Navegar en tiempos de tormentas - Enrique Delgadillo - E-Book

Navegar en tiempos de tormentas E-Book

Enrique Delgadillo

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Beschreibung

Dedicamos buena parte del tiempo a imaginar nuestra vida e intentar materializar los sueños, pero ¿qué sucede cuando el mundo cambia y echa por tierra todo lo que planeamos? Las crisis no están aquí para jodernos la existencia y este libro te dará las herramientas para sobreponerte a cualquier tempestad. Te ayudará a sanar las pérdidas y tomarlas como impulsos para alcanzar lo que te propongas. Sumérgete en este viaje de autoconocimiento, aceptación y desapego. Aprenderás que incluso aunque se avisten nubes negras en el horizonte, la clave está en cómo te preparas para enfrentarlas.

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Para mis más grandes catalizadores

de conciencia y crecimiento:

mis hijos, Valeria y Dóminik

La vida es una experiencia fantástica. Nos permite viajar a lugares paradisiacos, conocer personas extraordinarias, desempeñarnos en actividades que nutren nuestra mente y nuestro espíritu. Podemos planear nuestras vacaciones de ensueño en un país lejano, decidir formar una familia al lado de la persona que tanto queremos o emprender proyectos profesionales que nos emocionan al grado de no poder conciliar el sueño por las noches.

Poco a poco vamos construyendo una embarcación fuerte para navegar la vida y alcanzar lo que deseamos. Hasta que sucede algo inesperado. Las fronteras cierran por una pandemia y arruinan el viaje, tu pareja decide que no está lista para dar el siguiente paso y casarse, los inversionistas de tu proyecto se echan para atrás, dejándote a la deriva.

La vida puede cambiar en un parpadeo y echar por tierra todo lo que soñamos. Sin previo aviso nos enfrentamos a situaciones que no estaban en nuestros planes y comienza el arduo proceso de aceptar que las cosas serán diferentes a como las imaginábamos.

Rara vez se nos da un manual para saber qué hacer en esos casos. Por eso cuando llegan las tormentas y nos encontramos en mar abierto, flotando sobre los restos de nuestra embarcación, desorientados y con ganas de nunca haber emprendido el viaje, desearíamos que hubiera alguien que nos dijera cómo manejar la crisis que se nos presenta, qué hacer con nuestras emociones y cómo empezar a reconstruir el barco para continuar con nuestra vida.

Sé lo que es estar ahí y por eso decidí escribir este libro que tienes en tus manos. Así que primero déjame decirte que no importa cuál sea la situación que estés enfrentando o qué tan doloroso se sienta, tienes todo lo que necesitas para sanar y superarlo.

En la última década, mi experiencia como guía y entrenador de vida me ha permitido ayudar a cientos de mujeres y hombres increíbles a romper los pensamientos limitantes que no les permiten imaginar una nueva vida después del naufragio. Los he acompañado a encontrar en su interior las armas secretas para sobreponerse a las crisis, reescribir sus planes y crear nuevas y emocionantes rutas de vida. Si estás sosteniendo este libro en tus manos, quiere decir que también estás dispuesto a crecer.

En Navegar en tiempos de tormenta encontrarás las herramientas mentales, emocionales y espirituales para sobreponerte a las tempestades que puedan llegar a tu vida. Así como las pautas para sanar y usar las circunstancias adversas como impulso para alcanzar nuevos niveles de expresión, experimentación y libertad.

Cada capítulo abre con una anécdota, continúa con el desarrollo conceptual de los temas, seguido por un ejercicio que podrás aplicar a tu vida de inmediato, así como un resumen con los puntos clave para que sea más sencillo volver a ellos. Todos y cada uno están pensados para que la paz, la sanación y el impulso por salir al mundo te invadan de nuevo.

Prepárate, porque este es un viaje de autoconocimiento, aceptación y desapego no solo para enfrentar las crisis (económicas, emocionales, interpersonales), sino también para que, al valorarlas, beneficien tu desarrollo personal. Es una oportunidad para cambiar los lentes de la percepción y adentrarte en la siguiente aventura.

Estos conceptos cambiaron mi mente, mis emociones y mi vida en los tiempos más difíciles, y lo seguirán haciendo mientras respire en esta tierra. Tengo la esperanza de que también sean un faro en la oscuridad que te guíe y hagan lo mismo por ti.

¿Listo para zarpar?

Es difícil cuando tocas fondo. La última vez que me pasó fue cuando me separé de la persona con quien pensé que pasaría el resto de mi vida. Llevábamos seis años de relación, nos acabábamos de casar y estábamos esperando un hijo. El segundo para mí. Y aunque teníamos problemas, siempre creí que si me esforzaba un poco más todo mejoraría. Siempre parecía que la felicidad estaba solo unos pasos más adelante.

Pero al final nos separamos. Tuvimos a nuestro hijo y cada quien lo vivió por su lado. De cierta forma me sentí libre, pues ya no tenía que rendirle cuentas a alguien o intentar ser lo que la otra persona quería que fuera. Pero a la vez no pude evitar sentirme un fraude.

En aquel entonces ya me dedicaba a hacer videos online. Había creado una carrera exitosa ayudando a la gente a descifrar su mente y mejorar su autoestima, aconsejaba cómo ser más atractivo desde el interior para convertirse en una mejor versión.

Pero con mi separación, todo lo que pensé que era lo correcto se habían deshecho. Los castillos que había construido sobre la playa quedaron reducidos a arena, desaparecieron en la costa. Me había convertido en una persona que ya no reconocía: “¿Cómo puedo hablar de desarrollo personal, enseñar a las personas a sentirse bien y crear vidas increíbles, cuando yo me siento tan destruido?”. Por eso me alejé de todo lo que hacía: dejé de ser tan visible en redes y publicar videos, puse en pausa casi todo.

Estaba cara a cara ante un futuro incierto. Es curioso, porque en ese estado comienzan a aparecer preguntas como “¿para qué estoy en el mundo?, ¿de verdad quiero estar aquí?”. Llegó un punto en el que la única idea que me mantenía a flote era ver crecer a mis hijos y estar presente en sus vidas. Me sentía sin poder sobre mi existencia, como una hoja que flota sin rumbo. ¿Te has sentido así en algún momento?

Un día, al saber cómo me sentía, una amiga me sugirió ir a un ritual de sanación emocional al que ella había asistido hacía poco. Aunque tenía miedo por el juicio ajeno y por lo que el ritual podría representar para mí, acepté.

Hasta la fecha no me arrepiento, esa ceremonia me abrió los ojos: me ayudó a confirmar mis apegos, mis miedos, mi necesidad de ser suficiente para los demás, mi búsqueda por sentirme validado por la gente que me rodeaba.

Fue en ese momento que comencé un proceso de recuperación arduo. Mi crisis tenía escondido un mensaje y entendí que mi trabajo era descifrarlo y entenderlo. Esa fue una de las razones por las que escribí este libro, para ayudarte a descifrar los mensajes ocultos que tus propias crisis traen para ti. El mensaje para mí se volvió claro: “Aprende a aceptarte a ti mismo primero, tal y como eres”.

Las crisis no aparecen para jodernos la existencia ni para hacernos sufrir. Aparecen en momentos específicos de nuestra vida y con propósitos concretos. Todo es parte de un proceso al que despertamos con cada experiencia que vivimos. Cada día es un regalo amoroso del universo, una oportunidad para entender quiénes somos en realidad.

Comprenderlo me dio mucha paz y perspectiva. Me ayudó a prosperar a pesar de las circunstancias. Ahora quiero compartir contigo lo que he aprendido estos últimos años. Estoy seguro de que, a través de estas páginas, tú también vas a poder encontrar un momento de calma para navegar por tus tormentas personales.

LAS MALAS TORMENTAS HACEN AL BUEN MARINERO

A veces creemos que todo en nuestra vida tiene que ser como en los cuentos de hadas, que siempre debemos llegar a un “… y vivieron felices para siempre”. El punto donde ya todo es fácil y es pura felicidad. Idealizamos esta situación porque desde pequeños nos enseñan que las crisis son malas. Lo que nadie nos dice es que los problemas siempre van a existir y que suceden más de una vez en nuestra vida. Yo, como te conté, tuve que aprenderlo a la mala.

Lo que tampoco nos enseñan es que las crisis y lo inesperado no son necesariamente problemas. Creer que son problemas, en lugar de oportunidades, es lo nocivo. Hay una frase que me gusta usar mucho en mis cursos: “Un mar tranquilo nunca hizo a un buen marinero”. Imagínate que un marinero, en medio de una tormenta, se sentara en la cubierta a preguntarse: “¿Por qué me odias? ¿Por qué la vida es así? ¿Por qué yo tengo esta tempestad si los otros navegan por aguas tranquilas?”.

El temporal pasará, pero si la persona culpa a la mala suerte o a cualquier causa externa que se le ocurra, no aprenderá nada de esa experiencia. Y vendrán más y más tempestades que, una vez más, no sabrá afrontar. Porque un buen navegante no se hace surcando océanos tranquilos. Lidiar con el mal clima le permite aprender a leer y a entender su entorno, de esa forma podrá enfrentar mayores desafíos en el futuro.

Por eso hay que saber interpretar las crisis que enfrentamos y hacernos las preguntas adecuadas. Olvida el “por qué” y busca el “para qué”. ¿Para qué son las crisis? ¿Qué vienen a enseñarme y qué propósito cumplen en mi proceso de evolución y crecimiento? Porque creo que los problemas llegan cuando una persona está demasiado cómoda. Y por cómoda no me refiero a feliz.

"Las crisis y lo inesperado no son problemas. Creer que son problemas, en lugar de oportunidades, es lo nocivo".

La comodidad en estos términos se refiere al momento en el que alguien ya no quiere arriesgar ni crecer. Cuando comienza a proteger lo que tiene por miedo a perderlo, en cualquier ámbito: afectivo, financiero o de salud.

Cuando el pensamiento “qué tal si me pasa algo malo” nos orilla a la inmovilidad, aparecen las crisis. Es la vida diciéndonos: “Ya no estás creciendo”. Las crisis se nos presentan para obligarnos a cambiar cuando no hemos querido hacerlo. Nos obligan a entrar en un proceso de crecimiento cuando lo hemos evitado durante algún tiempo.

"Las crisis se nos presentan para obligarnos a cambiar cuando no hemos querido hacerlo."

Porque cada cosa que experimentamos, cada relación que tenemos, cada negocio perdido o cada padecimiento inesperado nos enseña cosas de nosotros que no habíamos visto.

A veces, la vida nos envía las mismas tormentas hasta que por fin nos levantamos de la cubierta, tomamos el timón y, empapados de agua salada, le gritamos: “Ya basta, ¿qué se supone que tengo que aprender con esto?”.

Entramos en la monotonía de la protección al aferramos a una relación tóxica, a un trabajo que no nos satisface, a quedarnos cerca de esas amistades que, cuando las necesitamos, nos dan la espalda. Y dejamos de preguntarnos qué más deseamos ser, en qué podemos convertirnos, qué más queremos experimentar, cómo amar más, contribuir más.

Es ahí cuando se desata el caos. ¿Y ahora qué?

En este capítulo echaremos un vistazo a uno de los conceptos básicos para comenzar a asimilar las crisis: la resiliencia. Y cómo si no existen cimientos llenos de autoestima y autoconfianza, las nuevas oportunidades pueden escurrirse como agua entre los dedos.

UNA CERTEZA PARA DEJAR LA ORILLA

Una de las personas más fuertes y resilientes que conozco es mi mamá. Aunque la he visto pasar por muchísimas crisis y cambios inesperados, ninguna fue como la que enfrentó en 2001, cuando la diagnosticaron con esclerosis múltiple.

La esclerosis múltiple es una enfermedad autoinmune que afecta al sistema nervioso central y al cerebro, es crónica y degenerativa. Como es comprensible en este tipo de diagnósticos, su ánimo decayó. Por muchos años se apegó al tratamiento, pero los medicamentos la hacían sentir muy mal. Poco a poco la vimos perder la movilidad de una pierna y su habilidad para escribir, además de enfrentar parálisis faciales y una serie de síntomas que el medicamento no calmaba.

Hasta que llegó a su límite: “Esto no es vida y no puedo seguir dependiendo de los medicamentos que me hacen sentir pésimo”. Y decidió dejarlos. Comenzó a buscar alternativas que la hicieran sentir mejor. Se enfocó en su estado interior, energético y emocional, y comenzó a explorar las causas que podrían estar afectándole a ese nivel.

Con esto no quiero desestimar el campo de la medicina clínica, pero con esa decisión mi mamá dio el salto hacia un camino poco conocido. Y, de manera extraordinaria, poco a poco mejoró. Recuperó buena parte de la movilidad que había perdido y aprendió a sanarse a sí misma.

Pero nada de eso hubiera ocurrido si no hubiera tenido claro que por difícil, incierta o peligrosa que fuera esa ruta, ella podía enfrentarla y salir viva. Esa es la clave.

Por un lado, la resiliencia es la capacidad de los seres humanos para adaptarse a las circunstancias difíciles. Es saber que todas las tormentas que llegan a ti te harán más fuerte. Significa que la vida no te va a dar algo con lo que no puedas lidiar. Y es importante que lo sepas porque es una herramienta que te ayudará a enfrentarte a las crisis con la certeza de que puedes superarlas. Pero no podemos tocar el tema de la resiliencia si primero no hablamos de autoconfianza y autoestima, ya que son tres elementos ligados entre sí. Las tres caras de un prisma.

La autoconfianza es una especie de garantía. Pero no la garantía de que voy a llegar a algún lugar o de que voy a lograr algo, sino la certeza de que no importa qué suceda, yo puedo lidiar con ello.

"La resiliencia es la capacidad de los seres humanos para adaptarse a las circunstancias difíciles. Saber que todas las tormentas te harán más fuerte".

Su contraparte es el miedo, una de las razones por las cuales muchas personas no ponen en marcha algún negocio o no se involucran en una relación. Suele manifestarse como una voz interior que reafirma su incapacidad para hacer o lograr lo que quieren: “Si me hacen esto, no seré capaz de sobrellevarlo” o “Si me engañan, no podré soportarlo” o “Si fracaso y la gente me dice ‘te lo dije’, no voy a poder verlos a la cara” o “Si pierdo dinero, no conseguiré sobrevivir”.

La autoconfianza nos permite realizar acciones a pesar de que nos asusten y la resiliencia nos ayuda a persistir en ellas a pesar del miedo. Ambas te dan la certeza de que no importa lo que suceda, tú puedes enfrentarlo.

"Pasa lo mismo en la vida real. Cuando tenemos la certeza de que podemos superar los conflictos de la vida es más sencillo mirarlos con otros ojos y aprender de ellos".

Las dos se basan en la autoestima, que es una serie de creencias que tienes acerca de tu capacidad para superar o crear situaciones, amistades, trabajos, parejas. Por eso uno de los motivos por los que a veces nos aferramos a un trabajo que no nos gusta y a las cosas que nos dañan es porque tenemos interiorizada una creencia que nos dice: “No lo vas a poder superar, no eres capaz”. Y si la escuchamos, tendremos la certeza de que es mejor quedarnos con lo que ya conocemos.

Hay un viejo dicho que dice: “Si quieres descubrir nuevos océanos, debes desarrollar la valentía para perder de vista la costa”. Pero cuando tenemos poca confianza en nosotros y nuestra autoestima está por los suelos, la capacidad para lidiar con la incertidumbre también se ve afectada. Esa es una de las razones que nos lleva a querer estar pegados a la costa y no perder de vista lo que ya conocemos.

Por eso, la autoestima es la certeza de que puedes lidiar con tu vida. Y la resiliencia está basada en esa creencia: “Okey, suceden cosas en el mundo, pero yo puedo navegarlas. Sí, habrá tormentas y monstruos marinos y no va a ser fácil, pero puedo con ello. No sé cómo, solo sé que puedo”.

¿Te acuerdas de la película El gran pez de Tim Burton? Hay una parte al principio en donde una bruja le muestra al protagonista la forma en la que va a morir. Durante la historia, vive muchas aventuras peligrosas: se adentra en el bosque, lo atacan arañas y árboles, pero se da cuenta de que el miedo está en su imaginación, “Sé cómo voy a morir y no es aquí, este no es el día de mi muerte”. Entonces puede continuar su camino sin miedos. Pasa lo mismo en la vida real. Cuando tenemos la certeza de que podemos superar los conflictos de la vida es más sencillo mirarlos con otros ojos y aprender de ellos.

REVISA LAS VELAS DE TU BARCO

Una de las analogías que uso con más frecuencia es la siguiente: imagínate que estás en un barco y tu objetivo es llegar a la tierra prometida. De repente comienzas a ver que otras naves avanzan más veloces hacia el mismo objetivo, pero tú, por más que lo intentas, no puedes moverte.

Después de hacer un examen minucioso a las máquinas, regresas a la cubierta, miras hacia arriba y te das cuenta de que tus velas tienen agujeros. Mientras no las repares, no podrás atrapar el viento y zarpar. Y en esta analogía, el viento representa la oportunidad. Siempre hay oportunidades porque el viento siempre sopla.

Cuando tenemos agujeros en nuestra confianza, no importa cuánto viento haga ni cuánto sepamos de navegación, la oportunidad pasará de largo a través de las velas y no seremos capaces de atraparla.

Para comenzar a reparar esas velas inservibles, la introspección es la herramienta principal. Si bien existen muchas formas y estrategias de autoconocimiento, desde escribir un diario hasta enumerar todas y cada una de tus fortalezas y debilidades, a mí me gusta trabajar siempre con una pregunta muy sencilla. La respuesta te dará mucha información acerca de los agujeros emocionales que tienes, del nivel de tu autoestima y de los vacíos que no puedes llenar. Y esa pregunta es la siguiente: ¿qué creo que necesito del mundo para ser feliz?

"Siempre hay oportunidades porque el viento siempre sopla".