Pecados olvidados - Robyn Donald - E-Book
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Pecados olvidados E-Book

ROBYN DONALD

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Beschreibung

¡Aline estaba en la cama con un apuesto desconocido! Y ese desconocido afirmaba además que había hecho el amor con ella, pero aunque ella no lograba recordarlo... su cuerpo sí. Jake Howard la acusaba de estar fingiendo que tenía amnesia, y de estar ocultándole algo deliberadamente. Sin embargo, el deseo que sentía por ella era innegable y, si de verdad creía que guardaba un terrible secreto, ¿por qué le prometía una y otra vez que siempre estaría allí para ayudarla?

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Seitenzahl: 135

Veröffentlichungsjahr: 2014

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Editado por Harlequin Ibérica, S.A.

Núñez de Balboa, 56

28001 Madrid

© 2001 Robyn Donald

© 2014 Harlequin Ibérica, S.A.

Pecados olvidados, n.º 1340 - agosto 2014

Título original: Forgotten Sins

Publicada originalmente por Mills & Boon®, Ltd., Londres.

Publicada en español en 2002

Todos los derechos están reservados incluidos los de reproducción, total o parcial. Esta edición ha sido publicada con autorización de Harlequin Books S.A.

Esta es una obra de ficción. Nombres, caracteres, lugares, y situaciones son producto de la imaginación del autor o son utilizados ficticiamente, y cualquier parecido con personas, vivas o muertas, establecimientos de negocios (comerciales), hechos o situaciones son pura coincidencia.

® Harlequin, Bianca y logotipo Harlequin son marcas registradas propiedad de Harlequin Enterprises Limited.

® y ™ son marcas registradas por Harlequin Enterprises Limited y sus filiales, utilizadas con licencia. Las marcas que lleven ® están registradas en la Oficina Española de Patentes y Marcas y en otros países.

Imagen de cubierta utilizada con permiso de Harlequin Enterprises Limited. Todos los derechos están reservados.

I.S.B.N.: 978-84-687-4661-6

Editor responsable: Luis Pugni

Conversión ebook: MT Color & Diseño

www.mtcolor.es

Sumário

Portadilla

Créditos

Sumário

Capítulo 1

Capítulo 2

Capítulo 3

Capítulo 4

Capítulo 5

Capítulo 6

Capítulo 7

Capítulo 8

Capítulo 9

Capítulo 10

Capítulo 11

Publicidad

Capítulo 1

Jake vio a Aline Connor en cuanto entró en el salón. El deseo y una súbita ola de calor lo golpearon y estuvieron a punto de provocar que perdiera su casi abrumador autocontrol.

Pensó que aquella mujer lo había hechizado. La semana había sido terrible y había culminado con el retraso y las turbulencias del vuelo de la noche anterior de Canadá a Nueva Zelanda, pero una simple mirada le había bastado para comprender que habría sido capaz de viajar diez veces más lejos con tal de verla.

Lauren Penn, que había llegado a la vieja mansión de estilo victoriano al mismo tiempo que él, comentó:

—Ahí está la invitada de honor. Es encantadora, ¿no te parece? Se portó muy bien en la iglesia. No hizo el menor sonido cuando el cura la bautizó. Creo que ha heredado la confianza en sí mismo de Keir. Es una niña muy afortunada.

El tono de su voz llamó la atención de Jake. Al llegar a la casa, Lauren le sonrió y se frotó contra él bajo el umbral de la entrada aprovechando como excusa el escaso espacio. Llevaba un perfume que resultaba muy erótico, pero ni eso ni la rápida fricción de piel contra piel afectaron al hombre.

Se había vuelto bastante escéptico desde que comenzara a aparecer en las listas no escritas de solteros cotizados. Las mujeres cuya máxima ambición en la vida era casarse con alguien, y sobre todo con alguien rico, lo habían convertido en su objetivo. Algunas habían despertado su interés, pero no se parecía nada al intenso y animal deseo que sentía cuando miraba a Aline, o cuando pensaba en ella, o cuando la escuchaba, o cuando la tocaba.

Nuevamente se dijo que lo había hechizado, que era víctima de un sortilegio de una bruja de pelo negro y ojos azules de voz sensual y piel tan clara y delicada que se preguntó si no quedaría llena de marcas después de hacer el amor.

Jake sonrió con ironía. A pesar del evidente esfuerzo de Aline por no mostrar reacción alguna ante su presencia, notó que la había afectado. Pero fue una respuesta involuntaria que desapareció enseguida y que, en cualquier caso, no parecía ni mucho menos tan fuerte como la profunda necesidad que lo embargaba a él.

La actitud de Aline no era nada personal; se comportaba así con todo el mundo. Lauren Penn mostraba más simpatía en una sola sonrisa que Aline en todo su cuerpo. Pero había bastado una mirada para que el deseo consumiera a Jake. No era algo lógico, ni racional, y lo molestaba; hasta entonces, siempre había sido capaz de controlar sus pasiones.

—Parecen muy felices, ¿no crees? —continuó Lauren—. Aline con la pequeña Emma y Hope sentada a su lado. Hope es muy posesiva, así que no creo que esos rumores sobre la aventura entre Aline y Keir sean ciertos.

No era la primera vez que Jake oía algo sobre la supuesta aventura. En general lo molestaba, pero en aquel momento lo puso furioso. Le gustaba Lauren, pero habría realizado algún comentario cortante de no ser porque tenía la impresión de que estaba pasando algo que no sabía. Algo relacionado con Aline. Y todo lo relacionado con ella estaba relacionado con él.

—Aline es perfectamente capaz de cambiar pasión por amistad si pudiera sacar algo de ello, pero no creo que Hope fuera capaz de ser amiga de una ex amante de Keir —añadió Lauren.

Una de las razones por las que Jake encontraba tan molesta la insinuación era que sospechaba que había algo de cierto en ella. Notaba cierta tensión entre Keir Carmichael y su alta y exquisita ejecutiva, pero si en el pasado habían mantenido alguna relación, estaba seguro de que Keir ya no estaba interesado en Aline. A pesar de su expresión inescrutable, era evidente que estaba enamorado de su esposa. Pero, en cualquier caso, no le importaba. Si Carmichael estaba realmente interesado en Aline, tendría que enfrentarse con él.

—¿Champán? —preguntó un camarero, en aquel instante.

—Oh, sí, muchas gracias —respondió Lauren—. Un detalle perfecto para un día precioso. Me encanta la primavera. Hace que nos sintamos más vivos, ¿no te parece?

Jake también tomó una copa de champán. Acompañó a Lauren, que se unió a otros invitados, sin prestar demasiada atención a lo que decía. Y en determinado momento volvió a enfadarse otra vez consigo mismo por mirar a la mujer que deseaba.

Sentada en un sofá, Aline Connor sonreía al bebé que tenía entre sus brazos. Durante los dos últimos meses había estado negociando con él en nombre del banco de Keir Carmichael, y había mostrado tal inteligencia y tal disciplina que había estado a punto de convencer a Jake de su indiferencia hacia él.

A su lado estaba Hope, la esposa de Keir y madre del bebé. En aquel momento dijo algo y las dos mujeres rieron.

—Me sorprende que Emma esté tan contenta en brazos de Aline —dijo Lauren—. Sé que a Aline no le gustan los niños. Se negó a tenerlos cuando estaba casada con Mike, y me consta que él lo deseaba.

Jake arqueó una ceja y la miró con frialdad.

—No sabía que los conocieras tan bien —dijo.

—Aline y yo estudiamos juntas en el colegio —declaró Lauren—. Era la típica empollona que siempre sacaba muy buenas notas. En cambio, yo era el payaso de la clase y ella me odiaba. No la culpo. Los niños son muy crueles y además fuimos injustos con ella... Pero eso fue hace veinte años, cuando solo éramos unas niñas.

—¿También fuiste al colegio con su marido?

Lauren tomó un poco de champán y negó con la cabeza.

—No, es tres años mayor que yo y estudiaba en otro colegio. Su muerte fue una tragedia para todos. Admiro a Aline. No derramó una sola lágrima en el entierro, a pesar de que debió de ser muy duro para ella.

—Tengo entendido que mantuvieron una relación muy intensa.

Por un momento, los ojos de Lauren mostraron un brillo de malicia y de amargura, pero desapareció enseguida.

—Eso dicen. Por eso me resulta difícil de creer que se convirtiera en amante de Keir cuando Mike acababa de morir. No encajaría muy bien con la imagen de viuda desconsolada. Aunque Mike...

—¿Sí?

Lauren sonrió.

—No es nada importante —continuó—. Digamos que algunos hombres no se divierten mucho cuando están casados con témpanos de hielo. Oh, acabo de ver a alguien a quien quería saludar... Te veré luego, Jake.

Lauren se alejó tan deprisa como si su marcha fuera en realidad una huida. Jake observó que se abrazaba a Tony Hudson, un famoso ex atleta que ahora trabajaba con niños con problemas. Precisamente por eso, Michael Connor lo había nombrado fideicomisario de su fondo para obras de caridad.

Jake tomó un poco del excelente champán y se maldijo por sentirse tan atraído por Aline Connor. Además, sabía que ella también se sentía atraída por él, pero intentó tranquilizarse pensando que habían cerrado el acuerdo la semana anterior y que a partir de ese momento se verían como hombre y como mujer, no como socios en un negocio.

En aquel instante, Keir se acercó a él.

—Me alegra que hayas venido, Jake.

Jake estrechó su mano.

—Tu hija es maravillosa. No podía perderme su bautizo.

Aline notó que Jake había llegado a la mansión antes de verlo. Su presencia cargaba el ambiente y, aunque había intentado no mirar, echó un vistazo a la puerta justo cuando entraba en compañía de Lauren Penn.

Al verla, sintió celos. Y fue una sensación tan sorprendente y tan intensa que abrazó al bebé con más fuerza que antes y lamentó no haberse dejado suelto el pelo, para poder esconderse tras él.

Aline devolvió el bebé a su madre, y la pequeña sonrió.

——¡Dios mío! Tienes un diente... ¿no eres demasiado pequeña para eso?

—A la mayoría de los niños les empiezan a salir los dientes a los seis meses —dijo Hope.

—No sé mucho de niños, como verás.

—Pues lo has hecho muy bien con Emma. Es obvio que te adora.

—Y yo la adoro a ella. Pero te aseguro que no tiene nada que ver conque se parezca a Keir. Eso fue una estupidez de la que ya me he recuperado.

—Lo sé —dijo Hope, con calidez—. No hace falta que te disculpes, Aline. Es agua pasada.

—Puede ser, pero me gustaría que no hubiera pasado. No significó nada para ninguno de los dos, y precisamente por ello creo que no debí contártelo.

—No importa, Aline —dijo, con firmeza.

Una simple mirada le bastó para comprobar que Hope era sincera. Estaba totalmente segura del amor de su esposo.

—Sé que me has perdonado, pero no me lo merezco.

—Aline, el único problema es que tú no te has perdonado. Eres muy perfeccionista y te exiges demasiado.

—Soy así, no lo puedo evitar.

Justo entonces, Aline miró a Jake y a Keir, que estaban hablando. Hope lo notó.

—Deberían llevar una etiqueta que dijera: Cuidado, hombres peligrosos —comentó Hope—. Ya solo falta que se les una Leo Dacre y todas las mujeres de la sala se desmayarán. ¿Qué te parece Jake?

Aline estuvo a punto de rendirse a sus instintos y hacer un análisis explosivo del hombre, pero prefirió aprovechar la ocasión para librarse de parte del sentimiento de culpa que la embargaba por haber intentado evitar la boda de Hope y Keir. De modo que sonrió e intentó evitar la ironía.

—Es interesante.

—Es maravilloso —puntualizó su amiga.

Sin embargo, los ojos de Hope no estaban clavados en Jake sino en Keir. Para ella no había más hombre en el mundo que su marido. Aline había sentido lo mismo hacia otra persona, en el pasado. Pero Michael estaba muerto, y al mirar a la pequeña Emma lamentó que su difunto esposo hubiera preferido esperar para tener descendencia; de no haberlo hecho, ella también podría estar sosteniendo, en aquel instante, a su propio hijo.

Todo aquello le resultaba tan doloroso que insistió en el asunto de Jake con tal de pensar en otra cosa.

—Sí, es cierto, Jake Howard es impresionante.

—Y muy guapo, como tú. Y al igual que tú, extremadamente inteligente.

Aline puso cara de disgusto y Hope se apresuró a decir:

—Sí, ya sé que has tenido que luchar mucho para que te tomen en serio. La vida no es justa con las mujeres inteligentes, sobre todo cuando son muy atractivas.

—Bueno, al menos no soy rubia —bromeó—. Para las rubias es aún más difícil.

—Sospecho que a Jake le sucedió algo parecido antes de hacerse rico. Siendo tan guapo, cabe imaginar que la gente tampoco lo tomaba en serio.

—Seguro que supo aprovecharlo en beneficio propio.

Aline estaba bien informada sobre Jake. Sabía que tras estudiar en la universidad había creado una asesoría de ingeniería forestal y que en solo diez años había levantado una organización de ámbito internacional. Tenía fama de ser justo y honrado, pero también brutal cuando lo atacaban. Había leído mucho sobre las empresas que había absorbido y sobre su forma de trabajar. Pero al verlo por primera vez, lo único que le había llamado la atención realmente había sido su potente y letal sexualidad, que hundió todas sus barreras.

—Keir dice que es atrevido y disciplinado, y que tiene tal capacidad de concentración y tal fuerza de voluntad que podría conquistar el mundo si se lo propusiera —dijo Hope, riendo—. Además, es muy bueno con los niños. Emma lo adora. Debería enamorarse de alguien, tener hijos y crear una dinastía.

—Tal vez tuviera hijas en lugar de hijos.

—¿Y qué? Tú eres la prueba de que las mujeres pueden ser tan buenas como los hombres en el mundo de los negocios.

—Sí, bueno, pero mi padre me crio como si fuera un hombre.

—Estoy segura de que estaría muy orgulloso de ti.

—Eso espero.

Justo entonces, las miradas de Aline y Jake se encontraron. Fueron solo unos segundos, pero pareció una eternidad. Jake irradiaba energía, un poder formidable e hipnótico que la estremecía. No se parecía nada a Michael. Michael había sido un hombre galante, con un gran sentido del humor y un enorme corazón.

Apartó la mirada deliberadamente y observó a Lauren, que le sonrió.

—Emma no es la única que coquetea con Jake —comentó.

—No. Lauren está mal desde hace años, pero últimamente ha empeorado —dijo con seriedad—. Su padre está muy preocupado por ella.

Cuando Aline volvió a observar a Lauren descubrió que había cambiado de objetivo y que ahora estaba coqueteando con Tony Hudson, uno de los fiduciarios del fondo de caridad de Michael. Pensó que tenía que hablar con él para comentarle que ya era hora de que destinaran parte de los millones del fondo a los jóvenes que debían beneficiarse de él.

Entonces sintió que el cabello de su nuca se erizaba y supo de inmediato que Jake se había unido a ellas. Al levantar la mirada, tuvo una visión perfecta de sus largas piernas y de sus estrechas caderas.

Por suerte, las negociaciones de Jake con el banco ya habían terminado. Ya no tendría que levantarse cada mañana con la perspectiva de enfrentarse a aquella expresión, a aquel tono de voz que la dominaba.

—Jake, me alegro mucho de verte —dijo Hope.

—Y yo de verte a ti, Hope. Hola, Aline...

Jake se inclinó para acariciar al bebé y Aline lo observó. Estaba tan cerca que podía contemplar perfectamente las pequeñas arrugas de sus intensos ojos, las pestañas negras y sus preciosos labios. Hasta entonces siempre había conseguido escapar del hechizo de aquel hombre, pero se dio cuenta de que algo había cambiado en él. Su actitud era mucho más dominante que de costumbre, más seductora.

Con un enorme esfuerzo de voluntad, consiguió controlarse. Jake sonrió como si fuera perfectamente consciente del efecto que tenía en ella.

—¿Puedo tomar en brazos a Emma? —preguntó él.

—Claro...

Aline había vuelto a sostener al bebé minutos antes, de modo que no tenía más remedio que tocar a Jake, aunque fuera levemente, para dejárselo. Y no era algo que le agradara demasiado. Su único contacto físico hasta aquel momento habían sido los apretones de manos, e incluso así, intentaba limitarlos.

Sin mirarlo, dejó a la pequeña en sus brazos y se dijo que definitivamente se sentía atraída por él. Lo deseaba y detestaba sentirse tan vulnerable ante su intenso magnetismo. Además, se sentía culpable porque nunca había sentido nada similar hacia Michael.

—No hay duda de que estás acostumbrado a tratar a los niños —comentó Hope.

—Me gustan, eso es todo. Son sencillos, saben lo que quieren. Si deciden que les caes bien, sonríen y se divierten. No pierden el tiempo, como los adultos.

Keir se acercó al grupo en aquel instante y estuvieron charlando durante unos minutos sobre temas intrascendentes. Pero al cabo de un rato, Hope se marchó con la niña y su marido y Aline se quedó a solas con Jake, sin saber qué hacer ni qué decir.

—No sabía que pensaras asistir al bautizo —afirmó, al final.

—¿Preferirías que no hubiera venido?

—No, claro que no —respondió ella—. Solo lo decía porque creía que aún estabas en Vancouver.

—Estaba, pero todos los días sale algún avión para volar desde Canadá a Nueva Zelanda. Además, tengo intención de ver más a menudo a partir de ahora a Keir y a su esposa.

—Son una familia encantadora.

La pareja permaneció en silencio durante unos segundos. Jake esperó que Aline añadiera algo más, y al ver que no pensaba hacerlo, dijo:

—También me gustaría verte más a ti.

—Después de haber cerrado el trato, ya no tenemos que reunirnos de nuevo...