Pierde el miedo a engordar - Sara Mansa - E-Book

Pierde el miedo a engordar E-Book

Sara Mansa

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Beschreibung

PORQUE MERECES DISFRUTAR DE LA COMIDA, ACEPTAR TU CUERPO Y VIVIR TU VIDA SIN SUFRIMIENTOS  INNECESARIOS. ¿Cuándo empezamos a juzgar nuestra apariencia física, a rechazarla? Vivimos en conflicto con nuestro cuerpo y la comida. Con este libro podrás entender por qué. El entorno familiar y sociocultural en el que crecemos, las redes sociales que utilizamos y la gordofobia que nos rodea son algunos de los factores que fomentan el rechazo hacia nuestro cuerpo. En estas páginas aprenderás que los alimentos son más que calorías y que no se dividen en buenos o malos, comprenderás por qué tenemos ansiedad con la comida y por qué el control nos lleva al descontrol, y también averiguarás cómo afectan el ciclo menstrual y la menopausia al hambre y a las emociones.  Con la lectura de este libro te darás cuenta de que la salud no equivale a un físico o un peso determinados y verás el impacto de la presión estética que sufrimos, especialmente las mujeres. Pierde el miedo a engordar te permitirá empezar a reconciliarte con tu cuerpo, con la comida y contigo a través del autoconocimiento y la compasión.

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© del texto: Sara Mansa y Claudia Hernández, 2023.

© del prólogo: Glenda Hernández Rosado, 2023.

© de esta edición: RBA Libros y Publicaciones, S. L. U., 2023.

Avda. Diagonal, 189 - 08018 Barcelona.

rbalibros.com

Primera edición: septiembre de 2023.

REF.: OBDO214

ISBN:978-84-1132-475-5

EL TALLER DEL LLIBRE • REALIZACIÓN DE LA VERSIÓN DIGITAL

Queda rigurosamente prohibida sin autorización por escrito

del editor cualquier forma de reproducción, distribución,

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a las sanciones establecidas por la ley. Pueden dirigirse a Cedro

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Todos los derechos reservados.

PRÓLOGO

Aproximadamente una persona muere cada hora como resultado directo de un trastorno de la conducta alimentaria (Coalición de Trastornos de la Alimentación, 2016).

La industria de las dietas genera 32.000 millones de dólares al año (El mito de la belleza, Naomi Wolf). Según numerosos estudios, las personas que siguen una dieta tienen doce veces más probabilidades de sufrir un trastorno de la conducta alimentaria. Una realidad que no se quiere ver y ante la que se prefiere cerrar los ojos.

Son muchas las personas que han pasado y están viviendo ahora mismo el tormento de sufrir un TCA o de tener una mala relación con la comida. Yo fui una de ellas. Cuando cumplí doce años me convertí en mi peor enemiga, el miedo a engordar se apoderó de mí. Se avecinaba un viaje de fin de curso, donde tenía que enseñar mi cuerpo a todos mis compañeros, donde el centro de las conversaciones girarían en torno a los cuerpos (o eso creía yo).

La inseguridad de no saber si me iban a querer así, el deseo irracional de ser delgada para «encajar» en la sociedad, me nubló la cabeza. Solo quería conseguir un objetivo, bajar de peso costara lo que costara. Como era de esperar, desarrollé un trastorno de la conducta alimentaria, ese infierno que solo entenderemos los que hemos pasado por ello.

Me convertí en la mejor matemática del mundo contando las calorías de absolutamente todo, me convertí en la mejor deportista a escondidas del planeta, me convertí en la mejor mentirosa por decir «sí, me lo comí todo» cuando claramente no era cierto. La comida era un infierno, era un enemigo. Mi relación conmigo misma, con el deporte y con la comida fue cayendo en picado sin frenos, como si me hubiera montado en una montaña rusa sin cinturón.

A medida que pasaba el tiempo, me iba destruyendo más, pasé de ser yo misma a ser el trastorno, dejé mi identidad y se la regalé a la enfermedad. Pasé por una época muy complicada y dura, pero, con ayuda y tratamiento, pude salir de ahí.

¿Cómo? Entendiendo que había que dejar atrás el miedo a engordar, olvidando que la comida es el enemigo, aprendiendo un nuevo diálogo interno, dejando atrás las dietas, castigos, restricciones, y mejorando la relación conmigo misma en todos los aspectos.

Diría que una de las cosas que más me ha costado en la recuperación del TCA fue «perder» el miedo a engordar, y en esto me ayudaron mucho la psicología y la nutrición.

Por un lado, la psicoterapia me ayudó a entender el porqué de este miedo, el origen (maldita gordofobia), la presión a la que estamos sometidas todas las personas, especialmente las mujeres, a ser «perfectas», «delgadas», «maravillosas»; por qué necesité controlar una parte de mi vida, la comida, para sentir seguridad (una falsa seguridad) en otras partes de mi vida; perfeccionismo, autoexigencia. Gracias a la psicoterapia pude descubrir todo lo que estaba debajo del concepto «trastorno de la conducta alimentaria», ser compasiva conmigo, entenderme y tener las herramientas para «volar sola».

Por otra parte, estudiar nutrición me dio las herramientas especialmente para aliviar esos síntomas, para darme cuenta de que es imposible engordar cada vez que comes, que hay salud en todas las tallas, que no hay alimentos buenos ni malos, que si estamos conectados con nosotros mismos, nuestro cuerpo querrá lo mejor para nosotros. Entender que tener un cuerpo gordo no es malo, que la comida es más que calorías y que mereces comer, siempre. Da igual nuestro peso, altura, rostro o personalidad.

Ojalá en mi recuperación hubiera tenido la oportunidad de encontrarme con este libro que tienes ahora mismo en tus manos, hecho con tanto amor, cariño y dedicación. Claudia y Sara han podido plasmar las claves para dejar atrás las dietas, las restricciones, los miedos y lo que nos asusta del mundo de las dietas.

Son muchos conceptos, y hay mucho que trabajar a nivel mental, pero, si partes con la ayuda de tener manuales así contigo, siempre resultará mucho más fácil.

Todavía queda mucho por recorrer, y a día de hoy son muy pocas las personas que luchan por una alimentación justa, por la diversidad corporal, por derribar los mitos de la belleza, por combatir la gordofobia frente a todas las personas que viven en la cultura de la dieta; sin embargo, quiero quedarme con lo bueno; menos mal que hemos dejado de estar calladas y dimos el paso de luchar y concienciar sobre lo que sabemos (y no porque lo digamos nosotras, hay evidencia científica detrás) para hacer un mundo un poquito mejor. Un mundo donde no tengamos que pedir perdón por lo que comemos, un mundo donde no nos dé vergüenza lucir nuestro cuerpo con un bañador, un mundo donde no se normalice compensar la comida, un mundo donde no prefiramos estar enfermas pero delgadas, un mundo donde todas y todos nos sintamos cómodos con nosotros mismos.

Espero que disfrutes de esta maravillosa lectura y te permitas brillar, dejar atrás las dietas y la gordofobia, y empezar a ser tu propia luz, cuidar el cuerpo en el que habitas.

Mereces ser feliz.

INTRODUCCIÓN

Este libro es el resultado de la unión profesional de dos amigas que nos conocimos antes de graduarnos como nutricionista y psicóloga. Las siguientes páginas recogen nuestra experiencia como profesionales, pero también como mujeres que hemos nacido en un mundo en el que la cultura de la dieta y la presión estética han tenido un impacto en nuestra salud mental desde la infancia.

Aunque el libro está escrito por las dos, cada una ha tenido una trayectoria vital diferente, y por eso queremos contártelo a continuación en primera persona:

«Recuerdo sentirme incómoda con mi cuerpo desde los cinco años, empezar a hacer dieta por mi cuenta a los doce y pasar por un trastorno de la conducta alimentaria a los veinte. He vivido toda mi vida alternando dietas y deseando pesar menos, hasta que en 2020 inicié mi proceso de terapia psicológica y comprendí que la comida y mi cuerpo nunca tuvieron la culpa. Entendí que todo tenía origen en la sociedad, en la infancia, en el entorno y en mi gran autoexigencia. Por eso, tengo el convencimiento de que, si tienes una mala relación con tu cuerpo y con la comida, este libro puede ser el primer paso para empezar a reconciliarte contigo», cuenta Sara.

«Desde pequeña, siempre he disfrutado mucho comiendo. Mi constitución es delgada y, de forma constante, he escuchado comentarios de este tipo: “¿Dónde lo metes? ¡Qué suerte!”, o “Aprovecha, que luego eso cambia”, como si engordar fuera algo negativo que tuviera que temer y evitar. Pero, al mismo tiempo, también recibía algún comentario (aunque mucho menos frecuente) de otro tipo: “Tienes que comer más, estás delgada”. Desde la infancia, la sociedad me ha ido lanzando mensajes de cómo debería ser mi cuerpo, de que engordar era algo negativo y de que debía tener un cuerpo delgado; aunque siempre con un pero: gorda no, pero muy delgada tampoco. Además, en la cultura de la dieta en la que vivimos, he visto ese desprecio constante hacia las personas con cuerpos no normativos. Por suerte, en mi casa se me ha transmitido una buena relación con la comida y con mi propio cuerpo, y eso ha sido un factor protector ante el impacto que podrían tener esos mensajes. Estas creencias que lanza la sociedad pueden ser muy dañinas. Por eso siento que este libro puede ser un abrazo para ti y puede acompañarte a hacer las paces con la comida, con tu cuerpo y contigo», explicaClaudia.

Con este libro, nos hemos propuesto transmitir los aspectos que pueden influir en la idea que tenemos de los cuerpos gordos y cuán grave puede llegar a ser el estigma sobre esta corporalidad. También explicamos los factores que hacen que, desde la infancia, deseemos tener un cuerpo más normativo, deseable y delgado. Hablamos de la autoexigencia que nos lleva a querer hacer más y mejor, y de la influencia que esto tiene en nuestra salud física y mental. Explicamos la gran diferencia entre una alimentación restrictiva y compensatoria y una alimentación flexible e intuitiva. Hablamos de cultivar la aceptación, la compasión y el autocuidado. Transmitimos la importancia de alimentarnos y movernos desde el amor y no desde el deseo de cambiar nuestros cuerpos. Analizamos el impacto del entorno y de cómo nos afecta la presión estética. Hablamos del ciclo menstrual y de su relación con las emociones y con la alimentación. Visibilizamos la gordobofia en la sociedad en general y, más concretamente, en la consulta médica. Señalamos el impacto del patriarcado en nuestras vidas. Y te hablamos de un proceso de deconstrucción del que ya formas parte por tener este libro en tus manos. La información es poder y es el primer paso para empezar a deshacernos de miedos y juicios. Saber más sobre nuestro entorno nos permite liberarnos de la opresión y empezar a querernos más y mejor.

ADVERTENCIAS QUE HAY QUE TENER EN CUENTA ANTES DE LEER ESTE LIBRO

Las autoras de este libro somos conscientes de que somos personas con cuerpos normativos y no pretendemos apropiarnos del discurso de las personas gordas. Nuestro objetivo es ser aliadas en esta lucha contra la gordofobia y aportar nuestro granito de arena para tener otra mirada hacia los cuerpos y hacia la comida.Este libro no sustituye un proceso psicoterapéutico.El texto pretende ser inclusivo, por eso hemos escrito la mayor parte sin género. No obstante, cuando nos ha parecido que el contexto lo requería, hemos optado por el femenino.A pesar de que en el libro visibilizamos el sufrimiento de las personas gordas, somos conscientes de que las personas con cuerpos delgados y otras corporalidades y condiciones también sufren estigma y discriminación.Las autoras de este libro somos veganas; por eso verás que, en los capítulos en los que hablamos de alimentación, solo hay ejemplos de alimentos de origen vegetal. Si quieres aprender más sobre alimentación personalizada a tu caso, acude a un profesional de la dietética y de la nutrición.

Te damos la bienvenida a este proceso de descubrimiento y deconstrucción.Gracias por ser parte de esto. ¿Empezamos?

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¿POR QUÉ NO TE GUSTAS?

¿CUÁNDO EMPEZASTE A JUZGAR TU CUERPO?

Establecer un momento de inicio en el deterioro de la relación con la comida y con el cuerpo en cada persona es complicado. Hay muchos factores que interaccionan, predisponen y agravan la situación.

Todas las personas nacemos en un entorno, rodeadas de otras personas que tienen creencias respecto a la imagen corporal y a la comida. Creencias que se dan por válidas, que se repiten generación tras generación y se instauran en la sociedad.

Esta sociedad tiene establecidos unos cánones de belleza que determinan si una persona es más o menos atractiva, pero no solo eso: esos cánones de belleza física, que son subjetivos, van ligados a la valía de la persona. Es decir, eres más o menos válida según tu aspecto físico o según si cumples o no con los estándares. Esto se aplica a cualquier característica física, y una de ellas es el peso. Para la sociedad, estar delgada significa ser atractiva, preocuparte por tu salud y estar sana (comer saludable, hacer deporte), tener éxito y ser feliz. En cambio, para la sociedad estar gorda significa todo lo contrario: no ser atractiva, despreocuparte por tu propia salud (no hacer deporte, comer únicamente de forma no saludable y no estar sana), no tener éxito y, por supuesto, no ser feliz.

Mezclar todos estos conceptos es peligroso porque le estamos atribuyendo a una corporalidad (en este caso, un cuerpo grande) conceptos que son totalmente independientes. Ser feliz, tener éxito, ser deseable o poseer belleza (entre muchos otros atributos) debería estar totalmente desvinculado de un canon estético.

La sociedad no solo transmite el mensaje de que una persona gorda no es feliz, sino que no merece serlo, que merece un castigo por tener ese aspecto físico, como si esa persona hubiera hecho algo malo simplemente por existir y tener ese cuerpo.

Estas asunciones no son ciertas, pero están muy extendidas y nos las encontramos en todos los ámbitos. Y, ¿qué ocurre con esto? Muchas personas, instituciones, empresas y personal médico actúan como si esto fuera así y refuerzan más estas creencias, hasta tal punto que las personas gordas lo viven diariamente y llegan a asumirlo como algo normal en sus vidas.

Todo esto genera en las personas con cuerpos no delgados una gran culpa, frustración, impotencia, etc.

De esta manera, desde la infancia, vamos creciendo, desarrollándonos y aprendiendo todos estos mensajes y los vamos interiorizando. Y, aunque tal vez no nos los haya transmitido nadie de forma directa, los vamos percibiendo a través de películas, revistas, programas de televisión, canciones o conversaciones adultas.

Así es como vamos aprendiendo a juzgar nuestro cuerpo por su tamaño; con el miedo de que, si no es como la sociedad espera, tal vez podamos ser rechazadas, menos exitosas, menos deseadas, menos atractivas y, en resumen, con menos privilegios que el resto.

Tu familia y su relación con la comida

Cómo nos desarrollamos y qué aprendemos en la infancia tendrá un gran impacto e influencia en cómo vamos a funcionar en la adultez. Cómo nos relacionamos, nuestras creencias o la forma que tenemos de vivir diferentes situaciones son cosas que van relacionadas con todo aquello que hemos vivido en nuestra niñez. Y, cuando hablamos de relaciones, no hablamos solo de relaciones interpersonales, sino que incluimos también la relación que podemos tener con nuestro cuerpo y con la comida.

En un proceso de psicoterapia, cuando queremos trabajar la relación con el cuerpo y con la comida, es necesario revisar cómo era esta relación en la familia de origen. Es decir, con las personas con las que hemos convivido y crecido.

Por ejemplo, si nuestra familia ha tenido una mala relación con la comida, nos habrá transmitido ciertas creencias y comportamientos que seguramente hayamos integrado e interiorizado y acabemos replicando. No solo porque lo veamos en ella, sino porque nos habrá expresado de forma verbal y no verbal, directa e indirecta, todas estas dinámicas y pensamientos. Puede que hayamos visto a nuestro padre hacer cincuenta dietas y, al terminarlas, comer en forma de atracón. Puede que hayamos visto a nuestra madre vomitar después de comer. Puede que nuestra abuela nos haya dicho desde pequeñas que estábamos gordas y que teníamos que adelgazar. Puede que se nos prohibiera comer dulces. Puede que, en la familia, estén muy interiorizados mensajes que giren alrededor de que estar gorda está mal y que hay que comer poco.

Si desde pequeñas vivimos con esto, para nosotras es algo normal. Al final, lo acabamos aprendiendo y adoptamos ese mensaje que en un principio no era nuestro, pero que hemos terminado por creernos. Lo hacemos nuestro, empezamos a practicarlo e interiorizamos una nueva manera de funcionar que puede empeorar nuestra relación con la comida y con nuestro cuerpo.

Según Brun, Russell-Mayhew y Mudry (2020), la insatisfacción corporal de