Ortodoxia sensual - Debbie Blue - E-Book

Ortodoxia sensual E-Book

Debbie Blue

0,0

Beschreibung

Provocador, sensual, intuitivo y ortodoxo. Una combinación fascinante. En este libro, Debbie Blue se mete en los huecos de los evangelios, buscando relaciones contextuales de la historia detrás de la gran historia. Allí donde encuentra una fisura, ella agrega con sutileza y determinación una cuña, afirmándose en el evangelio, permitiendo que brote agua nueva. Una colección de predicaciones –como resurrecciones- vigorosamente imaginativas de la vida y los tiempos de Jesús, donde el cuerpo existe y tiene todos los sentidos atentos a percibir, mientras la cabeza juega un papel secundario con respecto al corazón, el amor es palpable, los últimos son los primeros, la fe se transita en harapos.Si la Biblia se lee como relatos de moralidad, pálidos y nada sorprendentes, seguramente el texto solo nos empuje en dirección a lo antisensual y lo abstracto. Pero recuperar el mensaje del Dios Encarnado, la vida de Jesús, es ir siempre en el sentido contrario: Dios se hace verdaderamente humano en el vientre de María y nace en el mundo a través del canal de parto. Porque Dios intenta colarse en nuestras vidas, se empeña en entrar una y otra y otra vez en nuestro mundo, aunque no lo notemos. Esa es la gran sospecha de Debbie Blue, y de eso trata este libro. Este libro es la traducción al español de Sensual Orthodoxy. Prólogo a la edición en español de la Rev. Dra. Mercedes L. García Bachmann. "Prologar este libro […] fue encontrarme con una mujer de su tiempo que predica para su contexto acerca de qué se trata esta Divinidad de muchos nombres de la que hablamos." MERCEDES L. GARCÍA BACHMANN, ministra, doctorada en Biblia, directora del Instituto Pastoral Contextual – IELU. Tomado del Prólogo "Cada vez que empiezo a leer o escuchar un sermón de Debbie Blue, estoy a la expectativa de una sorpresa, en una actitud de aventura. Me ayuda  a ver el texto bíblico con ojos nuevos y experimentar el Dios revelado en él. Ella ama la biblia y aun ama más proclamar las buenas nuevas del amor radical de Dios: es implacable en encontrar el "si" incluso en textos que aparecen solo como un "no"." MARCOS BAKER, teólogo, profesor y autor de Centrado en Jesús y Mucho más que una cruz "Predicaciones del más allá -porque tienen casi 20 años de haber sido realizadas- que no pierden vigencia ya que "intentan revelar lo escandaloso del poder del evangelio y del Dios que se adentró en nuestra humanidad y se encarnó". Debbie es generosa y no le preocupa ser políticamente incorrecta, es intrépida, anda dando vueltas en ponernos cara a cara con esa lógica tan (poco) cristiana de establecer siempre rivalidades entre "nosotros los buenos y ellos los malos", los bandos antagónicos, "los elegidos y los gentiles"." HERNÁN DALBES, Director de Publicaciones JuanUno1, Pastor en Iglesia Misión Gracia y Libertad "El punto central de Debbie Blue es que la iglesia tiende a eliminar la mayor parte de la fisicalidad y la sensualidad concretas del evangelio, dejándolo más ordenado pero también más frío y mucho menos interesante." Christianity Today.

Sie lesen das E-Book in den Legimi-Apps auf:

Android
iOS
von Legimi
zertifizierten E-Readern

Seitenzahl: 211

Das E-Book (TTS) können Sie hören im Abo „Legimi Premium” in Legimi-Apps auf:

Android
iOS
Bewertungen
0,0
0
0
0
0
0
Mehr Informationen
Mehr Informationen
Legimi prüft nicht, ob Rezensionen von Nutzern stammen, die den betreffenden Titel tatsächlich gekauft oder gelesen/gehört haben. Wir entfernen aber gefälschte Rezensionen.



Copyright © by Debbie Blue, 2004.

Ortodoxia Sensual

Recuperando el Mensaje del Dios Encarnado

de Debbie Blue. 2020, JUANUNO1 Ediciones.

Título de la publicación original: “Sensual Orthodoxy”.

This work is published by agreement with the owner Deborah Ann Blue.

Esta obra se publica mediante acuerdo con la propietaria Deborah Ann Blue.

Spanish Language Translation copyright © 2020 by JuanUno1 Publishing House, LLC.

All Rights Reserved. | Todos los Derechos Reservados.

Published in the United States by JUANUNO1 Ediciones,

an imprint of the JuanUno1 Publishing House, LLC.

Publicado en los Estados Unidos por JUANUNO1 Ediciones,

un sello editorial de JuanUno1 Publishing House, LLC.

www.juanuno1.com

JUANUNO1 EDICIONES, logos and its open books colophon, are registered trademarks of JuanUno1 Publishing House, LLC.

JUANUNO1 EDICIONES, los logotipos y las terminaciones de los libros, son marcas registradas de JuanUno1 Publishing House, LLC.

Library of Congress Cataloging-in-Publication Data

Name: Blue, Debbie, author

Ortodoxia sensual: recuperando el mensaje del dios encarnado / Debbie Blue.

Published: Miami : JUANUNO1 Ediciones, 2020

Identifiers: LCCN 2020949695

LC record available at https://lccn.loc.gov/2020949695

REL080000 RELIGION / Christian Ministry / Preaching

REL012040 RELIGION / Christian Living / Inspirational

REL006100 RELIGION / Biblical Criticism & Interpretation / New Testament

Paperback ISBN 978-1-951539-45-0

Ebook ISBN 978-1-951539-59-7

Traducción: Ian Bilucich

Corrector: Tomás Jara

Diagramación: María Gabriela Centurión

Portada: JuanUno1 Publishing House, LLC

Director de Publicaciones: Hernán Dalbes

First Edition | Primera Edición

Miami, FL. USA.

-Diciembre 2020-

Tabla de contenidos

Cover

Portadas

Legales

Prólogo de Mercedes L. García Bachmann

Prefacio

Agradecimientos

Figuras del pesebre de Betty

Media pulgada de fibra de vidrio

Un Dios parturiento

Una metáfora potencialmente repugnante

Un Dios que duerme

Un Dios que se moja

La mujer perro

¿Cuántas veces debo perdonar a George Bush?

Una bomba a la meritocracia

Comida para gusanos

Déjala en paz

Res[E]rección

Esperando que suceda

Hinojo de florencia

La gloria no brilla; sangra

Cuervo común

Prólogo

Comencé a leer Ortodoxia sensualpor dos razones: la primera, mi compromiso con esta editorial de escribir un prólogo para la traducción al español. La segunda, por curiosidad sobre la autora, de quien había escuchado por diferentes fuentes. Pronto, descubrí que no estaba leyendo para escribir este prólogo, sino para ver cómo seguía Debbie con una determinada idea. ¿No es una de las sensaciones más gratificantes, más sensuales, esa de leer para “ver cómo sigue” el libro?

Un público lector de un libro sobre Biblia o teología es una rareza dentro del mundo de amantes de la lectura; a su vez, es una rareza para vastos sectores de la población mundial a lo largo de los siglos. Solo usted sabe por qué tiene este libro en sus manos. Puede ser por curiosidad o por hartazgo ante respuestas repetidas a preguntas formuladas tiempo atrás. Puede ser que haya llegado por recomendación o por accidente; puede ser que Ortodoxia sensual sea parte de las lecturas obligatorias de un curso o parte del ejercicio de leer autoras nuevas o conocidas para usted. Dentro de esa rareza que es el público lector de un libro sobre Biblia o teología, puede ser que usted tenga una fe que ningún vendaval mueve o que no tenga relación en absoluto con la Divinidad de la Biblia o el Dios trinitario de la tradición cristiana… o que esté en algún punto intermedio entre estos extremos; que haya sido creyente o miembro por tradición o que aún esté considerando serlo, con más certezas que dudas —o viceversa— en su mente y su corazón. En fin, como ve, estimada lectora, estimado lector, trato de imaginarme cómo es la persona que tiene en sus manos este gran libro y qué expectativas podría tener sobre él.

Pero ¿para qué sirve este ejercicio? En pocas palabras, para “conocer a mi audiencia”. Cuando comenzamos a prepararnos para el ministerio pastoral en una comunidad, a menudo escuchamos: “Para poder predicar bien, tienes que conocer a tu audiencia, saber a quién le estás hablando”. Pidiéndole auxilio a Pablo de Tarso (Ro 10: 14-17), “¿cómo van a invocar a aquel en quien no han creído? ¿Cómo creerán en aquel de quien no han oído hablar? ¿Cómo van a oír sin que se les predique? […] Por tanto, la fe viene de la predicación, y la predicación, por la palabra de Cristo”. Sí: por la palabra de Cristo expresada adecuadamente a una determinada audiencia: con los griegos, griego; con los judíos, judío; con las mujeres, mujer; con la gente descreída, como quien da lugar a las dudas. Me atrevo a decir que si usted está en alguna de las categorías enunciadas más arriba, entre creyente, dudante y descreído/a, amante de la Escritura y “bicho raro” de la teología, entonces disfrutará de los sermones de Debbie Blue en Ortodoxia sensual. No, claro, no me atrevo a predecir cuál le gustará más o hablará más a sus necesidades. Pero sí me atrevo a recomendarle su lectura, porque sé que hay aquí un mensaje sobre el poder de Dios que habla a nuestros días. Debbie Blue no escribió estos sermones para una audiencia hispanoparlante en plena pandemia por el COVID-19 pero, así y todo, nos habla.

En la teología luterana se reconoce el ministerio de la Palabra y los Sacramentos, ejercido por ministros, ministras o ministres, es decir, por personas de cualquier género y orientación sexual, a quienes Dios ha llamado y cuyo llamado la Iglesia reconoce (y a quienes generalmente se les llama “pastor” o “pastora”). Ese ministerio tiene que ver con el anuncio de la Palabra de Dios, tanto proclamada en la lectura de la Biblia como en la predicación. Y eso es lo que hace esta autora, quien es también una pastora luterana: predicarnos la Palabra de Dios. En la mejor tradición de Miriam, Eliseo, Jeremías y el mismo Jesús, usa los medios a su alcance para anunciarnos la gracia divina. Un cuervo un día de primavera (Cap. 16) o las semillas de la abuela Eisley (Cap. 14) reemplazan a la pandereta de Miriam (Ex 15: 20-21), al almendro de Jeremías (Jr 1: 11-12) o las parábolas de Jesús (Marcos 12; Mateo 13). La enseñanza mediante recursos literarios (cuentos cortos, metáforas, proverbios, adivinanzas, rimas, música y otros) es una de las tradiciones más antiguas y más honoríficas que nos han legado los pueblos del cercano oriente; una en la que muchas mujeres podían mostrar su excelencia. Totalmente al margen, los primeros poemas que nos han llegado de Agadé (o Akkad), del siglo 23 antes de nuestra era, son de una poetisa y sacerdotisa del Dios Nannar, la Luna, llamada Enheduanna, hija de Sargón.

Enseñar requiere paciencia y generosidad y, además de la carga teórica de la disciplina, habilidad práctica y sensibilidad a los tiempos y las personas con quienes se enseña y aprende. Es obvio, pero vale la pena repetirlo: nadie puede hacer que otra persona aprenda (o crea, si vamos al caso de la predicación); solo podemos usar las herramientas de las que disponemos para alentar a incorporar un nuevo conocimiento, modificar una conducta, generar interés en investigar algo hasta entonces desconocido, o lo que fuere que nos pongamos como meta al enseñar. Requiere, en términos bíblicos, jokmá, sofía, Sabiduría.

La sabiduría es un estado de la mente y el espíritu humanos caracterizada por una comprensión honda […], elaborada como una cualidad poseída por los sabios y las sabias, pero también es atesorado como sabiduría popular e ingenio. La sabiduría es el poder de discernimiento, comprensión profunda y creatividad; es la habilidad de moverse y danzar, de hacer conexiones, de saborear la vida y de aprender de la experiencia. La Sabiduría es inteligencia modulada por la experiencia y afilada por el análisis crítico. Es la habilidad de tomar […] decisiones incisivas. Su significado […] aparece en su forma en latín sapientia, la cual deriva del verbo sapere, probar y saborear algo.1

Además de la sabiduría, una clave importante para leer Ortodoxia sensuales la actitud constante de mirar las cuestiones desde otro ángulo, “darles una vuelta de tuerca”, como decimos coloquialmente en estos lares: “Parece que, muy a menudo, tal vez por familiaridad o domesticación, este tipo de imágenes bíblicas nos pasan por al lado sin alarmarnos por su fuerza” (Cap. 4). Como ella propone, ¡imagínense las caras de la feligresía de nuestras comunidades si apareciera un flamenco o, aún mejor, Homero Simpson en nuestros pesebres navideños! Y, sin embargo, cuando Jesús contó la parábola de los dos hijos, cuando la mujer cananea desafió a Jesús (Cap. 7, “La mujer perro”) o cuando Pablo afirma: “En efecto, todos los bautizados en Cristo os habéis revestido de Cristo: ya no hay judío ni griego; ni esclavo ni libre; ni hombre ni mujer, ya que todos vosotros sois uno en Cristo Jesús” (Ga 3: 27-28), estaban siendo mucho más provocadores que si infiltráramos a Superman en el pesebre.

No es cuestión de perspectiva, finalmente, sino de dejarse sorprender por Dios y su gracia, siempre de nuevo. De eso se tratan las Buenas Nuevas, el Evangelio de Dios, desde que se comprometió con nuestro cosmos al crearlo hasta el día de hoy y para siempre. Prologar este libro tampoco fue una cuestión de perspectiva; fue encontrarme con una mujer de su tiempo que predica para su contexto acerca de qué se trata esta Divinidad de muchos nombres de la que hablamos. Y no olvidemos que, entre los muchos nombres de Dios, YHVH —“Soy Quien Está Contigo”— es su nombre propio y es de los más frecuentes, aunque esté escondido tras “el Señor” en muchas traducciones. Yo Soy Quien Está Contigo, Emmanuel, Jesús (cuya raíz indica salvación), el Mesías, el Dios parturiento… Dios de muchos atributos, para hacernos saber de una manera o de otra que nos ama, nos perdona, nos reconcilia, nos restaura. Estoy segura de que usted disfrutará de este libro y le encontrará muchas nuevas aristas a su relación con lo Divino, con usted mismo/a y con su prójimo.

Rev. Mercedes L. García Bachmann

Directora del IPC (Instituto Pastoral Contextual)

Ministra ordenada de la Iglesia Evangélica Luterana Unida Argentina-Uruguay

Doctorada en Biblia en el Lutheran School of Theology at Chicago

7 de octubre de 2020

1 Elisabeth Schüssler Fiorenza, “Foreword: ‘Come Eat of My Bread... and Walk in the Ways of Wisdom’”, en Elsa Tamez, Cynthia Briggs Kittredge-Claire Miller Colombo y Alicia J. Batten, Philippians, Colossians, Philemon. Collegeville, Liturgical Press. (2017). xii. [Traducción propia]

Prefacio

La memoricé, la obedecí, sabía que de algún modo se suponía que era crucial en mi vida, pero, honestamente, no había nada sobre la Biblia que me resultara intrigante. Me di cuenta de que era conveniente pretender que me gustaba, pero parecía que los cuentos de hadas y las historias para irse a dormir tenían más pistas vitales de los secretos del universo.

Se presentó como algo simple y claro. Nada de largas historias llenas de giros, enredos y tramas, sino pequeñas narrativas perfectas. Era instrucción moral. Nos decía cómo debíamos comportarnos. Y la forma en que se comunicaba parecía tan interesante como podría esperarse que fuera un instructor de disciplina: para nada salvaje, apasionado o comprometido con la vida, ni lleno de sexo, sangre y peleas; sino pulcro, prudente, mediocre y desabrido. Era un texto al servicio de una agenda antisensual.

El hecho de que alguien haya logrado llevar a cabo esa presentación es bastante sorprendente. En el libro hay monstruos. Hay historias gráficas sobre personas con nombre y todo tipo de emociones humanas. No para de hablar sobre esterilidad, fertilidad y comida. Está lleno de amor, dolor, ira, muerte y todo tipo de poesías. No es para nada abstracto. Es muy concreto. Está lleno de tramas. Las historias no son nada si no son presentadas por capas, si no son tangibles. Eso es sensual.

De alguna manera, a veces parece que creer que es la Palabra de Dios puede terminar por menoscabarla en vez de engrandecerla; por volverla tiesa, muerta y estrecha en vez de loca, llena y viva. Tal vez tenga que ver con que las personas que están a cargo (ya sean académicos, fundamentalistas o ministros de la institución) están siendo demasiado rígidos al respecto. Puede llegar a ser un daño colateral de la reverencia extrema. La reverencia y el amor me resultan diferentes. La primera es parecida a la distancia, el segundo se trata de comprometerse.

La Palabra de Dios, como la de cualquiera, es la intención de un ser viviente que trata de comunicar algo. Si Dios está vivo de algún modo que nos resulte significativo, entonces podrías pensar que la Palabra de Dios nos compromete a tener una conversación o algún tipo de relación en lugar de golpearnos la cabeza como tablas de piedra caídas del cielo. Si Dios está vivo de algún modo que nos resulte significativo, entonces la Palabra de Dios no sería un depósito intocable de hechos sobre Dios que debes manejar con cautela, sino algo cierto con lo que te puedes estrellar, algo con lo que pelear. Pelear parece una buena manera de lidiar con ella. Forcejear con ella de verdad. Con mucho contacto. Tal vez deberías agarrarla del cuello, tironear de ella y rodar en la tierra. Tus uñas no van a quedar limpias y ella no se va a romper. En vez de aproximarnos de manera abstracta, deberíamos hacerlo como una esposa granjera manipula un pollo: con cuidado pero no delicadamente, minuciosamente pero no con cautela.

Podría estar equivocada, pero lo que guía mi exégesis es la creencia de que si escucho la Palabra de Dios en medio de la contienda, será la palabra de un amante. Un amante que quiere que el mundo crea y viva en aquel amor, no el Supremo Ser que pretende que sus criaturas se alineen adecuadamente, con la camisa limpia, el traje abotonado, y se inclinen en la posición de súplica que corresponde. Creer en el amante viviente al menos un poco —o a pesar de ti mismo—, o empezar ahí aun si por ahora no crees demasiado hace que leer la Biblia sea una aventura bastante interesante. Es diferente de creer en los méritos posibles de un sistema religioso, institución o código moral. No estoy diciendo que siempre crea en eso, pero es la esperanza que me entretiene (creo que ese es mi trabajo como pastora, más que, digamos, promocionar la iglesia o mantener la institución).

Aunque parezca que las personas a cargo muy a menudo han tenido una tendencia antisensual, medio abstracta, la historia de Cristo va en dirección contraria. Dios se encarna físicamente en el mundo. Dios se hace verdaderamente hombre en el vientre de María y nace al mundo a través del canal de parto. Jesucristo camina, come y no siempre se lava las manos. Dios se revela a sí mismo como un humano con piel, dientes y lengua. Siente, se mueve, vive, sufre, muere. Esta es la historia central del cristianismo y su movimiento hacia lo físico y no tanto hacia lo metafísico. Los ensayos de este libro son intentos de leer la historia de Jesucristo. Tienen la intención de ser sensualmente ortodoxos o, al menos, lo suficientemente ortodoxos.

Sé que rompo reglas exegéticas, gramaticales y de todo tipo. No me importa. Me gusta romper las reglas. Lo haré en el servicio de mantener algo vivo. Para mí está bien responder a locas narrativas surrealistas con otras locas narrativas surrealistas (a veces, irrelevantes y anacrónicas). Mis ensayos son respuestas sensuales a un texto sensual. Me parece mejor que responder con una abstracción teórica. Mientras sepamos que no vamos a entenderlo en su totalidad (y ni siquiera se trata de eso), tal vez hasta podamos ser juguetones. Siento que es responderle al texto del mismo modo.

Estas no son exhortaciones a una congregación sobre cómo vivir la vida. Son intentos de leer la Biblia con otras personas. Y House of Mercy1 es una comunidad grandiosa de personas con quienes leer la Biblia, luchar, cuestionar y vivir.

A menudo, cuando observo un pasaje sobre el que se supone que debo predicar, me da la misma sensación de cuando no puedes hacer que tu mente se comprometa con una frase aunque la leas cincuenta y cinco veces. Te limitas a hacer garabatos, a rememorar alguna conversación o a tratar de recordar qué cosas necesitas de la tienda. Pero mi proceso de escritura es un proceso de contra-abstracción. Termino por involucrarme a fondo. Espero que, para ustedes, leer este libro sea, al menos, algo de eso.

1House of Mercy (por su traducción, Casa de Misericordia) es la iglesia que Debbie pastorea. (N. del E.)

Agradecimientos

La primera vez que de verdad creí que la Biblia era interesante o que Dios podría realmente estar vivo fue cuando estudiaba con John Linton en Oregon Extension. Por lo general, usaba las notas de sus estudios bíblicos como comentarios y son los comentarios más graciosos, inteligentes y alocados que jamás he encontrado. Las mejores lecturas del texto son suyas (mucho de “Mujer Perro” es de un sermón que él dio en aquel texto que fue publicado en OE Journal. En “La gloria no brilla, sangra” no solo uso todas sus ideas sobre la gloria y la expiación, sino que en realidad hasta robo sus bromas sobre Zeus y sus líneas sobre “Dios es el tonto que trepa al árbol siguiendo al gato”. El cálculo es su vocabulario esclarecedor. Lo uso todo el tiempo. En “Una bomba para la extravagancia de la competencia humana”, todas las ideas sobre justicia y misericordia son suyas. Si continúo, se hará evidente que todo el libro es realmente un reconocimiento para él).

Estoy muy agradecida por poder leer la Biblia con mis compañeros de trabajo (Rev. Dr. Mark Stenberg, Chris Larson, y Rev. Russell Rathbun). Ellos son los líderes más interesantes, inteligentes y creativos de cualquier iglesia que jamás haya conocido. Estoy agradecida a Mark por siempre predicarme las buenas noticias y por ser capaz de verlas en el texto cuando yo no puedo. El Rev. Russell Rathbun —que es milagroso en hacer posible que todo tipo de personas hagan todo tipo de cosas— hizo que yo pudiera juntar todo esto, dar con un título, y luego convenció a Dan para que lo publicara. También les puso título a los sermones y es gracias a él que aprendí a predicar. Así que, en muchos aspectos, no tendría un libro de sermones de no ser por su influencia.

Linda Buturian lee todos mis sermones antes de que los dé. No puedo imaginar una lectora (o amiga) más servicial y alentadora. Jim, Miles y Olivia hacen posible todo lo bueno que sucede.

Figuras del pesebre de Betty

6 de enero de 2002: Epifanía de nuestro Señor

u

Cuando nació Jesús, en Belén de Judea, bajo el reinado de Herodes, unos magos de Oriente se presentaron en Jerusalén y preguntaron: “¿Dónde está el rey de los judíos que acaba de nacer? Porque vimos su estrella en Oriente y hemos venido a adorarlo”. Al enterarse, el rey Herodes quedó desconcertado y con él toda Jerusalén. Entonces reunió a todos los sumos sacerdotes y a los escribas del pueblo para preguntarles en qué lugar debía nacer el Mesías. “En Belén de Judea –le respondieron–, porque así está escrito por el Profeta: ‘Y tú, Belén, tierra de Judá, ciertamente no eres la menor entre las principales ciudades de Judá, porque de ti surgirá un jefe que será el Pastor de mi pueblo, Israel’”. Herodes mandó llamar secretamente a los magos y después de averiguar con precisión la fecha en que había aparecido la estrella, los envió a Belén, diciéndoles: “Vayan e infórmense cuidadosamente acerca del niño, y cuando lo hayan encontrado, avísenme para que yo también vaya a rendirle homenaje”. Después de oír al rey, ellos partieron. La estrella que habían visto en Oriente los precedía, hasta que se detuvo en el lugar donde estaba el niño. Cuando vieron la estrella, se llenaron de alegría, y al entrar en la casa, encontraron al niño con María, su madre y, postrándose, le rindieron homenaje. Luego, abriendo sus cofres, le ofrecieron dones, oro, incienso y mirra. Y como recibieron en sueños la advertencia de no regresar al palacio de Herodes, volvieron a su tierra por otro camino. – Mateo 2:1-12 (El Libro del Pueblo de Dios)

Betty tiene una colección abrumadora de figuras del pesebre. Reúne cada diseño ingenioso que ha sido popular en las últimas tres décadas. Representaciones lindas, peludas, perfumadas, con cuentas, purpurina y teñidas. Hace algunos años, exhibió una escena donde María y José parecían estar hechos de malvaviscos laqueados. Pero, aunque encuentro fascinante el registro de muestras de artesanías pegajosas, lo más notable para mí es que todos estos artículos (malvaviscos, pinzas para la ropa, conchas de mar) puedan reconocerse fácilmente como la Familia Santa en vísperas de Navidad. Solo ponle barba a la piña de un pino o agrégale un bastón a las manos de algo hecho de alguna variedad de pasta italiana y ya sabremos quién es. Ni siquiera hay que mirarlo demasiado. Tenemos la escena memorizada.

Los objetos que forman el pesebre de Betty me sorprenden, pero el contenido no. El contenido siempre es el mismo: quiénes están ahí, dónde están parados, lo que están haciendo. No estoy segura de qué debe suceder para que algo de un contenido tan salvaje termine por parecer cada vez menos sorprendente, cada vez más común. Es la historia de cómo Dios se hizo carne en el vientre de María; Dios nace en el mundo como un bebé, a través del canal de parto, en un granero. Creo que podríamos sentirnos un poco conmocionados cada vez que nos enfrentamos a la escena.

He estado pensando que, tal vez, alguien debería empezar un grupo pequeño de activistas guerrilleros cuya tarea fuera plantar figuras escandalosas en escenas del pesebre. Podrían trabajar tanto dentro de hogares privados como en la mayoría de los lugares públicos. Amas de casa suburbanas gritarían al encontrarse con figuras de Batman en el techo del pesebre. Las iglesias se horrorizarían al toparse con barbies y dinosaurios de plástico en sus altares. Pero las personas prestarían atención. Mirarían dos veces. Tal vez frenarían sus autos. Quizás hasta saldrían al ver un enano de jardín o un flamenco rosado o un gran Homero Simpson de plástico inclinado ante el niño Jesús en el césped de la Catedral.

Me pregunto si seré la primera a la que se le ocurrió esta idea. Tal vez haya habido algúna especie de grupo guerrillero que situó por primera vez a los sabios de Oriente en las escenas del pesebre. Ahora, obviamente, han sido estratégicamente apropiadas por fabricantes de pesebres convencionales, pero en verdad deberían ser una presencia más sorprendente. Es como poner unos transformistas en la obra navideña de Bethlehem Baptist.1 Son conocidos popular y familiarmente como los sabios o los tres reyes; pero es más apropiado llamarlos magos. Hacían magia. Seguían estrellas. Conjuraban. Realmente son más Merlín que Arturo. Mateo nunca sugiere que sean reyes. Son practicantes de las artes de lo oculto. Así y todo, año tras año están parados ahí en la mayoría de las escenas de pesebres. Rígidos, inocentes y respetables; como si encajaran, como si siempre hubiesen estado ahí, se da por supuesto que pertenecen a ese lugar, como si no fueran paganos flagrantes que se entrometieron en la escena de nacimiento de una pequeña familia judía.

Estos tipos probablemente no venían de palacios agradables y limpios, ni siquiera de buenas familias. Posiblemente salieron de pequeños cuartos humeantes en la parte de atrás de salones de tatuajes o de casas en ruinas llenas de incienso y carnavales; de escaparates de mala muerte que anunciaban lecturas de cartas del tarot, del futuro, de palmas, y canalización de vidas pasadas. Son paganos que han estado haciendo cosas paganas y, aparentemente, fue mientras consultaban sus cartas astrológicas paganas que encontraron una estrella, evidencia —en su forma pagana de ver— de que había nacido un rey. Y encontraron a Jesús porque siguieron esa luz que avistaron desde su lejana tierra pagana.

Los astrólogos solo aparecen en Mateo —no en los otros evangelios— y en realidad no se menciona una escena de pesebre. Aparentemente, ellos ven la estrella cuando el niño ya ha nacido y luego emprenden un largo viaje. Así que, de hecho, no es la escritura la que los sitúa en nuestros conjuntos navideños. Deben haber sido las guerillas.

Mateo, sin embargo, los hace aparecer como figuras importantes en su escena de apertura. De hecho, son estos magos —no María, José ni nadie de la familia— quienes dicen las primeras palabras humanas en la historia del Evangelio de Mateo. No nos da detalles domésticos del nacimiento. Ni qué pensó María cuando vio a su bebé ni cómo lo arrullaba. Él menciona el nacimiento de Jesús prácticamente de pasada y luego nos muestra a este séquito pagano, incursionando en Jerusalén meses después, preguntando: “¿Dónde está el que nació rey de los judíos?”.

Es una forma osada de contar una historia. Estos extranjeros —en todo sentido de la palabra—, estos forasteros (muy forasteros) son las primeras personas en la historia de Mateo en encontrar al Mesías judío. Hablemos de ser un poco problemático, impredecible o incluso revolucionario. Tal vez hayamos pensado que nuestros hombres sabios encajaban muy bien entre los pastores y las ovejas, pero realmente es como tener a Shirley Maclaine2 en la escena del pesebre. Así de extremo. Shirley Maclaine. No es para nada predecible.