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Con el subtítulo de Tragicomedia de don Cristóbal y la señá Rosita, Los títeres de cachiporra es una obra teatral adscrita al subgénero de la farsa guiñolesca. Estructurada en seis cuadros, está pensada para ser interpretada con guiñoles, que representan los personajes estrambóticos de don Cristóbal, la señá Rosita, Colicoche o Mosquito. La obra comienza con una advertencia moral, en la línea de este subgénero.
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Seitenzahl: 44
Veröffentlichungsjahr: 2021
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Federico García Lorca
TRAGICOMEDIA DE DON CRISTÓBAL Y LA SEÑÁ ROSITA Farsa guiñolesca en seis cuadros y una advertencia
Saga
Los títeres de Cachiporra
Copyright © 1922, 2021 SAGA Egmont
All rights reserved
ISBN: 9788726479508
1st ebook edition
Format: EPUB 3.0
No part of this publication may be reproduced, stored in a retrievial system, or transmitted, in any form or by any means without the prior written permission of the publisher, nor, be otherwise circulated in any form of binding or cover other than in which it is published and without a similar condition being imposed on the subsequent purchaser.
This work is republished as a historical document. It contains contemporary use of language.
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(Por orden de aparición en escena)
Sonarán dos clarines y un tambor. Por donde se quiera, saldrá el Mosquito. El Mosquito es un personaje misterioso, mitad duende, mitad martinico, mitad insecto. Representa la alegría del vivir libre, y la gracia y la poesía del pueblo andaluz. Lleva una trompetilla de feria.
MOSQUITO. ¡Hombres y mujeres! Atención. Niño, cierra esa boquita, y tú, muchacha, siéntate con cien mil de a caballo. Callad, para que el silencio se quede más clarito, como si estuviese en su misma fuente. Callad para que se asiente el barrillo de las últimas conversaciones. (Tambor.) Yo y micompañía venimos del teatro de los burgueses, del teatro de los condeses y de los marqueses, un teatro de oro y cristales, donde los hombres van a dormirse y las señoras... a dormirse también. Yo y mi compañía estábamos encerrados. No os podéis imaginar qué pena teníamos. Pero un día vi por el agujerito de la puerta una estrella que temblaba como una fresca violeta de luz. Abrí mi ojo todo to que pude -me lo quería cerrar el dedo del viento- y bajo la estrella, un ancho río sonreía surcado por lentas barcas. Entonces yo avisé a mis amigos, y huimos por esos campos en busca de la gente sencilla, para mostrarles las cosas, las cosillas y las cositillas del mundo; bajo la luna verde de las montañas, bajo la luna rosa de las playas. Ahora que sale la luna y las luciérnagas huyen lentamente a sus cuevecitas, va a dar comienzo la gran función titulada Tragicomedia de don Cristóbal y la señá Rosita... Preparaos a sufrir el genio del puñeterillo Cristóbal y a llorar las ternezas de la señá Rosita que, a más de mujer, es una avefría sobre la charca, una delicada pajarita de las nieves. ¡A empezar! (Hace mutis, pero vuelve corriendo.) Y ahora... ¡viento!: abanica tanto rostro asombrado, llévate los suspiros por encima de aquella sierra y limpia las lágrimas nuevas en los ojos de las niñas sin novio.
Música
Mutación
Sala baja en casa de doña Rosita. Al fondo, una gran reja y puerta. Por la reja se ve un bosquecillo de naranjos. Rosita está vestida de rosa y lleva un traje de polisón, lleno de bandas y puntillas. A1 levantar el telón está sentada bordando en un gran bastidor.
ROSITA. (Contando las puntadas.) Una, dos, tres, cuatro... (Se pincha.) ¡Ay! (Llevándose el dedo a la boca.) Cuatro veces me he pinchado ya en esta a última del «A mi adorado padre». En verdad que el cañamazo es una labor difícil. Uno, dos... (Suelta la aguja.) ¡Ay, qué ganitas tengo de casarme! Me pondré una flor amarilla sobre el cucuné, y un velo que arrastrará por toda la calle. (Se levanta.) Y cuando la niña del barbero se asome a su ventana, yo le diré: «Voy a casarme, pero antes que tú, mucho antes que tú, y con pulseras y todo». (Silbido fuera.) ¡Ajajay, mi niño! (Corre a la reja.)
EL PADRE. (Fuera.) ¡Rositaaaaaaa!
ROSITA. (Asustándose.) ¡Quéeeeeee! (Silbido más fuerte. Corre y se sienta ante el bastidor y tira besos a la reja.)
PADRE. (Entrando.) Quería saber si bordabas... ¡Borda, hijita mía, borda, que con eso comemos! ¡Ay, qué mal estamos de dinero! De los cinco talegos que heredamos de tu tío el Arcipreste, no queda ¡ni tanto así!
ROSITA. ¡Ay, qué barbas tenía mi tío el Arcipreste! ¡Qué precioso era! (Silbido fuera.) ¡Y qué bien silbaba! ¡Qué bien!
PADRE. Pero, hija, ¿qué estás diciendo? ¿Te has vuelto loca?
ROSITA. (Nerviosa.) No, no... Me he equivocado...
PADRE. ¡Ay, Rosita, qué entrampados estamos! ¡Qué va a ser de nosotros! (Saca el pañuelo y llora.)
ROSITA. (Llorando.) Pues... sí... tú... yo...
PADRE. Si al menos quisieras casarte, otro gallo nos cantaría; pero me parece a mí que por ahora...
ROSITA. Si yo lo estoy deseando.
PADRE. ¿Sí?
ROSITA. Pero ¿no te habías dado cuenta? ¡Qué poco perspicaces sois los hombres!
PADRE. Pues me viene de perilla, ¡de perilla!
ROSITA. Si yo por peinarme a la arremangué y darme arrebol en la cara...
PADRE. ¿De manera que estás conforme?
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