Petróleo, poder y civilización (Tercera edición) - Carlos Tablada Pérez - E-Book

Petróleo, poder y civilización (Tercera edición) E-Book

Carlos Tablada Pérez

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  • Herausgeber: RUTH
  • Kategorie: Fachliteratur
  • Sprache: Spanisch
  • Veröffentlichungsjahr: 2022
Beschreibung

En un período que cubre desde los años 60 hasta los 90 del siglo XX, el hombre ha consumido más energía que en toda la historia anterior de la humanidad. El actual modelo económico es insostenible para el Sur: los ideólogos del Norte llegan a la conclusión de que los países del Sur, que representan el 75 % de la población actual del planeta: con solo un incremento del consumo mundial, en más del 10 %, provocarían que las reservas mundiales disminuyeran a ritmos acelerados. Por tanto, ¡Al mundo desarrollado no le conviene que los países subdesarrollados se desarrollen!

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Índice de contenido
Agradecimientos
Nuevo Prólogo
El Estado imperialista al servicio especulativo de las multinacionales y transnacionales
La lucha sin cuartel por la hegemonía sobre el petróleo
El conflicto de Ucrania
La opción socialista como solución
Prólogo
Prefacio
1. Consideraciones iniciales
2. Reservas mundiales de petróleo
3. Antecedentes, orígenes y desarrollo de las multinacionales y transnacionales
Antecedentes
Globalización y neoliberalismo
El liberalismo
El neoliberalismo
4. El petróleo y la dependencia estratégica
El poder y las guerras
África
Seguridad nacional y seguridad energética
La actualidad en África: el Golfo de Guinea
El petróleo y los conflictos en Asia
Los Balcanes
5. Petróleo y sobrevivencia en América Latina
La militarización y las guerras
Plan Colombia
Plan Puebla-Panamá
El Corredor Biológico Mesoamericano
Plan Nuevos Horizontes
La experiencia cubana
Cuba, petróleo y medio ambiente
El Centro de Investigaciones del Petróleo en Cuba
6. La Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP): surgimiento y contradicciones
La OPEP y las estrategias petroleras
La verdadera sensibilidad del petróleo
7. EE.UU. y el control de los recursos naturales
Prioridades e intereses
EE.UU. y el petróleo
8. Irak y la invasión angloestadounidense
La guerra y el movimiento de capitales
La región del Golfo Pérsico
El euro, el dólar, el petróleo e Irak
Cuando aún la invasión no había comenzado
La guerra y el genocidio como negocio
Irak y la ocupación estadounidense
Irak y las consecuencias de la invasión angloestadounidense. Comportamiento de las bolsas y del precio del petróleo
9. Las transnacionales, el control de los medios de difusión y de emisión de cultura
Control de los medios de difusión
Golpe de Estado en el cuarto productor mundial de petróleo y los medios de difusión
Las transnacionales y el lavado de imagen
Los medios de difusión y la Doctrina Hegemónica
10. Las omisiones cómplices y permanentes
El posible costo ambiental de la guerra en Irak
Impactos de la industria petrolera en el medio ambiente
El petróleo y las transnacionales: su impacto en el cambio climático
Energías alternativas
11. Comentarios finales
Avances y nuevas expectativas de los movimientos sociales
Anexo I. Balance de Energía Comercial Mundial, 2000-2020
Anexo II. Reservas probadas en países seleccionados, 2001
Anexo III. La energía en el mundo
Anexo IV. Fuerzas Militares
Anexo V. Central Asian Oil and Gas Pipelines
Anexo VI. Yacimientos y Oleoductos en Irak
Anexo VII. Bases Militares en Irak
Bibliografía
Datos de los autores

Quedan rigurosamente prohibidas, sin la autorización escrita de los titulares del Copyright, bajo la sanción establecida en las leyes, la reproducción parcial o total de esta obra por cualquier medio o procedimiento, comprendidos la reprografía y el tratamiento informático, y la distribución de ejemplares de ella mediante alquiler o préstamo público. Si precisa obtener licencia de reproducción para algún fragmento en formato digital diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos,www.cedro.org) o entre la webwww.conlicencia.comEDHASA C/ Diputació, 262, 2º 1ª, 08007 Barcelona. Tel. 93 494 97 20 España.

Edición: Ingry González

Diseño de cubierta: Eddy Herrera

Composición para ebook: Idalmis Valdés Herrera

© Carlos Tablada, Gladys Hernández, 2003

© Sobre la presente edición:

Ruth Casa Editorial, 2022

ISBN: 9789962740094

Prohibida la reproducción total o parcial, por cualquier medio, sin la autorización de Ruth Casa Editorial. Todos los derechos reservados en todos los idiomas. Derechos Reservados conforme a la ley.

Ruth Casa Editorial

Calle 38 y ave. Cuba, edif. Los Cristales, oficina no. 6

apdo. 2235, zona 9A, Panamá

www.ruthtienda.com

www.ruthcasaeditorial.com

[email protected]

Agradecimientos

El presente libro dedicado al petróleo y su repercusión geopolítica, nació en el verano del 2000, cuando diseñaba las ideas guías para la preparación del número de la revista Alternatives Sud del Centro Tricontinental radicado en la Universidad Católica Lovaina la Nueva, Bélgica, dedicado al petróleo. Después de un año de lecturas sobre el tema, pensé que valía la pena publicar el número de nuestra revista y que el editorial resultaría limitado para todo lo que había que exponer.

Hoy día, 6 de 2022, a la luz de los acontecimientos originados por la ruptura de un mundo unipolar, y de la ofensiva de EE.UU. por mantener a cualquier precio su hegemonía en todas las esferas del de cursar humano, reitero la importancia de su lectura y estudio para comprender lo que ocurre y nos depara el futuro.

Agradezco a François Houtart —director del Centro Tricontinental (CETRI) y de la revista donde laboré desde febrero de 1996 hasta marzo del 2004—, la posibilidad y oportunidad de trabajar al amparo de sus lúcidos proyectos, su rigor y sus conocimientos. El intercambio fluido de ideas y opiniones, su fina y profunda crítica sobre algunos aspectos metodológicos en la exposición del tema, y su apoyo y entusiasmo por el libro, lo enriquecieron también.

A Eugenio Martínez, que fue el primero en leerse el índice, y la primera versión del libro, y al que le debo el cambio de títulos de dos capítulos, así como otras sugerencias al texto inicial.

A Gladys Hernández Pedraza, por aceptar incorporarse al proyecto, cuando el excesivo trabajo y una enfermedad ocasional, pusieron en peligro su terminación para la fecha que me había propuesto. La participación de Gladys fue muy valiosa para mí y enriqueció el libro con importantes contribuciones.

A Wim Dierckxsens por sus críticas al producto final.

A Pío y Raffaella O., que me dieron su casa de Génova para culminar la escritura de la presente edición.

Carlos Tablada Pérez

 

Cuando Carlos me invitó a participar en este libro, concebido y estructurado por él, nunca pensé que llegaría a convertirse en algo tan especial para mi vida profesional y personal.

A Carlos Tablada le debo el placer de haber incursionado en este tema tan importante para la humanidad y en especial para los países del Tercer Mundo. A él, todo mi agradecimiento por comprender que con una tarea así podría recuperar parte de las fuerzas para seguir luchando por la vida, después de perder a mi hijo.

A mi familia, a mi esposo Ramón Pichs con quien comparto mi vida, trabajo, venturas y desventuras. A ti, mil gracias, por el enorme placer de saber que siempre me apoyarás.

A todos los colegas, conocidos y desconocidos que con la lectura de esta obra han aportado críticas, sugerencias y nos animaron a seguir adelante.

A todos ellos va mi eterno agradecimiento.

Gladys Hernández Pedraza

 

 

Nuevo Prólogo

Vale la pena hacer referencia a las dos personalidades que me preceden con sus respectivos prólogos. El primero, Wim Dierckxsens, ha sido investigador del Departamento Ecuménico de Investigaciones (DEI) en Costa Rica. El segundo, François Houtart, ya fallecido, ordenado sacerdote desde 1949; y con una vida intelectual riquísima al servicio de los pobres de la tierra.

Desde la perspectiva de la geopolítica del petróleo, Dierckxsens destaca aquellos temas, que a la luz de los acontecimientos de finales del sigloxxy principios del sigloxxi, los autores (Carlos Tablada y Gladys Hernández) muestran cómo la economía real se fusiona con la economía financiera y especulativa sobre la base del dólar, el petróleo y la economía de guerra; y así como Marx demostró elcarácter depredador del sistema del capital sobre la naturaleza yel hombre; así los autores dan continuidad a ese hilo conductor desdeel principio hasta el final de este libro.

El segundo prólogo o prefacio, de François Houtart, deja constancia de los enormes intereses vinculados al capital fijo comprometido con la energía petrolera a escala global. No hay más que pensar lo que significaría para el mundo —nos dice Houtart—sustituir el petróleo por energía limpia:

En primer lugar, hay que señalar el desarrollo de las energías renovables. Las inversiones en este dominio están muy por debajo de las necesidades. En una perspectiva de bien común de la humanidad, podríamos consagrar una parte de la renta petrolera a financiar investigaciones y experimentos. Los pobres esfuerzos que se han hecho en esta dirección, sobre todo por parte de las compañías petroleras durante los períodos de crisis, han sido más en el sentido de la operación publicitaria que en el de un verdadero cambio de orientación. Las nuevas técnicas de utilización de la energía deberían también ser objeto de iniciativas más audaces. A menudo frenadas por los lobbies, en la actualidad son el centro de las ambigüedades de la política de patentes de la Organización Mundial del Comercio (OMC). En efecto, las aplicaciones de estas pueden ser retardadas en los países de bajos ingresos por la falta de medios, en los casos en que no son compradas por las grandes empresas para evitar que sean puestas en práctica. Por el contrario, un real esfuerzo ha sido llevado a cabo en el desarrollo de tecnologías menos onerosas en energía (en el sector del automóvil, por ejemplo) cuando ha explotado el precio del petróleo, lo que prueba que es posible inducir transformaciones.

Es de suponer que solo la “utopía” socialista sería capaz de llevar hasta sus últimas consecuencias las soluciones científicas logradas en la sustitución del petróleo por energía limpia. No obstante, Houtart se pronuncia por iniciar el camino como demostración de su posibilidad real:

Podría también reunir a tales actores en una perspectiva de grandes regiones del mundo y en el plano internacional. Aunque definiendo la utopía, estas comisiones llegarían a proposiciones de acción. Como la puesta en práctica de nuevas orientaciones requiere una doble exigencia, técnica y política, las etapas de realización podrían ser propuestas por grupos de especialistas y traducidas políticamente por los Parlamentos. Resulta, en consecuencia, fundamental, analizar este problema en profundidad y la obra de Carlos Tablada constituye una contribución en este sentido.

Y los países del Sur no tienen otra alternativa que no sea la opción socialista. En un período que cubre desde los años 60 hasta los 90 del sigloxx, el hombre ha consumido más energía que en toda la historia anterior de la humanidad. El actual modelo económico es insostenible para el Sur: los ideólogos del Norte llegan a la conclusión de que los países del Sur, que representan el 75 % de la población actual del planeta: con solo un incremento del consumo mundial, en más del 10 %, provocarían que las reservas mundiales disminuyeran a ritmos acelerados. Por tanto,¡Al mundo desarrollado no le conviene que los países subdesarrollados se desarrollen!

El pensamiento sistémico imperialista ha vinculado, por tanto, tres líneas geopolíticas: la seguridad nacional + la seguridad energética + el combate al “terrorismo”.

Carlos Tablada y Gladys Hernández, en forma creativa, lograron desarrollar una lógica expositiva actualizada desde la economía real (las multinacionales, que, apoyadas por el Complejo Militar Industrial y la inflación dolarizada especulativa, no han tenido escrúpulos en desarrollar guerras y genocidios, por el dominio de fuentes del petróleo en países y regiones enteras.

El Estado imperialista al servicio especulativo de las multinacionales y transnacionales

La política neoliberal de Estados Unidos le dio continuidad a la práctica consuetudinaria de exportar la inflación de sus precios hacia su sistema neocolonial. Muchos países de América Latina importan alimentos desde los países desarrollados, la deformación estructural de sus economías y el lugar que ocupan en la división internacional del trabajo, que los relega a meros suministradores de materias primas, condicionan que importen esa inflación y agraven su ya difícil situación

Los hechos del pasado siglo, nos permiten afirmar que las Corporaciones Multinacionales (CMN) y las CTN se han repartido el mundo en zonas de influencia y dominio y actúan aparentemente sin regirse por leyes, sin instituciones globales que puedan ejercer cierta regulación sobre su gestión, las controle y establezca algún equilibrio entre sus actividades y los efectos negativos que generan, entre sus intereses y los de la sociedad civil del Norte y del Sur. Entre estas grandes sociedades transnacionalizadas, se libra una batalla que ha conducido a la humanidad a enfrentarse en guerras, al genocidio, por el dominio de fuentes de materias primas, países y regiones enteras.

A partir de eliminarse la tasa de cambio fija, comenzó una etapa de inestabilidad monetaria y financiera, en el curso de la cual, por solo mencionar dos hechos, se producirían las grandes devaluaciones del dólar (1971-1973 y 1977-1978) y los dos shocks petroleros (1973-1979). La moneda de cualquier país se convirtió en objeto potencial de especulación y en factor de enormes beneficios, dependiendo de su alza o de su baja. Fue entonces que se aplicó el dogma neoliberal del libre juego de mercado y que se abrió, al mismo tiempo, la vía a la especulación en los cambios, que permitía convertir una moneda nacional en un objeto de especulación (liberalización financiera).

En la Democracia burguesa las elecciones no están controladas por el elector individual, sino por los contribuyentes más importantes, los medios de información (que están interesados en mantener el sistema) y el sector empresarial.

Todas las potencias capitalistas desarrolladas han ejercido su poder para garantizar los suministros de recursos naturales que su dependencia estratégica demanda.

En 1998, la Unión Europea importaba el 7 % de la producción mundial de carbón, el 10 % de la producción mundial de gas natural, y el 5 % de la producción mundial de petróleo. Alemania, Italia y Francia son considerados los principales importadores de energía de la Unión Europea, mientras que el único exportador a destacar es Gran Bretaña.

Los motivos principales de las guerras numerosas en África, etc. se ubican en torno al control de materias primas tales como petróleo, gas, agua, droga, diamantes, instigadas desde afuera, por motivos étnicos.

Junto con América Latina, África Occidental se perfila como una de las fuentes de petróleo y gas para el mercado estadounidense de más rápido crecimiento. El petróleo africano tiende a ser de gran calidad y bajo en sulfuro, lo que lo hace idóneo para los rigurosos requisitos de los productos de refino y brinda una creciente cuota de mercado a los centros de refino de la costa Este de los Estados Unidos.

La desaparición de la URSS creó un vacío de poder en esta región vital y a ella se precipitaron EE.UU., Alemania, Francia y Gran Bretaña, para garantizar la presencia de sus transnacionales; este suceso también rompió el equilibrio que ejercía la URSS en el Medio Oriente, y puso a la orden del día una nueva ofensiva de Israel y de EE.UU. para dominar esta rica zona.

Azerbaiyán, Kazakistán, Turkmenistán y Uzbekistán juntas tienen 115 000millones de barriles de reservas probadas de crudo y 11 trillones de m3de gas. Hasta ahora, Rusia ha mantenido la hegemonía en el transporte de crudo en la región, la cual quiere ser arrebatada a los rusos por EE.UU. La importancia de la zona reside en que EE.UU. considera que el crudo del Caspio puede balancear el liderazgo que tienen los países de la OPEP en la fijación de los precios del crudo. Este papel fue desempeñado antes por el Mar del Norte, pero sus reservas son muy inferiores a las del Caspio, y EE.UU. considera que es más fácil controlar la producción en el Caspio, por la debilidad institucional de estos países.

Chechenia es otro lugar donde se libró una guerra para mantener la hegemonía rusa en el transporte de crudo, algo vital para Rusia. El paso del oleoducto por territorio ruso permite a este país mantener el control sobre el transporte de energía y sobre sus precios, lo que utiliza como mecanismo de control político. Por ejemplo, Rusia corta el suministro de petróleo a Georgia cada vez que desea hacerle algún tipo de imposición política. Por Chechenia atraviesan también los oleoductos que traen crudo de la Siberia para salir al Mar Negro. Es evidente que los grupos estadounidenses y europeos quieren romper con la hegemonía rusa en el transporte de crudo. También resulta de gran actualidad el tema de la encarnizada lucha por controlar los corredores energéticos que abastecen y abastecerán China.

Todo indica que la ruta de las bases militares de EUA coincide con la ruta del petróleo.

La lucha sin cuartel por la hegemonía sobre el petróleo

Los países que disponen de reservas de petróleo relativamente pequeñas, o Estados como Argelia y Libia, con crudos de primera calidad, o incluso otros como Irán o Nigeria, con mucha población y escasos recursos alternativos, a menudo pretenden disminuir la producción para incrementar la demanda y así obtener precios más altos.

Por otra parte, productores como Arabia Saudita y Kuwait, con inmensas reservas y pequeñas poblaciones, les temen a las transformaciones tecnológicas que históricamente preceden a cada elevación de los precios y que dictan tendencias estructurales en el consumo de energías alternativas, así como a la ampliación de áreas de explotación, lo cual reduce el valor del crudo.

En 1973 tuvo lugar la Guerra del Yon Kippur, donde Israel atacó a los palestinos y a sus aliados árabes. Derrotados los árabes, decretaron el embargo del petróleo que partía del Cercano Oriente hacia EE.UU., principalmente. Las consecuencias de este embargo fueron devastadoras: el precio del crudo se disparó y las economías desarrolladas quedaron afectadas. Por primera vez se rompió la ley macroeconómica que negaba la posibilidad de un aumento simultáneo de la inflación y el desempleo. En 1973 y 1974, el índice de precios subió arrastrado por el petróleo, al tiempo que caían las empresas por la carestía de los combustibles, y aumentaba el desempleo.

En septiembre del 2000, auspiciada por el presidente venezolano Hugo Chávez, firme impulsor de una OPEP de perfil combativo, se produjo la II Reunión de Jefes de Estado. De ella, la organización salió convencida de su fortaleza, de su poder como organismo equilibrador del mercado y baluarte de los países pobres ante la arrogancia de los industrializados. En la reunión de Caracas, la OPEP comenzó con nuevos bríos a recuperar el papel para el que fue creada, y logró un equilibrio en precios y garantías que favoreció a toda la comunidad internacional, pero sobre todo a los países del Sur. A partir de la reunión de Caracas se establecieron bandas de precios (22 a 28 dólares) y surgió una regulación concertada de la producción. El presidente Maduro le ha dado continuidad a este impulso concertado, precisamente, en el 2022.

El mercado petrolero es uno de los más inestables en el mundo. Un incremento fuerte en los precios puede ser beneficioso para los exportadores de petróleo a corto plazo, pero a la larga estimula la exploración en terrenos antes no considerados, así como el desarrollo de tecnologías de difícil acceso o la investigación de formas alternativas de energía. Por todo ello los precios tienden a disminuir, lo que resulta aún más perjudicial para los productores de petróleo. Por otra parte, si los precios son demasiado bajos para el barril de crudo, las empresas se ven obligadas a reducir las inversiones de infraestructura, indispensables para mantener el flujo de petróleo en el mercado mundial. De darse esta situación, aunque la demanda global aumentara podría llegarse al caso en que no hubiese suficiente crudo para cubrirla, lo que generaría un nuevo incremento en los precios.

Lo normal en este sentido para EE.UU. durante años ha sido tratar de controlar y consumir el petróleo de otros países, y no explotar sus reservas. Con ello pretende mantener su hegemonía económica mundial durante los próximos treinta años, tiempo en el cual se espera pueda desarrollarse un sustituto energético del petróleo.

Es evidente que EE.UU. no cuenta con los recursos petroleros suficientes para mantener funcionando su economía, y por ello necesita de los yacimientos de México, Venezuela, Canadá, el Medio Oriente y de otros confines del planeta, para satisfacer su creciente demanda energética. Por lo tanto, una de las prioridades estadounidenses es asegurarse un suministro permanente de petróleo aun en tiempos de guerra.

Esta vulnerabilidad impuso una estrategia que permitió garantizar el control del petróleo de sus vecinos más cercanos (México, Canadá y Venezuela). El objetivo era que estos países produjeran petróleo no de acuerdo a sus propias necesidades, las de su economía, sino a las de EE.UU.

El petróleo fue la principal causa de la Guerra del Golfo en 1991, y les permitió a los países occidentales, fundamentalmente a EE.UU., desestabilizar a la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP), y ejercer control sobre los precios del petróleo.

El conflicto de Ucrania

Y el petróleo vuelve a ser una de las causas principales en el conflicto de Ucrania. En el plano internacional Ucrania había enfrentado, en las primeras décadas del siglo xxi, una disyuntiva entre dos alternativas de integración económica, una opción era el Acuerdo de Asociación con la Unión Europea propuesto desde Bruselas y la otra estaba constituida por la Unión Aduanera Euroasiática ofertada por Moscú; ambas incompatibles entre sí en cuanto a los intereses comerciales y geopolíticos de cada lado. Evidentemente, de pasar Ucrania a formar parte de la UE; y, por tanto, de la OTAN, Rusia veía amenazadas sus fronteras, algo que había que detener a toda costa. Y el gobierno ruso aplicó primero medidas económicas contra Ucrania.

El presidente de Rusia Vladimir Putin, declaró que los miembros de la Unión Aduanera –hasta 2013 constituida por Bielorrusia, Kazajistán y Rusia– tomarían medidas arancelarias contra todo producto proveniente de Ucrania si ésta concretaba el acuerdo con el bloque europeo, ya que las autoridades de estas naciones no estaban dispuestas a dar beneficios a mercancías provenientes de la UE.

El entonces presidente ucraniano Víktor Yanukovich rechazó firmar el Acuerdo con la UE —el mandatario pedía como condición un programa de ayuda financiera para cubrir adeudos de gas y modernizar los gasoductos— anunciando a la vez un fortalecimiento de sus relaciones con Rusia, suceso que provocó una reacción de Occidente, encabezada por EE.UU., del desarrollo de un programa de desestabilización interna, tal como ha sido documentado por los especialistas en el tema, originando manifestaciones de la población ucraniana pro europea.

Pese a ello un mes después, Yanukovich concretó un acuerdo con Putin, en el cual logró que Rusia se comprometiera a comprar 15 mil millones de dólares en bonos del Estado ucraniano y a reducir en un 33% el precio del gas que le vendía a este país, lo cual daba a Ucrania la posibilidad de aminorar su desequilibrio de balanza de pagos.

La firma de ese acuerdo, intensificó la intervención de Occidente, se radicalizaron las protestas de los ucranianos anti rusos, que llevaron a un Golpe de Esttado, la destitución del presidente Yanukovich —el 22 de febrero de 2014— quién fue sustituido temporalmente por Alexander Turchinov, de un perfil político más a favor de pertenecer a la UE. Aquello desencadenó reacciones en la población contraria en entrar a la UE. Crimea desconoció la legitimidad del gobierno impuesto. Lo anterior, como es sabido, resultó en la anexión de Crimea a Rusia —en marzo del 2014— coadyuvada por los resultados del referéndum sobre el estatus político de Crimea y Sebastopol, que según Vladimir Putin “expresó la voluntad del pueblo crimeo” a favor de su reunificación con Rusia.

Más adelante, las provincias de Donetsk y Luhansk que conforman la cuenca minera de Donbass, se autoproclamaron repúblicas populares independientes después de celebrar referéndums similares al de Crimea. Y Putin, a nombre de su gobierno, las reconoció como repúblicas independientes. Los Acuerdos de Minsk fueron incumplidos sistemáticamente por el poder central, los ataques militares a las regiones con mayoría de habitantes rusos se incrementaron. Todo esto ha mantenido a Ucrania en intenso conflicto armado que llega hasta el presente, cada vez más complicado.

Los dos combustibles más demandados al interior del bloque de la Unión Europea son el petróleo y el gas natural, commodities, que sumados equivalen a poco más de la mitad del consumo interno de energía de la UE.

Bajo esta situación, el actual conflicto que enfrenta Ucrania por los deseos separatistas de la cuenca minera de Donbass, es de suma importancia, ya que al interior de esta región multicultural viaja una red de gasoductos que conectan al bloque europeo con Rusia, los cuales mantienen un flujo anual de alrededor de 80 billones de metros cúbicos que corren en dirección oeste, ingresando por 7 puntos de acceso al interior de Rusia y que posterior a su paso por Ucrania desembocan en Hungría, Rumania, Eslovaquia y Polonia. Es así que Ucrania se ostenta como el corredor más grande de transporte de gas, al ser este país el tránsito obligado de la mitad de las importaciones de gas natural ruso que consume Europa.

La opción socialista como solución

Washington exige lealtad a la Unión Europea y a sus aliados; y presiona a adversarios, como Siria, Irán, Cuba, Venezuela, Nicaragua, Rusia y China, con sanciones, guerra de aranceles y prohibiciones tecnológicas, para que no contradigan sus intereses hegemónicos. El conflicto en Ucrania ha enrarecido la situación mundial. Y mientras Rusia se mantiene firme en defensa de sus fronteras; Beijing por vía pacífica desarrolla la Ruta de la Seda, al ofrecer su cooperación a docenas de países con enormes préstamos, para mejorar las infraestructuras básicas de ferrocarriles, escuelas, carreteras, acueductos, puentes, puertos, conectividad a Internet y hospitales. El objetivo es crear un sistema sostenible en el que docenas de países cooperen entre sí para el beneficio colectivo de sus poblaciones.

Entre los grandes responsables de los problemas globales, no se puede desconocer a los Estados Unidos. Una hipótesis que podemos avanzar es la siguiente: Existe un problema global que se involucra con el resto de los problemas globales: el sistema financiero monetario internacional, apoyado por el Complejo Militar Industrial.

El agravamiento de la crisis crónica del sistema del capital ha estado asociado a la pandemia de covid 19, pero su causa más profunda hay que buscarla en las mismas razones que explican por qué no se pone la ciencia al servicio de todos los problemas globales actuales y evitar con eficacia el cambio climático, proteger la naturaleza y la sociedad, sin distinción de razas, credos, culturas y nivel de desarrollo. Y es que la ciencia y la tecnología pueden seguir el curso que les dicta el devenir del sistema social dominante; o, por el contrario, el devenir puede ser conducido al progreso cuando surge una determinada voluntad colectiva organizada “racionalmente”, con planes bien concebidos para la solución de dichos problemas globales. La crisis crónica del sistema del capital, evidentemente exige contar con una voluntad colectiva organizada hacia una transformación revolucionaria.

La opción socialista que surgirá -hay que crearla-, como solución supone que ninguna tecnología es neutra: siempre lleva el sello del sistema social que la crea. No basta con acceder a la tecnología capitalista más avanzada. La obsolescencia de las mercancías capitalistas se diseña y produce sin contemplar los efectos adversos más remotos que ocasionan sobre la naturaleza y la sociedad. Solo interesa la búsqueda y obtención de la máxima ganancia posible. Ello supone toda una época de transformación de las fuerzas productivas del socialismo en armonía con la naturaleza y la sociedad, bajo una dirección política que asuma una nueva concepción de la importancia social del valor de uso y su obsolescencia. La existencia de la propiedad socialista se logra mediante un proceso doble: el desarrollo simultáneo del objeto sobre el cual recae la propiedad, junto a la creación de nuevos valores y nuevas actitudes del sujeto que ejerce dicha propiedad. No se trata de un proceso pasivo, sino de una profunda lucha ideológica, en que la participación de las masas permite que mientras es creada la dimensión objetiva de la nueva sociedad, ésta influya en la subjetiva. Los mecanismos de dominación del capital han evolucionado a lo largo de la historia. A cada fase del capitalismo ha correspondido una forma privilegiada de supeditación que ha contribuido a la acumulación de capital en los centros.

Si bien la dependencia colonial constituyó la forma más general de explotación de la periferia durante la llamada acumulación primitiva del capital; con la consolidación del capitalismo y la industrialización de los centros, la sujeción fue fundamentalmente financiero-industrial, en tanto la periferia jugaba el papel de abastecedora de alimentos y materias primas. Los nuevos avances del capitalismo mundial en la segunda mitad del sigloxx llevaron a que también la periferia se industrializara y la dependencia asumiera la forma tecnológico industrial.

La deuda externa se ha convertido en un nuevo eje articulador de la explotación de la periferia por los Estados centro, que utilizan al FMI como instrumento para imponer los planes de ajuste estructural a los países subdesarrollados deudores, con vistas a apropiarse de todo tipo de recursos (hidrocarburos, agua, biodiversidad).

La idea de la conexión-desconexión puede ser muy útil en el empeño por alcanzar el desarrollo. Ello implica llevar adelante un conjunto de políticas específicas, entre las que se encuentran una política de conexión-desconexión selectiva, la determinación de las ramas y sectores en las cuales cada país, a partir de sus condiciones, puede ir cambiando su inserción en el mercado mundial capitalista, políticas específicas para irse apropiando del saber acumulado por el capital y la creación de nuevos enfoques tecnológicos al servicio de la nueva sociedad socialista que se aspira crear, lo cual supone también la creación de capacidades sociales y culturales que impidan que la búsqueda de la competitividad anulen la búsqueda del nuevo modo de vida.

Llama la atención cómo el concepto desarrollo está sufriendo una profunda renovación en la literatura internacional. Desde perspectivas marxistas y no marxistas se cuestiona el orden económico vigente, conducente a un seguro desastre social y ambiental, por lo que se hace necesario esclarecer por qué todos los problemas globales del desarrollo tienen un estrecho vínculo causal con el dominio global del capital. El Sur global unido está aún por construirse: la idea global que prevalece es de carácter reformista: los problemas globales entorpecen y ponen límites al dominio global del capital.

Es necesario, por tanto, hallar soluciones parciales que permitan la gobernabilidad capitalista del sistema mundo. La solución revolucionaria de carácter general aún está por prevalecer: sólo la construcción del socialismo a escala global puede resolver todos los problemas globales del desarrollo; sin despreciar los pasos intermedios que necesariamente harán avanzar a la sociedad civil internacional hacia esos derroteros, respondiendo a los intereses legítimos más diversos y atendiendo también a las soluciones parciales o específicas de cada región y cada país.

Felicito a mis colegas y amigos Carlos Tablada y Gladys Hernández, por la calidad científica de este libro e invito a los lectores a la consulta del mismo.

Dr. en Cs. Ernesto Molina Molina06 de julio de 2022

Prólogo

Wim Dierckxsens1

El libro Petróleo, poder y civilización, de Carlos Tablada, escrito en colaboración con Gladys Hernández, es un estudio accesible, de vasto contenido sobre temas de gran actualidad como la guerra por el petróleo, la lucha por el control sobre los recursos naturales, la batalla de las transnacionales por el mercado mundial y el papel de los medios de comunicación en la doctrina hegemónica.

Hilar una temática tan amplia en una sola publicación realmente constitu-ye un gran reto. Aunque el libro se refiere a la guerra histórica por el petróleo, logra abordar con éxito las causas más profundas de la invasión angloestadounidense a Irak; brinda un horizonte histórico y geopolítico de la lucha por los recursos naturales y el rol de las transnacionales y las prin-cipales potencias en el reparto del mundo que ello implica.

El estudio comienza con una breve y valiosa explicación de cómo y dónde se forma el petróleo y cómo se explota técnicamente, para luego brindar en el segundo capítulo un panorama sobre las reservas mundiales de petróleo y su producción y demanda actuales. Es muy atinado que los autores presenten el petróleo como uno de los recursos de energía natural y no como la fuente única pues este representa hoy el 40 % del total de la demanda de energía. La batalla por la energía no significa, entonces, una batalla exclusiva por el petróleo. En la Unión Europea se consume el 16 % de toda la energía mundial y se produce solo la mitad. Los países de la Unión Europea importan el 7 % de la producción mundial de carbón, el 10 % de la producción mundial de gas natural y no más que el 5% de la producción mundial de petróleo. En el mundo se producen y consumen en la actualidad diariamente unos 70 millones de barriles de petróleo. Del consumo mundial de petróleo, EE.UU. demanda casi el 30 % y solo es capaz de producir el 40 % de su propia demanda. El 60 % restante lo importa, lo que equivale al 18 % de la producción mundial. En otras palabras, importa tres veces y medio lo que importa la Unión Europea. La mitad de las importaciones estadounidenses proviene históricamente del Golfo Pérsico, donde se encuentra el 65 % de las reservas mundiales.

En el capítulo tres se hace un breve análisis del origen histórico y distribución actual de las transnacionales en el mundo. Se revela cómo han repartido el globo en zonas de influencia y dominio, sin dejarse regir, en apariencias, por regulación económica o ley alguna. Entre las grandes transnacionales se destacan las compañías petroleras. Históricamente se ha librado entre ellas una batalla por el mercado que ha conducido a la humanidad a enfrentamientos mundiales y regionales por el dominio de fuentes de materias primas. A inicios del siglo xxi se vislumbra una nueva batalla por ese reparto del mundo.

Los autores realizan en el capítulo cuatro un inventario por continente de los conflictos regionales en torno al control de las materias primas y, sobre todo, en torno al control del petróleo. En este contexto señalan las implicaciones geopolíticas del fuerte crecimiento en la demanda de petróleo de Asia en general y de China en particular. La proyección china de un oleoducto de Asia Central hacia el Océano Índico atravesaría a Afganistán o en su defecto a Irán. Las invasiones en Afganistán, Irak y posiblemente en Irán adquieren con ello un significado geopolítico. EE.UU. procura contro-lar los corredores energéticos que abastecerían a China. Otros mega-proyectos estadounidenses buscan trazar un camino de transporte de petróleo desde las antiguas repúblicas soviéticas hacia el Sur para así romper el monopolio ruso sobre dichas fuentes a favor de intereses estadounidenses.

Ante los imperativos de una conflagración en la región islámica, América Latina adquiere importancia estratégica como suministradora vital de hidrocarburos para EE.UU. Los autores vinculan en el capítulo quinto el Plan Colombia, el Plan Puebla-Panamá, el Plan Nuevos Horizontes y el Corredor Biológico Mesoamericano con la militarización de las regiones latinoamericanas ricas en recursos naturales y sobre todo en recursos petroleros.

Otra cuestión interesante que revelan es que EE.UU. procura, en años recientes, liberarse de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP), al comprar menos petróleo a los países miembros y más a México, Canadá, Angola y Ecuador, entre otros. El capítulo seis aborda el surgimiento y las estrategias petroleras de la OPEP a través de los últimos treinta años de su existencia y los tantos conflictos bélicos que se han librado en la región del Golfo Pérsico.

En 1973, Israel atacó a los palestinos y sus aliados árabes en la guerra del Yon Kippur. Derrotados los árabes decretaron el embargo del petróleo, que hizo que el precio del mismo se disparara. En 1978-1979, Occidente tropezó otra vez con un dilema similar a partir de la revolución en Irán. La década del 80 significó la consolidación de la OPEP, pero, a principios de la década del 90, Kuwait rompió los acuerdos a raíz de que fue invadido por Irak. A partir de esta invasión se desencadenó la Guerra del Golfo Pérsico que elevó el precio del barril por encima de los 40 dólares.

La Guerra del Golfo permitió a los países occidentales desestabilizar a la OPEP. A partir de la guerra, Occidente logra obtener, como se señala en el capítulo siete, una correlación de fuerzas en la región a favor de EE.UU. Los precios del barril cayeron lentamente, pero en 1999 la organización decidió recortar su producción para elevar las tarifas.

A partir del año 2000 la economía norteamericana entra en una fase recesiva en un contexto de recesión a nivel mundial. Con ello, el reparto del mundo se torna más agresivo. A comienzos del 2001, a raíz de la caída de las Torres Gemelas, suenan los tambores de guerra. La invasión en Afganistán tuvo que detener el avance de los intereses chinos en el transporte de petróleo. La lejanía de los yacimientos de petróleo durante una guerra, sin embargo, se revelaba como un factor estratégico que iba en contra de EE.UU. Ante ello, se impone una estrategia que permitiría garantizar un mayor control sobre el petróleo de sus vecinos más cercanos (México y Canadá), aunque no tanto en Venezuela.

Llegando a esta altura del libro, el lector espera en el capítulo ocho que la invasión angloestadounidense en Irak responda a una nueva estrategia para apoderarse del petróleo. No hemos presenciado, sin embargo, una guerra por el petróleo, afirman los autores. Estamos viviendo un nuevo conflicto entre grandes potencias por el reparto del mundo, incluyendo a China y a las antiguas repúblicas soviéticas. La actitud del gobierno iraquí de firmar convenios con Francia, Rusia, y China para la futura explotación del petróleo una vez que se levantase el embargo que se aplicó a Irak a raíz de la Guerra del Golfo, sin lugar a dudas fortaleció el interés de EE.UU. por eliminar a Saddam Hussein. Saddam o los armamentos de destrucción masiva no han sido argumento de peso. La invasión en Irak tiene un fondo más profundo que el mismo petróleo: lo que está en juego es una guerra entre EE.UU. y Europa, por el momento en cancha ajena.

El euro ha venido a agravar la ya inestable situación financiera del dólar, y cualquier acción que implique un fortalecimiento del euro pone a los intereses financieros estadounidenses en tensión. Este elemento, subrayan los autores, ha sido determinante en el conflicto con Irak. Si la OPEP como grupo decidiera seguir el ejemplo de Irak y empezara a negociar el petróleo en euros y tuviera las reservas internacionales en esa misma moneda, podría producirse una desestabilización financiera, ya que los países consumidores de petróleo tendrían que hacer salir sus dólares de las reservas de sus bancos centrales y reemplazarlos por euros. El valor del dólar caería estrepitosamente y habría una huida de los bancos de los activos en dólares como en 1930. EE.UU. espera poder frenar semejante escenario terrorífico y beneficiarse con la guerra al cobrarla a cuenta de las demás naciones. Los pronósticos en el mediano plazo de los autores sobre los efectos de una guerra son una profundización de la recesión mundial y una crisis generalizada del capitalismo como sistema.

El reparto del mercado mundial entre transnacionales y mediante acuerdos multilaterales ha sido acompañado durante la década del 90 por un pensamiento único y neoliberal, como revela el capítulo nueve. La manipu-lación de la opinión pública por los medios de comunicación concentrados en escasas manos transnacionales no tiene precedente en la historia. Estados completos han perdido la capacidad de generar o incluso controlar la información que reciben sus ciudadanos.

Los medios de comunicación en torno a la Venezuela de Chávez, por ejemplo, han divulgado solo aquella información que respondía a los intereses transnacionales de EE.UU. Los medios forman parte de la guerra sucia. La imposición del pensamiento único sobre la opinión pública, sin embargo, se ha podido romper a partir de Seattle (1999), Génova (2001) y Porto Alegre (2001 al 2003). El monopolio informático se desmorona sobre todo a raíz de la fuerte crisis de legitimidad que se da después de la invasión en Irak.

La creciente crisis de legitimidad genera opiniones opuestas incluso entre las principales potencias y cambia el modo en que se refleja la realidad en los medios de comunicación. Cuando se vislumbra en el libro la utopía de otro mundo más legítimo, los autores cierran con un capítulo sobre necesidad de reivindicar energías alternativas al petróleo que se orientan más hacia los valores de la vida misma como la energía eólica y solar.

 

1Holanda, 1946. Doctor en Ciencias Sociales de la Universidad de Nimega, Holanda. Trabaja en América Central desde 1971. Fue funcionario de Naciones Unidas en el campo de la demografía de 1971 a 1975. Trabajó como consultor del gobierno de los Países Bajos en el área de economía y población entre 1975 y 1979. Fue director del Postgrado de Economía y Planificación del Desarrollo de la Universidad Nacional de Honduras y fundador de la Maestría en Política Económica de la Universidad Nacional en Costa Rica en los años ochenta. Fue consultor del movimiento cooperativo centroame-ricano hasta 1995 y desde entonces es investigador del Departamento Ecuménico de Investigaciones (DEI) en Costa Rica. Desde 1999 trabaja para el Foro Mundial de Alternativas (FMA) donde coordina investigaciones sobre alternativas al neoliberalismo. Ha publicado múltiples libros y artículos en diferentes idiomas de los cuales los más recientes sonLos límites de un capitalismo sin ciudadanía(1998),Del neoliberalismo al poscapitalismo(2000) yEl ocaso del capitalismo y la utopía reencontrada(2003).

Prefacio

François Houtart1

La obra de Carlos Tablada aborda un sujeto de actualidad que se encuentra en relación con lo que algunos califican como “neoliberalismo armado”. En efecto, no resulta para nada asombroso que el papel central que tiene el petróleo en las políticas energéticas explique también el rol que ha desempe-ñado este en las economías nacionales e internacionales. Esta es la razón por la cual podemos comprender que las consecuencias de las dos crisis petroleras se sintieran con mucha profundidad en todo el sistema mundial. Ellas tuvieron efectos directos e indirectos, no solamente sobre el precio del petróleo, sino también sobre las tasas de intereses, la especulación financiera, las inversiones extranjeras y la deuda del Tercer Mundo, entre otros.

Existe también otra razón que sobrepasa el valor de uso del petróleo. En la lógica mercantil, tal recurso debe ser también concebido como factor de acumulación, y este aspecto se convierte en un punto central para su ex-plotación. El valor de cambio se vuelve predominante y, en consecuencia, los demás aspectos, tales como la racionalidad en su uso, la existencia de recursos energéticos alternativos o las consecuencias negativas ecológicas, sociales o políticas, pasan a un segundo plano. De ello resulta que las rivalidades por el control de la producción y de la distribución del petróleo no tengan solamente como causa la satisfacción de las necesidades energéticas, a pesar de lo imperiosas que puedan ser en la actualidad, sino también la plusvalía que permiten generar. Comprendemos entonces que la propia dimensión del sector en la economía mundial actual resulte ser la causa de la eclosión de empresas transnacionales muy poderosas, de controversias a propósito de la soberanía de los Estados acerca de sus riquezas naturales, de competencias feroces entre firmas, de ventas en casos de privatización y de corrupción institucionalizada.

En el campo ecológico las consecuencias son dobles, tanto en el plano de la producción como en el plano del uso. Los efectos negativos de la producción son bien conocidos: destrucción inmediata del medio ambiente, contaminación de ríos y afluentes, daños en la flora y la fauna, ataques a la biodiversidad. Pero no solo la explotación del petróleo es causa de problemas, sino también su transporte a través de los oleoductos. Ellos son altamente destructores del medio ambiente.

Por otra parte, los efectos sobre el clima y la calidad del medio ambiente que tiene la utilización del petróleo son bien conocidos: CO2, efecto in-vernadero, capa de ozono, etc. Ciertamente, otros recursos energéticos son también dañinos, como por ejemplo el carbón. Pero el uso industrial del petróleo y su rol central en los medios de transporte han sido una de las principales fuentes de contaminación en el mundo. Los llamados a la conciencia no han tenido los efectos esperados ante la catástrofe anunciada. Los intereses petroleros han logrado bloquear las decisiones políticas gracias al poder de su lobbying. La negativa de EE.UU. de ratificar el Protocolo de Kyoto es un ejemplo en este sentido. Los propios lobbies retardan la aplicación de sus nuevas tecnologías, sobre todo en lo que respecta al sector del automóvil, y frenan el desarrollo de las energías naturales, a menos que ellas resulten ser también fuentes de acumulación.

Estas situaciones deben ser relacionadas con el modelo de desarrollo “energívoro” que la lógica del capitalismo ha privilegiado. El progreso ha sido identificado con el crecimiento, por lo que se ha convertido en una condición necesaria para la sobrevivencia del sistema económico. El pro-ductivismo, en consecuencia, pasa a ser un valor central, incluido el agrícola, y el cálculo económico es la única norma de organización colectiva en las sociedades. Todo ello ha contribuido, bajo una cubierta de racionalidad y de modernidad, a convertir la explotación de las riquezas naturales en algo que ha eliminado de la cultura el respeto por la naturaleza. Estamos forzados a retomar este principio, porque con el ritmo actual necesitaremos dentro de poco tiempo varios planetas para poder soportar las prácticas depredadoras del modelo económico en vigor, sobre todo en lo que respecta al dominio de la energía.

En el plano humano y social, el desastre no resulta menos impresionante. De entrada, están las condiciones de la explotación petrolera, que cuando no es off shore, extermina las actividades económicas de las poblaciones locales, destruye a grupos sociales y desemboca incluso en masacres. Poblaciones son desplazadas y sus reacciones reprimidas, a menudo en conciliábulos con regímenes políticos autoritarios. Al igual que en el resto de la historia capitalista, la maximalización de la ganancia domina los objetivos, y solo después de fuertes presiones, internas o externas, es que el factor humano resulta considerado. Una vez más, se verifica que el capi-talismo es “salvaje” cuando puede y “civilizado” cuando debe.

Habría que añadir también que el efecto social de la renta petrolera es generalmente muy negativo. O bien ella resulta absorbida principalmente por el exterior o se concentra en las manos de un reducido grupo de personas. De ello se deriva una dualidad en las sociedades, con los conflictos in-ternos que esto suscita, tales como los de Venezuela, o Nigeria, o los países del Golfo, en los cuales una migración asiática (India, Pakistán, Sri Lanka, Filipinas, Palestina) brinda el grueso de la mano de obra subalterna en condiciones sociales lamentables (ausencia de grupos familiares, entre otras). El nacimiento de grupos mafiosos es un hecho, los cuales actúan frecuentemente en contubernio con las grandes empresas transnacionales del petróleo (Fina, Elf, etc.).

Todo esto conduce a que el verdadero desarrollo, creador de bienestar para el conjunto de la población, se vea mutilado. Los mecanismos de la renta petrolera crean el alza de los precios locales y solo favorecen a algunos sectores económicos bien precisos (la construcción, por ejemplo), en tanto que debilitan a los otros. Habría que añadir que numerosos actores políticos locales se aprovechan de los beneficios que reporta el petróleo, construyendo, de esta manera, un poder económico y político interno y acumulando fortunas en los paraísos fiscales del Norte. Las empresas petroleras no vacilan en recurrir a los servicios de las fuerzas de represión de los regímenes en el poder mediante el financiamiento (Shell en Nigeria, Fina en Birmania, Elf en Camerún, etc.), o en suscitar revueltas armadas contra los regímenes que no les resultan favorables (Elf en el Congo-Brazzaville).

Los países occidentales que albergan a las empresas transnacionales del petróleo se encuentran también y a menudo implicados en estas operaciones. Ellos se alían con los poderes autoritarios o dictatoriales en la medida en que estos favorezcan a sus empresas o a sus intereses nacionales. Ejemplo de ello es el caso del Medio Oriente y también de numerosos países africanos. Pero también Occidente nunca ha vacilado en intervenir directa o indirectamente para revertir o desestabilizar a los regímenes políticos desfavorables. Estos han sido los casos de Mohammad Mossadegh, en Irán; de Saddam Hussein, en Irak; de Pascal Loussiba, en el Congo-Brazzaville o de Hugo Chávez, en Venezuela.

Luchar contra los abusos, denunciarlos con precisión y solidarizarse con las víctimas es muy importante. Nunca será suficiente repetir que el rol deslegitimador es esencial frente a una opinión pública que está muy lejos de haber interiorizado todos los elementos de esta problemática. Pero esto no resulta suficiente. Hemos ya señalado algunos de los resultados obtenidos gracias a las acciones concretas. Sin embargo, es necesario seguir trazando de mejor manera el terreno de las alternativas. Estas se sitúan en diferentes dominios. En primer lugar, hay que señalar el desarrollo de las energías renovables. Las inversiones en este dominio están muy por debajo de las necesidades. En una perspectiva de bien común de la humanidad, podríamos consagrar una parte de la renta petrolera a financiar investigaciones y experimentos. Los pobres esfuerzos que se han hecho en esta dirección, sobre todo por parte de las compañías petroleras durante los períodos de crisis, han sido más en el sentido de la operación publicitaria que en el de un verdadero cambio de orientación.

Las nuevas técnicas de utilización de la energía deberían también ser ob-jeto de iniciativas más audaces. A menudo frenadas por loslobbies, en la actualidad son el centro de las ambigüedades de la política de patentes de la Organización Mundial del Comercio (OMC). En efecto, las aplicaciones de estas pueden ser retardadas en los países de bajos ingresos por la falta de medios, en los casos en que no son compradas por las grandes empresas para evitar que sean puestas en práctica. Por el contrario, un real esfuerzo ha sido llevado a cabo en el desarrollo de tecnologías menos onerosas en energía (en el sector del automóvil, por ejemplo) cuando ha explotado el precio del petróleo, lo que prueba que es posible inducir transformaciones.

El respeto de los derechos individuales y sociales debe presidir toda iniciativa económica, y códigos de conducta, elaborados con los actores involucrados (organizaciones de trabajadores, representantes de las poblaciones, Estados locales), verificados por órganos independientes y sancionados por una Corte Penal Internacional contra los crímenes económicos que, permitían crear mejores condiciones sociales para la explotación de los recursos energéticos y del trabajo. Revisar las normas internacionales del derecho de los negocios es también una importante tarea, capaz de abrir nuevas vías.

La transformación del modelo de desarrollo es, evidentemente, el objetivo final. Ello concierne tanto a las opciones sobre la energía como a los modos de consumo. De ahí surge la necesidad de una reflexión fundamental y de una voluntad política común que pueda definir las etapas. Este punto podría estar en la agenda de las instancias políticas nacionales, regionales (Unión Europea, Asia, Mercosur…) e internacionales (Naciones Unidas). La reflexión debería versar acerca de la filosofía del desarrollo, sus objetivos, sus medios y sus etapas. En cada país una comisión nacional podría, en un plazo determinado, elaborar los principios que respondan a la pregunta: En el marco actual y futuro del planeta tierra, ¿qué tipo de desarrollo deseamos tener para el conjunto de los seres humanos?

La universalidad de la iniciativa permitiría que contribuyeran a ello los numerosos movimientos sociales que aspiran a crear nuevas condiciones de existencia y todas las grandes tradiciones de pensamiento, tanto del Oriente como del Occidente. Podría también reunir a tales actores en una perspectiva de grandes regiones del mundo y en el plano internacional. Aunque definiendo la utopía, estas comisiones llegarían a proposiciones de acción. Como la puesta en práctica de nuevas orientaciones requiere una doble exigencia, técnica y política, las etapas de realización podrían ser propuestas por grupos de especialistas y traducidas políticamente por los Parlamentos.

Resulta, en consecuencia, fundamental, analizar este problema en profundidad y la obra de Carlos Tablada constituye una contribución en este sentido. 

 

1 Bélgica, 1925. Licenciado en Filosofía y Teología de Malines. Ordenado sacerdote en Malines, en 1949. Diplomado del Instituto Superior Internacional de Urbanismo aplicado en Bruselas. Postgrado en la Universidad de Chicago y de Indiana. Doctor Honoris Causa de Notre Dame University, Indiana. Director del Centro de Estudios Socio-religiosos y profesor de la Universidad Católica de Louvain (1958-1990). Secretario general de la Conferencia Internacional de Sociología Religiosa (1956-1964). Secretario general de la Federación Internacional de Institutos de Investigaciones Socio-religiosas (FERES), y vicepresidente (1964-1980). Doctor en Sociología por la Universidad de Louvain.

Profesor Emérito de la Universidad Católica de Louvain. Director de la revista internacional de estudios socio-religiosos Social Compass. Experto en el Concilio Vaticano (1962-1965). Director del Centro Tricontinental y de la revista Alternatives Sud, Louvain-la-Neuve. Ha viajado por más de 100 países en los que también ha trabajado. Secretario del Foro Mundial de Alternativas y fundador y directivo del Foro Mundial de Porto Alegre. Ha escrito más de cincuenta libros y decenas de artículos especializados y de prensa.

1. Consideraciones iniciales