No te enroques. Psicoajedrez para mejorar tu vida - María Rodrigo Yanguas - E-Book
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No te enroques. Psicoajedrez para mejorar tu vida E-Book

María Rodrigo Yanguas

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Beschreibung

Detente, toma aire, reflexiona y dime: ¿Cuál ha sido tu última jugada? ¿Ha sido un buen movimiento o estás permitiendo que te den jaque mate? La vida es una partida de ajedrez, con cada movimiento, con cada pequeña decisión que tomas vas escribiendo tu propia historia. Aciertos, incertidumbres, fallos, emociones, planes, metas, frustraciones, objetivos, alegrías, personas… todo está jugando en tu partida, pero solo tú eres la mano que ejecuta el movimiento definitivo. Este libro está escrito desde el corazón, en él te cuento mis vivencias y experiencias como ajedrecista y psicóloga y donde te propongo reflexiones prácticas para que comiences a ser tú el que de jaque mate a tus sueños, a tu vida.

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Seitenzahl: 227

Veröffentlichungsjahr: 2022

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Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra solo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley.

Diríjase a CEDRO si necesita reproducir algún fragmento de esta obra.

www.conlicencia.com - Tels.: 91 702 19 70 / 93 272 04 47

 

 

Editado por HarperCollins Ibérica, S. A.

Avenida de Burgos, 8B - Planta 18

28036 Madrid

 

No te enroques. Psicoajedrez para mejorar tu vida

© 2022, María Rodrigo Yanguas

© 2022, del prólogo, Rey Enigma

© 2022, para esta edición HarperCollins Ibérica, S. A.

 

Todos los derechos están reservados, incluidos los de reproducción total o parcial en cualquier formato o soporte.

 

Gráficos de ajedrez: chess.com, chesskids y perfil de David Antón en la web de la FIDE, www.fide.com

Diseño de cubierta: LookAtCia

 

ISBN: 978-84-9139-833-2

 

Conversión a ebook: MT Color & Diseño, S.L.

Índice

 

 

Créditos

Dedicatoria

Prólogo

Introducción. La serendipia del ajedrez

Un breve recorrido sobre la historia del ajedrez

El ajedrez como escuela de vida

1. La potencial herramienta del aprender a aprender

2. Toctoc, ¡doctora, vengo a jugar!

3. Las piezas conviviendo en sociedad

4. El mundo empresarial en 64 casillas

5. Reflexiones sobre la esencia del ajedrez

Los diez granitos psicológicos del ajedrez

6. Un gimnasio mental low cost

7. ¿Qué es este huracán emocional?

8. El poder empoderante de tres verbos: sentir, pensar, hacer

9. El máximo rival eres tú

10. Las piezas del adversario

11. Aprender del vacío emocional en cada una de las derrotas

12. El arte de hacer añicos la burbuja de cristal

13. La elección de ir desenmarañando el camino

14. La resolución de las mil y una batallas

15. El ajedrez como los pasos, creando senderos

Epílogo. La magia del ajedrez

Agradecimientos

Anexos

Anexo 1. Guía exprés de pre-ajedrez

Anexo 2. Solución a las actividades

 

 

 

 

 

 

A mi familia, a mi yayito eterno

 

A mis compañeras de vino y vida

 

A ti lector, por creer en la magia del ajedrez

Prólogo

 

 

 

 

 

Quiero empezar este prólogo con un enorme agradecimiento a María. Agradecimiento, en primer lugar, por la maravillosa labor de divulgación que realiza transmitiendo los valores y beneficios del ajedrez con esa alegría que la caracteriza. Su perfil como doctora en Psicología y maestra Fide de ajedrez es, además, ideal para desengranar el papel fundamental de la psicología en ajedrez y transformarlo en motivación, consejos y aprendizaje para todos los que amamos este deporte.

Por otra parte, agradecimiento por su ayuda y su buena predisposición desde el primer contacto que tuve con ella hace un año. Muchos no lo sabrán, pero María fue la primera persona con la que hice una colaboración presencial. La contacté de un día para otro para jugar una partida en la plaza de Ópera en Madrid y aceptó sin saber absolutamente nada de Rey Enigma en ese momento.

Desde entonces empezó una bonita «amistad enigmática» en la que hemos vivido muchos momentos especiales como nuestra actuación en el programa Got Talent. Y no, para aquellos que lo pregunten, ¡María no sabe mi verdadera identidad! Y lo mejor es que, como ella suele decir, no quiere saberlo.

Y es que María es de esas personas que, a poco que las conozcas, sabes que se puede confiar, al igual que confío que este libro va a ayudar a mucha gente a apreciar la «magia» del ajedrez. Estoy convencido de que esta obra va a encantar a toda la comunidad ajedrecística en su conjunto, ya que une lo mejor de la psicología con lo mejor del ajedrez.

Un abrazo enigmático y a disfrutar de esta gran obra.♥♟

 

REY ENIGMA

Introducción. La serendipia del ajedrez

 

 

 

 

 

Tictac, tictac… Ese sonido incesante que acompaña a mis pensamientos mientras estos revolotean alrededor de las piezas de ajedrez… Tictac, levanto la mirada del tablero para observar el tiempo que me queda en el reloj. Marca cincuenta segundos frente a los cuarenta del rival. Vuelvo a bajar la mirada y ahora trato de que mis pensamientos aumenten por cien la velocidad a la que discurren por mi mente, con el fin último de elegir la jugada precisa entre las cincuenta legales que existen en la posición. Mi mano decidida coge la dama y la desplaza a la casilla f7. Pulso el reloj y el tiempo del rival comienza a bajar: treinta y nueve, treinta y ocho, treinta y siete… La adrenalina me recorre todo el cuerpo y de golpe siento un encontronazo abrupto entre mi cabeza y mi corazón.

Mi cabeza afirma que es una buena jugada, sin embargo, mi corazón dictamina que no. Aguanto la compostura, tratando de que mi lenguaje no verbal exprese seguridad, aunque en el fondo tiemblo de incertidumbre. Incertidumbre que se disipa de golpe cuando mi rival me responde con alfil a la casilla e4. De nuevo, me toca responder… Tictac, tictac.

Cada vez que me siento delante de un tablero mi mundo real se detiene y da comienzo una nueva vida en donde solo existen las 64 casillas y 32 piezas que componen el ajedrez. Una vida entera que se puede contar en apenas unos minutos.

Esta vida comienza con la APERTURA, que consiste en las jugadas que empleamos para desarrollar las piezas. Esta fase es crucial y determina cuál será el hilo conductor del resto de la partida.

La apertura en el ajedrez se asemeja al comienzo de la vida de cualquier ser humano, las primeras jugadas ya están escritas, alguien las ha jugado en el pasado y nosotros las memorizamos y las imitamos una nueva vez en el tablero, sin querer tener mucho margen de maniobra de inventiva, ya que sabemos que esos movimientos son los mejores. Lo mismo ocurre en nuestro desarrollo evolutivo. Durante los primeros años estamos bajo la orden de nuestros progenitores y son ellos los que comienzan a decidir por nosotros —la comida, la ropa, el colegio, los ratos libres…—. La ciencia afirma que los primeros cinco años son determinantes para el desarrollo cognitivo, socioemocional y afectivo de cualquier persona, al igual que en una partida, un mala apertura y el futuro de la misma casi se verá sentenciada.

A continuación, viene una segunda fase, llamada MEDIO JUEGO. En esta fase la imitación desaparece y somos nosotros los que tenemos que comenzar a pensar y crear nuestras propias jugadas; en definitiva, se da comienzo a una partida única e irrepetible. Cada bando establece sus objetivos, viendo cuáles son sus fortalezas y debilidades, y traza un plan para vencer al rival. En nuestro desarrollo de vida lo podemos asimilar a la juventud y adultez. En estas fases vamos adquiriendo conocimientos, nos formamos académicamente, establecemos relaciones afectivas, buscamos un trabajo, trazamos un plan de vida y lo llevamos a cabo. Pero la vida, igual que en una partida de ajedrez, no siempre es de color de rosa, y tenemos un contrincante que trata de ponernos trabas en el camino. Con la experiencia, aprendemos a tener un buen ojo avizor para saber detectar los contratiempos. Vamos adquiriendo herramientas para esquivar o enfrentarnos a las dificultades y tratamos de seguir adelante anteponiéndonos a los jaques de la vida.

La última fase se llama FINAL. En esta quedan pocas piezas en el tablero, ya que se han ido cambiando a lo largo de la partida. Esta ya queda sentenciada y el resultado está decidido. La partida se termina y todas las piezas vuelven a su cajón de madera. Como en la vejez, la vida de un anciano está llena de recuerdos, de toma de decisiones, de aciertos y errores, pero la muerte acaba por llegar poniendo fin a la vida.

Es increíble la cantidad de vidas que he vivido en una sola, y aún siento que quiero vivir muchas más. Mi serendipia comenzó cuando tenía apenas cinco años y mis padres decidieron apuntarme a clases de ajedrez por los beneficios que me podía aportar.

Yo era una niña muy movida, no prestaba atención a nada, como solían decir, un elefante en una cacharrería. He de reconocer que los inicios fueron duros, yo quería correr, brincar, gritar, y no estar sentada delante de un tablero de ajedrez en silencio, algo lógico para la terremoto que frecuentaba ser. Sin embargo, algo comenzó a cambiar de repente. Cada vez que empezaba una partida suponía un nuevo reto al que me enfrentaba, vislumbraba aventuras, imaginaba una historia que contar, me sentía segura frente a mis 16 guerreros. Me ensimismó tanto que ya no pude dejar de jugar y jugar. Serendipias de la vida. Ahora, veintiséis años después, soy yo quien utiliza el ajedrez como herramienta de entrenamiento mental y emocional.

Este libro no enseña a jugar al ajedrez. Este libro trasciende a lo esencial de este deporte para hablar sobre los valores cognitivos y emocionales que nos proporciona su práctica. Para mí, la vida es una partida de ajedrez en la que cada jugada, cada decisión tomada, tiene una repercusión que va forjando el camino y moldeando nuestro yo del futuro. El ajedrez enseña concentración, autocontrol, reflexión, constancia, empatía, responsabilidad, y saber que siempre existe un movimiento en la vida para poder encontrar una solución, aunque la situación esté impregnada de tinte negro.

El libro está escrito desde el corazón. Cuento anécdotas y vivencias como ajedrecista y como psicóloga en el ámbito deportivo y terapéutico. El libro está dividido en dos bloques. En el primero de ellos explico cómo el ajedrez puede aplicarse en el entorno educativo, terapéutico, social y empresarial. En el segundo he querido desnudar mi alma para hablarte de las diez bondades que me ha proporcionado el ajedrez durante todos estos años. Además, he querido hacerlo práctico para que tú mismo puedas comenzar a vivenciar la magia que se esconde tras el ajedrez. Encontrarás un tipo de actividades llamadas REFLEXIONES que te ayudarán a autoconocerte mejor para tratar de empezar a cambiar el rumbo de tu vida. También otras actividades llamadas RETOS, que serán de índole más cognitivo, con una solución objetiva, que podrás comprobar en el ANEXO 2, y que te servirán de entrenamiento mental.

Por último, debes saber que verás escrito el término PREAJEDREZ con el que hago referencia a un nivel de ajedrez básico que incluye el conocimiento de cómo mueve cada pieza y con lo que será más que suficiente para seguir el libro. ¡No te apures si no conoces este nivel! He hecho para ti un ANEXO 1 para que lo aprendas en un periquete.

Quiero pedirte disculpas por no haber utilizado un lenguaje inclusivo en la escritura del libro. La única razón fue para facilitarte la lectura. Sin embargo, esto me ha hecho reflexionar y quizá sea mi instante revolucionario de cambiar de jugada.

Ha llegado el momento de confiar, dejarte llevar por el mágico mundo del ajedrez y descubrir que tú eres el único responsable en mover las piezas para ganar la partida de tu vida.

Un breve recorrido sobre la historia del ajedrez

 

 

 

 

 

De todos es bien sabido que las leyendas tienen un tono mágico, particular, y que son capaces de robar tu atención, de dejarte embelesar por sus palabras para embarcarte en la creación de un mundo infinito de pensamientos imaginarios, y, sin saberlo, comenzar a sentir e imaginar rompiendo los límites de la existencia. Así fue como, con apenas cinco años, Pablo, mi profesor de ajedrez, consiguió que me sintiera atrapada por el infinito mundo del ajedrez.

 

Cuenta una leyenda que hace mucho tiempo reinaba en una pequeña región de la India un rey llamado Sheram. Este perdió a su hijo en una de las batallas que solía disputar, lo que le sumió en una gran tristeza.

Nada le conseguía consolar a pesar de la cantidad de riqueza que disponía. Un buen día, un sabio llamado Sissa se presentó en la corte y pidió audiencia. Sheram aceptó reunirse con él y Sissa le ofreció un juego que había inventado él mismo: el juego del ajedrez.

Era un juego divertido que consistía en una batalla sobre un tablero de 64 casillas y 16 piezas por cada bando, en el que era necesario planificar para vencer al adversario.

Nuestro rey comenzó a jugar ¡y se sintió embelesado por el ajedrez!, haciendo que su pena comenzara a desaparecer. Como recompensa, le dijo a Sissa que pidiera todo lo que deseara.

Al cabo de unos días Sissa volvió a la corte.

—Mi rey, ya sé mi recompensa. Quiero que me manden un grano de trigo por la primera casilla del tablero.

Sheram anonadado replicó:

—¿Un simple grano de trigo? ¿Solo eso?

 

 

—Sí, mi rey —continuó Sissa—. Ahora deseo que se me manden dos granos de trigo por la segunda casilla, cuatro granos por la tercera casilla, ocho granos por la cuarta casilla…

—¡Basta! —gritó Sheram—. Recibirás el trigo que corresponda por las 64 casillas del tablero de acuerdo a tu deseo pedido: iré doblando el número de granos por cada casilla. Pero he de decirte, Sissa, que me siento indignado por tu recompensa tan mísera e irrelevante, me siento despreciado por el pedido que has hecho a tu soberano. Esta misma noche mis servidores te darán el trigo que has solicitado.

Sissa abandonó la sala y esperó en las puertas del palacio para recibir su recompensa.

Los mejores matemáticos del reino tardaron horas y horas en calcular la cantidad de trigo que le correspondía a Sissa.

—¡Oh, soberano, tenemos un problema! —le dijo uno de sus súbditos al rey—. La cantidad de grano que pide Sissa no existe en todos los graneros de nuestro reinado, ni siquiera en el mundo entero.

El rey no cabía en su asombro.

—¡Dime cuál es la cifra tan monstruosa de granos de trigo! —replicó el monarca.

—La cifra total son dieciocho trillones, cuatrocientos cuarenta y seis mil setecientos cuarenta y cuatro billones, setenta y tres mil setecientos nueve millones, quinientos cincuenta y un mil seiscientos quince (18 446 744 073 709 551 615).

 

¿Sabes en qué se traduce esta cuantía? ¡Se necesitarían todas las cosechas mundiales de algo más de mil años para conseguir sumar esa cantidad de trigo! Con mi cabecita de cinco años no sabía bien lo que significaban tantos granos, ¡si ni siquiera sabía de la existencia de ese número!, lo que sí entendí en esa primera clase fue la infinidad que hay detrás del ajedrez.

El tiempo pasó y el ajedrez fue apoderándose de mi curiosidad, quería jugar más, aprender más jugadas, más estrategias, quería más herramientas para ganar.

Un buen día, a mi mente inquieta y decidida le despertó la chispa y le preguntó a Pablo sobre el verdadero origen del ajedrez. Estaba convencida de que debía tener una increíble historia, y ¡claro que la tenía!

El juego del ajedrez comenzó en la India en el siglo VI d. C. con el nombre de chaturanga. A partir de aquí arrancó su viaje sin retorno, atravesó cientos de países gracias a las rutas comerciales y tuvo una ensimismada acogida en ellos. Era jugado en las calles de todo el mundo y llegó a ser considerado el pasatiempo favorito de la nobleza, ¡incluso se utilizó para el cortejo!

Un hecho histórico importante ocurrió en el siglo XVI, donde algunas de sus reglas cambiaron, y llegó a convertirse en el ajedrez que actualmente practicamos. ¿Sabías que el ajedrez ha estado muy arraigado a la historia evolutiva de la humanidad, a las guerras, a la política, pero también a la cultura, las artes, la lengua, la música, el cine…? En definitiva, ha impregnado a diferentes civilizaciones con su bicolor y con el danzar de sus piezas durante muchos siglos ¡y los que quedan!

En fin, el ajedrez es mucho más que un tablero de 64 casillas, 32 piezas y dos colores. Y esta es precisamente la magia que Pablo me enseñó a descubrir desde mis primeras clases. Como dice la leyenda, el ajedrez puede ser la suma de pequeños e insignificantes granos, pero todos ellos en su conjunto hacen de él un juego lleno de infinitas posibilidades.

 

 

 

 

 

 

El juego del ajedrez parece eterno, sin fecha de caducidad. Asombra y sigue fascinando a todos aquellos que se atreven a sentarse delante de un tablero y se dejan embarcar en este deporte tan cognitivo, pero a la vez tan emocional.

Se dice que es un deporte debido a la competitividad; que es un arte debido a la creación que se hace en cada una de las partidas; y que es una ciencia debido a que es utilizado como herramienta de investigación en diferentes ámbitos. Yo añadiría que es vida debido a las lecciones, aprendizajes y experiencias que nos brinda cuando lo practicamos.

 

El ajedrez es considerado un deporte, un arte, una ciencia, pero, sobre todo, una escuela de vida.

 

La magia que se esconde detrás es que rompe todas las barreras: no entiende de edades —puede jugar un niño de cuatro años contra un anciano de noventa— ni de género —hombres y mujeres juegan conjuntamente— ni de lenguaje —pueden jugarlo dos personas con dos idiomas diferentes—. En definitiva, el ajedrez es para todos y todas. Es un juego que se basa en unas reglas sencillas, sin embargo, se necesita de toda la maquinaria cerebral para practicarlo.

Cuando jugamos una partida, necesitamos recordar cómo se mueve cada una de las piezas, tenemos que planificar y trazar un plan a corto, medio y largo plazo, debemos estar atentos a las 64 casillas del tablero, ser capaces de ponernos en la mente del rival y pensar qué jugada nos querrá hacer; pero es que, además, debemos ser empáticos con nuestro adversario, aprendiendo a ganar y a perder.

Jugar al ajedrez nos enseña a autoconocernos emocionalmente, también a etiquetar las emociones, regularlas y gestionarlas. Aprendemos la importancia de la constancia y la perseverancia, la capacidad de reflexión, el parar y pensar y no dejarnos gobernar por la impulsividad. Para mí, el valor estrella que me ha aportado es la tolerancia a la frustración. Desde niña inicié el aprendizaje de la derrota, pero igualmente del saber levantarme y seguir construyendo. Como bien decía Andrés Ferriz —un maestro al que tuve el placer de conocer—, se necesitan cien derrotas para ganar una partida. El dolor punzante que se siente en el corazón con cada una de ellas hace que en la memoria se quede grabado el aprendizaje de esa pérdida, qué jugada o jugadas, ideas, planes, fallaron en esa partida, y es ahí donde se produce el aprendizaje crucial que, inconscientemente, se queda almacenado en la cabeza y hace que no se vuelva a cometer en el futuro.

Así que puedes hacer cálculos de las partidas que he perdido en estos veintiséis años que llevo jugando al ajedrez. Todas estas derrotas han sido una escuela de aprendizaje para convertirme en la mujer que soy ahora. Me han enseñado a buscar soluciones, anteponiendo la razón a la emoción cuando la situación estaba complicada, a tomar la responsabilidad de cada uno de mis movimientos y decisiones, a valorar el esfuerzo y la constancia, a conocer la alegría de la victoria, la oportunidad de visitar muchos países y tratar con personas maravillosas a las que nos une una misma pasión: el ajedrez.

En la última década, el ajedrez ha dejado de ser considerado únicamente un deporte y ha pasado a ser una herramienta educativa, social y terapéutica. Ha comenzado a ser estudiado por científicos en diferentes campos —psicología, neurociencia, matemáticas, educación e informática—. Algunos de los objetos de investigación han sido la percepción, la memoria, la atención, las funciones ejecutivas; además de la creación de programas específicos de ajedrez y el desarrollo de la ciencia computacional.

Uno de los tópicos más extendidos sobre el ajedrez es que cualquier persona con un nivel alto en este juego es una persona prodigia. Sin embargo, esto no es del todo cierto. Para alcanzar un alto nivel de ajedrez es necesario una combinación favorable de factores. Es necesario buenas habilidades ajedrecísticas, un positivo ambiente que propicie el aprendizaje y un buen instructor que guíe y enseñe de manera eficiente. Como cualquier habilidad en nuestra vida, lo innato nos viene de serie, pero sin dedicación, trabajo y esfuerzo solo se quedará en lo anecdótico.

Te aviso de que a lo largo de este libro voy a hacer trizas tu máxima creencia de que el ajedrez es un deporte para ¡inteligentes! Vas a descubrir cómo todas las personas, independientemente de su condición mental, pueden beneficiarse cognitiva y emocionalmente de su práctica, porque el ajedrez es JUEGO y esto intrínsecamente conlleva la acción de «jugar», lo que implica DIVERTIRSE.

1 La potencial herramienta del aprender a aprender

 

 

 

 

 

Me gusta ir inyectando bichitos de ajedrez en las cabezas de las personas. Son bichitos inofensivos, inertes y no nocivos para la salud. Como todo ser viviente, tienen la cualidad de crecer y expandirse si se los alimenta, pero si no reciben la atención suficiente, no crecerán y se mantendrán callados, quietos, sin estorbar, en un rincón de tu mente, pero ya nunca desaparecerán. Y es que estos bichitos tienen una propiedad que les hace únicos, son inmortales. A partir de ahora estarán siempre en tu cabeza, siempre recordarás irremediablemente qué es el AJEDREZ.

Si estás leyendo este libro es porque quieres aprender sobre la alimentación de tus bichitos, o quizá este tema no es de tu incumbencia y te ha pillado desprevenido, o ya piensas que sabes todo acerca del ajedrez. Por unas o por otras, déjame que te dé la primera dosis para tus bichos y a partir de aquí tú decides. ¿Aceptas el trato?

Se dice que alrededor del setenta por ciento de las profesiones y trabajos a los que se dedicarán las futuras generaciones aún no existen o se están inventando ahora. Quizá el sistema educativo actual debería ser replanteado para dejar de centrarse en la pura memorización y comenzar a enseñar desde las primeras edades la capacidad de reflexión, de pensar, de toma de decisiones, de flexibilidad de pensamiento, de autoconocimiento emocional, para preparar a las generaciones venideras a trabajos todavía inexistentes, en donde el pensamiento crítico y el componente emocional serán cruciales.

 

Se hace necesario cultivar a las futuras generaciones en el pensamiento crítico y en la inteligencia emocional.

 

Ya en los años ochenta, Howard Gardner, psicólogo americano, fue uno de los pioneros en dar luz al camino de un nuevo tipo de enseñanza educativa. Gardner se alejó de los conceptos tradicionales de inteligencia que estaban basados únicamente en conocimientos lógico-matemáticos y de lenguaje y conceptualizó la inteligencia de manera múltiple, acuñando el término de inteligencias múltiples. Para Gardner, el éxito de una persona no requiere solo de conocimientos académicos, sino que necesita de otras clases de inteligencia para poder llegar a ser funcional en la vida. Argumentaba cómo dependiendo del individuo y del ámbito de actuación se necesitará más de un tipo de inteligencia o de otro. ¿Será coincidencia? Pero es que cuando jugamos al ajedrez entrenamos seis de las ocho inteligencias que Gardner propuso: lingüística, lógico-matemática, corporal-cinestésica, espacial, interpersonal, intrapersonal.

Jugada a jugada, el ajedrez está llegando a las aulas de muchos rincones del mundo y se está convirtiendo en una de las asignaturas cruciales que potencia el desarrollo cerebral y emocional de los escolares. Hoy es bien sabido que el ajedrez es una potente herramienta educativa que interviene en la mejora cognitiva —sirve de entrenamiento de las habilidades de raciocinio, lo que repercute en las calificaciones escolares, principalmente en matemáticas, en habilidades lectoras y en idioma extranjero— y en la del área emocional —produciendo una mejoría en la autoestima y autoconfianza, aumentando el sentimiento de responsabilidad, aprendiendo a ganar y a perder y a ser tolerantes a la frustración—.

 

El ajedrez es una potente herramienta de entrenamiento cognitivo y emocional para la vida diaria. Y lo que multiplica su efecto es que ¡es un juego!, lo que conlleva diversión. Con el ajedrez entrenas la mente desde el jugar.

 

Rusia fue el primer país en tomar conciencia de los beneficios que suponía la práctica del ajedrez para la educación de los escolares, y para ello elaboraron un plan nacional de enseñanza de ajedrez, aparte de potenciar este en el ámbito deportivo, lo que los llevó a convertirse en la primera potencia mundial del ajedrez. Años más tarde, el mundo occidental ha comenzado a hacerse eco de los grandes beneficios que implica su práctica en los escolares y muchos otros países han empezado a diseñar e implementar estratégicos planes nacionales de ajedrez educativo, junto con la realización de un número extendido de investigaciones sobre ajedrez educativo dirigidas por potentes grupos de investigación en el mundo.

Un hito histórico para el ajedrez educativo en España ocurrió el 11 de febrero del 2015. El Congreso de los Diputados aprobó por unanimidad el decreto de no ley de implantación del ajedrez en el ámbito escolar. Hoy, diez de las diecisiete comunidades autónomas lo han integrado en el horario escolar.

El ajedrez es utilizado como una herramienta transversal en matemáticas, idiomas y educación física. Es decir, es el hilo conductor para explicar conceptos en dichas asignaturas. Por ejemplo, en el caso de las matemáticas, podemos explicar nociones básicas como son filas, columnas y diagonales usando únicamente un tablero de ajedrez.

 

 

 

 

También podemos explicar figuras geométricas conlos movimientos de las piezas de ajedrez. Por ejemplo, uniendo los dos posibles movimientos del alfil hacia una casilla, observamos cómo se dibuja un cuadrado.

 

 

O, uniendo las posibles casillas a las que un caballo puede saltar comprobamos cómo se dibuja un círculo.

 

 

Además, algunos colegios han ido más lejos y han incluido el ajedrez como asignatura escolar semanal por los beneficios intrínsecos que tiene el simple hecho de jugar.

¿Estás comenzando a pensar que quizá el ajedrez sea una potencial herramienta educativa para trabajar cognitiva y emocionalmente con nuestros escolares?

Permíteme que te siga alimentando el bichito del ajedrez en tu cabeza y te señale ocho beneficios que aporta el ajedrez como herramienta educativa.

 

 

Desarrollo del autocontrol

 

El ajedrez está basado en unas reglas en las que el turno es cambiante. Cuando un jugador hace una jugada, este debe esperar la respuesta de su rival para iniciar de nuevo otro movimiento y replicar a su adversario. Para ello, se hace necesario pensar y reflexionar sobre la amenaza que plantea el contrincante. Como solemos decir, debemos tratar de ponernos en su mente y entender el porqué de su jugada, ya que entonces nuestra réplica será mejor. Esto hace entender al escolar cómo la impulsividad solo le lleva a cometer errores por hacer que se precipite en la respuesta y comprender que adoptando una actitud de calma, de reflexión y autocontrol en él mismo, conseguirá plantar cara a su adversario.

He de confesarte que este punto es la máxima terribilitis que tienen todos los padres: «Es que mi hijo hace todo sin pensar». Es importante saber que el autocontrol de los niños está intrínsecamente relacionado con su propio desarrollo evolutivo y su madurez, pero como todo en la vida ¡se puede entrenar!

 

Un ambiente favorable y estimulante puede ayudar a potenciar la capacidad de autocontrol en los menores.

 

Te propongo un ejercicio de pre-ajedrez. Coloca delante de tu pequeño un tablero de ajedrez, aunque no sepa jugar, con diferentes piezas esparcidas por las casillas —como se muestra en la imagen— y mira cómo reacciona e interactúa ante ellas.