Ni vos ni yo... Los dos! - Olivia Bazán - E-Book

Ni vos ni yo... Los dos! E-Book

Olivia Bazán

0,0
2,99 €

-100%
Sammeln Sie Punkte in unserem Gutscheinprogramm und kaufen Sie E-Books und Hörbücher mit bis zu 100% Rabatt.
Mehr erfahren.
Beschreibung

Cuando Patricia salió del baño, donde tomó una prolongada ducha, Gustavo se sorprendió al verla con una toalla envolviendo su mojada cabellera, y con unos shorts y remera de él. Ella lo miró, mientras seguía tirado en la cama, y como si fuera algo lógico y normal, dijo, "Ah! Aproveché que estabas medio moribundo… no sé de qué, agregó con una capciosa sonrisa, y me pegué un baño y saqué ésta ridícula vestimenta de uno de los cajones. Porque, también, aproveché a lavar el vestido que me estropeaste, estimado". Como Gustavo se encontraba flotando en otro mundo, no prestó la menor atención a las explicaciones de Patricia. Para él todo era música celestial. Sólo atinó a seguirla con su mirada, como quien lo hace con un fantasma.

Das E-Book können Sie in Legimi-Apps oder einer beliebigen App lesen, die das folgende Format unterstützen:

EPUB
MOBI

Seitenzahl: 406

Veröffentlichungsjahr: 2017

Bewertungen
0,0
0
0
0
0
0
Mehr Informationen
Mehr Informationen
Legimi prüft nicht, ob Rezensionen von Nutzern stammen, die den betreffenden Titel tatsächlich gekauft oder gelesen/gehört haben. Wir entfernen aber gefälschte Rezensionen.



Olivia Bazán

NI VOS NI YO... ¡LOS DOS!

Editorial Autores de Argentina

Olivia Bazán

   Ni vos ni yo... ¡los dos! : parte II / Olivia Bazán. - 1a ed . - Ciudad Autónoma de Buenos Aires : Autores de Argentina, 2017.

   Libro digital, EPUB

   Archivo Digital: descarga y online

   ISBN 978-987-711-848-3

   1. Novelas Románticas. I. Título.

   CDD A863

Editorial Autores de Argentin

www.autoresdeargentina.com

Mail:[email protected]

Diseño de portada: Justo Echeverría

Diseño de maquetado: Maximiliano Nuttini

Queda hecho el depósito que establece la LEY 11.723

Impreso en Argentina –Printed in Argentina

Índice

COMIENZO POCO FELIZ

PRIMER PASO CUMPLIDO

SE ABRE EL PANORAMA

UN CIELO CUBIERTO DE AMOR

REGRESANDO PARA COMENZAR

DOLOROSAS VERDADES

EL COMPLEJO ARTE DE ADAPTARSE

LA FELICIDAD NO VIENE, SE BUSCA

EL TRISTE REGRESO A LA REALIDAD

SEMBRANDO EL FUTURO

LA COSECHA DEL AMOR

COMIENZO POCO FELIZ

Después de ocho largas horas de intenso cambio de opiniones, contar intimidades que nunca habían visto la luz y haber compartido una serie de situaciones muy graciosas, cuando Patricia se despertó, en la desconocida cama, vio que Gustavo se acercaba con una bandeja, trayendo el tan deseado desayuno.

Ella saludó su aparición con una amplia sonrisa, acomodó la almohada para usarla como respaldo y, con una de sus manos, levantó la sábana que escondía su cuerpo para cubrirse hasta los hombros. "Buen día, estimada", dijo Gustavo, al tiempo que apoyaba la bandeja sobre las piernas de ella y se sentaba sobre el borde de la cama. Patricia lo miró dulcemente y, sin responderle, sólo tomó una de las tantas tostadas y comenzó a untarla con manteca y mermelada de higo. Cuando terminó, la acercó a la boca de él, quien cariñosamente la abrió para saborear, pero Patricia giró la tostada hacia ella, la introdujo en su boca y comenzó a masticar muy lentamente, haciendo que él escuchara el crujir de la tostada, mientras ponía la mejor cara de estar gozando tal manjar. Muy a su pesar, no pudo dejar de demostrar que la irónica situación le causaba una gran satisfacción, especialmente, por la cara de incredulidad de Gustavo. Él, con cierto trabajo, intentó cambiar de una embobada expresión a una más dura. Pero fue un vano intento. Movió la cabeza de un lado al otro, en señal de no comprender la actitud de ella, y expresó "Sos terrible, eh? No perdés oportunidad para castigarme… No te puedo comprar ni preparando el desayuno?" Patricia lo miró tiernamente, pero no pudo con su genio, y retrucó con su habitual ironía,“Ay! estimado… te parece que soy tan barata? Está bien que anoche sólo pagaste un par de cafés, un desagradable licor y un sándwich que dejaba mucho que desear… Pero no lo tomes como costumbre…", terminó, dejando un interrogante para que él tomara la iniciativa y así, poder continuar divirtiéndose a su costa. Y no se equivocó, Gustavo, saltó como un resorte y replicó "No voy a andar valorizándote con baratijas, estimada, pero ya que sos vos quien lo hace, te falta agregar las tres heladas botellas de champán, francés, que tomamos al llegar a mi departamento…" finalizó, orgulloso por el exquisito aporte. Con total calma, Patricia sostuvo la sábana con sus antebrazos para cubrir su desnudez, levantó la bandeja de sus piernas y la apoyó, delicadamente, en las de Gustavo. Con una dulce mirada recorrió la cara de él, hasta que la dejó clavada en sus ojos. Así quedaron unos largos instantes, hasta que Gustavo, conociéndola, empezó a temer por el huracán que se estaba gestando y que, seguramente, pasaría por sobre su cuerpo. El cambio en la expresión de Patricia, confirmó lo supuesto cuando con forzada inocente voz, dijo,

"Tenés toda la razón del mundo… se me pasó lo de las tres botellas de champán, francés, obvio. Pero, te acordás quién las tomó? Porque yo, apenas, tomé un trago… a lo sumo dos". Gustavo hurgaba en su memoria, tratando de recordar algo que tenía totalmente borrado. Es más, apenas se acordaba de haber abierto las botellas. Un gran blanco llenaba ese espacio de tiempo. El gesto de Patricia, le daba más temor a lo que podría escuchar. Pero no tenía la menor alternativa que hacer frente al tornado que se aproximaba, y con su mejor tono de indiferencia dijo, "Sí, tomaste poco… tal vez algo más que dos tragos". "Es decir, que tomaste vino y champán, en el asado de Isabel; mientras salimos a hacer la larga caminata, un par de cervezas y, cuando llegamos acá, como mínimo dos botellas y media, largas, de champán… Estoy en lo cierto, estimado?" preguntó con una sorna, que hizo estremecer a Gustavo.

Tratando de no demostrar, que imaginaba lo que se le venía encima, Gustavo con la mayor indiferencia posible, rápidamente, contestó "Sí… puede ser… No es lo que acostumbro tomar, pero el asado, la caminata, la charla, me dieron una tremenda sed…" De manera terminante, y sin dar pie al menor escape, Patricia, preguntó, "Puede ser? O fue?... Hay una gran diferencia, estimado" "Pensándolo bien, fue… si fue", replicó Gustavo, intentando dar por finalizado el tema. Pero como una aguja buscando a la escurridiza vena, Patricia volvió a la carga y con tono sumamente amable, dijo "Y de la memoria, cómo andamos estimado? Por supuesto que no me refiero a la lejana historia de los romanos, atenienses o cartagineses… estoy hablando de unas pocas horas atrás. Para ser bien clara, de ésta madrugada… Y para ser muy precisa, de cuando llegamos acá, a tu muy agradable y confortable departamento…" Excepcional fue el esfuerzo que hizo Gustavo, en pocos segundos, para tratar de recordar, paso a paso, lo sucedido. No le sirvió de mucho. La laguna mental desbordaba. No pudo ocultar su desesperante expresión, mientras observaba, de reojo, que Patricia lo estaba gozando, hasta ahora, en silencio total. Pero, otra vez, la imagen del tsunami que golpeaba contra su cuerpo, le vino a la cabeza. Cuando estuvo a punto de dar una respuesta, sin el menor sentido, Patricia, amorosamente, se adelantó y expresó "Antes que digas cualquier pavada, porque te conozco, voy a hacer un breve repaso…para ubicarte en el tema, porque te veo un tanto disperso, OK?” Y no dio tiempo a respuesta alguna y continuó, como una maestra hablando a sus alumnos, "A ver, estimado, voy a ir despacio para que me entiendas bien… Te conozco desde que era una chiquilina; sos íntimo amigo de mi cuñado; estuviste haciéndote el picaflor con mi hermana hace años atrás, hasta que te diste cuenta con quien tratabas; te volví a ver en el casamiento de ella, pero vos estabas más que embobado con tu mujer; durante varios años perdí tu rastro porque me dediqué a viajar y aprender idiomas; cuando volví, alguien me comentó que ibas por el segundo casamiento, pareja o como lo quieras llamar; siempre escuché cosas de tu vida y, sobre todo, de tu manera de ser; por pura casualidad nos encontramos, anoche, en el asado que preparó tu íntimo amigo Gerardo, es decir, mi cuñado… Vengo bien?" preguntó irónicamente Patricia. "Sorprendente el poder de síntesis, estimada… hasta ahora, venimos bien. Espero que siga así" fue la rápida respuesta de Gustavo. "Bien… sigo. Durante toda la cena estuvimos charlando sin darle bolilla a nadie; un horror, pero a ninguno nos importó; de cosas relativamente superficiales fuimos pasando a más profundas; los dos, al mismo tiempo, nos hartamos y decidimos irnos; caballerosamente me ofreciste ir a un bar, lo cual acepté; seguimos charlando de intimidades y situaciones más dolorosas; te ofrecí salir a caminar un poco y, oh! muy a tu pesar, aceptaste… Sigo en la línea correcta o exageré algo?" Gustavo asintió con un movimiento de cabeza, y atinó a decir "Muy fiel y casi perfecto, lo tuyo…Hasta ahora, por lo menos" Patricia lo miró con cierta picardía, y expresó "Todavía no llegué a la mejor parte… tiempo al tiempo, estimado. Bueno, sigo. Lo que viene lo digo entre paréntesis… nunca pensé que serías tan flojo para caminar. En fin, pero lo dejamos para otro momento. La vera historia continúa. En un momento te vi un poco nervioso y, valga mi inocencia, pensé que era la causante… Error. Craso error el mío. Bajo una espléndida y romántica luna llena, que iluminaba nuestro caminar por los parques de Palermo, el señor estaba nervioso… qué digo nervioso… muy nervioso, porque le habían dado enormes ganas de abrazarme? No. De besarme? Menos que menos. De tirarme sobre el pasto? Ni loco! Al señor, por denominarlo de una manera razonable, le dieron tremendas ganas de… de piyar! Sentí que su romanticismo cubría mi cuerpo. Pero me pude sobreponer, y lo mandé que fuera a quitarse, digamos, los nervios detrás de un árbol. No demasiado grande, pero árbol al fin…" Aguantando la risa que su relato le provocaba, Patricia lo miró, inmutable, y preguntó "Voy bien o estoy deformando la verdad, estimado?" Gustavo sabía, que si intentaba la más mínima justificación, la historia podía continuar con palabras más hirientes, algo que Patricia dominaba a la perfección y que él ya había sufrido en carne propia. Por lo que puso la mejor cara de lástima y, retrucó, "No tengo el más mínimo reproche… salvo que el árbol era enorme; y la defensa, la dejo para otro momento". Ella levantó su mano abierta, hizo señas de que parara de hablar, repetidas veces, y dijo, "Es lo mejor que podés hacer, dejarlo para más adelante… mucho más adelante. No habiendo oposición, continúo. Debo reconocer que mi orgullo de mujer quedó un poco golpeado, pero viniendo de quien venía, lo pude soportar. Algo muy raro en mí… Sigo. Me olvidaba que el señor, acá presente, como quien no quiere la cosa me informó que había estado en pareja por tercera vez… Así es. Ni una, ni dos… tres! Y como no le fue suficiente, empezó a darme detalles de la química –me ocupé de traducírselo por calentura- que tenía con esa mujer que usaba, y soy textual, unos jeans tan ajustados que le marcaban hasta los lunares…" De un segundo al otro, la expresión de Patricia cambió de dulce y alegre a seria y felina. Penetró los ojos de él con su mirada y preguntó "Estoy en lo cierto, estimado?". Como era natural entre ellos, ninguno quería dar el brazo a torcer. Por lo que Gustavo sostuvo la dura mirada de ella, y contestó "Fui fiel a lo prometido… Vos me dijiste que te contara la verdad… Y me atuve a eso, así de simple. Por lo que no tenés nada que reprocharme, estimada". Aunque su cara siguió tirante, la dulce mirada traicionó al personaje que Patricia quería interpretar. Gustavo, chocho de la vida, se dio cuenta, pero no se le ocurrió intentar sacar provecho de la situación, porque podía desencadenar algo inimaginable.

Qué divina es ésta mina! Me tiene mal de la cabeza. La comería a besos. Hasta cuando se hace la mala es dulce. La tengo en mi cama, tapada con la sábana y yo, como un gentleman escuchándola hablar. No cambiás más Gus! Sos un flor de boludo. El día que hagan un desfile, vos sos el abanderado. No te quepa la menor duda. Mirá la carita que tiene… esa boca, y esos hombros. Y te come con la mirada! Pero vos… el caballero inglés. Y tiene un cuerpo de la gran flauta! Y una piel que no te cuento… Claro, cómo te voy a contar si no me acuerdo de su piel. Cómo no te acordás de su piel Gus, sos idiota? Es que tenía un pedal anoche, que no tengo idea de nada. Qué desastre que soy! La primer noche con este minón y ni sé que hice! Ah! Pero soy un hijo de aquellos… Recuerdo que llegamos... abrí la botella de champán… festejamos por no sé qué mierda… Me la chupé de dos tragos y fui a abrir otra. Para mostrarle el departamento, iba un poco abrazado a ella y con la otra mano me sostenía de algún mueble… Ya estaba con un regalo total… Y encima fui a abrir otra botella más! Ah! pero soy un boludo muy bien entrenado! No me falta nada. Con la calentura que fui acumulando durante toda la noche… no me acuerdo del final! Soy terrorífico! Y si me llega a preguntar, que mierda le contesto? No será tan turra de refregarme alguna macana que hice. Sí, Patricia lo hace seguro! Preparate Gus, porque se te cae el mundo encima… un maremoto, va a ser como una ola en la bañadera, al lado de lo que te espera!

"Perdón, dijo Patricia, estás acá o en algún lugar desconocido del mundo?, porque tenés la cara ida y entraste en un silencio llamativo… Será por algún comentario que hice… o estás pensando en alguno que vendrá?”.

Gustavo no pudo dejar de sentir, ante el último comentario, que un filoso puñal entraba por uno de sus riñones. No obstante, puso una falsa cara de que todo estaba bien, y respondió, "Todo bajo control, estimada, te escucho" Patricia retomó la palabra, y dijo, "El tema que le marcaba hasta los lunares, no me lo olvido, pero prefiero dejarlo para otro día… La cuestión que me vengo a enterar que tuviste, tres parejas oficiales, con las que conviviste. Y durante las largas conversaciones que tuvimos, diste cátedra sobre la rutina y la convivencia… Mejor no profundizo. Sigo. Como en su campo, el paisano, anda más en moto que a pie, se cansó de la caminata y nos sentamos sobre el pasto. Bien campestre la cosa… La cuestión que, sorpresivamente, el hombre en cuestión se me cae o tira encima –jamás intentaré saberlo- con tanta suerte que se golpea y muerde el labio, provocándose una sangrante herida. Mientras yo giraba, como un trompo, sobre el delicado pasto, manchando mi exquisito modelo de vestido… Algo para aclarar o sigo?" Fiel a su consigna de hablar lo menos posible, Gustavo levantó el pulgar derecho, en señal que todo estaba OK, y asintió con la cabeza. Patricia lo estudió un poco con la mirada, porque le llamaba la atención el silencio de Gustavo, pero continuó, "Entonces, sigo. Lo más importante, lo dejé para el final. Lo comentado hasta ahora, fue sólo la salsa, lo que dio cierto gracioso sabor al prolongado encuentro. Quiero que quede muy en claro que, por mi parte, no sólo hubo mucha química –o como quieras llamarla- sino que me sentí comprendida y protegida por vos, Gustavo. En todas tus opiniones, siempre me transmitiste tu preocupación por buscar mi felicidad. Que no sienta culpas donde, me demostraste, no existen motivos para tenerlas. Tu caballerosidad y comprensión me coparon. Como tantas otras cosas. Por eso estoy acá con vos. Y como me conocés lo suficiente, sabés, muy bien, que no fue nada fácil para mí. Isabel, su marido, todo tu grupo de amigos y no sé cuántos más, te tienen catalogado con el sí fácil con las mujeres… Y no me mires así, porque lo sabés muy bien… Imaginate cuando se enteren de lo nuestro… nos van a despedazar. Sabés que, personalmente, me importa un rábano la opinión de los otros. Yo hago lo que considero que está bien. Los demás me tienen sin el menor cuidado. Cuál es tu postura, si se puede saber, estimado?"

Gratamente sorprendido por el terminante comentario y posición de Patricia, Gustavo tomó, como era su costumbre, el toro por las astas y con una expresión de gran felicidad en su cara, respondió "Me encantó todo lo que dijiste. Tal vez, algunas cosas del relato un poco exageradas y parciales, pero en líneas generales lo doy por aprobado", terminó con una compradora sonrisa. Y, mientras se pasaba la mano por su bigote y barba, agregó, "En cuanto a nuestra química, y digo química y no una grosería como algunas, es muy cierto lo que decís. Por mi parte me pegó, y muy fuerte. Pero como bien explicaste, no siento que sea lo único que nos hace bien estar juntos. Hay un montón de cosas más, que no son fáciles de determinar en tan corto tiempo. Vos dijiste que te sentís protegida y comprendida por mí. Lo cual me halaga mucho. Pero, también debo decirte, a vos te siento como una antiquísima amiga que me conoce hasta la médula. Que con sólo mirarme sabe lo que pienso y hasta lo que voy a decir. Te aclaro, que en cierta manera me embola un poco, la miró y guiñó un ojo como si fueran cómplices, porque me va a resultar sumamente difícil tener secretos contigo. Corro en total desventaja, pero como soy muy macho, me la banco…" terminó sonriendo.

Patricia no desaprovechó la oportunidad y replicó, "sobre el temita del muy macho, después hablamos… de acuerdo, estimado?" Gustavo quedó petrificado al escuchar las claras palabras de ella, pero se hizo el desentendido, y continuó, "Si vos, que conocés los chimentos de tu querida hermana Isabel, y de todas las brujas que componen mi núcleo de amigas, decís cómo me tienen catalogado, bajo ningún punto de vista puedo tratar de defender otra postura. Pero, por todo lo que te conté, sabés perfectamente bien cómo fueron mis parejas y por qué se deshicieron…" Patricia, con toda malicia, lo interrumpió y dijo, "Una de ellas habrá sido porque no se le notaba más el lunar debajo del jean?" Gustavo no pudo más que reír, y retrucar, "No seas rencorosa! Fue un simple comentario que hice… no fue para tanto! Puedo seguir?" Ella asintió con la cabeza, con cierto fastidio, y Gustavo continuó, "Te decía que en éstas horas de largas charlas y cambio de opiniones, me di cuenta que me conocés como de toda la vida. Algo que nunca sentí con ninguna de la –hizo con los dedos que ponía comillas- multitud de parejas que tuve. Contigo siento que no empiezo de cero. Que no tengo que explicarte nada, porque, a priori, ya sabés lo que me gusta y hasta lo que pienso. Tal vez me vaya al diablo con lo que te voy a decir: sé que no me puedo enamorar de alguien en tan pocas horas. Pero también, te puedo asegurar, que lo que siento por vos, es lo más parecido a lo que solemos llamar amor”. Al pronunciar las últimas frases, no pudo evitar un emocionado tono de voz, que contagió a Patricia quien lo demostró, en silencio, pero a través de su húmeda mirada. Se quedaron frente a frente, sin necesidad de explicación alguna. La expresión de cada uno hablaba por sí sola.

Me fascina! Qué lindas cosas dice. Es un encanto de tipo. Jamás conocí otro igual. El muy turro parece que sabe lo que quiero escuchar. Todo genial, todo brutal… Pero va a tener que demostrarme muchas cosas, antes de dar el siguiente paso. Sí Patry, no te regales demasiado porque perdés. Acordate que es hombre… y no profundicemos sobre el tema. Ya sabés que con ellos hay que ir, despacito y de un tema a la vez. Para más no les da. Sí, ya lo sé, y aunque sea un tierno, le tengo preparada una, que ni se imagina. Lo voy a poner en el rincón, y le voy a dar para que tenga! Pobrecito, lo pienso y casi, casi, me da pena. Pero ésta oportunidad de oro, no la voy a desperdiciar por nada del mundo. A pesar de su lánguida mirada, y que es un dulce de aquellos, lo voy a hacer sufrir de tal manera, que no se lo olvidará en su vida! Pero, cómo lo encaro? Me mira un poco y siento que me desarmo toda. Qué horror! Qué bajo estoy cayendo. Tengo que hacer, un enorme esfuerzo, para mantener una postura más o menos digna. Que no se diga Patry… tan regalada estás? Malo… todo muy malo. Vos sos una mujer fuerte y, sobre todo, independiente. Y con este desgraciado te transformas en un indefenso cachorrito. Quién diría!... Pero lo voy a gozar, como jamás alguien lo hizo. Eso es un hecho! Vamos a ver cuán machito es este divino!

Fue Patricia, la que primero salió de ese estado tan especial en que estaban, después que los dos habían expresado sus íntimos sentimientos. Con la mayor ingenuidad que pudo transmitir, con sus gestos y voz, dijo, "Te puedo hacer una preguntita?". Gustavo, instantáneamente, levantó sus antenas de alerta, recordando que durante la noche anterior, ella utilizó esa misma frase, en varias oportunidades y, generalmente, eran el preámbulo de algún ataque. Tratando de no demostrar la aparición de cierto nerviosismo, replicó, "Espero que no empecemos con cosas raras, no? Pero, confío en vos… así que, adelante, soy todo oídos". Mentalmente, Patricia se frotó las manos y, con bastante esfuerzo, logró evitar que una sonrisa suficiente apareciera en su cara. A pesar de su innata seguridad para encarar aquello que se le ponía entre ceja y ceja, antes de iniciar su sorpresivo ataque contra Gustavo, pensó más de lo acostumbrado porque, en el fondo, le daba pena despabilarlo del limbo en que se encontraba, con la irónica y casi humillante situación que sacaría a relucir.

Él había levantado la bandeja, de encima de sus muslos, apoyándola sobre un pequeño silloncito ubicado a un costado de la cama, y continuaba mirando embobado a Patricia, quien permanecía cubierta con la sábana hasta sus hombros. "Te gustó?", fueron las dos palabras, más inesperadas y peligrosas, que cayeron como bombas sobre el azorado Gustavo. Por muy poco no llegó a ser dominado por el terror. Mientras infinidad de absurdas respuestas daban vueltas por su cabeza, hizo todo lo posible para no demostrar el golpe recibido y mantener la compostura. Incisiva, como era su costumbre, y máxime al darse cuenta que Gustavo estaba, totalmente, desconcertado, Patricia, dulce pero firmemente, volvió a la carga y dijo, "Te lo repito más despacio, estimado?". Gustavo sintió, claramente, cómo la punta de la espada que, tan hábilmente manejaba Patricia, penetraba, ahora, por su estómago. Buscando un poco más de tiempo, con la intención de encontrar alguna hidalga escapatoria, él, tratando de parecer indiferente, preguntó "A qué te referís? Porque pueden ser tantas cosas…" y trató de disimular una conquistadora sonrisa. Patricia, mientras sostenía la sábana con una de sus manos, con la otra, señaló uno de sus pechos y, tímidamente, contestó "El tatuaje… el tatuaje que tengo sobre ésta lola…". Gustavo hubiera preferido que le hiciera resolver, mentalmente, el teorema de Pitágoras. Sentía que estaba en una jaula sin puertas. No tenía la menor idea de cómo escabullirse. Y, menos que menos, cuando le pareció percibir una sonrisa suficiente en la encantadora cara de Patricia. Ahora sí que estás en el horno! Y de qué manera! La muy guacha te tiene atrapado sin salida, Gus! Con esa, aparentemente, ingenua pregunta me abrochó hasta lo más íntimo de mí ser. Es tremenda… no perdona una. No tiene la menor clemencia. Y qué le digo, si no me acuerdo de nada? Pero es un papelón! La primer noche que paso… paso?...con ella, y no tengo el menor recuerdo! Sos de décima, Gus. Ahora quiero ver cómo arreglas las cosas con tu eterna caballerosidad, comprensión y amabilidad. Te va a devorar! Es mujer, Gus. Sabés con la destreza que te va a cuerear? Son profesionales! Entregate sin la menor resistencia. No agrandes el papelón, que ya es enorme. Y sabés las miles de veces que te va a flagelar recordándotelo? Cometiste dos enormes pecados. Te pasaste con el chupi y lo que no tiene la menor disculpa, te olvidaste que es mujer!! Imperdonable lo tuyo, Gus. Sin armas, las mujeres son de temer… pero con la atómica que tiene en sus manos, andá pensando dónde te refugias. Te va a hacer trizas!

"Entonces…?" preguntó secamente Patricia. Gustavo, a pesar de las enormes ganas que tenía de jugarse con alguna falsa respuesta, prefirió encarar la conversación por el camino de la triste y vergonzosa realidad. Volvió a pasar su mano por la barba y bigote, dejó transcurrir unos segundos para aclarar sus ideas y, con su típica sinceridad y amable tono, respondió "Me tenés que disculpar… porque estuve a un paso de mentirte, pero no puedo. No sería yo. Con mucha vergüenza, debo decirte que no me acuerdo del tatuaje. Puede ser un corazón o un caballo alado, no tengo la menor idea… Es más, y aunque me arrepienta de por vida, siento la obligación de decirte que no recuerdo, absolutamente nada, lo que pasó anoche… Ya sé que es un papelón y no te lo merecés, pero me sentiría peor si no te lo comentaba. Disculpame, pero tengo un blanco total… no es una laguna, es un océano. Me quedé cuando abrí la maldita tercer botella de champaña, después, no tengo la menor idea… Me disculpás?", y miró a Patricia, con cara de ternero degollado, buscando un mínimo de compasión. Con sus agudas e hirientes respuestas a flor de piel, ella jamás pudo entender cómo pudo reaccionar de una manera tan delicada. El real motivo, era el enorme cariño que sentía por Gustavo. Su sincera, y casi valiente aceptación, que tenía una enorme masa de agua sobre lo que habían vivido a la llegada del departamento, la sacó de su papel de agresivo fiscal y, sin darse cuenta, una mezcla de debilidad y química, algo desconocido por ella, hizo que su pensada incisiva respuesta, cambiara por completo. Y, en lugar de clavar el largo estilete que tenía preparado, Patricia se encontró riendo comprensivamente, y con su mejor y femenino tono, dijo, “Ay! estimado, no sabés la suerte que tenés! Estabas para la cachetada… pero sos tan sincero y amoroso que prefiero cambiar el libreto… Ni te imaginás todo lo que tenía planeado decirte!" Con una enorme expresión de alivio en su cara, Gustavo sonrió y replicó, "Te crees que no te conozco? Obvio, que estaba para la cachetada y mucho más… Pero, a veces, se premia la sinceridad… Ahora, te puedo preguntar algo yo?" Ella levantó las cejas, con aire de resignación, y dijo, "Ya te demostré mi debilidad… algo que me voy a arrepentir de por vida, pero ya está. Adelante con la pregunta, estimado, estoy para cualquier cosa…"

Qué guacho que es! Lo tenía en mis manos, dijo dos o tres cosas con su carita de tierno, y me desarmó todo lo que tenía preparado para dejarlo como un trapo. Qué fácil que estás Patry! No es nada bueno lo tuyo. Estás demostrando una debilidad que te pone en desventaja. No seas estúpida! Tratalo como a un hombre y no como a un chico…Bah! Es más o menos lo mismo, porque se comportan como chicos. No es su fuerte, precisamente, el crecimiento o madurez mental. Los distraes con cualquier pavada, o te hacés la sexy, y los dejás chochos de la vida, como chico con juguete nuevo! En cambio, a vos te dio pena. Y bueno, pobrecito, me encanta! Además, anoche, me quedé con unas ganas, que no te cuento! No hace falta. Pero frená tus impulsos, porque va a terminar manejando la situación él. Y, después de lo que hizo… o mejor dicho, de lo que no hizo, sos vos la que tiene que marcar el ritmo. Ya lo sé, pero me cuesta un horror, porque es tan divino…

Después de filtrar y analizar, rápidamente, la nueva situación que se había producido al decidir no vapulear a Gustavo, ella lo miró sonriente y como si le hablara a un chico, dijo, "Qué me quiere preguntar mi estimado amnésico?" Él no estaba en una posición, como para darse el lujo, de retrucar la humorada recibida, y prefirió seguir con su libreto, y expresó, "Con mucha vergüenza, te pido que me cuentes, con los mínimos detalles, qué fue lo que realmente pasó porque, te reitero, no tengo la menor idea. Es vergonzoso, pero real. Estoy en tus manos… pero confío en tu veracidad".

Patricia lo miró con una expresión de picardía, soltó la sábana sobre su pecho, se refregó las manos y dijo, "Ya lo creo que estás en mis manos… y de mucho más tiempo del que supones. Pero lo dejamos para otro momento… Trataré de ser lo más fiel posible, al recordar el exótico e imprevisto final que tuvo nuestra tan agradable salida. Lo de agradable, también lo dejamos para más adelante", agregó irónicamente. "Todavía no empezaste, y ya me estás gastando…", replicó Gustavo, intentando comprarla con su mejor sonrisa. Aunque Patricia sintió que se derretía, sacó fuerzas de coraje, hizo de cuenta que él no había dicho nada, y comenzó con el relato oficial –y único- sobre lo sucedido.

"Mirá, estimado, voy a hacer lo imposible para mantener cierta coherencia en el relato, algo sumamente complicado al tenerte como principal protagonista. Fijate, que me estoy poniendo en un papel secundario… lo que no es poco. Te acordás que, ni bien entramos al departamento, nos dimos un tremendo beso?" preguntó con cierta desconfianza. Gustavo se enderezó un poco y, con una gran sonrisa y seguridad, respondió "Por supuesto… No lo olvido más!". Ella le echó una mirada sugestiva y replicó "Menos mal, porque te juro que se acababa todo en este mismo instante. Bueno, sigo. Sin decirme si quería sentarme o, simplemente, pasar por el baño, me agarraste de la mano y fuimos al segundo dormitorio o escritorio; después echamos una rápida ojeada a este y, casi a rastras, me llevaste hasta la cocina donde sacaste la primera botella de champaña. Me diste las dos copas para que las llevara al living mientras, con exagerado esfuerzo y alguna que otra palabrota, intentabas descorcharla. Nos sentamos en el sillón grande, hicimos algún que otro comentario recordando la charla que habíamos tenido y, de pronto, apoyaste tu copa sobre la mesa ratona. Puedo hacer un paréntesis con un comentario del relator?" Gustavo asintió con un movimiento de cabeza y dijo, "Por supuesto, pero que quede constancia que es un comentario personal…"

Patricia devolvió la sonrisa, y continuó, "Debo confesar que dejaste la copa tan decidido, que me preparé para que dieras el salto del tigre sobre mí… Error". Mientras lo fulminaba con la mirada, prosiguió, "Vuelvo al relato oficial. Diste el salto pero, ante mi sorpresa, fue para ir a la cocina, de donde volviste con otra botella de champaña. Hago otro paréntesis, me di cuenta que estaba en segundo término… primero la helada champaña". Gustavo intentó interrumpirla para buscar algún justificativo, pero ella, con un gesto de la mano lo frenó y dijo, "Estimado, no se aceptan las más mínimas excusas durante el relato. Ya tendrás mucho, muchísimo tiempo, para intentar justificar ciertas dudosas actitudes. Sigo. Para tratar de estimular a mi compañía, simulé que me acomodaba el vestido y, al volverme a sentar, lo hice bastante más cerca. Pero el personaje que me tocó en suerte…digamos… además de no darse cuenta y, ante mi desagradable sorpresa, se volvió a levantar rumbo a la cocina en busca de la tercera botella". A pesar de la fuerte mirada de Patricia, él la interrumpió y dijo, "Hasta ahí, más o menos me acuerdo… Y no sé si fue tan fiel el relato. Pero no estoy en condiciones de discutir… A partir de ahora, te ruego, no pongas ningún tipo de condimento porque no podría retrucar absolutamente nada, OK?" Tratando de no perder su escasa paciencia, Patricia lo miró sorprendida, y respondió "Disculpame, estimado, me parece que todavía no te diste cuenta que no estás en condiciones de exigir ni pedir absolutamente nada. Junta fuerzas y tratá que algún santo te ilumine, para poder explicar e intentar aclarar un montón de situaciones. Esto es sólo un tímido comienzo… te lo digo, para que te vayas preparando". Gustavo se quedó helado ante el claro y terminante comentario. Intentó suavizar la situación con una dulce y seductora sonrisa, pero no pudo. Estaba tan tenso y nervioso, esperando que Patricia continuara contando todas las metidas de pata que hizo, que sólo pudo mirarla, un tanto despavorido, y sin poder sacar a relucir el menor gesto ni palabra.

Para Patricia, su peleadora, divertida, orgullosa y suficiente modalidad, era superior al cariño y hasta pena que sentía por Gustavo. Y, a pesar que en algún momento le pasó por la cabeza no sacar provecho de la situación, no pudo. Lo vio en una posición tan débil e indefensa que, lo primero que pensó, fue sacar el mayor provecho para gozarlo hasta el hartazgo.

Qué desgraciada soy! Pero no lo puedo evitar, es superior a mí. Una vez que lo tengo en mis manos, no puedo dejarlo escapar. Aunque me da un poco de lástima, seré una turra, pero lo tengo que hacer sufrir un poco, o bastante, porque es lo menos que se merece. Me dejó re caliente… ahora que se la aguante. Aunque es un divino que me tiene enferma, sufrir un rato no le va a venir nada mal.

"Había quedado con vos, buscando la tercera botella… Sigo. Voy a ser súper sincera, es más, tal vez no debería decirlo, pero no me importa… Mi química, debo reconocerlo, había tomado una temperatura poco común, por lo que no sólo estaba esperando, sino deseando, alguna actitud tuya en ese sentido. Soy clara o lo explico más despacio, y con palabras no tan delicadas?" Gustavo, serio, rápidamente respondió, "No… no hace falta ninguna aclaración. Así está perfecto. Seguí… seguí". "OK. Sigo. Pero, aunque quiero suponer que estoy ante un caballero… digamos… te reitero lo que dije antes de aceptar tu invitación para venir acá, esto queda entre vos y yo… De acuerdo, estimado?" Gustavo levantó un pulgar, en señal de aprobación, y dijo "Por supuesto… la aclaración está de más!". Patricia sonrió, agradeciendo, y continuó, "Para no andar con vueltas, y utilizando palabras más directas, estaba con enormes ganas de tener relaciones y vos, sólo te dedicabas a ir a la cocina y volver con una nueva botella que, en pocos minutos, quedaba totalmente vacía. Me costaba entender tu fría actitud hacia mí. Hasta llegué a pensar para qué diablos me habías invitado… y la situación me enojó, porque no podía creer lo que estaba viviendo. Y vos, chocho de la vida, vaciando el champán… Estuve a punto de decirte algún disparate, sabés que no me cuesta demasiado, pero me dio pena tirar por la borda algo que sentía tan lindo". Gustavo tomó coraje y la interrumpió, "Tan desastre estuve?.. Te juro que no me acuerdo de nada" Una imperceptible sonrisa surgió en la cara de Patricia, y retrucó, "Tan mal, lo que se dice mal, no estuviste… fue de terror lo tuyo! Pero bueno, sigo. Como, a pesar de tu inmadura actitud, tenía unas ganas locas de besarte, fui yo la que tomó la iniciativa y te di un tremendo beso. Me abalancé con tanta fuerza contra vos, que te fuiste para atrás y quedaste semi acostado en el sillón, con la cabeza sobre el apoya brazos. Como sentí que vos devolvías mi beso, pensé, bueno, lo logré… Error. Cuando separé mi boca de la tuya, en busca de oxígeno, me di cuenta que vos estabas… estabas dormido, estimado! No te pegué una cachetada, ni te di un golpe en la cabeza con la botella o un zapato, de pura lástima y, porque en el fondo, la situación me causó gracia… No me entraba en la cabeza lo que estaba viviendo. Un tipo me invita a su casa, yo voy dispuesta a pasarla genial… y se me queda dormido! Para matarlo, no?" Se produjo un lógico silencio, porque Gustavo no podía articular la más mínima palabra ante la crudeza del relato. No le hizo falta pensar ni analizar mucho las palabras de Patricia, para darse cuenta que había cometido uno de sus mayores errores, al comportarse como un alocado chiquilín. Algo poco común en él, no tenía la menor idea de cómo salir del atolladero en que se encontraba. Repitió su tic, de pasarse la mano por la barba y bigote, mientras pensaba la más honorable salida. Pero tenía la sensación que su cerebro se encontraba sin la menor forma, que era lo más parecido a un globo desinflado, totalmente vacío, sin contener la más mínima idea.

Fui una bestia! Durante toda la noche me hice el bocho y, cuando llegó el momento de actuar… me quedo dormido! Soy de terror! Y ahora qué le digo? Qué excusa pongo? No digas algo fuera de lugar, porque sos boleta, Gus. Por enésima vez te lo digo, es mujer! Y te tiene en un puño. Para peor, ella lo sabe y te va a exprimir como a un pobre limón. Te va a sacar hasta la última gota de tu hombría. Sos hombre muerto! No creo que sea para tanto!.. Es tan divina y femenina que va a saber comprenderme. Ja! Gus, doble ja! Es mujer y te va a clavar las garras hasta más allá de lo conveniente. Me parece que lo mejor que puedo hacer es seguir con la mía, y ser lo más sincero posible. Seguro que va a entender… No es ninguna tonta. Y hasta me dijo que estaba dispuesta a cualquier cosa… Qué mina dice algo así? Sólo un minón como Patricia! Además que me parece espantoso mentir, ella no se lo merece. Es bárbara! La miro y se me cae la baba… Y cómo le explicas que, con la excitación que te causa, te quedaste dormido? Dormido, Gus! Decile que estabas tan nervioso que tomaste un somnífero, y al mezclarlo con alcohol te hizo doble efecto. Con eso, tal vez, zafas un poco… No, yo le canto la justa y me banco la que venga!

Mientras Gustavo elucubraba las distintas posibilidades para que el golpe, que estaba seguro iba a recibir, fuera lo más liviano posible, Patricia lo miró con exagerada seriedad y, con su mejor tono irónico, dijo, "Te quedaste dormido otra vez?". No sabiendo cómo seguir ganando tiempo, a Gustavo sólo se le ocurrió carraspear un poco y, con muchas dudas, expresó, "En realidad, no tengo demasiadas cosas que decirte. Cómo hago para justificar tremendo papelón? Te digo, honestamente, que prefiero guardar silencio. Porque diga lo que diga, tanto vos como yo, sabemos que es al divino botón. No tengo la menor excusa… Sólo debo agachar la cabeza y pedirte disculpas por mi comportamiento. Fue de terror! Si hay alguien que no se merece una actitud como la que tuve, sos vos. Te vuelvo a pedir mil disculpas. Espero que tengas la amplitud de criterio como para perdonarme. Es lo único que te pido y deseo", y se quedó mirándola a los ojos. A pesar de todo lo que había pergeñado para humillarlo y gozarlo, Patricia no pudo ir contra lo que su corazón le indicaba. La firme y casi dura mirada que se cruzaron en un comienzo, se fue tornando más suave y las expresiones de las caras se fueron relajando hasta transmitir, cada uno, su verdadero sentimiento por el otro. Y, ésta vez, fue Gustavo quien tomó la iniciativa, abalanzándose sobre la tan deseada boca de Patricia.

PRIMER PASO CUMPLIDO

Cuando finalizó la ajetreada y maratónica sesión amorosa, la expresión de sus caras era el símbolo, perfecto, de la felicidad y satisfacción. Todavía jadeantes y con sus desnudos cuerpos, pegado uno contra el otro, Gustavo pasó su brazo por debajo del cuello de ella, para colocar la cabeza sobre su hombro. Patricia mantuvo los ojos cerrados, como si estuviera en el mejor de los sueños y, dulcemente, murmuró "Ahora sí que te quiero matar…". Gustavo no pudo evitar cierta sorpresa y desazón en su voz, y replicó "Y ahora qué hice? Tan mal estuve?.." Ella continuó sin mirarlo y volvió a murmurar "Para nada, estimado… todo lo contrario. Por eso te quiero matar… por lo que me perdí anoche. Como de costumbre, me debes una…”. Y, a pesar del agradable agotamiento, sacaron fuerzas para reír.

Qué locura! Todo estuvo re bueno! Cómo se ve que tuvo tres parejas el muy turro! Más las que habrá tenido por ahí… Creo que nunca la pasé tan bien! Me sacó hasta las ganas de comer… Qué lindo sentir su cuerpo contra el mío. Y esa bendita boca que tiene… Por favor! Me enloqueció… No seas demasiado demostrativa Patry, no lo agrandes. Todo hasta ahí, en su justa medida. Que no se crea el fenómeno de la cama… Despacio, tranqui… no te regales. Una sonrisita, cara de satisfacción y punto. Con el comentario que hiciste, su ego debe estar por las nubes… Es hombre Patry, y en cuanto lo felicitas por su machismo… su orgullo explota. Es una de las pocas cosas sobre las que prestan atención… su funcionamiento horizontal. Y bueno! Pero la pasé tan bien… Es un divino, fuera y dentro de la cama! Ahora sí que estoy atrapada sin salida!

Por su parte, Gustavo, y mientras seguían abrazados en silencio, pensó, Por Dios! No estaba nada equivocado. Está rebuena! Cuánto tiempo hacía que no la pasaba tan genial! Por su comentario, parece que ella también disfrutó de lo lindo. Qué bueno lo tuyo! Por fin recibís un halago. Y para que ésta guacha lo diga… No seas estúpido Gus, no te la creas y te agrandes, porque después te bajan de un hondazo. Es mujer… hoy te aplaude, mañana te dice que no servís ni para espiar. O no las conoces? Pero, Patricia, es distinta, es una mina brutal. En todo sentido. Estoy chocho de la vida. Hacía mucho que necesitaba una mujer así. Para mi gusto, es la mujer perfecta. Y qué buena que está!..

Los dos estaban más que satisfechos, no sólo por la exquisita y tremenda relación sexual mantenida, sino porque sentían que había algo más profundo. Que no sólo había sido sacarse las ganas de estar con el otro. Porque los casi salvajes momentos vividos tuvieron, como contrapartida, una enorme cuota de dulzura, poco común la primera vez que se tiene el tan buscado contacto carnal, con la persona deseada. Y eso era, precisamente, el tema que les daba vueltas y vueltas por la cabeza. Habían dado el primer paso, ahora, la decisión era cómo continuar con los siguientes. Patricia ya había planteado el concepto que, tanto su hermana, como el grupo de amistades tenían sobre Gustavo. Y, aunque a su personalidad eran cosas que le resbalaban, no tenía claro cuál sería la postura definitiva de él. Gustavo, por su parte, se encontraba más tranquilo en ese aspecto. Tenía muy claro que a Patricia le importaba un bledo, la opinión de los otros. Y él compartía, cien por ciento, esa postura.

Cuando Patricia salió del baño, donde tomó una prolongada ducha, Gustavo se sorprendió al verla con una toalla envolviendo su mojada cabellera, y con unos shorts y remera de él. Ella lo miró, mientras seguía tirado en la cama, y como si fuera algo lógico y normal, dijo, "Ah! Aproveché que estabas medio moribundo… no sé de qué, agregó con una capciosa sonrisa, y me pegué un baño y saqué ésta ridícula vestimenta de uno de los cajones. Porque, también, aproveché a lavar el vestido que me estropeaste, estimado". Como Gustavo se encontraba flotando en otro mundo, no prestó la menor atención a las explicaciones de Patricia. Para él todo era música celestial. Sólo atinó a seguirla con su mirada, como quien lo hace con un fantasma. No le entraba en la cabeza estar viviendo esos momentos, totalmente impensados horas atrás. El "seguís durmiendo?" de Patricia, lo sacó del estado de postración física y mental en que se encontraba, y utilizando una de las almohadas como escudo, se dirigió al baño.

Cuando Gustavo terminó de acicalarse y llevó la almohada a su lugar, vio que Patricia estaba sentada en el sillón del living, con sus piernas apoyadas sobre la mesa ratona, ojeando una revista de temas rurales. "Interesante, no?" preguntó con una sonrisa. Ella, bajó la revista, lo fulminó con la mirada, y respondió irónicamente, "Con algo tan apasionante, cómo podés hacer otras cosas?... Todos los temas del campo son tan embolantes o hay alguno que, más o menos, zafe?" Aunque el terminante comentario le causó gracia, Gustavo no lo demostró y, replicó, "Si querés te busco un buen artículo en alguna de las tantas revistas que tengo en el escritorio… algún tema en especial?" Ella lo miró, de manera suficiente, y dijo "Mucho chiste, mucho chiste, pero yo estoy disfrazada con esto, que alguno llamará ropa, y el vestido no sé cuándo diablos se secará. En síntesis, me siento como encarcelada, sin poder salir de acá. Secador… ni ahí, no?" El comentario hizo ver la realidad a Gustavo quien, rápidamente, respondió, "Secador… ni sueñes estimada. Pero si querés prendo el horno de la cocina y ponemos el vestido lo más cerca posible… Algo va a ayudar para que se seque. Te parece?" "Por fin escucho una idea razonable! Pero eso sí, estimado, no lo vayas a quemar, ni siquiera chamuscar, porque sos hombre muerto. Te lo aseguro!"

Como el vestido, a rayas verticales blancas y negras, era largo, Gustavo tuvo que colocar una silla sobre otra, hasta armar un exótico aparato, donde apoyó el vestido cerca del horno. Mientras tanto, Patricia, calentó dos tazas del café que él había preparado a la mañana. Regresaron al living, donde se sentaron uno frente al otro. Cuando Gustavo, totalmente distraído, estaba poniendo azúcar a su café, Patricia, preguntó "Estás bien? Porque te noto demasiado callado y abstraído…". Él reaccionó, rápidamente, tratando de no demostrar lo que realmente ocultaba, y dijo, "Mejor imposible". Ella lo estudió con la mirada, y retrucó, "Me estás mintiendo… algo estás ocultando, estimado". Gustavo la miró, sin disimular la bronca que le dio su afirmación, y respondió, "Siempre va a ser así? Cómo demonios sabés que te oculto algo, eh? Sos media bruja?" Con una sonrisa más que suficiente, Patricia respondió, "Error, estimado, error… no soy media bruja, soy cien por ciento. Entonces, qué es lo que estás tratando de escabullir?"

Gustavo se tomó unos segundos, pasándose la mano por la barba y bigote, la miró tratando de suavizar su reacción, y dijo "Nada importante, sólo que el relato sobre lo sucedido anoche terminó cuando descorché la última botella… y sin agresiones gratuitas, si podés, me gustaría conocer cómo continuó…" Patricia le devolvió la mirada, y comentó, "Valiente el hombre de campo!.. Sin que nadie lo ayude, se coloca frente al pelotón de fusilamiento… Encantada sigo con el relato. Pero, te aclaro, no se aceptan reclamos". Al escuchar las terminantes palabras de ella, Gustavo pensó si no había cometido un nuevo error. Pero su intriga por saber qué había sucedido, era superior a cualquier nefasto comentario que, se imaginaba, podía recibir por parte de ella.