Mucho camello, poco empleo : por qué el trabajo de las mujeres en Colombia es escaso, desvalorado y mal remunerado - Laura Porras Santillana - E-Book

Mucho camello, poco empleo : por qué el trabajo de las mujeres en Colombia es escaso, desvalorado y mal remunerado E-Book

Laura Porras Santillana

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Beschreibung

Abogadas, economistas, sociólogas y antropólogas analizan, en esta obra, el acceso de las mujeres al empleo, los castigos laborales frente a la maternidad, las diferencias salariales y la feminización de los trabajos. Mucho camello, poco empleo reúne diez investigaciones que estudian las condiciones laborales de la mujer-madre, la campesina, la ejecutiva, la cuidadora de la salud, la trabajadora del servicio doméstico, la que sobrevive a su pareja. Las conclu¬siones de estos textos son provocadoras, otras controversiales, e incluso algu¬nas podrían ser consideradas conservadoras. Al ser escritos por personas que provienen de distintas disciplinas y que asumen la comprensión de los fenóme¬nos desde distintos marcos teóricos y metodológicos, lo lógico es que se generen desacuerdos y tensiones entre ellos. Precisamente eso es lo que busca este libro. El objetivo es estimular el diálogo de tal forma que sea imposible pensar en agendas de investigación o políticas públicas que ignoren la variedad de enfoques necesarios para entender una realidad tan compleja como el trabajo de las mujeres.

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MUCHO CAMELLO,POCO EMPLEO

COMITÉ EDITORIAL

Carolina Moreno Velásquez,

Facultad de Derecho,

Universidad de los Andes

(directora de la colección)

Diana Quintero Mosquera,

Facultad de Derecho y Ciencias Sociales,

Universidad ICESI

Esteban Hoyos Ceballos,

Escuela de Derecho, Universidad EAFIT

Jorge González Jácome,

Facultad de Derecho,

Universidad de los Andes

Lina Fernanda Buchely Ibarra,

Facultad de Derecho y Ciencias Sociales,

Universidad ICESI

María Carolina Olarte Olarte,

Facultad de Derecho,

Universidad de los Andes

Norberto Hernández Jiménez,

Facultad de Derecho,

Pontificia Universidad Javeriana

MUCHO CAMELLO,POCO EMPLEO

POR QUÉ EL TRABAJO DE LASMUJERES EN COLOMBIA ES ESCASO,DESVALORADO Y MAL REMUNERADO

Laura Porras-Santanilla

Natalia Ramírez-Bustamante

(edición académica)

Nombre: Porras-Santanilla, Laura, edición académica, autora. | Ramírez-Bustamante, Natalia, edición académica, autora. | Tribín-Uribe, Ana María, autora. | Romero-Prieto, Julio E., autor. | Pabón, Patricia, autora. | Aguirre, Javier, autor. | Rodríguez-Morales, Andrés, autor. | Pineda Duque, Javier Armando, autor. | Rodríguez Torres, Omar, autor. | Fleischer, Friederike, autora. | Cárdenas-Espinosa, Andrea, autora. | Badillo, Erika Raquel, autora. | Delgado, Lorena A., autora. | García, Gustavo A., autor. | Franco Patiño, Sandra Milena, autora. | Muñoz Segura, Ana María, autora. | Zúñiga Romero, Marjorie, autora. | Unás, Viviam, autora.

Título: Mucho camello, poco empleo : por qué el trabajo de las mujeres en Colombia es escaso, desvalorado y mal remunerado / Laura Porras-Santanilla, Natalia Ramírez-Bustamante (edición académica).

Descripción: Bogotá : Universidad de los Andes, Facultad de Derecho, Ediciones Uniandes, 2021.

Identificadores: ISBN 9789587981544 (rústica) | 9789587981551 (electrónico)

Materias: Trabajo de la mujer – Colombia | Igualdad de remuneración | Discriminación sexual en el trabajo

Clasificación: CDD 344.014133–dc23

SBUA

Primera edición: octubre del 2021

© Laura Porras-Santillana,Natalia Ramírez-Bustamante (editoras académicas)

© Ana María Tribín-Uribe, Julio E. Romero-Prieto, Patricia Pabón, Javier Aguirre, Andrés Rodríguez-Morales, Javier Armando Pineda Duque, Omar Rodríguez Torres, Friederike Fleischer, Andrea Cárdenas-Espinosa, Erika Raquel Badillo, Lorena A. Delgado, Gustavo A. García, Sandra Milena Franco Patiño, Ana María Muñoz Segura, Marjorie Zúñiga Romero, Viviam Unás

© Manuela Lara, por las fotografías

© Universidad de los Andes, Facultad de Derecho

Ediciones Uniandes

Carrera 1.a n.° 18A-12

Bogotá, D. C., Colombia

Teléfono: 601 339 4949, ext. 2133

http://ediciones.uniandes.edu.co

http://ebooks.uniandes.edu.co

[email protected]

ISBN: 978-958-798-154-4

ISBNe-book: 978-958-798-155-1

DOI: http://dx.doi.org/10.15425/2017.381

Corrección de estilo: Diana López de Mesa

Diagramación: Vicky Mora

Diagramación de cubierta: Angélica Ramos Vargas

Fotografía de cubierta: Manuela Lara. vivas, “Luz María” (2019)

Conversión ePub: Lápiz Blanco S.A.S.

Hecho en Colombia

Made in Colombia

Universidad de los Andes | Vigilada Mineducación.

Reconocimiento como universidad: Decreto 1297 del 30 de mayo de 1964.

Reconocimiento de personería jurídica: Resolución 28 del 23 de febrero de 1949, Minjusticia.

Acreditación institucional de alta calidad, 10 años: Resolución 582 del 9 de enero del 2015, Mineducación.

Todos los derechos reservados. Esta publicación no puede ser reproducida ni en su todo ni en sus partes, ni registrada en o transmitida por un sistema de recuperación de información, en ninguna forma ni por ningún medio, sea mecánico, fotoquímico, electrónico, magnético, electro-óptico, por fotocopia o cualquier otro, sin el permiso previo por escrito de la editorial.

CONTENIDO

APUESTA POR UNA AGENDA INTERDISCIPLINAR SOBRE LAS MUJERES Y EL TRABAJO

Laura Porras-Santanilla

Natalia Ramírez-Bustamante

VIVAS: RETRATOS ÍNTIMOS DE LIDERESAS EN COLOMBIA

Manuela Lara

¿QUÉ SABEMOS SOBRE EL TRABAJO DE LAS MUJERES EN COLOMBIA?

Laura Porras-Santanilla

Natalia Ramírez-Bustamante

NADAR CONTRA LA CORRIENTE: SER MUJER, MADRE Y EMPLEADA

Natalia Ramírez-Bustamante

Ana M. Tribín-Uribe

Julio E. Romero-Prieto

FUERO DE MATERNIDAD Y RACIONALIDAD NEOLIBERAL: DEL ENTUSIASMO AL DESENCANTO ANTE LA JURISPRUDENCIA DE LA CORTE CONSTITUCIONAL DE COLOMBIA

Patricia Pabón

Javier Aguirre

¿QUIÉN PROTEGE MÁS LA ESTABILIDAD LABORAL REFORZADA DE LAS MUJERES EN ESTADO DE EMBARAZO? ANÁLISIS DE LA RECIENTE JURISPRUDENCIA DE LA CORTE SUPREMA DE JUSTICIA Y DE LA CORTE CONSTITUCIONAL

Andrés Rodríguez-Morales

TRABAJADORAS DEL CUIDADO EN LA SALUD: CRECIMIENTO SIN RECONOCIMIENTO

Javier A. Pineda D.

Omar Rodríguez Torres

LAS TRAVESÍAS DE LAS EMPLEADAS DOMÉSTICAS EN BOGOTÁ: MOVILIDAD COMO COMPONENTE DE LA EXPLOTACIÓN LABORAL

Friederike Fleischer

Andrea Cárdenas-Espinosa

¿INFORMAL, MÁS DESIGUALDAD DE GÉNERO? DIFERENCIAS SALARIALES POR GÉNERO ENTRE EMPLEOS FORMALES E INFORMALES EN COLOMBIA

Erika Raquel Badillo

Lorena A. Delgado

Gustavo A. García

ECONOMÍA CAMPESINA Y GÉNERO

Sandra Milena Franco Patiño

LA VIOLENCIA DE GÉNERO: NUEVA DISCUSIÓN EN LA DEFINICIÓN Y OTORGAMIENTO DE LA PENSIÓN DE SOBREVIVIENTES

Ana María Muñoz Segura

Marjorie Zúñiga Romero

DESAFÍOS DE UNA “INVESTIGADORA DEL HOGAR”: PRUEBAS METODOLÓGICAS EN EL ESTUDIO DEL TRABAJO DE CUIDADO

Viviam Unás

SOBRE LAS AUTORAS

Apuesta por una agenda interdisciplinar sobre las mujeres y el trabajo*

Laura Porras-Santanilla Natalia

Ramírez-Bustamante

Durante dos días de diciembre del 2018 nos reunimos en Bogotá treinta y ocho académicos con un interés en común: las mujeres y el trabajo. El simposio “Mujeres y trabajo: Diez años de investigación en Colombia” fue organizado con el apoyo económico gestionado por Lina Céspedes-Báez, en ese entonces vicedecana de la Facultad de Jurisprudencia de la Universidad del Rosario; por Catalina Botero, entonces decana de la Facultad de Derecho de la Universidad de los Andes, y por Lina Buchely, profesora de la Universidad Icesi. Gracias a ese trabajo conjunto, no solo en términos económicos sino también de tiempo y coordinación de distintos actores, pudimos darle vuelo a la idea de organizar una red interdisciplinaria de investigación sobre las mujeres y el trabajo.

Hicimos un esfuerzo porque nuestra convocatoria fuera amplia e incluyera investigadores y académicos de varias regiones y de distintas disciplinas (antropólogos, sociólogos, economistas, abogados y trabajadores sociales), que hubieran publicado trabajos en este tema en la última década. Como primer resultado concreto de la red, Helena Alviar, en ese momento profesora titular de la Universidad de los Andes, nos invitó a pensar en la posibilidad de reunir en una publicación trabajos interdisciplinarios que siguieran explorando las cuestiones relacionadas con las mujeres y el trabajo. De hecho, el objetivo principal del evento era superar la división disciplinar que desafortunadamente ha obstaculizado el diálogo en un tema que requiere de nuestro trabajo conjunto. Este libro es un primer resultado que no habría sido lo que es si no fuera por el trabajo comprometido, paciente, cuidadoso y generoso de Magnolia Prada, que nos acompañó durante todo el proceso editorial.

Durante los dos días del simposio agrupamos a los invitados en ocho paneles, en los que discutimos distintos temas, entre los que se encontraban: el cuidado y la economía del cuidado, la prevalencia de la informalidad en el trabajo femenino y los retos metodológicos de la investigación cualitativa con mujeres; asimismo abordamos algunos temas más concretos sobre la relación entre el cuerpo, el derecho y el trabajo. La primera jornada inició con la presentación de la profesora Lourdes Benería, profesora emérita de la Universidad de Cornell y una de las pioneras en la investigación sobre el género, la economía y los efectos de la globalización. La segunda jornada empezó con una discusión sobre la importancia de la provisión de servicios de cuidado entre María Floro, profesora de Economía de la Universidad de Washington y codirectora del Programa de Análisis de Género en Economía, y Ana M. Tribín-Uribe, entonces alta consejera presidencial para la equidad de la mujer. Un generoso préstamo de la Escuela Nacional Sindical nos permitió cerrar el simposio con la exposición de algunas de las fotografías finalistas del Concurso Latinoamericano de Fotografía Documental “Los trabajos y los días” que organizan anualmente.

Algunos de los participantes en el simposio se animaron a hacer contribuciones a este libro, de manera que terminamos con diez capítulos escritos por profesores e investigadores de distintas disciplinas sobre una variedad de temas que uno de los pares evaluadores articuló mejor de lo que nosotras podríamos hacer. En sus términos, el libro se ocupa de estudiar “el trabajo de la mujer-madre-investigadora, la mujer campesina, la mujer trabajadora del servicio doméstico, la mujer ejecutiva, la mujer cuidadora de la salud, la mujer que sobrevive a su compañero(a)”, y en torno a estos escenarios se analizan temas tan diversos como el acceso al trabajo, las diferencias salariales, la feminización de los trabajos y los castigos laborales frente a la maternidad.

Para ilustrar cómo el trabajo de las mujeres es escaso, desvalorado y mal remunerado, en Mucho camello, poco empleo usamos un tecnicismo para diferenciar entre camello/trabajo y empleo. Entendemos camello y trabajo como sinónimos que hacen referencia a cualquier actividad humana, remunerada o no remunerada, en la cual se pone al servicio propio o de otros la fuerza de trabajo con el propósito de alcanzar una meta. En contraste, entendemos por empleo únicamente el trabajo remunerado. Así, el título hace alusión al hecho de que las mujeres camellamos/trabajamos mucho, pero nos empleamos poco. Por ejemplo, el trabajo de cuidado no remunerado sigue siendo realizado casi exclusivamente y sin mayor reconocimiento por las mujeres, mientras que nuestra participación en el mercado laboral todavía es muy inferior a la de los hombres, y aun cuando participamos, obtenemos salarios inferiores por trabajos similares.

El texto que abre esta publicación, tal vez el más general, que coescribimos Laura Porras-Santanilla y Natalia Ramírez-Bustamante, recoge el trabajo que inició Lina Buchely en asociación con una investigación de la red Alas y que nosotras recibimos en abril del 2018. Lina y su equipo estaban construyendo una base de datos cuyo propósito era reunir todos los textos que incorporaran análisis feministas y que se hubieran escrito en los últimos años en Colombia. Con el apoyo de un grupo de estudiantes de las universidades del Rosario, Icesi y Los Andes, decidimos centrarnos únicamente en los textos relacionados con el trabajo de las mujeres, y complementamos la base de datos inicial de manera que se incluyeran las publicaciones realizadas hasta noviembre del 2019. El estado del arte que presentamos recoge la investigación en derecho, historia, antropología, sociología y economía sobre el trabajo de las mujeres en Colombia, así como las líneas más comunes de investigación y los vacíos en la literatura, en los últimos diez años. Tal vez el principal objetivo del texto es mostrar que el trabajo femenino es un fenómeno social complejo que requiere el uso de múltiples metodologías investigativas para comprenderlo.

Tres textos exploran el régimen de licencia de maternidad y sus efectos. El primero echa mano de la interdisciplinariedad para iluminar nuevas avenidas de análisis, y los dos siguientes ofrecen relecturas de la jurisprudencia colombiana sobre el fuero de maternidad. Adoptando el género femenino como norma del lenguaje (todas en lugar de todos), el texto de Natalia Ramírez-Bustamante, Ana M. Tribín-Uribe y Julio E. Romero-Prieto ofrece un panorama multidisciplinar sobre las licencias de maternidad para entender su efecto en la vida laboral de las mujeres. Para hacerlo, recoge los hallazgos más recientes en la investigación en tres áreas del conocimiento. En primer lugar, el texto emplea la investigación en sociología y ciencias sociales para mostrar el efecto de los sesgos cognitivos que pesan sobre las mujeres; es decir, la forma como ser mujer y ser madre afectan la evaluación de las mujeres en el acceso y permanencia en el empleo. En segundo lugar, se apoyan en la investigación en economía, para realizar una revisión de la literatura sobre sanción salarial por maternidad, y, por último, en tercer lugar, combinando economía y ciencias sociales, el texto recoge la investigación más reciente sobre el efecto observado de las licencias de paternidad en el empleo femenino en los países donde se ha adoptado esta alternativa regulatoria. El texto termina con una serie de propuestas para repensar el régimen de protección a las familias basado en la investigación empírica disponible.

El texto de Patricia Pabón y Javier Aguirre propone una relectura en clave de racionalidad económica de algunas de las sentencias que integran la línea jurisprudencial del fuero de maternidad de la Corte Constitucional. Para lograrlo, los autores escogen y discuten sentencias que marcaron hitos, seleccionadas dentro de esta línea, e identifican dos momentos jurisprudenciales guiados por principios, al menos parcialmente, antagónicos. Por una parte, el principio de solidaridad, que se encontraría en la jurisprudencia garantista que tiene como hito la Sentencia SU-070/13, y, por otra parte, el principio de libertad contractual, que según Pabón y Aguirre se impone a partir de la Sentencia SU-075/18. En esta última, los autores identifican la eliminación del estándar de protección, así como la prevalencia de la racionalidad económica sobre el discurso de la solidaridad.

En un encadenamiento accidental pero útil y revelador, el texto de Andrés Rodríguez-Morales parte de las sentencias SU-070/13 y SU-075/18 de la Corte Constitucional para llamar la atención sobre la inversión de papeles entre esta y la Corte Suprema de Justicia en torno a las interpretaciones (más y menos garantistas) del fuero de maternidad. Rodríguez-Morales nos recuerda la tradición conservadora y propatronal en la jurisprudencia de la Corte Suprema de Justicia, que se materializaba en decisiones restrictivas que dificultaban la protección eficaz de las trabajadoras en embarazo desde sus inicios y al menos hasta el año 2015. El texto relaciona el giro de la jurisprudencia de la Corte Suprema de Justicia hacia una interpretación más garantista del fuero de maternidad inspirada en la Sentencia SU-070/13 de la Corte Constitucional. Paradójicamente, esa es la sentencia que la misma Corte luego modifica con la expedición de la SU-075/18, dando origen a una tendencia interpretativa restrictiva. De acuerdo con la lectura de Rodríguez-Morales, esta regresividad tiene que ver, entre otros, con obstáculos procedimentales, pues se restringió el acceso a la acción de tutela. El texto también ofrece explicaciones provocadoras del tras bambalinas de estas tendencias jurisprudenciales. Andrés no es solo un coautor de este libro, sino que también se convirtió en nuestro apoyo en cuestiones logísticas y sustantivas, ayudándonos en la comunicación con los demás autores, consolidando el texto completo del libro y guiándonos con paciencia y cariño pese a nuestras muchas limitaciones.

En una exploración de un área ocupacional específica, la de las enfermeras y auxiliares de enfermería en Bogotá, el texto de Javier A. Pineda D. y Omar Rodríguez Torres presenta las características de este mercado laboral y sus condiciones sociolaborales. Este grupo de trabajadoras es el más amplio en el cuidado institucionalizado en Colombia, está altamente feminizado y sus trabajadoras reciben poco reconocimiento simbólico y material. Los autores se cuestionan si el crecimiento del sector de la salud y los mayores recursos que este gestiona han favorecido o no a las trabajadoras. Su respuesta es negativa. En ese sentido, el argumento central del texto es que el crecimiento en los servicios relacionados con el cuidado de la salud se ha logrado a costa del trabajo precario de miles de mujeres mal remuneradas, con poca estabilidad laboral y frecuentemente excluidas del sistema de seguridad social.

Por su parte, el texto de Friederike Fleischer y Andrea Cárdenas-Espinosa participa en una discusión académica reciente que tiene que ver con la valoración del tiempo que las trabajadoras invierten desplazándose entre sus casas y sus lugares de trabajo. Usando métodos cualitativos, las autoras sugieren que las empleadas domésticas sufren de extremo cansancio y escasez de tiempo, como resultado de una combinación de factores que incluyen sus condiciones laborales, el uso del transporte público y las obligaciones de cuidado que deben cumplir tanto en sus lugares de trabajo como en sus casas. El artículo se enmarca en las consideraciones sobre el valor del trabajo y cómo este se relaciona con la segregación urbana, la movilidad y el género. Las autoras proponen que la movilidad forme parte de la explotación laboral de las empleadas domésticas, pues los periodos que tardan en sus desplazamientos no pertenecen a su tiempo personal, sino que es tiempo dedicado exclusivamente a poder cumplir con el trabajo presencial requerido.

El texto de Erika Raquel Badillo, Lorena A. Delgado y Gustavo A. García ofrece una exploración del trajinado tema de la brecha de género, pero desde un ángulo de análisis muy poco explorado en nuestro contexto. Las autoras comparan la remuneración de hombres y mujeres en actividades formales e informales en Colombia. Los estudios sobre la brecha salarial que incluyen el trabajo informal son particularmente escasos, pese a que en un país como Colombia el trabajo informal es tan importante como el formal. Badillo, Delgado y García encuentran que hay una brecha más amplia entre los ingresos de hombres y mujeres en las actividades informales, lo que relacionan con una mayor discriminación de género en este sector; es decir, con una mayor desigualdad entre mujeres y hombres. Las autoras sugieren que la regulación, aplicable a las actividades formales, reduce el impacto de la discriminación salarial, mientras que, en contraste, en las actividades informales las trabajadoras estarían menos protegidas de la discriminación de género.

El texto de Sandra Milena Franco Patiño hace un aporte a la discusión sobre los fundamentos de la economía campesina, un tema poco explorado en la literatura más reciente. Con base en una juiciosa revisión de literatura, así como en el trabajo de campo cualitativo, la autora les da la razón a distintas teóricas feministas que argumentan que aun sin remuneración las labores que desempeñan las mujeres rurales también son trabajos y, como tal, representan un aporte a los ingresos de la familia y a la reproducción del grupo. Sus hallazgos también cuestionan el modelo hegemónico de la división del trabajo por sexo en los hogares campesinos, según el cual los trabajos productivos están a cargo del hombre, mientras que las mujeres se concentran casi exclusivamente en labores de reproducción y cuidado. Por el contrario, Franco Patiño encuentra que las mujeres participan mucho más de los trabajos productivos de lo que suele reconocerse, a pesar de que los hombres, en cambio, no participan o participan en menor medida en los trabajos de cuidado. Desconocer este aporte de las mujeres permite seguir invisibilizando el trabajo femenino y legitimando arreglos económicos que no remuneran su trabajo, y que son comunes en la ruralidad, como cuando se contrata y se le paga a un hombre, asumiendo que a la suya se suma la fuerza de trabajo de su pareja.

Partiendo de un análisis normativo y jurisprudencial, el texto de Ana María Muñoz Segura y Marjorie Zúñiga Romero analiza la posibilidad de que se le otorgue una pensión de sobreviviente a quien fue condenado por el homicidio de su pareja, así como a quien se separó o divorció por violencia intrafamiliar. En el primer caso, las autoras consideran que se debería aplicar el Convenio 102 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), que niega la prestación a los beneficiarios que hayan asesinado a su pareja. En el segundo caso, piensan que las mujeres que se separen o divorcien para proteger su vida o dignidad deben ser beneficiarias de la pensión de sobrevivientes, pues la separación o divorcio no se produjo por su culpa sino por los tratos crueles a los que fueron sometidas. En todo caso, las autoras plantean que es necesaria la intervención del legislador para desarrollar el tema, así como que los jueces aborden los casos que se presenten con enfoque de género.

La contribución de Viviam Unás ofrece una reflexión sobre los desafíos de la investigación cualitativa. A partir de su experiencia estudiando las prácticas de ocio y el trabajo de cuidado de los miembros de hogares de clase media, en Cali, donde se crían niños y niñas en edad escolar, Unás identifica tres desafíos. El primero es técnico: ¿cómo investigar un ámbito privado como el hogar? La autora sugiere replicar el habitus de “hacer visita” como una forma de crear progresivamente la intimidad requerida en una investigación como la que ella desarrolló. El segundo desafío es reflexivo: ¿qué hacer cuando quien investiga forma parte del grupo investigado? La autora propone integrar las experiencias del investigador en su trabajo, bien sea por medio de una autoetnografía o de otras estrategias metodológicas, que permitan sumarlas a las experiencias de los otros sujetos estudiados. El tercer desafío es ético-político: ¿cómo abordar el efecto de la investigación sobre las personas a las que investigamos? Unás sugiere que el desafío se puede afrontar asegurándose de que el resultado de la investigación sirva para que las participantes puedan “despatologizar y politizar su malestar y, tal vez, encontrar estrategias en la experiencia de otros para reinventar su propia vida”.

Ya avanzado el proceso editorial, tuvimos la fortuna de conocer la obra VIVAS de Manuela Lara. Algunas de esas piezas acompañan los artículos de este libro. Entre otros varios propósitos de su obra, en VIVAS, Manuela explora junto con lideresas de tres regiones de Colombia (La Guajira, Boyacá y Buenaventura) su identidad, tradición, cultura y contexto, con el propósito de crear lazos de empatía que unan las historias de las mujeres entre sí y creen diálogos entre ellas. En un acto de absoluta generosidad, Manuela nos cedió el uso de varias de sus piezas, que ella acompañó con extractos en que cada mujer describe la composición que cada una eligió para su obra. Luz María, que aparece en la cubierta, ha trabajado por más de quince años en el hilado y confección de prendas de lana y se auto-define como la embajadora de las artesanas de Sutatausa. Escogimos su imagen porque en sus manos vimos el trajinar de la vida y en la composición que ella y Manuela lograron vemos una imagen femenina poderosa. Compartimos con Manuela el interés de visibilizar las múltiples formas del trabajo femenino y creemos que esta colaboración cumple ese objetivo.

Las propuestas con las cuales concluyen algunos de los textos son provocadoras, otras controversiales y unas más podrían ser consideradas conservadoras. Al ser textos escritos por personas que provienen de distintas disciplinas, y que asumen la comprensión de los fenómenos desde distintos marcos teóricos y metodológicos, lo lógico es que se generen desacuerdos e incluso tensiones entre ellos. Precisamente eso era lo que buscábamos. Nuestra principal aspiración con la contribución que hace este libro es estimular el diálogo entre disciplinas, de tal forma que sea imposible pensar, hacia el futuro, en agendas de investigación o políticas públicas que ignoren la variedad de enfoques necesarios para entender una realidad tan compleja como el trabajo de las mujeres.

Notas

* Para citar este texto: http://dx.doi.org/10.15425/2017.382.

ANGÉLICA

La Guajira

Fotografía Van Dyke Brown impresa sobre papel artesanal de fique y algodón. Intervenida con dibujo, pigmentos naturales y óleo. 100 × 70 cm, 2019.

“Me representaría el cactus, pero a la vez también el pájaro, un pájaro. ¿Por qué el cactus? Por la resistencia que tiene ante todas las adversidades, aun sin tener tierra sigue resistiendo, porque a veces lo saca uno y lo lleva, pero él sigue vivo. Y el pájaro por la libertad, la libertad que tiene para ir, venir, cantar, para desenvolver su vida. Una de las cosas que me gustaría que hubiera en el dibujo es el azul, el color azul, me identifica mucho porque la inmensidad para nosotros es azul, entonces el mar es azul y también el cielo es azul”.

VIVAS: RETRATOS ÍNTIMOS DE LIDERESAS EN COLOMBIA

Manuela Lara

Además de un proyecto artístico y una exploración estética,VIVASme ha permitido involucrarme con fuertes experiencias devulnerabilidad y valor que enfrentan diariamente las lideresassociales en el país. Con esta propuesta espero que mis retratospuedan percibirse como una nueva mirada y una percepcióníntima y empoderante de estas mujeres.

En el ejercicio de reconocerme como una mujer empoderada, que lidera con convicción los proyectos que surgen de sus inquietudes más profundas, creé VIVAS: una serie de retratos íntimos y personales de lideresas sociales de Colombia. El proyecto nace desde la intuición de que para sanarme y crecer como mujer era necesario hacerlo de la mano de otras mujeres admirables y luchadoras, en quienes encontraría la complicidad y el sentimiento único de sororidad que se experimenta cuando te reconoces en otra mujer y su historia es la tuya también.

Así, como armando un rompecabezas, fue surgiendo VIVAS. Por un lado, las protagonistas de la serie artística serían lideresas sociales, que representan la multiplicidad de luchas que realizan estas mujeres en sus territorios, que atraviesan desde el desierto guajiro, las brisas marinas de las costas del Pacífico en Buenaventura, hasta las coloridas montañas de Sutatausa. Estas mujeres tendrían algo en común: serían hacedoras/gestoras de cambio para sus comunidades. En todos los demás aspectos serían lo más diversas posibles: mujeres de distintas edades, tipos de educación, profesiones, oficios, maneras de entender el liderazgo. Dentro de las treinta mujeres de la primera etapa del proyecto hay lideresas ambientales, educadoras, artesanas, abogadas, bailarinas, defensoras territoriales… y cada una de ellas es, con sus particularidades, única e indispensable para la construcción de paz y el futuro en sus comunidades.

Por otro lado, desde la concepción artística y visual, encontré en el retrato el medio que me permitió entrar en su intimidad y contar quiénes son ellas, más allá de sus logros y su heroísmo; el retrato nos permite ver nuestra humanidad en la otra. Juntas, nos hicimos preguntas sobre sus historias, sus sueños, sus seres amados, los momentos de quiebre en sus vidas y sobre todo cómo se veían a ellas mismas: ¿qué les gustaba más de su personalidad?, ¿cuáles eran las partes favoritas de su cuerpo y su cara?, ¿cómo se describían?, ¿qué las hacía únicas?, fueron algunos de los interrogantes que desarrollamos. Este proceso, aparte de ser la esencia de sus retratos, nos permitió descubrir un rasgo común: estas mujeres han dedicado la mayor parte de sus vidas a trabajar por los demás, y era la primera vez que un proyecto las llevaba a mirarse hacia dentro de esta manera. Fueron días inspiradores en los que planeamos cada detalle para sus retratos, cada una pensó cómo quería verse, la manera en que mirarían a la cámara, la posición de las distintas partes de su cuerpo, el peinado, la ropa, el maquillaje o la ausencia de este, todos serían elementos que las describirían en su autenticidad y origen.

Mientras las iba fotografiando, en esos momentos de sincera apertura, de miradas cómplices y autorreconocimiento, ellas no solo formaron parte de VIVAS, también me hicieron sentir parte de su historia, y por medio de sus retratos decidieron cómo querían que todos las conociéramos. Nos permitieron no solo admirarlas por sus labores cotidianas y llenas de significado, también nos dejaron entrar en su intimidad.

La obra es el resultado del proceso de fotografía alternativa Van Dyke Brown, una técnica del siglo XIX, impresa en papel artesanal elaborado con fibras de plantas y frutos autóctonos de las regiones, posteriormente intervenida con dibujos realizados con pigmentos naturales y óleos. Los papeles hechos a mano como soporte devuelven el proceso fotográfico a su patrimonio histórico, haciendo irrepetible cada pieza. El proyecto exalta no solo las imágenes, sino la textura y el contexto que les agrega el papel como medio. Por otro lado, las fibras naturales de cada obra conectan con las regiones de donde son estas lideresas, ya sea mediante el chontaduro de Buenaventura o del yute de La Guajira.

En los viajes a sus regiones —donde nos encontramos, tuvimos conversaciones de horas y fuimos conscientes de la estrecha relación que cada una tiene con su territorio y los elementos que lo componen—, surgieron las intervenciones pictóricas de los retratos. Ellas respondieron a las preguntas: ¿con qué elementos de la naturaleza te identificas y por qué? y ¿qué colores tienen un significado en tu vida? Y, a partir de sus elecciones, fui creando composiciones basadas en sus cosmogonías, simbologías y automirada. En la intervención de pintura hay una interpretación sobre el universo de cada una, hay punto de vista, recreación, imaginación y sobre todo hay una construcción grupal.

VIVAS es primordialmente una obra pensada y vivida desde lo colectivo, cuya riqueza habita en todos los personajes que la componen: mujeres lideresas, artesanos, cineastas, periodistas, curadores, amigos, familia y un sinfín de personajes sensibles que han enriquecido este proyecto invaluablemente.

Cuando las mujeres se convierten en líderes, aumentan su poder para moldear y tomar decisiones sobre sus propias vidas y su entorno, profundizando en la conciencia y el autoconocimiento que tienen de sí mismas. En Colombia, recuperar las narrativas de liderazgo femenino es particularmente importante debido a la violencia estructural que han sufrido las mujeres: los derechos sociopolíticos y económicos, la desigualdad de derechos y los prejuicios de género que han vivido históricamente. Estas variables, sumadas a los severos impactos del conflicto armado, han trascendido todos los ámbitos de su vida diaria. Como artista y mujer, quiero hacer un homenaje a las mujeres lideresas. Es mi interés darles el reconocimiento que la sociedad escasamente les otorga. Quiero contribuir a resaltar la importancia de sus consagradas labores y sus inspiradoras identidades desde una perspectiva dignificante.

Gracias por hacer que VIVAS forme parte de este libro que aborda a la mujer y el trabajo en Colombia desde múltiples y valiosas perspectivas. De la misma manera que las lideresas de esta historia actúan desde lo colectivo en su cotidianidad, al entregar su existencia al bienestar de quienes las rodean, así mismo podríamos pensarlas, admirarlas, cuidarlas y protegerlas colectivamente.

YOLANDA

Buenaventura, Valle del Cauca

Fotografía Van Dyke Brown impresa sobre papel artesanal de plátano, chontaduro y damagua. Intervenida con dibujo, pigmentos naturales y óleo. 100 × 70 cm, 2019.

“Quisiera mi retrato con un fondo de manglar. En los manglares están los árboles del naidí, y que se vean los frutos, que no sean árboles solos, sino con el fruto del naidí. Que se vean los racimos pegados a los árboles. Es una fruta que me encanta y además se da solamente en esta zona”.

¿Qué sabemos sobre el trabajo de las mujeres en Colombia?*

Laura Porras-Santanilla

Natalia Ramírez-Bustamante

Introducción

Hasta donde sabemos, este es el primer estado del arte sobre mujeres y trabajo en Colombia que haya sido publicado en los últimos diez años. No tenemos claro por qué se ha producido este vacío cuando existen múltiples razones por las cuales los estados del arte son útiles. Entre otras razones, se nos ocurren las siguientes cuatro. Primero, permiten saber cuáles son los temas que más han ocupado a los investigadores y en cuáles hace falta investigación. Segundo, ofrecen información para entender la evolución histórica de los temas que sí cuentan con investigación y el tipo preguntas que han ocupado a los investigadores en los estudios previos. Tercero, permiten conocer el nivel de desarrollo alcanzado en temas específicos, y explorar la especificidad del análisis, el estudio de sus conexiones con otros temas de investigación, así como los obstáculos para incursionar en nuevos temas o ahondar en respuestas sobre preguntas recurrentes. Por último, en cuarto lugar, los estados del arte son útiles para hacer mapeos teóricos y metodológicos de la investigación y entender cuáles son empleados con más frecuencia y cuáles menos.

Una de las novedades de este estado del arte es que se ocupa de analizar la investigación existente no de manera unidisciplinar, sino entendiendo que para describir y analizar la cuestión de las mujeres y el trabajo es deseable tener una mirada amplia que articule las aproximaciones que desde diferentes áreas de estudio se han ocupado del tema. En nuestro caso, el derecho, la historia, la antropología, la sociología y la economía son disciplinas que se han ocupado de preguntas relevantes para entender el contexto en el cual se desarrollan los principales problemas que enfrentan las mujeres en el trabajo. Otra novedad de este texto es que se centra específicamente en el trabajo de las mujeres. A pesar de que no existen muchos estados del arte sobre el trabajo en general, nos interesó hacer uno que se concentrara en la experiencia de las mujeres, porque como abogadas feministas sabemos que el hecho de que las mujeres pierdan consistentemente en el juego social tiene que ver con la relativa poca visibilidad que tienen sus experiencias y lo poco que estas se tienen en cuenta en el diseño de las políticas públicas.

Este trabajo tendrá sentido para nosotras si sirve para que otros investigadores se animen a profundizar en algunas de las preguntas que los autores aquí reseñados han formulado, e iluminen los vacíos que también surgen de este recuento; también si sirve para que otros profesores lo utilicen como material de lectura en sus clases y que los estudiantes conozcan y se animen a explorar preguntas diferentes con nuevas metodologías. Nosotras somos profesoras de Derecho Laboral y Protección Social, áreas en las cuales los tipos de estudios más habituales se centran en el análisis del sistema formal de normas y menos en perspectivas que permitan entender el contexto en el cual estas se aplican o no. Para contribuir a fomentar análisis contextuales y situados, un estado del arte como este pone de presente que una comprensión de un fenómeno complejo, como el trabajo femenino, requiere un armamento teórico y metodológico que logre dar cuenta de las experiencias que enfrentan las mujeres trabajadoras todos los días. Nos parece que los estudios de derecho del trabajo y la seguridad social en Colombia podrían ganar peso si se dejan permear más por discusiones en áreas afines de otras disciplinas, que con distintas herramientas describen y analizan el mundo del trabajo y con cuyos aportes podríamos proponer soluciones novedosas y ojalá más justas, para así distribuir más equitativamente el poder entre los agentes sociales.

A continuación, el lector encontrará una sección en la cual describimos la metodología y sobre todo los límites de esta investigación. En la parte siguiente presentaremos un recuento juicioso de la literatura existente y, por último, ofreceremos algunas ideas sobre lo que nos dejó este trabajo. Nuestro propósito principal con este texto es animar a los lectores a buscar las investigaciones aquí reseñadas, a leerlas, ojalá criticarlas, y ampliar y fortalecer una comunidad con muy pocos vínculos y que por lo mismo genera pocas discusiones de largo aliento en torno al tema de las mujeres y el trabajo. En últimas, la nuestra es una invitación a conocernos más, de manera que podamos participar más activamente y de manera más informada en los debates sobre el trabajo. En particular, en un mundo en el que la mayoría de los seres humanos son trabajadores, y donde la mayoría de los trabajadores del mundo son mujeres, esta parece una tarea urgente.

Metodología

Para escribir un estado del arte necesitábamos hacer una lista de todas las publicaciones realizadas sobre el tema de mujeres y trabajo dentro de un límite temporal específico. Gracias a varias ayudas que recibimos en el camino, logramos construir una base de datos que, como todos los listados, tiene grandes problemas en términos de inclusión y exclusión. Nos interesaba revisar las publicaciones realizadas en los últimos diez años (2008-2019) sobre mujeres y trabajo en Colombia en las siguientes cinco áreas: derecho, economía, sociología, antropología e historia. Con ese fin, buscamos en todas las áreas combinaciones que incluyeran los siguientes términos: mujeres, trabajo, mercado de trabajo, economía del cuidado, género, trabajo de cuidado, informalidad y maternidad. A cada uno de estos descriptores de búsqueda sumamos Colombia y cada una de las disciplinas incluidas. Repetimos el mismo procedimiento con sus respectivas traducciones al inglés para buscar textos publicados en ese idioma.

Como motor de búsqueda utilizamos Google Scholar, el motor que agrupa la mayor cantidad de fuentes para encontrar publicaciones científicas aun si su contenido no está disponible para descargarse sin costo1. Utilizando este buscador, creamos una matriz de registros en Google Drive que fue diligenciada por estudiantes de la Universidad del Rosario, de la Universidad Icesi y de la Universidad de los Andes durante el primer semestre del 2018[2]. Después, Andrés Rodríguez-Morales actualizó la base de datos para garantizar que contáramos con las publicaciones más recientes hasta noviembre del 2019.

La primera versión de la base de datos tenía 268 registros (hasta junio del 2018). Durante los meses de junio a agosto del 2018, junto a Alma Beltrán y Puga (de la Universidad del Rosario), María Angélica Prada (de la Universidad del Rosario) y Lina Buchely (de la Universidad Icesi) revisamos cada uno de los registros para asegurarnos de que los textos tuvieran relación con el objeto de la investigación3. En esta etapa excluimos registros de publicaciones no académicas, entre ellos literatura gris, documentos de divulgación, e informes de organizaciones internacionales y no gubernamentales. Conservamos todos los registros de revistas con ISSN, libros o capítulos de libros editados por universidades o cuyo editor fuera un profesor de planta de una universidad, y documentos que los autores denominaran “documentos de trabajo”. Con estas restricciones obtuvimos una base de datos de 168 registros. La actualización posterior, llevada a cabo en noviembre-diciembre del 2019 sumó 25 registros más, para un total de 193. Esta base de datos está disponible y es de libre acceso en el siguiente vínculo: https://ibit.ly/b4aW[4].

Para escribir este artículo contábamos solo con dos pares de manos y tiempo y espacio de escritura limitados. Debido a esos obstáculos, decidimos conservar los registros que estuvieran publicados en revistas indexadas en Publindex5 o en SCImago6. Tomamos esta decisión por varias razones. En primer lugar, con Publindex, el índice de indexación de revistas científicas de Colciencias, garantizábamos la inclusión de textos académicos nacionales que cumplen con los estándares de una revista de ciencia y tecnología, tales como tener evaluación por pares, ser publicada de manera periódica y respetar dicha periodicidad, priorizar la publicación de resultados de investigación y tener un comité editorial y científico7. En segundo lugar, decidimos conservar los artículos publicados en revistas indexadas en SCImago, un portal en Internet que incluye las revistas y los indicadores científicos de acuerdo con la información contenida en la base de datos Scopus. Esta última es la base de datos más comprensiva de revistas con revisión por pares que permite acceder a un panorama amplio de la investigación mundial en distintas áreas del conocimiento8.

La versión final, tras la aplicación de los filtros descritos, contiene 65 registros, en su mayoría se trata de artículos en las áreas de derecho (35 %), economía (35 %), seguidos por sociología (alrededor del 16 %), antropología (6 %), estudios culturales (2 %), historia (3 %) y psicología (3 %)9. La mayoría de los textos están escritos en español, solo doce están en inglés.

Odiosas exclusiones

Desde luego, la historia de la investigación sobre mujeres y trabajo no surgió hace diez años. Muchas de las líneas de exploración actuales elaboran sobre conocimiento previo en distintas áreas, cuyas publicaciones, dadas las restricciones temporales de nuestro proyecto, han sido excluidas. Entre ellas, por ejemplo, Magdalena León, quien desde principios de los años ochenta produjo textos importantes sobre trabajo y servicio doméstico, y trabajadoras rurales10. Por otro lado, Carmen Diana Deere hizo investigaciones, desde principios de los años ochenta, con mujeres trabajadoras en sectores rurales11. Algo similar ocurre con Luz Gabriela Arango, un hito en la investigación sobre mujeres y trabajo, y quien empezó su producción académica desde inicios de 1990. Aunque nuestra base de datos incluye artículos suyos, publicados después del año 2008, la mayor parte de su producción ha quedado por fuera; por ejemplo, su investigación sobre la industria de la confección en Medellín12. Otra investigación pionera en Colombia en cuestiones de género, discriminación y brechas salariales, que no está incluida aquí, es el trabajo del economista Jaime Tenjo13.

Existe otro grupo de autores importantes que no fue incluido en nuestro listado final porque el formato de algunas de sus publicaciones son libros y capítulos de libros o documentos de trabajo. El trabajo de Ximena Peña, por ejemplo, se concentró en visibilizar las profundas desigualdades en contra de las mujeres en el mercado laboral14. Sus contribuciones han sido valiosas y han tenido un alto impacto en la academia nacional e internacional. Sin embargo, ninguno de los seis artículos de su autoría aparecía en la base de datos más amplia, ni cumplía los requisitos de formatos de publicación que aplicamos. Cinco de ellos son documentos de trabajo (cuatro del Centro de Estudios sobre Desarrollo Económico y uno del Banco de la República) y otro fue publicado en una revista no indexada. También excluimos un libro reciente del Banco de la República (por tratarse de un libro), que hasta donde sabemos es el único de su tipo dedicado a investigar las causas del desempleo femenino en Colombia15. Otros casos que dejamos por fuera son los artículos publicados por Ana María Muñoz Segura y Marjorie Zúñiga Romero, que hacen contribuciones importantes en el área de seguridad social con perspectiva de género, pero cuyas publicaciones no aparecen en nuestros listados porque se trata de capítulos de libros16.

Asimismo, hay algunos textos que sí aparecen en el listado final, pero que no incluiremos en el estado del arte; se trata de cuatro artículos sobre mujeres y trabajo rural17 y dos sobre mujeres y seguridad social18. Desafortunadamente, son muy pocos los textos que se han escrito sobre estos temas en el periodo que revisamos y que cumplan los requisitos de formato de publicación que establecimos. Estos son temas importantes que se podrían explorar si se abarcara un periodo de tiempo más largo (por ejemplo, existen contribuciones muy importantes sobre trabajadoras rurales antes del 2008) o si se tuvieran en cuenta otros formatos de publicación (por ejemplo, capítulos de libros o publicaciones no indexadas, en el caso de seguridad social). En otras palabras, solo si se abarcara un periodo de estudio más amplio, y se tuvieran en cuenta otros formatos podría hacerse un recuento útil con las preguntas más interesantes que se han abordado en estas áreas.

Estado del arte

Todos los textos incluidos en el panorama reducido que se puede construir a partir del listado final tienen en común la constatación de que las mujeres suelen perder sistemáticamente en el juego social y presentan una preocupación política y normativa que nos lleva a concluir que debemos encontrar formas concretas de balancear las cargas sociales. Pensar en un texto que lograra articular el contenido de los sesenta y cinco registros finales nos condujo a tratar de reflexionar en categorías amplias que los agruparan en nodos temáticos, para mostrar los puntos de intersección, conexión o unión de ideas que confluyen en un mismo lugar. Pese a lo accidental, contextual y arbitrario, entre las muchas limitaciones de cualquier intento de sistematización, esperamos que nuestra propuesta para organizar la historia que describen estos artículos logre darle al lector una idea aproximada de lo que ha pasado en la investigación sobre mujeres y trabajo en los últimos diez años en Colombia.

Entre los textos que describen con mayor amplitud las condiciones del mercado laboral colombiano, algunas contribuciones se ocupan de estudiar el impacto de los cambios de la política económica en los resultados de empleo de las mujeres en la última década del siglo xx. Diana Marcela Méndez analizó la evolución de los índices de paridad de género antes y después de las políticas económicas de liberalización (1984 a 1990 y 1991 al 2011) y concluyó que, pese a que estas políticas coincidieron con una ampliación de la participación de las mujeres en el trabajo de 38,4 % en 1984 a 54,3 % en el 2011, las mujeres mantuvieron salarios menores que los hombres, mientras que su probabilidad de participar en el trabajo informal era mayor19.

Por su parte, Javier Pineda Arango estudió la calidad del empleo comparativamente en dos periodos (de 1997 al 2000 y del 2001 al 2004), durante y después de la crisis económica. Entre otros hallazgos, el autor argumenta que existen avances y retrocesos en diversas dimensiones de la calidad del empleo. Entre los avances encuentra un aumento de la cobertura en seguridad social y una reducción relativa de las jornadas laborales; mientras que entre los retrocesos señala que la brecha de género; es decir, el diferencial entre los ingresos de hombres y mujeres se amplió a favor de los hombres pasando del 16 % al 32 %. A medida que se ampliaba el nivel educativo de hombres y mujeres aumentaba la brecha. Uno de los hallazgos llamativos es que durante el segundo periodo se incrementaron los contratos temporales, en especial para las mujeres a nivel profesional20.

Otros estudios durante este periodo se ocuparon de analizar las brechas en ingresos, el techo de cristal y la segmentación laboral. En conjunto, estos estudios confirman que la brecha salarial entre hombres y mujeres existe, así como el techo de cristal. Esta brecha no parece tener una tendencia a la reducción, por el contrario, algunos estudios coinciden en que la brecha suele ampliarse en la medida en que aumentan los niveles de educación de hombres y mujeres. Las mujeres en promedio tienen empleos más precarios, con menor estabilidad y participan más del trabajo informal, por lo cual sería lógico pensar que, dadas estas condiciones, perciben un mayor riesgo de despido y que por lo tanto tienen menores incentivos para faltar al trabajo. Sin embargo, la investigación de Carlos Restrepo y Elvira Salgado concluye lo contrario. Utilizando datos del Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE) para explorar la relación entre ausentismo y tipos de contratos laborales, concluyen que, al comparar el comportamiento entre hombres y mujeres, estas tienen mayores tasas de ausentismo, y que dicha probabilidad aumenta para mujeres no solteras, lo cual, según los investigadores, sería el resultado de que las mujeres sienten menos el riesgo de ser despedidas del empleo21.

Dos estudios se ocuparon de analizar la brecha salarial en dos regiones distintas de Colombia confirmando, ambos, que a medida que aumenta el nivel de educación crece la brecha en ingresos. El estudio de Óscar Hernán Cerquera, Cristian José Arias Barrera y Juan Pablo Murcia Arias comparó la brecha salarial a nivel nacional con la de tres departamentos de la Costa Atlántica para el año 2017. Concluyó, además, que la brecha bruta del diferencial salarial entre hombres y mujeres se encuentra por encima de la media nacional en 1,75 %22. Por su parte, el estudio de Diana Marcela Jiménez y Anderson Pino estudió la brecha salarial en Cali entre el 2012 y el 2013 y concluyó, además, que la brecha es menor entre hombres y mujeres que únicamente han completado su educación secundaria23.

La investigación de Héctor Ríos y Nelson Chávez se pregunta por la existencia del efecto techo de cristal y la discriminación ocupacional de las mujeres en el periodo comprendido entre 1984 y el 2010 en siete áreas metropolitanas. El estudio indica que el estar casada está correlacionado con menores posibilidades para las mujeres de tener un cargo directivo, y que aun cuando lo logran, su ingreso es, en promedio, 18 % menor que el de los hombres24. También, dentro de esta línea de investigación, Josefa Ramoni y Giampaolo Orlandoni estudian las diferencias en la estructura laboral y salarial entre hombres y mujeres en Colombia, en el periodo del 2007 al 2014. Sus hallazgos confirman las conclusiones de otras investigaciones sobre la brecha salarial ya mencionadas. Además, encuentran una tendencia creciente en la participación de las mujeres en el sector informal, lo que, según los investigadores, explica que ganen ingresos iguales o inferiores al salario mínimo25.

Tres artículos que surgieron de nuestra revisión se ocupan de estudiar la regulación de la maternidad en el trabajo en Colombia desde distintos ángulos de análisis. Dos de ellos realizan análisis jurídicos tradicionales. El primero, escrito por Patricia Pabón y Javier Aguirre, presenta un recuento jurisprudencial de los fallos de tutela expedidos por la Corte Constitucional sobre protección a la trabajadora en embarazo26. En el segundo, Alejandro Pérez y Mónica Cortés hacen un recuento de la legislación nacional e internacional sobre el embarazo de la mujer trabajadora durante el siglo xx27. En un texto más reciente, Ana M. Tribín-Uribe, Carmiña Vargas y Natalia Ramírez-Bustamante estudian el efecto de la ampliación del periodo de licencia de maternidad, adoptado en Colombia en el 2011, sobre los niveles de empleo de hombres y mujeres. Utilizando el método de diferencias en diferencias y comparando los niveles de empleo de hombres y mujeres antes y después de la entrada en vigor de la ampliación, las investigadoras encontraron que después de su adopción, las mujeres en edad reproductiva (entre los dieciocho y los treinta años) aumentaron sus probabilidades de participar en el empleo informal, mayores niveles de inactividad y mayor probabilidad de autoemplearse. Las investigadoras concluyen que estos cambios pueden reflejar una menor disposición de los empleadores a contratar mujeres en edad reproductiva para evadir la protección a las trabajadoras en embarazo28.

Un grupo de cuatro investigaciones intentó dar cuenta de las trayectorias laborales de las mujeres a partir del estudio de diferentes profesiones. Estas investigaciones dan cuenta de la presencia de los factores que hemos mencionado (brecha salarial y techo de cristal). El trabajo de Erika García-Roa y Liliana Tapias-Torrado analiza el empleo en el sector de la salud y concluye que las mujeres están sobrerrepresentadas en los trabajos menos cualificados (72 %), que la brecha salarial y el techo de cristal subsisten y que la disparidad salarial aumenta a mayores niveles de educación en todas las actividades del sector29. El texto de Laura Galindo estudia la participación de las mujeres en las orquestas sinfónicas en Colombia, haciendo énfasis en sus posibilidades de ascenso a nivel de directoras de orquesta. Su estudio confirma que el peso de los estereotipos de género obstaculiza la llegada de las mujeres a ese tipo de escenarios de poder30. Por otro lado, el texto de Marta Zambrano y Margarita Durán estudia las trayectorias profesionales de hombres y mujeres antropólogos, graduados ente 1985 y el 2010, y confirma que los trabajos de los hombres son mejor remunerados que los de las mujeres, y que los de las mujeres son más precarios e inestables. Las investigadoras notan que algunos de los factores que motivan estos resultados laborales tienen que ver con que las mujeres asumen con mayor frecuencia obligaciones de cuidado, y que estas obligaciones no solo motivan la postergación de la titulación o pausas laborales, sino que determinan el tipo de trabajos que obtienen31. Por último, el trabajo de Oscar Rosero estudia las historias de vida de quince ingenieras del suroccidente colombiano, y concluye que la identidad de las ingenieras se constituye por medio de una negociación constante entre trabajo y familia, en una profesión altamente masculinizada. A pesar de que estas disyuntivas afectan, en particular, a las mujeres, también se articulan con posibilidades de desacato, resistencia, reconocimiento, estatus y realización personal32.

Los factores que describe la literatura que hemos mencionado se incrementan cuando hay intersecciones entre género y discapacidad, género y raza o género y pobreza. Vale la pena resaltar dos textos que en la práctica comparten un enfoque interseccional para analizar las particularidades de mujeres que reúnen distintos factores de vulnerabilidad. Javier A. Pineda D. y Andrea Luna entrevistaron a mujeres en situación de discapacidad y concluyeron que estas sufren dificultades adicionales para acceder al empleo33. Liliana Sánchez y Juliana Morad estudiaron las condiciones de mujeres privadas de la libertad y concluyeron que, por estar en la cárcel, las mujeres están excluidas de la protección de la ley laboral, y por lo tanto no las cubre la garantía del salario mínimo, lo cual termina por impactar su rol de cuidadoras y principales proveedoras económicas de sus hogares34.

En una línea de investigación apenas incipiente y con productos muy recientes, pero ya con aportes novedosos al estudio de intersecciones entre el derecho, el género y la geografía, tres investigadores han empezado a preguntarse por el tiempo como valor; es decir, como una inversión importante que hacen las mujeres en su trasegar diario entre el hogar y el trabajo. La investigación de Valentina Montoya concluye que el tiempo invertido por las trabajadoras domésticas en el transporte público es mayor que el de cualquier otro tipo de trabajadores, y que su experiencia en el mismo está entrecruzada por situaciones de acoso y discriminación35. El trabajo de Friederike Fleischer y Keren Marín, en esta misma línea de investigación, muestra que las empleadas domésticas sufren una triple exclusión dentro del paisaje urbano que está relacionada con su clase social, su género y la ubicación de sus viviendas, por lo general en zonas marginales de la ciudad. Estas condiciones implican para ellas pocas posibilidades de decidir sobre sus trayectorias, o lo que los autores denominan “movilidad obligada”, y sobre su tiempo; es decir, cuándo viajar y cuánto tiempo gastar36. Por último, el trabajo de Juan Amaya-Castro y Daniela Palacio-Rodríguez se pregunta por quién debería asumir el valor del tiempo de traslado que invierten a diario las mujeres en el transporte público. En una discusión que en nuestro contexto es inexistente, salvo por esta contribución, los autores sugieren que en el mediano plazo se debería integrar de manera progresiva el tiempo de transporte dentro de los costos laborales asumidos por el empleador37.

Pese a que la participación mayoritaria de las mujeres en el trabajo informal se ha convertido en una de las principales características de nuestro mercado laboral, son pocos los textos que la estudian. La investigación de María Ferreira parte de una crítica al concepto de informalidad y su confluencia con condiciones de precariedad laboral. Para superar las limitaciones de las mediciones de informalidad utilizadas en Colombia, la autora propone sustituirlas por criterios objetivos que permitan medir la calidad de los empleos, tanto el formal como el informal. Aplicando estos conceptos y con datos de la Encuesta Integrada de Hogares del DANE, del año 2011, la autora concluye que existe un amplio grupo de trabajadores formales afectado por altos niveles de precariedad (20,8 %), mientras que solo el 21,8 % de los trabajadores formales tiene empleos de alta calidad en términos de estabilidad laboral38. Con un argumento similar, que también cuestiona la equiparación entre trabajo formal y empleo de alta calidad, Natalia Ramírez-Bustamante estudia las condiciones de acceso y permanencia de las mujeres en la industria de la confección en tres ciudades colombianas. Su investigación encontró que en los procesos de selección se realizan pruebas de embarazo subrepticias y preguntas orientadas a determinar las responsabilidades de cuidado de las candidatas para evaluar su capacidad laboral. La autora argumenta que ambas prácticas discriminatorias obstaculizan el acceso al empleo y dificultan su permanencia en el trabajo formal. Dadas estas condiciones, muchas mujeres migran del trabajo formal al informal, o directamente optan por este último, en el que encuentran condiciones de trabajo relativamente más flexibles, aunque esta decisión les implique otro tipo de costos a largo plazo39.

Por otro lado, Suelen Castiblanco hace una caracterización sociodemográfica de la población de emprendedores informales en Bogotá, y concluye que las principales disparidades entre hombres y mujeres que existen en el mercado formal se trasladan a los mercados informales, pero agrega una diferenciación: el trabajo formal implica jornadas laborales fijas y distancias más largas para recorrer entre el lugar del trabajo y los hogares40. Por su parte, Lina Buchely y María Victoria Castro exploran la interacción entre la informalidad laboral, las condiciones precarias de trabajo y el género, al analizar la experiencia de las mujeres mototaxistas en Barranquilla. Uno de los hallazgos más interesantes de las investigadoras es lo que ellas denominan la “paradoja del cuidado”. Con este concepto se refieren a que, aunque las mujeres mototaxistas perciben su trabajo como liberador y empoderador, ellas mismas reproducen el estereotipo de mujeres delicadas, dóciles, honradas y buenas cuidadoras, con el objetivo de tener más clientes. En este sentido, las autoras concluyen que es paradójico que, queriendo huir de la domesticidad, estas mujeres acaben atrapadas en el estereotipo de cuidado, aunque ahora se trate de una estrategia consciente41. Por otro lado, Laura Porras-Santanilla y Andrés Rodríguez-Morales estudian las formas de articulación de tareas económicamente remuneradas y reproductivas entre un grupo de vendedoras ambulantes que tiene hijos entre los cero y los cinco años, en la localidad de Ciudad Bolívar, en Bogotá. Los autores concluyen que el derecho no tiene en cuenta las necesidades de ese grupo de mujeres ni al momento de crear mecanismos para conciliar la tensión entre familia y trabajo, ni al momento de regular la oferta institucional pública de cuidado que ofrece la ciudad. En ese orden de ideas, este grupo de trabajadoras informales considera que es preferible dejar a sus hijos al cuidado del núcleo familiar más cercano o pagar para que vecinas o jardines infantiles “privados” los cuiden, antes que usar la oferta institucional pública42.

Los últimos cuatro estudios reseñados, en los cuales se encuentran los textos de Ramírez-Bustamante, Castiblanco, Buchely y Castro, y Porras-Santanilla y Rodríguez-Morales, confirman que, dada la mayor flexibilidad de los trabajos informales, las mujeres logran compatibilizar mejor el empleo y las tareas reproductivas a su cargo, lo cual explicaría, en parte, su alta participación en este tipo de empleo. Motivadas por estas dificultades y para articular el trabajo de cuidado con el trabajo económicamente productivo, muchas de las mujeres entrevistadas “optaban” por un trabajo informal con mayor flexibilidad y, por lo general, también, al menos en estos casos de estudio, mejor pagado. Ahora bien, “optar” en el contexto de los trabajos que estamos reseñando es un eufemismo. En todos estos estudios los autores resaltan que los grupos de mujeres a los que investigaron tienen un panorama limitado de posibilidades dentro del cual elegir. En todos los casos, su agencia está limitada por su género, clase social, el hecho de que algunas de ellas son madres y su poco capital social, entre otros factores. En ese sentido, por ejemplo, “optar” por un trabajo como mototaxista, cuando la siguiente alternativa más factible es el trabajo doméstico (peor pagado, con control jerárquico, horario inflexible y ubicados a largas distancias de sus propios domicilios), demuestra que el rango de posibilidades de las mujeres que participaron en el estudio se restringe al espacio social que habitan y, por tanto, no podríamos afirmar que deciden su opción de trabajo libremente.

Existen dos preocupaciones notables en torno al trabajo de las mujeres. El primero es que muchas de las formas que adopta este trabajo son invisibilizadas, no son valoradas o no se les considera trabajo, y por eso no es remunerado, o incluso cuando se reconoce como trabajo, es poco valorado y por ende mal pagado. Son trabajos altamente feminizados no reconocidos como trabajo, por ejemplo, los que proveen las mujeres que se encargan del cuidado de sus hijos, de personas en condición de discapacidad o de adultos mayores en sus hogares o fuera de ellos. El segundo problema es que el trabajo de cuidado asalariado suele ser mal remunerado; este incluye, entre otros, el realizado por enfermeras, niñeras o madres comunitarias. Un estudio realizado por Ivone Amador, Nathalia Botero, Leidy Larrahondo y Verónica Andrade analiza las diferencias del trabajo de mujeres entre los veinte y treinta años, que destinan más tiempo a actividades económicamente remuneradas, y aquellas que destinan más tiempo al trabajo reproductivo no remunerado en la ciudad de Cali. Entre las conclusiones de este estudio, las mujeres investigadas reportaron una nula o baja participación de sus parejas y de los miembros del hogar en labores propias del trabajo reproductivo. Cuando dicha participación aparece, es vista como un apoyo o ayuda, y no como una labor que debería ser compartida entre la pareja y otros miembros de la familia43.

Explorando los criterios que las familias tienen en cuenta para contratar el cuidado con personas o instituciones, Andrea Hernández y Héctor Rojas describen la experiencia de cuidadores y cuidadoras en Bucaramanga, y concluyen que son las mujeres quienes están más al tanto de todo lo que se refiere al cuidado, ya sea realizándolo de manera directa o gestionándolo y, además, son ellas quienes destinan la mayor parte de sus recursos para pagar los servicios asociados al cuidado44. Dadas las desventajas de género en la incorporación de las mujeres al trabajo formal, Lina Buchely analiza algunas alternativas de política pública para las mujeres de clase media urbana que facilitarían la redistribución social del trabajo doméstico. La autora propone organizar sistemas de apoyo social por medio de la puesta en marcha de centros comunitarios de cuidado45. Por otro lado, con un énfasis en el cuidado en casas gerontológicas, Javier A. Pineda D. argumenta que para las auxiliares de enfermería que trabajan en instituciones de cuidado para la vejez no ha sido suficiente profesionalizarse para evitar la desvalorización de su trabajo. Pineda D. demuestra que la mercantilización de esta modalidad de cuidado no ha valorizado el trabajo de las cuidadoras, que dicho trabajo sigue estando caracterizado por una alta inestabilidad y permanente rotación, horarios excesivos, bajos salarios, alto costo emocional y baja calidad de vida, lo cual, a su vez, afecta el ejercicio y desarrollo de la ética del cuidado46.

Como resultado de la desvalorización del trabajo de cuidado, algunas investigaciones se han ocupado de describir las estrategias y condiciones necesarias para permitir la asociatividad y así mejorar las condiciones laborales de trabajadoras asalariadas. Aldair Bueno estudió una de las asociaciones creadas por trabajadoras domésticas que se organizaron luego de migrar de Colombia (y otros países) a España durante los años ochenta, y encontró que el maltrato, las amenazas de deportación, el pago irregular de sus honorarios, entre otros, hicieron que muchas mujeres se unieran, crearan asociaciones exitosas y lograran reconocimiento social y legal de sus derechos47. En contraste, el trabajo de Carolina Pinzón y María Victoria Aponte describe la situación de desconfianza y debilidad del tejido social que enfrenta un grupo de mujeres en la localidad de Ciudad Bolívar, en Bogotá, y concluye que la vulnerabilidad de estas mujeres pobres aumenta ante su carencia de capital social48. Por otra parte, Daniela Cherubini, Giulia Garofalo y Sabrina Marchetti compararon la eficacia del convenio 189 del 2011 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT