Poesía de la Edad de Oro. I Renacimiento -  - E-Book

Poesía de la Edad de Oro. I Renacimiento E-Book

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La fecha de 1526, año del encuentro de Boscán con el embajador de Venecia, es decisiva en la historia de la poesía española. Y lo es porque Boscán se decidió a escribir a la manera italiana abandonando la vieja poesía castellana. Que Garcilaso quisiera seguir ese camino, aclimatando prodigiosamente el endecasílabo, dio el triunfo definitivo a la nueva escuela.   No obstante, la obra de los grandes poetas del siglo XV, como Juan de Mena o Manrique, siguió conviviendo con la nueva poesía renacentista llevada a la cumbre por poetas de la talla del propio Garcilaso, fray Luis, Aldana, Herrera o san Juan de la Cruz, de los que se recoge en esta estupenda antología una muestra significativa de su obra.   José Manuel Blecua, uno de los grandes estudiosos de la literatura española de todos los tiempos, se detiene en este primer tomo en 1560, década en la que nacieron Góngora, Lope y los Argensola, cuya obra se recoge en el segundo tomo de esta ya clásica Antología. Una edición clásica pero aún vigente de gran parte de la mejor poesía española.

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DON ANTONIO RODRÍGUEZ-MOÑINO

DIRECTOR

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POESÍA DE LAEDAD DE OROIRENACIMIENTO

Edición,introducción y notasdeJOSÉ MANUEL BLECUA

TERCERA EDICIÓN

Madrid

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Diseño de la portada: RQ

Primera edición impresa: 1982

Primera edición en e.book: junio de 2010

© de la edición: Alonso Zamora Vicente, 1982

© de la presente edición: Castalia, 2010

C/ Zurbano, 39

28010 Madrid

“Actividad subvencionada por ENCLAVE”

Quedan rigurosamente prohibidas, sin la autorización escrita de los titulares del Copyright, bajo la sanción establecida en las leyes, la reproducción parcial o total de esta obra por cualquier medio o procedimiento, comprendidos la reprografía y el tratamiento informático, y la distribución de ejemplares de ella mediante alquiler o préstamo público.

ISBN: 978-84-9740-320-7

ISBN [Obra completa]: 978-84-9740-336-8

Copia digital realizada en España

SUMARIO

INTRODUCCIÓN

POESÍA DE LA EDAD DE ORO. TOMO IRENACIMIENTO

INTRODUCCIÓN

LA fecha más decisiva en la historia de la poesía española, la de mayor trascendencia, es sin duda la de 1526, fecha del encuentro de Juan Boscán con Andrea Navagiero, embajador de Venecia, en las tornabodas granadinas del emperador con Isabel de Portugal. Es bien conocida la preciosa referencia de Boscán en su célebre carta a la duquesa de Soma, dándole cuenta de cómo se decidió a escribir a la manera italiana, abandonando la vieja poesía castellana:

Así también en este modo de invención (si así quieren llamalla) nunca pensé que inventaba ni hacía cosa que hubiese que quedar en el mundo, sino que entré en ello descuidadamente, como en cosa que iba tan poco en hacella, que no había para qué dejalla de hacer, habiéndola gana. Cuanto más que vino sobre habla; porque estando un día en Granada con el Navagero (al cual por haber sido varón tan celebrado en nuestros días, he querido aquí nombralle a vuestra señoría), tratando con él en cosas de ingenio y de letras, y especialmente en las variedades de muchas lenguas, me dijo por qué no probaba en lengua castellana sonetos y otras artes de trovas usadas por los buenos autores de Italia; y no sólo me lo dijo así livianamente, más aún, me rogó que lo hiciese. Partíme pocos días después para mi casa, y con la largueza y soledad del camino, discurriendo por diversas cosas, fui a dar muchas veces en lo que el Navagero me había dicho. Y así comencé a tentar este género de verso, en el cual al principio hallé alguna dificultad por ser muy artificioso y tener muchas particularidades diferentes del nuestro. Pero después, pareciéndome, quizá con el amor de las cosas proprias, que esto comenzaba a sucederme bien, fui poco a poco metiéndome con calor en ello. Mas esto no bastara a hacerme pasar muy adelante, si Garcilaso con su juicio, el cual no solamente en mi opinión, mas en la de todo el mundo, ha sido tenido por regla cierta, no me confirmara en esta mi demanda. Y así, alabándome muchas veces este mi propósito, y acabándomele de aprobar con su ejemplo, porque quiso él también llevar este camino, al cabo me hizo ocupar mis ratos ociosos en esto más fundadamente.1

Que Garcilaso quisiera también seguir ese camino dio el triunfo definitivo a la nueva escuela, ya que el divino toledano poseía uno de los oídos musicales más extraordinarios y pudo aclimatar prodigiosamente el endecasílabo, ese verso tan bello y tan bien elogiado por Dámaso Alonso.2 (Aparte de que llegó con la emperatriz Isabel Freyre, la ocasión de las penas amorosas de Garcilaso. Casi todo es azar en esta historia poética.)

Con el endecasílabo se incorpora toda la poesía petrarquista, con sus sutilezas amorosas, su belleza y su gusto por la forma. Sin olvidar que los clásicos, especialmente Horacio, Virgilio y Ovidio, contribuirán a su vez a formar un gusto literario nuevo. Y esta poesía enriqueció prodigiosamente también la nueva sensibilidad renacentista, alimentada además por un claro platonismo, junto con la casuística amorosa del viejo “amor cortés”, que resonará hasta en el Barroco, añadiendo la tesis sobre la Naturaleza como “mayordomo de Dios”3 y la exaltación de lo que parecía más natural y espontáneo, como el refrán, el romanee y la canción popular o tradicional. La mimesis de lo natural se convierte, como es bien sabido, en el postulado estético que llevará a huir de la “afectación”, aquella tacha de que se debían guardar todos al hablar, escribir o simplemente andar. Sin embargo, no debemos olvidar tampoco la presencia de la Biblia en la poesía religiosa, sobre todo a partir de la segunda mitad del siglo XVI, como se notará en la antología.

Pero lo más curioso, como ya he dicho en otras partes,4 es que la vieja poesía siguió conviviendo con la nueva, aunque también es verdad que las más altas cimas de la poesía del Renacimiento —Garcilaso, fray Luis de León, Aldana, Herrera y san Juan de la Cruz— se deberán a las novedades italianistas. Basta, sin embargo, hojear la presente antología para comprobar cómo perviven las soluciones anteriores a 1526, fórmulas que no acabarán precisamente en el Renacimiento, sino todo lo contrario: se incrementarán hasta límites insospechados en el Barroco.

La nueva poesía venció sin ninguna resistencia importante, porque la oposición de Cristóbal de Castillejo no supone nada, ya que además el conocido poema se publica en la edición de las Obras de Castillejo en 1573, cuando ya nadie rechazaba las nuevas tendencias. Sin embargo, Boscán debió de comunicar a los amigos algunos poemas, y las observaciones que le hicieron, junto con su defensa, no dejan de tener su curiosidad. Dice así Boscán en la misma carta a la duquesa de Soma:

Porque la cosa era nueva en nuestra España y los hombres también nuevos, a lo menos muchos dellos, y en tanta novedad era imposible no temer con causa, y aun sin ella. Cuanto más que luego, en poniendo las manos en esto, topé con hombres que me cansaron. […] Los unos se quejaban que en las trovas desta arte los consonantes no andaban tan descubiertos, ni sonaban tanto como en las castellanas. Otros decían que este verso no sabían si era verso o si era prosa. Otros argüían diciendo que esto, principalmente, había de ser para mujeres, y que ellas no curaban de cosas de sustancia, sino del son de las palabras y de la dulzura del consonante. Estos hombres, con estas sus opiniones, me movieron a que me pusiese a entender mejor la cosa, porque entendiéndola, viese más claro sus sinrazones […] Que ¿quién ha de responder a hombres que no se mueven sino al son de los consonantes? Y ¿quién se ha de poner en pláticas con gente que no sabe qué cosa es verso, sino aquel que, calzado y vestido con el consonante, os entra de un golpe por el un oído y os sale por el otro? Pues a los otros que dicen que estas cosas, no siendo sino para mujeres, no han de ser muy fundadas ¿quién ha de gastar tiempo en respondelles? Tengo yo a las mujeres por tan sustanciales (las que aciertan a sello, y aciertan muchas), que en este caso quien se pusiese a defendellas las ofendería. Así que estos hombres, y todos los de su arte, licencia ternán de decir lo que mandaren […] Si a éstos mis obras les parecieren duras, y tuvieren soledad de la multitud de los consonantes, ahí tienen un Cancionero, que acordó de llamarse General, para que todos ellos vivan y descansen con él generalmente.5

Y puesto que Boscán cita burlescamente el famoso Cancionero general de Hernando del Castillo, publicado en Valencia en 1511, conviene que recordemos que en ese Cancionero se reúne la poesía desde Juan de Mena a los poetas de la corte de los Reyes Católicos, esa poesía de arte mayor o en octosílabos llenos de sutileza y alambicamiento, herencia, en su mayor parte, del trovadorismo medieval. Pero ese Cancionero general tuvo el mayor éxito que ha conocido ninguna antología extensa en la historia de la poesía española, puesto que se conocen hasta nueve ediciones de 1511 a 1573, que además van aumentando de contenido.6 Esto supone algo bien elemental: que ese Cancionero anduvo en las manos de todos los poetas, o aspirantes a poetas, y que su influencia fue considerable desde Boscán a Villamediana, pasando por Fernando de Herrera, Cervantes y Lope de Vega, quien en la Introducción a la justa poética en honor de san Isidro considera aquellos poetas “ingenios maravillosos”, añadiendo: “Díganme los que más lo son en qué estudiado y, como ellos dicen, en qué culto soneto o canción tendrá igual este pensamiento de los antiguos:

Ven, muerte, tan escondida,que no te sienta venir,porque el placer de vivirno me torne a dar la vida.”7

Lope fue muy aficionado a glosar estas canciones en sus comedias, así, por ejemplo, en El caballero de Olmedo, El príncipe perfecto, El saber puede dañar y en La inocente sangre aparecen glosados aquellos versos viejos, que Cervantes recordará tan bella y dramáticamente en el prólogo del Persiles:

Puesto ya el pie en el estribo,con las ansias de la muerte,señora, aquesta te escribo,pues partir no puedo vivo,cuanto más volver a verte.

Y un Gracián, que tanto sabía de sutilezas de ingenio, no dejará de elogiar en su Agudeza y arte de ingenio la conceptuosidad de Escrivá, Sánchez de Badajoz, Lope de Sosa y otros ingenios del Cancionero general. Rafael Lapesa ha señalado también la presencia de muchas fórmulas poéticas cancioneriles en la poesía más culta e italianista.8

Pero los grandes poetas del siglo XV, como Juan de Mena y Jorge Manrique, despertaron una admiración profunda. La obra de Juan de Mena conoció casi tantas ediciones como la de Garcilaso9 y tuvo, a su vez, comentaristas tan insignes como Hernán Núñez, el famoso Comendador griego, y Francisco Sánchez de las Brozas, también editor y comentarista de Garcilaso, como es bien sabido. Y todavía fue mayor la admiración por las Coplas de Jorge Manrique, glosadas o imitadas por Francisco de Guzmán, Padilla, Gregorio Silvestre, Alonso de Cervantes y otros ingenios, cuyo eco resonará largamente en la historia de la poesía española.10

Aunque Santillana, en su conocida Carta Proemio, desprecie los romances y canciones populares, lo cierto es que a fines del siglo xv esos romances y canciones han ascendido de la calle a la Corte. En el tan citado Cancionero general pueden leerse las glosas a diversos romances viejos, algunos tan bellos como el de “Fontefrida, fontefrida” o el del prisionero, aquel que comienza “Por el mes era de mayo”. Estos romances viejos, transmitidos por el canto y en pliegos sueltos, fueron imitados por Juan del Encina, Diego de San Pedro y otros poetas, como un Pedro Manuel Ximénez de Urrea. Esta antología de la poesía renacentista se abre precisamente con un romance escrito en 1527 con motivo del saco de Roma por las tropas del emperador y lo publicó Martín Nucio en su Cancionero de romances bastantes años después, lo que prueba su popularidad.

Ese Cancionero de romances de Martín Nucio, publicado por primera vez hacia 1547 y más tarde en 1550, en pleno auge de la poesía italianista, es uno de los pilares de la poesía española de todos los tiempos. A Nucio se le ocurrió la estupenda idea de reunir en un volumen numerosos romances publicados en pliegos sueltos11 y otros recogidos de viva voz, como dice en el breve y extraordinario prólogo;12 y este Cancionero de romances engendrará una serie considerable de imitadores, que llenarán España de romanceros,13 al paso que poetas como Sepúlveda, Alonso de Fuentes o Sánchez Burguillos imitarán los romances viejos, arrancando temas de la Crónica general, como dice Sepúlveda, para llegar más tarde a los romanceros de Lucas Rodríguez o Pedro de Padilla. El propio Cervantes confiesa haber compuesto “romances infinitos”. Pero fueron los poetas nacidos alrededor de 1560, los que comienzan su carrera literaria veinte años más tarde, Góngora, Lope de Vega, Liñán de Riaza, por ejemplo, los que se lanzaron con todo entusiasmo a escribir romances de todo tipo,14 especialmente amorosos, que se cantaron por todas las plazas y callejas de España, llegando incluso a tradicionalizarse, como sucedió con el romance de Lope “Mira, Zaide, que te aviso”, que ha llegado hasta hoy en la tradición oral. Estos nuevos romances son los que se imprimen en pequeños romanceros, que más tarde van a parar al célebre Romancero general de 1600.15

Santillana unía los romances a las canciones de tipo popular, calificando de “ínfimos poetas” a los que los componían; pero la canción, otro producto “natural”, adquirirá también un vigor extraordinario en la corte de los Reyes Católicos, donde se recopila el célebre Cancionero musical de palacio, tan repleto de auténtica poesía, esa poesía que encantaría tanto a F. García Lorca y a Rafael Alberti. Los poetas de esa época se sintieron profundamente atraídos por esos poemillas breves, pero intensos, como un Juan del Encina; los convirtieron a lo divino, como hicieron Álvarez Gato y Montesinos, y los incorporaron al teatro, iniciando esa boga que irá de Gil Vicente a Lope de Vega. La nueva poesía no arrinconó esta veta, ni mucho menos, puesto que los vihuelistas y polifonistas los incluyen en sus libros, desde El Maestro de Luis Milán (1536) a Francisco Salinas con su tratado De Música libri septem (1577), pasando por el Cancionero de Upsala (1556) y la Recopilación de sonetos y villancicos (1559) del famoso Juan Vásquez, cuyo título es ya tan significativo. Unos años antes, Alonso Mudarra publica en Sevilla (1546), y nótese la fecha, sus Tres libros de música en cifra para vihuela, y con este libro podía cantarse algún soneto de Garcilaso, otros de Petrarca y de Sannazaro en italiano, versos de Horacio, Virgilio y Ovidio en latín, el salmo 126, la primera estrofa de las Coplas de Jorge Manrique, tres romances sacros y cuatro villancicos, alguno tan delicioso como éste:

Gentil caballero,dédesme hora un beso,siquiera por el dañoque me habéis hecho.16

A esta boga de la canción en los libros de música hay que añadir que, en numerosos pliegos sueltos, junto a romances, y muchas veces para llenar el pliego al final, pueden encontrarse numerosas cancioncillas o villancicos de tipo popular, y los poetas cultos no se sustraen a su encanto, glosando canciones y villancicos, como observará el lector hojeando simplemente esta antología.

Como sucedió con el romance, esta poesía encantará también a Góngora, Lope y sus seguidores. Sin esa pasión no se explican las letrillas de don Luis, y de tantos, ni menos todavía el cancionero que se puede reunir de las obras dramáticas de Lope, y más de una comedia, como la de El caballero de Olmedo, procederá de una canción. No hay circunstancia vital en la dramática del Fénix que no cuente con una canción, desde bodas, bautizos, trabajos, bienvenidas, etc., etc., con todas las fórmulas conocidas, desde repetición coral de un verso a seguidillas o zéjeles deliciosos; canciones que tanto deleitaron a todos y llegaron a entusiasmar a los poetas de la generación de 1927.

Éstas son las corrientes poéticas representadas, y creo que por primera vez, en esta antología, que está ordenada por la fecha de nacimiento de cada poeta, aunque esto no se ha podido hacer con todo rigor por desconocerse muchas de ellas. Y me detengo en la fecha de 1560 porque a su alrededor nacen los poetas, Góngora, Lope, los Argensolas, que incluiré en el segundo volumen, ya que con ellos se inicia otra nueva poesía, ésa que culminará en Las Soledades, los sonetos de Lope, Quevedo y otros muchos poetas. No ignoro que algún poeta de ese grupo tiene más de renacentista que de barroco, como un Medrano, por ejemplo, pero he preferido sostener el criterio cronológico y no buscar otra solución.

Siempre que un poeta es conocido, me he abstenido de colocar en nota datos biográficos, pero no he hecho lo mismo con poetas que no circulan por los manuales de historia literaria o antologías y anoto lo que he podido averiguar. He acudido preferentemente a impresos, aunque en algunos casos me sirvo de manuscritos. Para la bibliografía sobre muchos poetas, basta consultar el Manual de bibliografía de la literatura española de José Simón Díaz (Madrid, Gredos, 1980).

JOSÉ MANUEL BLECUA

1 Cito por Las obras de Boscán y algvnas de Garcilasso de la Vega, editadas por Caries Amorós (Barcelona, 1543), fols. XX y XXV.

2 Véase el “Elogio del endecasílabo”, en Obras completas, II (Madrid, Gredos, 1972), pp. 539 y ss.

3 Véase el poema número 312, de Cairasco de Figueroa, en esta antología.

4 “Corrientes poéticas del siglo XVI” [1952], en Sobre poesía de la Edad de Oro (Madrid, Gredos, 1970), pp. 11-24; “Imprenta y poesía en la Edad de Oro”, en ibid., pp. 25-43, y “Mudarra y la poesía del Renacimiento”, en Studia Hispánica in honorem R. Lapesa (Madrid, Gredos, 1972), pp. 173-179, recogido en Sobre el rigor poético en España y otros ensayos (Barcelona, Ariel, 1977), pp. 45-46. Para otros problemas interesantes, véase A. Rodríguez-Moñino, Construcción crítica y realidad histórica en la poesía española de los siglos XVI y XVII (Madrid, Castalia, 1965), y Alberto Blecua, “El entorno poético de fray Luis de León”, en Fray Luis de León (Universidad de Salamanca), pp. 77-86.

5 Edición citada, XIX y XIXV.

6 Véase la edición de A. Rodríguez-Moñino (Madrid, 1958) y su Suplemento (Madrid, 1959) con los poemas añadidos en las sucesivas ediciones, que llegan a la cifra de 317.

7 Cito por la edición de la BAE, vol. XXXVIII, p. 145. Lope dice además: “Pues en razón de algunos epigramas, estoy por pensar que, amoroso, no le tiene la lengua latina mejor que éste:

Si vais a ver el ganado,muy lejos estáis de verme,porque en haberos mirado,no supe sino perderme.

Si vais a ver el perdido,tampoco me ved a mí,pues desde que me perdí,por ganado me he tenido.

Y si al perdido y ganadovais a ver, bien podéis verme,pues en haberos miradosupe ganarme y perderme.”

8 En “Poesía de cancionero y poesía italianizante” [1962], en De la Edad Media a nuestros días (Madrid, Gredos, 1967), pp. 145-171, y Francisco Rico, “De Garcilaso y otros petrarquismos”, RLC, LI (1979), pp. 325-338.

9 Para la extraordinaria fama de Juan de Mena, véase María Rosa de Malkiel, Juan de Mena, poeta del prerrenacimiento español (México, El Colegio de México, 1950), pp. 399-522.

10 Pueden ahora manejarse cómodamente las glosas gracias a la diligencia de A. Pérez Gómez, que las ha publicado en su colección “El aire de la almena” (Cieza, 1961-1963) en seis volúmenes.

11 En el siglo XVI, España se inunda de pliegos sueltos con romances viejos, glosas y cancioncillas. (Véase lo que dice Úbeda en su nota a los Enfados, p. 360 de esta antología.) Antonio Rodríguez-Moñino registra 1.179 pliegos sueltos en su monumental Diccionario bibliográfico de pliegos sueltos poéticos (siglo XVI), Madrid, Castalia, 1970. Teniendo en cuenta que la tirada oscilaría entre mil y mil quinientos ejemplares, un cálculo elemental suma a lo largo del siglo XVI más de un millón de pliegos sueltos, lo que no deja de ser sencillamente extraordinario, aunque algunos pliegos repitan poemas de otros, pero otros también añaden nuevas composiciones.

12 Porque el prólogo de Martín Nucio no se ha divulgado suficientemente, me atrevo a copiarlo íntegro: “He querido tomar el trabajo de juntar en este cancionero todos los romances que han venido a mi noticia, pareciéndome que cualquiera persona para su recreación y pasatiempo holgaría de lo tener, porque la diversidad de historias que hay en él dichas en metros y con mucha brevedad será a todos agradable. Puede ser que falten aquí algunos (aunque muy pocos) de los romances viejos, los cuales yo no puse o porque no han venido a mi noticia, o porque no los hallé tan cumplidos y perfectos como quisiera; y no niego que en los que aquí van impresos habrá alguna falta, pero ésta se debe imputar a los ejemplares de adonde los saqué, que estaban muy corruptos, y a la flaqueza de la memoria de algunos que me los dictaron, que no se podían acordar dellos perfectamente. Yo hice toda diligencia porque hubiese las menos faltas que fuese posible, y no me ha sido poco trabajo juntarlos y enmendar y añadir algunos que estaban imperfectos. También quise que tuviesen alguna orden y puse primero los que hablan de las cosas de Francia y de los Doce Pares, después los que cuentan historias castellanas y después los de Troya y últimamente los que tratan de cosas de amores. Pero esto no se pudo hacer tanto a punto (por ser la primera vez) que al fin no quedase alguna mezcla de unos con otros. Querría que todos se contentasen y llevasen en cuenta mi buena voluntad y diligencia. El que así no lo hiciere haya paciencia y perdóneme, que yo no pude más.” (Cito por la edición facsímil con prólogo de R. Menéndez Pidal, Madrid, 1945.)

13 Véase la extraordinaria obra de A. Rodríguez-Moñino, Manual bibliográfico de Cancioneros y Romanceros, I-II (Madrid, Castalia, 1973) y su discurso académico Poesía y Cancioneros (Madrid, Castalia, 1968).

14 Mientras Boscán (fol. XXV) desdeña el octosílabo por no tener un origen conocido, Lope de Vega dice en el Prólogo a sus Rimas (Madrid, 1609): “Algunos quieren que sean [los romances] la cartilla de los poetas; yo no lo siento así, antes bien los hallo capaces, no sólo de exprimir y declarar cualquier concepto con fácil dulzura, pero de proseguir toda grave acción de numeroso poema. Y soy tan de veras español, que por ser en nuestro idioma natural este género, no me puedo persuadir que no sea digno de toda estimación.”

15 Antonio Rodríguez-Moñino editó Las fuentes del Romancero general (Madrid, 1957) en doce volúmenes.

16 Véase mi artículo citado en la nota 4.

POESÍADE LA EDAD DE ORO

RENACIMIENTO

ANÓNIMO

Romance que dizen Triste1estaba el padre Santo*   Triste estaba el padre Santo,lleno de angustia y [de] pena,en Santángel, su castillo,de pechos sobre una almena;su cabeza sin tiara,5de sudor y polvo llena,viendo a la reina del mundoen poder de gente ajena;los tan famosos romanospuestos so yugo y melena,10los cardenales atados,los obispos en cadena,las reliquias de los sanctossembradas por el arena,la vestimenta de Cristo,15el pie de la Madalena,el prepucio y vera cruzhallado por santa Elena,las iglesias envioladas,sin dejar cruz ni patena;20el clamor de las matronaslos siete montes atruena,viendo sus hijos vendidos,sus hijas en mala estrena;cónsules y senadores25de que sacasen su cenapor faltalles un Horaciocomo en tiempo de Porsena.La gran soberbia de Romaagora España la refrena;30por la culpa del pastorel ganado se condena;agora pagan los triunfosde Venecia y Cartagena,pues la nave de sant Pedro35quebrada lleva la entena,el gobernalle quitado,la aguja se desgobierna,gran agua coge la bomba,menester tiene carena,40por la culpa del pilotoque la rige y la gobierna.

[Cancionero de Romances, Amberes, s. a., fol. 215.]

FRANCISCO LÓPEZ DE VILLALOBOS* (1473?-1549)

A LA MUERTE2   Venga ya la dulce muertecon quien libertad se alcanza;quédese a Dios la esperanzadel bien que se da por suerte.   Quédese a Dios la fortuna,5con sus hijos y privados;quédense con sus cuidadosy con su vida importuna.   Y pues al fin se convierteen vanidad la pujanza,10quédese a Dios la esperanzadel bien que viene por suerte.3UN CORTESANO, ESTANDO PENSATIVO,FUE PREGUNTADO POR SU DAMA QUE EN QUÉ PENSABA,Y ÉL LE RESPONDIÓ ESTE MOTE:   Pienso que mi pensamientono piensa que pienso yo.GLOSA   Si por pensar enojarospensase no aborresceros,pensaría en no quereros5por no pensar desamaros;mas pensando en mi tormento,sin pensar por dónde vo,pienso que mi pensamientono piensa que pienso yo.10

[Algunas obras del doctor Francisco de Villalobos (Madrid, 1886), pp. 203 y 281.]

VASCO DÍAZ DE FREXENAL* († h. 1560)

4ROMANCE EN EL CUAL EL AUTOR NARRASU NASCIMIENTO   En Frexenal de la Sierranascí yo desventuradoen malívolo planeta,en signo mal constellado;en la provincia de Extremo,5al pie del Cerro Tiznado,con los Algarves confinaal lusitano collado;cuando Marte con su furiamostró su poder airado,10do Baco con gran trïunfosalió manso y reposado;do las náyades doncellasregocijaron el prado,cuando Ceres y Dïana15fueron fuera de poblado,al tiempo que Juno y Tetisse subieron al colladoy en las aguas admirandasSalmacis entró de grado;20do Vesta llegó desnudacon su escuadrón ordenado;Copia con cuerno vacío,Venus con vulto turbado,cuando Palas con reposo25cubrió su cetro doradoy Minerva, muy lasciva,salió con todo su estado,don Vulcano con su fraguallegó muy aferruzado;30allí Cupido, su hijo,me tocó el siniestro ladocon la saeta dorada,hecha de plomo mezclado.Entonces Marte triunfaba,35Mercurio fue desterrado,Saturno estaba contento,Febo se mostró nublado;do el gran Júpiter sintiendotan malicioso cuidado40mandó que todos los signosmostrasen poder doblado;do el Carnero nutritivodel Vellocino doradose mostró muy animoso,45y el gran Toro muy airado;el León, muy bravo y fiero,bramaba muy denodado;el Cabrón, de barba luenga,daba gritos de espantado;50el Sagitario corríaa gran mal determinado;el Cangrejo rastreabasin punto se estar parado;el Escorpión furïoso55iba muy emponzoñado;los dos hermanos de un vientrese habían aporreado;Erigo, mujer estéril,su rostro mostró turbado;60la Libra, desordenada,con el peso ha barajado;Acuario, triste, nubloso,salió de curso en el prado;el Pece saltaba encima65con modo mal reposado;los dragones regañaban,los canes se han maltratado,las osas se barajaban,las cabras pasando el vado;70las hadas, con caras tristes,a mí se hobieron llegado,do la vihuela sonabacon modo desacordado;el cisne, triste, cantaba75casi fuera de su grado,cuando de estribor volabapara el campo, fulminado;el cantar que allí decíaes el que aquí va notado:80CANCIÓN   ¡Ay del que nasce en tal punto,si nascido,no pierde luego el sentido!COPLA   El triste que ora nasciere,si lo conserva el vivir,85su triste suerte le quierepara más mal que morir.No lo podrá resistir,si no ha perdidopara sentirlo el sentido.90

[De Los veinte triumphos, 1530?, fols. VIIv y VIII.]

ANTONIO DE SORIA*

5   Vuestra es la culpa de mi atrevimiento,que no puede errar quien nada no puede,y pues vuestra fuerza mis fuerzas excede,vos sois quien obra, ya so el justamiento.   Así como el órgano mueve su acento5según que le fuerza aquel que le hiere,ansí mis sentidos van donde quierequien fuerza la fuerza y fuerza el tormento.   Mi poder todo en vos sola se encierra,yo, triste, ¿qué puedo sino padecer?10Mi pensamiento por alto se yerra,   es que sobrellieva su mucho querer.Pues, ojos divinos, por Dios, no más guerracon quien de su grado se deja vencer.

[El cancionero de Gallardo, edición de José María de Azáceta (Madrid, 1962), p. 191.]

JUAN BOSCÁN (1474-1542)

6VILLANCICO   Si no os hubiera mirado,no penara,pero tampoco os mirara.   Veros harto mal ha sido,mas no veros peor fuera;5no quedara tan perdido,pero mucho más perdiera.¿Qué viera aquel que no os viera?¿Cuál quedara,señora, si no os mirara?107A LA TRISTEZA   Tristeza, pues yo soy tuyo,tú no dejes de ser mía;mira bien que me destruyo,sólo en ver que el alegría,presume de hacerme suyo.5¡Oh tristeza!,que apartarme de contigoes la más alta cruezaque puedes usar comigo.   No huyas ni seas tal10que me apartes de tu pena;soy tu tierra natural,no me dejes por la ajenado quizá te querrán mal.Pero di,15ya que esto en tu compañía:¿Cómo gozaré de ti,que no goce de alegría?   Que el placer de verte en míno hay remedio para echallo.20¿Quién jamás estuvo así?Que de ver que en ti me hallome hallo que estoy sin ti.¡Oh ventura!¡Oh amor, que tú heciste25que el placer de mi tristurame quitase de ser triste!   Pues me das por mi dolorel placer que en ti no tienes,porque te sienta mayor,30no vengas, que si no vienes,entonces vernás mejor.Pues me places,vete ya, que en tu ausenciasentiré yo lo que haces35mucho más que en tu presencia.8   Antigua llaga que en mis huesos cría,no deja resollar el buen deseo.Yo por caminos ásperos rodeo,por llegar a sosiego el alma mía.   Hurto algún gusto, mas mi fantasía5me le embaraza cuando le poseo;medrar no puede aquello que grangeo,que en tierra se sembró cruda y sombría.   El bien que el seso ofrece al sentimientohace que Amor me ponga diligencia10para cerrar mis ojos al tormento.   Porque bien sé que un blando pensamientoda causa de tener menos paciencia,y a veces es peligro estar contento.9   El tiempo en toda cosa puede tanto,que aun la fama por él inmortal muere;no hay fuerza tal que el tiempo, si la hiere,no le ponga señal de algún quebranto.   No es perpetuo el placer, ni lo es el llanto.5Si esto es así, ¿por qué mi dolor quiereque mientra más en mí se envejeciere,esté más firme en un tenor su canto?   Quien consolar quisiese algún amigo,después de habelle dicho otras razones,10que esperase en el tiempo le diría.   Perdióse este consuelo ya conmigo;porque antes con el tiempo mis pasionesse van acrecentando cada día.10   Dulce soñar y dulce congojarme,cuando estaba soñando que soñaba;dulce gozar con lo que me engañaba,si un poco más durara el engañarme.   Dulce no estar en mí, que figurarme5podía cuanto bien yo deseaba;dulce placer, aunque me importunaba,que alguna vez llegaba a despertarme.   ¡Oh sueño, cuánto más leve y sabrosome fueras si vinieras tan pesado,10que asentaras en mí con más reposo.   Durmiendo, en fin, fui bienaventurado;y es justo en la mentira ser dichosoquien siempre en la verdad fue desdichado.11   Garcilaso, que al bien siempre aspiraste,y siempre con tal fuerza le seguiste,que a pocos pasos que tras él corriste,en todo enteramente le alcanzaste;   dime: ¿por qué tras ti no me llevaste,5cuando desta mortal tierra partiste?¿Por qué al subir a lo alto que subiste,acá en esta bajeza me dejaste?   Bien pienso yo que si poder tuvierasde mudar algo lo que está ordenado,10en tal caso de mí no te olvidaras.   Que, o quisieras honrarme con tu lado,o, a lo menos, de mí te despidieras,o si esto no, después por mí tornaras.12RESPUESTA DE BOSCÁN A DON DIEGO DE MENDOZA[FRAGMENTOS]   Holgué, señor, con vuestra carta tanto,que levanté mi pensamiento luego,para tornar a mi olvidado canto.   Y así, aunque estaba ascuras como ciego,sin saber atinar por dónde iría,5cobré tino en la luz de vuestro fuego.   La noche se me hizo claro día,y al recordar mi soñoliento estilo,vuestra musa valió luego a la mía.   Vuestra mano añudó mi roto hilo,10y a mi alma regó vuestra corrientecon más fertilidad que riega el Nilo […]   Díjome no sé quién una vez que eraplacer hablar de Dios y obrar del mundo:esta es la ley de nuestra ruin manera.15   Pero, señor, si a la virtud que fundollegar bien no podemos, a lo menosexcusemos del mal lo más profundo.   En tierra do los vicios van tan llenos,aquellos hombres que no son peores,20aquellos pasarán luego por buenos.   Yo no ando ya siguiendo a los mejores;bástame alguna vez dar fruto alguno;en lo demás, conténtome de flores.   No quiero en la virtud ser importuno,25ni pretiendo rigor en mis costumbres;con el glotón no pienso estar ayuno.   La tierra está con llanos y con cumbres;lo tolerable al tiempo acomodemos,y a su sazón hagámonos dos lumbres.30   No curemos de andar tras los extremos,pues dellos huye la filosofíade los buenos autores que leemos […]   Y así yo por seguir aquesta vía,heme casado con una muger,35que es principio y fin del alma mía.   Ésta me ha dado luego un nuevo ser,con tal felicidad que me sostienellena la voluntad y el entender.   Ésta me hace ver que ella conviene40a mí, y las otras no me convenían;y ésta tengo yo, y ella me tiene.   En mí las otras iban y venían,y a poder de mudanzas a montones,de mi puro dolor se mantenían.45   Eran ya para mí sus gualardonescomo tesoros por encantamientos,que luego se volvían en carbones.   Agora son los bienes que en mí siento,firmes, macizos, con verdad fundados,50y sabrosos en todo el sentimiento.   Solían mis placeres dar cuidados,y al tiempo que venían a gustarse,ya llegaban a mí casi dañados.   Agora el bien es bien para gozarse,55y el placer es lo que es, que siempre place,y el mal ya con el bien no ha de juntarse.   Al satisfecho todo satisface;y así también a mí, por lo que he hecho,cuanto quiero y deseo se me hace.60   El campo que era de batalla, el lecho,ya es lecho para mí de paz durable:dos almas hay conformes en un pecho.   La mesa, en otro tiempo abominable,y el triste pan que en ella yo comía,65y el vino que bebía lamentable;   infestándome siempre alguna harpía,que en mitad del deleite mi viandacon amargos potajes envolvía.   Agora el casto amor acude, y manda70que todo se me haga muy sabroso,andando siempre todo como anda.   De manera, señor, que aquel reposoque nunca alcancé yo, por mi ventura,con mi filosofar triste y pensoso,75   una sola muger me le asegura,y en perfeta sazón me da en las manosVitoria general de mi tristura.   Y aquellos pensamientos mios tan vanos,ella los va borrando con el dedo,80y escribe en lugar dellos otros sanos.   Así que yo ni quiero ya, ni puedo,tratar sino de vida descansada,sin colgar de esperanza ni de miedo.   Ya estoy pensando, estando en mi posada,85cómo podré con mi muger holgarme,teniéndola en la cama o levantada.   Pienso también en cómo he de vengarmede la pasada vida con la de ora,en cómo he de saber della burlarme.90   Otras veces también pienso algún horalas cosas de mi hacienda sin codicia,aunque ésta comúnmente es la señora.   Bien puede el labrador sin avariciamultiplicar cada año sus graneros,95guardando la igualdad de la justicia.   No curo yo de hacer cavar minerosde venas de metal ni otras riquezas,para alcanzar gran suma de dineros.   Sólo quiero escusar tristes pobrezas,100por no sufrir soberbias de hombres vanos,ni de ricos estrechos estrechezas.   Quiero tener dineros en mis manos,tener para tener contenta vidacon los hidalgos y con los villanos.105   Quien quiera se desmande y se desmida,buscando el oro puro y reluciente,y la concha del mar Indo venida.   Quien quiera esté cuidoso y diligente,haciendo grangear grandes yugadas110de tierra do aproveche la semiente.   Si con esto se envuelven las lanzadas,las muertes entre hermanos y parientes,y de reyes las guerras guerreadas,   huyan de mí los tales acidentes;115huyan de mí riquezas poderosas,si son causa de mil males presentes.   Déjenme estar contento entre mis cosas,comiendo en compañía mansamentecomidas que no sean sospechosas.120   Comigo y mi muger sabrosamenteesté, y alguna vez me pida celos,con tal que me los pida blandamente.   Comamos y bebamos sin recelos,la mesa de muchachos rodeada;125muchachos que nos hagan ser agüelos.   Pasaremos así nuestra jornada,agora en la ciudad, ora en la aldea,porque la vida esté más descansada.   Quando pesada la ciudad nos sea,130iremos al lugar con la compaña,adonde el importuno no nos vea.   Allí se vivirá con menos maña,y no habrá el hombre tanto de guardarsedel malo o del grosero que os engaña.135   Allí podrá mejor filosofarsecon los bueyes y cabras y ovejas,que con los que del vulgo han de tratarse.   Allí no serán malas las consejasque contarán los simples labradores,140viniendo de arrastrar las duras rejas.   ¿Será, pues, malo allí tratar de amores,viendo que Apolo con su gentilezaanduvo namorado entre pastores?   ¿Y Venus no se vio en grande estrecheza145por Adonis, vagando entre los prados,según la antigüedad así lo reza?   ¿Y Baco no sintió fuertes cuidadospor la cuitada que quedó dormiendoen mitad de los montes despoblados?150   Los ninfas por las aguas pareciendo,y entre las arboledas las drïadas,se veen con los faunos rebulliendo.   Nosotros siguiremos sus pisadas.Digo, yo y mi muger nos andaremos155tratando allí las cosas namoradas.   A do corra algún río nos iremos,y a la sombra de alguna verde haya,a do estemos mejor, nos sentaremos.   Tenderme ha allí la halda de su saya,160y en regalos de amor habrá porfía,cuál de entrambos hará más alta raya.   El río correrá por do es su vía,nosotros correremos por la nuestra,sin pensar en la noche ni en el día.165   El ruiseñor nos cantará a la diestra,y verná sin el cuervo la paloma,haciendo en su venida alegre muestra.   No tememos envidia al que está en Roma,ni a los tesoros de los asíanos,170ni a cuanto por acá del India asoma.   Tememos nuestros libros en las manos,y no se cansarán de andar contandolos hechos celestiales y mundanos.   Virgilio a Eneas estará cantando,175y Homero el corazón de Aquiles fieroy el navegar de Ulises rodeando;   Propercio verná allí por compañero,el cual dirá con dulces armoníasdel arte que a su Cintia amó primero;180   Catulo acudirá por otras vías,y llorando de Lesbia los amores,sus trampas llorará y chocarrerías.   Esto me advertirá de mis dolores;pero volviendo a mi placer presente,185terné mis escarmientos por mejores.   Ganancia sacaré del acídenteque [en] otro tiempo mi sentir turbaba,trayéndome perdido entre la gente.   ¿Qué haré, de acordarme cuál estaba,190viéndome cuál estoy? Que estoy segurode nunca más pasar lo que pasaba.   En mi fuerte estaré dentro en mi muro,sin locura de amor, ni fantasíaque me pueda vencer con su conjuro.195   Como digo, estaré en mi compañía,en todo me hará el camino llano,su alegría mezclando con la mía.   Su mano me dará dentro en mi mano,y acudirán deleites y blanduras200de un sano corazón en otro sano.   Los ojos holgarán con las verdurasde los montes y prados que veremos,y con las sombras de las espesuras.   El correr de las aguas oiremos,205y su blando venir por las montañas,que a su paso vernán donde estaremos.   El aire moverá las verdes cañas,y volverán entonces los ganados,balando por llegar a sus cabanas.210   En esto ya que el sol por los colladossus largas sombras andará encumbrando,enviando reposo a los cansados,   nosotros nos iremos paseandohacia el lugar do está nuestra morada,215en cosas que veremos platicando.   La campaña saldrá regocijadaa tomarnos entonces con gran fiesta,diciendo a mi muger si está cansada.   Veremos al entrar la mesa puesta,220y todo con concierto aparejado,como es uso de casa bien compuesta.   Después que un poco habremos reposado,sin ver bullir, ni andar yendo y viniendo,y a cenar nos habremos asentado,225   nuestros mozos vernán allí trayendoviandas naturales y gustosas,que nuestro gusto estén todo moviendo.   Frutas pornán maduras y sabrosas,por nosotros las más dellas cogidas,230envueltas en mil flores olorosas.   Las natas por los platos extendidasacudirán, y el blanco requesón,y otras cosas que dan cabras paridas.   Después de esto verná el tierno lechón,235y del gordo conejo el gazapito,y aquellos pollos que de pasto son.   Verná también allí el nuevo cabritoque a su madre jamás habrá seguidopor el campo, de tierno y de chiquito.240   Después que todo esto haya venido,y que nosotros descansadamenteen nuestra cena hayamos bien comido,   pasaremos la noche dulcemente,hasta venir al tiempo que la gana245del dormir toma al hombre comúnmente.   Lo que deste tiempo a la mañanapasare, pase agora sin contarse,pues no cura mi pluma de ser vana.   Basta saber que dos que tanto amarse250pudieron, no podrán hallar momentoen que puedan dejar siempre de holgarse.   Pero, tornando a proseguir el cuento,nuestro vivir será de vida entera,viviendo en el aldea como cuento.255   Tras esto, ya que el corazón se quieradesenfadar con variar la vida,tomando nuevo gusto en su manera,   a la ciudad será nuestra partida,adonde todo nos será placiente260con el nuevo placer de la venida.   Holgaremos entonce con la gente,y, con la novedad de haber llegado,trataremos con todos blandamente.   Y el cumplimiento, que es siempre pesado,265a lo menos aquel que de ser vanono es menos enojoso que escusado,   alaballe estará muy en la mano,y decir que por sólo el cumplimientose conserva en el mundo el trato humano.270   Nuestro vivir así estará contento,y alcanzaremos mil ratos gozososen recompensa de un desabrimiento.   Y aunque a veces no falten enojosos,todavía entre nuestros conocidos275los dulces serán más, y los sabrosos.   Pues ya con los amigos más queridos,¿qué será el alborozo y el placer,y el bollicio de ser recién venidos?   ¿Qué será el nunca hartarnos de nos ver,280y el buscarnos cada hora y cada punto,y el pesar del buscarse sin se ver?   Mosén Durall allí estará muy junto,haciendo con su trato y su noblezasobre nuestro placer el contrapunto.285   Y con su buen burlar y su llaneza,no sufrirá un momento tan rüínque en nuestro gran placer mezcle tristeza.   No faltará Jerónimo Agustín,con su saber sabroso y agradable,290no menos que en romance en el latín;   el cual con gravedad mansa y tratable,contando cosas bien por él notadas,nuestro buen conversar hará durable.   Las burlas andarán por él mezcladas295con las veras así con tal razón,que unas de otras serán bien ayudadas.   En esto acudirá el buen Monlleón,con quien todos holgar mucho solemos,y nosotros y cuantos con él son.300   El nos dirá y nosotros gustaremos;él reirá, y hará que nos riamos;y en esto enfadarse ha de cuanto haremos.   Otras cosas habrá que las callamos,porque tan buenas son para hacerse,305que pierden el valor si las hablamos.   Pero tiempo es, en fin, de recogerse,porque haya más para otro mensagero;que, si mi cuenta no ha de deshacerse,no será, yo os prometo, éste el postrero.31013HERO Y LEANDRO[FRAGMENTO][…] Entonces las tinieblas se extendieronpor la haz de la tierra poco a poco;y el templo do los dos amantes erantomó la escuridad que conveníaal caso que tratamos, y aun a todoslos casos que enredar suele Cupido.5Leandro desque vio oportuno el tiempo,a Hero se llegó, con tanto miedo,que apenas pudo Amor obrar su fuerza;probó a callar y estarse padeciendo10su miseria entre sí; pero no estabatan despacio, que estar callando osase;y así empezó de hablar su voz temblando,sus rodillas también, que no podíanla carga sostener del triste cuerpo,15dijo mal su razón y por mal cabo;mas éste su decir tuvo más fuerza,y pudo más de sólo poder poco,que si fuera el mejor y el más ornado,el más ardiente y copioso estilo,20que fue el de cuantos fueron celebradosen Roma y en Atenas en el tiempoque la dulce elocuencia competíacon el furor de las lucientes armas.Su embarazo fue tal y su turbarse,25que con sólo mostrar muestras de miedo,mostró con puro amor puro deseo;y mostró más, estar determinadoa la muerte que Amor quisiese dalle.Ella que esto entendió tan a la letra,30que ni fue menester querer creelloni atenerse a testigos ni a argumentos,ni discurrir razones necesariaspara alcanzar una verdad tan grande.Como en un punto vio el alma tendida35de su amador y vio todas sus llagas,así también vencida fue en un punto,y en un punto fue hecho lo que el tiempojamás pudiera hacer por más que puedavolver y revolver la mortal gente.40En Leandro volvió a encenderse el fuegocon el calor que en Hero vio movido;y así se fue esforzando entre sí mismo,y su pasión templando por un rato;sus ojos revolvió por todo el templo,45y viendo bien que nadie no le vía,aseguróse lo mejor que pudo;y con acatamiento conveniblecomenzó a hablar con corazón más firme,no diciendo regalos ni dulzuras,50no requiebros según la vulgar gentelos llama, no razones bien compuestas,no palabras pensadas en la noche,no mentiras en forma de verdades,ni verdades en forma de mentiras;55no decía sino puras llanezashabladas llanamente y con descanso:que siempre la verdad es descansada.Ella estaba escuchando todo aquestocon un callar atento a las palabras60que oía, con volverse algunas vecesagora colorada, ora amarilla,de amarillez que apenas se mostraba;señalaba otra vez algún empacho,con varios y confusos movimientos65componía sin tiempo sus cabellos;la mano alzaba a concertar su toca,no hallaba lugar para su manto,acá y allá le andaba revolviendo,sin saber cómo estar, cómo ni dónde.70Mesuraba tras esto su semblante,no por hacerse grave o desdeñosa,mas por quitar de sí el desasosiegoque el temor y el empacho le traían.Entre estos acidentes en fin hubo75de dejarse ir y de entregarse un pocoal blando amor, al dulce sentimiento,que a formarse en su alma comenzaba.Dieron desto señal luego los ojos,y en Leandro empezaron a meterse80con una tal blandura y caimiento,que el triste amante se sintió cortadosde seso y libertad todos los nervios.Y así sin más, sin ver lo que hacía,perdido el miedo que el amor le daba,85perdido el conocer del desacato,perdido el contemplar del valer della,perdido el contentarse con miralla,perdida la memoria de sí mismo,perdida, en fin, la fuerza de su alma,90atrevióse a tomar la mano de Hero,de Hero la mano se atrevió a tomalla;mas esto fue con un ardor tamaño,de una congoja tal, tan entrañable,con un gemir tan bajo y tan profundo,95de su necesidad tan gran testigo,que desculpó la culpa del pecado;y el merecer tan junto al pecar vinoque no sé cuál fue más, ni cuál primero […]

[Textos según la edición de Barcelona por Caries Amorós, 1543.]

JUAN FERNÁNDEZ DE HEREDIA (1480-1485-1549)

14VILLANCICO   No lloréis, mis ojos tristes,si podéis;tristes ojos, no lloréis.   Y aunque mi desdicha ordenadolor que tanto sintáis,5que no digan que lloráispara descansar mi pena.Y que no haya cosa buenacon que mi mal descanséis,si podéis;10tristes ojos, no lloréis.15COPLAS DEL MESMO A ESTOS VILLANCICOS   Sospiraba una señoraque yo vi:¡ojalá fuese por mí!   Comigo estoy contemplandoque quien como miro mira5la gracia con que sospiraha de quedar sospirando.Como yo, que estoy llorandoporque sisospiró, no fue por mí.1016A OTRO   Que las manos tengo blandasdel broslar:no nascí para segar.   ¡Oh manos mías tan bellasno para segar nascidas,5si ya no fuesen las vidasde cuantos osaren vellas!Sí, para cegar son ellasen mirar,pero no para segar.1017A OTRO   Enemiga le soy, madre,aquel caballero yo:mal enemiga le so.   En quererme es él de sítan enemigo cruel,5como yo enemiga de élpor ser amiga de mí.Nunca en cosa pidió síque no le dijese no:tan enemiga le so.1018CANCIÓN   Pues que para contemplarostales ojos me dio Dios,fueran muchos, porque dosson pocos para miraros.   Tienen tanto que hacer5en cualquiera cosa vuestra,que de firmes en la muestra,las otras dejan de ver.Diérame, pues quiso darostanto que mirar en vos,10muchos ojos, pues que dosson pocos para miraros.

[Obras, edic. de R. Ferreres en Clás. casts., vol. 139, pp. 111, 118, 122 y 124.]

LUIS MILÁN* († ¿1564?)

19   Aguas de la mar,miedo heque en vosotras moriré.   Ondas turbias saladas,al mejor de mi dormir,5ensueño que me ha de venirpor vosotras malas hadas.Mil veces os he ensoñadas;miedo heque en vosotras moriré.1020   ¡Oh qué fresco y claro día,si no turban tristes hadosla alegría.   Rosas de esta pradería,cogidas y por coger,5bien nos va con el placer,pues nos hace compañía;buena va la montería,si no turban tristes hadosla alegría.1021SONETO   Sintiendo voy de amor gran agonía,la cara traigo de color de tierra;ya viene por llevarme quien entierra:que ya murió del todo mi alegría.   Matóla vuestra grande guerrería;5que siempre me habéis hecho cruel guerra,venciéndome en el llano y en la sierra,que son mi corazón y fantasía.   Vos me habéis hecho el corazón muy llano,que guerra del amor lo allana todo,10y allanará la ciencia más subida.   Ganástesme el castillo y castellano,mi entendimiento con mi leal modo:que muy alto subir da gran caída.

[El Cortesano (Valencia, 1561), pero los copio de la edic. de Madrid, 1874, pp. 220, 224 y 323.]

FRANCISCO SA DE MIRANDA (1481-1558)

22A ESTE VILANCETE VELHO   Pusiera los mis amoresen un tan alto lugarque no los puedo olvidar.   Al mi mal tan mal creído,sin fin, comienzo, ni medio,5el remedio era el olvido,yo olvídeme el remedio.Por vos no duelen dolores,por vos no pesa el pesar;¿cómo os podré olvidar?10   Por vos, el contentamiento(¿quién nunca tal cosa oyó?),entre la muerte y tormento,lugar para sí falló;y en medio de mis dolores,15que andan para me matar,a placer se puede estar.23A ESTE VILANCETE VELHO   Sola me dejastesen aquel yermo,villano, malo gallego.   A dó te fuistevoy, y no sé adonde;5el valle responde,tú no respondiste;moza sola y triste,que llorando ciego,pasástelo en juego.10   Por yermos ajenoslloro y grito en vano,gallego y villano,¿qué esperaba menos?Ojos d'agua llenos,15el pecho de fuego¿cuándo habrán sosiego?24A UM CANTAR ALHEIO   ¿Quién viese aquel díacuándo, cuándo, cuándosaliese mi vidaya de tanto bando?   ¡Los mis tristes ojos,5tan tristes, tan tristes,vistes mis enojosun placer no vistes!   Vistes añadidaa mi pena, pena,10y en tan luenga vidanunca una hora buena.   ¡Si a la suerte míapluguiese, pluguiese,que viese ora el día15con que más no viese!25¿Quién dará a los mis ojos una fuentede lágrimas que manen noche y día?Respirará siquiera esta alma mía,llorando ora el pasado, ora el presente.   ¿Quién me dará, apartado de la gente,5sospiros, qu'en la mi luenga agoníame valgan, qu'el afán tanto encubría?¡Siguióseme después tanto accidente!   ¿Quién me dará palabras con que igualea tanto agravio cuanto Amor me ha hecho,10pues que tan poco el sufrimiento vale?   ¿Quién m'abrirá por medio este mi pecho,do yace tanto mal, donde no sale,a tanta cuita mía y mi despecho?

[De las Obras completas, edic. de M. Rodrígues Lapa, vol. I (Lisboa, 1942), pp. 33, 38, 55 y 307.]

CRISTÓBAL DE CASTILLEJO (1492-1550)

26VILLANCICO   Aquí no haysino ver y desear;aquí no veosino morir con deseo.   Madre, un caballero5que estaba en este corroa cada vueltahacíame del ojo.Yo, como era bonica,teníaselo en poco.10   Madre, un escuderoque estaba en esta bailaa cada vueltaasíame de la manga.Yo, como soy bonica,15teníaselo en nada.27GLOSA DEL ROMANCE “TIEMPO NUEVO”*   ¡Oh vida dulce y sabrosa,si no fuese ya pasada;sazón bienaventurada,temporada venturosa!¡Oh descanso en que me vi!5¡Oh bien de mil bienes lleno!Tiempo bueno, tiempo bueno,¿quién te me apartó de mí?   Ya que llevabas mi gloriacuando de mí te apartaste,10dime por qué no llevastejuntamente su memoria.¿Por qué dejaste en mi senorastro del bien que perdí,que en acordarme de ti15todo placer me es ajeno?   Siendo, pues, la llaga tal,nadie culpe mi dolor.¿Cuál es el bruto pastorque no le duela su mal?20¿Quién es así negligenteque descuida en su cuidado?¿Quién no llora lo pasadoviendo cuál va lo presente?   Si la vida se acabara25do se acabó la ventura,aun la mesma sepulturade dulce carne gozara;mas quedando lastimado,viviendo vida doliente,30¿quién es aquel que no sientelo que ventura ha quitado?   Que, aunque así, sin alegría,me veis rico de pesarabajado a desear35lo que desechar solía;aunque me veis sin estima,en un rincón olvidado,yo me vi ser bien amado,mi deseo en alta cima.40   El tiempo hizo mudanza,dándome revés tamaño,que, no contento del daño,mató también la esperanza.Y de verme, estando encima,45por el suelo derribado,contemplar en lo pasadola memoria me lastima.   El olvido, porque es medio,huyele mi fantasía;50la muerte, que yo querría,huyeme porque es remedio;lo bueno que se me antojami dicha no lo consiente;y pues todo me es ausente55no sé cuál extremo escoja.   De nada vivo contentoy con todo vivo triste;ausencia, tú me hicistede todos bienes ausente.60El más ligero acídentede mi salud me despoja;bien y mal todo me enoja:¡cuitado de quien lo siente!   Muy grande fue mi favor,65grande mi prosperidad;a sola mi voluntadreconoscí por señor;en mis brazos se acostaronesperanzas, y no vanas;70tiempo fue y horas ufanaslas que mi vida gozaron.   Y agora no gozan dellasino solo mis enojos,que manando por los ojos,75satisfacen su querella.Verdes nascieron, tempranas,que sin tiempo maduraron,donde, tristes, se sembraronlas simientes de mis canas.80   Y lo que más grave sientoes que, teniendo pasiones,me fuerzan las ocasionesa mostrar contentamiento.Que el mayor mal que hay aquí85es que sólo sé que peno;y pues se tiene por bueno,bien puedo decir así:   Tiempo bienaventurado,en tiempo no conoscido,90antes de tiempo perdido,y en todo tiempo llorado,yo navegaba por ticon viento manso y sereno:tiempo bueno, tiempo bueno,95¿quién te me apartó de mí?DESHECHA   Si no remedia la muertelos trabajos de mi vida,va perdida.   Quedé con esta dolencia100del bien que de mí se fue;que va cresciendo la feey menguando la paciencia.Y así maldigo mi suerte,viéndola que va perdida105con la vida.28CANTO DE POLIFEMOTraducido de Ovidio[FRAGMENTO]   Hola, gentil Galatea,más alba, linda, aguileñaque la hoja del alheña,que como nieve blanquea;más florida5que el prado verde, y crescidamucho más, y bien dispuesta,que el olmo de la florestade la más alta medida;más fulgente10que el vidrio resplandesciente;más lozana que el cabritodelicado, ternecito,retozador, diligente;más polida,15lampiña, limpia, bruñidaque conchas de la marina,fregadas de la continamarea, nunca rendida;gracia y brío20agradable al gusto mío,y del sabor dulce y tierno,más que soles del iviernoy que sombra del estío;en color25muy más noble, y en olor,que manzanas del labrado,más vistosa que el preciadoalto plátano mayor.En blancura30más reluciente y más puraque el yelo claro, lustrosa;más dulce que la sabrosamoscatel uva madura.Delicada35y blanca, siendo tocada,más que la pluma sotildel blanco cisne gentily que la leche cuajada;y aun diría,40si no huyes a porfía,como sueles, desdeñosa,que eres más fresca y hermosaque la huerta regadía.Sus, pues ea,45tú, la mesma Galatea,más feroz que los novillosno domados y bravillos,que nunca vieron aldeapar a par;50muy más dura de domarque la encina envejecida,más falaz y retorcidaque las ondas de la mar;más doblada,55con el salce comparada,que sus varas delicadas