Mañanas de abril y mayo - Pedro Calderón de la Barca - E-Book

Mañanas de abril y mayo E-Book

Pedro Calderón de la Barca

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Beschreibung

Mañanas de abril y mayo es una de las comedias teatrales de Pedro Calderón de la Barca, uno de los géneros dramáticos que más cultivó el autor, por detrás de los autos sacramentales. En ellas se suelen mezclar los enredos amorosos y familiares con los equívocos y las situaciones humorísticas.

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Seitenzahl: 83

Veröffentlichungsjahr: 2020

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Pedro Calderón de la Barca

Mañanas de abril y mayo

 

Saga

Mañanas de abril y mayoCover image: Shutterstock Copyright © 1650, 2020 Pedro Calderón de la Barca and SAGA Egmont All rights reserved ISBN: 9788726497069

 

1. e-book edition, 2020

Format: EPUB 3.0

 

All rights reserved. No part of this publication may be reproduced, stored in a retrievial system, or transmitted, in any form or by any means without the prior written permission of the publisher, nor, be otherwise circulated in any form of binding or cover other than in which it is published and without a similar condition being imposed on the subsequent purchaser.

 

SAGA Egmont www.saga-books.com – a part of Egmont, www.egmont.com

Comedia famosa1

—47v→

Personas que hablan en ella:

DON HIPÓLITO. DON JUAN. DON PEDRO. PERNÍA. ARCEO. DON LUIS. DOÑA CLARA. DOÑA ANA. DOÑA LUCÍA. INÉS, criada.

Jornada I

Sale DON JUAN embozado y ARCEO gracioso, con una bujía en uncandelero.

 

ARCEO Ya he dicho que no está en casa

mi señor, y es, caballero

o fantasma o lo que sois,

en vano esperarle, puesto

que no sé a qué hora vendrá 5

a acostarse.

DON JUAN Yo no puedo

irme de aquí sin hablarle.

ARCEO Pues en el portal sospecho,

que estaréis mucho mejor.

DON JUAN Mejor estaré aquí dentro. 10

ARCEO Muerto de capa y espada,

que tan pesado y tan necio

has dado en andar tras mí

rebozado y encubierto,

agradécelo al Señor, 15

que te tengo mucho miedo,

que si no, yo te pusiera

a cuchilladas muy presto

en la calle.

DON JUAN No lo dudo,

mas no os turbéis, de paz vengo; 20

de don Pedro soy amigo,

sosegaos.

ARCEO Lindo sosiego.

DON JUAN Y sentaos aquí.

ARCEO Yo estoy

en mi casa y si yo quiero

me sentaré.

DON JUAN Pues estad 25

como quisiéredes.

ARCEO Cierto,

que sois fantasma apacible,

y que tenéis mil respetos

del convidado de piedra.

DON JUAN Decidme, ¿qué hace don Pedro 30

fuera de casa a estas horas?,

¿diviértele amor o juego?

ARCEO Juego o amor le divierte.

—48→

DON JUAN Todo es uno, a lo que pienso,

pues amor y juego en fin, 35

son de la fortuna imperios.

¿Anda de ganancia ahora?

ARCEO Yo de pérdida me veo.

DON JUAN ¿Está desfavorecido?

ARCEO No lo sé.

DON JUAN ¿Pues sus secretos 40

no fía de vós?

ARCEO No fía,

sino presta algunos dellos.

¿No bastaba entremetido

sino preguntón?

 

(Sale DON PEDRO.)

 

DON PEDRO ¿Qué es esto?

ARCEO Esperad en hora mala 45

en la calle o el infierno,

si no queréis.

DON PEDRO Dime, loco,

¿qué ha sido?

ARCEO Vienes a tiempo,

que si un poco más te tardas,

a ese embozado sospecho 50

que le echo por la ventana,

tan alto, que deste vuelo,

ya que no Sietedurmiente,

sino volante, primero

que volviera, se mudaran 55

los trajes y los dineros,

y se hablaran otras lenguas.

DON PEDRO ¿Quién es?

ARCEO No lo sé, mas pienso

que es algún hombre casado,

que viene a verte encubierto, 60

pues no se ha dejado ver

la cara.

DON PEDRO Pues, caballero,

¿a quién buscáis así?

DON JUAN A vós.

DON PEDRO Decid, ¿qué queréis?

DON JUAN Direlo,

en quedando solos.

ARCEO ¿Ves 65

si digo bien?

DON PEDRO Majadero,

salte allá fuera.

ARCEO En buen hora:

mas aunque ir a parlar tengo

con doña Lucía, la dueña

de mi vecina, más quiero 70

ser hoy crïado que amante;

y he de estarme aquí, por serlo,

escuchando cuanto digan.

(Vase.)

DON PEDRO Ya estoy solo, y solo espero

que me digáis, ¿qué queréis? 75

DON JUAN Cerrad la puerta.

DON PEDRO Suspenso

me tenéis: ya está cerrada.

DON JUAN Pues ahora a esos pies puesto,

me dad, don Pedro, los brazos.

DON PEDRO Don Juan, amigo, ¿qué es esto? 80

¿Cómo os atrevéis a entrar

así en Madrid, sin que el riesgo

de vuestra vida miréis?

DON JUAN Como la muerte no temo,

así no guardo la vida, 85

que ya de tratarla tengo,

con la compañía perdido

a mis desdichas el miedo.

Ya sabéis, como quien fue

por la vecindad tercero 90

de mi desdichado amor,

aquel venturoso tiempo

que amé a doña Ana de Lara,

cuyo divino sujeto

se coronó de hermosura, 95

se laureó de entendimiento.

Ufano con mi esperanza,

y con su favor soberbio,

viví; en esto no me alabo,

antes me desluzco en esto. 100

Que en materia de favores,

es tan desdichado el premio,

que es el que le goza más

el que lo merece menos.

Ya sabéis, que viento en popa, 105

este amor, este deseo,

en el mar de la fortuna

tuvo de su parte el cielo.

Hasta que alterando el mar

el bajel del pensamiento, 110

en piélagos de desdichas,

corrió tormenta de celos.

—48v→

Una noche... Ciegamente

lo que vós sabéis os cuento,

pero dejad que lo diga, 115

ya que es el pesar tan necio,

que repetirle el dolor,

es repetirle el consuelo.

Una noche, pues, salí

de su casa yo, creyendo 120

que para mí solo estaba

el falso postigo abierto

de un jardín, cuando llegando

a hablarle, ¡ay Dios!, por de dentro

hacia la parte de fuera 125

torcer otra llave siento.

Suspendo la acción, y a un lado

me retiro, por si puedo

mis celos averiguar,

si es que han menester los celos, 130

para estar averiguados,

más diligencia que serlo.

Entreabrieron el postigo,

y a la poca luz que dieron

las estrellas en la calle, 135

entrar solo un hombre veo,

que sin luz y sin razón

andaba dos veces ciego.

Bien le pudiera matar

a mi salvo entonces, pero 140

quise apurar la malicia

a mis desdichas y quedo

me estuve un rato: mal haya

tan curioso sufrimiento.

Él, tentando las paredes, 145

que no estaba, no, tan diestro

como yo en ellas, que había

estudiádolas más tiempo,

llegó a tropezar en mí,

y desalumbrado, viendo 150

que había gente en el portal,

dijo atrevido y resuelto:

«No puede haber aquí nadie,

que matarlo o conocerlo

no me importe, otro no tenga 155

las dichas que yo no tengo».

No sé que le2 respondí,

y los dos con un esfuerzo

hasta la calle salimos,

donde solos, cuerpo a cuerpo 160

reñimos, hasta que igual

postró la fortuna el duelo

entre los dos; ¡ay de mí!,

pues a quien me dio primero

celos, le di yo la muerte, 165

como quien dice: «Hoy intento

que sea paz de vuestra lid,

o morir o tener celos»;

y dándome lo peor,

quedé celoso y él muerto. 170

Al ruido de las espadas

llegó la justicia luego,

y yo apelando a los pies

de la ejecución que hicieron

las manos, me puse en salvo, 175

mas no tanto, que cogiendo

un crïado, que esperaba

con un rocín en el puesto,

no dijese a la justicia

quien era; solo por ellos 180

son señores los señores,

que al fin se sirven de buenos.

Con esta declaración

me ausenté; mas no pudiendo

vivir ausente y celoso, 185

desta manera me he vuelto

a Madrid; y confïado

en vuestra amistad, me atrevo

a venirme a vuestra casa,

y escarmentado en efeto, 190

de la lengua de un crïado,

me he recatado del vuestro.

Aquí estaré algunos días,

solo hasta saber si puedo

ver a doña Ana, por quien 195

tantas desdichas padezco;

—49→

que aunque es verdad que ofendido

estoy, la estimo y la quiero

tanto, que solo a quejarme

hoy a la corte me vuelvo, 200

por ver si acaso, ¡ay de mí!,

se disculpa, que si llego,

hablándola alguna noche,

siendo vós solo el tercero,

a oír satisfaciones, que antes 205

que ella las diga las creo,

me iré a Flandes consolado

de que sus disculpas llevo,

que haciendo amistades, sean

camaradas de mis celos; 210

porque así estaré seguro,

que ni el pesar ni el contento

me maten: bien como aquel,

que está herido de un veneno,

y otro veneno le cura; 215

que este es el último extremo

de un hombre celoso, pues

no puede, ni yo lo creo,

hacer de su parte más

que decir: «Quejoso vengo 220

a creer cuanto me digáis,

y pues que vivir no puedo,

haced que muera del gozo,

si he de morir del tormento».

DON PEDRO En dos empeños me pone 225

la merced que me habéis hecho

de valeros desta casa,

y de mí, y es el primero

el ampararos en ella;

y así, cortésmente, ofrezco 230

casa, hacienda, honor y vida,

don Juan, al servicio vuestro.

El segundo es ayudaros

en vuestro amor; para esto,

y para todo es forzoso, 235

supuesto, que él ha de veros,

fïaros de ese crïado,

que aunque ha poco que le tengo,

tengo dél satisfación.

No hablo ahora en nuestro pleito, 240

que ya sabéis que un don Luis

de Medrano, que era deudo

del muerto, es quien se ha mostrado

parte.

DON JUAN Ya nos conocemos

los dos.

DON PEDRO Pues eso dejado, 245

porque en efeto no quiero

hablaros en penas hoy;

de doña Ana lo que puedo

deciros es que ni el rostro

la he visto desde el suceso 250

desa noche, ni en ventana,

ni en iglesia, ni en paseo

de Prado y calle Mayor,

que es mucho para mí, siendo

como soy, vecino suyo. 255

DON JUAN Fineza es, don Pedro; pero

¿quién puede a mí asegurarme

que es por mí y no por el muerto,

ese luto que ha vestido

su hermosura?

DON PEDRO Mas ¡qué presto 260

a lo que le está peor

discurre el entendimiento!

DON JUAN ¿Qué queréis? Es más honrado

el mal que el bien.

DON PEDRO No lo entiendo.

DON JUAN Yo sí, pues dudo del bien 265

cuanto dice y del mal creo

cuanto imagina, y mirad

cual es más honrado, puesto

que uno siempre está tratando

verdad, y otro está mintiendo. 270

Pero lo que de la noche

restaba al noturno velo,

se ha desvanecido ya,

de la hermosa luz huyendo

del sol. Recogeos, y haced 275

del día noche.

DON PEDRO No puedo,

porque tengo a aquestas horas

que hacer, y antes agradezco

haberme hallado vestido.

DON JUAN Desvelado galanteo 280

—49v→

tenéis, pues os recogéis

tan tarde y volvéis tan presto.