2,99 €
¿Hay algo que buscar? Por supuesto que cuando perdemos algo hay que buscarlo. Vivimos una vida distraída que, con el paso del tiempo, no sabemos dónde quedó nuestra inocencia, nuestra felicidad, nuestra armonía, nuestra relajación, nuestra ternura; todas esas cualidades que traemos con nosotros cuando nacemos. Llegamos al mundo entera y maravillosamente espirituales, pero lamentablemente, a medida que vamos creciendo, de a poco, nos vamos olvidando. No la perdemos, sino que no la recordamos. En la carrera a toda velocidad por llegar a ser adultos, vamos dejando de lado lo más preciado de la vida, que es la espiritualidad. Justamente, cuando nos damos cuenta que nos falta algo, por ejemplo, la relajación, buscamos relajarnos; si nos falta armonía en nuestra vida, la buscamos; si perdemos la felicidad, volvemos a buscarla. Nos volvemos buscadores porque continuamente perdemos algo, y el solo hecho de estar atentos a lo que nos falta, nos pone de inmediato a buscar. Aquellos que viven alegres, con buenos sentimientos, en armonía y en equilibrio con sus vidas, no son buscadores. ¿Qué van a buscar si lo tienen todo? Los que empezamos a transitar el camino del encuentro con uno mismo es porque, en algún momento de nuestra existencia, nos vimos necesitados de encontrarnos, de saber quiénes somos. Entonces, si no tienes nada que buscar y te sientes en armonía con la vida, ¡felicitaciones! Si no es así, sé consciente, pon atención y sé un buscador como este niño que, de a poco, con amor, lentamente, pero a paso firme y sin perder el entusiasmo fue encontrando el verdadero sentido de su vida, dejándonos una enseñanza: PORTARSE MAL, HACE BIEN.
Das E-Book können Sie in Legimi-Apps oder einer beliebigen App lesen, die das folgende Format unterstützen:
Seitenzahl: 112
Veröffentlichungsjahr: 2024
ALEJANDRO GARCÍA
García, AlejandroPortarse mal hace bien : un viaje al interior del ser / Alejandro García. - 1a ed - Ciudad Autónoma de Buenos Aires : Autores de Argentina, 2024.
Libro digital, EPUB
Archivo Digital: descarga y online
ISBN 978-987-87-5659-2
1. Narrativa Argentina. I. Título.CDD A863
EDITORIAL AUTORES DE [email protected]
Prólogo
Introducción
Primeros encuentros del niño
Encuentro del niño con el mendigo
Encuentro del niño con el anciano
Reencuentro del niño con el anciano
El niño conoce su profesor de yoga
El niño y su contacto con la muerte
El niño y su dedicación al yoga
El niño conoce el amor
El niño y sus preguntas sobre el amor
El niño y sus distracciones
El niño y sus reflexiones
El niño y su sabiduría
El niño y la despedida de su profesor
El niño y su presente
Agradecimientos
Alejandro García
El mundo necesita seres humanos buscadores de la verdad, buscadores del camino para llegar a la verdad, para que nos develen ese secreto escondido detrás de las leyes del universo, eso que se esconde tras lo manifestado y lo no manifestado. Este hermoso libro plasmado en las experiencias de Alejandro García, es la prueba de lo hermoso que es buscar y aún más divino llegar a encontrar.
En mi caso, encontré el camino de regreso a casa a través de Sri Sri Ravi Shankar ya siendo grande. Mi destino no me permitió empezar antes, como a Alejandro. Te deseo que leas este libro como comienzo del viaje que busques liberarte del ciclo de vida y muerte, al que estamos atados por la ignorancia. Deseo que camines con pasos seguros hacia el lugar donde no hay dualidad, donde no hay dolor, donde se entiende que esta vida es un juego, que no hay que tomárselo tan en serio.
Yo agradezco al Arte de Vivir que me abrió los ojos de periodista, como ustedes deben agradecer a este libro y a este noble autor Alejandro. Quién sabe, espero que este libro sea un paso más para ver a la vida como es y no como creemos que es.
El humano es como un niño perdido en un bosque que ya cansado de dar vueltas lloriquea buscando a su papá y a su mamá, nos distraemos con el dinero, con la familia con el trabajo, pero si lees esto ya estás en el camino y una vez encontrado no debes distraerte más
Para alcanzar la meta , todos necesitamos un Coach, lo han dicho todos los grandes Maestros, al igual que para aprender piano, guitarra o tenis, el profesor de matemática y física, o de gimnasia, el guía que te lleva a la cúspide del Himalaya como también el Maestro que te haga entender el hermoso secreto no manifestado. Yo agradezco a Sri Sri Ravi Shankar y también a Alejandro.
Felicitaciones Alejandro Garcia, que tu luz brille !!!
Beatriz V. Goyoaga
BEATRIZ V. GOYOAGA
Periodista española experta en política y economía, habla 7 idiomas (Chino, Alemán, Inglés, Portugues, Español). Conferencista internacional con más de 10 años de experiencia. Ex Directora de International Press Service, trabajando para el Daily Mail y Sydney Morning Herald, Us Journal of Law, Media International,Variety, Irish Time, TV International, Economist Think Tank. etc. Entre los personajes entrevistados se encuentran S.A.R. La Reina de Inglaterra, S.A.R. La Princesa Diana de Inglaterra, Georg Bush, Nelson Mandela, Madona, Kutica, Gustavo Cerati, varios Premios Nobel, escritores y artistas, líderes espirituales y todos los presidentes del Cono Sur de las últimas décadas.
Creó en Argentina la Fundación El Arte de Vivir.
Lleva a cabo desde hace 5 años una campaña por la Paz y una sociedad libre de violencia , viajando desde México hasta Tierra del Fuego.
Más de 40.000 personas participaron en sus seminarios, entre ellos Jefes de Gobiernos, Decanos de Universidades, Ministros, Policías, Agentes de Servicios Penitenciarios, Líderes en el Cono Sur, como también CEOs, Gerentes, Directores y Presidentes de empresas.
Cuando digo que la vida es maravillosa, siempre encuentro personas que piensan que estoy loco. Ellos dicen: ¡Con las cosas que nos pasan y que pasan en el mundo es imposible vivir una vida de maravillas!... Esto parece una gran verdad, pero los que estamos en el camino de darse cuenta, sabemos que las situaciones no nos suceden porque sí, es más, nos ocurren las cosas que por nuestro accionar y pensamiento nos tienen que suceder.
Cuando estamos dormidos nuestros sueños parecen reales, cuando despertamos, nos encontramos con lo que realmente nos pasa, esto quiere decir que, en la vida, tenemos que estar atentos y despiertos, para que lo malo que nos ocurre no nos detenga y podamos superarlo airosos, o con el menor impacto para nuestra salud. Mientras que las situaciones buenas no nos tendrían que distraer con la idea de considerarnos súper héroes, que la solemos tener cuando las cosas nos salen bien y con facilidad.
La idea de este libro es que vivamos más conscientes en esta vida. Es por eso que, a lo largo del texto, leerás la palabra “atención” con bastante frecuencia.
En charlas con amigos es común que expresen: “Son tantas las cosas que tengo que hacer en el día que no me alcanzan las horas” y siempre les digo: ¡Es porque no estás consciente de lo que te sucede!
A lo que me responden: “Vos siempre con esas ideas locas”
¡Vamos a hacer un juego de conciencia para ver qué tan atentos estamos durante un día!
Si dormimos ocho horas al día, en realidad no somos muy conscientes de lo que nos sucede en la vida y de lo que somos.
En las siguientes ocho horas el común de la gente tiene su horario laboral, que por estos tiempos nos requiere ser intuitivos, responsables, activos, innovadores, inteligentes, capaces de improvisar, calculadores, multifacéticos, etc. En ese momento tampoco somos muy conscientes de lo que realmente somos y nos sucede.
Las últimas ocho horas estamos en casa con la familia, con los deberes escolares de los niños, las distintas actividades tanto de ellos como nuestras, ocupándonos de la economía del hogar. Quizás planificando las vacaciones, reparando algunas cosas de la casa, haciendo las compras, pagando cuentas o cumpliendo con el rol de padre, esposo, amigo, etc. En ese período tampoco estamos muy conscientes de lo que nos pasa y lo que verdaderamente somos.
Es preocupante porque sin darnos cuenta quienes somos y sin ser conscientes de lo que nos sucede, se nos pasa el tiempo, que no es ni más ni menos que nuestra vida.
Con todo lo que nos ocurre queremos vivir tranquilos, relajados y felices. Por eso, en mis clases de yoga me gusta enseñar a mis alumnos estos tres secretos:
DARSE CUENTA: Solo recién cuando advertimos que vivimos en una locura empezamos a hacer algo para que todo vuelva a la normalidad, cada cual lo puede hacer a su manera.
TRANQUILIDAD: Cuando nos damos cuenta y hacemos algo a favor de lo que nos sucede y somos conscientes, aparece la tranquilidad.
ESPIRITUALIDAD: Este es el resultado de lograr las dos primeras, no antes. Una vez que logramos darnos cuenta, nos relajamos y en el encuentro con uno mismo se empieza a percibir la espiritualidad, porque “espirituales somos todos, nos falta darnos cuenta”.
Mi deseo es que todos seamos conscientes de lo que nos sucede y de lo que somos, para que lo comprendan en este libro hablo de la vida de un niño y del mensaje que nos deja.
Mi niñez fue como la de cualquier niño aunque mis preguntas ya interesaban a mis mayores.
A veces los dejaba con la boca abierta, pero en realidad precisaba respuestas a ciertas inquietudes que se presentaban en mi vida. Pocas veces encontré una respuesta que calmara mis expectativas y hasta llegué a pensar que mis preguntas no eran entendidas.
Sentía que mis mayores, con sus problemas de adultos, tampoco podían calmar mis dudas existenciales con sus palabras, ni aliviar mi incertidumbre.
En realidad, empecé a ser consciente que, quizás, las respuestas estaban en las pequeñas cosas de la vida, algo que las personas grandes dejan de tener en cuenta. Pero también traté de relajarme, entendiendo que mis preguntas tenían que ver con la vida y no hay nada mejor que vivir al máximo cada experiencia, para encontrar las respuestas a cada una de mis preguntas.
Una mañana, después de un rato de haber aparecido el sol en la ventana de mi habitación, me vinieron ganas de ir a pescar al río. Junté el equipo de pesca, me gustaba tenerlo ordenado y preparado, porque solía pasar días enteros a la orilla de aquel río.
Su paisaje era de una hermosura indescriptible, pero justo ese día decidí cambiar de lugar porque tenía muchas ganas de escuchar como sonaba el agua de una cascada que está ubicada a tan solo unos centenares de metros de mi lugar favorito. El sonido del agua era como una música para mis oídos.
En realidad, tirar la línea al río era una excusa, era mi pretexto favorito para estar conmigo por un rato.
Pasado cierto tiempo, solía apoyar mi caña en el suelo, me acostaba y me dedicaba a sentir. Soltaba mi mente y dejaba que todo ocurriera, era como un ejercicio mental que cuando terminaba de practicarlo, me sentía con más energía y mayor liviandad. Era algo que sentía solo cuando me acostaba en esa orilla.
Después de haber pasado la tarde y una vez que el sol se escondiera detrás de los árboles que había en la orilla de enfrente, comencé a juntar mis cosas ordenadamente sin haber pescado ningún pez. Muy pocas veces ellos me pescaban a mí, porque yo no ponía atención a mi sedal, sino a mí mismo.
Al cargar con mis cosas y luego de caminar unos metros, sentí la presencia de una persona que quizás hacía un rato largo estaba ahí. Sentada con las piernas cruzadas como un indio, las manos en las rodillas mirando el horizonte. Inmóvil, con los ojos entreabiertos y la respiración casi imperceptible, como si nada ocurriera. Es más, recuerdo que pasé caminando a su lado y permaneció inmutable, como si fuera una roca. A medida que me alejaba, cada tanto hacía un alto en mi camino y me quedaba mirando su estática postura.
Hasta que de pronto, en una de las ocasiones que me detuve para mirar hacia donde estaba esa persona, ya no había nadie. Amplié mi mirada contemplando el paisaje y no vi a nadie más, fue como si hubiera desaparecido de este mundo, como si algo extraño ocurriera ¿O solo había sido mi imaginación?
Decidí regresar a casa, aunque en esta ocasión no lo hice por el camino de siempre, sino que preferí uno más largo que el de costumbre.
El día había sido hermoso, pero la tarde casi noche era como la de un cuento. Los pájaros volaban en paz, los animales sentían mí presencia y parecía que yo era uno más de su especie. Me parecía que todo pasaba en cámara lenta, en realidad no daba la impresión que el día fuera a terminar.
Una vez finalizada la cena, me fui a mi habitación y, cuando me estaba por dormir, relajado y con la respiración suave y consciente, apareció la imagen de la persona que creí ver en el río por la tarde. Estaba justo a los pies de mi cama.
Tenía un brillo especial en el contorno de su cuerpo, su figura era parecida a la mía, su cara era juvenil y alegre, de una paz suprema.
Nos quedamos mirándonos fijo y sentí un estado de placer infinito en el cuerpo, ni siquiera tuve ganas de gritar o llamar a mis padres, es más, creí que no debía perturbarlos. Sentía protección al ver esa figura junto a mí y la idea de que nos conocíamos desde hacía tiempo se fue metiendo de a poco en mi mente.
Un aroma a rosas invadía el aire y hacía que mi respiración fuera más profunda y tranquila. Mis ojos se cerraron sin forzarlos y en mi pantalla mental seguí viendo el contorno iluminado de aquella persona.
No sentía el peso de mi cuerpo, creía que flotaba a la deriva y podía disfrutar de eso que me pasaba sin querer.
No pude calcular el tiempo que duró esa sensación, pero cuando volví a abrir mis ojos, esa persona ya no estaba y yo me encontraba muy relajado y tranquilo en mi habitación. Cómodamente acostado, y con un inmenso estado de alegría, liviano de pensamiento, con la sensación de haber visto a un amigo que hacía mucho tiempo no veía.
La mañana siguiente al despertar, tenía muchas ganas de contar aquello, pero en realidad había algo que me lo impedía. Ese algo quería que dejara toda esa experiencia guardada para mí. De hecho, me había pasado a mí y no creía que alguien pudiera creer todo aquello por lo que decidí que no diría nada. Quizás todo había sido producto de mi imaginación.
Me cambié más rápido que de costumbre porque se me hacía tarde para ir al colegio, desayuné velozmente y salí.
Vivía cerca de la escuela, pero a pesar de lo ajustado del horario seguí con mi costumbre de ir caminando despacio, sintiendo los ruidos lejanos del amanecer y ese aroma a rocío y humedad de la mañana. Era el perfume perfecto para empezar el día.