No soy mi ADN - Manel Esteller - E-Book

No soy mi ADN E-Book

Manel Esteller

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Beschreibung

¿Puedo heredar las enfermedades de mis padres o abuelos? ¿Es posible que mis hijos hereden las mías? ¿Hasta qué punto una disciplina como la epigenética puede tener repercusión en la prevención y tratamiento de enfermedades como el cáncer, el Parkinson o el Alzheimer? Y, sobre todo, ¿qué es la epigenética? Manel Esteller, todo un referente internacional en el ámbito de la epigenética, responde a estas preguntas y a muchas otras de manera ilustrativa y divulgativa. A partir de doce ejemplos basados en casos reales, expone las claves para entender mejor las bases de esta disciplina y ofrece un panorama de las infinitas posibilidades que genera el estudio de la epigenética. De este modo, los conceptos teóricos encuentran su aplicación práctica en los consejos para llevar una vida saludable que nos permita, prevenir el desarrollo de alguna de estas enfermedades.

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© Manel Esteller Badosa, 2017.

© de esta edición digital: RBA Libros, S.A., 2017. Diagonal, 189 - 08018 Barcelona.

www.rbalibros.com

REF.: ODBO065

ISBN: 9788490568286

Composición digital: Newcomlab, S.L.L.

Queda rigurosamente prohibida sin autorización por escrito del editor cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra, que será sometida a las sanciones establecidas por la ley. Todos los derechos reservados.

Índice

INTRODUCCIÓN. ¿QUÉ HAY MÁS ALLÁ DE LA GENÉTICA? ¡LA EPIGENÉTICA!

AVISO PARA NAVEGANTES

1. JUAN Y DAVID, DOS GEMELOS NO TAN IDÉNTICOS

2. SUPER BUFFY VUELVE A HOLLYWOOD

3. LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL EXPERIMENTA EN HOLANDA.

4. NO JUZGUES A NADIE POR EL COLOR DE SU PIEL (NI SIQUIERA A UN RATÓN)

5. DE ABEJA OBRERA A REINA SIN PASAR POR LA SACRISTÍA

6. SOBRE LA EVOLUCIÓN Y NUESTROS HERMANOS PRIMATES

7. LA VERDADERA DIFERENCIA ENTRE HOMBRES Y MUJERES NO ES LA QUE PIENSAS

8. ¿QUIÉN HACE CALLAR A LOS PARÁSITOS QUE LLEVAMOS DENTRO?

9. EL AMBIENTE HABLA CON NUESTROS GENES Y A VECES ESTOS ESCUCHAN

10. TODAS LAS ENFERMEDADES HUMANAS TIENEN UN COMPONENTE EPIGENÉTICO

11. EL MICROUNIVERSO EVOLUTIVO DEL CÁNCER

12. FÁRMACOS QUE CAMBIAN LA PROGRAMACIÓN ERRÓNEA DE LOS TUMORES

EPÍLOGO LA EPIGENÉTICA ES UNA CIENCIA JOVEN: ¡LA VERDAD ESTÁ AÚN AHÍ AFUERA!

MANUAL BÁSICO DE EPIGENÉTICA

GLOSARIO

BIBLIOGRAFÍA

AGRADECIMIENTOS

NOTAS

INTRODUCCIÓN

¿QUÉ HAY MÁS ALLÁ DE LA GENÉTICA?

¡LA EPIGENÉTICA!

UNA CIERTA APROXIMACIÓN TERMINOLÓGICA

En los últimos tiempos una nueva rama de la ciencia parece haberse puesto de moda: en todas partes, sobre todo en los medios de comunicación, no deja de citarse a la epigenética. Un momento, ¿epigequé...?

Es normal que el ciudadano de a pie tenga la impresión de que los investigadores nos hemos vuelto un poco más locos de lo que ya de por sí parecemos o, lo que es peor, que constantemente y a propósito estemos inventando nuevas palabrejas con la intención de que nadie nos comprenda. Y es que justo cuando todo el mundo estaba empezando a acostumbrarse a algunos de los términos científicos que solemos usar normalmente, nosotros vamos y nos sacamos otros nuevos de la manga (o, ya puestos, del bolsillo de la bata), mezclando vocablos que por fin comenzaban a resultar un poco familiares con otros más ampulosos, añadiendo prefijos (un epi- por aquí, un macro- por allá...), o cambiando sufijos y colocando un -ética allí donde, no sin esfuerzo, todos nos habíamos habituado a utilizar un -ómica.

«Genes», «hélices de ADN», «cromosomas», «evolución», «mutaciones»... La sociedad ha tardado muchos años en asimilar todas estas palabras que al principio sonaban tan raras y que poco a poco, gracias a la prensa (y, sobre todo, a la televisión, que se ha aficionado a repetirlas tras las noticias más destacadas del día, un poquito antes de la publicidad), al final hemos acabado aprendiendo.

Y precisamente ahora, cuando estos términos empezaban a resultar familiares y cualquiera podía emplear ya con cierta propiedad alguno de ellos, como por ejemplo «genético», o expresiones como «hazle la prueba del ADN» y «seguro que tiene una mutación», investigadores, científicos y médicos se lanzan a inventar otros más difíciles con el único objetivo de hacernos la vida imposible. ¿Qué demonios está ocurriendo? ¿Es que quieren complicarnos la existencia?

Es necesario que nos detengamos un momento para hacernos algunas preguntas importantes. ¿Es este cambio de terminología un simple capricho de los científicos? ¿No tienen ya bastante con sus investigaciones? ¿Por qué la terminología es tan relevante para ellos? Y, si es así, si la terminología es tan importante porque a través de ella quieren hacernos comprender de qué modo sus áreas de investigación y sus avances cambian, crecen, se desarrollan y toman forma, entonces... ¿qué imperceptible matiz diferencia la ya conocida «genética» de la novedosa «epigenética»? ¿Por qué hemos de aprender a diferenciarlas y, sobre todo, cómo puede afectar esta nueva (o al menos relativamente nueva) ciencia a nuestras vidas?

Para responder con precisión a todas estas preguntas, esto es, para poder comprender realmente la importancia y el alcance de la epigenética, y cómo los descubrimientos en esta área pueden beneficiarnos y repercutir en nuestra salud y también en nuestra vida cotidiana, debemos tener en cuenta diferentes aspectos y valores o, como diría Jack el Destripador, ir por partes.

GENÉTICA, EPIGENÉTICA Y ÉTICA

A pesar del desconocimiento mayoritario que siempre ha parecido acompañar a las cuestiones y avances científicos frente a otras materias que han merecido una atención y un interés mayores, sí se puede afirmar que en los últimos tiempos la prensa ha prestado más atención a los últimos descubrimientos y a su impacto en nuestra calidad de vida. En la actualidad es habitual que aparezcan en los periódicos y revistas de información general noticias y reportajes sobre divulgación científica, y que las televisiones emitan, además de los consabidos documentales, programas generalistas que abordan temas científicos y generan debates de interés. Hay que señalar, sin embargo, que desgraciadamente en este tipo de programas muchos de los participantes opinan sin el rigor necesario y con un inequívoco afán sensacionalista, mezclando cuestiones puramente éticas y morales con aspectos científicos que se presentan de una manera sesgada. Esto ocurre con frecuencia cuando estos debates tienen que ver con la genética y, sobre todo, con un asunto tan candente y espinoso como el de la clonación.

Aunque por fortuna esto no siempre es así, sí es verdad que los estudiosos, investigadores y científicos somos cons­ cientes del impacto que los avances y las informaciones sobre genética tienen en la opinión pública, y de las controversias que surgen constantemente en torno a este tema en los medios de comunicación, que en muchos casos realizan sin demasiada base osadas predicciones fatalistas sobre el futuro que nos espera si determinadas técnicas acaban por permitirse y practicarse. El debate sobre la clonación es uno de los favoritos de los periodistas científicos y, cómo no, un tema recurrente cuando se quieren rellenar unos pocos minutos de televisión o radio dedicados a la ciencia. Y es que la polémica sobre las implicaciones éticas, morales y políticas de la clonación da mucho juego, no se puede negar, y con ella resulta fácil llamar la atención de un público ávido de noticias morbosas.

Pero la clonación no es solo un buen ejemplo de los problemas y los retos que se plantean la ciencia y la tecnología actuales. Aunque se haya tratado de un modo poco riguroso y desde la única perspectiva del fatalismo, lo cierto es que se trata de una materia de gran importancia, ya que la investigación en clonación y las mejoras en las técnicas utilizadas en ella ayudarán a comprender más profundamente algunos aspectos relacionados con los fenómenos de desarrollo de los mamíferos, lo que a su vez tendrá importantes repercusiones en los campos de la medicina y la salud de los humanos.

Por todo lo comentado hasta aquí, a lo largo de este libro intentaremos responder detalladamente a las preguntas que muchas personas se hacen sobre los peligros de la clonación y sobre el hecho de si realmente tiene sentido planteárselas. Asimismo, profundizaremos en sus limitaciones técnicas actuales, no solo porque la solución de las mismas es más necesaria que la toma de cualquier decisión definitiva sobre su conveniencia, sino también porque, de hecho, la mayoría de los interrogantes que se deben resolver antes de poder dar un paso definitivo en este campo tienen que ver con aspectos puramente epigenéticos.

¡Vaya, ya estamos otra vez a vueltas con la epigenética!

EPIGENÉTICA Y CÁNCER

Se podría pensar, por su nombre, que la epigenética es una caprichosa variante, otra rama o simplemente una nueva especialidad dentro del vastísimo mundo de la genética; sin embargo, la realidad es bien distinta, pues la epigenética no es una nueva disciplina desarrollada en tiempos recientes, sino que viene definiéndose como tal desde hace más de quince años, si bien ha sido en el último lustro cuando se ha conocido e investigado su relación con el cáncer desarrollado en humanos y, por tanto, cuando ha adquirido relevancia entre la opinión pública y los medios de comunicación. Y es que resulta indudable que el descubrimiento de la conexión del cáncer con los fenómenos epigenéticos constituye un ejemplo perfecto del impacto que puede tener la epigenética en temas de interés general. Profundicemos brevemente en ello.

El componente genético del cáncer es conocido desde hace muchos años y ha sido clave para desarrollar métodos para su diagnóstico y terapia. Asimismo, en los últimos tiempos hemos avanzado en nuestras investigaciones hasta conseguir establecer una relación que vincula al cáncer con alteraciones epigenéticas. En concreto, se ha logrado demostrar que el cáncer está directamente vinculado a los procesos que provocan alteraciones químicas en el ADN, entre los que destaca la metilación.

¡Atención, queridos lectores!: estáis ante un término que utilizaremos con frecuencia en este libro, por lo que tal vez esta sea una ocasión inmejorable para explicarlo brevemente, si bien la descripción de este proceso la desarrollaremos y trataremos más adelante con mayor profundidad. Pero, ahora, una breve definición: la metilación es la modificación epigenética más frecuente, y una modificación epigenética es, a su vez, cualquier modificación del ADN que altere la estructura de un gen sin cambiar su secuencia básica.

Dentro de estas modificaciones, la metilación consiste en un proceso químico (la adición de un grupo metilo a una molécula) capaz de «apagar» la expresión de un gen bueno, lo que, en algunos casos, puede provocar alteraciones de tipo tumoral.1

Si bien es preciso resaltar que en sí misma la metilación no es buena o mala, ya que se trata simplemente de un proceso fisiológico, basta con ver la gran cantidad de artículos científicos publicados en los últimos años sobre epigenética y cáncer para comprobar la gran cantidad de investigación invertida en esta disciplina, la cual ha provocado, entre otras consecuencias, que el número de publicaciones sobre cáncer y modificaciones epigenéticas se haya multiplicado en la actualidad por veinte. De hecho, las conexiones entre esta enfermedad y la metilación del ADN han permitido el diseño de nuevos métodos de diagnóstico y de tratamientos terapéuticos, lo que reafirma nuestra afirmación inicial: la gran importancia de la epigenética para la mejora de nuestra calidad de vida y, sobre todo, para la lucha contra un mal tan devastador como el cáncer.

UNA MULTIDISCIPLINA MÉDICA

Así pues, no resulta descabellado afirmar que la epigenética tiene muchas implicaciones, además de las relacionadas con la medicina, la biología y la biotecnología. Más allá de lo que atañe al ser humano, ha de ser tenida en cuenta también en el desarrollo de terapias génicas y trasplantes en animales y plantas, por lo que resulta importante en biotecnología forestal y ganadería, ya que se ha llegado a la conclusión de que fenómenos como la latencia viral, las enfermedades producidas por priones (como el conocido caso de las «vacas locas» en el Reino Unido) y otras afecciones están directamente asociadas a la epigenética.

Todos estos aspectos, aplicaciones y derivaciones de la epigenética han contribuido de una manera esencial al crecimiento exponencial de la investigación en el marco de esta nueva disciplina; sin embargo, a pesar de su impacto en la biología molecular, la biomedicina y la biotecnología, la epigenética sigue siendo una materia a la que apenas se dedica un espacio mínimo en los libros de texto. Y aunque es cierto que el número de laboratorios especializados en el estudio del fenómeno epigenético ha aumentado en las más prestigiosas instituciones científicas de todo el mundo, es preciso señalar también que la primera conferencia sobre epigenética se celebró en una fecha tan relativamente reciente como 1996, hace solo dos décadas.

Hoy en día, aunque la epigenética sigue siendo una disciplina desconocida para el gran público, resulta innegable que su avance es imparable, no solo porque la inversión en investigación básica y aplicada por parte de instituciones académicas y privadas es un buen ejemplo de su presente y también de su futuro, sino porque incluso en el mundo empresarial han comenzado a aparecer compañías dedicadas a desarrollar tecnologías relacionadas con aspectos estrictamente epigenéticos.

En algunos casos, el último objetivo de estas corporaciones es la obtención de nuevos fármacos destinados a tratar enfermedades humanas, y aunque en este sentido pueda pensarse que utilizan la biotecnología epigenética con el único objetivo de aumentar su beneficio económico, lo cierto es que muchas veces estas adquisiciones por parte de grandes multinacionales a pequeñas empresas superespecializadas en un producto epigenético (como por ejemplo algunas sustancias que actúan a nivel de las sirtuínas —unas enzimas que modifican las histonas con efecto antienvejecimiento— o las histonas metiltransferasas, que se aplican como fármacos anticáncer) han conllevado inversiones de decenas de millones de euros y, por ende, un mayor apoyo en la investigación.

LA GRAN AFIRMACIÓN

Como acabo de explicar, todo lo relativo a la epigenética está ahora mismo de imperiosa actualidad, pero si pensáis que todos los conceptos que estoy exponiendo os resultan un tanto enmarañados, ya podéis prepararos, porque ahora viene la «gran afirmación»: todo eso que conocemos como el ADN normal, las secuencias que originan las típicas proteínas... pues ese material genético únicamente constituye el 10 % de nuestro genoma, nada más que ese pequeño tanto por ciento, solo una décima parte.

¿Qué hace entonces el 90 % restante? Buena pregunta, amigos.

Podríamos decir que el 45 % de nuestro genoma está constituido por restos evolutivos de nuestro pasado como microorganismos, gusanos, peces o pequeños mamíferos, restos que además también están repletos de «invitados no deseados», porque tenemos insertadas en nuestro genoma miles de secuencias de ADN pertenecientes a muchísimos virus que nos han visitado a lo largo de nuestra historia como especie.

«De acuerdo, ¿y qué ocurre con el 45 % restante?», os preguntaréis. Pues bien, buena parte de nuestro material genético produce unas moléculas «extrañas», llamadas ARNs no codificantes, que son parecidas a las que dan lugar a las proteínas, solo que en vez de producir proteínas se encargan de regular a sus precursores. Dentro de la gran familia de moléculas de ARNs no codificantes, los miembros más famosos son los microARNs, pequeñísimas moléculas de entre veinte y veintiún nucleótidos que inhiben o activan a centenares de genes.2 Ahora la nueva pregunta que inevitablemente se plantea es por qué estamos hablando aquí de estas moléculas. Muy sencillo: porque muchas de las señales epigenéticas son reguladas por estas peculiares estructuras, pero debido a que todavía desconocemos buena parte de sus funciones, por el momento denominamos a estas regiones de nuestro ADN «genoma oscuro».

UNA PEQUEÑA DECLARACIÓN DE INTENCIONES

Nuestro objetivo, lo que realmente nos complacería, es que al terminar esta obra vosotros, nuestros lectores, sintierais que el libro ha arrojado un poco de luz sobre el interesante universo de la epigenética. Para lograrlo, pensamos que el mejor método es la presentación de unas breves pero entretenidas historias (al menos eso esperamos) que os permitan comprender de forma sencilla qué es y para qué sirve la epigenética. Y también que podáis responder a cuestiones como las siguientes: ¿Es la epigenética solo una palabra de moda? ¿Se trata de un tipo de herencia que sigue sus propias reglas para obtener una imagen completa de cómo funcionan los organismos? ¿Cómo y dónde se puede situar la genética con respecto a la epigenética? ¿Es aún la genética la parte dominante en la relación entre ambas disciplinas desde el punto de vista de los científicos e investigadores? ¿De qué forma puede la epigenética contribuir al conocimiento y tratamiento del cáncer? ¿Cuál será el papel de la epigenética en el desarrollo de nuevas terapias?

Sin embargo, para llegar a este punto, antes de seguir avanzando es preciso esbozar algunos conceptos básicos sobre epigenética que se explican en el siguiente capítulo. Nos ayudarán a entender mejor algunas de las cuestiones científicas que abordaremos y que, de lo contrario, podrían resultar de difícil asimilación. Intentaremos explicarnos de la forma más clara y breve posible, pero aun así, en cada capítulo volveremos sobre algunos de conceptos de un modo más gráfico y práctico, no tan teórico y (esa es nuestra intención) más ameno y coloquial.

AVISO PARA NAVEGANTES

Para nosotros, esta introducción que acabáis de leer viene a ser una especie de preparación necesaria para poder disfrutar del resto del libro, pero para aquellos que os hayáis quedado con ganas de más, hemos elaborado también un capítulo llamado «Manual básico de epigenética» que encontraréis al final del libro, justo después del epílogo, y en el que se desarrollan de manera detallada conceptos como en qué consiste exactamente la metilación, qué es la expresión génica, cuál es la función de las islas CpG o, también, cómo y gracias a qué investigadores la epigenética ha ido avanzando hasta convertirse en la importante disciplina científica que es hoy en día.

A la hora de redactar este libro hemos valorado muy detenidamente dónde debíamos incluir este manual básico y, finalmente, después de muchas vueltas, nos hemos decantado por incluirlo al final, de manera que quienes quieran sumergirse en la vertiente más científica de la epigenética puedan acudir a él para empaparse bien de conceptos y procesos esenciales en su estudio y desarrollo y, por otra parte, aquellos que estén más interesados en su aplicación práctica, es decir, en conocer cómo influye en nuestras vidas a través de casos concretos, de reflexiones sobre noticias de actualidad o, en resumen, desde una perspectiva más general, puedan leer el libro obviando este capítulo o, en todo caso, acudir a él en busca de la precisión y el matiz en un concepto concreto si lo consideran necesario.

No se trata de un glosario (que también hemos incluido, justo tras el manual), porque aquí no ofrecemos solo definiciones ordenadas alfabéticamente, sino de un resumen profundo y detallado de conceptos de los que hablaremos largo y tendido a lo largo del libro. Por todo esto te ofrecemos tres posibilidades:

1. Antes de comenzar puedes acudir al final, buscar el manual en cuestión y leértelo para empaparte bien de epigenética.

2. A medida que avances en la lectura, si hay algún concepto que no entiendes o en el que quieres profundizar, puedes consultar los apartados que se indican en las notas a pie de página.

3. Pero también puedes saltártelo directamente, porque nuestra intención es que la lectura de todo el libro no se resienta si decides prescindir de estas explicaciones.

Nosotros ponemos a tu disposición todas las herramientas que consideramos que pueden serte útiles y, ahora, tuya es, por lo tanto, la decisión de utilizarlas o no.

Y, con esta última recomendación, ya no nos queda nada más por decir excepto: ¡ánimo con la lectura!

Podríamos decir que, hasta ahora, esta introducción ha sido como llevar esa ortodoncia que te colocan cuando eres adolescente y que te parece que no te van a quitar nunca. Pero, ay, cuando por fin lo hacen, ¡qué alegría! A partir de ese momento ya estás listo para salir a la calle, mostrar tu mejor sonrisa e incluso besar con una boca nueva a esa persona especial a la que amas.

Con este texto sucede exactamente lo mismo, ya no nos quedan más recomendaciones, ya sabes todo lo que necesitas saber, y ahora ¡a disfrutar de los besos! Es decir, ¡a disfrutar del libro!

1

JUAN Y DAVID, DOS GEMELOS

NO TAN IDÉNTICOS

Cuando Juan y David nacieron fueron recibidos con la máxima alegría por parte de sus padres. Dos preciosos gemelos idénticos, a decir de su familia, y técnicamente llamados monocigóticos, a decir de los científicos. Los gemelos monocigóticos comparten la misma secuencia de ADN debido a que han surgido de un mismo óvulo y un mismo espermatozoide que, al unirse, han dado lugar a un embrión que se ha dividido en dos, lo que ocurre la mayoría de veces si esta división se produce antes de que se cumplan cinco días de gestación. Esto es lo que hace que los dos fetos sean idénticos.

Pero, ¿qué es lo que queremos decir al calificarlos como «idénticos»? ¿Lo son realmente?

La realidad es que esos gemelos, que lógicamente serán siempre del mismo sexo, son casi clones «naturales»; sin embargo, este «casi» es importante, porque lo cierto es que ambos fetos no tienen exactamente la misma identidad genética a pesar de que comparten el mismo ADN, es decir, los mismos genes.

En el caso de los gemelos que nos ocupan, Juan y David, a sus padres les hacía gracia esta enorme semejanza y, como muchos otros padres de gemelos, la potenciaban cuando eran pequeños: los vestían siempre igual y, cuando los niños comenzaron a crecer, las típicas bromas de los gemelos que juegan a hacerse pasar el uno por el otro generaban grandes sonrisas. Pero David enfermó y tuvo que estar postrado en la cama varios meses, lo que hizo que tuviera que repetir curso, en tanto que Juan avanzaba en sus estudios al ritmo adecuado.

Una vez que David hubo superado su enfermedad y se reincorporó a su vida normal empezó a frecuentar a amistades poco recomendables que contribuyeron a hacerle perder de vista sus responsabilidades e ir descuidando los estudios. Comenzó a suspender cada vez más asignaturas, a desentenderse del colegio, a saltarse las clases... Ya en la adolescencia parecía claro que David no iba a tener ni las ganas ni el expediente académico exigidos para entrar en la universidad, cosa que sí logró Juan, que al volver de la facultad solía contemplar con cierta pena y un poco de culpa a su hermano, que se dedicaba a holgazanear por casa sin parecer demasiado preocupado por su futuro. Y así, mientras Juan estudiaba su carrera, David desperdiciaba en alcohol y tabaco el poco dinero que conseguía ganar en sus trabajos esporádicos.

Pasaron los años, los chicos se convirtieron en hombres y, con su título de licenciado en veterinaria bajo el brazo, Juan se fue a vivir al campo y a ejercer allí su profesión. La vida de David, en cambio, cada vez transcurría por ambientes bastante menos «saludables», pues con lo poco que ganaba no pudo más que alquilar una habitación en un piso de mala muerte, con vistas a una de las autopistas que rodeaban su ciudad, continuamente atestada de coches y colapsada por atascos que producían una gran contaminación.

Fue poco después del nacimiento de su primer hijo cuando Juan se enteró de que a David le habían diagnosticado un agresivo cáncer de pulmón. Dos años después su hermano falleció en el hospital. Juan, desconsolado y llorando de impotencia, sostuvo su mano hasta que expiró. En la lápida de «su otro yo» Juan ordenó escribir: «Siempre juntos».

Y bien, dejando aparte el innegable dramatismo de esta historia, ¿qué nos muestra este ejemplo desde un punto de vista científico? ¿Cómo es posible que dos personas con el mismo ADN puedan tener comportamientos y enfermedades distintas a lo largo de su vida?

La razón es bien sencilla: el ADN no lo es todo, es la epigenética lo que le da un sentido.

EL MISMO TRAJE CON ACABADOS DIFERENTES

Para responder a todas las preguntas que acabamos de hacernos es necesario recapitular y volver al principio de la historia de Juan y David desde el mismo instante en que se convirtieron en gemelos, es decir, cuando de un mismo embrión se originaron dos.

Aquí reside el dato importante, el quid de la cuestión: los gemelos monocigóticos, esto es, los nacidos de un mismo embrión que se ha dividido en dos, poseen el mismo genoma, pero pueden tener un epigenoma distinto. Esta circunstancia, este concepto, fue difundido públicamente por primera vez en 2005, cuando junto con mi equipo publiqué el artículo titulado «Epigenetic differences arise during the lifetime of monozygotic twins» (véase Fraga, M. F, en la bibliografía) en el que demostrábamos que los gemelos monocigóticos presentan diferencias epigenéticas a nivel de la metilación del ADN (recordemos: el proceso que explica por qué unos genes están activos y otros permanecen «callados») y modificaciones de las histonas (las proteínas que ayudan a que el ADN acabe formando su hélice tan característica y que constituyen los cromosomas).

Este hallazgo cambió la forma en que los investigadores entendíamos la relación entre genoma, epigenoma y ambiente, y debido a su repercusión científica varios medios de comunicación de renombre mundial, como The New York Times, The Wall Street Journal o las cadenas de televisión CBS y BBC se hicieron eco del mismo. Vaya, ¡acabábamos de publicar todo un best seller científico!

LA DERIVA EPIGENÉTICA

Nuestro estudio demostraba que la mayoría de gemelos son idénticos genética y epigenéticamente al nacer, pero a partir de ese momento van modificando su epigenoma de manera individual o, por decirlo de otro modo, por separado.

Decidimos bautizar a este proceso como la «deriva epigenética», un nombre poético que da a entender que esta modificación es semejante, en cierto modo, al recorrido caprichoso de una embarcación arrastrada por la corriente del mar o de un río. En el ejemplo que nos ocupa, el de la triste historia de los hermanos gemelos Juan y David, acabamos de ver que cuanto más envejecían los gemelos más distintos eran epigenéticamente, y cuanto menos tiempo de vida pasaban juntos más diferentes eran sus marcas químicas epigenéticas. Por otra parte, el abuso de sustancias como el tabaco o el alcohol por parte de David, sus distintos estilos de vida (sedentario en el caso de David, físicamente activo en el de Juan) y de tipo de alimentación, fueron factores clave a la hora de crear claras diferencias entre ambos.

Tras la publicación de nuestro artículo, diversos investigadores han corroborado y comprobado con posterioridad nuestra observación inicial en muchos estudios en los que se han aplicado técnicas aún más sofisticadas y de alta resolución, lo que nos ha permitido añadir nuevos datos que completan nuestro hallazgo y amplían los conocimientos sobre el mismo.

Sin embargo, entre la comunidad biomédica seguía existiendo una cuestión sin respuesta, un enigma por resolver: el caso de los gemelos discordantes.

Explicándolo de forma simplificada, la cuestión tiene que ver con los casos en que dos gemelos monocigóticos son portadores de una misma mutación que les hace correr un alto riesgo de desarrollar una enfermedad, pero sucede que uno la desarrolla y el otro no, o bien lo hace muchísimos años después. ¿Cómo es posible?

Hagan sonar sus trompetas porque la epigenética vuelve otra vez al rescate como si fuera el Séptimo Regimiento de Caballería.

Expliquémonos mejor: gracias a los avances en la investigación epigenética hemos empezado a reconocer y comprobar que el gemelo que está a punto de desarrollar la enfermedad empieza a acumular cambios epigenéticos dañinos que lo impulsan en el camino de la patología. Es decir, ambos tienen la misma mutación que les hace, por ejemplo, tener tendencia a desarrollar un cierto tipo de cáncer, pero debido a su estilo de vida uno de ellos acumula cambios epigenéticos que le harán desarrollar la enfermedad, mientras que el otro (con un estilo de vida distinto) no lo sufrirá.

Otro ejemplo achacable a la deriva epigenética tiene que ver con las conclusiones de numerosos estudios que han determinado que las diferencias epigenéticas entre gemelos son las responsables de la aparición de trastornos psiquiátricos. Así, en dos hermanos gemelos univitelinos, con exactamente los mismos genes, el fenotipo puede cambiar de modo radical en función de cómo haya influido en ellos el ambiente, de tal modo que uno esté sano y otro desarrolle una enfermedad mental o de cualquier otro tipo.