Psicosocionomía - GEORGES ESCRIBANO DE LACAMOIRE - E-Book

Psicosocionomía E-Book

GEORGES ESCRIBANO DE LACAMOIRE

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Beschreibung

A través del trabajo de psicoterapia de Paul, GEORGES ESCRIBANO DE LACAMOIRE nos muestra cómo se construye una personalidad mediante la interacción continua de los registros psico-corporal, social y económico. De hecho, estas tres dimensiones se encuentran en un flujo constante en cada individuo y, por lo tanto, en las organizaciones en las que se integra, como las organizaciones familiares, sociales y profesionales. Según el grado de madurez, esta dinámica producirá resultados específicos. Las ganancias o pérdidas dependerán de los procesos de maduración en los impactos recíprocos individuales y colectivos.


SOBRE EL AUTOR

GEORGES ESCRIBANO DE LACAMOIRE es psicólogo clínico y psicosociólogo. Ha trabajado durante más de 18 años en instituciones psiquiátricas. Formado en psicoanálisis y Análisis Transaccional, integra estos dos modelos en su trabajo clínico (psicoterapia) y en organizaciones.
Enseña Psicopatología, Psicoanálisis, Análisis Transaccional y Psicología Social en la Universidad SFU (Sigmund Freud University) y en institutos de postgrado de París, Barcelona (CEP Eric Berne) y Madrid (Instituto Galene).
Sus investigaciones se centran en los vínculos entre las dinámicas inconscientes y las manifestaciones sociales. Actualmente está integrando la dimensión económica en el estudio de las personas en las organizaciones, desarrollando el concepto de Psicosocionomía.
Dirige un proyecto de desarrollo sostenible para una Favela en Río de Janeiro, Brasil.
Es autor de «Analyse Transactionnelle et Psychologie Clinique» ediciones PSN y coautor de «El Beneficio» con Alex Rovira y «Los Jardines Secretos» con Josep Lopez, edición Aguilar España.

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Georges Escribano De Lacamoiretraduit par : Mario Alex ESCRIBANO

PSICOSOCIONOMÍA

De la madurez individual a la madurez colectiva

PREFACIO

En este libro, Georges Escribano De Lacamoire nos «ofrece» la quintaesencia de su obra. Tras abandonar Argentina a los 18 años, llegó a París y se licenció en psicología, lo que le permitió trabajar durante más de dieciocho años en instituciones psiquiátricas, donde descubrió el trasfondo socioeconómico de las experiencias de los pacientes y, al mismo tiempo, se formó en el psicoanálisis. A continuación, Georges se implicó en el Análisis Transaccional, del que fue uno de los pioneros en Francia, creando con algunos colegas la E.A.T. (Escuela de Análisis Transaccional París Ile de France). También participó en la puesta en marcha de la rama francesa de la S.F.U. (Universidad Sigmund Freud de Viena, Austria) y lanzó el Centro de Formación en Psicoterapia Eric Berne CEP en Barcelona, España. Detrás de esta actividad «creativa» destinada a transmitir diferentes métodos de psicoterapia, Georges siempre se sorprendió de que los círculos «psi» no integraran el impacto de la dimensión económica de la sociedad en cada paciente, Este concepto se convirtió en «psicosocionomía»(PSN) al integrar los problemas «sociales» ligados a la infancia, la estructura familiar, la genealogía, el contexto de trabajo y de ocio, así como la dimensión económica de la vida cotidiana en el sentido «energético» y no sólo financiero. De hecho, la economía es la consecuencia de la transformación de la «energía vital» en trabajo que permite satisfacer una de las necesidades fundamentales de cada ser humano : la «seguridad» ligada al impulso de supervivencia que le da acceso al «Deseo» que se convierte en el motor individual de cada existencia humana . Así se articulan tres vectores: la experiencia psicológica, la experiencia social y la experiencia económica . Cada una gestionada por los tres niveles del cerebro : El concepto de Psicosocionomía se vuelve así coherente y capaz de desvelar los tres sistemas estructurales de toda existencia humana, pero sobre todo de convertirlo en un método de intervención sistémica en las organizaciones que permita la puesta en marcha de medios de regulación adaptados a los cambios. Por ello, este libro ofrece una introducción a los conceptos teóricos y prácticos del PSN a través de la historia y la experiencia de PAUL, uno de los pacientes que Georges atendía regularmente. Cada acontecimiento, cada crisis existencial, cada toma de conciencia es una oportunidad para validar las hipótesis teóricas que permitirán al lector apropiarse de las herramientas que hacen de la PSN una verdadera revolución conceptual en el campo de las estrategias para armonizar el funcionamiento de cualquier organización humana.

Jean Pierre Muyard

Psiquiatra, Investigador en Neurociencias

INTRODUCCIÓN

Atravesamos un siglo de grandes transformaciones, principalmente en el ámbito técnico y científico, en que los seres humanos nunca nos habíamos beneficiado tanto de descubrimientos e innovaciones capaces de transformar nuestra vida, en primer lugar, al prolongarla y facilitarnos la vida cotidiana. Al mismo tiempo, han aparecido muestras de fragilidad, como la pandemia que nos ha azotado o la guerra de Ucrania, que no hemos sido capaces de gestionar eficazmente. Este progreso, aunque mal repartido entre las poblaciones, aporta bienestar y seguridad a una parte de los seres humanos, pero plantea una gravosa carga en varios ámbitos, como la crisis climática, el empobrecimiento de poblaciones relegadas, la destrucción y la muerte de inocentes.

Esa carga se manifiesta en la contaminación, la producción de toneladas de residuos no degradables, el cambio climático y las catástrofes, y el aumento de la pobreza en muchos países del mundo. Además, se observa una acentuación del individualismo en las sociedades llamadas “avanzadas y ricas”, que recogen beneficios financieros escandalosos, resultantes de la explotación de las riquezas naturales de los países pobres, del dominio de las multinacionales y de los grupos de presión financieros que se apoderan del estado de derecho. Todo ello amplía el desequilibrio entre ricos y pobres, y provoca hambrunas en muchas partes del mundo. Al mismo tiempo, gracias y a causa de la globalización, ha surgido una nueva conciencia, como una nueva forma de concebir el mundo, las relaciones entre países y entre organizaciones.

Salimos de un mundo en el que reinaba el pensamiento lineal y cartesiano y entramos en uno nuevo, en que surgen de forma evidente vínculos de interdependencia que dan lugar a una concepción sistémica del mundo y de la humanidad. Cada día la gente es más consciente de que el clima, la economía, la sociedad, etc., están relacionados en una situación de interdependencia total, empezando por su comida, su ropa, su casa y su pensamiento. Todos los bienes que llegan del otro lado del planeta son el resultado de la contribución de todas las zonas geográficas y de todas las profesiones. Curiosamente, el mundo se ha contraído y poco a poco ha invadido nuestra casa, nuestra ropa, nuestras comidas, nuestros medios de desplazamiento y nuestro trabajo. Justamente, a través de nuestro trabajo, participamos en este megasistema y, como pequeñas partículas nacidas en el movimiento browniano, nos articulamos lo mejor que podemos con los demás, con nuestros colegas, nuestros amigos y nuestra familia. Producimos todo tipo de objetos, megatoneladas de alimentos, ropa, y servicios, que transportamos y consumimos, pero también amontonamos toneladas de basura, con las que a menudo no sabemos qué hacer. Para sobrevivir, nos hemos integrado a nuestro antojo en el sistema económico globalizado, que nos moldea, nos educa y nos impone su realidad.

Nuestra educación es en realidad una formación profesional cuyo objetivo es capacitarnos para integrarnos en el sistema económico y, de hecho, en la sociedad. Cada individuo contribuye a producir la sociedad, que a su vez produce a cada individuo. Las familias clásicas, formadas por personas casadas y con hijos, se han transformado para dar lugar a nuevas organizaciones, a saber, familias en que los progenitores viven en unión de hecho, estén o no en unión civil, familias monoparentales, familias reconstituidas, familias en que los progenitores son del mismo sexo, y en todos los casos, con o sin hijos. Al mismo tiempo, asistimos a un curioso fenómeno de fragmentación social, que se manifiesta en grupos más o menos numerosos que se oponen a otros de forma bastante violenta, en forma de partidos políticos, bandas organizadas, grupos de niños o jóvenes que se enfrentan o acosan a otros, padres contra profesores, sindicatos contra gobiernos, grupos de la población contra la policía, grupos convencidos de una conspiración que atentan contra las políticas oficiales en materia de sanidad, economía, etc. En Francia abundan los ejemplos, con los chalecos amarillos, los black block, etc....Todos parten de un pensamiento lineal en el que generalizan sus propias experiencias o problemas sin tener en cuenta todos los fenómenos o variables que constituyen y se manifiestan en forma de dificultades a todos los niveles, desde el más alto al más bajo. La consigna es “sálvese quien pueda”, y no se tienen en cuenta todos los elementos constitutivos de una situación problemática. A corto o a mediano plazo el resultado puede ser la frustración. Sin embargo, siempre hemos experimentado que, cuando las personas o los grupos trabajan juntos y colaboran, se suelen lograr resultados positivos.

Las redes sociales, en un primer momento seguramente constituyen un progreso y facilitan el intercambio de información, pero son también un arma eficaz para fragmentar, dividir y hacer estallar la unidad y la colaboración a través de las noticias falsas o fake news. Sabemos que estas son sumamente numerosas y construyen relatos de todo tipo, desde los más descabellados e ingenuos hasta los más elaborados y dignos de créditos. Tales relatos a menudo afectan nuestra esencia y nuestra pulsión de vida o de supervivencia, dan sentido a nuestras ansiedades y a nuestros miedos, nos estructuran y nos dan una referencia; ello nos tranquiliza y reduce nuestra ansiedad. Las consecuencias son el auge del fundamentalismo y de las nuevas dictaduras, y el aumento de bandas extremistas y violentas que justifican sus acciones. Como resultado de esta ansiedad fundamental relacionada con la supervivencia, debido a la falta de un discurso coherente y realista por parte de las instituciones y los gobiernos, las personas parecen haber producido una regresión en la que la reflexión no tiene cabida; se han vuelto como niños pequeños en busca de un padre tranquilizador, que les diga cualquier cosa, eliminando así la observación y la reflexión sobre la realidad y dando sentido a sus dificultades o sufrimientos

La pregunta es: ¿qué elemento es fundamental para garantizar nuestra supervivencia?

Nuestras dificultades, nuestras angustias, nuestros miedos, así como nuestras alegrías y placeres, están íntimamente ligados a la socioeconomía, que nos rodea, nos encierra, nos libera, nos hace sufrir o nos hace felices. Moldea nuestros pensamientos, nuestras emociones, y nuestro comportamiento. Estemos a favor o en contra, no podemos escapar de ella, porque de ella depende nuestra supervivencia; de hecho, existimos gracias al otro, pues sin él no existiríamos. En eso consiste, en efecto, la socioeconomía, un vínculo que, aunque lo rechacemos, es lo que nos hace vivir. Incluso las relaciones amorosas están condicionadas por la socioeconomía. Crea nuestra psiquis, moldea nuestros cuerpos, nos hace vivir y nos acompaña en la muerte. Las guerras, los acuerdos de paz, el confinamiento durante las pandemias, todos están directamente relacionados con la economía. Las armas fabricadas dan trabajo a miles de personas mientras que otras, o incluso las mismas, sueñan con reconstruir los países colapsados por las crisis que se suceden continuamente. Esta es la dinámica del sistema capitalista que se ha desarrollado en un círculo vicioso de construcción-destrucción-construcción de objetos, organizaciones, Estados e individuos.

Así pues, destrucción y construcción conforman todo un sistema en continuo movimiento. Nuestra psique, nuestras relaciones sociales, familiares y profesionales están estrechamente vinculadas al sistema económico en el que vivimos. En este sentido podemos decir que cada ser humano es un conjunto psicocorporal, social y económico indisociable.

Del mismo modo, las organizaciones formadas por seres humanos son unidades psicosocioeconómicas indisociables.

A partir de esta evidencia, ya no podemos percibir al ser humano como un cuerpo separado de sus pensamientos, emociones y comportamientos, ni de sus relaciones sociales, familiares y profesionales. Es un ser creado y forjado por la economía.

Estos tres registros, psicocorporal, social y económico, forman un todo que determina al sujeto, a su personalidad, a sus relaciones con los demás y a su relación con el mundo. Se parte de la base de que toda organización es en sí misma un sistema, con su propia estructura y modo de funcionamiento, compuesto por individuos que desempeñan a su vez un papel, una función, una condición.

En toda organización existe una psicosocionomía de los actores, que crean una psicosocionomía de la organización, a la que llamaremos cultura, a partir de las articulaciones que realizan.

Esta organización, según cómo esté estructurada y cómo funcione, produce una armonía psicosocioeconómica o, por el contrario, manifiesta disfunciones, o una especie de enfermedad del sistema.

Así pues, una organización goza de buena salud socioeconómica si en su seno sus actores experimentan relaciones armoniosas, una relación justa con la economía y una percepción de su lugar en el mundo, acorde con sus valores. Evolucionamos en un modo basado en el capitalismo y no estamos dispuestos a cambiarlo, pero podemos mejorarlo avanzando hacia un capitalismo ético, que tenga en cuenta la alimentación, el medio ambiente, la salud y una información justa y realista sobre los productos de consumo y la gestión financiera, que nos dé más posibilidades de conservar el planeta y crear vínculos más armoniosos entre nosotros, los seres humanos.

Si en lugar de oponernos unos con otros nos articulásemos, seguramente podríamos apreciar la complementariedad de la postura de cada uno, y juntos podríamos crear algo nuevo y disfrutar juntos del resultado.

¿Qué es la psicosocionomía?

La psicosocionomía o PSN es un cuerpo teórico basado en la observación de los individuos dentro de las organizaciones, que integra la salud física y psicológica y sus intercambios energéticos con el entorno de los individuos, las organizaciones y las sociedades. Es humanista y optimista sobre la capacidad de los seres humanos para contribuir a un cambio de paradigma: es posible que el hombre no sea un lobo para el hombre, ya que en efecto puede tener un impacto en su propio bienestar, en el de su comunidad, y mucho más allá, en el del planeta y la humanidad.

La PSN estudia la articulación de la personalidad, es decir, las formas de pensar, sentir y hacer o realizar, de los individuos con la de las organizaciones, familiares, sociales y profesionales. Para ello, observa las experiencias de individuos y grupos en una escala que puede ir desde el sufrimiento hasta la autorrealización, dependiendo de la forma en que las organizaciones se relacionan con el sistema económico global y de la manera en que los individuos se integran enél.

Su enfoque específico y su fuerza consisten en restablecer el vínculo inseparable entre el cuerpo, la psicología, lo social y lo económico.

Nuestra hipótesis es que el funcionamiento de los seres humanos en las organizaciones y sociedades solo puede entenderse si se tiene en cuenta el aspecto económico en su interrelación con los factores psicológicos, físicos y sociológicos. En efecto, el hombre, desde su nacimiento, está totalmente inmerso en la esfera económica. Desde su más tierna infancia, absorbe, consume y realiza transacciones para mantener su energía y su vida. Se observa así que el individuo, a lo largo de su vida, está determinado por la economía.

En el marco de la PSN, la economía consiste en la circulación de la energía de un individuo a la colectividad y la transformación de esta energía en intercambio.

La economía desempeña este papel central. Por lo tanto, es muy esclarecedor vincularla a la noción de energía, que ya figuraba desde el principio. Esta energía, cuya fuente puede estar física y simbólicamente representada por el sol, está presente en todas las fuerzas que actúan en el universo: energía nuclear, energía electromagnética, energía vital y psíquica, como desarrolla S. Freud1 en uno de sus conceptos fundamentales. Es, según Aristóteles, la esencia misma de todo movimiento.

Para la psicosocionomía, la economía es, por lo tanto, la actualización de la energía utilizada en las interrelaciones entre individuos y sociedad, sujetos e instituciones. Los resultados económicos, su distribución planetaria y la naturaleza de la dinámica “societal” son un reflejo de la calidad y el quantum de la energía gastada globalmente. Así pues, el trabajo es la transformación de la energía en dinero, una vez invertida en un sistema de producción de bienes y servicios, y pasada por los sistemas de comercialización.

Remitiéndonos a la perspectiva de Paul McLean2 y Henri Laborit3 especialistas en neurociencia, se sabe que la economía, naturalmente presente desde los orígenes de la humanidad, está históricamente ligada a la evolución del ser humano, ya que genera nuestras culturas y da forma a nuestras sociedades.

Según estos autores, las necesidades instintivas de supervivencia, como el hambre, la sed, la eliminación fisiológica, la reproducción y la defensa territorial, están reguladas por el cerebro “reptiliano”. Para el ser humano, esta energía vital caótica requiere una estructura, un marco, una contención para organizarse. De hecho, al tratarse de necesidades vitales imperativas, esta función cerebral representa una energía vital caótica para el hombre. Las necesidades del ser humano comunicadas por el cerebro reptiliano, que transmite y exige una respuesta a la sensación de hambre, sed, eliminación fisiológica y reproducción, se manifiestan de forma impulsiva, incluso brutal, para obtener satisfacción.

La respuesta a estas necesidades se encuentra en la función de la estructura, esencial para canalizar esta energía. Se entiende por estructuración la capacidad de dar forma a esta energía, porque proporciona una seguridad básica, al permitir al niño escapar psicológicamente de la sensación de “fragmentación” experimentada en el origen del bebé quefue.

La consecuencia psicológica para el hombre es, por consiguiente, lo que la psicosocionomía denomina la necesidad fundamental de seguridad, de referencia, que se satisface mediante las estructuras que implantamos colectivamente a través de nuestros sistemas económicos y sociales.

De este modo, se construyen los cimientos de la humanización que, además, permitirán al pequeño hombre registrar el espacio, es decir, lograr concebir una entidad corporal separada de la del otro, la del bebé y la de su madre (o de las personas que asumen esta función), lo que le permitirá al niño salir de su experiencia de fragmentación y percibirse como un cuerpo separado, distinto de su entorno.

Esta etapa, este camino hacia la madurez, se manifiesta en el momento en que el individuo encuentra los límites de su cuerpo, es decir, su cuerpo separado del “cuerpo materno”, con sus propias necesidades. Ahí radica el origen de la diferenciación, del “yo” y del “no-yo”4, y de la percepción del niño de que “yo soy diferente de ti”. Así sienta las bases de su registro del espacio. Con todo, como depende del entorno para sobrevivir, debe tejer vínculos, pero también existir para el otro, ese otro encarnado en su madre o la persona que asume esta función. Las premisas de todo su desarrollo están marcadas por la respuesta a la pregunta “¿existo a tus ojos?”, y la afirmación “mi supervivencia depende de ti”, para poder volverse hacia los demás. Se trata de una etapa necesaria para experimentar sus futuros vínculos en su interdependencia y poder entrar en la esfera social.

Existimos porque el otro nos mira; solos no existiríamos. Es el momento en que el niño registra el tiempo, el pasado, el presente y el futuro a través de su experiencia de la presencia o ausencia materna: “mamá estaba, mamá no está, mamá volverá, estará”. La constancia, la coherencia y el carácter incondicional del vínculo materno, aunque no siempre haya una presencia física, ayudan al niño a sentar las bases psicológicas de su toma de conciencia del tiempo. Ello corresponde a la activación del sistema límbico.

Así pues, las necesidades relacionales se sustentan en los afectos, regulados por el cerebro emocional o sistema límbico. Esas emociones nos llevan a establecer vínculos con nuestros semejantes, que se expresan a través del afecto, la empatía y la creación de relaciones sociales. Ello se corresponde con la segunda necesidad definida por la PSN, la de reconocimiento.

Por último, toda cultura en la que se desenvuelva el individuo le proporcionará los códigos, los símbolos y las bases de las representaciones sociales y económicas que le serán necesarias para pensar, comunicarse, innovar y desarrollarse. Tales funciones específicas del ser humano: pensamiento, lenguaje, imaginación, creatividad, conciencia de la muerte, son gestionadas por el neocórtex. Este florece cuando se nos estimula a actuar de acuerdo con las situaciones de la realidad, y principalmente a expresar nuestras funciones creativas.

Para que el niño pueda activar lo mejor posible esta función del neocórtex, la misión esencial de quienes rodean al bebé es transmitirle, mediante la impregnación y la educación, la cultura en la que evoluciona.

La cultura le dará los elementos que le permitirán canalizar la energía necesaria para satisfacer sus necesidades, teniendo en cuenta la realidad cultural en la que vive. Estimulado por su entorno, podrá hacer un registro de la cultura, adaptarse y participar plenamente en la vida social y cultural.

Lo que pone en marcha a la persona hacia un proyecto y la realización de su deseo corresponde a la tercera necesidad definida por la PSN, a saber, la de reflexión/creatividad/acción.

A nuestro juicio, la “activación” de los tres cerebros se manifiesta en lo que se podría denominar la “madurez humana” (si bien esta perspectiva de Mc Lean y Laborit ha sido criticada por Michel de Pracontal, entre otros5, debido a la descripción de los tres cerebros como estratos geológicos y a que el aspecto dinámico de las articulaciones de estos cerebros “triunicos” no ha sido ampliamente divulgado ).

La activación de los tres cerebros, en un proceso circular y permanente, que permite la satisfacción de las tres necesidades, conduce naturalmente a lo que denominamos madurez psicosocionómica, a la que llamaremos también madurez psicosocial. Esta madurez se manifiesta por el hecho de asumir la propia diferencia y, al mismo tiempo, aceptar la diferencia del otro, frente al cual podemos situarnos en una perspectiva de complementariedad.

Como resultado de nuestro entorno y nuestras experiencias, cada uno construye una visión diferente y única de sí mismo, de los demás, del mundo y de la vida. Por lo tanto, cada uno tendrá una visión de las personas, los objetos, las relaciones y las situaciones que será distinta de la de los demás. La aceptación de la diferencia como fuente de complementariedad permite a los individuos percibir las múltiples y complejas interdependencias que entran en juego al construir y trabajar juntos. También les permite hacerlo de forma significativa y coherente.

Habiendo integrado la alteridad y la conciencia de la interdependencia, los individuos han adquirido la madurez suficiente para acceder al ejercicio de su responsabilidad individual y colectiva. Y si todos los seres humanos asumen la naturalmente la plena responsabilidad, se podrá entonces pensar en la construcción de un mundo mejor.

Diversos estudios de psicología social y psicoanálisis6 han demostrado la existencia de un paralelismo entre la psicología del individuo y la de las organizaciones, lo que nos lleva a concluir que toda organización está estructurada y funciona como una persona. Esta homología abre inmensas perspectivas, entre ellas la posibilidad de estudiar la personalidad de una organización, así como la de los individuos que la componen. De este modo se podrá diagnosticar el nivel de salud, madurez y patología de los individuos, de las organizaciones y del sistema que los vincula.

A continuación ilustraremos los conceptos de la psicosocionomía a través del estudio de caso de un individuo al que llamaremos Paul (por razones de confidencialidad hemos cambiado su nombre de pila, los lugares donde evoluciona y algunos elementos de su historia, pero lo esencial sigue siendo fiel a este estudio de caso), que nos confía su experiencia en las organizaciones a lo largo de sus sesiones de psicoterapia. Su psicoterapeuta, que también es psicosociónomo, nos relata la historia de este caso.

En la primera parte, el lector encontrará un resumen de su historia y se destacan algunos pasajes del trabajo psicoterapéutico, que ilustran su evolución y los conceptos de laPSN.

Este caso nos permitirá ilustrar y formalizar nuestra investigación sobre el nivel de desarrollo psico-afectivo de los individuos, ya que es principalmente este registro de evolución el que ha contribuido a “formatear” el mundo tal y como lo vivimos hoy en día.

En efecto, se puede constatar que los conflictos vividos como personales son en parte la consecuencia de situaciones sociales ligadas al trabajo, a la familia, al dinero, a la violencia institucional y más generalmente a la violencia simbólica de las relaciones sociales (Bourdieu y Passeron, 1970)7. Para los psicoterapeutas y psicoanalistas, esos registros están continuamente presentes en su práctica. Se ha podido observar que las demandas en psicoterapia se deben a dificultades que el sujeto experimenta en las organizaciones humanas, familiares, sociales y profesionales.

El proceso psicoterapéutico es, en nuestra opinión, uno de los mejores analizadores de la psicosocioeconomía.

1 FREUD S. « Esquisse d’une Psychologie scientifique ». In : La Naissance de la Psychanalyse. Paris : PUF, 1956.

2 MAC LEAN P. « Les trois cerveaux de l’homme ». Paris : Robert Laffond, 1970-78.

3 LABORIT H. “Eloge de la fuite”. París: Robert Laffond, 1976.

4F DOLTO. “L’image inconsciente du corps”. París: Editions du Seuil 1984.

5 DE PRACONTAL M. “L’imposture Scientifique”. París: Editions du Seuil, 2005.

6 DUFRENE M. “La Personnalité de base, un concept Sociologique”. París: PUF, 1953.

BION W. “Recherches sur les petits groupes”. París: PUF, 2002.

KAES R. “ L’appareil Psychique Groupal “. París: Dunod, 1976.

7 BOURDIEU P., PARSERON J. C. “Les héritiers. Les étudiants et la culture”. París: Editions de Minuit, 1964.

Capítulo 1 El homopsicosocionómicus

Los primeros pasos de Paul en la vida se basan en extractos de su amemnesis basados en los relatos de Paul (en los que el psicoterapeuta intenta transmitir lo más fielmente posible el espíritu de lo que comparte Paul, acercándose en la mayor medida posible a las expresiones utilizadas por su paciente durante las primeras sesiones de psicoterapia).

Un día lluvioso de septiembre, recibo a Paul en mi despacho. Es un hombre de unos cincuenta años, más bien alto, con una postura rígida. Para esta primera sesión lleva un traje bien cortado y corbata. Su rostro no tiene muchas arrugas y la expresión de sus facciones es severa.

Jefe del departamento financiero de un gran banco privado, acude a consulta por un grave desgaste o “burn out”, que rápidamente relaciona con los cambios de gestión previstos por la dirección para hacer frente a la crisis.

Descubro su historia:

Hijo mayor de una pareja “aún enamorada” (expresión de Paul), Paul parecía haber sido ser deseado y, como primer varón en ambas familias, parece haber sido muy “esperado” tanto por sus padres como por sus abuelos. A pesar de un ligero temor al parto, tras las molestias iniciales, su madre tuvo un embarazo sereno. No trabajaba y dividía su tiempo entre la instalación de su nuevo hogar y las visitas a la comadrona. El parto fue bastante largo, pero sin dificultades reales. La lactancia materna estaba algo desprestigiada en aquellos años, y ella misma temía el “contacto corporal” (hipótesis planteada por la psicoterapeuta a partir de las descripciones que Paul hacía de su madre) con el bebé, por lo que optó rápidamente por alimentar a Paul con biberón. Fue asistida por una nodriza, lo que era habitual en aquel entorno y en aquella época.

Aunque no era muy expansiva, su madre disfrutaba ocupándose de a este niño tranquilo y silencioso, y prodigándole cuidados. De acuerdo con la moda de la época, pero también con su educación y su carácter, era estricta en cuanto a los horarios del biberón y en no ceder a los “caprichos”. Por consiguiente, se alimentaba a Paul, se le ponía los pañales y se le daba mimos a horas fijas. La ternura estaba presente, pero deliberadamente expresada de forma moderada.

El padre, aunque orgulloso de este primogénito, se ocupaba poco de él, pues “los bebés eran cosa de mujeres”.

En ese momento, el pequeño Paul se lanza a la vida, percibiendo el mundo a través de cada poro de su piel, con “sus orejas bonitas como conchas, sus ojos redondos y su mirada intensa (frase dicha por una de sus tías)”.

Siente las emociones que le rodean y así capta todo tipo de información. Percibe los movimientos de las personas que le cuidan, le acunan cuando está mal, y responden a sus sonrisas haciendo ruidos divertidos encima de su cuna. Pequeño, pero muy observador, lo oye todo, siente el calor del aire en su piel, el placer de los olores, el placer de enterrar la cabeza entre los pechos de su madre.

Por supuesto, solo será consciente de ello mucho más tarde, a costa de cierta introspección.

Crece con esta gran pregunta, no muy consciente, pero siempre presente: “¿cómo sobrevivir? Ya sabe que los biberones vienen a horas fijas, y que los momentos de atención, presencia y mimos, así como la ausencia forman parte de una máquina rítmica y bien ordenada. Por supuesto, no puede diferenciar a las personas, aunque ya reconoce tal una voz, un olor, un tacto. Como todos los bebés, integra los estímulos del entorno a través de su experiencia sensorial y, a medida que crece, concentra estas sensaciones en torno a una persona muy privilegiada, a la que llamará mamá. Pronto siente lo mucho que necesita existir a sus ojos. Se siente maravillosamente bien en cuanto ella se acerca, atrapado y sostenido con su mirada. Depende especialmente de esta gran persona, ya que le asegura la supervivencia.

Luego aprende a hacerse entender y se ríe a carcajadas cuando su padre le hace saltar sobre su regazo. Para ello, estira los brazos o se agarra a sus piernas. De hecho, empieza a saber cómo tratar a los mayores: cuando llora, es en serio, muy en serio, sobre todo cuando sus padres le meten en el cuarto de atrás. Entonces llora, pero si llora durante mucho, mucho tiempo, se queda dormido al final sin fuerzas (su madre le habría hablado de estos episodios). Así que entiende que es mejor no gritar demasiado. La dosificación es sutil.

Las exigencias de la educación se hicieron patentes muy pronto en la vida de Paul. Incluso el control de esfínteres se había convertido en un problema sobre el que ambos padres eran inflexibles (interpretado por Paul a partir de diversas anécdotas familiares): reprendido por sus olvidos, alabado por sus éxitos, el niño acababa cumpliendo. El control de esfínteres se había convertido en algo muy importante para sus padres (esto también, a partir del relato de su madre).

Hijo mayor de esta madre rigurosa, de un catolicismo honesto pero exigente, aprendió muy pronto lo apegada que estaba a la misa dominical. Su padre, debido a su profesión, estaba menos presente en la vida del niño, pero no menos apegado a la noción de éxito.

Paul parece haber tenido una infancia ordinaria y ordenada.

Por supuesto, es probable que explorara los límites del orden familiar y, como la mayoría de los demás niños, acabara adaptándose a las leyes y la cultura particulares de su entorno inmediato.

Recibía la cultura y las normas sociales que le transmitía su entorno, normalmente sus padres, a partir de su visión, sus experiencias y su entorno socioeconómico. En este caso, los padres intentaron transmitir a Paul el marco de referencia, y lo hicieron con toda honestidad y buena fe, porque para ellos era lo mejor que podían ofrecer a su hijo. La intención de la familia era, sin duda, hacer de él un niño bien educado, en todos los sentidos de la palabra, con un pensamiento lógico en el que todo “pudiera ser matemáticamente predecible y controlable”.

El niño se desarrolló, pues, en un marco riguroso, amable y suficientemente seguro. Un camino trazado para él, que atravesaría las diferentes etapas de su crecimiento, basado en esta coherencia. De hecho, creció profundamente convencido de que la única manera de asegurar su supervivencia era adaptarse a las normas, por muy rígidas que fueran. El precio a pagar era una fuerte represión de sus impulsos, y luego de sus emociones. Así, el niño aprendió muy pronto a no llorar sin motivo y a no reír de forma intempestiva. Desarrolló su personalidad en un marco en el que la obediencia era a la vez la solución correcta y una fuente de satisfacción, porque era la única manera de obtener la aprobación de sus padres.