No hay burlas con el amor - Pedro Calderón de la Barca - E-Book

No hay burlas con el amor E-Book

Pedro Calderón de la Barca

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Beschreibung

No siempre lo peor es cierto es una de las comedias teatrales de Pedro Calderón de la Barca, uno de los géneros dramáticos que más cultivó el autor, por detrás de los autos sacramentales. En ellas se suelen mezclar los enredos amorosos y familiares con los equívocos y las situaciones humorísticas.

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Seitenzahl: 80

Veröffentlichungsjahr: 2020

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Pedro Calderón de la Barca

No hay burlas con el amor

 

Saga

No hay burlas con el amorCover image: Shutterstock Copyright © 1650, 2020 Pedro Calderón de la Barca and SAGA Egmont All rights reserved ISBN: 9788726499896

 

1. e-book edition, 2020

Format: EPUB 3.0

 

All rights reserved. No part of this publication may be reproduced, stored in a retrievial system, or transmitted, in any form or by any means without the prior written permission of the publisher, nor, be otherwise circulated in any form of binding or cover other than in which it is published and without a similar condition being imposed on the subsequent purchaser.

 

SAGA Egmont www.saga-books.com – a part of Egmont, www.egmont.com

PERSONAS.

Don Alonso De Luna . Don Juan De Mendoza . Don Luis Osorio . Don Diego . Don Pedro Enriquez , viejo.Moscatel , criado, gracioso.Doña Beatriz damas.Doña Leonor damas.Ines , criada.damas.

––––––––––––

JORNADA I.

SalenDon Alonso De Luna y Moscatel muy triste.

 

Alon. Válgate el diablo! ¿Qué tienes,

Que andas todos estos dias

Con mil necias fantasías?

Ni á tiempo á servirme vienes,

Ni á propósito respondes;

Y por errarlo dos veces,

Si no te llamo, pareces,

Y si te llamo, te escondes.

Qué es esto? Dilo.

Mosc. Ay de mí!

Suspiros, que el alma debe.

Alon. ¿Pues un pícaro se atreve

Á suspirar hoy asi?

Mosc. ¿Los pícaros no tenemos

Alma?

Alon. Sí, para sentir,

Y con rudeza decir

De su pena los extremos;

Mas no para suspirar;

Que suspirar es accion

Digna de noble pasion.

Mosc. ¿Y quién me puede quitar

La noble pasion á mí?

Alon. Qué locuras!

Mosc. ¿Hay, señor,

Mas noble pasion, que amor?

Alon. Pudiera decir que sí;

Mas para ahorrar la cuestion,

Que no, digo.

Mosc. Qué no? Luego

Si yo á tener amor llego,

Noble será mi pasion.

Alon. Tú amor?

Mosc. Yo amor.

Alon. Bien podia,

Si aqui tu locura empieza,

Reirme hoy de tu tristeza

Mas, que ayer de tu alegría.

Mosc. Como tú nunca has sabido,

Que es estar enamorado,

Como siempre has estimado

La libertad que has tenido,

Tanto, que los dulces nombres

De amor, fueron tus placeres,

Burlarte de las mugeres,

Y reirte de los hombres,

De mí te ries, que estoy

De veras enamorado.

Alon. Pues yo no quiero criado

Tan afectuoso. Hoy

De casa te has de ir.

Mosc. Advierte.......

Alon. No hay ahora que advertir.

Mosc. Mira......

Alon. Qué querrás decir?

Mosc. Que se ha trocado la suerte

Al paso; pues siempre dió

El teatro enamorado

Al amo, y libre al criado.

No tengo la culpa yo

Desta mudanza; y asi

Deja, que hoy el mundo vea

Esta novedad, y sea

Yo el galan, tú el libre.

Alon. Aqui

Hoy no has de quedar.

Mosc. ¿Tan presto,

Que aun de buscar no me das

Otro amo tiempo?

Alon. No hay mas

De irte al instante.

 

Sale Don Juan .

 

Juan. Qué es esto?

Alon. Es un pícaro, que ha hecho

La mayor bellaquería,

Bajeza y alevosía,

Que cupo en humano pecho,

La mas enorme traicion,

Que haber pudo imaginado.

Juan. Qué ha sido?

Alon. Hase enamorado.

Mirad, si tengo razon

De darle tan bajo nombre;

Pues no hace alevosía,

Traicion, ni bellaquería,

Como enamorarse un hombre.

Juan. Amor es quien da valor,

Y hace al hombre liberal,

Cuerdo y galan.

Alon. Pese á tal,

De los milagros de amor

La comedia me habeis hecho,

Que fue un engaño culpable;

Pues nadie hizo miserable

De avaro y cobarde pecho

Al hombre, sino el amor.

Juan. Qué es lo que decis?

Alon. Oid,

Y este discurso advertid,

Vereis cual prueba mejor.

El hombre, que enamorado

Está, todo cuanto adquiere,

Para su dama lo quiere,

Sin que á amigo, ni á criado

Acuda, por acudir

Á su gusto: luego es

Miserable amando, pues

No es, ni se puede decir

Virtud, la que no es igual;

Y miserable no ha habido

Mayor, que el que solo ha sido

Con su gusto liberal.

Juan. Á vuestra sofistería

Nada quiero responder,

Don Alonso, por no hacer

Agravio á la pena mia

Del amor; y si en su historia

Discurro, temo quedar

Vencido, y no quiero dar

Yo contra mí la victoria.

Á buscaros he venido,

Para consultar con vos

Un pesar; mas viendo, (ay Dios!)

Que de mi amor ha nacido,

Le callaré; porque quien

Da á un criado tal castigo,

Mal escuchará á un amigo.

Alon. No escuchará, sino bien;

Que no es todo uno, Don Juan,

Ser vos el enamorado,

Ó el bergante de un criado;

Que vos sois noble, galan,

Rico, discreto, y en fin

Vuestro es amar y querer.

¿Mas por qué ha de encarecer

El amor la gente ruin?

Y porque sepais de mí,

Que trato de un mismo modo

Burlas y veras, á todo

Me teneis, Don Juan, aqui. —

Salte allá fuera, [á Moscatel.

Juan. Dejad

Que me oiga Moscatel;

Que á vos os busco, y á él.

Alon. Pues proseguid.

Juan. Escuchad:

Ya, Don Alonso, sabeis,

Cuan rendido prisionero

De la coyunda de amor,

El carro tiré de Vénus;

Tan fácil victoria suya,

Que no sé cual fue primero,

Querer vencer, ó vencerme;

Que un tiempo sobró á otro tiempo.

Ya sabeis, que la disculpa

De tan noble rendimiento

Fue la beldad soberana,

Fue el soberano sugeto

De Doña Leonor Enriques,

Hija del noble Don Pedro

Enriquez, de quien mi padre

Amigo fue muy estrecho.

Este pues milagro hermoso,

Este pues prodigio bello,

Es la dicha, que conquisto,

Es la gloria, que deseo.

No os digo, que venturoso

Amante (ay de mí!) merezco

Favores suyos; que fuera

Descortes atrevimiento,

Que los merezco, decir;

Que, aunque es verdad que los tengo,

Tenerlos es una cosa,

Y otra cosa merecerlos.

Y asi, que los tengo, digo;

Que los merezco, no puedo;

Que es conseguir lo imposible

Dicha, y no merecimiento.

Con este engaño, llevado

En las alas del deseo,

Lisonjeado de la noche,

Aplaudido del silencio,

Festejado de las sombras,

Á quien mas favores debo,

Que al sol, que á la luz, que al dia,

Vivo de saber, que muero,

Hasta que mas declarado

Pueda, á rostro descubierto,

Pedirla á su noble padre,

De quien no dudo, ni temo,

Que me la dé; porque iguales

Haciendas y nacimientos,

No hay que esperar, donde amor

Tiene hechos los conciertos.

La causa de no pedirla

Y casarme desde luego

Con ella, es (aqui entra ahora

La pension deste contento,

El subsidio desta dicha,

Y el azar de aqueste encuentro)

Tener Leonor una hermana

Mayor; y como no es cuerdo

Discurso querer que case

Á la segunda primero,

No me declaro con él;

Porque, si á pedirle llego

Alguna de sus dos hijas,

Que claro está, que no tengo

De decir á la que adoro,

Por ser la mayor, es cierto,

Que me ha de dar á Beatriz;

Y si digo, que no quiero,

Sino á Leonor, es hacer

Sospechoso mi deseo,

Despertando la malicia,

Que hoy yace en profundo sueño,

Y quizá perder la entrada,

Que ahora en su casa tengo;

Sino es ya que está perdida

Con el mas triste suceso

De amor, que me pasó anoche;

Pues la pena con que vengo

Buscándoos, oidme, que aqui

Os he menester atento.

Beatriz, de Leonor hermana,

Es el mas raro sugeto,

Que vió Madrid; porque en él,

Siendo bellísima, y siendo

Entendida, estan echados

Á perder, por los extremos

De una extraña condicion,

Belleza y entendimiento.

Es Doña Beatriz tan vana

De su persona, que creo,

Que jamas á ningun hombre

Miró á la cara, teniendo

Por cierto, que alli no hay mas

De verle ella, y caerse muerto.

De su ingenio es tan amante,

Que, por galantear su ingenio,

Estudió latinidad,

Y hizo castellanos versos;

Tan afectada en vestirse,

Que en todos los usos nuevos

Entra, y de ninguno sale.

Cada dia por lo menos

Se riza dos ó tres veces,

Y ninguna á su contento.

Los melindres de Belisa,

Que fingió con tanto acierto

Lope de Vega, con ella

Son melindres muy pequeños;

Y con ser tan enfadosa

En estas cosas, no es esto

Lo peor, sino el hablar

Con tan estudiado afecto,

Que, crítica impertinente,

Varios poetas leyendo,

No habla palabra jamas

Sin frases y sin rodeos;

Tanto, que ninguno puede

Entenderla sin comento.

La lisonja y el aplauso

Que la dan algunos necios,

Tan soberbia, tan ufana

La tienen, que en un desprecio

De la deidad del amor

Comunera es de su imperio.

Esta tema á todas horas,

Este enfado á todos tiempos

Aborrecible la hacen,

Tanto, que no hay dos opuestos

Tan contrarios, como son

Las dos hermanas, haciendo

Por instantes el estrado

La campaña de su duelo.

Ha dado pues (yo no sé

Si es necia envidia, ó si zelo)

En asistir á Leonor

De suerte, que no hay momento,

Que no ande en alcance suyo,

Sus acciones inquiriendo,

Tanto, que al sol de sus ojos

Es la sombra de su cuerpo.

Anoche pues en su calle

Entré embozado y secreto;

Y haciendo al balcon la seña,

Donde hablar con Leonor suelo,

La ventana abrió Leonor,

Y yo, á la ocasion atento,

Llegué á hablarla; pero apenas

La voz explicó el concepto,

Que estudiado y no sabido

No me cabia en el pecho,

Cuando tras ella Beatriz

Salió, y con notable estruendo

La quitó de la ventana,

Dos mil locuras diciendo,

Que, si yo entendí el estilo

Con que las dijo, sospecho,

Que fueron, que ella á su padre

Diria el atrevimiento.

No sé si me conoció;

Y asi cuidadoso temo

El saber ó no saber

En qué ha parado el suceso;

Por cuya causa no voy