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A veces la iluminación se da de forma espontánea o, como experimentó Ram Dass, en un intenso momento de apertura. Pero lo más común es que tenga lugar cuando con la práctica diaria pulimos el espejo del corazón y vemos más allá de la ilusión de nuestros pensamientos y emociones transitorios, hasta el enorme y luminoso paisaje de nuestra verdadera naturaleza. Durante cinco décadas, Ram Dass ha explorado las profundidades de la conciencia y el amor, y les ha dado vida para que presten servicio a otros. Con Puliendo el espejo, reúne sus enseñanzas esenciales para vivir en el eterno presente, aquí y ahora.os lectores encontrarán en estas páginas una rica combinación de sabiduría perenne, humor, historias y una guía detallada de las prácticas espirituales de Ram Dass, incluidos: o Bhakti Yoga: abrir nuestros corazones al amor incondicional. o Prácticas para vivir, envejecer, morir y aceptar el flujo natural de la vida. o Karma Yoga: cómo las acciones altruistas pueden transformarnos profundamente. o Trabajar con el miedo y el sufrimiento como camino hacia la gracia y la libertad. o Guía paso a paso para el canto devocional, la meditación y la práctica de mantras, y mucho más Para quienes no conozcan las enseñanzas de Ram Dass, así como para quienes ya sean viejos amigos suyos, aquí tienen esta guía completa del explorador espiritual vanguardista para descubrir quiénes somos y por qué estamos aquí, y cómo nos convertimos en ejemplos de amor incondicional.
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Seitenzahl: 308
Veröffentlichungsjahr: 2020
Ram Dass
Rameshwar Das
Puliendo el espejo
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Colección Espiritualidad
PULIENDO EL ESPEJO
Ram Dasss Rameshwar Das
1.ª edición en versión digital: septiembre de 2020
Título original: Polishing the Mirror
Traducción: Juan Carlos Ruíz
Corrección: TsEdi, Teleservicios Editoriales, S. L.
Diseño de cubierta: Isabel Estrada
Maquetación ebook: leerendigital.com
© 2013, Love Serve Remember Foundation Título publicado por exclusiva licencia de Sounds True, Inc. USA
(Reservados todos los derechos)
© 2020, Ediciones Obelisco, S.L.
(Reservados los derechos para la presente edición)
Edita: Ediciones Obelisco S.L.
Collita, 23-25. Pol. Ind. Molí de la Bastida
08191 Rubí - Barcelona - España
Tel. 93 309 85 25 - Fax 93 309 85 23
E-mail: info@edicionesobelisco.com
ISBN EPUB: 978-84-9111-659-2
Reservados todos los derechos. Ninguna parte de esta publicación, incluido el diseño de la cubierta, puede ser reproducida, almacenada, trasmitida o utilizada en manera alguna por ningún medio, ya sea electrónico, químico, mecánico, óptico, de grabación o electrográfico, sin el previo consentimiento por escrito del editor.
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Índice
Portada
Puliendo el espejo
Créditos
Breve prólogo de Rameshwar Das
Introducción. Estar aquí ahora
LA PRÁCTICA HACE POSIBLE LA PERFECCIÓN
EL CAMINO A CASA
EL GURÚ, ELIMINADOR DE LA OSCURIDAD
NINGÚN LUGAR A DONDE IR
SIMPLE VERDAD
Capítulo 1. Puliendo el espejo
CAMPOS MENTALES
NO PUEDES SABERLO; SÓLO PUEDES SERLO
MÁS ALLÁ DEL PENSAMIENTO
PERDER TU MENTE PARA GANAR TU ALMA
ILUMINACIÓN
VIGILANDO AL VIGILANTE
INSPIRANDO, ESPIRANDO
UNA MEDITACIÓN VISUAL GUIADA
Capítulo 2. Bhakti yoga, el camino de la devoción
¿CÓMO TE AMO?
EL AMOR ES UN ESTADO DEL SER
GURU KRIPA (LA GRACIA DEL GURÚ)
RELACIONES DIVINAS
MAHARAJ-JI
EL SENTIMIENTO DE LA DEVOCIÓN
HANUMAN, SIERVO DEVOTO DE RAM
Capítulo 3. Karma yoga, viviendo en el mundo
TU KARMA ES TU DHARMA
SIENDO TESTIGO DE TU PROPIO MELODRAMA
TODO QUEDA EN FAMILIA
RELACIONES Y EMOCIONES
LA VERDAD TE HARÁ LIBRE
TRABAJANDO CON TUS EMOCIONES
PREFIERO SER A TENER RAZÓN
FE, NADA DE MIEDO – NADA DE FE, MIEDO
FAMILIA ESPIRITUAL Y AMIGOS
Capítulo 4. Envejeciendo y cambiando
ACTITUDES CULTURALES SOBRE EL ENVEJECIMIENTO
MANEJANDO EL CAMBIO
ENVEJECER CON ELEGANCIA
LIBRE PARA SER
DEJÁNDOTE LLEVAR… DE NUEVO
SER CON LO QUE ES
Capítulo 5. Vida consciente, muerte consciente
TRATANDO CON EL MIEDO
TRATANDO CON EL DOLOR
¿QUÉ MUERE?
ESTAR CON ALGUIEN QUE SE MUERE
MUERTE CONSCIENTE
EL LUTO
LA MUERTE NOS AYUDA A RECORDAR QUE HAY QUE VIVIR PLENAMENTE
Capítulo 6. Desde el sufrimiento hasta la gracia
¿POR QUÉ HAY SUFRIMIENTO?
EL CAMINO DE LA GRACIA
CAMBIANDO TU PUNTO DE VISTA
¿ES SUFRIMIENTO O GRACIA?
FE
TODO ES PERFECTO
PRESTANDO CUIDADOS
CUIDAR DE PAPÁ
VER MÁS ALLÁ DEL SUFRIMIENTO
¿CÓMO PODEMOS AYUDAR?
COMPASIÓN
Capítulo 7. Contento de existir
DÍA DE PLAYA
UNA NUEVA CADERA
FUNCIONES PARA LAS ALMAS
SÓLO UN MOMENTO, ¡POR FAVOR!
TODO LO QUE NECESITAS ES…
MEDITACIÓN: AMO LA CONCIENCIA
SER AMOR AHORA
LA RUEDA DE LA ILUSIÓN
Capítulo 8. Practicando el practicar
HACER UN ESPACIO SAGRADO
PRÁCTICA MATUTINA
AHORA LO COTIDIANO
MEDITACIÓN
SILENCIO
BENDICIENDO LOS ALIMENTOS
KIRTAN
PEREGRINAJES
RETIRO
PALABRAS DE SERES REALIZADOS
ESCUCHANDO A TU YO
Agradecimientos
Acerca del autor y el coautor
Dedicado a Neem Karoli Baba
Este libro es un pálido reflejo de tu luz,
el brillo de una vela en comparación con el sol.
Tomando el polvo, semejante al polen, de los pies de loto de mi gurú para pulir el espejo de mi corazón,
Ahora puedo cantar el puro esplendor de Sri Ram, lo mejor de Raghus, que bendice los cuatro frutos de la vida.
No sé nada, por lo que me acuerdo de ti; Hijo del Viento; concédeme fuerza, inteligencia y sabiduría, y elimina mis impurezas y mis penas.
«HANUMAN CHALISA»,TRADUCCIÓN DE KRISHNA DAS, DEFLUJO DE GRACIA
Breve prólogo
de Rameshwar Das
En 1971, año en que fue publicado por primera vez Be Here Now (Trad. cast.: Aquí ahora. Producciones Editoriales: Barcelona, 1977), de Ram Dass, se vivió una época turbulenta. La Guerra de Vietnam provocó una serie de respuestas violentas. Entusiastas oleadas procedentes de las drogas psicodélicas, el acid-rock, una libertad sexual que se acababa de descubrir, el feminismo, la preocupación por el medioambiente y las comunas hippies de vuelta a los orígenes creaban cambios tectónicos en el paisaje existencial. La expansión psicodélica de la conciencia empezó a combinarse con el budismo, el hinduismo y la espiritualidad estilo Nueva Era para ofrecer destellos de liberación interna.
Las visiones idealistas pronto se vieron moderadas por la experiencia. Había buenos viajes y malos viajes. Las muertes de estudiantes en Kent State y de los héroes del rock and roll Jimi Hendrix, Janis Joplin y Jim Morrison supusieron enormes conmociones que llevaron a recobrar la sobriedad. Woodstock había terminado. La gran fiesta despertó la mañana siguiente, oliendo a café y necesitando ponerse manos a la obra para construir los cimientos de un cambio real.
Richard Alpert había sido, igual que Timothy Leary, profesor y colega defensor de las drogas psicodélicas en Harvard, de donde los despidieron en 1963. Después de Harvard, fundaron un centro contracultural en Millbrook, en la zona norte de Nueva York. En 1966, Alpert, el consumado psicólogo psicodélico, viajó a la India. Volvió como Ram Dass, un yogui occidental, y pronto se convirtió en el Johnny Appleseed de la espiritualidad oriental en Occidente.
Después de una segunda estancia en la India, desde 1970 hasta 1972, Ram Dass volvió al mismo camino, dando charlas sin cesar durante dos décadas y media. Una y otra vez, representó, con humor, historias y citas, la transformación occidental del «hacer que ocurra» y del «simplemente hazlo» en tranquilizar la mente y vivir el momento, estar presente, atento y amante: simplemente ser. Yendo más allá de sus experiencias anteriores, describió y manifestó en sí mismo un estado distinto del ser, transmitido por su gurú de la India. Germinaron algunas semillas espirituales. Miles de personas aceptaron el mensaje y cambiaron sus vidas en consecuencia.
La publicación de su manual de trascendencia, Be Here Now, dio lugar a una nueva nota en la cacofónica conversación cultural de los años setenta. Producida en una comuna de artistas gráficos de las montañas del norte de Nuevo México e impresa en papel para envolver de color marrón, era más una novela gráfica y una obra de arte que un texto. Cuando Be Here Now se publicó en forma de libro, fue una poderosa afirmación de esta nueva forma de ser. De repente, en el ámbito editorial convencional, se encontraba este manual contracultural para dirigir la conciencia.
Se puso de moda. La gente se lo prestaba a sus amigos y se convirtió en una especie de biblia de la Nueva Era. El mensaje de Be Here Now era como una piedra lanzada a la piscina cultural de la conciencia, y sigue extendiéndose en la jerga actual, la cultura del yoga, en los nombres de programas de radio, en una corriente de literatura de la Nueva Era que fluye por todo el mapa espiritual.
Be Here Now no fue sólo un fenómeno mediático, sino que formó parte de un cambio cultural en las conciencias. A partir de entonces, más personas se identificaron con la espiritualidad ecléctica multidenominacional. Los miembros de la generación del baby boom, que van envejeciendo, tratan más abiertamente con la vida y la muerte. El yoga ha pasado de ser un fenómeno oriental exótico a una subcultura transnacional. En la era de Internet, estar aquí ahora trasciende el tiempo y el espacio; vivimos unidos en un momento virtual. Mientras viajamos juntos por el espacio sobre una Tierra de mármol azul, crece la conciencia planetaria y se disuelven las diferencias. Como diría Ram Dass, «Ellos se están convirtiendo en nosotros».
Para millones de nosotros, Be Here Now nos abrió las puertas a nuestro ser más profundo, aclarando y calmando el tumulto de conocimiento y agitación, y ayudando a muchos de nosotros a dar el primer paso del peregrinaje hacia nuestro propio corazón. Desde la década de los sesenta, el sinuoso camino de la exploración interior nos ha conducido por muchas curvas y a algunos callejones sin salida. La visión interior sigue revelándose, y nosotros continuamos tras ella.
Be Here Now cambió nuestro punto de vista de cualquier cosa que pensáramos que estaba ocurriendo a una visión de la vida como un viaje espiritual. Una sección del mismo, el «Libro de cocina para una vida espiritual», ofrecía recetas útiles destinadas a la práctica espiritual y al yoga para occidentales. El sencillo mensaje era: «Ahora que has visto la luz, así es cómo hay que vivir en ella». Ese libro de cocina sigue siendo un recurso esencial, y el imperativo del críptico título del libro aún permanece: sé totalmente presente en el momento. Limítate a ser.
El proceso de limpiar nuestros campos mentales de desórdenes y accesorios para simplemente ser ahora es complejo y sobrecogedor. Es un juego multinivel. En cuanto te concentras en una parte del rompecabezas de tu conciencia, alguna otra cosa con la que es incluso más difícil tratar atrae invariablemente tu atención. Como dice Ram Dass: «La mente es un servidor maravilloso, pero también un dueño terrible».
Al tratar con estos numerosos niveles de mente y emoción, la imagen de pulir el espejo es una metáfora multidimensional. La propia conciencia es un vestíbulo lleno de espejos. La cualidad clave del alma humana es la capacidad para reflexionar sobre su propia existencia. La autorreflexión, la introspección, y la indagación –independientemente de cómo lo llamemos– nos llevan por numerosas capas de la cebolla de nuestro ser interior, desde nuestros pensamientos más mundanos y repetitivos, hasta estados exaltados de conciencia pura y amor incondicional, de la unidad o de la conciencia de Dios.
Esta reflexión interna puede considerarse el proceso de ser testigos –o simplemente observadores– de nuestras propias acciones, pensamientos y emociones con una actitud de tolerancia y amor. Ser testigos nos ayuda a desconectarnos de los fenómenos externos y las experiencias sensoriales, así como de nuestros discursos mentales, nuestras historias personales que ocupan nuestra atención de forma tan intensa.
Ser testigos transforma sutilmente la forma en que nos identificamos con nosotros mismos. Pasamos de ser los protagonistas de nuestras narraciones personales, cautivados por el tumulto de nuestros pensamientos y experiencias, a ver esos pensamientos y experiencias como fenómenos reflejados en el espejo tranquilo del interior de nuestro ser. De ser la estrella de nuestro propio espectáculo, pasamos a convertirnos en un cariñoso espectador de la obra.
Junto con esta transformación del lugar de nuestra propia identidad, hay un proceso de reflexión externa, ya que vemos nuestro propio ser reflejado y proyectado en todas las experiencias del mundo externo. Con una práctica espiritual paciente podemos alinear, cada vez más intensamente, nuestra experiencia externa con nuestro ser interno. Esto es el yoga: no sólo el yoga del cuerpo, sino también el yoga de la mente (jnana yoga), el yoga del corazón (bhakti yoga) y el yoga de las acciones desinteresadas (karma yoga).
Mientras los velos de la ilusión empiezan a ser más transparentes, cuando reconocemos la limitación de identificarnos tan sólo con pensamientos y experiencias, con la llamada realidad objetiva, empezamos a reflejar un estado más puro del ser. Eliminar el polvo de las impurezas y apegos del espejo de nuestro corazón-mente permite que se refleje la luz del espíritu. A medida que las capas se hacen más transparentes, la luz brilla a través de nosotros, y empezamos a vivir en un estado de conciencia menos cargado de contenido, cada vez más claro. La conciencia del corazón florece en forma de amor, compasión y sabiduría.
Pulir el espejo, este proceso de reflejarnos en nosotros mismos siendo testigos y permitiendo que nuestra vida externa se ponga en armonía con nuestro verdadero ser, se soluciona cuando nos identificamos por completo con nuestra alma y estas capas del ser se unen en nuestro corazón espiritual. Tal vez entonces haya una fase ulterior en que dejamos de experimentarnos como seres separados, cuando la paradójica relación de sujeto y objeto se funden en una unidad. Ese último paso requiere algo que sólo podemos llamar «gracia».
Tener un guía o gurú para este proceso de autorreflexión puede aportarnos la información vital que necesitamos para permanecer atentos y para evitar que nos distraigan no sólo nuestros propios desvíos mentales, sino también planos astrales y otros sutiles. Un verdadero gurú refleja nuestro ser más íntimo, nuestro verdadero Ser, porque vive en ese lugar. La amorosa conciencia del gurú de nuestro viaje, en todos los niveles, es una señal siempre presente en el camino.
Este libro sobre las enseñanzas de Ram Dass es un juego de herramientas para apaciguar la mente, abrir el corazón y profundizar en nuestra unidad. Estas enseñanzas ofrecen procedimientos útiles para estar aquí y ahora. Considera este libro una guía de viajes para el camino hacia ningún lugar, una guía útil para encontrar esa valiosa sensación de paz interior y reunión espiritual.
Los métodos son simples. El camino es sutil. Estamos juntos: ¡tan sólo a un pensamiento de distancia!
Sólo tú puedes saber por ti mismo si el pulido del espejo está funcionando. Sabrás si estás más calmado en tu interior, más cariñoso y comprensivo, más tranquilo y presente, más satisfecho con tu vida.
Como con cualquier clase de trabajo interior, hay infinitas oportunidades para el autoengaño. El ego se transforma sin esfuerzo en un nuevo ego espiritual: «¡Guau, me estoy volviendo realmente espiritual!». Ram Dass, con su humor y sinceridad sobre su propio camino y sus dificultades, es un buen ejemplo. Ojalá nos tratásemos con un grado de comprensión y paciencia igual que él, y no nos tomásemos demasiado en serio. Después de todo, no hay que cumplir nada. Sólo nos estamos permitiendo ser.
CON AMOR
RAMESHWAR DAS
Introducción
Estar aquí ahora
ESTAR AQUÍ AHORA PARECE FÁCIL, pero estas tres palabras contienen un trabajo interior para toda una vida. Vivir en el aquí y el ahora es no lamentarse por el pasado y no tener preocupaciones ni expectativas para el futuro. Estar totalmente presente en cada momento de la existencia es vivir con total satisfacción, con paz y amor. Introducirse en esta presencia consiste en residir en un estado distinto del ser, en un momento intemporal, en el presente eterno.
Una vez que tocas este estado de puro ser, nunca puedes olvidarlo por completo. Empiezas a ver cómo tus pensamientos siguen apartándote de estar en el momento. Pero el ser siempre está aquí, nunca a una distancia superior a un pensamiento. No hay nada que hacer, nada en lo que pensar. Limítate a ser: aquí y ahora.
Cuando se apaga nuestra mente pensante, toma el control lo que podríamos llamar nuestra mente-corazón, y podemos empezar a vivir con amor. El amor se abre al acto de unirse con otro ser, ya sea con otra persona o con Dios (en última instancia es lo mismo). El amor es la puerta de entrada a la unidad con todas las cosas, a estar en armonía con todo el universo. Esta vuelta a la unidad, a la sencillez de limitarse a ser, del amor incondicional, es lo que todos nosotros anhelamos. Este estado de fusión es el yoga real, o unión.
Tal vez este libro te ofrezca una nueva perspectiva desde la que puedas visualizar tu vida. Espero que consideres que vivir desde esta perspectiva es una forma más significativa y trascendente de estar en el mundo. Estar totalmente presentes con nosotros mismos y con otros seres consiste en concentrarse en lo que es realmente importante en la vida, y al hacer eso nos convertimos en más conscientes y cariñosos.
LA PRÁCTICA HACE POSIBLE LA PERFECCIÓN
Quizás ya seas un alma evolucionada que está separada del Uno sólo por la sutileza de los velos, y tu iluminación sea prácticamente instantánea. O tal vez seas un investigador más provisional cuya mente te guía de una u otra forma, y necesitas un recordatorio más constante sobre dónde reside tu verdadero Ser. Sea cual fuere tu situación kármica, ojalá este manual básico de conciencia sea un útil mapa de carreteras para ayudarte a llegar a casa. La casa es donde se encuentra el corazón.
Para la mayoría de nosotros, resulta útil dedicar algún tiempo cada día a la práctica espiritual, lo cual conlleva una programación temporal en nuestras vidas ya muy ocupadas. El camino del corazón no es complejo ni sencillo, sino que requiere tiempo y planificación. Normalmente, los mejores momentos son por la mañana temprano, mientras el mundo aún está calmado, y durante la noche, cuando finalizan las actividades del día.
Considera que ése es tu momento para explorar tu propio ser interior, para encontrar más sentido a tu vida. La práctica espiritual nos ofrece la oportunidad de volver a la innata y comprensiva cualidad de nuestro corazón y a nuestra sabiduría intuitiva. Igual que si fueras de compras para adquirir una nueva serie de ropas espirituales, prueba estas prácticas de autorreflexión, de apertura del corazón espiritual o de servicio desinteresado, y observa cómo te quedan. Después mírate en tu espejo y contempla quién eres ahora y qué funciona para ti.
Cada uno de nosotros tiene su propio camino para seguir, su propio karma. Tienes que hacer honor a tu camino único. No puedes imitar el viaje de otra persona. Escucha tu corazón para oír lo que necesitas, coge lo que puedas usar de estas prácticas y abandona el resto.
EL CAMINO A CASA
En 1961 yo tenía treinta años y me encontraba en el punto más alto de mi carrera académica. Tenía un doctorado en Filosofía por la Universidad de Stanford y era profesor de Relaciones Sociales en Harvard. Había llegado a la cima de la vida como creía que debía ser, en los ámbitos profesional, social y económico. Pero en mi interior quedaba un vacío, una sensación de que, con todo lo que tenía, aún faltaba algo. Aquí estaba yo en Harvard, la meca del intelecto. Pero cuando miraba a los ojos de mis colegas, preguntando «¿Sabes?», veía en sus ojos que no podía encontrar lo que estaba buscando.
En mi entorno social o familiar, la gente me miraba y prestaba atención a todas mis palabras porque yo era un profesor de Harvard, y suponían que yo sabía. Pero, para mí, la naturaleza de la vida seguía siendo un misterio. Sabía mucho, pero carecía de sabiduría. En este estado de insatisfacción, llenaba mi vida con todas las cosas que pensaba que quería y que se suponía culturalmente que eran satisfactorias. Comía y bebía demasiado.
Coleccionaba posesiones materiales y símbolos de mi estatus: tenía una motocicleta Triumph y un aeroplano Cessna. Tocaba el violoncelo. Era sexualmente activo. Pero estos placeres exteriores no me ofrecían las respuestas que ansiaba. En lo más profundo, no tenía sentido real de satisfacción o alegría.
Otro psicólogo, Timothy Leary, llegó al despacho que había junto al mío. Conocer a Tim fue un hecho importante en mi vida. Nos hicimos amigos. Pronto descubrí que tenía una mente brillante: brillante en el sentido de que era diferente, más propensa a mirar al mundo de forma distinta.
Un semestre, Timothy volvió de las montañas de México, donde había tomado las setas psicodélicas llamadas teonanácatl, o «carne de los dioses». Dijo que había aprendido más de esa experiencia que de toda su formación en Psicología. Yo estaba intrigado. En marzo de 1961, tomé psilocibina, una versión sintética de las setas mágicas, y todo cambió para mí. Sentí que la psilocibina me presentó a mi alma, que era independiente del cuerpo y de la identidad social. Esa experiencia expandió mi conciencia y cambió mi visión de la realidad.
Nuestras exploraciones con psicodélicos y nuestro consiguiente despido de Harvard armaron un gran revuelo en las noticias locales y nacionales, y supuso notoriedad para nosotros. En ese momento había una parte de mí a la que no le importaban los títulos y las revisiones por pares, porque los mundos que estaba explorando eran mucho más interesantes que el académico. Los psicodélicos me permitieron pasar por alto mi formación convencional y acceder a ámbitos de la mente y el espíritu que no habrían estado disponibles por otros medios. Cuando me drogaba, sentía como si ése fuera el ser que yo conocía: un ser profundo, en paz, amable y libre.
Seguí usando psicodélicos durante cinco o seis años, intentando permanecer en ese lugar de iluminación, ese lugar en el que recibía amor. Me drogaba y luego se pasaban los efectos, me drogaba y de nuevo se pasaban los efectos, tocando ese estado del amor, pero incapaz de permanecer allí. Yo quería ser libre, no drogarme. En última instancia me di cuenta de que este método no funcionaba para mí, y empecé a hundirme en una profunda desesperación.
En retrospectiva, aunque la psilocibina, así como el LSD, fue vital para mi propio despertar, los psicodélicos no son necesarios para el proceso de acceder a nuestro Ser. Pueden mostrarnos una posibilidad, pero, una vez que vemos esa posibilidad, seguir revisándola una y otra vez no sirve necesariamente para transformarnos. Como solía decir Alan Watts: «Cuando hayas recibido el mensaje, cuelga el teléfono». Al final tienes que vivir en el mundo y seguir transformándote en tu interior.
Aldous Huxley nos había regalado un ejemplar de El libro tibetano de los muertos, y me di cuenta de que Oriente ya tenía mapas de estos estados internos que nosotros estábamos explorando intuitivamente y sin puntos de referencia. Por tanto, en 1966, visité la India en busca de alguien que conociera estos planos espirituales de conciencia. Durante los tres primeros meses, viajé con un amigo que había llevado un Land Rover a Teherán y me invitó a unirme a él. Viajamos por Afganistán, Pakistán, India y Nepal en medio de una neblina de hachís. Pero era sólo otro viaje –más de lo mismo, sintiendo el subidón y después volviendo a la realidad– más de mi propia realidad, que me generaba más desesperación.
Entonces, un día en Katmandú, Nepal, en un restaurante hippie llamado el Tibetano Azul, vimos a un occidental impresionantemente alto, con el pelo rubio y largo y con barba. Llevaba ropas indias, y se dirigió a nuestra mesa y se unió a nosotros. Resultó que Bhagavan Das, surfista de veintitrés años de edad de Laguna Beach, había vivido en la India durante varios años. Después de algún tiempo con él, supe que realmente conocía la India, así que decidí viajar con él para ver lo que podía aprender.
Mientras viajábamos por Nepal y la India, intentaba contar mis habituales historias encantadoras o hacer preguntas sobre adónde íbamos. Bhagavan Das decía: «No pienses en el pasado; limítate a estar aquí ahora», o «No pienses en el futuro; limítate a estar aquí ahora». Aunque era comprensivo, no se implicaba con mis emociones. No había mucho de qué hablar. Después de varios meses de ampollas en mis pies, brotes de disentería y lecciones de hatha yoga, Bhagavan Das dijo que tenía que ir a ver a su gurú, en las laderas del Himalaya. Quería ir allí en el Land Rover, que había quedado al cuidado de un escultor indio con la orden de dármelo si yo se lo pedía. Así que fui con Bhagavan Das.
En nuestro camino hacia las colinas, nos detuvimos por la noche y salí para hacer mis necesidades. Bajo el cielo indio lleno de estrellas, pensé en mi madre, que había muerto el año anterior de cáncer de bazo. Mientras pensaba en ella, experimenté una poderosa sensación de su presencia. No se lo conté a nadie. El psicólogo freudiano que había en mí pensó: «Ahí tienes, pensando en tu madre mientras haces tus necesidades».
EL GURÚ, ELIMINADOR DE LA OSCURIDAD
Mientras conducíamos por las colinas, sabía que a Bhagavan Das le ocurría algo. Caían lágrimas por su cara, y cantaba canciones sagradas a pleno pulmón. Me senté en el borde del asiento, enojado. Me consideraba budista y no quería ver a un gurú hindú.
Llegamos a un pequeño templo situado a un lado de la carretera, y Bhagavan Das preguntó a alguien dónde estaba el gurú. Le dijeron que Maharaj-ji estaba en la colina. Bhagavan Das subió la colina corriendo, dejándome allí sentado. Todo el mundo me miraba, expectante. Yo no sabía qué hacer. No quería estar allí. No quería ver a ningún gurú. Pero, al final, impulsado por la situación social, no por mi propia elección, le seguí. Tropezaba cuesta arriba, detrás de ese gigante que corría a grandes zancadas y gritaba.
Cuando subimos la colina, llegamos a un hermoso y pequeño campo que no podía verse desde la carretera y desde el que se veía un valle. En medio del campo había un pequeño anciano bajo un árbol, sentado sobre una cama de madera y tapado con una manta. Con las nubes de fondo, componía un bonito cuadro. Yo estaba demasiado tenso como para apreciarlo. Pensé que era alguna clase de culto.
Bhagavan Das corrió y se tumbó boca abajo en danda pranam, echado sobre el suelo y tocando con sus manos los dedos de los pies del anciano. Bhagavan aún estaba llorando, y el hombre acariciaba su cabeza. Yo no sabía qué hacer. Pensé que esto era una locura. Me puse a un lado diciéndome a mí mismo: «Bueno, he venido aquí, pero no voy a tocar los pies de nadie». No sabía en qué consistía todo esto. Me sentía totalmente paranoico.
El anciano acarició la cabeza de Bhagavan Das, y después me miró a mí. Levantó la cabeza de Bhagavan Das y le dijo en hindú: «¿Tienes alguna fotografía mía?». Entre sus lágrimas, Bhagavan Das dijo que sí. Haharaj-ji le dijo: «Dásela».
Pensé: «Vaya, esto es verdaderamente agradable, este pequeño anciano va a darme una fotografía suya. Guau». Era el primer estímulo para mi ego en todo el día, y lo necesitaba de verdad.
Maharaj-ji me miró y dijo algo que se traduciría como «¿Has venido en un coche grande?». Él sonreía.
Ése era el único tema del que no quería hablar. Habíamos pedido prestado el Land Rover a mi amigo, así que me sentía responsable de él.
Aún sonriendo, Maharaj-ji dijo: «¿Me lo das?».
Empecé a decir que no era mi coche, pero Bhagavan Das se levantó y dijo: «Maharij-ji, si lo quieres, es tuyo».
Grité: «¡No puedes darle el coche! No es nuestro para poder dárselo».
Maharaj-ji me miró y dijo: «¿Ganas mucho dinero en América?».
Me imaginé que creía que todos los americanos eran ricos. Dije: «Sí, gané mucho dinero en América, en otra época».
«¿Cuánto ganaste?».
«Bueno, un año gané 25 000 dólares».
Lo calcularon en rupias y era una cantidad considerable de dinero. Maharaj-ji dijo: «¿Me compras un coche como ése?».
En ese momento pensé que nunca me habían apremiado tan rápidamente en mi vida. Crecí entre limosnas judías. Éramos buenos en agitar el árbol, pero no en esto. Me refiero a que acababa de conocer a este tipo y ya me había pedido un coche de 7000 dólares. Dije: «Bueno, quizás».
En todo momento me sonreía. Me daba vueltas la cabeza. Todos los demás reían porque sabían que me estaba engañando, pero yo no lo sabía.
Dijo que deberíamos ir y tomar prasad, «comida». Nos llevaron al pequeño templo, nos trataron como a reyes y nos ofrecieron una sabrosa comida y un lugar donde descansar. Esto tenía lugar en las montañas: sin teléfonos, sin luces, nada.
Un rato después nos llevaron ante Maharaj-ji. Él me dijo: «Ven, siéntate». Me miró y dijo: «Estuviste bajo las estrellas la noche anterior».
«Sí».
Él dijo: «Pensaste en tu madre».
«Mm… hmm. Sí».
«¿Murió el año pasado?».
«Sí».
«Se le hinchó mucho el estómago antes de morir».
«Es cierto».
«Bazo. Murió por el bazo». Él dijo «bazo» en inglés. Cuando dijo «bazo» me miró directamente.
En ese momento ocurrieron dos cosas a la vez.
En primer lugar, mi mente racional, como una computadora fuera de control, intentaba desesperadamente averiguar cómo podía saber eso. Pensé en todas las situaciones posibles en las que estaría implicada la CIA, como: «Me han traído aquí y esto es parte de su manipulación mental. O él puede tener esa información sobre mí. ¡Guau, son muy buenos! ¿Pero cómo podía saber eso? No he dicho nada a nadie, ni siquiera a Bhagavan Das…», y así sin parar. Pero, independientemente de lo impresionante que fuera, mi mente no podía manejar esto. No estaba en el manual de instrucciones. Estaba más allá de mis fantasías paranoides, y algunas de ellas eran bastante imaginativas.
Hasta entonces tenía una opinión intelectual sobre cualquier cosa psíquica o sobrenatural que ocurría. Si lo oía de segunda mano, decía, como cualquier buen científico de Harvard: «Bueno, eso es interesante. Debemos mantener la mente abierta a estas cosas. Hay algunas investigaciones interesantes sobre estos aspectos. Las estudiaré».
O, si estuviera bajo los efectos del LSD, yo, como observador, diría: «Bueno, ¿cómo sé que no me estoy inventando todo». Pero no me encontraba bajo los efectos de ninguna sustancia química, y este anciano acababa de decir «bazo». En inglés. ¿Cómo podía saber eso?
Mi mente se aceleró, intentando averiguar cómo Maharaj-ji podía saber esto. Por último, como un ordenador con un problema irresoluble, sonó la campana, se encendió la luz roja y la máquina se detuvo. Mi mente racional se rendía. ¡Simplemente hizo puf!
En segundo lugar, al mismo tiempo hubo una violenta lucha, un doloroso tirón en mi pecho y me eché a llorar. Después me di cuenta de que era mi cuarto chakra, el centro del corazón, abriéndose. Miré a Maharaj-ji y él me devolvió la mirada con amor. Me di cuenta de que sabía todo sobre mí, incluso las cosas de las que me avergonzaba, y sin embargo no me estaba juzgando. Simplemente me quería con un amor puro e incondicional.
Lloré, lloré, lloré y lloré. No estaba triste ni feliz. Lo mejor que puedo decir es que lloraba porque estaba en casa. Había llevado mi carga subiendo la colina y ahora todo estaba hecho. El viaje había terminado y yo había concluido mi búsqueda.
Toda esta paranoia salía de mí, y también todo lo demás. Me quedé con una sensación de amor y paz fantásticos. Estaba en la viva presencia del amor incondicional de Maharaj-ji. Nunca me habían querido tanto. Desde ese momento, todo lo que quería era tocar los pies de Maharaj-ji.
Después, Maharaj-ji me dio un nombre espiritual, Ram Dass, que significa «siervo de Dios» («Ram» es una de las encarnaciones hindúes de Dios, «Dass» significa siervo). También encargó a Hari Dass Baba que fuera mi profesor para enseñarme yoga y renunciación durante los cinco meses siguientes.
NINGÚN LUGAR A DONDE IR
Durante los meses que hice mi entrenamiento como yogui en el pequeño templo de Marahaj-ji, me sentí realmente bien. Sentía como si emanara luz de mi cabeza.
En cierto momento tuve que ir a Delhi para renovar mi visado. Fui con aspecto de yogui. Tenía el cabello largo, una barba larga y mala (rosarios), y vestía de blanco. Mientras caminaba descalzo por Connaught Circus, en el centro de Nueva Delhi, sentí por todas partes el shakti, la energía espiritual. Me encantaba. Mi nuevo ego espiritual también estaba preparado para el viaje.
Cumplimenté los datos de mi visado y recogí el correo de American Express. Después fui a un restaurante vegetariano puro para almorzar. Tenía hambre, pero mantenía mi pureza de yogui. En la India tratan a las personas santas con gran respeto, pero ser un hombre sagrado blanco occidental era poco habitual. Así que yo era doblemente sagrado, y me mostraban respeto. Me miraban mientras comía. Encargué el plato vegetariano especial y comí de forma consciente y como un yogui.
Al final me sirvieron un postre que tenía dos pequeñas galletas inglesas. Sabía que no era comida yogui. Ya sabes, cuando eres puro puedes oler qué comida es pura y cuál impura. Pero dentro de mí hay también siempre un chico judío, y él quería esas galletas. Por ello, aunque yo parecía sagrado, incliné con cuidado el plato y metí las galletas en mi bolsa. Parecía como si estuviera pensando en algo sagrado. Comí las galletas en un callejón, al lado del restaurante.
Después volví a las montañas, un viaje de ocho horas en autobús, y cuando entré en el templo fui a tocar los pies de Maharaj-ji. Le miré y me dijo: «¿Te gustaron las galletas?».
SIMPLE VERDAD
Seguí esperando recibir enseñanzas esotéricas de Maharaj-ji, pero cuando preguntaba «¿Cómo puedo recibir la iluminación?», decía cosas como «Ama a todo el mundo, sirve a todo el mundo y recuerda a Dios», o «Alimenta a la gente». Cuando preguntaba «¿Cómo puedo conocer a Dios?», Maharaj-ji decía: «La mejor forma de adorar a Dios es en todas sus formas. Dios está en todas las cosas». Estas sencillas enseñanzas, amar, servir y recordar, se convirtieron en el poste indicador de mi vida.
Maharaj-ji leía los pensamientos de las personas, pero, más allá de eso, él conocía sus corazones. Eso me impresionaba. En mi propio caso, abrió mi corazón porque vi que sabía todo lo que había que saber sobre mí, incluso mis defectos más oscuros y vergonzantes, y aun así me amaba incondicionalmente. Desde ese momento, todo lo que quise era compartir ese amor.
Aunque él sabía que me hubiese gustado quedarme con él para siempre, a comienzos de la primavera de 1967, Maharaj-ji me dijo que había llegado el momento de que yo volviera a América. Me pidió que no se lo contara a nadie. Yo, en ese momento, no me sentía preparado y le contesté que no me sentía suficientemente puro. Me hizo dar vueltas y vueltas, y me miró con atención de arriba abajo. Mirándome a los ojos, dijo: «No veo ninguna impureza».
Antes de dejar la India, me dijeron que Maharaj-ji había dado su ashirvad, su bendición, para mi libro. Contesté: «¿Qué es un ashirvad? ¿Y qué libro?». Yo no había empezado a planear escribir el libro que se convirtió en Be Here Now. Be Here Now es el libro de Maharaj-ji.
Mientras estaba sentado en el aeropuerto de Delhi, esperando abandonar la India, un grupo de soldados americanos se fijó en mí. Yo tenía el pelo largo, la barba bien poblada y llevaba una larga toga blanca india que parecía un vestido. Uno de los soldados se me acercó y dijo: «¿Qué eres tú, algún tipo de yogur?». Cuando bajé del avión en Boston, mi padre, George, me recogió en el aeropuerto. Me echó un vistazo y me dijo: «Rápido, entra en el coche antes de que te vea alguien». Pensé: «Éste va a ser un viaje interesante».
Cuarenta años y un ictus casi mortal después, sigue siendo un largo viaje. Estar aquí ahora es incluso más relevante para mí. Vivir el momento, en paz con cualquier cosa que afronte, supone satisfacción. Esta práctica me permite estar presente para amar y servir a otros, y para expresar amor incondicional en el mundo. Cuando estás plenamente en el momento, este momento es todo lo que hay. Parece como si el tiempo se hiciera más lento. Cuando tu mente está tranquila, te introduces en el flujo del amor y fluyes de un momento al siguiente de forma tan natural como respirar.
Sin importar lo que surja, yo lo acojo con amor en ese mismo momento. Ésta es mi práctica de pulir el espejo para reflejar el amor de Maharaj-ji. En este momento sólo hay conciencia y amor. Si alguien me pregunta cómo entrar en su corazón, les ofrezco esta práctica: amo la conciencia.
En la India, cuando la gente se junta y después se despide, dice «Namasté», que significa:
Honro el lugar tuyo
Donde reside todo el universo.
Honro el lugar tuyo
De amor, de luz, de verdad, de paz.
Honro el lugar tuyo
Donde, si tú estás en ese lugar en ti y
Yo estoy en ese lugar en mí,
Somos sólo uno.
Namasté.
RAM DASS
MAUI
AGOSTO DE 2013
Capítulo 1
Puliendo el espejo
CAMPOS MENTALES
LA ESENCIA DEL YOGA ES LA UNIÓN es la unión o la conversión en uno con el universo. El corazón conceptual del yoga, los sutras de yoga Patanjali, comienza con «Yoga citta vritti nirodha», que significa «la conciencia unificada llega con el cese del pensamiento». Tranquilizar la mente permite manifestarse a la profundidad natural del espíritu.
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