Los tres afectos del amor - Pedro Calderón de la Barca - E-Book

Los tres afectos del amor E-Book

Pedro Calderón de la Barca

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Beschreibung

Los tres afectos del amor es uno de los dramas teatrales de Pedro Calderón de la Barca. Suele emplear en ellos auspicios y profecías iniciales que desvían la atención del público, con componentes mitológicos, rasgos deudores de la obra de Lope de Vega y centrados en temas clásicos de la época como la religión, el amor y el honor.

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Seitenzahl: 95

Veröffentlichungsjahr: 2020

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Pedro Calderón de la Barca

Los tres afectos del amor

 

Saga

Los tres afectos del amorCover image: Shutterstock Copyright © 1660, 2020 Pedro Calderón de la Barca and SAGA Egmont All rights reserved ISBN: 9788726510102

 

1. e-book edition, 2020

Format: EPUB 3.0

 

All rights reserved. No part of this publication may be reproduced, stored in a retrievial system, or transmitted, in any form or by any means without the prior written permission of the publisher, nor, be otherwise circulated in any form of binding or cover other than in which it is published and without a similar condition being imposed on the subsequent purchaser.

 

SAGA Egmont www.saga-books.com – a part of Egmont, www.egmont.com

PERSONAS.

Seleuco , Rey, barba.Libio , Príncipe de Gnido.Celio , Príncipe de Ródas.Flabio , Príncipe de Acaya.Anteo , Príncipe de Famagusta.Pasquin , criado de Libio, gracioso.Lelio , criado de Celio.Silvio , criado de Flabio.Golilla . Rosarda , Infanta de Chipre.Clóris , dama.Laura damas.Nise damas.Ismenia damas.Músicos.Acompañamiento.

________________

JORNADA I.

Salen cantandoClóris , Laura y Nise , cada una por su puerta, su copla, vestidas en trage de monte, y despuesRosarda .

 

Clor. [cant.] Sobre el regazo de Vénus

Descansando estaba Adónis,

En las delicias del valle

De las fatigas del bosque,……

Laur. Cuando un sátiro, envidioso

De que tantas dichas goce,

Desta manera le dice

Desde la cumbre del monte......

Nise. ¿De qué tan desvanecido

Vives, o engañado jóven,

Por lograr una hermosura,

Que no es tuya, aunque la logres?

Clor. Si conoces, que es su dueño

Marte, ¿cómo no conoces,

Que favores, que son zelos,

Ni son zelos ni favores?

Laur. Ambos estais desairados,

Solo al eco de sus voces.

Tú porque te escondes, y ella

Porque estima á quien se esconde.

Nise. Oyó Adónis de sus dichas

Los satíricos baldones,

Y hablando con la Deidad,

Asi á la fiera responde:……

Todas. Ya, madre del ciego Dios,

Me es tu favor importuno;

Que no es dicha para uno,

Hermosura para dos.

Rosa. ¿Ya, madre del ciego Dios,

Me es tu favor importuno;

Que no es dicha para uno,

Hermosura para dos?

Callad, callad; que pensais,

Que dais alivio á mi pena,

Y es la voz de la Sirena

Cualquiera que articulais;

Cuyo encanto, de horror lleno,

Herir y halagar procura,

Pues llama con la dulzura,

Y mata con el veneno.

Y mas al oir, (ay Dios!)

Porque no halle alivio alguno,

Que no es dicha para uno,

Hermosura para dos.

Sin saber por qué (ay de mí!)

Oirlo siento, cuando estoy......

Mas qué digo? dónde voy?

Que aquesto no es para aqui

Volved á cantar. Mas no;

No canteis, sino conmigo

Seguid la senda, que sigo

Á este sitio, á quien debió

Cuanto al Abril acrisola

Sus primores. Dónde vais?

Dejadme; no me sigais.

¿No he dicho, que quiero ir sola?

Clor. Señora, di tu pesar.

Rosa. No tienes que proseguir.

Laur. Advierte,......

Rosa. Qué he de advertir?

Nise. Mira,......

Rosa. Qué puedo mirar?

Clor. Considera,......

Rosa. Es vano intento.

Laur. Repara,......

Rosa. Es hablar acaso.

Nise. Que tu pena,......

Rosa. Yo la paso.

Todas. Que tu dolor……

Rosa. Yo le siento.

Dejadme, pues. ¡Qué porfía

Tan necia!

Clor. Aunque tú lo sientas,

Todas dignamente atentas

Á tan gran melancolía,

Como estos dias, señora,

Te aflige mas, que otras veces,

Padecen lo que padeces,

Y aun mas quizá; pues no ignora

Nuestro amor, que, si decia

Allá un sabio, que entre el ver

Padecer y el padecer

Ninguna distancia habia,

Otro, que era mas, probaba

Ver padecer, por decir,

Que quien tuvo que sentir,

Alivio en sentir hallaba;

Y quien via sentir no;

Pues sentia lo que oia,

Sin templar lo que sentia

Su mismo sentir; y yo,

En fe de lo que he debido

Á tus favores, de parte

De todas á suplicarte,

Señora, me he preferido,

Que nos digas la ocasion

De tan penosos extremos,

Por si por dicha podemos

Con vida, alma y corazon

Hallar un estilo, un medio,

Con que el dolor divirtamos.

Todas. Todas te lo suplicamos.

Rosa. Yo lo estimo. Mas remedio

No puede hallar en ninguna

Mi mal; pues ninguna, es llano,

Tiene el volante en su mano

Del eje de la fortuna.

Fuera de que ¿qué podré

Deciros, que no sepais,

Cuando cómplices estais

De mis desdichas, en fe

De que soy tan desgraciada,

Que hago que aun otras lo sean?

Mas con todo, porque vean

Vuestras finezas, que nada

Reserva mi hado infelice,

Lo que sabeis os diré.

 

Sale Seleuco , y detiénese á la puerta.

 

Sele. Ya que á esta ocasion llegué,

He de oir lo que las dice.

Rosa. Hija de Seleuco, Rey

De Chipre, nací, en tan mala

Estrella, que fue mi dicha

Víspera de mi desgracia.

Dígalo lo que vosotras

Mismas sentis, pues en tanta

Soledad vivis conmigo

La austeridad deste alcázar,

En cuyos páramos presa

Desde mi primera infancia

Me ha tenido mi desdicha,

Sin que yo sepa la causa;

Pues solo sé, que ví apenas

Del dia las luces claras,

Cuando mi padre dispuso,

Que fuese aqui mi crianza,

Con tan corta esfera, que

Al pie destas peñas altas

Solo permite que llegue,

Siendo mi línea su falda;

Pues tal vez, que divertida

En los trances de la caza,

Excedí un átomo al coto,

Lo embarazaron las guardas,

Que el mar y la tierra giran

Con tan grande vigilancia,

Que no es posible, que nadie

Sin peligro entre ni salga.

Y aunque es verdad, que su amor

Tan tiernamente me ama,

Que en mi vida en su semblante

Ví seña, accion ni palabra,

Que una caricia no sea,

Una terneza y una ansia

De que nada aqui me falte,

Con todo eso es cosa clara,

Que en sola la libertad,

Todo lo demas me falta.

Porque ¿qué le importa al preso,

Que á la cadena que arrastra

Le doren el eslabon,

Si no le liman la aldaba?

De suerte, que en la penosa

Despoblacion desta estancia,

Sin que haya visto mas gentes,

Mas cortes, calles ni plazas,

Mas tratos ni mas comercios,

Faustos, trages, joyas, galas,

Que á vosotras y á la corta

Familia, que me acompaña,

De rústicos labradores,

Que en estos jardines andan.

Racional bárbara vivo,

Tan hija destas montañas,

Que aun siento, que, para serlo,

Me sobra el uso del alma;

Porque ¿qué desdicha, como

Que no vea en esa vaga

Region de los aires ave,

Que apenas la cubra el ala

La primera pluma, cuando,

Árbitro de la campaña,

Las prisiones de la noche

No rompa á la luz del alba?

¿Qué ansia, como que no encuentre

Fiera, que apenas cobrada

La primera piel se vea,

Que á buscar al sol no salga?

¿Qué horror, como que no mire

Pez, que la primera escama

Arme apenas, cuando sulque

Vivo bajel de las aguas?

¿Y qué rigor, como que

No halle flor, que el primer nácar

Apenas rompa al capillo,

Cuando ya goce del aura?

¿Y que yo con mas instinto,

Con mas razon, con mas alma,

Y con menos libertad

Envidie, sin dar mas causa,

Que el delito del nacer,

Ave, fiera, pez y planta?

Bien hasta aqui á mis tristezas

Disculpa el discurso halla.

Pero aun no paran aqui;

Que mas adelante pasan.

Pues viendo, que ya tenia

Mi desdicha tolerancia,

Habiendo hecho la costumbre

Naturaleza, no falta

Quien al todo de mis penas

Multiplique circunstancias,

Que mas, que alivien, aflijan.

¡O qué fácil es, que añada

La fortuna un daño á otro,

El hado una ansia á otra ansia!

Ayer un villano desos,

Con quien es fuerza que hagan

Compañía mis desdichas,

Bien como el que ciego anda,

Que, para informarse, es fuerza

Que de cualquiera se valga,

Me dijo, hablando en su rudo

Labio la voz de la fama,

Pension de graves materias,

Ver, que el vulgo las alcanza,

Que, cuantas veces (ay triste!)

Á mi padre el reino habla

En órden á darme estado,

Viendo la suma importancia,

Que ya en su anciana edad tiene

Dar succesor á su patria,

Pues si dejara sin él

En tanto interes, dejara,

No digo por mí, sino

Por su corona, empeñadas

Todas las que en su contorno

El Archipiélago baña,

Por ser dellas la mas rica,

Mas deliciosa y mas varia,

Con lágrimas les responde,

Sin que entender pueda nada

Del amor con que me zela,

Y él temor con que me guarda.

Y aun mas dijera, segun

Su política villana

Discurrir quiso, si yo,

Previniendo que intentaba

Aconsejarme la fuga,

No le volviese la espalda.

Esta noticia, añadiendo,

Como dije, en mis desgracias,

No solo mal á mal, pero

Ira á ira, rabia á rabia,

Tanto me lleva tras sí,

Tanto tras sí me arrebata,

Tanto tras sí me atropella,

Y tanto tras sí me arrastra,

Que mil veces he querido,

Furiosa y desesperada,

Que ese piélago, que fue

Á Vénus cuna de plata,

Túmulo de nieve sea

Á mi fortuna; y es tanta

Mi desesperacion, que

De venganza de que hayan

Declarádose mis quejas,

Tan nuevamente me matan,

Que, enagenada de mí,

Desde aquesas peñas altas

Tengo de arrojarme al mar,

Por ver, si con esto acaban

De una vez tantos temores,

Tantos sobresaltos, tantas

Confusiones y desdichas,

Penas, tristezas y......

 

Al irse á entrar, sale el Rey Seleuco.

 

Sele. Aguarda;

Que habiendo, como otras veces,

Venido á verte, Rosarda,

Y llegando en ocasion,

Que pude entre aquestas ramas

Haber oido tus despechos,

Es fuerza que á las instancias

Del reino y tuyas responda,

Y que, á mas no poder, abra

De la cárcel del silencio

Prisiones, que alcaide guarda

El corazon. Oye pues;

Que ya que en público agravian

Tus quejas á mi amor, quiero,

Que en público satisfagan

Á la razon de tenerlas

La disculpa de causnrlas

Yo, Rosarda, heredé jóven

Este reino, en paz tan blanda,

Que, sin que me divirtiese

El manejo de las armas,

Pude entregarme á las letras,

Llevándome, entre otras varias

Facultades, mas, que todas,

Curiosa la judiciaria.

Esta estudié con tan grande

Cariño á ciencia tan alta,

Como frisar con los Dioses,

Pues lo futuro adelantan,

Que no hubo en todo ese

Delineado globo á mapas,

Astro, ni errante ni fijo,

De cuantos su azul campaña

Á imágenes iluminan

Y á caractéres esmaltan,

Que obedientes al precepto

De líneas, compases, tablas,

Astrolabios y cuadrantes,

No registrase las causas

En los influjos que inclinan

De los afectos que aguardan.

Eso asentado, pasemos

Á que casé con Isdaura,

De Famagusta Princesa.

Vivimos nuestra dorada

Edad en el desconsuelo

De no tener hijos, hasta

Que Vénus, titular Diosa

De Chipre, de cuya estatua

Venera ese templo, que

Sobre la cima descansa

Deste monte, enternecida

De mirar siempre sus aras

Entre antorchas, que las lucen,

Las víctimas, que la manchan,

Contigo, Rosarda hermosa,

Premió nuestras esperanzas.

Naciste tan desde luego

Prodigiosa, que, hecha humana

Víbora, el materno albergue

De las piadosas entrañas,

Que te hospedaron, pagaste

Inculpablemente ingrata,

Dando, en precio de una vida,

Una muerte. (Dolor, basta!

Y pues que yo no la olvido,

¿Qué tienes tú que acordarla?)

Á este primero presagio

Sucedió observar, que estaba

En oposicion del sol

La luna, eclipsando avara

La misma luz que mendiga,

Y retrogrado en la casa

De Vénus Saturno, con

Malévolo aspecto, infausta

Constelacion, que me hizo

De todo punto apurarla.