Panorama histórico del libro y la edición digital - Fernando Cruz Quintana - E-Book

Panorama histórico del libro y la edición digital E-Book

Fernando Cruz Quintana

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En los últimos veinte años, los estudios en América Latina sobre el libro, la edición y la lectura han tenido un avance significativo. La consolidación de grupos de trabajo y de líneas de investigación en distintas instituciones y espacios educativos, más la consecuente aparición de un importante conjunto de tesis centradas en temas y problemas de diversas manifestaciones de la cultura escrita, han permitido que este campo cobre un renovado dinamismo y una gran vitalidad. A esto se han sumado una variedad de foros académicos —como congresos, encuentros y coloquios— y también la publicación de numerosos artículos en revistas de todo tipo. De forma paralela a la educación y la difusión, en varios países de la región han florecido colecciones especializadas en "libros sobre libros" que han contribuido a fortalecer el campo en sus cruces con otras disciplinas como la historia, la sociología, la filología, la antropología, la literatura, el diseño y la comunicación visual, por mencionar algunas. Sin embargo, ese énfasis editorial no ha estimulado una vertiente de divulgación, lo que deriva en una carencia de obras y colecciones pensadas para el público general y el estudiantil.

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Contenido

Presentación de la Breve Biblioteca de Bibliología

Presentación de la Breve Biblioteca de Bibliología

Nota preliminar: ¿libros electrónicos o libros digitales?

El libro es acaso el mayor símbolo de la civilización: cónclave del trabajo intelectual y material, define como pocas cosas la esencia y la existencia humana. Aun cuando lo sentimos tan próximo y tan ...

Lo que podría ser

El Proyecto Gutenberg

Tecnologías de escritura

Los primeros libros digitales comerciales

La revolución digital del trabajo editorial

Amazon y nuevos actores comerciales en la cadena de valor del libro

Modelos de negocio digital y los libros electrónicos en el mundo

Potencialidades insospechadas

Presentación de la Breve Biblioteca de Bibliología

Marina Garone Gravier

Nota preliminar: ¿libros electrónicos o libros digitales?

Introducción

Capítulo i

Lo que podría ser

The Readies, una máquina de lectura

El Memex, una máquina auxiliar para el pensamiento

Capítulo ii

El Proyecto Gutenberg

Los inicios del proyecto

La creación del proyecto

Presente y futuro del proyecto

Capítulo iii

Tecnologías de escritura

La máquina de escribir

El almacenamiento digital

Procesadores de texto

Capítulo iv

Los primeros libros digitales comerciales

Los primeros audiolibros

Algunos formatos digitales de la época

Los primeros dispositivos lectores electrónicos

Capítulo vLa revolución digital del trabajo editorial

Bibliotecas, internet y Google

Google vs. el gremio de editores

La protección de los derechos en las obras digitales

Capítulo vi

Amazon y nuevos actores comerciales en la cadena de valor del libro

El surgimiento de Amazon y la venta de impresos en línea

La creación del Kindle

Amazon y la industria editorial: una relación de amor y odio

Capítulo vii

Modelos de negocio digital y los libros electrónicos en el mundo

Las respuestas del gremio editorial ante el Kindle

Nuevos modelos de negocio para libros digitales

Mercados anglosajones y secundarios

Capítulo viii

Potencialidades insospechadas

Libros con audio y video

¿Hasta dónde llegará la edición digital?

Conclusiones

Bibliografía

Presentación de la Breve Biblioteca de Bibliología

En los últimos veinte años, los estudios en América Latina sobre el libro, la edición y la lectura han tenido un avance significativo. La consolidación de grupos de trabajo y de líneas de investigación en distintas instituciones y espacios educativos, más la consecuente aparición de un importante conjunto de tesis centradas en temas y problemas de diversas manifestaciones de la cultura escrita, han permitido que este campo cobre un renovado dinamismo y una gran vitalidad. A esto se han sumado una variedad de foros académicos —como congresos, encuentros y coloquios— y también la publicación de numerosos artículos en revistas de todo tipo. De forma paralela a la educación y la difusión, en varios países de la región han florecido colecciones especializadas en “libros sobre libros” que han contribuido a fortalecer el campo en sus cruces con otras disciplinas como la historia, la sociología, la filología, la antropología, la literatura, el diseño y la comunicación visual, por mencionar algunas. Sin embargo, ese énfasis editorial no ha estimulado una vertiente de divulgación, lo que deriva en una carencia de obras y colecciones pensadas para el público general y el estudiantil.

Fue así que surgió el interés por concebir una serie de monografías con enfoques multidisciplinarios y orientación latinoamericana, que permita al lector formarse un panorama general de la bibliología, integrada por obras que puedan ser de utilidad en carreras universitarias de ciencias sociales y humanidades como historia, literatura, arte, diseño, edición y biblioteconomía, entre otras. En su sentido etimológico más estricto, la bibliología es la “ciencia del libro”. Los primeros registros del término se remontan a inicios del siglo xix, y aunque su ejercicio es muy antiguo, no fue sino hasta la década de 1930 que Paul Otlet la propuso como una suerte de ciencia madre de la que se desprendían las demás disciplinas particulares del libro, como, por ejemplo, la bibliografía1. La bibliología ha tenido una evolución desigual en distintas latitudes; en América Latina ha habido notables personajes que la han desarrollado, ejercido y enseñado y que han escrito sobre ella. En términos cronológicos, entre las primeras obras se encuentra la de los bibliotecarios argentinos J. Frederic Finó y Luis A. Hourcade, Tratado de bibliología: historia y técnica de producción de los documentos2, publicada en 1954 en la Serie Bibliotecológica de Editorial Castellvi, en la que aparecieron también libros de Domingo Buonocore, como el Vocabulario bibliográfico (1952) y Elementos de bibliotecología (1953)3. A aquellos autores es posible sumar los trabajos del mexicano Juan Bautista Iguíniz, en especial su Léxico bibliográfico (1959), en el que planteó su propia definición de bibliología como “La ciencia que se ocupa del estudio general del libro en sus distintos aspectos, material, intelectual, etc.”4, y como “la parte teórica de la bibliografía que trata de las reglas y los términos de esta ciencia y que le sirve de preliminar”5. Además, incorporó el concepto de bibliología tecnológica como aquella “ciencia que estudia las relaciones del libro con los medios materiales de reproducirlos y multiplicarlos”6.

Al igual que la evolución de la disciplina, el ritmo de publicación de obras de estas materias también ha tenido notables variaciones y no pocas discontinuidades. Si bien en algunos centros latinoamericanos se hicieron a lo largo del tiempo proyectos y obras de corte bibliológico, no fue sino hasta junio del 2012 que se formó un núcleo de estudios específico sobre este tema, el Seminario Interdisciplinario de Bibliología del Instituto de Investigaciones Bibliográficas de la Universidad Nacional Autónoma de México (sib-iib-unam)7. Dicho espacio ha tenido entre sus objetivos “el desarrollo de líneas de investigación, docencia y divulgación desde una perspectiva interdisciplinaria y amplia que permita estar a la vanguardia en las posturas teóricas y metodológicas para los estudios estéticos, visuales, técnicos, materiales y productivos del patrimonio bibliográfico y documental, en sus diversas modalidades, a lo largo de la historia”8. Así, siguiendo los objetivos originalmente planteados, al conjunto de libros especializados que ya se han publicado, sumamos ahora la Breve Biblioteca de Bibliología (bbb).

La colección consiste en un repertorio básico de lecturas para el público general, que podrá usarse también como complemento en la formación de profesionales en las diversas áreas vinculadas con el mundo del libro, en especial por quienes se desempeñan en archivos, acervos y bibliotecas. La bbb está compuesta por seis títulos, escritos por nueve expertos de Brasil y México, que abordan una parte medular de los temas de la bibliología: el papel, la encuadernación, las técnicas de estampación e impresión de imágenes; la tipografía y la configuración visual de los impresos, especialmente de los antiguos; el tránsito de lo impreso a lo digital, y una introducción a la historia del libro y la bibliografía.

Desde la consciencia plena de que la bibliología es un campo en crecimiento y evolución, hemos querido contribuir a su difusión y conocimiento mediante la creación de la primera biblioteca sobre esta temática surgida en América Latina y escrita por autores de la región desde una perspectiva interdisciplinaria.

Marina Garone Gravier

Directora de la bbb

1Véase Paul Otlet, El tratado de documentación. El libro sobre el libro: teoría y práctica, segunda edición. Traducción de María Dolores Ayuso García (Murcia: Universidad de Murcia, Servicio de Publicaciones, 2007).

2J. Frederic Finó y Luis A. Hourcade, Tratado de bibliología: historia y técnica de producción de los documentos (Buenos Aires: Castellvi, 1954).

3Domingo Buonocore, Vocabulario bibliográfico. Términos relativos al libro, al documento, a la biblioteca y a la imprenta, para uso de escritores, bibliógrafos, bibliófilos, bibliotecarios, archivistas, libreros, editores, encuadernadores y tipógrafos (Buenos Aires: Castellvi, 1952), y Domingo Buonocore, Elementos de bibliotecología (Buenos Aires: Castellvi, 1953).

4Juan Bautista Iguíniz, Léxico bibliográfico (México: Instituto Bibliográfico Mexicano, 1959), 42.

5Ibid.

6Ibid.

7En el Instituto de Investigaciones Bibliográficas de la unam, la bibliología ha sido definida como la disciplina que “estudia el libro como objeto, en sus aspectos histórico y técnico; considera, en la historia, los materiales con que el libro ha sido confeccionado, su tipo de encuadernación, su caligrafía o tipografía y sus ilustraciones. Analiza, asimismo, aspectos como la cantidad de ejemplares manuscritos o impresos en diferentes épocas, su distribución y sus destinatarios, así como la industrialización y comercialización del libro”.

8Seminario Interdisciplinario de Bibliología, Instituto de Investigaciones Bibliográficas, Universidad Nacional Autónoma de México, www.sib.iib.unam.mx.

Nota preliminar: ¿libros electrónicos o libros digitales?

Antes de comenzar a leer este libro me parece pertinente dar respuesta a un cuestionamiento que suelen hacerme muchas personas y que considero es producto de una discusión innecesaria respecto de cómo debemos nombrar las cosas. Además, este señalamiento me permite explicar desde ahora una decisión que tomé al redactar esta obra y la manera en que deberían ser entendidos algunos de los conceptos que leerán frecuentemente en las siguientes páginas.

Muchos ámbitos de mi vida giran en torno a los libros: por mi trabajo académico estoy en contacto con investigadores cuya materia principal de estudio son los libros y las publicaciones; durante mi trabajo de investigación posdoctoral, realizado dentro del recinto de la Biblioteca Nacional de México, estuve en contacto con muchos bibliotecarios y trabajadores que a diario tratan con libros; mi padre y mi hermano trabajan en ámbitos distintos de la industria editorial, uno en la edición y otro en la venta de libros; y yo, como lector aficionado y apasionado que soy —lo digo sin altivez ni pedantería—, cuento con una colección aún inacabada de libros que hablan sobre libros. Estos cuatro escenarios me han permitido percatarme de que a la hora de hablar de la etapa digital de la historia del libro se regatean diferentes motes para hablar de las publicaciones que leemos en nuestros dispositivos tecnológicos: “libros digitales”, “libros electrónicos” e incluso el término en inglés e-books.

Dependiendo del contexto, la mención cambia. En los entornos académicos y bibliotecarios se emplea más el término libros digitales y en los ámbitos editoriales y libreros es más frecuente libro electrónico o e-book. Quizá pueda parecer excesiva o irrelevante esta aclaración, pero deseo hacerla para tomar distancia de aquellos que se empecinan en torcer el uso de una lengua para adecuarla a su concepción de las cosas. En defensa de esta diversidad léxica, existen razones para afirmar que los libros son tanto digitales (puesto que son flujos de bytes empaquetados) como electrónicos (ya que requieren de un dispositivo de energía eléctrica para reproducirse). Aunque parece más correcta la primera mención, ¿por qué no somos tan exigentes para discutir el bautizo de “correo electrónico” y “literatura electrónica” que se emplean con harta frecuencia?

Pese a aceptar que estos términos pueden ser sinónimos, a lo largo de estas páginas empleé el término libros digitales para hablar de manera conceptual de diferentes bienes digitales: sí los “libros electrónicos” o e-books, que son los productos que comercializan las editoriales en línea y cuyos archivos son casi siempre el estándar, ePub, y el propietario de Amazon, azw; pero también otro tipo de producciones como los ficheros pdf o ascii e incluso los audiolibros o aplicaciones digitales. Si estas diferencias léxicas existen, tiene que ver, como mencioné, con el tipo de trato que los diferentes profesionales de la edición, libreros, académicos y bibliotecarios tienen con los libros. Cuando para unos se trata sobre todo de bienes comerciales inmateriales perfectamente distinguibles de los impresos, para otros importa más considerar su estructura informática de bytes y las complejidades que de ello se desprenden. Confío en que esta nota preliminar contribuya a la claridad de lectura de las siguientes páginas.

El libro es acaso el mayor símbolo de la civilización: cónclave del trabajo intelectual y material, define como pocas cosas la esencia y la existencia humana. Aun cuando lo sentimos tan próximo y tan cotidiano, a la luz de sus múltiples transformaciones históricas se ha vuelto extraño y elusivo. Independientemente de su formato, y gracias a su capacidad evocadora, el libro es el mejor recurso para dar cuenta de nuestro paso efímero —aunque ya prolongado— por la historia. Su tamaño, pequeño en comparación con el de muchos otros productos del hombre, nos abre las puertas a mundos insospechados o nos regresa la mirada sobre lo mismo que nosotros constituimos.

Reflejo nuestro, pues, por su asombrosa capacidad para explicar al hombre y a la existencia, el libro ha mostrado una imprevisible aptitud para transfigurarse: desde la consolidación de los formatos más arcaicos en siglos pasados hasta el tiempo de la sociedad de la información y el surgimiento de nuevas tecnologías para la escritura y lectura. Esta obra se centra precisamente en esta última etapa, aquella en la que los libros han migrado a las tecnologías electrónicas y digitales, sin que esto los haya hecho abandonar su predilección por el papel.

Aunquelos libros digitales sean bienes en apariencia novedosos, no son producto de la generación espontánea. Si bien las tecnologías que hacen posible la creación de los libros digitales son recientes —en comparación con la historia centenaria de los impresos—, desde la primera mitad del siglo xx la humanidad imaginaba futuros electrónicos para la escritura y la lectura. Estas reflexiones prospectivas se sustentaron en la inquieta naturaleza de los libros, ya que a lo largo de toda su existencia se ha experimentado para su creación con materialidades como la piedra, la arcilla, la cerámica, la piel, el papel y ahora también dispositivos electrónicos. En este libro me propongo realizar un recorrido cronológico desde esas primeras visualizaciones de los libros digitales hasta el horizonte temporal en que nos encontramos (cumplidas ya dos décadas del nuevo milenio).

Un juego de espejos se presenta en el primer capítulo: desde el presente lanzo la mirada al pasado para ver lo que en ese tiempo se pensó sobre el futuro de los libros. En los años treinta y cuarenta del siglo xx existieron algunas concepciones que profetizaban sobre la manera en que los libros tarde o temprano se instaurarían en dispositivos distintos al papel. Estos casos no se presentaron como ejercicios adivinatorios, estaban sustentados en la práctica científica del desarrollo de la tecnología. Existe algo fascinante en esta práctica de ausentarnos de nuestro tiempo de vida para tratar de comprender lo que ocurría en otro momento, de atrás hacia adelante y del pretérito hacia el porvenir. ¿En qué punto se tocan mi mirada analítica en retrospectiva y la visión prospectiva de aquellos que imaginaron lo que podría ser en la historia futura del libro?

Conforme avanzó el siglo xx las idealizaciones del libro digital fueron tomando el lugar que les correspondían: o bien nunca prosperaron, o tomaron la forma que el propio desarrollo tecnológico permitió. El segundo capítulo trata sobre el caso específico del Proyecto Gutenberg de Michael Hart. En 1971, por medio de la Universidad de Illinois se concretó la creación de una biblioteca digital que, mediante una conexión de red, ponía a disposición del público una serie de obras digitalizadas y libres de derechos de explotación. La propuesta, que sigue vigente hasta nuestros días, reveló una de las virtudes más importantes de los libros digitales en comparación con los impresos: su distribución revolucionaria podía realizarse por medio de tecnologías digitales y a través de computadoras conectadas en red.

Una vez que se empezaron a comercializar las computadoras de uso personal en las últimas décadas del siglo xx, los procesadores de texto concluyeron con la utilización de las máquinas de escribir. En el tercer capítulo, más que hablar de los libros digitales, lo dedico a reflexionar sobre cómo el acceso a la tecnología transformó el trabajo de escritura y la edición de libros. Aunque en un principio los nuevos dispositivos se pusieron al servicio de la tradición, es decir, sirvieron para agilizar las tareas de escritura e impresión de libros, en el fondo apuntaban a algo más: los libros digitales, que tardarían todavía algunos años en aparecer en la industria editorial.

En la década de los noventa del siglo xx surgieron los primeros ejemplos de libros digitales comerciales y también de dispositivos lectores electrónicos. Se crearon y vendieron diferentes aparatos, pero ninguno de ellos logró consolidarse al grado de hablar de una nueva etapa en la producción de libros de la industria editorial. El cuarto capítulo hace un recorrido de esta fase de ensayo y error. Aunque el fracaso de los primeros libros digitales comerciales se debió en gran medida al desarrollo que tuvo el internet de aquellos años, sentó parcialmente las bases para lo que habría de ocurrir años más tarde.

Si existe un momento polémico en la historia de los libros y la edición digital, ese es el caso de Google Books a inicios del nuevo milenio. El quinto capítulo está dedicado al intento por crear un monopolio de consulta de libros digitales por parte de una de las empresas internet, software y dispositivos electrónicos más grande del mundo. Este macroproyecto inició y contó con el apoyo de muchas bibliotecas públicas y privadas en todo el orbe. El caso encendió las alertas en todo el sector editorial y académico e hizo que surgieran muchas disputas legales por copyright y algunas dudas respecto de los alcances y limitantes que un libro digitalizado podía o debía tener. Justo para cuidar que estos ejemplos no proliferaran, la propia industria editorial promovió la creación de tecnologías y mecanismos que protegieran sus intereses.

En el 2007, la empresa estadounidense Amazon sacó a la venta su lector de libros electrónico Kindle y con ello daría comienzo el modelo de negocio de los e-book que, a diferencia de sus antecesores en la década de los noventa, lograría consolidarse en el gusto de los usuarios, así como en las prácticas editoriales. El sexto capítulo habla sobre la principal compañía de comercio electrónico en el mundo y sobre la manera en que cambió el negocio de los libros. Con el ejemplo de Amazon, más compañías se sumaron a la tendencia de los e-books y lanzaron sus propios lectores electrónicos de libros. A nivel mundial, la industria editorial ha aceptado este modelo comercial y ha establecido estándares de edición y registro que permiten hablar ya de una consolidación que parece haber llegado para quedarse.

A pesar de que los e-books sean una realidad en los entornos editoriales, su aceptación (tal y como ocurre con el acceso a cualquier tipo de tecnología) ha sido diferenciada por regiones. Mientras que en el mundo anglosajón y en muchos países desarrollados existe una gran práctica de consumo de este tipo de libros digitales, regiones como América Latina y el Caribe aún parecen reticentes a estas propuestas. Además de estas diferencias geográficas de consumo, también han surgido modelos de negocio digitales distintos al de la compra de ejemplares únicos. Con el séptimo capítulo mi intención es mostrar la manera tan disímil en que los libros digitales han avanzado en el mundo, tanto en temas de producción como de consumo.

En el capítulo final, este libro reflexiona, más allá de la inclusión de sonido y video, sobre algunas de las virtudes tecnológicas que los libros digitales podrían aprovechar en el futuro. De nuevo, un ejercicio de prospectiva se realiza sobre lo que deparará a la edición y los libros digitales. En esos escenarios por venir no parecen estar ausentes los libros impresos; aunque se proyectan cambios importantes en el empleo de aplicaciones tecnológicas en la edición, podemos estar seguros de una longeva coexistencia entre formatos.

Como ocurre siempre que se relata un recorrido histórico como el que da forma a estas páginas, probablemente haya algunos aspectos muy específicos que se han obviado o han faltado en este panorama. A veces las menciones de tecnologías o empresas con nombre y apellido son ineludibles y en otros casos, dependiendo del asunto del que se habla, me fue posible hacer generalizaciones temáticas. Las decisiones que me han llevado a ampliar los años en los que se cuenta esta historia del libro y la edición digital tienen que ver con mi convicción de entender el surgimiento de tecnologías como el proceso de muchos años de trabajo. Además de esto, traté de introducir reflexiones que dieran cuenta de la enorme complejidad de aquello que constituye un libro: a veces con una óptica editorial, en ocasiones considerando al libro como producto comercial y también desde el punto de vista bibliotecario o el de los lectores y consumidores de bienes digitales.

Lo que podría ser

Encapsuladas en el olvido se encuentran todas aquellas proyecciones que hacemos respecto del porvenir y que nunca llegan a concebirse. A veces, por fantasiosas, abandonamos nuestras expectativas no realizadas, pero en ocasiones los caminos del porvenir se escriben del modo en que los habíamos anticipado. Mucho tiempo antes de que la escritura completara la transición definitiva hacia los ordenadores y los procesadores de texto digitales y que, por ende, las máquinas de escribir se volvieran obsoletas, existieron visiones prospectivas que señalaban algunos de los derroteros que la edición y los libros digitales podrían tener en el futuro. El panorama histórico que presento en esta obra comienza en un tiempo en el que los libros y la edición digital no existían y eran solo proyecciones visionarias surgidas en contextos artísticos y tecnológicos.

Ni la ciencia ni la tecnología han progresado gracias a la generación espontánea: el desarrollo en estos ámbitos se entiende solo como la consecuencia de un trabajo previo sobre el que se erigen nuevos avances y descubrimientos. Lo mismo ocurre con los libros digitales. Si se considera a Kindle y a los e-books como un momento de quiebre en el que la edición digital y la industria transitaron con firmeza en terrenos electrónicos, es porque previamente existieron muchos desarrollos técnicos y coyunturas socioculturales que así lo permitieron. A eso llegaré, pero en este primer capítulo me interesa hablar de otra etapa embrionaria que no tiene que ver con el del desarrollo de la tecnología, sino con el poder de la mente que se arroja hacia el futuro para pensar en aquello que podría ser.

Provenientes de dos ámbitos distintos, el escritor Bob Brown y el ingeniero Vannebar Bush pensaron en el futuro tecnológico del libro durante la primera mitad del siglo xx. Visionarios, ellos dos se anticiparon a su tiempo —en ocasiones con precisión desconcertante— y pensaron en dos prototipos de dispositivos que tendrían mucha semejanza con algunas de las herramientas electrónicas que utilizamos en el siglo xxi para leer libros digitales. Estas dos creaciones, que sirven como auxiliares del pensamiento humano, son los Readies y el Memex; ambos casos bien podrían considerarse como los padres ficcionales o proféticos de los libros digitales.

The Readies, una máquina de lectura