Poema de Chile - Gabriela Mistral - E-Book

Poema de Chile E-Book

Gabriela Mistral

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Beschreibung

El Poema de Chile es quizás una de las obras a la que más tiempo le dedicó Gabriela Mistral. En ella, la poeta se reencuentra con ese país que dejó cuando partió de Chile y se aproxima a su esencia, escribiendo sobre la relación entre la naturaleza y las culturas que lo habitan.
Son 131 los poemas que completan el recorrido de norte a sur y la historia de los tres personajes que descubren Chile: un indiecito, un huemul y la fantasma. En un intento por ampliar el espectro de la obra de Mistral, esta edición incluye 54 poemas que no se encontraban en la edición de 1967 y que se rescataron de entre sus manuscritos luego de la muerte de su albacea Doris Dana en 2006.
 

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Índice
EL POEMA ÉPICO DE CHILE por Diego del Pozo
Hallazgo
Encuentro del Ciervo
El Ciervo
Voy
Si esta pureza terrible
Desierto
Canción de cuna del ciervo
En Tierras Blancas de sed
La fuente
El niño indio
El polvo nos sube al rostro
El arcángel del cobalto
Vivía el huemul sobrado de pastales
Cobre
¿En dónde estás?
Noche de metales
Mineros
Aromas
Otra canción de cuna del ciervo
Viento Norte
La Chinchilla
Montañas mías
Cordillera
Valle de Chile
A veces, mama, te digo
Atacama
El Mar
Ruido del mar
Camino hacia Montegrande
Cuando voy al Valle de Elqui
Mi aldea
Sueño de piedra
El Valle
Valle del Elqui
El Valle de Elqui
Yo caí sobre una estrella
Ronda de Montegrande
Canción del buen sueño
Duerme
El cuco
Huerta
Pascua
Tordos
Anochecer
Canción para dormir al huemul
Despertar
Monte Aconcagua
Mar
Concón
Valparaíso
Palmeras y viento
Palmas de Ocoa
Mancha de trébol
El Valle Central
Jardines
Flores
Lavanda
Balada de la menta
Boldo
Alamedas
Álamos
Alcohol
Luz de Chile
La linda tierra de Chile
Salvia
Manzanillas
La ruta
La malva fina
Mariposas
El Tiempo
El maitén
Garzas
Frutas
Frutillar
Perdiz
Castañas
Chillán
Noche Andina
Constelaciones
La tenca
Campesinos
Fuego
¿Por qué llora el indiecito?
Tomé
Concepción
Ya nos vamos allegando
Salto del Laja
Manzana de Cautín
Cazadores
Donde empiezan humedades
Aguas andinas
Ya se ve ya, el Bío-Bío
Bío-Bío
Linar
Manzana
Herramientas
Trigo de Arauco
Manzanos
A dónde es que tú me llevas
Reparto de Tierra
Cormoranes
Misioneros
Araucanos
Araucarias I
Araucarias II
Piedra de la Amistad
Volcán de Villarrica
El Viento
Cisnes en el lago Llanquihue
Valdivia
Yo me duermo enseguidita
Selva Austral
La selva bien nos conoce
Copihues
Helechos
El musgo
Las Raíces
El castor
Que vamos llegando al mar
Chile al pecho
Están haciendo el curanto
Creciste en solo seis meses
Niebla
Patagonia I
Patagonia II
Ciervo perdido
Magallanes
Para no llorar cantemos
Despedida
No tengan miedo si viene la Niebla

EL POEMA ÉPICO DE CHILE

El proceso recorrido por los poemas que conforman esta edición, es un camino muy largo y cargado de anécdotas. La posibilidad de que vean la luz estoy seguro que habría llenado de alegría a Gabriela Mistral, no solo por la elaboración y cariño depositado en esta obra, sino porque siento

que estamos finalmente ante un libro del alcance que a ella le hubiera gustado.

Durante los últimos veinte años de su vida, Gabriela Mistral escribió el Poema de Chile. Para todos los lados donde viajó o se mudó debido a su labor consular (Italia, Brasil, EEUU, etc.) siempre cargó con mucho recelo los manuscritos que contenían su poesía. No tengo la certeza de que ella haya visto en alguna ocasión la totalidad del Poema de Chile, tampoco que haya esbozado las dimensiones que tenía, pero sí sabemos, según ella misma le escribió a Doris Dana, su amiga, secretaria y luego albacea, en una carta de 1952, que ya lo había terminado. La muerte la alcanzó antes de la publicación del que sería quizás su proyecto más largo y más querido.

Escribir un poema extenso, en el tono de una canción de gesta, es un acto revolucionario, así como una carta magna de la historia literaria de nuestro país; nuestra más insigne escritora nos dejaba, inconcluso y pendiente, la que era quizás su obra más

trascendental y significativa, en la cual escribía y mentaba el Chile de sus anhelos.

En 1967, es decir diez años después de la muerte de Gabriela Mistral, Doris Dana, en un ejercicio cargado de buena voluntad, recolectó 71 poemas y los ordenó tan bien como pudo para dar vida a la primera versión publicada del Poema de Chile. Lamentablemente, quizás por lo inacabado de esa

edición, o por el karma de rechazo que rodeó a Gabriela Mistral en su acercamiento a la crítica en Chile -actos como que se le otorgó el Premio Nacional de Literatura 6 años después del Premio

Nobel son decidores- esa edición de 1967 pasó con más penas que glorias ante los ojos especializados, y fue destinada a acumular polvo en los estantes, siendo casi totalmente ignorada incluso por la academia, donde el registro de estudios sobre el Poema de Chile es muy limitado.

En el año 2006 falleció Doris Dana. Tras su muerte se encontraron más de 20 mil páginas escritas por Gabriela Mistral, en muchas de ellas cientos de textos inéditos, los que habían sido guardados silenciosamente. Junto a Luis Vargas Saavedra, a quien tuve la suerte de asistir en el trabajo de revisión, transcripción y posterior publicación de este material,

descubrimos a medida que nos adentrábamos en los inéditos que no solo había poemas sueltos, de ellos una gran cantidad fueron publicados en Almácigo (2009), sino que encontramos también muchos que correspondían al Poema de Chile y que no estaban incluidos en la versión que conocíamos de 1967. Tanto por la temática y los personajes, como por la métrica, empezamos a configurar y rastrear esos poemas olvidados que extendían esta obra hasta la que Gabriela Mistral consideraría como terminada. En base a anotaciones de la propia Gabriela Mistral y al sentido geográfico que siguen los poemas, ya que el Poema de Chile describe un viaje desde el extremo norte del país hasta la Patagonia, en la presente edición el orden de los poemas es distinto al del índice de la versión de 1967. Este trabajo, que tardó varios años desde que se descubrió el legado inédito, fue publicado en el año 2010 gracias a la Ley de Donaciones Culturales y a la Editorial de la Pontificia Universidad Católica de Chile. Sin embargo, al igual que la edición del 67, esta nueva edición quedó fuera de la palestra de la crítica y del acceso público.

El viaje que cuenta el Poema de Chile es fundacional.

Una mujer fantasma acompañada de un indiecito atacameño y un huemul de meses van por los paisajes más característicos y ejemplares de Chile. Sería injusto, sin embargo, decir que este es solo un viaje de admiración hacia nuestra geografía, ya que el niño y el huemul -huérfanos en principio, y luego adoptados por la fantasma- van creciendo, así como sus dudas y cuestionamientos.

Existen varias ediciones de este libro, muchas de ellas merecen un reconocimiento especial por su elaborado diseño y unicidad en la publicación misma. Pero, a diferencia de esta edición, todas las anteriores se encuentran incompletas. La falta de 54 poemas es fundamental para el desarrollo del viaje épico. No puedo asegurar que sean los 131 poemas de esta edición la totalidad del Poema de Chile, sin embargo sí puedo afirmar que estamos frente a un libro bastante completo de principio a fin. El viaje del Poema de Chile es quizás un trayecto aún más largo, por lo que hago la invitación a los colegas mistralianos de seguir descubriendo algunos trazos perdidos que puedan incluirse en el futuro, en pos de la obra y acorde a la mirada de

nuestra Gabriela Mistral.

Este texto y la totalidad de la obra de Gabriela Mistral, es decir ensayos, artículos, cartas, cuentos, poemas, poemas infantiles y canciones de cuna, aun hoy no han sido leídos y estudiados como merecen.Es hora de que miremos su mensaje completo y quizás nos demos cuenta de que hay una propuesta diferente pero posible. Tal vez no es tarde para, como dice un pasaje del Poema de Chile, entender la selva y entreabrirle sus araucarias.

Diego del Pozo

 A Gabriel Tomic y en él a su noble abuelo
Don Carlos Errázuriz, que veló sobre mi

Hallazgo

Bajé por espacio y aires
y más aires, descendiendo,
sin llamado y sin llamada
por la fuerza del deseo,
y a más que yo descendía
era mi caer más recto
y era mi gozo más vivo
y mi adivinar más cierto,
y arribo como la flecha
éste mi segundo cuerpo
en el punto en que comienzan
Patria y Madre que me dieron.
¡Tan feliz que hace, la marcha!
Me ataranta lo que veo
lo que miro o adivino
lo que busco y lo que encuentro;
pero como fui tan otra
y tan mudada regreso,
con temor ensayo rutas,
peñascales y repechos,
el nuevo y largo respiro,
los rumores y los ecos.
O fue loca mi partida
o es loco ahora el regreso;
pero ya los pies tocaron
bajíos, cuestas, senderos,
gracia tímida de hierbas
y unos céspedes tan tiernos
que no quisiera doblarlos
ni rematar este sueño
de ir sin forma caminando
la dulce parcela, el reino
que me tuvo sesenta años
y me habita como un eco.
Voy en delgadez de niebla
pero sin embargo llevo
las facciones de mi cara,
lo quebrantado del peso,

Encuentro del Ciervo

Iba yo, cruza-cruzando
matorrales, peladeros,
viéndome enojos de quiscos
y escuadrones de hormigueros
cuando saltaron tus ojos,
y saltó tu bulto entero
de un entrevero de helechos,
tu cuello y tu cuerpecillo
en la luz, cual pino nuevo.
Naciste en el palmo último
de los Incas, tú, mi ciervo,
donde empezamos nosotros
y donde se acaban ellos;
y ahora tú me guías
o soy yo la que te llevo
¡qué bien entender tú el alma
y yo acordarme del cuerpo!
Son muy tristes, mi chiquito,
las rutas sin compañero:
parecen largo bostezo,
jugarretas de hombre ebrio.
No las tomes, no las sigas
que son también mataderos.
Bien que te escoges y tomas
quebrada bosque y entreveros.
Preguntadas no responden
al extraviado ni al ciego
y parecen la Canidia
que sólo juega a perdernos.
Pero tú les sabes, sí,
malicias y culebreos...
Vamos caminando juntos
así, en hermanos de cuento,
tú echando sombra de niño,
yo apenas sombra de helecho...
(¡Qué bueno es en soledades
que aparezca un Ángel-ciervo!)
Será porque donceleas
en el escudo chileno
que en viéndome me acudiste
y me llevas o te llevo
y el rumbo nos señalamos
con la alzada de tu cuello.
No quieren las gentes ya
fiarse por los senderos
al volar de unas palomas
o al cuello alzado de un ciervo
aunque un cervato los guíe
mejor que andante embustero.
A ver si andando y quemando
legua y leguas aprendemos,
que el ciervo nace baqueano
en rumbos, sendas y riesgos.
Bien mereces que te aúpe
por lo que tuve de reino
y te muestre a los demiurgos
que con barro y luz te hicieron.
Más que los hombres mereces
correr feliz por los cielos
sin que el espinal te atrape
o que te entreguen los senderos,
tú, Ciervo que has matado
y solo rumias el viento...
Vuélvete, pues, huemulillo,
y no te hagas compañero
de esta mujer que de loca
trueca y yerra los senderos,
porque todo lo ha olvidado,
menos un valle y un pueblo.
El valle lo mientan Elqui
y Montegrande mi dueño.
Aunque lo dejé me tumba
en lo que llaman el pecho,
aunque ya no lleve nombre
ni dé sombra caminando,
no me oigan pasar las huertas
ni me adivinen los pueblos.
¿Cómo me habían de ver
los que duermen en sus cerros
el sueño maravilloso
que me han contado mis muertos?

El Ciervo

Primero fue el encuentro
girando y girando como ebrio
en torno a la madre muerta
por los que matan riendo
bautizados animales
que de otra Cierva nacieron.
No pude hacerla vivir,
solo te cargué en mi pecho.
Ay, la bestezuela-duende
que fue en los pasados tiempos
ahijada de matorrales
y duende de los potreros
y que paró en el escudo
su gracia y su devaneo.
Se me entregó como la Gracia,
humo de su resuello,

Voy

Voy a llegar a las canchas
del bórax y el yodo hirviendo,
por caliches que blanquean
como el elefante enfermo,
para oír pechos y picos
conjugados en infierno
y ver subir la gaviota
del salitre como huyendo
del resuello de los caldos
y del belfo del acero,
y dormiré con los míos
bajo del cielo más cierto,
donde el Boyero y el Toro
bajan a lamer los cuerpos
dándoles su caridad
de frescor y de misterio,

Lesen Sie weiter in der vollständigen Ausgabe!

Lesen Sie weiter in der vollständigen Ausgabe!

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