Material de Lectura. Carmen Boullosa - Carmen Boullosa - E-Book

Material de Lectura. Carmen Boullosa E-Book

Carmen Boullosa

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"Lectora, lector: no pongas un ojo en estas páginas si tu condición emocional es frágil y la pasión desnuda, sin filtros, te asusta y hace daño. No leas si no sabes qué hacer ante una tormenta de palabras que en realidad te están leyendo a ti, desprevenido, desprevenida. Si lo tuyo son los animales domésticos y las plantas de maceta, huye, aléjate lo más posible de estos poemas que ni su propia autora ha podido amaestrar del todo, libres y rebeldes, ávidos de vida, peligrosos como animales arrinconados. Quien haya dicho que la poesía es inofensiva, miente, pues ´ofender´ es chocar, atacar, según la raíz latina del término, y esta selección de textos de Carmen Boullosa sin duda nos ataca como una carga de artillería poética que no ofrece concesiones ni tregua alguna. Bajo advertencia no hay engaño. Entra, pues, bajo tu propio riesgo", nos dice Julio Trujillo en su introducción.

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Julio Trujillo nació en la Ciudad de México en 1969. Es poeta y editor. Ha sido director editorial de la revista Letras Libres, de Newsweek en español, de la Dirección de Publicaciones de la Secretaría de Cultura y del sello Alfaguara en Penguin Random House. Ha publicado los libros de poesía Una sangre (1998), Proa (2000), El perro de Koudelka (2005), Sobrenoche (2005), Bipolar (2008), Pitecántropo (2009), Ex profeso (2010), La burbuja (2013), El acelerador de partículas (2017) y Jueves (2021), así como el libro de crónicas sobre la Ciudad de México Atajos y rodeos (2015).

Nota introductoriaAdvertencia

Julio Trujillo

Lectora, lector: no pongas un ojo en estas páginas si tu condición emocional es frágil y la pasión desnuda, sin filtros, te asusta y hace daño. No leas si no sabes qué hacer ante una tormenta de palabras que en realidad te están leyendo a ti, desprevenido, desprevenida. Si lo tuyo son los animales domésticos y las plantas de maceta, huye, aléjate lo más posible de estos poemas que ni su propia autora ha podido amaestrar del todo, libres y rebeldes, ávidos de vida, peligrosos como animales arrinconados. Quien haya dicho que la poesía es inofensiva, miente, pues “ofender” es chocar, atacar, según la raíz latina del término, y esta selección de textos de Carmen Boullosa sin duda nos ataca como una carga de artillería poética que no ofrece concesiones ni tregua alguna. Bajo advertencia no hay engaño. Entra, pues, bajo tu propio riesgo.

Franqueada la entrada, no hay regreso, y lo primero que comparece es una voz. Se dice fácil: una voz, pero conseguir una manera única de decir, un timbre impar, un color de la expresión, es endiabladamente difícil. Boullosa ha construido su voz a lo largo de los años y hoy ese tono, esa manera, son ya irrepetibles, y son el resultado de un improbable maridaje de frescura e intención, de unas singulares bodas entre la experiencia y la levedad. Esa voz habla y dice “tú” en la apertura de este breve y denso volumen, y al decir tú se afirma a sí misma fundiéndose en el otro, porque en el amor y en el deseo, en el juego del cíclope, tú es yo y viceversa. “Tu deseo es el aspa indomable/ que un día cualquiera talló en este sitio/ lo que llevo yo por cuerpo”, dice, y no hay que agregar ni interpretar nada, sólo ser leyendo, sentir leyendo, encarnar leyendo. La poeta se abre, y en la exposición de su vulnerabilidad está su fuerza más genuina, pues todo el riesgo (el riesgo de fracasar, de no conectar, de vaciarse de contenido) está invertido en la expresión desnuda y entregada, como reconociendo el poderío de la fragilidad, de la poesía sin velos. Boullosa logra el difícil cometido de mantener una alta temperatura expresiva a todo lo largo de sus poemas, y lo hace con una envidiable confianza en sus herramientas verbales y jugando con fuego, pues quien anuncia desde el título mismo Ésta es la salvaja, corre el altísimo riesgo de decepcionar. No lo hace. Los lectores podemos decir, con ella: ésta es la salvaja.

Y decir que Boullosa juega con fuego no es una elección gratuita de palabras: la salvaja está vestida de fuego, arde su personaje y sus textos quieren ser como la flama y su triple elocuencia: porque ilumina, porque quema y porque se consume. “Mi padre/ es la llama ardiendo en el seco rosal”: he aquí una importante declaración de ascendencia, un confeso linaje y pertenencia al más peligrosamente lírico de los cuatro elementos, y no podía ser de otra manera, la pasión que aquí se expresa es definida por la combustión, por su carácter de inflamable.