Nutrición sin dramas - Laura Villanueva - E-Book

Nutrición sin dramas E-Book

Laura Villanueva

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Beschreibung

LIBÉRATE DE DIETAS Y ALIMÉNTATE SIN REMORDIMIENTOS. ¿Alguna vez te has sentido culpable por no alcanzar tus metas relacionadas con la pérdida de peso? ¿Has creído que la autodisciplina y las dietas estrictas son la única solución? Con la lectura de este libro comprenderás que la salud va mucho más allá de seguir una «dieta estricta y hacer ejercicio». Aprenderás cómo las emociones, las creencias, los hábitos y tu historia personal desempeñan un papel fundamental en el modo de relacionarte con la comida. En Nutrición sin dramas, su autora, nutricionista y divulgadora, te invita a liberarte de los patrones disfuncionales que nos alejan de una relación saludable con la comida. Descubrirás así cómo alimentarte sin restricciones, liberándote de la culpa asociada a los alimentos y disfrutando de lo que comes. Un libro que aborda los problemas de alimentación desde todas las perspectivas: social, cultural, nutricional, psicológica.... Un sinfín de consejos y ejercicios lo hacen un libro útil, práctico y eficaz. Las personas con una relación conflictiva con la comida y TCA encontrarán recursos para abordar su problema.

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Laura Villanueva

@nutrirsindramas

NUTRICIÓN SIN DRAMAS

Rompe las cadenas de la dieta y mejora tu relación con la comida

© del texto: Laura Villanueva, 2024.

Diseño de la cubierta: Elsa Suárez.

© Imagen de la cubierta: Amr Bo Shanab, Getty Images / ShutterStock.

© de esta edición: RBA Libros y Publicaciones, S.L.U., 2024.

Avda. Diagonal, 189 - 08018 Barcelona.

rbalibros.com

Primera edición: marzo de 2024.

ref: obdo293

isbn: 978-84-1132-700-8

aura digit • composición digital

Queda rigurosamente prohibida sin autorización por escrito del editor cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra, que será sometida a las sanciones establecidas por la ley. Pueden dirigirse a Cedro (Centro Español de Derechos Reprográficos, www.cedro.org) si necesitan fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra (www.conlicencia.com; 91 702 19 70 / 93 272 04 47). Todos los derechos reservados.

CONTENIDO

Este libro es para ti si...

1. ¿QUÉ ES UNA NUTRICIÓN SIN DRAMAS?

Una nutrición sin dramas es...

Nota importante

2. CUESTIONANDO LA CULTURA DE LA DIETA

¿Qué es la cultura de la dieta?

¿Qué efectos principales tiene estar dentro de la cultura de la dieta?

¿Dónde encontramos ejemplos de cultura de la dieta?

Cómo el canon de belleza ha ido cambiando a lo largo de los años

Cómo sanar de la cultura de la dieta

3. ¿LAS DIETAS FUNCIONAN?

¿A qué nos referimos cuando hablamos de dieta?

Pero ¿las dietas funcionan?

¿Cómo funciona el ciclo de las dietas?

¿Existe la dieta ideal?

¿Por qué cuando sigo una dieta me cuesta tanto bajar de peso?

¿Por qué después de dejar la dieta aumentamos de peso?

¿Para qué nos ponemos a dieta?

Las consecuencias físicas, emocionales y sociales de las dietas

4. EL PESO DE LA BÁSCULA NO DEFINE TU SALUD

¿Es bueno pesarse todos los días?

¿El índice de masa corporal (IMC) puede determinar mi salud?

Si estoy en un peso que no es el «ideal», ¿significa que no estoy sano?

Otros factores en los que me puedo fijar para evaluar mis resultados

5. LAS EMOCIONES Y LA COMIDA

Emociones: ¿cuál es su función?

Tipos de hambre: ¿hay más de uno?

¿El hambre emocional es algo malo que deberíamos evitar?

6. EL PORQUÉ DE LOS ANTOJOS Y LAS ELECCIONES ALIMENTARIAS

¿Por qué tengo tantos antojos?

¿Qué factores determinan la elección de los alimentos?

¿Por qué siempre solemos tener hueco para el postre?

Sí, el estrés también influye en las elecciones alimentarias

7. COMER CONSCIENTE O

MINDFUL EATING

¿Qué es el

mindful eating

?

Conectando con nuestros sentidos

Comiendo sin distracciones

Beneficios de la alimentación consciente

8. HAZ LAS PACES CON LA COMIDA

Señales de una buena relación con la comida

Mejora tu relación con el ejercicio

No te olvides de hablarte bien

Bibliografía seleccionada

Navegación estructural

Cubierta

Portada

Créditos

Índice

Comenzar a leer

BGibliografía

Notas

ESTE LIBRO ES PARA TI SI...

Vives cansado de estar en un círculo constante de dietas, restricciones, atracones y culpa.

Has probado innumerables dietas sin lograr resultados duraderos y tienes ganas de explorar una perspectiva diferente y más compasiva hacia la alimentación.

Te sientes atrapado en un ciclo de emociones desagradables, como la culpa y la vergüenza, relacionadas con tus elecciones alimentarias.

Quieres aprender a escuchar y honrar las señales de tu cuerpo, reconociendo los tipos de hambre, como el hambre física y el hambre emocional.

Buscas desarrollar una relación más saludable con la comida, donde puedas disfrutar de los alimentos sin restricciones ni compulsiones, permitiéndote encontrar placer y satisfacción.

Quieres cultivar una mayor conciencia y conexión con tus propias necesidades nutricionales, adoptando un enfoque más compasivo y basado en el autocuidado en lugar de en reglas rígidas.

Sientes que la comida controla cada aspecto de tu vida y toma decisiones por ti.

Sientes que no mereces la comida si no has restringido y/o compensado antes o después, si piensas que no te estás portando bien si comes algo que «no deberías» o que está fuera del plan.

Estás dispuesto a explorar tus creencias arraigadas sobre la comida, el peso y la imagen corporal, y estás abierto a cuestionar y desafiar aquellas ideas que han sido obstáculos en tu camino hacia una relación más saludable con la comida.

Aquí encontrarás un espacio seguro donde puedes permitirte explorar tus sentimientos, pensamientos y comportamientos en torno a la comida. Ojalá encuentres la paz que buscas.

1¿QUÉ ES UNA NUTRICIÓN SIN DRAMAS?

Vivimos en una sociedad que nos bombardea constantemente con la idea de la imagen corporal perfecta y la cultura de la apariencia. Esta presión puede generar una relación complicada y conflictiva con la comida para muchas personas, convirtiéndola en un enemigo que desencadena sentimientos de culpa y vergüenza. Comprendo lo difícil que puede ser vivir con una mala relación con la comida o incluso enfrentarse a un trastorno de la conducta alimentaria (TCA).1

Nos han vendido la idea de que la felicidad está directamente relacionada con la pérdida de peso, y nos han impuesto estrictas dietas como el único camino hacia ese objetivo. Sin embargo, la realidad es que muchas de las personas que se han sometido a dietas no logran mantener sus resultados a largo plazo y terminan ganando el peso perdido, e incluso algo más que antes de iniciar la dieta.

Si te identificas con esto, tal vez sientas que eres responsable de no alcanzar tus metas y que la culpa recae completamente en ti, al creer que no te esfuerzas lo suficiente o que no tienes autodisciplina. Pero déjame decirte que eso no es verdad.

No todo se reduce a la fuerza de voluntad y seguir una dieta estricta o hacer ejercicio intenso para alcanzar nuestros objetivos. A menudo, creemos que la clave para alcanzar nuestros objetivos está en enfocarnos en contar calorías y en equilibrar nuestra ingesta alimentaria con la actividad física que realizamos. Esta perspectiva se basa en la teoría del balance energético (de la que hablaremos más adelante), que sostiene que nuestro peso está determinado por la diferencia entre las calorías que consumimos y las que quemamos.

Según esta fórmula, parece que la solución es simple: comer menos y hacer más ejercicio. ¿Y ya está? ¿Así de simple? A mí hay algo que no me cuadra. Si fuese tan «simple», todas las personas que se han puesto a dieta a lo largo de su vida hubiesen perdido peso y lo hubieran mantenido en el tiempo, ¿no crees?

Nuestro cuerpo y nuestra relación con la comida son mucho más complejos que una simple ecuación matemática. Existen diversos factores que influyen en nuestro peso y nuestra salud en general —como nuestras emociones, creencias, hábitos y nuestra historia personal, entre otros—, que moldean nuestra relación con la comida de manera individual y única. Por tanto, enfocarnos exclusivamente en contar calorías podría llevarnos a descuidar aspectos importantes de nuestra salud y bienestar.

No existe una definición universal de lo que es una alimentación ideal, perfecta o ejemplar, ya que varía según las necesidades y preferencias de cada persona. Sin embargo, hay algo que debemos tener claro: el acto de comer no debería limitar nuestra vida social, ni generar ansiedad, obsesión o culpabilidad.

Te diré una cosa: si para llevar a cabo una dieta, tienes que basarte en el control, la prohibición y la rigidez, y eso afecta negativamente tu salud mental y bienestar personal... spoiler: deja de ser saludable.

De ahí surge el concepto de una nutrición sin dramas, porque debemos entender que hay vida más allá de una nutrición a la que estamos acostumbrados de «dieta y ejercicio».

Una nutrición sin dramas es...

Una forma de alimentarte sin restricciones, porque no es saludable vivir constantemente pendiente y mirando con lupa lo que vas (o no) a comer.

Liberarte de la culpa asociada a los alimentos, porque no es normal sentir remordimientos cada vez que disfrutas de algo que consideras «prohibido».

Una forma de nutrirte con placer y disfrute, reconociendo que la comida va más allá de su función nutritiva. La comida es parte de nuestra cultura, de nuestra tradición y simboliza momentos de compartir.

Entender que nuestras necesidades alimentarias pueden variar y que está bien escuchar a nuestro cuerpo. No pasa nada si un día te apetece comer un par más de onzas de chocolate o si necesitas desayunar más cantidad que otras veces, porque las necesidades nutricionales de una persona pueden ser influenciadas por una variedad de factores.

Reconocer que es un auténtico drama vivir toda la vida «a dieta».

Aquella que te permite lograr un bienestar físico, mental y social. Se trata de encontrar el equilibrio entre disfrutar de alimentos nutritivos y satisfactorios, cuidar nuestra salud y mantener una relación saludable con la comida.

Este libro que tienes entre tus manos pretende desafiar esos paradigmas y ofrecerte una perspectiva diferente. Veremos cómo liberarnos de la trampa de las dietas restrictivas y adoptar un enfoque más compasivo y realista hacia la alimentación y el cuidado de nuestro cuerpo. No se trata de buscar una transformación radical de la noche a la mañana, sino de cultivar un cambio sostenible y saludable en nuestra relación con la comida.

Exploraremos los diferentes desafíos que enfrentamos en la sociedad actual en relación con nuestra alimentación y encontraremos una mirada profunda y reflexiva sobre los patrones disfuncionales que nos alejan de una conexión saludable con la comida.

Date permiso para dejar de culparte y de sentirte avergonzado. Eres humano y estás en un camino de aprendizaje y crecimiento. El cambio es gradual y puede haber días en los que te desvíes de tus planes o no alcances tus expectativas. Y eso está bien. No eres un caso perdido ni un fracaso.

Nota importante

Ten en cuenta que este libro no pretende reemplazar una terapia individual. Si estás experimentando problemas emocionales o psicológicos o alimentarios que te están generando sufrimiento, es importante que busques ayuda profesional.

Un profesional de la salud podrá proporcionarte un espacio seguro y confidencial para explorar tus pensamientos, emociones y patrones de comportamiento en relación con la comida. Trabajar junto a un profesional te brindará un apoyo individualizado y estrategias adaptadas a tus necesidades específicas, lo que te permitirá abordar los desafíos de manera más efectiva y sostenible.

Buscar ayuda no es un signo de debilidad, sino una muestra de valentía y autocuidado. No tienes que enfrentar tus desafíos emocionales y alimentarios en soledad.

2cuestionando la cultura de la dieta

Si te suena a chino este concepto de «cultura de la dieta», tranquila; estoy segura de que, cuando te lo explique, sabrás muy bien de lo que estoy hablando, porque ha estado (y está) presente a lo largo de toda tu vida. La cuestión es que la tenemos tan normalizada que no nos damos ni cuenta.

Antes de soltar todo el rollo y meternos de pleno en lo que significa y todas sus consecuencias, quiero que recuerdes si alguna vez has pensado lo siguiente:

Me ha perseguido la idea de tener que estar siempre a dieta para ser aceptada. Me he sentido culpable por comer ciertos alimentos considerados «malos» y/o que engordan y he pensado que ser delgada era mi (casi) única aspiración en la vida para ser alguien.

Si esta frase ha resonado más de una vez en tu mente... bienvenida, estás dentro de la cultura de la dieta.

¿Qué es la cultura de la dieta?

¿Quién no ha sentido alguna vez la presión de tener que ser delgado para ser aceptado en la sociedad y sentirse bien consigo mismo? ¿Quién no ha creído que la obesidad es una enfermedad y un problema que debe ser corregido a toda costa? Esta obsesión por la delgadez y la pérdida de peso como símbolos de belleza, salud, éxito y felicidad ha creado una cultura que promueve la idea de que, para tener una vida plena y satisfactoria, es necesario tener un cuerpo delgado y estilizado, consiguiendo así la figura «perfecta».

La cultura de la dieta consiste en una serie de ideas y actitudes que establecen un estándar de lo que se considera saludable y atractivo en términos de apariencia física. A menudo, este estándar se define con un cuerpo delgado, y cualquier cosa fuera de este ideal se ve como indeseable o poco saludable. Por tanto, es una cultura que fomenta la discriminación y el estigma hacia aquellas personas que no encajan en este molde de cuerpo hegemónico,2 particularmente hacia las personas gordas.

La gordofobia es el odio, rechazo y violencia que sufren las personas gordas por el hecho de ser gordas, es un resultado directo de la cultura de la dieta. Esto se debe a que asocia la gordura con la falta de disciplina, la pereza y la falta de autocuidado, lo cual lleva a la discriminación y la marginación de las personas gordas.

Esta perspectiva hace que generemos un miedo irracional a engordar, haciéndonos creer que subir de peso es lo peor que nos puede pasar. Y, para evitar engordar, ahí está de nuevo la cultura de la dieta: señalando cómo «se debe» comer, bajo normas rígidas y limitantes sobre la comida, y permitiendo comer de manera libre alimentos considerados «saludables», haciéndonos sentir culpables y/o avergonzados si no somos capaces de seguirlo.

Está presente en muchos aspectos de nuestra vida diaria, desde la publicidad y los medios de comunicación hasta la moda, el deporte y la industria de la belleza. Nos bombardean con la promoción de dietas restrictivas y extremas, la venta de suplementos alimentarios y productos para adelgazar, así como con la publicidad de gimnasios y rutinas de ejercicio intensas... Todo esto no para que ganemos salud, sino para poder cumplir con los estándares de belleza impuestos.

Es importante reconocer que la cultura de la dieta es un problema muy real que puede afectar a personas de todas las edades, géneros y antecedentes. Por ello es tan importante profundizar en este tema, para desafiar las creencias y actitudes perjudiciales que se encuentran en la base de la cultura de la dieta y promover un ambiente más inclusivo y respetuoso para todas las personas, independientemente de su forma o tamaño corporal.

¿Qué efectos principales tiene estar dentro de la cultura de la dieta?

Este sistema de creencias con el que hemos crecido y vivido puede llegar a tener muchas consecuencias e impacto en nosotros. Una de ellas es la influencia en nuestra alimentación, que se ha convertido en un medio para conseguir valores impuestos por la sociedad, como la salud y la estética. Para lograr dichos objetivos, caemos en la práctica de realizar innumerables dietas.

Estas dietas no son regímenes cualesquiera, sino que son planes nutricionales que incluyen prohibiciones y limitaciones sobre qué comer, cuándo hacerlo y cuánto podemos ingerir. Ello incita a una mentalidad de extremos en relación con la alimentación, al categorizar los alimentos «buenos / malos» y «prohibidos / permitidos».

Quienes se sumergen en esta cultura suelen sentirse culpables y/o avergonzados al consumir alimentos considerados malos o prohibidos, lo que puede generar una relación tóxica con la comida.

De esto hablaremos más en profundidad, pero te dejo una pregunta para que puedas ir reflexionando: ¿tienes algún alimento prohibido o que evites incluir en tu alimentación? ¿Por qué?

Y, cómo no, también lleva a la obsesión por la comida, lo que puede provocar que las personas se sientan atrapadas en un ciclo constante de contar calorías, planificar menús y pensar constantemente en la comida, interfiriendo así en su capacidad para disfrutar de otras actividades y relaciones.

La cultura de la dieta no solo puede afectar a la forma en que vemos la comida, sino que también puede tener un impacto negativo en nuestra imagen corporal,3 reduciendo nuestro valor a cuántos kilogramos marca una báscula o a qué talla tenemos de pantalón.

Al promover imágenes corporales poco realistas y saludables, puede llevarnos a compararnos con otros cuerpos que consideramos «mejores» y hacernos sentir que nuestro propio cuerpo es inadecuado o defectuoso. Nos lleva a pensar que no somos suficientes como somos y que seremos más felices, amados, aceptados o exitosos una vez hayamos conseguido bajar de peso. Esto puede afectar a nuestra autoestima y a nuestra salud mental, ya que la presión por encajar en el actual canon de belleza impuesto por la sociedad puede generar ansiedad, estrés y preocupación constante en nuestra vida diaria.

Además, la obsesión por la imagen corporal puede llevar a la adopción de conductas alimentarias tóxicas y, en casos extremos, derivar en trastornos alimentarios como la anorexia y la bulimia. La presión social por tener un cuerpo «perfecto» puede ser abrumadora y hacer que las personas adopten medidas drásticas para lograrlo, como seguir dietas restrictivas y peligrosas para la salud.

Esta cultura también está relacionada con la mala relación con el ejercicio físico, ya que ambos se refuerzan mutuamente. Cuando comes algo que se considera «fuera de la dieta», el ejercicio se convierte en una forma de compensar ese «exceso» de calorías adicionales.

Esta forma de pensar puede conducir a una relación poco saludable con el ejercicio físico y se convierte en una forma de quemar calorías y controlar el peso en lugar de disfrutar de los beneficios físicos y emocionales del movimiento.

A la cultura de la dieta no le importa tu salud, solo le importa tu peso y que encajes en un canon de belleza.

Otro de los efectos principales es que aumenta los prejuicios sobre los hábitos, costumbres y salud de las personas gordas, lo que lleva a la creencia de que el cuerpo gordo es el resultado de la falta de voluntad o de no hacer suficiente esfuerzo para ser delgado. Claro que esta perspectiva no tiene en cuenta los múltiples factores que pueden influir en la salud de una persona, aparte del comportamiento individual, como son las circunstancias sociales (condiciones laborales, nivel de ingresos, normas culturales...), el cuidado médico (acceso a sanidad, calidad del cuidado médico...), así como la genética y biología (estructura corporal, género, edad...).

Te recomiendo echar un vistazo al diagrama de todos los factores relacionados con los resultados de salud de un individuo en determinantsofhealth.org.

¿Dónde encontramos ejemplos de cultura de la dieta?

La cultura de la dieta es omnipresente en nuestra sociedad, aunque a menudo no seamos conscientes de ello. Está en todas partes: en la televisión, en las tiendas de ropa, en las redes sociales, en los gimnasios, en los supermercados, en el trabajo... y en nosotros mismos.

La publicidad es un medio en el que la cultura es muy evidente. La industria de la dieta y el fitness es una de las más lucrativas y utiliza técnicas publicitarias para promocionar productos y servicios que prometen una rápida pérdida de peso o una transformación corporal espectacular.

Estos anuncios que vemos en televisión, radio, así como carteles y vallas publicitarias, a menudo presentan imágenes de cuerpos delgados y musculosos para vender suplementos dietéticos, programas de ejercicios y otros productos relacionados con la salud. ¿Cuántas veces te has visto tentado a probar dietas o ejercicios, convencida de que esta vez sí funcionará?

Las redes sociales también son una fuente importante de la cultura de la dieta. Los influencers4 y creadores de contenido fitness a menudo utilizan estas plataformas para promocionar dietas extremas, lanzar consejos dietéticos poco responsables y planes de entrenamiento riguroso, todo ello utilizando imágenes retocadas y diseñadas para atraer la atención y seguidores.

Cómo no, la moda y la industria de la belleza también contribuyen a los estándares de belleza poco realistas. Las marcas de ropa han ido disminuyendo gradualmente el tamaño de sus prendas para adaptarse a estos estándares, lo que puede hacer que las personas se sientan avergonzadas de sus cuerpos y vean disminuir su autoestima si no pueden encontrar tallas adecuadas.

Como estos estándares de belleza pueden ser extremadamente exigentes y difíciles de alcanzar, pueden llevar a la dismorfia corporal,5 baja autoestima...

Además, las modelos con cuerpos extremadamente delgados que aparecen en las revistas de moda y belleza pueden contribuir a una baja autoestima y a una imagen corporal negativa en las personas que no se ajustan a ese ideal.

Incluso las tiendas de ropa a menudo tienen secciones especiales de «tallas grandes» que, aunque pueda ser vista como una forma de reconocer y atender las necesidades de las personas con cuerpos más grandes, normalmente está aislada del resto de la tienda y las opciones de ropa suelen ser poco variadas y atractivas, reforzando de esta manera la gordofobia y la discriminación.

Como veis, la cultura de la dieta está constantemente pululando por nuestra sociedad; aquí te dejo unos ejemplos para que lo veas:

Lo vemos en anuncios de alimentos cuando...

las empresas promocionan sus productos como «saludables», «bajos en calorías», «adelgazantes», «quemagrasas»... como imprescindibles para lograr una apariencia física deseada y alcanzar la felicidad y el éxito personal.

Lo vemos en revistas y programas de televisión cuando...

muestran imágenes de modelos y famosas con cuerpos delgados, muy estéticos y musculosos que sugieren que estos cuerpos son el estándar ideal.

Lo vemos en familiares y amigos cuando...

hacen (o reciben) comentarios sobre su peso y apariencia física, lo que comen o dejan de comer, el ejercicio que realizan...

Lo vemos en las películas o series cuando...

el personaje gordo se presenta como perezoso, descuidado y poco saludable y es el foco de mofa, ridículo o humillación. Al mismo tiempo, los personajes delgados se representan como deseables y atractivos.

Lo vemos en el trabajo cuando...

las personas son juzgadas y estereotipadas en función de su aspecto físico, lo que puede llevar a la discriminación y a la asignación de trabajos menos deseados e incluso a la negación de promociones. Las personas que no cumplen con los estándares de belleza establecidos pueden ser tratadas de manera injusta, y su apariencia física puede influir en cómo se les percibe y trata en el lugar de trabajo.

Lo vemos en las tiendas de ropa cuando...

ponen una sección de «tallas especiales» haciendo referencia a una talla grande. O cuando solo fabrican prendas de talla única o el tallaje de la ropa cada vez es más pequeño.

Lo vemos en las redes sociales cuando...

las personas se esfuerzan por mostrar una imagen corporal «perfecta» a través de la edición de fotos o la selección cuidadosa de ángulos y poses.

Lo vemos en los gimnasios cuando...

escuchamos comentarios del tipo «a quemar el helado que me he comido», «ayer fui de cena, así que hoy toca compensarlo», etc.

Lo vemos en los supermercados cuando...

venden alimentos con descripciones del tipo «cero azúcar, cero culpa», «producto light, para cuidar tu línea», etc.

Lo vemos en las conversaciones que mantenemos día a día cuando...

hacemos este tipo de comentarios: «cómo has adelgazado, ¡qué guapa estás!», «me voy a poner como una foca comiendo esta hamburguesa», «tengo que adelgazar para entrar en estos pantalones»... O cuando utilizamos la palabra «gordo/a» para insultar a alguien.

Cómo el canon de belleza ha ido cambiando a lo largo de los años

A lo largo de la historia se le ha dado una gran importancia a la belleza. Es evidente que los estándares de belleza existentes en una sociedad en particular tienen una influencia significativa en cómo uno percibe su propia imagen corporal.

El canon de belleza ha evolucionado a lo largo del tiempo, definiendo qué características se perciben y se valoran como atractivas y bellas en una sociedad. Este cambio constante en los estándares de belleza puede afectar significativamente a la imagen corporal de las personas, entendida como la percepción subjetiva que una persona tiene de su propio cuerpo.

La imagen corporal es un término que abarca más que la apariencia física externa: es la percepción subjetiva que una persona tiene de su propio cuerpo, incluyendo la apariencia física, las sensaciones corporales, los pensamientos y las emociones relacionadas con el cuerpo. Esta percepción puede ser positiva, negativa o neutral, y se ve influenciada por factores internos y externos.

Está formada por diferentes componentes: perceptual (percepción del cuerpo en su totalidad o de algunas partes), cognitivo (valoraciones sobre el cuerpo o algunas de sus partes), afectivo (sentimientos y actitudes hacia el cuerpo o algunas de sus partes) y conductual (acciones y comportamientos basados en esta percepción).

La preocupación general por nuestra apariencia no es algo nuevo, ya que, a lo largo de la historia, cada sociedad y época ha tenido sus propios estándares de belleza y concepciones sobre cómo debe lucir el cuerpo ideal.

El «cómo nos vemos» a nosotros mismos evoluciona a lo largo de la vida y está fuertemente influenciado por nuestras propias experiencias y vivencias; además del entorno y la sociedad en general, los mensajes de la familia, amigos y medios de comunicación, así como las expectativas sociales, pueden tener un impacto en nuestra imagen corporal.

Para entenderlo mejor, vamos a retroceder hasta los años 1910 para ver el cambio de rasgos considerados bellos que hemos sufrido hasta la actualidad.

Años 10

En esta época, se valoraba un aspecto femenino y delicado, con cuerpos curvilíneos y rostros angelicales. Se esperaba que las mujeres fuesen delgadas, pero con cuerpos en forma de S: caderas amplias y curvas pronunciadas, simbolizando la maternidad y la fertilidad.

La moda de la época favorecía las formas, por lo que las mujeres usaban corsés para enfatizar dichas curvas y tener una cintura muy pequeña.

Ejemplo de mujer icónica: Theda Bara.

Años 20

Durante la década de los veinte, conocida también como la Edad de Oro, fue un momento de liberación y alegría tras la Primera Guerra Mundial.

La mujer emergió como una figura fuerte y autónoma, y esto se reflejó en la moda y en el ideal de belleza. En esta época, las mujeres se cortaron el cabello y se vistieron de forma más atrevida y con un carácter andrógino.

El canon de belleza de las mujeres era: siluetas más rectas, con menos acentuación de las curvas, cuerpo delgado y huesos predominantes, pechos pequeños, prendas más anchas...

Ejemplo de mujer icónica: Clara Bow.

Años 30

La imagen de los años veinte queda totalmente desfasada y en los años treinta vuelve la tendencia de la imagen de los años diez, es decir, vuelven las curvas, la cintura ceñida...

La era de la Gran Depresión y la Segunda Guerra Mundial influyó en la moda, haciendo que las mujeres priorizaran la comodidad y la funcionalidad en su ropa y en su maquillaje. Aún se esperaba que las mujeres mantuvieran una figura curvilínea, pero mucho más natural: utilizando ropas ajustadas, pero sin ayuda del corsé.

Ejemplo de mujer icónica: Greta Garbo.

Años 40

La Segunda Guerra Mundial tuvo un impacto en la moda. Durante la guerra, la economía estaba limitada, por lo que la ropa y el maquillaje eran más simples y prácticos. La mujer tomó más presencia tanto dentro como fuera del hogar y trabajaba en fábricas, por lo que llevaba ropa que le permitía moverse libremente para desempeñar las tareas cotidianas.