No hay más fortuna que Dios - Pedro Calderón de la Barca - E-Book

No hay más fortuna que Dios E-Book

Pedro Calderón de la Barca

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Beschreibung

No hay más fortuna que Dios es un auto sacramental de Pedro Calderón de la Barca, género en el que llegó a alcanzar la plenitud, al combinar a la perfección con su talento natural, amante de la pintura y de las sutilezas y complejidades teológicas.

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Seitenzahl: 54

Veröffentlichungsjahr: 2020

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Pedro Calderón de la Barca

No hay más fortuna que Dios

 

Saga

No hay más fortuna que DiosCover image: Shutterstock

Copyright © 1653, 2020 Pedro Calderón de la Barca and SAGA Egmont All rights reserved ISBN: 9788726499643

 

1. e-book edition, 2020

Format: EPUB 3.0

 

All rights reserved. No part of this publication may be reproduced, stored in a retrievial system, or transmitted, in any form or by any means without the prior written permission of the publisher, nor, be otherwise circulated in any form of binding or cover other than in which it is published and without a similar condition being imposed on the subsequent purchaser.

 

SAGA Egmont www.saga-books.com – a part of Egmont, www.egmont.com

AUTO SACRAMENTAL

PERSONAS

El Poder La Hermosura La Milicia La Discreción La Labranza El Bien La Pobreza El Mal El Demonio Un Esqueleto La Malicia músicos [La Justicia]

Ábrese un carro, y vese dentro un peñasco bruto, yen medio dél un árbol, de cuyo tronco sale el Demonio con un puñal en la mano

 

Demonio Rásguese de este tronco

la arrugada corteza

que fue al hombre padrón vegetativo

y en su cuaderno bronco

la gran naturaleza 5

con aqueste puñal verá que escribo:

 

Escribe en el tronco

 

«Muerto aquí yace vivo

todo el género humano»,

pues aborta este seno

el general veneno 10

que inficionó tirano

su noble ser de suerte

que buscando la vida halló la muerte.

No pequeña violencia

en no grande distancia 15

el despeño corrió de su delito,

pues avaro de ciencia

le dejó en ignorancia

la primera lección de su apetito,

y aunque fuese infinito 20

por su infinito objeto,

con todo, de mi injuria

no apagada la furia

mayores ruinas suyas me prometo,

esta raíz ramas brotando tales, 25

que, árbitro de los bienes y los males,

los bienes no posea

y los males le sigan

por donde quiera que el destino fuere,

tal que en dudosa idea 30

haya plumas que digan

si cuando el hombre nace, vive o muere,

a cuyo efeto quiere

mi ciencia siempre sabia

en no visto argumento 35

esplicar el intento

de su sañuda rabia.

Atención, pues, mortales, ya que tristes

el bien buscastis y del mal supistis,

que el bien y el mal la guerra 40

 

Bajando al tablado

 

hoy de vuestro discurso

ha de ser, siendo al nuevo asunto mío

teatro toda la tierra,

en cuyo gran concurso

ha de representar mi desvarío 45

de todos el desvío

que tienen con su estado,

pues ninguno contento

vive en él, mal atento

a que es quien se le ha dado 50

de Dios distributiva la Justicia.

Y así, atención, digo otra vez: ¡Malicia

del Hombre!

 

Sale la Malicia

 

Malicia ¿Qué me quieres?

Demonio Que me sigas pretendo.

Malicia Ya sabes cuánto siempre solicito 55

ir tras ti, que al fin eres,

o menguando o creciendo,

tú el cuerpo y yo la sombra del delito.

Demonio Pues para que en no escrito,

bien que claro argumento, 60

de mi penoso agravio

pueda esplicar el labio

algo de aquel tormento

que en doméstica lucha

siempre incesable me atormenta, escucha. 65

Ya sabes, Malicia, cuánto

Dios con providencia suma

asiste a todo, y que nada

desampara y desayuda,

haciendo que su justicia 70

a cada uno distribuya,

desde la hormiga más vil

a la más noble criatura,

lo que más le importa para

que admita a honra y gloria suya 75

el gracioso don del ser,

que sin él no fuera nunca;

el Hombre, aunque este principio

no ignora cuando a él se ajusta,

cuando se queja parece 80

que sí, pues que su locura

mal hallado con su suerte

le tray, que si él a la angustia

o a la dicha recibiera

como dádiva absoluta 85

de Dios con igual semblante,

ni fuera pesar la una

ni fuera placer la otra,

sino amor entrambas juntas;

pero como es tan sensible 90

esta terrena, esta ruda

carne y sangre, no a Dios siempre

como a primer causa juzga,

y así en humanos afectos,

viendo que al ser le disgusta 95

no ser lo que ser quisiera,

anda a buscar la segunda;

yo pretendo que la halle

en una mentira, a cuya

causa te llamé porque 100

tú, Malicia, la introduzgas

a los mortales en sola

una voz.

Malicia ¿Qué voz?

Demonio Fortuna.

Malicia ¿Qué es Fortuna?

Demonio Una inventada

deidad, que si bien la apuras, 105

en las vanidades toda

y en las verdades ninguna

la hallarás, pues en sus aras

nada luce y todo ahúma,

con que pienso, cuando unos 110

agradezcan las venturas

y otros lamenten las penas,

que ni unos ni otros acudan

con las quejas o las gracias

a Dios, sino que confundan 115

su providencia parando,

sin que en lo mayor discurran,

en lo menor, de manera

que del favor o la injuria

a su Fortuna no más 120

los efetos atribuyan,

con que olvidados de Dios

venturas y desventuras,

siendo Él la causa de todas,

no le conozcan ninguna. 125

Para este concepto, que es

el asunto a que hoy se ajusta

mi deseo, he imaginado,

como dije, fingir una

deidad que el nombre equivoque 130

de la siempre sabia augusta

distributiva justicia,

haciéndoles que presuman

que de la Fortuna nace

lo que halaga o lo que angustia, 135

y siendo así que en los rumbos

del humano ser sin duda

no hay más Fortuna que Dios,

he de hacer que no discurran

en su deidad, previniendo 140

que a esta fantasma confusa,

a esta idea imaginada,

ciego enigma y cifra obscura,

den las gracias o las quejas

del bien o el mal que los busca, 145

y para que mejor puedan

mis cautelosas industrias

hoy explicarse, he de usar

la retórica figura

que llaman suposición 150

aquellos que se dibujan

en su fantástica idea

la imagen de lo que estudian,

a cuyo efeto supongo

que de ese monte las duras 155

entrañas son el nativo

seno que en su centro oculta

antes de ser al humano

género; y no, no presumas

que es arrastrado concepto, 160

pues fue su primera cuna

la tierra, de quien él mismo

se labró su sepoltura;

con que viene bien que sea,

(fuera de lo que aseguran 165

muchos sagrados lugares),

su cuna el monte, y su tumba.

Supongo después que nace

en él un árbol, de cuyas

ramas pendientes están 170

todas las insignias juntas

de que el humano comercio

para sus oficios usa;

supongo que a sombra desta

copa los que aún no las puras 175

luces gozaron del día

en trémula noche obscura

dormidos yacen; supongo

que la Justicia sacuda

con su vara aquellas hojas, 180

a cuyo golpe desnudas

de los contrarios trofeos

que las guarnecen y ilustran

despierten todos y se hallen

sin ver a quién lo atribuyan 185