Meditaciones - Marco Aurelio - E-Book

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Marco Aurelio

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Beschreibung

Las Meditaciones o Pensamientos o A sí mismo del emperador romano Marco Aurelio es una obra literaria constituida por una serie de reflexiones de este filósofo, aparentemente fuera del tiempo y sin cronología.

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Marco Aurelio

Meditaciones

INDICE - La Edad De Oro: Los

Antoninos.

- Vida Del Emperador Marco Aure-

lio..

- Marco Aurelio, «El Estoico».

- Cronología De Marco Aurelio

- Esta Edición

- Bibliografía

- Libro Primero

- Libro II

- Libro III

- Libro IV

- Libro V

- Libro VI

- Libro VII

- Libro VIII

- Libro IX

Libro X

Libro XI

Libro XII

Índice De Nombres De Personas,

Personajes Y Citas.

Índice De Lugares O Pueblos.

Marco Aurelio nace el 26 de abril del año 121 d.C.

en el seno de una familia aristocrática que cuenta con la confianza del emperador. Desde su primera infancia parece destinado a ocupar puestos relevantes en el Imperio y muy temprano comienza a integrarse en lo más alto de la vida ciudadana.

Adoptado como hijo por su tío, el emperador Antonino que había sucedido a Adriano al mando del Imperio, en el l6l, tras la muerte de Antonino, se reparte con su hermano adoptivo Lucio Vera la sucesión imperial.

Marco Aurelio era frugal en su vida y su tiempo libre lo dedicaba al estudio. Las Meditaciones no nos ilustran sobre los acontecimientos acaecidos en su época de emperador, sino que son breves pinceladas dispersas sobre sus gustos y anhelos, soliloquio espiritual y filosófico de un emperador preocupado por construir una "ciudadela interior" que co-rriera mejor fortuna que su Imperio.

INTRODUCCIÓN

LA EDAD DE ORO: LOS ANTONI-

NOS

[1]

Los reinados de Trajano (98-117), Adriano (117-138), Antonino Pío (138-161) y Marco Aurelio (161-180) quedaron en la tradición romana posterior como una edad dorada, imagen posiblemente transmitida por fuentes contemporáneas filosenatoriales y recogida por Dión Casio, Herodiano y más tarde transmitida por escritores de los siglos IV y V como Aurelio Víctor, Eutropio, Festo, San Jerónimo y Sulpicio Severo. Especial mención merece la Historia Augusta, obra incierta en cuanto a su autoría al no saberse si pertenece a un único autor o a varios, posiblemente redactada entre finales del siglo IV y comienzos del V y que contó con fuentes diversas, algunas probablemente del periodo Antonino, añadidos posteriores e invenciones motu proprio.

Características comunes de estos emperadores fueron sus buenas relaciones con el elemento senatorial, tendencia que se impuso con Nerva -de quien Tácito señaló que había combinado el principado y la libertad-, y la lealtad del ejército. Como paradigma del buen gobernante se presentó el gobierno de Trajano, a quien saludó Plinio en su panegírico co-mo optimus princeps. Común a los emperadores antes mencionados es un origen familiar no itálico, procedentes de provincias romanizadas como Hispania o Galia; tal circunstancia no deja de ser un reflejo de la cada vez mayor influencia provincial tanto en el Senado como en el ejército. Aunque el Senado era predominantemente un cuerpo itálico su composición va transformándose progresivamente; si al comienzo del gobierno de Trajano tres cuartas partes de sus miembros eran de origen itálico, a la muerte de Marco Aurelio se redujo a poco más de la mitad.

El gobierno de Adriano tuvo enfrentamientos con el Senado por tomar iniciativas que mermaban la autonomía de esta

Cámara, tales como impulsar el Consejo Imperial, órgano formado fundamentalmente por juristas, y repartir cargos de la administración estatal a miembros no senatoriales, es decir del grupo ecuestre, grupo social que junto con la nobleza provincial fue introducido en el Senado. Ello explicaría la existencia de una oposición soterrada que se manifestó tras su muerte, al intentar el Senado anular los actos del emperador o negarle la apoteosis, deificación del emperador. El resto de los Augustos, en cambio, mantuvieron relaciones excelentes con el ardo senatorias. Trajano instauró una práctica política que pretendía conciliar, al menos en las formas, la autoridad del príncipe con la libertas republicana, concepto considerado por el elemento senatorial como presupuesto básico de la autonomía y del prestigio del Senado, así al menos nos lo ha transmitido Plinio en su panegírico del año 100. Antonino Pío mantuvo relaciones excepcionales con el Senado de Roma; no ajena a esta circunstancia podría ser la tradición senatorial de la familia: su abuelo paterno, T. Aurelio Fulvio, fue dos veces cónsul y luego prefecto de la urbe, su abuelo materno Arrio Antonio también dos veces cónsul y procónsul de Asia, el mismo Antonino era uno de los principales miembros del Senado y había ejercido de consular de Italia y procónsul de Asia. Se dedicó a asociar al Senado en las decisiones importantes; aunque no pasaron de ser meras fórmulas, la realidad es la continua pérdida de influencia de este órgano a lo largo del periodo imperial. Sin embargo, la buena sintonía entre emperador y senatoriales le valió el sobrenombre de Pius y el título de Augusta a su mujer Faustina. Ahora bien, el Consejo Imperial siguió teniendo una mayor influencia en las decisiones político-administrativas, al mismo tiempo que reforzó su función jurídica.

Marco Aurelio, al igual que sus predecesores, mantuvo la misma política de amistad hacia el Senado; en su advenimiento al Imperio se comprometió a no ejecutar a ningún miembro senatorial, aunque fueran opositores políticos. El emperador filósofo siguió practicando pequeñas deferencias con la asamblea senatorial: aumentó sus atribuciones como tribunal de apelación, asistía a las sesiones del Senado, sometía a la decisión del mismo asuntos importantes como el de declarar la guerra o establecer tratados con los pueblos germanos. Concedió subsidios a senatoriales empobrecidos que corrían el riesgo de perder su condición senatorial. En definitiva se puede decir que siguió la línea de su modelo, Antonino Pío. Dicha entente, entre senadores y Antoninos, se vio truncada por Cómodo, hijo de Marco Aurelio, cuyas buenas relaciones iniciales se fueron descomponiendo a lo largo de su reinado, hasta acabar en la conspiración fracasada del 182, que conllevó la represión de un grupo amplio del elemento senatorial.

La tendencia a introducir elementos del grupo ecuestre en la administración del estado, ya iniciada en épocas anteriores, continúa con los Antoninos y es con Marco Aurelio cuando los ecuestres ocupan una mayor relevancia en el desempeño de cargos públicos, teniendo responsabilidades y poder com-parables a los senadores y rompiendo de alguna manera el equilibrio entre órdenes; así en el 177 el Consejo Imperial está formado por el mismo núme-ro de senadores que de caballeros. Una lenta evolución que se acelera en la primera mitad del siglo ni desemboca bajo Galieno, al descartar a los senadores de los principales puestos de responsabilidad a favor de los caballeros. Este orden va a ver incre-mentado su número al introducirse caballeros provinciales en los principales puestos. Si anteriormente los cargos de oficiales ecuestres eran asumidos tradicionalmente por itálicos, bajo los Julio-Claudios el 40 por 100 de estos oficiales eran de las provincias; con los Flavios y los Antoninos este porcentaje sube al 60 por 100.

No sólo el elemento senatorial y ecuestre vieron cumplidas sus aspiraciones, también las capas populares fueron atendidas por los Antoninos y más concretamente por Trajano; este emperador llevó a cabo una obra social a favor de los grupos sociales más pobres. Entre sus actuaciones concretas destaca el sistema de los alimenta; iniciado tal vez por Nerva, es con Trajano cuando se desarrolla de manera definitiva. Se concebía como un auténtico sistema de asistencia pública que afectaba a un gran número de ciudades itálicas. El sistema presentaba dos niveles diferenciados: uno consistente en una ayuda finan-ciera prestada por el Estado a los propietarios de tierras, otra parte era una asistencia a niños de familias necesitadas; de esta manera el Estado distribuía créditos bajos a los propietarios de tierras, quienes a su vez pagaban unos intereses anuales que repartidos por el Estado revertían en los más indigentes.

En cuanto al sistema militar de los Antoninos hay que señalar en primer lugar el cambio operado en la adscripción de origen de los miembros de la armada, en segundo lugar, la transformación en el sistema defensivo, decisión tomada por Adriano con el fin de lograr una frontera, limes, continua y segura, bien a través de obstáculos naturales o, en su defecto, mediante construcciones defensivas estables; ello propició el surgimiento de destacamentos permanentes formados por provinciales con ciudadanía romana. El reclutamiento de los cuadros superiores y el de los centuriones evoluciona paralelo a las tropas, tal vez con una tendencia menos acusada; así se nombra oficiales militares a los notables procedentes de las colonias provinciales, principalmente Hispania y Galia; añadiéndose, como señalamos anteriormente, la creciente regionalización de los ejércitos acantonados en las fronteras. El creciente aumento de ejércitos acantonados y su mayor autonomía hacen que la lealtad del ejército sea un elemento de vital importancia para la estabilidad de los emperadores. Aunque la aquiescencia del Senado podía ser importante en los primeros momentos de llegar al augustado, para la permanencia en el poder el emperador debía contar con la seguridad del ejército, de ahí que todos los emperadores se estrenen con donativos abundantes al ejército.

La política exterior de los emperadores Antoninos se movió entre la expansión de Trajano y la política defensiva de Marco Aurelio, predecesora de la situación de acoso que a partir de entonces va a vivir el Imperio en diversos frentes. Trajano fue el único emperador de los dos primeros siglos en retomar una política expansiva fundada sobre la conquista militar, con la adquisición de nuevos territorios que marcan los límites máximos del Imperio Romano.

Roma logró expandirse a costa del reino dacio y controlar de este modo las márgenes del Danubio.

En Asia se desplegó el dominio por la Arabia Petra, reino de los nabateos, que junto con la Decápolis formó una nueva provincia imperial: Arabia. La expansión hacia el territorio pártico, a pesar de victorias significativas, no pudo consolidarse y más que otra cosa le sirvió a Trajano para que el Senado le concediera el título de Parthicus, vencedor de los partos, y los reversos de las monedas proclamaran la subordinación de Armenia y Mesopotamia al Imperio Romano.

La política de Adriano se alejó completamente de la de su antecesor Trajano; comprendió la imposibilidad de continuar las conquistas y la necesidad de contar con un sistema defensivo más seguro que mantuviera lo ya conquistado. Las circunstancias geoestratégicas determinaron un modelo defensivo basado en dos presupuestos: un ejército en gran parte formado y establecido en los límites del Imperio, creando verdaderas ciudades en torno a las forti-ficaciones; aplicándose una instrucción severísima, entrenándose los soldados como si fueran a combatir inmediatamente. En segundo lugar creó un completo y continuo sistema de limes: junto a las propias fronteras naturales añadió un sistema de fortifi-caciones mediante líneas continuas a través de Britania, y en el continente en Germania Superior y Retia. Se establecieron empalizadas y torres de vigilancia que si bien no servían para frenar una invasión, al menos sí proporcionaban seguridad frente a incursiones esporádicas de pequeños grupos. Antonino Pío siguió la política de Adriano preservando el mismo sistema defensivo e incluso haciendo nuevas construcciones en Britania, el muro de Antonino, en Dacia y quizá en Mauritania. Igualmente mantuvo, como Adriano, legiones acantonadas en las fronteras, utilizando tácticamente pequeños destacamentos móviles, llamados vexillationes, sistema utilizado ya por su predecesor. Este período gozó de cierta tranquilidad, a pesar de enfrentamientos en las fronteras o rebeliones dentro del propio territorio romano, la más cruenta de todas en Judea. Es con Marco Aurelio cuando comienzan a manifestarse ciertos síntomas de intranquilidad en las fronteras.

Con dicho emperador los problemas exteriores del Imperio se caracterizan por agotadoras guerras: primero en Oriente, contra los partos, y sus últimos años en la frontera del Danubio, para rechazar a pueblos germánicos y sármatas. Hasta tal grado llegaron las dificultades exteriores de Roma que se ha calificado el gobierno del emperador filósofo como el comienzo de la crisis del Imperio Romano.

Momento en que se rompe el equilibrio, no sólo por la presión bárbara sino también por los problemas sociales y políticos internos.

VIDA DEL EMPERADOR

MARCO AURELIO

Infancia y primeros estudios

Marco Aurelio nace el 26 de abril del año 121 d.C.

en el seno de una familia que, sin ser célebre en épocas anteriores, cuenta con la confianza del emperador Adriano, como demuestra que el mismo año del nacimiento de Marco Aurelio su abuelo fuera cónsul, su padre prefecto de la ciudad unos dos años más tarde, y su abuelo de nuevo cónsul en el 126, por tercera vez. Los Anio Vero son una familia italiana, asentada en Híspanla, en Ucubi, cerca de Córdoba, que hacen su carrera al amparo de Trajano y Adriano. Su madre era Domicia Lucila (la menor), cuya gran riqueza procedía de fábricas de ladrillos que surtían a Roma. Cuentan también con influencias políticas, el bisabuelo materno de Marco Aurelio fue cónsul en el año 55. Una hermana de su madre se casó con el rico y distinguido Tito Aurelio Antonino, el futuro emperador Antonino. Así pues ambas familias entraban en los parámetros de una nueva aristocracia que hizo carrera entre la segunda mitad del siglo I y primer tercio del siglo II, que surte de magistrados de cierto prestigio a Roma y a las provincias.

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