Erhalten Sie Zugang zu diesem und mehr als 300000 Büchern ab EUR 5,99 monatlich.
El islam es una religión que, a día de hoy, cuenta con 1 900 millones de miembros en el mundo. En su libro El islam no es lo que crees, Abdelmuní Aya establece una clara, importante y necesaria diferencia entre el islam agresivo que llevan a cabo algunas organizaciones de esta religión y el islam del que trata el Corán. Juan Antonio Monroy, nacido y crecido en un país islámico, aborda las creencias fundamentales de esta religión estrictamente desde una perspectiva coránica, donde se reconoce a grandes figuras del Antiguo Testamento. El radicalismo islámico, tal como se practica en algunos países musulmanes, no tiene apoyo alguno analizado a la luz del Corán.
Sie lesen das E-Book in den Legimi-Apps auf:
Seitenzahl: 105
Veröffentlichungsjahr: 2024
Das E-Book (TTS) können Sie hören im Abo „Legimi Premium” in Legimi-Apps auf:
PERSPECTIVAS CORÁNICAS DEL ISLAM
Juan Antonio Monroy
EDITORIAL CLIE
C/ Ferrocarril, 8
08232 VILADECAVALLS
(Barcelona) ESPAÑA
E-mail: [email protected]
http://www.clie.es
© 2024 por Juan Antonio Monroy Martínez.
Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra solo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos) si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra. (www.conlicencia.com; 91 702 19 70 / 93 272 04 47).
© 2024 por Editorial CLIE. Todos los derechos reservados.
PERSPECTIVAS CORÁNICAS DEL ISLAM
eISBN: 9788419779861
Islam
General
REL037000
Cubierta
Portada
Créditos
Índice
Explicación
CAPÍTULO I. Vida de Mahoma
CAPÍTULO II. Origen y expansión del islam
CAPÍTULO III. Musulmanes en el Antiguo Testamento
CAPÍTULO IV. Sucesores de Mahoma
CAPÍTULO V. El Corán
CAPÍTULO VI. Los cinco pilares del islam
CAPÍTULO VII. Ramas del islam. chiismo, sunismo y sufismo
CAPÍTULO VIII. La luna del islam
CAPÍTULO IX. La mujer en el Corán
CAPÍTULO X. La religión en el islam
CAPÍTULO XI. El Corán y la Biblia
CAPÍTULO XII. La teología en el islam
CAPÍTULO XIII. Dios en el islam
CAPÍTULO XIV. Fe y razón en el islam
CAPÍTULO XV. Amor y muerte en el islam coránico
CAPÍTULO XVI. Judaísmo e islam
CAPÍTULO XVII. Islam y cristianismo
CAPÍTULO XVIII. La virgen María en el Corán
CAPÍTULO XIX. Jesús en el islam
CAPÍTULO XX. El Corán y la idolatría
CAPÍTULO XXI. La conversión de musulmanes al cristianismo
CAPÍTULO XXII. Cervantes y el islam
CAPÍTULO XXIII. Actualidad del islam
Epílogo
Biliografía
Cubierta
Portada
Créditos
Índice
Comenzar a leer
Bibliografía
Con el deseo de profundizar en el conocimiento de la Biblia, el año 1953 decidí ingresar en un Instituto Bíblico que ofrecía un curso de tres años. Estaba situado en Marruecos, en la pequeña ciudad de Kemisset, cerca de Fez. Escribí pidiendo información y de inmediato recibí respuesta del director Schnaider, de Estados Unidos. Decía que el Instituto era para jóvenes musulmanes convertidos al cristianismo y todos los estudios tenían lugar en árabe por profesores norteamericanos que dominaban el idioma.
No era problema para mí. Yo hablaba el árabe desde la adolescencia. Fui admitido.
Los jóvenes árabes se distribuían en dormitorios con dos o tres camas. Yo fui afortunado de ocupar una habitación en solitario, tal vez como deferencia al estudiante español.
Pasaba hasta horas avanzadas de la noche estudiando. Principalmente las tareas del día siguiente. Alternaba mis lecturas con las del Corán de los musulmanes. Incluso inicié la redacción de un libro con el título Cristo en el Corán. Pero hube de abandonarlo. Solo llevaba seis meses en el Instituto árabe cuando me vi obligado a abandonarlo para trasladarme a las islas Canarias.
Allá me fui, abandonando el Instituto y mi proyecto de libro sobre el islam.
El tiempo es un mirar atrás, la vida que ha pasado, los proyectos que no se realizaron, la intención de retomar lo que antes se dejó.
Y aquí estoy, reanudando muchos años después, con más medios informativos, las tentativas de juventud: El libro sobre el islam y el Corán.
Espero no defraudar al lector.
Sanchinarro, Madrid.
Criado entre musulmanes desde que nací hasta la edad de 36 años, cuando salí de Marruecos y establecí mi residencia en España, soy perfectamente consciente de que a los pensadores musulmanes no les gusta que se escriba sobre Mahoma, idea que respeto, pero recuerdo que la historia de la vida de una persona está en su biografía. Esa vida, escrita con respeto y ciñéndonos a fechas, datos, hechos y circunstancias probadas, no tiene por qué escandalizar. La vida de cada hombre y de cada mujer que hayan protagonizado hechos únicos en la historia, debe ser conocida por las generaciones futuras.
Mahoma, “el alabado profeta del islam”, nació en La Meca entorno al año 570 y desnació en Medina en junio de 632. Pertenecía a la importante familia de Allah Hasim. Su padre, Ab Allah, murió en Medina antes de la llegada del hijo. A los seis años murió la madre, Amina. Tras la muerte de los progenitores fue recogido por su abuelo y más tarde por su tío Abú Talib. Viajando en caravana con él cuando contaba con 12 años se cuenta que en Bosra entró en contacto con el monje cristiano Bahira, quien reconoció en él el signo de la profecía.
Todavía joven contrajo matrimonio con una rica viuda llamada Jadiya, su amada esposa con la que tuvo cuatro hijas. La menor de ellas, Fátima, tiene hasta el día de hoy un lugar importante en la historia del islam. La joven contrajo matrimonio con un primo suyo, Alí, hijo de Abú Talib. Alí fue uno de los primeros partidarios de Mahoma y combatió siempre junto a él.
La devoción religiosa de Mahoma ha sido tratada injustamente por sus detractores. Según la historia, hasta su matrimonio practicó devotamente los cultos tradicionales existentes en Arabia. Su inquietud religiosa le llevó al estudio del cristianismo y del judaísmo. Inspirado en los años que Jesús pasó en el desierto antes de iniciar su ministerio, Mahoma se internó en una caverna del monte Hiza, entregado a la meditación.
El italiano Fernindan Gabrieli dice que después de sus meditaciones en solitario, Mahoma llegó a la conclusión de que las tribus tenían “la necesidad de creer en el juicio final, en la resurrección, en el paraíso y el infierno y en la omnipotencia de Alá, único Dios verdadero”.
Este programa convenció a algunos fieles compañeros suyos y a parientes próximos, especialmente a su esposa Jadiya y a su sobrino Alí, pero no a la aristocracia de La Meca, sacudida por el apostolado de Mahoma y que mantenía buenas relaciones con los pueblos vecinos.
Amenazado por dirigentes políticos de La Meca, el año 622 Mahoma se refugió con sus fieles en Medina, la segunda ciudad sagrada del islam, después de La Meca, situada en la región del Hejaz, en el oeste de Arabia Saudita, a 160 kilómetros del Mar Rojo.
La llegada de Mahoma a Medina constituye una de las más importantes festividades del calendario musulmán. En su versión española es conocida como la Hégira. La conmemoración del episodio cuenta desde la puesta del sol del jueves 15 de julio.
Ese día del año 622, como queda escrito, Mahoma llegó a Medina procedente de La Meca. Juan Ignacio Alonso Canos, en el tomo número ocho de Personajes de la Historia Universal, dice que la ciudad, que “se llamaba entonces Yatrib adoptó el nombre de Medinat An-Nabí, Medina ciudad del profeta. Allí estableció Mahoma su poder, tanto en la vertiente política como en la religiosa –sigue Canos–. Sometió a los clanes judíos y estableció la primicia de La Meca sobre Jerusalén como ciudad santa. En el año 630 tomó finalmente La Meca, donde se le reconoció como jefe religioso”.
Al vencer en La Meca destruyó sus ídolos y proclamó que lo único que pretendía era afirmar la fe de Abraham. Después de una temporada en La Meca regresó a Medina, donde murió el año 662.
En su abultado libro Historia del islam (847 páginas), el gran intelectual, crítico literario, teólogo y filósofo que fue el jesuita alemán Hans Kung, fallecido en abril 2021, vierte estas palabras sobre Mahoma: “La persona del profeta se halla totalmente subordinada a su oficio profético: en el Corán no existe la más mínima insinuación de que Mahoma pueda ser objeto de veneración, y mucho menos de adoración. En los pasajes en los que el Corán menciona el nombre de Mahoma, se acentúa explícitamente su mortalidad, como la de todos los profetas que lo han precedido”.
Según lo escrito en el Corán, Mahoma tenía conciencia de ser el enviado de Dios.
“Sabed que el mensajero de Dios está entre vosotros”. (Corán 49:7)
“Creyentes, no pongáis nada por delante de Dios y Su Mensajero”. (Corán 49: 1)
“Los creyentes son aquellos que tienen fe en Dios y en su mensajero”. (Corán 49:15).
Cierro este capítulo sobre el breve esquema de la vida de Mahoma con el párrafo que le dedica al escritor Jesús Mosterín en su libro de 400 páginas titulado simplemente El islam.
“Mahoma se consideraba a sí mismo como el último de una serie de profetas y emisarios divinos que incluía a los profetas hebreos y a Jesús. Pero, de todos estos presuntos profetas, Mahoma fue el único que triunfó en sentido mundano y alcanzó el poder político absoluto. Su vida no acabó en la derrota, la ejecución o el martirio, sino a la cabeza del Estado unitario de los árabes que él mismo había impulsado y fundado”.
El convencimiento de que las revelaciones por él transmitidas tenían un origen celestial directo, dictaron las normas permanentes de religiosidad a las futuras generaciones musulmanas de la historia.
Los teólogos musulmanes referencian la existencia del islam nada menos que a los orígenes del Génesis. Afirman que el primer musulmán fue Adán, padre del género humano. Agregan que se sometió al Dios único, igual que lo hicieron después Noé, Abraham, Moisés y más tarde Jesús.
“Estos son los que Dios ha agraciado de entre los profetas de la descendencia de Abraham e Israel y de los que nosotros escogimos, quienes cuando les eran recitados los versículos del Clementísimo, caían prosternados y llorando” (Corán 19:58).
El Clementísimo es el Dios del islam.
“En verdad, Dios eligió a Adán y a Noé y a la familia de Abraham y a la familia de Imran sobre todo el mundo. Descendientes unos de otros. Dios todo lo oye, todo lo sabe”. (Corán 3:33-34).
La moderna Enciclopedia Británica, en su volumen número 11, sitúa a Mahoma en la casa de un joven seguidor llamado Al Argam durante su primera estancia en La Meca. Se dice que por aquél entonces el islam contaba ya con 60 discípulos, casi todos jóvenes, muchos de ellos pertenecientes a familias ricas de La Meca.
Los primeros 18 meses en Medina Mahoma estuvo dedicado a fortalecer y confirmar la fe de sus seguidores. En un terreno que le fue regalado construyó una casa y una sala para reuniones. Después de su muerte se construyó una mezquita que hasta el día de hoy es considerada como un logro arquitectónico.
En marzo de 624, con 315 hombres, Mahoma atacó una caravana que viajaba de Siria a La Meca. Como represalia, el jefe del clan acudió con 800 hombres con la idea de dar una lección a Mahoma. Los dos enemigos se enfrentaron cerca de La Meca. Los de Mahoma mataron a 45 contrarios y 70 fueron hechos prisioneros. Del bando de Mahoma solo murieron 14 guerreros.
Una de las grandes batallas en la expansión del islam tuvo lugar cuando finalizaba el año 630. Para entonces Mahoma ya disponía de un ejército de 30.000 hombres. Con ellos atacó Siria y en cuestión de un mes la ganó para el islam. Antes de su muerte surgieron opositores a su política de expansión, pero el islam era ya un estado fuerte y venció en todas las batallas.
Bajo el gobierno de los cuatro primeros califas, entre los años 650 a 750, el islam, con las fuerzas de las armas, creó un inmenso imperio que abarcaba desde el Indo hasta el Atlántico, extendiéndose por toda la costa meridional del Mediterráneo, penetrando en Persia y en la Península Ibérica. Aunque dividido en algunos lugares política y territorialmente, siguió agrandando sus dominios. Penetró en la India, en China, en la Unión Soviética, en países del África negra, en la Rusia meridional y de forma esporádica en algunos Países de Europa. En España estuvo presente desde el año 711 hasta el 1492, fecha en que el reino de Granada fue reconquistado por los reyes católicos. La reconquista del territorio nacional se inició en Asturias hacia el 750, y se mantuvo hasta el siglo XV, en una guerra que se consideró tanto patriótica como religiosa.
A las agresiones militares del islam se les da el nombre de guerra santa. Es preciso reconocer que este tipo de guerras religiosas no fue exclusivo del islam.
Desde el año 1095, cuando el cristianismo emprendió la primera cruzada contra los musulmanes, hasta la cruzada organizada por el rey Louis IX de Francia en 1245, los historiadores de aquellos siglos enumeran hasta ocho episodios guerreros entre cristianismo e islam en Oriente Medio.
Abogando por la llamada guerra Santa, el Corán aconseja así a los fieles: