Misión diplomática, II - Alfonso Reyes - E-Book

Misión diplomática, II E-Book

Alfonso Reyes

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Beschreibung

En este segundo tomo se aborda el periodo especialmente complejo de Brasil que va de 1930 a 1936 en el que Reyes tuvo que sortear las complicaciones políticas derivadas del inicio de la dictadura de Getulio Vargas, al mismo tiempo que insiste en la promoción de la cultura y el intercambio de ideas.

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MISIÓN DIPLOMÁTICA II

TEZONTLE

ALFONSO REYES

MISIÓN DIPLOMÁTICA II

Compilación y prólogo de VÍCTOR DÍAZ ARCINIEGA

SECRETARÍA DE RELACIONES EXTERIORES FONDO DE CULTURA ECONÓMICAMÉXICO

Primera edición, 2001 Primera edición electrónica, 2015

D. R. © 2001, Secretaría de Relaciones Exteriores Ex Convento de la Santa Cruz, Flores Magón, 1, Tlatelolco; 06995 México, D. F.

D. R. © 2001, Fondo de Cultura Económica Carretera Picacho-Ajusco, 227; 14738 México, D. F. Empresa certificada ISO 9001:2008

Comentarios:[email protected] Tel. (55) 5227-4672

Se prohíbe la reproducción total o parcial de esta obra, sea cual fuere el medio. Todos los contenidos que se incluyen tales como características tipográficas y de diagramación, textos, gráficos, logotipos, iconos, imágenes, etc., son propiedad exclusiva del Fondo de Cultura Económica y están protegidos por las leyes mexicanas e internacionales del copyright o derecho de autor.

ISBN 978-607-16-2744-5 (ePub)

Hecho en México - Made in Mexico

SEXTA PARTE

BRASIL (1930-1936) 

1930

CONFLICTO POLÍTICO EN EL ESTADO DE PARAHYBA

EN EL ESTADO DE PARAHYBA venía desarrollándose desde hace algún tiempo un conflicto político suscitado por algunos elementos descontentos con la actitud asumida por el presidente del estado, señor João Pessoa, en las últimas elecciones presidenciales de la República. Esos elementos están encabezados por el hacendado José Pereira, ex partidario del señor Pessoa y propietario de grandes extensiones de tierra en el municipio de Princeza, región vecina de la frontera de Parahyba con el estado de Pernambuco.

Pereira, por motivos de política local, se distanció del presidente Pessoa adhiriéndose a la candidatura Julio Prestes encontradamente con la del señor Getulio Vargas que sostenía el Partido Republicano de Parahyba, apoyado por el presidente Pessoa. Parece que la causa del rompimiento entre Pessoa y Pereira fue que este último quedó descartado como candidato a diputado en la convención del mencionado Partido Republicano de Parahyba, y desconforme con ese resultado se levantó en armas en el municipio de Princeza, desconociendo el gobierno estatal.

El poder parahybano, hasta la fecha, no ha podido reducir al orden a las gentes de Pereira y por su parte el gobierno federal se ha mantenido neutral, sin escuchar a cierta parte de la opinión que pide su intervención.

El cabecilla Pereira acaba de lanzar un decreto proclamando al municipio de Princeza independiente del estado de Parahyba, del cual se halla separado desde el 28 de febrero último, pero se somete a los poderes públicos federales. Acompaño un recorte del diario A Ezquerda, conteniendo el texto del decreto.

El acto de Pereira tiene toda la apariencia de una maniobra tendiente a forzar al gobierno central a intervenir en Parahyba, lo que significaría el fin del gobierno del señor Pessoa.

 

LA SITUACIÓN ECONÓMICA Y FINANCIERA

LA SITUACIÓN ECONÓMICA y financiera de Brasil parece agravarse día a día; entretanto, a juzgar por algunas declaraciones hechas en la Associaçao Commercial do Rio de Janeiro (primera institución comercial del país), en su sesión del 9 del actual, el gobierno de la República no considera la gravedad del momento ni las difíciles circunstancias en que se encuentran los contribuyentes y los productores.

Gracias al incondicionalismo de la mayoría del Poder Legislativo, el gobierno federal continúa afectando un optimismo que se estima no puede ser sincero. En el Senado y en la Cámara se sienten aún los movimientos políticos de las últimas elecciones presidenciales y a los representantes, indiferentes a la crisis económica, se les reprocha no preocuparse de la alarma general.

En São Paulo, el gran estado del sur, hay una gran inquietud debida al fracaso de la política cafetera, y mientras en esa entidad el número de desocupados alcanza ya a 240 000 hombres y trátase con todo empeño de encontrar una solución al problema que vendrá a crear la sobreproducción de la cosecha de café de este año, los gobernantes guardan el mayor silencio a ese respecto, haciendo que se llegue a pensar que el mejor remedio sería una helada que destruyese cafetales, lo cual salvaría quizá a los productores, pero aumentaría el número de los sin trabajo.

Esta situación económica no deja de tener repercusión en el terreno político. El espíritu público comienza a manifestarse irritado y circulan rumores de que en los estados de Río Grande del Sur y de São Paulo podría producirse un movimiento violento; rumores que son acogidos con escepticismo por algunos, quienes alegan que siendo el presidente electo, señor Julio Prestes, paulista, su acceso al poder significaría la permanencia en el gobierno de la nación de elementos del sur. Otros, en cambio, insisten en que precisamente la elección del señor Prestes ha venido a aumentar el descontento dejado por su administración como gobernador de São Paulo.

 

REVOLUCIÓN EN EL BRASIL (I)*

DESDE EL 3 DE OCTUBRE que estalló el movimiento revolucionario, simultáneamente en Río Grande del Sur y Minas Gerães, comunicándose después a los demás sitios que, por telégrafo, he estado comunicando a usted, ha sido de gran dificultad recibir en Rio de Janeiro informaciones precisas de lo que acontecía en el resto del país, al grado que telegrafié a esta superioridad sugiriéndole que obtuviera noticias del sur a través de nuestra legación en Montevideo, y yo mismo intenté, sin resultado, dialogar con ella mediante mensajes cifrados, pues como usted se sirvió comunicármelo, los mensajes cifrados de nuestra legación dirigidos al Brasil han sido detenidos por la censura brasileña.

A propósito de este último punto, debo manifestar a usted que me propongo hacer, verbalmente y de una manera informal, una pequeña aclaración ante el gobierno brasileño, pues no encuentro del todo justificado semejante procedimiento y, en todo caso, bien pudiera ser que mi pregunta diera lugar a que Montevideo pudiera libremente comunicarme sus noticias, las cuales (lo mismo que las del gobierno por otra parte), procediendo de fuente partidaria, deberán ser interpretadas convenientemente.

La dificultad en que me he visto para transmitir a usted mis informaciones —obtenidas casi todas a través de agregados militares de países amigos— me ha hecho incurrir involuntariamente en algún error, como fue el dar por acción revolucionaria y toma de Bahía lo que sólo fue un motín producido en dicha ciudad, durante el cual la gente embravecida vino a atacar y quemar el diario A Tarde y, de paso, quemó el archivo del consulado de México situado en el propio edificio, sin duda sin propósito premeditado.

Aparte de las noticias que por cable voy transmitiendo a usted, cuando ellas me parecen ameritar la pronta comunicación, puedo hoy ampliar mis informaciones sobre políticos refugiados en legaciones y embajadas: en la legación de Perú me consta personalmente que se han refugiado el hijo de Arthur Bernardes, el hijo de João Pessoa (el presidente de Parahyba del Norte asesinado) y el embajador Mello Franco y sus dos hijos; en la embajada de Argentina: Assis de Chateaubriand y otro alto personaje; en la legación de Bolivia fue a asilarse algún periodista conocido, que poco después, encontrando poco hospitalario el ambiente, prefirió volver a su casa.

Las persecuciones a la familia del extinto Pessoa habían determinado la prisión de un cuñado de éste, que ayer fue puesto en libertad.

 

POLÍTICA INTERIOR DEL BRASIL

LA REVOLUCIÓN INICIADA a la vez en el norte y en el sur el 3 de octubre actual por la noche, de la cual he ido informando a usted, hasta donde era posible, valiéndome de las fuentes más seguras y estudiando en cada caso el juego lógico de la verosimilitud (puesto que esta capital vivía bajo un régimen de estricta censura y de práctico aislamiento, siendo los partes oficiales de una vaguedad y elusividad realmente cómicas), llegó a una crisis la madrugada del día 24, en que los jefes de tierra y de mar que manejaban desde Rio las operaciones se confabularon e invistiendo al Palacio de Guanabara con tropas del Tercer Regimiento de Infantería, y tomando contraseñas para obrar de común acuerdo en todos los fuertes, exigieron al presidente Washington Luis la entrega del gobierno en el término de media hora, dándole garantías de vida que el interesado, en el primer momento de exaltación, rechazó orgullosamente. Creo inútil recordar a usted todos los instantes y peripecias de este proceso, de que he ido dando minuciosa cuenta en mis numerosos telegramas relativos. Sólo, a grandes rasgos, ofrezco a usted un resumen de la situación, que pueda, de lejos, orientarlo a la vez que le acompaño una colección de hojas y periódicos que le darán idea de los primeros instantes de regocijo popular que siguieron a este golpe militar. Internado el doctor Washington Luis en el fuerte de Copacabana, constituyóse a toda prisa una Junta de Gobierno Provisional cuyos nombres, con excepción del general Menna Barreto, cambiaban a cada hora; se ordenó la suspensión de hostilidades en todos los frentes, se abrieron las prisiones de reos políticos; y éstos, las tropas y el pueblo armado, saciaron su ira contra la policía militar en las primeras horas, castigándola severamente, e incendiando periódicos que se habían señalado por su campaña antirrevolucionaria (A Critica, A Ordem, O Paiz, A Vanguarda, A Noite, Gazeta de Noticias, A Noticia, Agencia Americana, etc.) mientras ovacionaban al Diario da Noite, O Jornal, O Globo y otros diarios amigos; y algunos oficiales en un primer arrebato daban señal al pueblo de haberse cumplido los planes de la revolución, mandando amarrar los caballos de sus destacamentos, como un acto de apoderamiento simbólico, en el obelisco de la independencia que está a la entrada de la avenida Rio Branco. Este acto está inspirado en una promesa que hiciera en la Cámara de Diputados el general honorario Flores da Cunha, diputado por Río Grande del Sur, de amarrar los caballos de los gaúchos (riograndenses del sur) al obelisco como señal de victoria de los pueblos del sur y del Brasil oprimido por el despotismo del poder central.

Pronto, sin embargo, hombres, niños y mujeres se cansaron de correr la ciudad haciendo fiestas de la fácil victoria, y la gente fue cayendo en la cuenta de que aquellos caballos atados al obelisco no eran los caballos de los gaúchos revolucionarios riograndenses, sino los caballos de la tropa federal que, a última hora, se le había “volteado” al presidente. Y pudo, entonces, seguir una actitud de angustiosa espera. ¿Qué va a pasar cuando lleguen los revolucionarios de norte y sur? ¿Quién va a mandar entonces? En tanto, llegaban telegramas de las capitales que se habían mantenido fieles hasta entonces, dando cuenta de que juntas militares de la guarnición, imitando el movimiento de la capital, se habían hecho cargo igualmente de los respectivos gobiernos. Las misiones diplomáticas, que hasta entonces venían sirviendo de asilo a los refugiados revolucionarios, cambiaron de contingente y comenzaron a recibir refugiados del régimen recién depuesto, muchos de los cuales —tras de refugiarse un par de días en un sitio— volvían a sus casas, eran aprehendidos, y luego se les permitía cambiar la prisión por cualquier refugio diplomático, intentaban huir, eran nuevamente aprehendidos, etc. De aquí cierta confusión en las noticias, que sin duda ha trascendido a mis telegramas, en lo que respecta, por ejemplo, a la persona del antiguo vicepresidente señor Mello Vianna.

La mañana del día 27, inesperadamente, se oyeron tiros, la gente comenzó a huir, se vio pasar tropas por grupos que requisicionaban para su transporte los autos particulares, y corrió la voz de que la policía militar había reaccionado en favor del gobierno depuesto, ayudada por unidades de la Marina. La tropa se fortificó en varios puntos de la ciudad y por un par de horas no se supo bien lo que pasaba. La familia del presidente Washington Luis, que había regresado a casa de unos parientes después de permanecer unas horas del día 24 en la embajada del Portugal, se presentó en masa en mi embajada solicitando refugio, ante el pánico de la ciudad que por momentos cobró aires de verdadera anarquía. Hice izar mi pabellón, notifiqué el hecho al nuncio en calidad de decano, para que éste lo comunicara al cuerpo diplomático y todo él diera su apoyo a la familia en caso necesario; y así permanecieron todos durante el día de ayer en esta embajada, donde llegaron a refugiarse las siguientes personas que, aunque numerosas, aún no alcanzan el número de 30 que días pasados se contaba en la embajada de Portugal (y puedo asegurar a usted que, con excepción de algunos que, como el ministro residente de Hungría, señor Haydin de Ipolynyek, que da con la puerta en las narices al que le pide asilo, o del encargado de Negocios de Bolivia, señor Reynolds, que les propone entregarlos a la policía, todos hemos tenido buena dotación en el reparto).

LISTA DE PERSONAS REFUGIADAS A LAS 12 DEL DÍA 27 DE OCTUBREDE 1930 EN LA EMBAJADA DE MÉXICO EN RIO DE JANEIRO

Señora de Washington Luis Pereira de Souza;

Señora Maria Pires de Mello, hija del presidente Washington Luis;

Niño, hijito de la anterior;

Señor Firmino Pires de Mello, esposo de la anterior;

Señora Aracy Pereira de Souza, nuera del presidente Washington Luis y esposa del

Señor Cayo Luis Pereira de Souza, hijo del presidente Washington Luis;

Señor Victor Luis Pereira de Souza, hijo del presidente Washington Luis;

Comandante Ayres da Fonseca Costa, marino, ayudante de órdenes del presidente Washington Luis que se ha mantenido a las órdenes de la familia;

Florinda dos Santos, criada de la familia, niñera;

José Baptista Silva, chauffeur de la familia;

Doctor Mario de Britto, director de A Ordem;

Señora de Britto;

Hijita de los anteriores;

Dos criadas de los anteriores;

Doctor Ozeas Motta, director de A Vanguarda;

Señor Mazzim Seroa da Motta, su hermano, gerente de A Vanguarda y director de la Asociación Brasileira de Prensa;

Esposa del anterior;

Diputado Alves de Souza, director de O Paiz;

Dos cuñados del anterior;

Doctor Henrique Lage, propietario de la Compañía de Navegación Costeira de Brasil.

Pasajeramente, y en tanto que se disipaba el pánico callejero, el abogado Renato de Paula, del Tribunal de Cuentas, y un jovencito de la Agencia Lux, servicio de recortes de prensa.

Poco después, otros cuantos colaterales de la familia Washington Luis y Gabriela Bezanzoni, mujer del doctor Henrique Lage, con dos parientes.

Ayudado eficaz, serena y hasta valerosamente por mi personal, pronto supe que las agitaciones comunistas, que venían amagando de días atrás, habían provocado una huelga de estibadores y tejedores, y el desconcierto causado por este hecho dio ocasión a un levantamiento de la policía militar que, con pretexto de la mala comida, hizo de su disgusto una bola de nieve, tomó las armas y atacó el cuartel de bomberos. La tropa y el pueblo acudieron contra ellos, reduciéndoles en combate reñido dentro del campo de Santa Ana, de modo que en un par de horas la paz reinó en Varsovia. Los navíos que se vieron aparecer no venían contra la tropa y el pueblo, sino en apoyo de ellos, y esta experiencia desatentada hizo ver lo inoportuno de semejante reacción, que los mismos vencidos y refugiados tuvieron que considerar como un flaco servicio.

Por la noche, tomadas ya todas las seguridades y envuelta otra vez en calma la ciudad gracias a la difusión de noticias y explicaciones que el general Leite de Castro, ministro de Guerra provisional hizo personalmente a través del radio, y gracias también a las declaraciones que se hicieron mediante la prensa vespertina de que la actual junta de gobierno sólo se considera como un poder de emergencia para mantener el orden, pero que el gobierno definitivo ha de surgir del acuerdo con los jefes revolucionarios del norte y del sur, cuando éstos lleguen, lo que calmaba cierta expectativa angustiosa del pueblo, pero lo que quita a la junta provisoria toda seriedad para tratar con los diplomáticos según adelante explicaré —mis refugiados fueron todos reintegrándose a sus hogares—. Así se retiró toda la “gens” Washington Luis, doctor Henrique Lage y los suyos y el doctor Mario de Britto y sus familiares. Dicho señor había dado a la prensa —aunque sin mi conocimiento— una carta, la cual, si bien de tono bastante orgulloso, le valió la concesión inmediata de garantías que le permiten volver a su vida normal. También se retiraron los asilados momentáneos y sólo quedaron los dos hermanos Motta y el diputado Alves de Souza que demuestra una gran postración de ánimo y se pasa el tiempo encerrado en un cuarto.

En la noche vino a añadirse un nuevo huésped: el doctor Barreto Filho, secretario del último jefe de policía del régimen depuesto, que me fue especial e insistentemente recomendado por sus mismos adversarios políticos, los revolucionarios redactores de O Jornal pues, según usted comprenderá por la descripción que vengo haciendo, la junta provisoria no controla del todo la situación ni puede garantizar del todo las cosas. La presencia de este señor en mi embajada, así como la imposibilidad de tener decentemente más huéspedes y las mismas instrucciones de gran prudencia que usted se ha servido dictarme, me obligaron, muy a mi pesar, a negar hospedaje (pues, al parecer y dado que viven en una casa de Copacabana, y se pasan el día fumando y bebiendo en la terraza a la vista de todos, era más bien hospedaje lo que solicitaban, o asilo precautorio por si acaso eran perseguidos cuando llegaran los jefes del norte y del sur) a los hermanos Mario y Newton Rodrigues, de A Critica. En efecto, cuando la escritora Sylvia Serafim, en un arrebato que la justicia ha perdonado por haber sido en defensa de su nombre y hostigada por una campaña de calumnias, mató de un disparo de revólver a Roberto Rodrigues, hermano de los mencionados señores, el doctor Barreto Filho fue uno de los que con más ahínco tomaron la defensa de la bella mujer. Sería muy difícil conciliar bajo mi techo a hombres entre los cuales media una situación tan delicada.

Entre tanto, el cuerpo diplomático, que ya antes había recibido aquel telegrama informal del teniente Setubal Rabello, telegrama que todos dejamos sin respuesta según tuve el honor de informar a usted, recibió ayer por la noche la siguiente comunicación:

Señor embajador, tengo el honor de comunicar a vuestra excelencia que, habiendo sido depuesto el Presidente de la República señor Washington Luis Pereira de Souza, en virtud del movimiento revolucionario victorioso, quedó constituida una Junta Gubernativa Provisoria, compuesta de los señores generales de División Tasso Fragoso, Presidente, y Juan de Dios Menna Barreto, y vicealmirante Isaias do Noronha. Cúmpleme, también, comunicar a vuestra excelencia que la Junta Gubernativa reconoce y acata todos los compromisos nacionales contraídos en el exterior, los tratados subsistentes con las potencias extranjeras, la deuda pública, externa e interna, los contratos vigentes y demás obligaciones legalmente estatuidas. Llevo también al conocimiento de vuestra excelencia que, por la Junta Gubernativa arriba declarada, fueron nombrados ministros de Estado: de Guerra el general Leite de Castro; de marina el vicealmirante Isaias do Noronha y de Relaciones Exteriores e interinamente de Justicia y Negocios Interiores el suscripto. Aprovecho la oportunidad para presentar a vuestra excelencia las seguridades de mi más alta consideración. Firmado, Afranio de Mello Franco.

El nuncio me visitó algo más tarde para hacerme saber que, con excepción del ministro de Austria, señor Antón Retschek que había tomado la rápida iniciativa de enviar a la Junta Provisoria un caluroso telegrama de felicitación, todos los colegas estaban de acuerdo en considerar prematura toda respuesta, ya que la misma junta acababa de hacer pública la declaración a que arriba me referí, en que se confesaba mero poder de emergencia en espera de los jefes de la revolución, y ya que era patente cierta anarquía y falta de control en la sola ciudad capital. Así, por ejemplo, en el Ministerio de Gobernación hay virtualmente cuatro titulares: primero el señor Gabriel Bernardes, director de O Jornal que, puede decirse, tomó cargo revolucionariamente y “de sus pistolas” del dicho ministerio, al verlo abandonado, de igual modo que la madrugada del 24 el teniente Setubal Rabello saltó la reja del Palacio de Cattete, al saber que estaban allí unos cuantos soldados sin jefe y se hizo cargo de la plaza en nombre de la revolución. Segundo, el señor Ariosto Pinto, uno de los líderes de la Alianza Liberal, diputado por Río Grande del Sur, a quien la Junta Provisoria ofreció el cargo y que declaró lo aceptaría a su regreso del campo revolucionario para donde debía salir con toda urgencia. Tercero, el ministro de Relaciones de la Junta Afranio de Mello Franco que, como usted ve por la comunicación transcrita, declara estar interinamente al frente de la Justicia e Interior (cartera de Gobernación). Cuarto: se da por hecho que el líder revolucionario señor Oswaldo Aranha se reserva para sí esta cartera.

De aquí mis consultas telegráficas sobre la actitud que debo asumir ante esta Junta, y el alcance y sentido que debo dar a la doctrina mexicana. Además, los cónsules me piden ya sobre el particular instrucciones telegráficas.

Por mis mensajes está usted enterado de que, al estallar el movimiento revolucionario, hubo desórdenes en San Salvador (Bahía) que, de pronto, se interpretaron como ataque y toma de la ciudad por parte de los revolucionarios. Estos desórdenes ocasionaron el ataque al edificio de A Tarde y, como consecuencia, el incendio de papeles del consulado de México que se encuentra en el propio edificio. El día 24, al estallar la revolución en Rio, recibí mensaje de nuestro cónsul en dicha localidad temiendo que se repitieran los desórdenes y pidiéndome garantías para el consulado. Aunque todavía reinaba mucha agitación, me dirigí al propio Palacio de Guanabara, ocupado militarmente y fui eficazmente recibido y atendido por el general Malan d’Angrogne, quien me dio seguridades. Unas horas más tarde nuestro cónsul, señor Araripe, me daba las gracias por telégrafo, haciéndome saber que, por instrucciones de Rio, el general Santa Cruz había procedido a hacer custodiar nuestro consulado.

Remito a usted el manifiesto-ultimátum que los generales presentaron al presidente depuesto y que los aviones militares esparcieron por la ciudad.

 

REVOLUCIÓN EN EL BRASIL (II)

A MEDIDA QUE VAN llegando del norte y del sur los caudillos revolucionarios, comienza a perfilarse su carácter y acaso el papel que han de jugar en la futura política inmediata del Brasil. Conviene hacer un análisis de las fuerzas en juego, para luego dar su sitio a cada uno, dentro del cuadro general.

1. LA REVOLUCIÓN

Aquí la gran masa del pueblo, la larga aspiración nacional renovadora, que trabaja incesantemente desde hace años por obtener una vida más justa y buena; que adopta un día los ideales de Nilo Peçanha y poco a poco sueña con otras reivindicaciones; que, fatigada singularmente de la oligarquía de familias paulistas que gobiernan al Brasil con un sentido poco “castizo”, con una manera de fríos comerciantes internacionales sin más vinculación en la tierra que sus negocios del litoral, viene a sumarse a las aspiraciones políticas regionalistas del norte y del sur, las cuales quisieran dar alternancia en el poder a una política más de casa, más de fondo nacional, venida de Minas Gerães, de Río Grande del Sur, etc. Como se ve en este grupo, se mezclan profundamente los vagos instintos de reivindicación política con los anhelos populares de las regiones. A la hora de la lucha civil, facciones del ejército —y sobre todo de las tropas “estaduales”— colaboraron con la revolución pero sin quitarle su carácter civil.

2. EL EJÉRCITO

Aquí las fuerzas armadas del poder central, los principales elementos con que, hasta la madrugada del 24 de octubre inclusive, contó para su defensa el gobierno depuesto de Washington Luis. Tropas federales, alta oficialidad, estados mayores, alto comando, la aristocracia del ejército en suma. Apenas cuenta aquí la Marina, de quien siempre se dijo que era y sería de una lealtad acrisolada, pero que parece haber colaborado en la deposición de Washington Luis con una actitud de evidente pasividad. Nunca se volvió a saber más de cada barco que el gobierno federal mandaba a combatir los puertos rebeldes. Y cuando, el 27 de octubre, se produjo el conato de reacción en el cuartel de la policía militar, las unidades navales que se dejaron ver no estaban ciertamente de parte de la reacción, sino de parte de la revolución o, como aquí dicen, de “los populares”. Sin embargo, es notorio que en las expansiones y regocijos del día 24, en que la tropa fraternizaba con el pueblo, no se vieron marinos a menos que fuera porque aún no regresaban a Rio. Muchos aseguran que la marinería está penetrada de comunismo. Es el ejército el que precipitó la caída del ex presidente Washington Luis mediante la conocida estrategia de esperar al momento de mayor debilitamiento para volverse entonces contra su jefe supremo y aprisionarlo, quedando así el ejército dueño de la situación, aunque sea por un momento.

3. LOS POLÍTICOS

Todos los prohombres de la política de los últimos años traídos y llevados mil veces por la marea de nuestras simili-democracias; gente ya puesta a prueba y acaso fracasada ya en más de un sentido; que vive del juego de la intriga pública y acecha todos los instantes propicios para arrebatar el poder de unas en otras manos; habituados a encontrarse alternativamente en el mismo bando o en campos enemigos, según la combinación de menudos intereses y circunstancias que nada tienen que ver con los grandes ideales de la nación; en el mejor caso, los románticos del argumento ad hominem; en el peor, los caudillos del “fulanismo”; enviciados por la existencia misma de lucha pequeña e incesante que han llevado; antiguos presidentes que, en sus días, cometieron yerros iguales o peores a los que después censuran en otros presidentes; descreídos del bien, habituados a ver en el pueblo un medio para sus ambiciones personales; dueños de muchas voluntades compradas con servicios, o atraídas a lo largo de una vida de colaboración en la brega pública; caudillos regionales, oradores que son el orgullo literario de su pequeña patria y, fuera de los aplausos, no ven más objetivo a su acción; naturalezas enfriadas y endurecidas en el vaivén del escepticismo y las ingratitudes de todas las horas, que han visto y han oído ya demasiado para creer en las lindas palabras con que ellos pagan a los demás; que, en su instinto de conservación se refugian en el último interés, ya perverso, que les ofrece la vida: el de arriesgar jugadas aventuradas entre los hombres, apostando al sobresalto público como a una partida de albures. Ellos también ayudaron a la revolución y la revolución lo reconoce. Es la vuelta de ellos, tal vez tenidos a raya por Washington Luis, lo que más atemoriza a los vencidos, que al fin y al cabo, esconden alguna vieja historia de complicidad o rencilla con los políticos.

4. LOS VENCIDOS

La pasiva y temerosa clase burocrática, que acaso encontrará poco a poco su acomodo en las nuevas filas dado el carácter, a la vez neutro y útil, de sus actividades. Aquí es donde pagan muchos justos por pecadores. Aquí también mucha gente honesta y eficaz, que por ley natural todo gobierno que se ha sostenido regularmente varios años, trata de ir atrayendo en su servicio. A unos los reconocerá el pueblo por casualidad o por adivinación, y será en bien del país. A otros los arrollará el tropel renovador, que ojalá siempre fuera renovador y no significara con lamentable frecuencia lo que se llama en nuestra tierra: “Quítate tú para ponerme yo”. Aquí, finalmente, los vencidos que merecían ser vencidos, los que tienen cuentas que ajustar con la opinión, los perseguidores y delatores de oficio, la policía que ha debido ser el instrumento de opresión contra los directores de la opinión liberal, policía deshecha y fugitiva en estos momentos, o víctima en sus individuos de venganzas callejeras realmente sanguinarias; los literatos adscritos a la policía que han olvidado el compromiso de honor de la pluma, los periodistas “chaqueteros” cuyas oficinas de redacción a estas horas vuelan en pavesas; los protegidos de los fondos secretos; los militares negociantes que no supieron o no pudieron echarse a tiempo del buen lado, o que recibieron tarde el aviso de sus camaradas y “hermanos de armas”; y todo ese fondo irreducible, ese pesado lastre del capitalismo aprovechador que siempre se las sabe arreglar para caer vencido por cada derrota y volverse a levantar con cada victoria, por aquello de que “el dinero no tiene olor” y porque todavía no hacen nuestros pueblos lo que en verdad quisieran hacer. Estos últimos sólo serán vencidos unas cuantas horas: algo más de una semana a lo sumo.

5. EL COMUNISMO

Late como fermento de fondo, y de tiempo en tiempo lanza una llamarada y se apaga. El día de los sucesos —el día 24— muchos comunistas, entre el pueblo, fueron armados por el mismo ejército, que no parece haber meditado bien el alcance de sus actos; y otros comunistas capitaneando grupos del pueblo, sin duda han contribuido a algunos incendios de redacciones y a saqueos de armerías públicas. La actual policía, si así puede llamarse a un cuerpo agregado de incoherentes cuyo jefe expone avisos contrarios a la junta gubernativa, cuando no da en la flor de publicar peregrinos carteles llenos de ridícula literatura y de aforismos de filosofía huguesca y trasnochada (un coronel Bertholdo Klinger que dicen que es buen artillero y me temo que va a dar todavía mucho quehacer); la actual policía asegura que ninguna de estas armas ha sido devuelta, y que un jefe comunista que repartió carteles incitando inoportunamente a la huelga general (¡a la hora misma en que el pueblo, “encantado de la vida”, se creía ya dueño de todas sus aspiraciones y bendecía al Brasil pacificado y unido!), fue apresado mientras dirigía saqueos en las calles céntricas disfrazado de capitán (Brandao, intendente municipal). El Correio da Manhá, diario que es ya uno de los criterios de la revolución triunfante se hace eco de la versión semioficial, versión que por lo demás todos aceptan, según la cual el levantamiento de la policía militar ocurrido el día 27 —y debido en el fondo a circunstancias secundarias, aunque sin duda aprovechado, por quienes tenían el propósito de dar un golpe de reacción en favor de Washington Luis— fue provocado mediante una artera maniobra telefónica de los comunistas, semejante en todo a la que, al día siguiente de la deposición de Irigoyen en Buenos Aires, produjo allá también un tiroteo entre tropas del mismo bando, debido —según declaraciones oficiales lo mismo que el de aquí— “a un mal entendido”. Fue tal el pánico del día 27, que no asombraría que la policía estuviera aprovechando la amenaza del comunismo para poner orden en la ciudad, según lo comuniqué a usted por telégrafo. Vencedores y vencidos se ponen de acuerdo ante igual temor, y tienden por instinto a insistir en ese temor que, de pronto, sirve para reconciliarlos un poco. Como acaba de decir nuestro presidente, “el movimiento comunista es bastante serio, es una aspiración muy humana para mejorar las condiciones de la vida; los medios podrán ser malos por no estar ajustados a las normas sociales, y esto es lo que nos tiene alarmados a todos” (boletín radiado por la Agencia Trens, México, 21 de octubre de 1930, y comunicado por correo a esta embajada en Rio por nuestra embajada en Buenos Aires). Consta que el día 27, sea con razón o sea aprovechando el pánico, la policía hizo escarmiento entre comunistas, aprisionando a unos 70, dando muerte a un líder y, en general, procediendo con una energía de que más bien ha hecho gala, y notificando a la población que está decidida a obrar, en materia de comunismo, con el rigor más inmediato y extremo. Conviene tener en cuenta esta situación, recordando que a estas horas hay estibadores y tejedores en huelga, gente sobreexcitada y desesperada abajo, y arriba grupos organizados entre intelectuales y universitarios, dispuestos a aprovechar el momento.

6. LA PRENSA

Es de creer que los diarios “legalistas” o más decididamente partidarios del gobierno depuesto contribuyeron grandemente a irritar la opinión, en vez de persuadirla. De modo que a esta hora sólo se conservan los que notoriamente habían sufrido persecuciones (Diario da Noite, que nació por y para la Alianza Liberal; O Jornal, O’Correio da Manhá, A Ezquerda, A Batalha, etc.), o los que por lo menos mantuvieron siempre una actitud simpática a los liberales, como O Globo, el cual a pesar de la revolución sigue echando en cara las manchas de sus respectivos gobiernos a Epitacio Pessoa y a Arthur Bernardes. O Jornal do Commercio es de una neutralidad simpática al momento actual, aunque quizá sea hija del rencor personal de Félix Pacheco por Washington Luis. No deja por eso de ser el periódico burgués más indicado para víctima de una revolución social. Caso curioso el del Jornal do Brasil que no dejó de sufrir serios deterioros al ser atacado por el pueblo el día 24, y que reapareció el día 30 con nuevo director a la cabeza, el doctor Bricio Filho —viejo fundador de la República— declarando que, así como había sostenido al régimen anterior y a todos los gobiernos pasados, se ponía del todo y francamente al servicio de la renovación.

7. LOS HOMBRES

En este cuadro se destacan poco a poco las siguientes principales figuras:

Arthur Bernardes. Antiguo presidente. Mago de la política, algo poseído de una idea sobrenatural de sí mismo. Gobernó cuatro años con estado de sitio. Fue inquisitorial y cruel en sus prisiones. Persiguió a la prensa, pero también al militarismo. Presidente del Partido Republicano Minero, que se ha conservado unido (seis millones de habitantes hay en el estado de Minas Gerães) merced al prestigio personal del jefe. Se dijo su nombre al comenzar la revolución, allá por el día 4 de octubre. Después desapareció. No se habla de él. Hay como una consigna de silencio en torno a su nombre. O Correio da Manhá, cuya significación en estos momentos ya hemos señalado, dice que la intriga de Washington Luis para desacreditar a la revolución consistió en tres acusaciones falsas: 1º. separatismo, 2º. comunismo y 3º. bernardismo. Con todo, el pueblo parece perdonarle sus yerros al saber que, acompañado de sus familiares, capitaneaba en Goyaz una columna revolucionaria de 4 000 hombres. Y los vencidos se agitan al sólo escuchar su nombre, como si singularmente le temieran a él, considerándolo como el poder oculto que, desde la sombra, ha manejado a todos. Pertenece al grupo de los políticos. El diario A Batalha rompe ya el fuego decididamente con un gran elogio de Bernardes.

Getulio Vargas. Presidente de Río Grande del Sur. Candidato presidencial derrotado por la imposición oficial que hizo elegir a Julio Prestes para la sucesión paulista de Washington Luis. Generalísimo de las tropas revolucionarias y considerado como el jefe de la revolución. Viene vestido de soldado raso. Se anuncia su consagración como presidente electo de Brasil. La Junta se declara pronta a entregarle el gobierno, a pesar de las reiteradas manifestaciones en contra que ha hecho públicas Bertholdo (Klinger). En la preparación de la revolución, el gobierno federal quiso dar a entender que Vargas era un hombre sin acción y la prueba es que había declinado su cargo de presidente de Río Grande del Sur en su secretario de Justicia, Oswaldo Aranha, como para retirarse de la lucha. Por su parte los estados revolucionarios parecieron aceptar esta opinión, para mejor maniobrar y tener libertad de ponerlo simbólicamente al frente de la revolución a la hora del triunfo. Su presencia en el gobierno significaría la sumisión del grupo que llamaríamos el ejército a la revolución. Como hemos visto, esta promesa de los generales que integran la junta ya tiene el bertholdismo en contra, tendencia que quiere y exige la dictadura militar. En igual sentido se expresan los oficiales del regimiento donde, desde su prisión, conspiran los detenidos Mello Vianna (ex vicepresidente de la República) y Antonio Azeredo (ex vicepresidente del Senado). Dichos oficiales aseguran haber dado el golpe del día 24 engañados por la promesa de la dictadura militar, y se dicen juramentados para obtenerla. Getulio Vargas fue ministro de Hacienda en los comienzos de la presidencia de Washington Luis. Es presidente del Partido Republicano Riograndense. Pertenece al grupo de los políticos.

Oswaldo Aranha. Cuyas relaciones con los políticos ya quedan definidas, hace el puente entre ellos y los revolucionarios propiamente dichos. Joven y activo, se hizo cargo de todo el esfuerzo que los políticos le encomendaron y los revolucionarios le exigieron. Figura simpática, con arrestos juveniles y capacidad para el Ministerio del Interior. Se enfrentó con toda valentía a Washington Luis desde antes de la revolución.

Juárez Távora. Revolucionario de cepa. Desde 1922 está, prácticamente, en armas, habiendo recorrido buen trecho del Brasil habitable. Joven, idealista, entusiasta y bravo, es sin duda el caudillo de más prendas espirituales y heroicas que llega con la revolución. Naturalmente, se asegura que Bertholdo tiene contra él singular inquina. Viene animado de los grandes ideales reformistas que se ven en sus declaraciones, y no teme confesar las obligaciones de repartir con los políticos el premio de la victoria. Se le cree capaz de toda abnegación. Su radicalismo está muy por encima del programa de la Alianza Liberal, pero con toda sencillez declara que se contentará con que en dicho programa se incorporen, como premio de sus largas luchas, algunos de sus grandes anhelos. Cree indispensable una dictadura provisional que reforme revolucionariamente las instituciones, para luego fundar en ellas una nueva era de gobiernos. Su actitud no revela en él al hombre fuerte y autoritario que la revolución hubiera necesitado tal vez, sino al idealista abnegado dispuesto a dejarse de antemano vencer por los mismos que en otro tiempo combatiera y que, aunque ahora unidos a él, sólo le darán un triunfo iluso si ha de “compartir” con ellos la victoria.

Flores da Cunha. Ex senador riograndense. General honorario, conquistó ese grado cuando en 1924 formó una columna de bernardistas legales para combatir a los revolucionarios de entonces (que vienen a ser los de hoy). Figura impresionante, tupida cabellera, voz estentórea, amenazaba continuamente al poder federal en sus sonoras tempestades oratorias desde las Cámaras. Hace más de dos años viene anunciando el triunfo de esta revolución. Él fue el de la famosa amenaza de amarrar al Obelisco los potros gaúchos. Sus aduladores le llaman bayardo; sus enemigos: o papao (el coco). Vino con una columna de 1 500 hombres. Político con aureola de revolucionario. Bernardista.

Lindolpho Collor. Tiene por oficio el ser el intelectual de la revolución. Fue el embajador de la revolución ante el Uruguay y la Argentina, donde llevó la misión de informar sobre la verdadera marcha de los sucesos, y obtener armas, municiones, etc. Ex diputado por Río Grande del Sur con brillante hoja de servicios políticos para hombre de su edad. Uno de los inspiradores del movimiento victorioso. En alguno de sus programas primeros demostraba confundir a veces el fascismo con las ideas revolucionarias. Con todo, cae del lado de la revolución.

João Neves da Fontoura. Ex ministro y vicepresidente de Río Grande del Sur y uno de los políticos de más significación de aquellas tierras. Figura entre los primeros promotores de la revolución. En la Cámara, varias veces amenazó con el levantamiento de su estado. Viene a Rio como simple soldado, acompañado de sus hijos, en la columna de Flores da Cunha. En su aparente humildad controla la fidelidad de los dos partidos rivales de Río Grande del Sur —el Libertador y el Republicano— unidos ahora por la causa revolucionaria.

Borges de Medeiros, el Papa Verde. Jefe del Partido Republicano en Río Grande del Sur, gobernó aquel estado por cerca de 25 años. Ídolo de sus coterráneos, lleno de experiencia, cautela, mañas de viejo zorro y astutas alternativas. Los suyos lo obedecen ciegamente. Los adversarios le temen. Hombre que juega tan en frío con los sentimientos de los demás no puede ser un verdadero renovador. Es un político de la vieja escuela, unido a la causa.

General Ptolomeo Assis Brasil. Viejo revolucionario que arrastró a las juventudes del Colegio Militar en 1918, en 1922, y siguió su acción revolucionaria en 1924. El tribuno de la revolución. Marchó al frente de 6 000 hombres. Es gobernador revolucionario de Santa Catharina. Hoja de servicios preñada de sucesos e intervenciones en los primeros hechos de la vida nacional. Político. Más inquieto que renovador. Jefe del Partido Libertador de Río Grande del Sur.

Olegario Maciel. Gobernador de Minas Gerães y sucesor de Antonio Carlos, a quien las circunstancias han dado cierto relieve, primero porque el poder central lo daba equivocada o capciosamente como solidario de Washington Luis cuando siempre estuvo, del mismo modo que Antonio Carlos, con la revolución, y segundo porque, en los últimos momentos, dejó ver una oportuna actitud de vigilancia haciendo sentir a la Junta Provisional de Rio que estaba con todas sus tropas preparadas en la frontera del estado para garantizar la ejecución del programa revolucionario y evitar una posible maniobra militarista de dicha junta. Es político y viejo.

João Pessoa. Aunque muerto, su figura y su recuerdo hacen veces de fuerza viva. Es el mártir de la revolución cuyo homicidio precipitó los acontecimientos, decidiendo a los que todavía dudaban. Sobrino de Epitacio Pessoa, siempre rehuyó cargos de política e hizo vida austera. Como ministro del Supremo Tribunal demostró rectitud y carácter irascible. Gustaba de afrontar los peligros y de desafiar con su presencia a sus enemigos y esto fue, según Octavio Mangabeira, lo que dio ocasión a su muerte (que todos achacaron a designios de Washington Luis). Gobernador de Parahyba y candidato a la vicepresidencia de la República en la plataforma de Getulio Vargas. Su altivez y denuedo ante Washington Luis hicieron que en torno a él se refugiaran los disgustados del régimen. Su nombre, en himnos y oraciones, es el símbolo de la revolución. Se dijo que su asesino había sido linchado. Ahora resulta que él y su cómplice acaban de suicidarse en la prisión.

Los dieciocho. Y ya que nos hemos puesto a evocar fantasmas que obran como fuerzas efectivas en la imaginación de los revolucionarios actuales, conviene recordar a los 18 heroicos rebeldes del año 1922 (gobierno E. Pessoa) que se apoderaron del fuerte Copacabana y allí se mantuvieron sitiados por un regimiento durante varios días, habiendo decidido al fin salir temerariamente sin rendirse y en actitud hostil, hasta caer todos acribillados por el fuego de fusilería que los cercaba, en plena playa Copacabana, Avenida Atlántica. Entre los mil proyectos candorosos del primer momento (los periódicos recogen graciosamente iniciativas privadas para pagar las deudas públicas del Brasil en una semana, para levantar monumentos a esto y a lo otro) se ha hablado de perpetuar la memoria de Los dieciocho, considerándolos como precursores, cosa que seguramente no cae en gracia a los elementos políticos epitacistas mezclados en el actual movimiento.

8. ALGUNAS REFLEXIONES

1. El entusiasmo popular quiere dar suma importancia al puñado de ideas en desorden que Juárez Távora improvisó para los periódicos, considerándolo como todo un plan revolucionario. Comoquiera, hay allí cosas dignas de mención como la sustitución del antiguo parlamento político por consejos técnicos. Y, desde el punto de vista internacional, no deja de ser interesante ver que el caudillo se declara contrario a la Misión Militar Francesa y a la Misión Naval Americana. Getulio Vargas, a su llegada, preguntado de repente, dijo que se adhería del todo a las declaraciones de Juárez Távora, pero esto bien puede ser una manera de salir del paso ante las indiscreciones de los primeros momentos. Lo que fuere sonará.

2. Se asegura que la Junta Provisional entrega de veras la situación a los revolucionarios. Esto hablaría en bien de los generales que la integran, cuyo “cuartelazo” de la otra mañana tendría entonces una alta y patriótica justificación. Pero también quiere decir que los elementos del ejército de Rio no tienen fuerzas para enfrentarse a la revolución, que realmente parece contar con contingentes enormes.

3. Hasta ahora se erigen los de Río Grande del Sur en representantes de la revolución. Los de Minas van a llegar tarde, pecado imperdonable en política. Entiendo que ya se dibuja la hostilidad entre ambos elementos, el norte y el sur. El norte anuncia que exige responsabilidades pero no persecuciones ni venganzas. Y el sur trae cierta furia pasional, que quién sabe si el propio Getulio Vargas —aunque hombre conciliador— pueda contener, rodeado como llega de mocitos ambiciosos, audaces, que han pasado a veces por todo con tal de llegar al triunfo que ahora comienzan apenas a saborear.

 

REFUGIADOS POLÍTICOS

A TÍTULO DE CURIOSIDAD remito a usted un recorte del Diario de Noticias en que se hace burla de la vida que llevan los ya numerosos refugiados en legaciones y embajadas. A este propósito debo manifestar a usted que, en mi sentir, aquí se desvirtúa del todo el concepto del derecho de asilo, puesto que se solicita y se admite contra el peligro de prisión y no sólo, según las instrucciones que usted se ha servido impartirme, contra el inminente peligro de vida. Además de esto el asilo se prolonga por tiempo indefinido, acaso en virtud de cierta lenidad que parece flotar aquí en el ambiente, pero también, justo es reconocerlo, en razón de que las nuevas autoridades no controlan ni garantizan todavía de un modo satisfactorio la seguridad de los individuos. Así se da el caso de que uno de mis asilados (M. S. Motta, hermano de Ozeas Motta, de A Vanguarda) haya tenido que refugiarse aquí a pesar de llevar consigo un salvoconducto de Bertoldo (Klinger).

Ya he narrado a usted en mi nota reservada número 24 del 28 de octubre último, las razones que me llevaron a no admitir como refugiados a los hermanos Rodrigues, de A Critica. Pero no he consultado a usted siquiera, porque los mensajes de usted me bastaban para orientar mi acción, la denegación que opuse al diputado por Pernambuco, señor Pessoa de Quieroz, cuyo refugio me fue pedido por el embajador de Portugal a causa de tener él a estas horas más de una docena de asilados. El señor Pessoa de Queiroz pertenece a “la otra rama de los Pessoa”, a la rama enemiga, y de él me dijo textualmente el embajador Duarte Leite lo siguiente: que como todos los Pessoa (salvo cuando, en el caso de João Pessoa, estaban ceñidos por el deber militar) era muy mala persona y había hecho quemar un sitio público de su tierra para hacer desaparecer ciertos papeles; y que corría mucho riesgo por el odio a muerte que hay entre las dos ramas de la familia. “Haz bien sin mirar a quién” —me dije yo—. Pero como el embajador continuara sus explicaciones haciéndome saber que el interesado se encuentra actualmente prisionero, y que le dan permiso de salir a condición de que se refugie en una embajada, yo me he negado terminantemente a convertir la casa de México en cárcel suplementaria, abuso de que he visto aquí varios ejemplos. Sé que a don Antonio Azeredo, ex vicepresidente del Senado, le han ofrecido lo mismo, y me aseguran que él ha preferido continuar prisionero. No sé si será verdad esta negativa suya: me consta que la esposa del ministro Luis Guimarães fue a solicitar a Portugal el refugio de Azeredo. Me consta también que cuantos han admitido asilados están un poco escarmentados de la interpretación que aquí se da al asilo. Los asilados tienden a recibir visitas todo el día, a hablar por teléfono, etc. El embajador Morgan asegura haber recibido una carta de un refugiado con el membrete oficial de la legación en que se encuentra. En los últimos días del gobierno anterior, por orden expresa del doctor Washington Luis y con profunda pena, el ex ministro Mangabeira tuvo que decir al embajador argentino: “el Presidente le manda decir que no desearía ver su Embajada convertida en club político de los adversarios del gobierno, y que meta usted en cintura a sus refugiados”. El ministro de Uruguay, doctor Dionisio Ramos Montero, asegura que sus refugiados sólo se comunican telefónicamente con sus respectivas familias una vez al día, y esto por mediación de las hijas del ministro, y que toda la correspondencia de ellos es estricta y personalmente censurada por el ministro en persona. Esto no me parece necesario ni caballeroso y estoy cierto de que el ministro de Uruguay, como muchos ancianos bondadosos, se atribuye severidades que está lejos de tener. Pero, como es viejo y sabe mucho, quizá difunde él mismo la fama de su severidad para ahuyentar a los futuros solicitantes de asilo.

Lo cierto es que no siempre es posible aplicar el concepto puro de asilo en todo su rigor y menos cuando personas, como la viuda de Nilo Peçanha (que está algo trastornada) se han convertido en agentes de refugiados, y recorría las casas diplomáticas, la cabeza en alto y la voz imperiosa, con aquello de: “Yo me figuraba que una palabra mía sería una orden. ¡Qué le hemos de hacer! ¡Para decepciones vivimos!, etcétera”.

Debo a la verdad el manifestar a usted que mis cuatro refugiados actuales (hermanos Motta, diputado Alves de Sousa y Barreto Filho) no me dan quehacer, ni abusan de mí ni hacen en general nada sin mi permiso. Su conducta está muy lejos de inspirarme preocupaciones, y todavía tengo esperanzas de ponerlos pronto en uso de sus garantías y libertades.

 

EL NUEVO GOBIERNO DEL BRASIL

EL PRESIDENTE Getulio Vargas ha huido cuidadosamente de la palabra “dictadura”, pero todos convienen en que su gobierno es una dictadura, aunque deseada. Suspende la Constitución, porque trata precisamente de crear otra conforme con las nuevas aspiraciones encarnadas por la revolución, pero gobernará con “espíritu constitucional” y las leyes no expresamente revocadas continuarán en vigor. Se procederá a disolver un Congreso que, de hecho, no ostentaba la representación nacional, sino que sólo es fruto de las imposiciones del régimen anterior. Se evitarán las violencias, puesto que contra un estado de violencias autoritarias acaba de levantarse el pueblo. Para establecer la nueva Constitución se formará, entre leaders políticos y técnicos, un Consejo Consultivo. El ejército, representado por los generales de la Junta Provisoria, acepta su papel de elemento auxiliar y secundario y, dado el golpe de Estado que pacificó al país, entrega el mando al jefe civil de la revolución y vuelve a sus habituales labores, sólo manteniéndose como guardián a las puertas de la Casa de la Ley.

Acompaño a la presente nota el texto íntegro de los discursos del general Tasso Fragoso y del presidente Getulio Vargas en la sencilla ceremonia de la transmisión del gobierno que se llevó a cabo ayer, lunes 3 de noviembre, en el Palacio de Cattete, mientras los aeroplanos militares volaban sobre la ciudad y un batallón del 3º de Infantería (el cuerpo que se apoderó del Palacio de Guanabara la madrugada del 24 de octubre) daba, a las puertas de Cattete, la guardia de honor. Al mes exacto de iniciada la revolución, se consumaba su victoria.

Las declaraciones hechas en París por el ex presidente Epitacio Pessoa, que también acompaño a esta nota, insisten en el innegable carácter civil de la revolución, y niegan que la situación económica la haya determinado, destacando, al contrario, como causa única de ella, la imposición del candidato Prestes. Es frecuente error del primer instante, que en México conocemos bien, el figurarse —como también lo creen los argentinos— que, una vez despierto el sentido revolucionario del pueblo con un pretexto exclusivamente político, se va a contentar tan sólo con expulsar del poder a un hombre, por poderoso que sea. Hay en el ambiente de nuestra época demasiadas cosas en crisis.

También acompaño a usted un artículo de don Nemesio García Naranjo, que el Jornal do Commercio de hoy reproduce, en su lengua original, de La Nación de Buenos Aires, artículo donde, a vuelta de otras consideraciones sobre México, hace notar el autor las ventajas de que el actual triunfo revolucionario en el Brasil no deba nada al apoyo del gobierno de Washington.

 

REVOLUCIÓN EN EL BRASIL (III)

1. EL HECHO MILITAR

El presidente Getulio Vargas ha dictado un decreto incorporando temporalmente al ejército activo a todas las fuerzas revolucionarias que vienen actuando desde el 3 de octubre último (comienzo de la revolución). Desde el 24 del propio mes (golpe militar de Rio) vienen afluyendo a esta capital tropas revolucionarias del norte y del sur, en creciente número. Por todas partes se ven soldados vagando, ociosos, por la ciudad, y se les asila en cuanto lugar público puede darles cabida, incluso en los clubes y campos de deportes. Estas tropas revolucionarias tratan con desdén a la antigua guarnición de Rio. Y, dentro de ellos mismos, los gaúchos del sur se creen amos de la situación y, a su vez, miran por encima del hombro a los mineros. La llegada de tropas continúa. En estos días esperamos una columna de Curityba a la que acompaña nada menos nuestro Paulo Tacla. Es innegable que esta situación ofrece peligros, sobre todo si se acentúan rivalidades entre los dos ejércitos, como aconteció en México en tiempos del presidente Madero.

2. EL HECHO POLÍTICO

La mente brasileña parece todavía admitir difícilmente la idea de la revolución. Los propios gobernantes nuevos, en sus declaraciones, hablan de “derechos adquiridos” para referirse a meros nombramientos políticos hechos en el régimen anterior. Y todo el día se discute en los diarios la interpretación constitucional o legal de tal o cual medida revolucionaria, que hoy por hoy sólo debiera juzgarse a la luz de la conveniencia nacional (“la revolución es la revolución”, decía Cabrera). En este cuadro, se destacan ya tres fuerzas: el centro, encarnado en Arthur Bernardes, en el idealista Juárez Távora cuya aceptación de la cartera de Comunicaciones unos juzgan como la venta de la mayoría a cambio del plato de lentejas (acaso es más bien el deseo de encontrarse en situación de comenzar a aplicar algunos de los sueños por él acariciados en tantos años de lucha), y en cuyo viaje al norte unos ven un comienzo de despecho mientras otros aseguran que va a casarse; al sur, finalmente, Oswaldo Aranha, que hasta hoy lleva paso muy seguro, y es, como usted sabe, ministro de Justicia y Gobernación.

 

REVOLUCIÓN EN EL BRASIL (IV)

COMO USTED, señor secretario, es la persona más convencida de que la vieja retórica del derecho internacional se cae a pedazos, le interesará seguramente guardar memoria de los bizantinismos y sofísticas reflexiones a que ha dado lugar, en el mundillo diplomático de Rio de Janeiro, la situación creada por la deposición del gobierno de Washington Luis.

1. CAMBIO DE GOBIERNO

El mismo día que Afranio de Mello Franco, entonces ministro de Relaciones de la Junta Militar Provisoria y Pacificadora (hoy ya ministro de Relaciones del gobierno preconstitucional interino de Getulio Vargas), notificaba el cambio de gobierno y la integración de la dicha junta a todo el cuerpo diplomático, y, como en demanda de “reconocimiento” ofrecía, a nombre de dicha junta, el respeto de todas las anteriores obligaciones legítimas del Estado brasileño, los generales que formaban la junta —ante las imprudentes declaraciones militaristas del ya por fortuna ex jefe de policía Bertoldo (Klinger)— hacían saber a todo el mundo, que la dicha junta sólo se consideraba como un poder de emergencia para mantener el orden, en tanto que se presentaba el jefe civil de la revolución, señor Getulio Vargas, esperado de un momento a otro.

2. LA FORMACIÓN DE LA JUNTA

Con anterioridad, un teniente Setubal Rabello se había permitido enviar un telegrama circular al cuerpo diplomático, dándole cuenta de la formación de la junta. Sobre estos dos hechos estaban llamadas a trabajar las doctrinas clásicas, y aquí empiezan las curiosidades y primores.

1) El decano de derecho, el nuncio, es un florentino amable, de conversación imprecisa y vaga que prefiere no comprometerse con nadie y, de hecho, abandona al cuerpo diplomático para que cada uno se las arregle de acuerdo con su propio gobierno. Su camino, que es el eclesiástico, no podría siempre coincidir con los puntos de vista laicos de los demás. Él no necesita hacer nada ni apresurarse. La Iglesia está con los hechos consumados. El cardenal Leme acompaña los acontecimientos desde el primer instante. El nuncio no ha soltado prenda. Siempre puede plegar velas, pero ya tiene la mano en la masa.

2) El decano de hecho vendría a ser el embajador de los Estados Unidos, señor Morgan, que ha decidido mantenerse a la expectativa y, según pretenden algunos, retardar lo más posible el reconocimiento del nuevo estado de cosas. Por lo pronto, apenas vuelto al Brasil, se refugia en su residencia de Petrópolis, lejos de los incómodos rumores mundanos. Quién sabe si la situación en que ha quedado la cancillería de su país, declarando, después de maduro estudio, que no favorecería con armas a la revolución, un instante antes de que la revolución triunfara, lo obligue por ahora a esta prudencia.

3) El ministro de Austria, señor Anton Betscheck, que está aquí desde abril de 1928, sin encomendarse a Dios ni al Diablo, como dice la frase vulgar, contestó al teniente Rabello su telegrama con otro de felicitación para “el glorioso triunvirato” que fue publicado por los diarios.

4) El ministro del Perú, Víctor Maúrtua, es conocido en la cancillería mexicana por su actitud en la última Conferencia de la Unión Panamericana. A la caída de Leguía, se supo que había sido sustituido por el señor Víctor Andrés Belaúnde, y que la cancillería brasileña, en tiempo de Washington Luis, hizo alguna discreta insinuación para que no fuera retirado de Rio. Se precipitaron aquí los acontecimientos y todo quedó en suspenso. La legación del Perú sirvió de generoso refugio a importantes personalidades revolucionarias y, entre otras, al doctor Afranio Mello Franco, actual ministro de Relaciones Exteriores, así como ahora se ha abierto con igual generosidad para los refugiados del régimen caído. Como ya lo sabe usted, el señor Maúrtua se apresuró pública y expresamente a “reconocer” a la Junta Provisional en el mismo instante en que ya estaba anunciado oficialmente que la junta entregaría el poder a Getulio Vargas el próximo día útil de la semana (la cosa pasó de sábado a lunes). Muchos han interpretado esta precipitación, que los periódicos señalaron haciendo notar que Perú era el primer país que “reconocía”, como un resultado de personales esfuerzos del señor Maúrtua ante su gobierno, para mejor afianzar su situación, que era vacilante.

5) El embajador de Inglaterra, señor Seeds, encontrándose con la grave circunstancia de que el señor Julio Prestes haya tomado asilo en el consulado de Inglaterra en São Paulo (asilo que le procuró, como precaución contra cualquier violencia o atropello, el propio jefe militar de aquella plaza), debió apresurarse a visitar al señor Mello Franco para sancionar con su autoridad diplomática, por decirlo así, aquel asilo consular. Los diarios, sin duda influenciados por Itamaraty, quisieron sacar conclusiones de esta visita (aunque no habían hecho hincapié en otras anteriores que otros jefes de misión hicieron al señor Mello Franco), como si el solo hecho de la visita significara conceder reconocimiento por sorpresa o contra la propia voluntad, cosa que no dejó de contrariar un poco al embajador Seeds.

6) El ministro de Uruguay, señor doctor Dionisio Ramos Montero, hombre de años y experiencia —y que sufrió la práctica de las muchas revoluciones de Portugal, siendo allá representante de su gobierno— calificaba no sé por qué como una enorme imprudencia la visita de Seeds, si es que ella no importaba reconocimiento de gobierno. Y, en cambio, confesaba haberse apresurado a contestar la notificación sobre la Junta Provisional hecha por el propio Mello Franco como ministro de Relaciones Exteriores de dicha junta y dándole este título en su nota, porque —decía candorosamente— “como mi nota no hace más que repetir entre comillas el texto de la que recibí, y declarar que ya lo transmito a mi gobierno, esto no compromete a nada”. Y claro es que a nada compromete sin la voluntad expresa de su gobierno de comprometer nada, pero no veo por qué ha de ser más comprometedora la visita de sir William Seeds.

7) Cuando yo todavía me abstenía de toda declaración pública y, preguntado por Mello Franco sobre cómo aplicaríamos al Brasil nuestra doctrina, yo le expliqué el sistema y le pedí un breve plazo para consultar los términos de declaraciones de mi gobierno que él pudiera hacer públicas, los periódicos también trataron de forzarme la mano, según puede usted ver por los recortes anexos del Jornal do Commercio y el Diario de Noticias, y según lo habrá usted comprendido por mis mensajes urgentes y reiterados. Lo curioso es que yo percibo en estos comentarios periodísticos una pequeña travesura que me jugó la impaciencia de Mello Franco. El adverbio automáticamente (que aparece en el Diario de Noticias) estoy completamente seguro de haberlo empleado yo mismo en el curso de mi conversación preparatoria con Mello Franco: de él —entendiendo la cosa un poco a su manera, y con cierta confusión todavía entre las ideas antiguas y la doctrina mexicana— tiene, pues, que haber salido esta información de los periódicos.

A la fecha en que redacto estas notas todo esto ha dejado ya de ser actual, puesto que varios países han “reconocido” y el nuestro ha contestado ya en el sentido y términos que la superioridad se sirvió dictarme para el caso.