Juan estaba en perfectas condiciones”
“Tienen que dejar de ser un país de maricas”
CAPÍTULO 4: El poder del amor o del desamor
Las mujeres reconocen más al equipo
Las mujeres dan más “feedback”
Las mujeres son más empáticas
CAPÍTULO 5: Humanidad en la política
La humanidad es un viaje hacia adentro y, luego, hacia el otro
Las habilidades blandas en la política
Escuchar, decir y objetivar: herramientas para el amor en la política
1. La escucha
2. El decir
3. La objetividad
EPÍLOGO
Notas
Dedicado a todos los que creen en el Poder del AMOR
Por Lalo Zanoni
Mariela se enciende. Cuando habla de la actualidad política y su paso por la gestión pública (primero en CABA y después en el municipio de Campana). Se enciende y cuenta su trabajo en los inicios de la policía de la ciudad, la Metropolitana, cuando se puso al frente de los temas de género. Cuando cuenta cada una de los proyectos que encabezó o de los que formó parte en un equipo de trabajo.
También se enciende cuando habla de su pasión por la psicología y cuando explica cómo y por qué se metió a explorar las terapias complementarias para combinarlas con todo lo que estudió en su carrera de grado. Y creo que allí está la unión que la diferencia. En la justa intersecciónn entre la política, el diván y las nuevas terapias complementarias con un objetivo en común muy concreto: mejorar la vida diaria de la gente.
Ayudar al otro a encontrar su ser. Lo repite una y otra vez para explicar lo que quiere hacer ahora en su nueva etapa. Después de dejar atrás su paso por los pasillos espinosos y llenos de obstáculos como lo es la gestión pública, nos trae una mirada con aire de quien puede observar sin lo abrumante de lo cotidiano habiendo puesto un pie afuera.
Este libro tiene varias capas. Es un llamado a la reflexión y a la acción. Hay un capítulo dedicado al amor, pero no al amor entendido como el elemento romántico sino como el insumo fundamental para relacionarnos entre las personas y para gestionar el poder. “Un poder sin amor termina por ser prepotente de la misma forma que un amor sin poder puede ser impotente”, escribe Mariela.
También toca temas como liderazgo, empatía, el ego, comunicación, feminismo y otros muy actuales y necesarios para cualquier cosa que emprendamos.
Pero también este libro es una suerte de diario personal de su paso por la gestión pública, donde cuenta su vivencia durante sus años como funcionaria.
Pero no son solo anécdotas personales, sino que indaga en temas incómodos como la creciente violencia que existe en la política en particular y en casi todos los ámbitos de nuestra vida en general. Una violencia que todos vamos naturalizando sin darnos cuenta y escala exponencialmente.
Cuando la pasión mal entendida se transforma en agresión, en dañar al otro, en anularlo para que no exista. Cuando la escucha decrece y aumenta el grito. Nada positivo se puede construir desde la violencia como elemento para gestionar las relaciones interpersonales, dice Mariela.
Pero lamentablemente, sobre todo en los últimos diez años, la política se fue alejando de las palabras diálogo, consenso, concertación, negociación, charla, etc. Hoy todo se parece a chicana, traición, aventajar al otro, bloquearlo, ganar un metro más de espacio en los medios, en las redes sociales. Sobresalir. En la política hoy se prioriza la cuestión personal por sobre lo colectivo.
Mientras tanto, los dirigentes políticos van por su lado y la realidad avanza y empeora todos los indicadores sociales: pobreza, inflación, educación, cultura, seguridad, salud, etc.
No es necesario que lo diga pero todos sabemos que por este camino estamos mal y vamos mal, como sociedad y como país.
Sin ingenuidad pero con sensibilidad, Mariela detecta este clima denso y oscuro y por momentos bastante tóxico que rodea a la política y decide apretar el freno, su propio freno. Decide cambiar. Un cambio que seguramente fue disparado por una crisis personal, cuando a fines de 2020 se contagió COVID y estuvo bastante grave. Pero otro virus ya había entrado en su cuerpo mucho antes. Y obligada a parar, decidió bajarse de la vorágine que obliga la política, reflexionar y reformular su misión. Una misión nueva pero conocida, porque no es otra que la que la llevó a estudiar psicología: ayudar al otro.
Para eso juntó más saberes, nuevas herramientas propias para poder darle a los demás mejores recursos para enfrentar el día a día.
Que no es fácil, desde ya. Porque, ahora lo sabemos concretamente, el presente se muestra duro y cruel: crisis, covid, guerra, inflación, hostilidad, cancelación, etc.
Pero también es necesario ver y rescatar lo mejor que tiene esto que llamamos vida: el otro, el amor, la compasión, la empatía, la salud, la creatividad, el arte. No queda otra que tener esperanzas, decía un viejo amigo. Y Mariela, con sus pacientes, y ahora con en este libro, aporta su enorme grano de arena para que no nos sintamos tan solos en esa tarea.
Por Daniela Kusnier
Sentí el latido de su corazón, su entusiasmo y la necesidad de transmitir su experiencia de vida, mucho antes de tener el libro en mis manos y conocer a Mariela en persona.
Escuché a Mariela en una larga conversación telefónica hablando sobre su participación en la política argentina y la investigación que dio lugar a este libro.
Me pregunte varias veces al leerlo.
¿Por qué me eligió para prologarlo?
¿Qué puedo aportarle a una jovencita audaz y atrevida que tiene la intención de abrir los ojos del Poder y ofrecerle otra mirada?
Un filtro que contiene una enorme dosis de amor, compasión, humildad y el propósito de mejorar el mundo. Filtro que se coloca entre las palabras que se enuncian y las acciones que se realizan
Mariela propone “otro modo de hacer política. Una política con más amor.”
Los órdenes del amor actúan en todos los territorios, también en la función pública, también en la política.
Porque el amor es un estado de consciencia, una actitud mediante la cual intervenimos.
Desconociendo esta manera consciente de caminar la vida, en amor, es muy probable caer en la violencia simbólica que tan bien la describe en el libro. “Hay violencias que no dejan moretones, ni cicatrices en el cuerpo, pero que dejan huellas imborrables en el alma.”
Así mismo propone este concepto de amor en acción con claridad y sentido común: “Y cuando hablo de amor me refiero a un sentimiento de afecto, inclinación y entrega que nos hace desear y hacer el bien a otro. El amor como sentimiento de unión, de simbiosis, de reconocimiento del prójimo. El amor como predisposición cuidado y respeto”.
Del poder que la política utiliza como combustible para realizar sus gestiones a la política del amor que propone Mariela hay una distancia y entre ambos una grieta.
Lejos de ser una utopía, hoy en día es un camino posible. Si trazamos un puente entre ambos conceptos, invitando a quien quiera y pueda sumarse a cruzar la grieta, aprendiendo a tomar consciencia del PODER del Amor en Acción.
Se necesitan corazones sensibles, consciencias expandidas y un deseo ferviente de trabajar en red, en común-unión al servicio del bienestar de la sociedad.
“El amor (y la política que irradia amor) es la potencia que une en torno a una realidad y a un deseo de mejorarla. Con el amor hay afectividad, pero también efectividad. El poder político resulta hoy distante porque es ideológico e imponente. Un poder sin amor termina por ser prepotente de la misma forma que un amor sin poder puede ser impotente. El amor se ha convertido en tabú para la política. Negando el amor, la política se puede convertir en una amenaza en lugar de un abrazo”
Deseo que este libro sea un puente que genere un abrazo compartido y miradas hacia un mismo sentido. Que el latido del Corazón de Mariela, su empuje y creatividad sea inspiración de muchos corazones que laten vibrando en el mensaje de esta nueva humanidad de jóvenes que sumen y multipliquen la solidaridad, el bien común, el bien estar y el entusiasmo por servir dejando semillas para un mundo mejor.
Recuerdo que mis amigas se sorprendían por mi decisión: “¿Vos… en política? ¡Pero si sos psicóloga!”.
En ese momento hacía ya más de 15 años que atendía en mi consultorio privado, sumergiéndome 9 horas diarias en historias de diferentes colores, pero con la misma pincelada: el sufrimiento o el dolor psíquico.
Para mí no era tan sorprendente como para mis amigas empezar a trabajar en política.
Se trataba de servicio, de expandir el poder de hacer cosas que mejorasen la vida de las personas, aunque fuera un poquito. Pensaba (y aún lo pienso) que estar acostumbrada a escuchar cada historia, cada pensamiento, cada estado de ánimo y deseo de mis pacientes con amor, humildad, respeto y entrega era un entrenamiento perfecto para hacer política.
Si me apasionaba tanto ponerme a disposición y acompañar procesos de transformación como psicóloga, ¿por qué no iba a poder hacer lo mismo como política?
Con esas ganas y esas emociones empecé. Y debo reconocer y agradecer la oportunidad de haberlo hecho. Aprendí mucho.
La incoherencia que tiempo después pude observar entre lo que para mí debía representar la política y la política que realmente hacíamos (y hacemos) fue una incomodidad que se acrecentó y se puso de manifiesto especialmente con la aparición del covid–19.
Es por ello por lo que hoy elijo escribir este libro, con algunas reflexiones y vivencias, con la motivación de exponer herramientas que sean útiles para gestar otro modo de hacer política. Una política con más amor.
El coronavirus nos obligó a detenernos. El mundo se paró y cada uno de nosotros también. El “quedate en casa” se hizo cotidiano. Invadió por completo nuestras emociones. De repente tuvimos que cambiar de hábitos y adaptarnos a una situación casi irreal.
Hasta ese momento corría sin tener muy claro hacia dónde iba. Agitada, queriendo todo de inmediato, devorando sensaciones y experiencias, imposibilitada de conectar con el momento presente, de registrarme y sobre todo de cuestionarme.
La falta de libertad, la incertidumbre de lo que será mañana, el miedo a contagiarnos, la muerte tocando de cerca, la angustia de no vernos ni abrazarnos, más tareas domésticas, problemas económicos, desigualdad, desinformación o sobreinformación. Todo junto hizo que hasta la última célula de nuestro cuerpo se sacuda.
* * *
Mujer, madre, psicóloga y política... y a eso le sumamos liderazgo, crisis, oportunidades…
Hasta ahora vi muchas formas de hacer política y liderar. Algunas me gustan más que otras, pero hay una con la que nunca voy a coincidir: con la que practica la falta de respeto y con la que agrede.
Podés tener el cargo que quieras, ser presidenta de un país o concejal en una ciudad, pero nada justifica que creas estar por encima de los demás.
Frases que escuché muchas veces en estos años: “Mariela, es política, no es con vos, no lo personalices”. O “este es el juego”, “el político no se engancha”. Todo eso para justificar una agresión, la mayoría de las veces acompañada de una mentira. Si me pegan, pego. Si no pego, me pegan. Hay que contestar con las mismas armas para no ser menos que el adversario. Te dicen: “Así se demuestra el poder. Lo mejor es que lo aceptes porque esos son los ‘códigos’. De lo contrario, no te dediques a la política”.
¿En serio?, ¿eso es todo? No logro entender por qué yo debería permitir, y hasta naturalizar, esa violencia como si eso me hiciese más fuerte. Es justo al contrario: “Dime de qué alardeas y te diré de qué careces”.
La violencia no construye, destruye. Hiere a quien la recibe, pero también a quien la ejerce. No es el camino para transitar una actividad que tiene como finalidad achicar distancias, lograr entendimientos y organizar la sociedad según el bien común.
¿Podremos pensar en formas más amorosas para ejercer el poder?
* * *
Hay tantas formas de ser violentos.
Las redes y los medios de comunicación están haciendo mucho para que se visibilice cada vez más la violencia. No solo la violencia física, sino las múltiples formas de la agresión.
En cualquier parte del mundo la percepción tan patente de la violencia hace temblar las viejas y oxidadas estructuras patriarcales que marcan la forma agresiva de ejercer el poder y hacer política.
¿Realmente logramos ver todas las violencias, todas las maneras en las que podemos infligir daño al otro?, ¿percibimos la violencia en la política con todas sus consecuencias?
La vemos a diario en las puestas en escena que nos ofrecen los noticieros de cualquier canal. Si yo no me pongo en lugar del otro, si no cumplo con mi palabra, si no sé delinear un horizonte y un propósito como política, ¿no hay algo de violencia en todo eso?
Hay violencias que no dejan moretones, ni cicatrices en el cuerpo, pero que dejan huellas imborrables en el alma. Y en la política lo hacemos tantas veces y de tantas formas…
Para sondear la percepción de la gente sobre la violencia en la política, ensayé una encuesta en la que participaron más de 3000 personas.
Mi primera pregunta fue: “¿Considerás que la violencia en la política está naturalizada?”. Ofrecí una escala de 5 niveles para la respuesta: “nada”, “poco”, “bastante”, “mucho” y “muchísimo”.
Casi la mitad, exactamente un 49, 5%, respondió “bastante”. Un 30, 5% contestó “mucho”. Redondeando la idea: 8 de cada 10 personas encuestadas en este trabajo consideran que la violencia forma parte de las herramientas y de los tonos de la política.
* * *
¿Vivir plenamente o sobrevivir con lo que hay?, ¿sobrevivir es lo mismo que vivir? Creo que no.
Con la pandemia nos invadió una mezcla de emociones. En la encuesta realizada, las que más mencionaron los participantes fueron: angustia, miedo, temor, incertidumbre, tristeza, ansiedad, bronca.
Hasta la pandemia, corríamos, aunque sin saber adónde. Con el covid–19 nos vimos obligados a detenernos.
El estado de alerta y la sensación de amenaza se apoderaron de nosotros. Entramos en el modo más esencial: sobrevivir. Y, en la supervivencia, reconectamos con aquello que es esencial en nuestras vidas.
Necesariamente eso nos conduce a nuestro interior, a buscar herramientas, mirar nuestras relaciones, reconocernos y compartir mejor tiempo con quienes queremos.
Volvimos a las largas conversaciones, a mirarnos a través de una pantalla y a percibir a través de ella las emociones del otro. Empezamos a salir a la calle mirándonos a los ojos. Empezamos a entender la incidencia real que tiene para nuestras vidas la situación que atraviesa el de al lado.
Tenemos que sobrevivir a esto para volver a vivir plenamente. Tenemos herramientas. Pero ¿sabremos usarlas siendo más auténticos y coherentes con lo que somos y con lo que sentimos?
* * *
Una realidad extraña e inédita puso en jaque nuestro pequeño mundo conocido. Es lo que tiene una crisis (del griego «» (krisis): “separación”, “elección”, “disputa”, “decisión”). Una crisis es un cambio profundo, algo se rompe y necesitamos juzgar para tomar decisiones y movernos hacia un nuevo lugar.
Carl G. Jung decía: “Lo que negamos nos somete; lo que aceptamos nos transforma”. Aceptar la presencia del covid–19 en nuestras vidas nos puso delante la oportunidad de transformarnos.
El aislamiento nos llevó a conectarnos de otro modo con nosotros mismos y con los otros. Nos obligó a detenernos. Nos llevó a reevaluar nuestro pequeño mundo y a decidir qué hacer con eso.
Personalmente, me hizo cuestionar quién era, cuánta coherencia había en mí, mi autenticidad y mis valores. Y qué hacía con eso en mi trabajo cada día. Me puso frente al espejo de los replanteamientos y me llevó a pensar qué significa realmente la política para mí.
Todas las preguntas cobraron más fuerza y sentido cuando di positivo de covid–19.
Volví a conectar con esa motivación inicial para involucrarme y me vi enajenada, agotada física, mental y emocionalmente de participar en una práctica de la política que no me representa. Volví a preguntarme: ¿qué podemos hacer para ejercer la política con más amor?
Este libro es un pequeño viaje a través de esas sensaciones. Esa distancia que sentimos hacia la política es cada vez mayor. Pero tenemos formas de revertir y acortar esa lejanía. Eso es lo que intento al escribir esto: indagar en herramientas concretas que nos permitan recuperar la cercanía y el amor que tiene la política. Lo necesitamos para vivir.
