No te olvides de tu memoria - Llorenç Guilera - E-Book

No te olvides de tu memoria E-Book

Llorenç Guilera

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Beschreibung

No solemos preocuparnos de cuidar nuestra memoria hasta que nos empieza a fallar «más de la cuenta», puesto que nos inquieta que nuestras primeras lagunas importantes sean el aviso de enfermedades degenerativas. Sin embargo, además del envejecimiento hay muchas otras causas que pueden provocar el declive de nuestra memoria, todas ellas perfectamente reversibles. Con numerosos test, juegos y ejercicios pensados para conocer nuestra memoria y su estado y mantener en forma sus distintas variedades, este manual nos ayudará a conservarla y mejorarla, y nos presenta de forma sencilla y rigurosa los últimos conocimientos de la Neuropsicología sobre: - Cómo se graban los recuerdos, qué se requiere para que dicha grabación sea permanente, y cuáles son las estrategias para mejorar este proceso. - Qué es necesario para que lo almacenado se mantenga de forma óptima y ordenada en nuestra mente, y cómo podemos evitar que se deteriore. - Cómo funciona el acceso a todas las informaciones que acumulamos y qué métodos tenemos para evitar que se altere con el tiempo.

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Seitenzahl: 277

Veröffentlichungsjahr: 2015

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No te olvides de tu memoria

LLORENÇ GUILERA

NO TE OLVIDES DE TU MEMORIA

Las claves para conservarla y mejorarla

© Llorenç Guilera, 2014.

© de esta edición: RBA Libros, S. A., 2014.

Avda. Diagonal, 189 - 08018 Barcelona.

rbalibros.com

Las ilustraciones de las páginas 74, 86 y 88 son de Javier Guarga.

Primera edición: abril de 2014.

RBA INTEGRAL

REF.: OEBO876

ISBN: 9788416267576

Queda rigurosamente prohibida sin autorización por escrito del editor cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra, que será sometida a las sanciones establecidas por la ley. Pueden dirigirse a Cedro (Centro Español de Derechos Reprográficos, www.cedro.org) si necesitan fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra (www.conlicencia.com; 91 70219 70 / 93272 04 47).

Todos los derechos reservados.

A mi hija Andrea, que permanecerá para siempre en mi memoria como la dulce niña que fue.

A mis hijos Martí y Borja, y a mi sobrino Demian, que alimentan mis mejores memorias prospectivas.

A Mariella, mi memoria auxiliar más fiable, que me recuerda siempre quién quiero ser.

A Elisabet Riera, por acordarse de mí; a Anna Periago y Clara Sabriá, por confiar en mí; a Rosa Marcellés, por proporcionarme el estímulo que mis neuronas necesitaban; a Alejandro Vázquez y Mariella del Riego, por ayudarme a mejorar la expresión de mis ideas.

CONTENIDO

Introducción

1. Eres tu memoria

Un divorcio sin sentido

Eres tu memoria

La memoria es esencial

En qué consiste la memoria

Las propiedades de una buena memoria

Apóyate en las memorias externas, pero no te abandones

Distintos grados de pérdida de memoria

Las principales causas de pérdidas de memoria

2. La grabación de la memoria

La memoria requiere una buena percepción previa

La memoria requiere atención

La capacidad de concentración

Sensación de saber

Cómo se graban las memorias

Sistemas y tipos de memoria

Los tipos de memoria según su durabilidad

Las memorias y las zonas cerebrales

La verdadera función de la memoria

Sin memoria no se puede aprender

Estrategias para mejorar la grabación de tu memoria

3. El almacenaje de la memoria

La conservación de la memoria

¿Qué hacer para mantener el almacén en condiciones?

La gimnasia neuróbica

Alimentación, hábitos y memoria

Promesas y peligros de las drogas

4. La recuperación de la información

Un proceso complejo

Los siete «pecados capitales» de la memoria

Otros «pecados» de la memoria

La «virtud» de olvidar a voluntad

5. La indexación de la memoria

Indexar significar «indicar»

Memorizar números de hasta seis cifras

Memorizar números de siete o más cifras

Memorización de nombres sueltos

Memorizar listas de objetos por inicios de palabras

Memorizar un conjunto no ordenado de objetos

Memorizar listas de nombres mediante un recorrido geográfico

Memorizar combinaciones de números y letras

Anexos

I.Tests de medición de la concentración y las memorias

La atención es lineal, secuencial y frágil

Tests de autoevaluación de la capacidad de concentración

Fundamentos teóricos sobre la medición de la memoria

Tests de autoevaluación de la memoria

Medición psicométrica de la memoria: principales tests

Notas finales

II.Juegos para mejorar tu memoria

Entrenarse jugando

Juegos de concentración

Juegos que combinan memoria auditiva y visual

Juegos de memoria auditiva

Juegos de atención y concentración visual

Juegos para mejorar la memoria de trabajo

Juegos de memoria semántica

Juegos para reforzar la memoria geográfica

Soluciones a los ejercicios

III.Sistemas avanzados de memorización

Indexación de números con colores

Indexación de series numéricas mediante famosos

Indexación de series numéricas mediante fonéticos (o sistema mayor)

El sistema mayor aplicado a listas de hasta diez objetos

Indexación de listas mediante días-rima o meses-rima

Memorizar listas ordenadas de hasta diez objetos

Indexar listas ordenadas mediante fonéticos de letras

Indexación de listas mediante letras-forma

IV.Fitoterapia para la debilidad de la memoria

Plantas que mejoran el riego sanguíneo

Plantas antioxidantes

Plantas tranquilizantes

Plantas que potencian la memoria

Algunas referencias bibliográficas

INTRODUCCIÓN

La memoria no es un sistema único y monolítico. Abarca, en realidad, una combinación entrelazada de diversas funciones cognitivas alojadas en nuestro cerebro. Es decir, funciones que están a cargo de nuestras neuronas.

La capacidad de saber dónde estamos, de podernos orientar hacia dónde queremos ir, de recordar de manera inmediata lo que acabamos de leer o escuchar, de acordarnos de lo que comimos ayer, de cuál es el título de la película que vimos la semana pasada, de lo que tenemos previsto hacer mañana, del nombre de las personas con las que nos relacionamos, de en qué fecha cumplen años, de qué les gustaría que les regalásemos, y muchas cosas más, caben bajo el concepto común de lo que llamamos «memoria».

La memoria nos permite recordar hechos sucedidos en el pasado y cosas que acaban de ocurrir, datos aprendidos hace años en el colegio o instrucciones recibidas hace un instante. Nos posibilita también avanzarnos al futuro: anotar en nuestra corteza cerebral la lista de todas las tareas que planeamos hacer mañana mismo o en los próximos días y en qué contextos y a qué horas.

La memoria dispone de una fenomenal base de datos que acumula con cierto desorden que a veces recuerda un desván, todo hay que decirlo— números, letras, frases, colores, formas, sonidos, imágenes, hechos, movimientos, emociones y experiencias, entre otras muchas cosas.

Desde bien jóvenes aprendemos que nuestra memoria no siempre es totalmente fiable, que a veces nos devuelve recuerdos parcialmente falseados y lo que es más preocupante— otras veces tarda una enormidad de tiempo en aportarnos lo que le pedimos, o todavía peor— lo ha olvidado por completo.

Los fallos más frecuentes de memoria son:

•No poder recordar el nombre de una persona o de una cosa.

•No reconocer a quién corresponde una cara que sabes conocida.

•Olvidar un número que era importante.

•No poder recordar una información que has grabado anteriormente en tu memoria.

•Olvidarte de una cita.

•No recordar que tenías previsto hacer una determinada actividad o tarea.

•No recordar dónde has dejado un objeto importante. O extraviarlo (que es lo mismo pero un poco peor).

•Olvidarte de coger, comprar (o cualquier otra acción), un objeto que tenías previsto coger, comprar…

•Olvidar conocimientos que habías estudiado.

Pero no siempre los fallos de memoria y los olvidos son indicativos de que estás perdiendo capacidad de memoria. A menudo, lo que se consideran fallos o pérdidas de memoria no son sino alteraciones de otras facultades. Puede que lo recuerdes diferente porque lo percibes de forma distinta. Puede que no lo recuerdes bien porque en el momento de grabarlo tenías la mente ocupada en otra cosa y no prestaste la debida atención.

Para que nos funcione la memoria de datos, hechos o vivencias, hace falta, en primer lugar, que nuestros sentidos perciban todo ello en condiciones; en segundo lugar, que estemos prestando atención a nuestros sentidos; en tercer lugar, que las informaciones a retener se graben de manera correcta en las zonas adecuadas del cerebro destinadas a cada tipo de grabaciones especializadas. Pero, así y todo, no tenemos ninguna garantía de que la grabación perdure eternamente, ni de que su recuperación sea fácil y rápida: todos hemos sufrido alguna vez aquello de que el recuerdo lo tenemos «en la punta de la lengua» pero no hay manera de que salga, o nos decimos: «Lo sé, pero ahora no me viene a la memoria».

La verdad es que no solemos preocuparnos de cuidar nuestra memoria hasta que nos empieza a fallar más de la cuenta. La aparición de importantes «lagunas» de memoria, los episodios de desorientación o la incapacidad para llevar a cabo una tarea que antes realizábamos casi sin pestañear son causas razonables de preocupación, puesto que pueden ser indicativos de los estadios iniciales de algunas enfermedades degenerativas.

Pero, tal como han dejado claro las recientes investigaciones del premio nobel Eric Kandel con un equipo de neurocientíficos de la Universidad de Columbia, el declive de la memoria puede ser un síntoma del envejecimiento del cerebro, pero no siempre es un indicativo precoz de un futuro alzhéimer, ni mucho menos.

Kandel y su equipo han demostrado que hay una proteína cuya desaparición paulatina con la edad es la causa del debilitamiento de la memoria. La denominan RbAp48 y está en cantidades abundantes en el hipocampo de la gente joven, mientras que escasea de forma gradual en el hipocampo de la gente mayor.

El hipocampo es una de las agregaciones neuronales más importantes del cerebro para la formación de recuerdos. Se ubica en la parte interna de los lóbulos temporales y forma parte de la zona que llamamos sistema límbico. Entre sus muchas funciones está la de transformar las vivencias del día (memoria de trabajo, de corto plazo) en recuerdos con vocación de permanencia (memoria de largo plazo). Pero es también la clave para evocar las vivencias en su contexto original y para ayudarnos a situarnos geográficamente, es decir: a orientarnos.

Se ha comprobado que si les suprimen la proteína RbAp48 del hipocampo a ratones jóvenes, pierden su capacidad de aprendizaje. En cambio, si se les suministra RbAp48 al hipocampo, los ratones viejos recuperan la memoria y la capacidad de aprendizaje perdidas y se sitúan a la par de los jóvenes.

La diferencia con el alzhéimer es importantísima: en esta enfermedad se produce una destrucción irreversible del tejido neuronal que ataca la corteza entorrinal del hipocampo. En el proceso natural de envejecimiento del cual nos habla Kandel, el proceso es reversible. Hay una carencia de la proteína en el giro dentado del hipocampo que tenemos la firme esperanza de que en un tiempo prudencial los laboratorios farmacéuticos puedan encontrar la manera de proporcionarla.

A la espera de este psicofármaco futuro, el equipo de la Universidad de Columbia consensúa con la inmensa mayoría de psicólogos que la mejor manera de conservar la memoria se basa en dieta sana, ejercicio físico y actividades intelectuales.

Pero hay muchas más causas además del envejecimiento— que pueden provocar un declive de memoria de manera temporal y perfectamente reversible. Puede ser que la persona se vea sometida a un exceso de estrés que desaparecerá si se relaja. O a una ansiedad momentánea que se esfumará cuando supere sus miedos. O a una depresión reactiva fácil de solucionar poniéndole cabeza y corazón. Cabrían también otras muchas explicaciones, como el cansancio después de haber realizado un sobresfuerzo intelectual, los efectos secundarios al tomar alguna medicación o la falta de entrenamiento, entre otros.

¿Entrenamiento? ¿Tiene sentido entrenar la memoria? Pues sí, absolutamente. Con las redes neuronales sucede lo mismo que con los músculos: la inacción les hace perder la forma. Los circuitos neuronales que llevan mucho tiempo sin utilizarse van perdiendo energía y, si no hay restauración providencial de las sinapsis, pueden, incluso, apagarse.

Es conveniente, pues, entrenar para conservar; hacer ejercicios mentales para mantener activas las neuronas. Está demostrado que es la mejor forma de prevención contra la degradación de la memoria que todos queremos evitar porque a todos nos asusta.

Y a la gente joven, que se ve obligada a emplearse a fondo para cursar sus carreras, les conviene tener presente que la memoria es una capacidad que se puede incrementar con ejercicios y con estrategias nemotécnicas.

En esta obra se ha tratado de dar una información rigurosa, basada en los conocimientos que la neuropsicología ha aportado en las últimas décadas, para que puedas conocer mejor el funcionamiento del complejo sistema que llamamos memoria.

En el capítulo 1 se aportan una serie de argumentos para comprender la importancia que tiene la memoria en la formación de la identidad única y diferente de cada persona. «Eres tu memoria» no es una licencia literaria del profesor Luis Rojas Marcos para remarcar la importancia de poder recordar; es un hecho comprobado que somos aquello que recordamos ser.

En el capítulo 2 se analiza cómo se produce la grabación de los distintos tipos de recuerdos y cuáles son los elementos esenciales para que este proceso se realice con garantías de permanecer el tiempo necesario. No te hace falta retener todas las informaciones eternamente. Acordarte, por ejemplo, del número de fila y butaca para la sesión de teatro a la que asistirás hoy, dejará de tener valor mañana mismo y no tendrá ninguna utilidad seguir recordándolo. Se detallan los diferentes tipos de memoria que tenemos y para qué sirve cada una. Como remate del capítulo, se exponen algunas estrategias para mejorar las condiciones en que se producen las grabaciones de la memoria para así poder mejorar su calidad, su duración y su fiabilidad.

En el capítulo 3 se explica cuáles son los factores que redundan en mantener el almacén de la memoria en perfectas condiciones. En esencia: comer bien y dormir mejor; hacer vida sana; evitar toxinas y sustancias peligrosas; y evitar, entre otras cosas, el estrés y sus tensiones, la depresión y su falta de motivación.

En el capítulo 4 se detalla cómo funciona el acceso a las informaciones guardadas en la memoria y cuáles son las características de la recuperación que se obtiene. Se explica que el funcionamiento de la memoria es siempre una recreación y está reñido con el deseo utópico de alta fiabilidad, y cuáles pueden ser las alteraciones habituales de los recuerdos en una memoria sana y normal. Se revisan también las diferentes causas que pueden producir pérdidas de memoria temporales o permanentes— y las correspondientes maneras de procurar evitarlas.

En el capítulo 5 se exponen los principales métodos que se han inventado para ayudar a indexar las informaciones que queremos memorizar a largo plazo. Se indica para qué tipos de informaciones es útil cada método, cómo hay que aplicarlo, y se ilustra con ejemplos concretos para facilitar su aprendizaje.

En el anexo I se incluyen varios tests para evaluar los distintos tipos de memoria existentes: memoria visual, memoria auditiva, memoria prospectiva, memoria de corto plazo y memoria de largo plazo. Se busca que cada persona pueda obtener un mayor conocimiento de cómo funcionan sus sistemas de memoria de cara a mejorarlos en todo lo que pueda (que suele ser mucho más de lo que se imagina).

En el anexo II se relacionan una buena cantidad de juegos y ejercicios pensados para mantener en forma las distintas clases de memoria. Son pruebas sencillas (recordar series de números, combinaciones de palabras, listas de objetos…) que pueden servir tanto como herramienta diagnóstica para detectar carencias como de ejercicios de estimulación y mantenimiento. Estos ejercicios persiguen un doble objetivo: por una parte, ofrecer a quien los realice una valoración general final sobre el estado de su memoria y, por otra, mostrarle formas de trabajar su capacidad memorística en diversas vertientes (desde la atención y la capacidad de concentración a la memoria inmediata, o desde la capacidad de nombrar objetos hasta el recuerdo a largo plazo…). En conjunto, se configura una completa tabla de gimnasia mental, pensada para mantener la memoria y en consecuencia, la mente— en las mejores condiciones posibles.

En el anexo III se detallan unos pocos sistemas avanzados de indexación de memoria, que escapan, a buen seguro, al interés de la mayoría. Pero que aquí están para el que quiera profundizar en el tema.

En el anexo IV se hace una breve introducción a la aplicación de la fitoterapia para paliar la debilidad de memoria. Pero quien de verdad tenga interés en aplicarla, recibe la sugerencia de no limitarse a conocimientos tan someros y acudir a un dietista profesional.

Y esta reflexión nos lleva a la recomendación que abarcaría todo el libro. El objetivo que se persigue transmitiendo este conocimiento es que cada quien pueda cuidar, mantener y mejorar su memoria por sí mismo; pero si la lectura de este texto te hace ver que te convendría la ayuda de un profesional, será señal de haber cumplido con el principal objetivo planteado: que «no te olvides de tu memoria». Necesitas cuidarla y mejorarla para mejorar tu calidad de vida.

Sant Joan Despí, septiembre de 2013

1

ERES TU MEMORIA

UN DIVORCIO SIN SENTIDO

Es muy curioso el fenómeno que se ha ido extendiendo en la sociedad actual de ningunear el valor real de la memoria. Podemos ver con qué tranquilidad cualquier persona afirma en público, sin ningún reparo, «¡qué mala memoria tengo!». Y hasta es posible que lo exprese vanagloriándose, creyéndose a pies juntillas que «es de sabios ser distraído», que tener fallos de memoria es, no tan solo justificable, sino un signo distintivo de una persona de gran actividad intelectual, alguien que tiene tantas cosas en su cabeza que hay que saberla disculpar cuando, de vez en cuando, se le olvide alguna. Cada vez es más frecuente encontrarse con personas que te dicen «no me fío de mi memoria» como manera implícita de darte a entender «pero confío plenamente en mi inteligencia».

No veremos, sin embargo, que nadie afirme en público «¡qué mala inteligencia tengo!». Nadie es capaz de reconocer frente a los demás que su inteligencia le falla más de lo que él quisiera, aunque no tendrá inconveniente en calificar su capacidad memorística de un auténtico desastre y quedarse a sus anchas.

Se le concede a la inteligencia un gran valor social que lo tiene— y se minusvalora la memoria que debería tenerlo— como si fuera el recurso intelectual de los que carecen de inteligencia suficiente. Es harto frecuente que la gente considere que existe un divorcio entre memoria e inteligencia; un concepto que no tiene ningún sentido porque es totalmente erróneo desde un punto de vista científico. Es un error que proviene, por una parte, del merecido descrédito que se han ganado antiguos métodos educativos basados en memorizar aunque no se comprendiera; y por otra parte, de la desmesurada confianza que se ha ido extendiendo sobre la ayuda que actualmente nos proporcionan las memorias electrónicas, de todo tipo, y este enorme almacén de informaciones en red que llamamos internet.

La psicología cognitiva demostró hace años que no hay inteligencia que pueda funcionar si no viene precedida de una capacidad de aprendizaje, y que la inteligencia se basa en la capacidad de procesar adecuadamente las informaciones disponibles. Obviamente, estas dos facultades no pueden operar si no tienen a su disposición una capacidad importante de memoria.

➲Sin memoria no es posible aprender nada. Sin memoria ni tienes sobre qué razonar ni puedes tener conductas inteligentes.

Si no eres capaz de recordar, no dispondrás de informaciones sobre las cuales aplicar tu inteligencia, no acumularás conocimientos aprendidos ni experiencias vividas, no dispondrás de antecedentes sobre los cuales inferir qué te conviene hacer. En pocas palabras, sin memoria no tendrás identidad.

ERES TU MEMORIA

Eres tu memoria. Eres aquel que recuerdas ser. Tu identidad física es tu cuerpo, tu ADN y tu herencia genética, pero tu identidad psíquica es la acumulación estructurada y digerida de tus vivencias.

➲Si perdieras tu memoria, perderías tu identidad.

El principal horror que sufren las personas con amnesia retrógrada producida por un tumor o una lesión cerebral es no poder recordar quiénes son, es quedarse vacíos de vivencias pasadas.

LA MEMORIA ES ESENCIAL

Necesitas acordarte de tus sensaciones, emociones, sentimientos y vivencias pasadas para poder asociarlas con las actuales y tomar decisiones inmediatas en centenares de temas cotidianos que te sobrevienen (cómo vestirte, qué comes, dónde tienes que ir, por dónde vas, quién te espera y qué espera de ti, qué tienes que hacer…). Lo que llamamos intuición o sexto sentido está fundamentado en la atracción o repulsión inmediata que te causa un objeto, una persona o una situación por contraste (consciente o inconsciente) con los objetos, personas y situaciones que llevas acumuladas en tu experiencia vital. Tu intuición está plenamente basada en la memoria activa de tus vivencias y es personal e intransferible; forma parte intrínseca de tu identidad.

Necesitas tu memoria para poder hacer la más mínima cosa. Para moverte por la vida, necesitas acordarte de los nombres de las cosas, de los lugares y de las personas (para poder hablar de ellas y para entender de qué te están hablando). Necesitas acordarte de las fechas y de las horas para situar tu pasado y afrontar con éxito tus planes de futuro. Necesitas acordarte de tus razonamientos anteriores, tus juicios y tus criterios formalizados para no estar siempre partiendo de cero. Necesitas acordarte de cómo se hacen las cosas para no ser un eterno bebé en la vida y un eterno aprendiz en tu profesión. Necesitas acordarte de las cifras y medidas más significativas del entorno en el que te desenvuelves (qué temperaturas, qué volúmenes, qué dimensiones, cuántas etapas hacen falta, etc.) para optimizar tus acciones y ser más eficaz. Necesitas acordarte de dónde están las cosas y las personas, y qué hay que hacer para desplazarse de un lugar a otro. Necesitas acordarte de cómo se relacionan los lugares con las personas que los ocupan y cómo se llama y a qué se dedica cada una de ellas. Necesitas que tu memoria de trabajo (o memoria operativa) esté limpia y dispuesta para poder aplicarla a los procesos cognitivos que requiere tu cerebro en orden a analizar, clasificar e integrar lo que a cada instante te está ocurriendo.

Imagínate per unos instantes que una mañana sonara el despertador, como todos los días, pero hubieses perdido la memoria durante la noche. De entrada no sabrías detener el despertador. Te molestaría enormemente su zumbido, pero no sabrías qué significa ni cómo se para. No recordarías que te esperan en tu trabajo, ni cómo te llamas. Tu habitación, tus ropas, tus pertenencias serían totalmente extrañas y las verías por primera vez. Si te contemplases en un espejo, no reconocerías quién es la persona que te está mirando desde el otro lado. Sentirías hambre y no sabrías qué puedes hacer para apaciguarla. Si te movieses por la casa buscando comida descalzo y en pijama— y entrases por casualidad en la cocina, al ver alimentos estos estimularían tus instintos y, muy probablemente, después de olerlos y palparlos, acabarías tomando la decisión de comerlos, ignorando qué son, cómo se llaman y que hasta ayer utilizabas platos y cubiertos. La nevera sería para ti un armario blanco más. La buena noticia podría ser que no te hubieses olvidado de caminar ni de hablar, ni de los procedimientos corporales básicos de tu lenguaje y motricidad. Pero en este supuesto horroroso que hemos imaginado, estarías totalmente desposeído de todo lo que hasta ayer había dado sentido a tu vida y a ti mismo. Y es que gracias a la memoria somos lo que somos y sabemos quiénes somos. Gracias a la memoria nuestra vida adquiere el sentido de la continuidad.

➲La memoria es lo que nos permite saber cada mañana cuando nos despertamos que somos la misma persona que se fue a dormir anoche.

Sin memoria, cada día, cada instante, serían nuevos, sin enlace con el pasado, sin sentido del presente, sin visión de futuro.

➲Todo lo que sabemos, todo lo que hacemos y todo lo que planificamos se lo debemos a nuestra capacidad de recordar lo que hemos aprendido, lo que hemos vivido y lo que deseamos hacer en el futuro.

La memoria es, pues, una capacidad psíquica importantísima que debemos saber conservar y, en lo posible, mejorar.

Este libro pretende aportarte todo esto: un mayor conocimiento de cómo está estructurada y cómo funciona tu memoria; y proponerte estrategias, técnicas y métodos para que puedas aumentar sus actuales propiedades y sacarle un mayor provecho del que les has sacado hasta la fecha.

De entrada, hay que tener muy claro el concepto de que la memoria humana es un sistema complejo de procesamiento de la información, que tiene tres etapas fundamentales: la grabación, el almacenaje y la recuperación. En cada una de las tres etapas pueden presentarse distintos inconvenientes. Los principales: los olvidos y las alteraciones de los contenidos. Si el procesamiento te falla en cualquiera de ellas, te falla la memoria: no tienes acceso a la información.

Este libro tiene la intención de dar a conocer el funcionamiento detallado del sistema para que ayude a evitar en lo posible estos grandes problemas. Propone, además, diferentes tests para conocer y evaluar las propiedades y características de los distintos tipos de memoria poseídos; y ejercicios para conservar y mejorar dichas capacidades.

EN QUÉ CONSISTE LA MEMORIA

Memoria es, pues, la capacidad de registrar, almacenar (o retener) y recuperar información. O, como dicen algunos textos, la regla nemotécnica de las tres «R».

➲La memoria efectúa tres funciones sucesivas: Registrar, Retener y Recuperar.

Originalmente era una capacidad que se otorgaba únicamente a las personas y, por extensión, al resto de seres vivos, pero las tecnologías electrónicas nos han llevado a admitir que es también correcto aplicar el término «memoria» a gran cantidad de dispositivos (analógicos o digitales) inventados por el hombre, puesto que disponen de las funciones de registro codificado, almacenaje de larga duración y capacidad de descodificación de la información que contienen.

En un sentido más amplio, también se puede decir, por ejemplo, que las abolladuras y los arañazos de un objeto son la memoria de cuáles han sido sus andaduras. Y que mi rodilla «se acuerda» de las lesiones sufridas cuando le exijo un exceso de rendimiento.

LAS PROPIEDADES DE UNA BUENA MEMORIA

La capacidad

Es la cantidad de información que la memoria es capaz de almacenar.

Puesto que la teoría matemática de la información de Claude E. Shannon y Warren Weaver establece que cualquier información puede codificarse en binario, es posible utilizar los bits como unidad universal de medida de la capacidad de una memoria. Teniendo en cuenta que las memorias digitales de tecnología electrónica se miden actualmente en gigabits (millones de bits) o incluso terabits (millones de gigabits)—, es natural que sintamos que nuestra capacidad de almacenaje de datos (cifrada en unos ochocientos mil millones de palabras) pueda ser fácilmente superada por una máquina. Esta comparación no debería provocarnos otra cosa que orgullo sobre la capacidad de invención de los seres humanos. Disponer de almacenes de datos externos que nos permitan ampliar nuestra capacidad biológica no debe hacernos sentir minusválidos frente a las herramientas que hemos creado, sino orgullosos de saber superar de manera tan espectacular las limitaciones que nos otorga nuestra biología; el mismo orgullo que nos proporciona haber inventado el avión para desplazarnos a velocidades imposibles para nuestro sistema locomotor natural, o haber inventado el microscopio electrónico, que nos permite observar las estructuras internas de la materia con una resolución millones de veces superior a la de nuestra vista.

La velocidad de retención

Es el intervalo de tiempo que requiere la memoria para conseguir la grabación duradera de la información.

La mejor velocidad de la memoria humana se mediría en décimas de segundo. Con la dificultad añadida de que a veces, sobre todo para datos numéricos y fechas, la grabación solo se consigue después de varias repeticiones de la entrada de información.

Los dispositivos electrónicos pueden construirse con velocidades de grabación miles de veces superiores, y rara vez requieren repetición de la entrada.

La velocidad de recuperación

Es el intervalo de tiempo que requiere el acceso y recuperación de la información almacenada.

En el mejor de los casos, la memoria humana requiere milisegundos. Muy frecuentemente, los tiempos se alargan a segundos, o incluso a minutos, por dificultades en el acceso: «Lo sé, pero ahora no me viene a la memoria», «Lo tengo en la punta de la lengua, pero ahora mismo no sabría decírtelo».

Los dispositivos electrónicos pueden construirse con velocidades de acceso y recuperación miles de veces superiores.

La durabilidad (o permanencia)

Es el intervalo de tiempo en el que la memoria es capaz de mantener en perfecto estado la información que se le ha grabado.

El cerebro humano está estructurado biológicamente con redes neuronales destinadas a tener memorias de distinta durabilidad. Desde este punto de vista, se habla de memoria inmediata o memoria sensorial; memoria de trabajo (de corto plazo) y memoria de largo plazo (con vocación de durabilidad ilimitada). La memoria a largo plazo recibe a veces el nombre de memoria histórica, memoria autobiográfica o memoria episódica porque es la que contiene la vida de la persona, es decir, la parte esencial de su identidad.

Los borrados de memoria en el cerebro humano no siempre son voluntarios y pueden obedecer a una gran complejidad de causas: lesiones o tumores cerebrales, sustancias químicas presentes en la sangre, carencia de ciertas hormonas o neurotransmisores, envejecimiento de las neuronas… En los dispositivos electrónicos, la durabilidad la podemos gobernar a placer entre unos nanosegundos y un tiempo prácticamente ilimitado.

La fiabilidad

Una memoria tiene alta fiabilidad si la información recuperada en cualquier momento posterior a su grabación es cien por cien idéntica a la que en su momento se grabó. En el capítulo 4 veremos con mayor detalle que la pérdida de fiabilidad es la principal y más frecuente falla de la memoria humana.

Las memorias electrónicas son fiables al cien por cien porque se limitan a reproducir siempre lo que se les entregó y en la misma secuencia que se les entregó.

La memoria humana no funciona de la misma manera.

➲La memoria humana no reproduce lo que se le entregó; lo reconstruye.

No le es posible aplicar una simple reproducción secuencial por la simple razón de que el sistema de almacenaje en las redes neuronales está absolutamente fraccionado y disperso. Los elementos de la información son distribuidos en zonas distintas del cerebro según su tipología. Por ejemplo: el color de un objeto, su forma, su movimiento, su tacto, su olor son almacenados en distintas zonas especializadas del cerebro, y recordar el objeto significa recomponer el todo a partir de sus partes. Recordar es para el humano reconstruir una vivencia integrando de nuevo los elementos que la componen.

El hipocampo tiene un rol protagonista en esta reconstrucción, y un hipocampo que trabaje en malas condiciones nos generará, con alta probabilidad, errores o carencias en la reconstrucción que afectarán directamente a la fiabilidad del recuerdo.

➲La memoria humana dista mucho de ser un dispositivo de alta fiabilidad.

Los recuerdos, en temas delicados (como pueden ser los testimonios en un tribunal que juzga causas criminales), merecen ser puestos en cuestión y, siempre que sea posible, consensuarlos con otras personas o contrastarlos con otros tipos de registros.

➲Un recuerdo nunca es una copia exacta de la información registrada. Es siempre una reconstrucción a partir de distintas zonas de almacenaje.

Como veremos más adelante, esta reconstrucción es bastante más creativa de lo que pensamos y no está regida por el azar. La memoria tiene la función de ir adaptando nuestros recuerdos del pasado a nuestros intereses y creencias del momento actual. Con el transcurso de los años, va añadiendo y sustrayendo detalles a los recuerdos para conformar nuestra imagen propia del «¿quién soy yo?», del pasado a nuestras necesidades del presente y de proyección al futuro.

APÓYATE EN LAS MEMORIAS EXTERNAS, PERO NO TE ABANDONES

Es comprensible que, al comparar tu memoria con la de los dispositivos de diversos tipos que nos rodean, sientas que no vale la pena esforzarte en retener cosas en tu memoria; que para conservar datos numéricos, fechas concretas y nombres complicados, lo más inteligente es utilizar los dispositivos electrónicos. Es doblemente comprensible tu actitud si, además, en tu niñez fuiste víctima de un sistema de educación que abusaba de la retentiva memorística y te hizo aborrecer los ingentes esfuerzos de dudosa utilidad necesarios para retener la lista de los reyes godos o la tabla de los números primos.

Pero no te equivoques. No abandones el cultivo y mantenimiento de tus capacidades memorísticas. Tienes razón cuando afirmas que no tiene sentido hacer esfuerzos para retener la lista de los reyes godos o el día concreto en que se perdió o ganó una batalla en la Edad Media. Estos y otros muchos datos los puedes consultar en internet, incluso desde tu teléfono móvil, en el momento en que los puedas necesitar. Haces bien en no molestarte cargando tu memoria con datos tan insulsos como estos. Pero te equivocas mucho si extiendes esta abdicación de esfuerzo a datos e informaciones de todo tipo.

Entre los mejores placeres de la vida está la cultura, el cultivo de la mente y el espíritu. Y cultura es el eterno aprendizaje de nuevas formas, nuevos conceptos, nuevos caminos para explorar.

➲Si no ejercitas tu memoria no será posible que tu cultura se amplíe. Puede que manejes mucha información (con las modernas tecnologías resulta muy fácil), pero tu cultura no se habrá enriquecido.

De la misma manera que tu cuerpo pierde su estado de forma si te apoltronas en el sofá y nunca haces ejercicio físico, tu memoria pierde facultades si no la estimulas a diario y no la mantienes en forma. Y, ya sabes, si pierdes memoria, pierdes identidad. Pierdes capacidad de relación con las personas que te rodean y, a la larga, de comprensión de lo que te acontece. En el límite, puedes contemplar en qué se puede convertir tu vida viendo el sufrimiento de los ancianos aquejados de alzhéimer incipiente.

Haces bien en no memorizar los teléfonos o direcciones de correo de toda tu red social y confiar en que el directorio de tu teléfono inteligente los conservará perfectamente. Pero acuérdate, por lo menos, de los de tus familiares y amigos más íntimos. Y acuérdate de bajar regularmente una copia de seguridad de tu directorio telefónico a tu ordenador. Que tu memoria de previsión de futuro no olvide que tu teléfono móvil puede mojarse, estropearse, perderse o serte sustraído por un ladrón desaprensivo.