Microcolapsos - Cecilia Eudave - E-Book

Microcolapsos E-Book

Cecilia Eudave

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Beschreibung

La brevedad de palabras y la amplitud de ideas transformadas en Microcolapsos. En estas ficciones, Cecilia Eudave nos entrega experiencias y fantasías para emocionar, divertir e intrigar. Los orbes en "Microcolapsos" rompen con la cotidianidad de la existencia: los objetos piensan y actúan, los árboles crean vidas humanas y las realidades se distorsionan hasta paralizarnos. Junto con sus personajes colapsamos, caemos en vertiginosos instantes que nos pierden en la intangibilidad, el desencanto y la naturaleza insólita de sus advertencias.

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Intangiblesrealidades

Fantasmas

Para Fernanda Reyes-Renata

Me pasé media vida cazando fantasmas. Buscando las razones por las cuales seguían aquí entre nosotros. Los perseguí por todas partes. Acudí a cualquier lugar donde me aseguraran encontrarlos. Dormía de día, los acosaba de noche. Leí absolutamente todo sobre el tema. Daba conferencias, asesorías, incluso me uní a cruzadas alocadas para capturar alguno. Nada. No quería probar su existencia: existían. Estaba seguro porque de niño veía siempre a mi abuela en el comedor de la casa paterna, a la misma hora, comiendo avena, mirándome con tristeza cada vez que, sin poder aguantar más, iba al baño irremediablemente a media noche. Después, en el trabajo se me aparecía un colega víctima de un accidente. Luego, veía a mi padre sentado en el pórtico leyendo el periódico y esperando a que llegara por mis quehaceres; eso me orilló a vender la casa. Hasta se manifestaba el gato que murió en mi último departamento. Ahora vivo en hoteles y procuro no quedarme mucho en ellos, no vaya a llegar una ánima a importunarme. Creo que veo gente muerta.

Entonces sucedió.

Mientras tomaba una cerveza en un bar cerca de un cementerio embrujado, a decir de muchos, se me acercó un tipo y le conté mi historia. Permaneció callado hasta que terminé y me dijo con mucha seguridad:

—Los fantasmas son puros remordimientos, solo eso.

De golpe me llegaron los recuerdos: me vi de niño abandonando a mi abuela en el comedor mientras comía para ir a ver la tele; luego al compañero de trabajo que borracho se empeñó en conducir y yo no lo detuve; a mi padre esperándome todas las tardes para jugar al ajedrez y solo le llamaba para cancelar; al gato que olvidé una semana mientras yo estaba de viaje. Todo esto en segundos. Cuando salí de mi asombro, negándome a creer que a eso se reducían los fantasmas, le pregunté con visible alteración:

—¿Cómo estás tan seguro de ello?

—Porque yo soy uno de tus remordimientos al que nunca invitaste a un trago en aquella cantina cerca de la escuela aun sabiendo que fingía beber por no traer dinero.

Imágenesde utilería

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