Psicoterapia y humanismo - Viktor Emil Frankl - E-Book

Psicoterapia y humanismo E-Book

Viktor Emil Frankl

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Beschreibung

Escritos por el fundador de la llamada tercera escuela vienesa de la psicoterapia, estos ensayos son una ampliación sumaria de los principales postulados de la logoterapia, disciplina que, con un enfoque teórico más flexible y diverso, se ocupa del análisis de la conducta humana.

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BREVIARIOSdelFONDO DE CULTURA ECONÓMICA

333PSICOTERAPIA Y HUMANISMO

Psicoterapiay Humanismo

¿Tiene un sentido la vida?

Por VIKTOR E. FRANKL

Traducción de ALFREDO GUÉRA MIRALLES

Primera edición en inglés, 1978 Primera edición en español, FCE, España, 1982 Segunda edición en español, FCE, México, 1984    Octava reimpresión, 2012 Primera edición electrónica, 2016

Diseño de portada: R/4, Pablo Rulfo

© 1978, Viktor E. Frankl Publicado por Simon & Schuster, Nueva York Título original: The Unheard Cry for Meaning. Psychotherapy and Humanism

D. R. © 1982, Fondo de Cultura Económica Carretera Picacho-Ajusco, 227; 14738 Ciudad de México

Comentarios: [email protected] Tel. (55) 5227-4672

Se prohíbe la reproducción total o parcial de esta obra, sea cual fuere el medio. Todos los contenidos que se incluyen tales como características tipográficas y de diagramación, textos, gráficos, logotipos, iconos, imágenes, etc., son propiedad exclusiva del Fondo de Cultura Económica y están protegidos por las leyes mexicanas e internacionales del copyright o derecho de autor.

ISBN 978-607-16-3661-4 (ePub)

Hecho en México - Made in Mexico

Para Harry, o Marion, que no ha nacido todavía

Agradezco aquí a mi esposa, Eleonore Katharina, todos los sacrificios que ha realizado a través de los años con el fin de ayudarme a ayudar a los demás. Merece, efectivamente, las palabras que el profesor Jacob Needleman le escribió como dedicatoria de un libro suyo, durante uno de los viajes que realicé, en su compañía, como siempre, para pronunciar unas conferencias. “Para el calor —escribió— que acompaña a la luz.”

Que el calor persista durante mucho tiempo cuando la luz se haya extinguido.

Viktor E. Frankl

PREFACIO

Este libro continúa la secuencia que fue iniciada por dos de sus predecesores: Psicoterapia y existencialismo y El Dios inconsciente: psicoterapia y teología.

En un principio lo proyecté como compilación de ensayos seleccionados, mas cuando lo revisé y amplié los correspondientes contenidos, fui advirtiendo cada vez más claramente que, si bien los trabajos que se habían convertido en capítulos constituían, en sí, totalidades, todos ellos se hallaban interconectados. Y lo que es más importante: los dos primeros capítulos se referían a los tres grandes principios sobre los que se basa el sistema logoterapéutico: la voluntad de sentido, el sentido de la vida y la libertad de volición.

Se suele incluir la logoterapia dentro de las categorías correspondientes a la psiquiatría existencial o a la psicología humanística. Sin embargo, el lector de mis libros quizás esté informado de que he hecho algunas observaciones críticas con respecto al existencialismo; o al menos, a lo que es designado como existencialismo. De modo similar encontrará en este libro ciertos ataques dirigidos contra el así llamado humanismo; o, mejor dicho, contra lo que yo llamo pseudohumanismo. No deberá sorprenderse: estoy también contra la pseudologoterapia.

Revisemos brevemente la historia de la psicoterapia a fin de determinar el lugar que ocupan tanto el existencialismo como el humanismo, en psiquiatría y psicología. Todos nosotros hemos aprendido la lección impartida por el más destacado espíritu que ha habido en psicoterapia, Sigmund Freud. Me pregunto si el lector está al corriente del hecho de que, en 1924, se publicó un trabajo mío en el International Journal of Psychoanalysis por invitación e intercesión personales de Sigmund Freud. Él nos enseñó a “desenmascarar al neurótico”, a revelar las motivaciones ocultas, inconscientes, subyacentes a su comportamiento. Sin embargo, y como jamás me canso de decir, el desenmascaramiento ha de detenerse en el punto en el que el psicoanalista se enfrenta con lo que ya no puede ser desenmascarado, debido, sencillamente, a que es auténtico. Mas si algunos “psicólogos desenmascaradores” (así es como los psicoanalistas se designaban antes a sí mismos) no se detienen cuando se hallan frente a algo auténtico, siguen desenmascarando algo. En semejante circunstancia se trata de su propia motivación oculta, de un deseo inconsciente de devaluar, rebajar y despreciar aquello que es genuinamente humano en el hombre.

Mientras tanto, la terapéutica del comportamiento basada en la teoría del aprendizaje ha conquistado gran parte del terreno que durante mucho tiempo estuvo ocupado por el psicoanálisis sin que nadie discutiese su derecho a hacerlo. Los terapeutas del comportamiento han demostrado que muchas de las creencias etiológicas de los freudianos eran sólo eso: meras creencias. No se pueden seguir las huellas de todos los casos de neurosis remontándose a las experiencias traumáticas de la temprana infancia o a los conflictos entre el ello, el yo y el superyó; tampoco es factible hablar de sustitución de síntomas en las curas logradas, no por medio del psicoanálisis, sino a través de la modificación del comportamiento conseguida a corto plazo (si no por remisión espontánea). Así pues, hay que conceder crédito al conductismo cuando habla de una “desmitologización de la neurosis”.1

Pero permanece vigente un sentimiento de insatisfacción. No es posible enfrentarse con los males de una época como la nuestra —de carencia de sentido, despersonalización y deshumanización— sin que la dimensión correspondiente a los fenómenos humanos sea incluida en la concepción del hombre que subyace en toda clase de psicoterapia, ya se refiera ésta al nivel consciente o al inconsciente.

Bjarne Kvilhaug, psicólogo noruego, afirma que la logoterapia ha rehumanizado la teoría del aprendizaje. El fallecido Nikolaus Petrilowitsch, del Departamento de Psiquiatría de la Universidad de Maguncia (Alemania Federal), ha dicho que la logoterapia ha rehumanizado el psicoanálisis y, más específicamente, que la logoterapia —a diferencia de las demás escuelas de psicoterapia— no permanece dentro de la dimensión de la neurosis. ¿Qué desea significar con ello? El psicoanálisis considera la neurosis como el resultado de una determinada psicodinámica y, de acuerdo con ello, intenta contrarrestarla poniendo en juego otras psicodinámicas auxiliares, tales como la relación transferencial profunda. Al igual que la terapéutica del comportamiento, atribuye la neurosis a ciertos procesos de aprendizaje o de condicionamiento y, de acuerdo con este punto de vista, prescribe un reaprendizaje o recondicionamiento para contrarrestarla. En ambos casos, sin embargo, como hace constar certeramente Petrilowitsch, la terapéutica permanece en el plano de la neurosis. Mas la logoterapia, en su opinión, va más allá de dicho plano, siguiendo al hombre hasta la dimensión humana, en la que puede movilizar los recursos de los que sólo allí puede disponer. Recursos tales como las capacidades exclusivamente humanas de autotrascendencia y autodesprendimiento. Esta última capacidad es movilizada siempre que se practica la técnica logoterapéutica de la intención paradójica; la primera es igualmente importante en el diagnóstico y la terapéutica. Sin tener en cuenta la autotrascendencia, o bien uno de sus aspectos —la voluntad de sentido—, jamás podremos diagnosticar una neurosis noogénica derivada de la frustración de la voluntad de sentido; ni podremos apelar a ella o, si ha sido reprimida, evocarla a partir del inconsciente del paciente. Que esto ha de constituir a veces nuestra principal misión ha sido demostrado sobre una base estrictamente empírica. Se ha comprobado, mediante investigaciones estadísticas, que la voluntad de sentido posee un evidente “valor de supervivencia”. Algo similar se ha demostrado, también sobre fundamentos estrictamente empíricos, con respecto al autodesprendimiento; es decir, que se trata de un importante “mecanismo de enfrentamiento” dispuesto de antemano en la psique humana. Como mostraré, esto es particularmente válido en lo que se refiere al aspecto del autodesprendimiento que se halla representado por el humor.

Podemos afirmar, en resumen, que el psicoanálisis nos ha enseñado a “desenmascarar al neurótico”, y el conductismo, a “desmitologizar la neurosis”. Actualmente, y tal como lo han visto Petrilowitsch y Kvilhaug, la logoterapia nos está enseñando a “rehumanizar” tanto al psicoanálisis como al conductismo. Mas afirmar esto es simplificar en exceso, ya que no sólo se da una secuencia, sino también una confluencia. En la actualidad nos encontramos con afirmaciones tales como la del destacado freudiano alemán Wolfgang Loch, el cual dice que “el diálogo psicoanalítico es esencialmente un empeño por crear un nuevo sentido de la vida”.2 El director del Behavior Therapy Center de Nueva York, Leonard Bachelis, menciona también el hecho de que muchos de los que se someten a psicoterapia en dicho centro poseen buenos puestos de trabajo y tienen éxito en la vida, pero manifiestan deseos de suicidio porque encuentran que vivir carece de sentido.3

Así pues, existe convergencia secuencial. Por lo que se refiere a la logoterapia, sin embargo, yo siempre he afirmado que no es una panacea y que, por tanto, permanece abierta a la cooperación con otros métodos psicoterapéuticos, así como a su propia evolución. Y también es cierto que las escuelas de orientación psicodinámica y de orientación conductista ignoran en gran medida lo que de propiamente humano existe en los fenómenos manifestados en el hombre. Siguen permaneciendo fieles al reduccionismo, el cual continúa dominando la escena del entrenamiento psicoterapéutico; y el reduccionismo es lo opuesto al humanismo. El reduccionismo es subhumanismo, diría yo. Confinándose a sí mismo en dimensiones subhumanas, dominado por un estrecho concepto acerca de la verdad científica, fuerza a los fenómenos a ajustarse a un lecho de Procusto, a un preconcebido patrón interpretativo, ya corresponda éste a la corriente del análisis dinámico, ya a la de la teoría del aprendizaje.

No obstante, estas escuelas han aportado valiosas contribuciones. La logoterapia no invalida, en modo alguno, los profundos e importantes hallazgos de pioneros de la talla de Freud, Adler, Pavlov, Watson o Skinner. Dentro de sus respectivas dimensiones, cada una de estas escuelas posee vigencia. Pero su importancia y valor auténticos se hacen visibles sólo si las situamos dentro de una dimensión más elevada, más amplia: dentro de la dimensión humana. En ésta, ciertamente, el hombre no puede seguir siendo considerado como un ser cuya preocupación básica es la de satisfacer impulsos y gratificar instintos, o bien reconciliar al ello, al yo y al superyó; ni la realidad humana puede comprenderse meramente como el resultado de procesos condicionantes o de reflejos condicionados. En dicha dimensión, el hombre se revela como un ente en busca de sentido; una búsqueda que, realizada en vano, es origen de muchos males de nuestra época. Un psicoterapeuta que rehuse a priori escuchar “la voz que clama en demanda de sentido”, ¿cómo podrá enfrentarse con la masiva neurosis de nuestros días?

Estoy seguro que en mis trabajos y libros, incluyendo el presente, hay muchas cosas que parecerán, al menos a primera vista, trasnochadas. Mas estoy igualmente seguro de que algunas de ellas conservan actualidad. Basta considerar la aparición y persistencia, en todo el mundo, de un sentimiento de ausencia de sentido. Si ésta es la neurosis masiva de los años setenta de nuestro siglo, puedo asegurar que yo predije ya su aumento y difusión en los años cincuenta, y que antes aún, en los años treinta, propuse una terapéutica de la misma. Y lo afirmo con toda humildad.

VIKTOR E. FRANKL

Viena, en el primer día de primavera de 1977.