Qué hacemos por otra cultura energética - Manuel Garí Ramos - kostenlos E-Book

Qué hacemos por otra cultura energética E-Book

Manuel Garí Ramos

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Beschreibung

Mientras nos golpea la crisis económica y social, en el horizonte asoma otra aún mayor: la crisis energética. El actual modelo, basado en la explotación intensiva e irresponsable de las fuentes de energía, y que ha hecho posible el desarrollo capitalista, toca a su fin por el agotamiento de los recursos fósiles, la competencia por los mismos, su mayor coste y los efectos ambientales derivados de un sistema ecológicamente insostenible. Las consecuencias de esta crisis serán enormes en términos económicos y sociales, pero también naturales y humanos. En el caso español se agrava por la dependencia del exterior y el mantenimiento de un modelo energético irracional e ineficiente. Estamos obligados a un cambio radical, y la salida de la actual crisis pasa también por construir una nueva cultura energética, que permita otro modelo productivo, una alternativa sostenible basada en las energías renovables, y una democratización de los recursos.

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Akal / Qué hacemos / 10

Manuel Garí Ramos, Javier García Breva, Begoña María-Tomé Gil y Jorge Morales de Labra

Qué hacemos por otra cultura energética

Diseño de portada

RAG

Nota a la edición digital:

Algunos de los proyectos artísticos mencionados en el libro ya no son accesibles en la red. No obstante, por motivos historiográficos, se mantiene la referencia a la web original.

© Manuel Garí Ramos, Javier García Breva, Begoña María-Tomé Gil y Jorge Morales de Labra, 2013

© Ediciones Akal, S. A., 2013

Sector Foresta, 1

28760 Tres Cantos

Madrid - España

Tel.: 918 061 996

Fax: 918 044 028

www.akal.com

facebook.com/EdicionesAkal

@AkalEditor

ISBN: 978-84-460-3857-3

Qué hacemos

¿Qué hacemos cuando todo parece en peligro: los derechos sociales, el Estado del bienestar, la democracia, el futuro? ¿Qué hacemos cuando se liquidan en meses conquistas de décadas, que podríamos tardar de nuevo décadas en reconquistar? ¿Qué hacemos cuando el miedo, la resignación, la rabia, nos paralizan?

¿Qué hacemos para resistir, para recuperar lo perdido, para defender lo amenazado y seguir aspirando a un futuro mejor? ¿Qué hacemos para construir la sociedad que queremos, que depende de nosotros: no de mí, de nosotros, pues el futuro será colectivo o no será?

Qué hacemos quiere contribuir a la construcción de ese «nosotros», de la resistencia colectiva y del futuro compartido. Queremos hacerlo desde un profundo análisis, con denuncias pero sobre todo con propuestas, con alternativas, con nuevas ideas. Con respuestas a los temas más urgentes, pero también otros que son relegados por esas urgencias y a los que no queremos renunciar.

Qué hacemos quiere abrir la reflexión colectiva, crear nuevas redes, espacios de encuentro. Por eso son libros de autoría colectiva, fruto del pensamiento en común, de la suma de experiencias e ideas, del debate previo: desde los colectivos sociales, desde los frentes de protesta, desde los sectores afectados, desde la universidad, desde el encuentro intergeneracional, desde quienes ya trabajan en el terreno, pero también desde fuera, con visiones y experiencias externas.

Qué hacemos quiere responder a los retos actuales pero también recuperar la iniciativa; intervenir en la polémica al tiempo que proponemos nuevos debates; resistir las agresiones actuales y anticipar las próximas; desmontar el discurso dominante y generar un relato propio; elaborar una agenda social que se oponga al programa de derribo iniciado.

Qué hacemos esta impulsada por un colectivo editorial y de reflexión formado por Olga Abasolo, Ramón Akal, Ignacio Escolar, Ariel Jerez, José Manuel López, Agustín Moreno, Olga Rodríguez, Isaac Rosa y Emilio Silva.

I. El papel social (y económico) de la energía

La energía es imprescindible para satisfacer gran parte de las necesidades humanas básicas. El largo proceso de constitución cultural y social de la especie ha ido de la mano de una creciente y compleja actividad productiva socializada, actividad que, desde los primeros pasos de la humanidad, requirió de formas cooperativas de búsqueda y explotación de diversas fuentes de energía. La energía facilita o sustituye buena parte del trabajo humano, pues permite realizar diversas tareas con menor esfuerzo y mayor eficiencia y, también, plantearse objetivos cada vez más ambiciosos.

Sociedad y energía

El control de la energía ayuda a generar las condiciones materiales de aparición de nuevas formas de libertad personal y permitenuevos grados de elección social. Ello posibilita teóricamente la ampliación del campo de opciones colectivas e individuales y la soberanía de las decisiones de la sociedad frente a los condicionantes del medioy las determinaciones materiales. La evolución demográfica es la mejor demostración de lo expuesto. Es constatable la alta correlaciónexistente entre el crecimiento de la población mundial durante lossiglosxixyxxy el dominio de las fuentes de energía y de su aplicación.

En el siglo xxi, en el debate ante la crisis global, las posiciones ecologistas afinaron los conceptos energéticos. Se abren paso las siguientes ideas: la generación de energía y su distribución tienen como fin prestar servicios energéticos, que son los que proporcionan el bienestar material, por lo que el objetivo de un sistema energético sostenible debe ser maximizar la satisfacción de las necesidades sociales de servicios energéticos minimizando la cantidad deenergía empleada y sus impactos negativos.

La crisis global de naturaleza civilizatoria que preside el sigloxxitiene cuatro dimensiones perfectamente entrelazadas: la económico-financiera, la social, la ambiental y la energética. La sociedad de personas iguales y libres, vieja y vigente aspiración emancipadora, requiere construir otra economía. Ello implica cambiar las relaciones sociales propias del actual modo de producción por otras nuevas basadas en la cooperación y no en la explotación; pero dado que la energía está en el núcleo duro del proceso productivo, el cambio social exigirá un giro de 180º en el modelo energético y, por coherencia, del conjunto del aparato productivo. Por otra parte, las renovables están protagonizando el cambio tecnológico del sigloxxi. Tal es el grado de centralidad de la cuestión energética.

Las siguientes páginas analizan la realidad energética internacional y española, y ofrecen propuestas políticas y alternativas técnicas para lograr que efectivamente la energía sea un factor de libertad humana y un motor de bienestar social.

El papel de la energía en el nacimiento y expansión del capitalismo industrial

El nacimiento y la expansión planetaria del capitalismo industrial durante los siglosxix, xxyxxihan sido el resultado de diversos factores (sociales, ideológicos, geográficos y tecnológicos), no el menor de ellos la revolución que supuso el control de la fuerza del vapor, la explotación del carbón y los descubrimientos de yacimientos de petróleo y gas y su consiguiente uso. Tanto la industria y la agricultura como el transporte o la vida cotidiana experimentaron una revolución que, ciertamente, también está en la base del crecimiento casi exponencial de la población. Casi todas las revoluciones tecnológicas que viene efectuando el capitalismo han llegado del brazo del descubrimiento de nuevas fuentes de energía o del avance en el conocimiento técnico en su aplicación. ¿Podríaconcebirse la producción generalizada de mercancías y su comercialización masiva sin combustibles? ¿Podría concebirse el mundo actual sinelectricidad?

La aportación porcentual de los sectores energéticos (y conexos) al PIB mundial, comunitario y español es creciente. Pero, a la vez, el desarrollo del capitalismo ha estado asociado a emisiones crecientes de CO2y de otros compuestos. Entre 1850 y 2007, la productividad –medida mediante el PIB mundial por habitante– se multiplicó por 9,5, mientras que las emisiones globales de CO2se multiplicaronpor 155 al pasar de 54 millones de Tm a 8.365 millones de Tm. El uso masivo de ciertas fuentes de energía es una de las causas másimportante del deterioro ambiental por los impactos negativos sobrela biosfera (lluvia ácida, cambio climático, deforestación, etcétera).

Los problemas originados principalmente por los países industrializados a causa de su modelo productivo, energético y de transporte tienen impactos especialmente negativos en los países empobrecidos (desertificación, monzones de redoblada intensidad, etc.). La inequidad social aumenta de la mano de la inequidad ambiental.

El reparto de la energía es desigual. Estamos ante una injusta paradoja: en el mundo industrializado se puede producir un colapso social por la abundancia y el derroche en el uso energético en carreteras, empresas, ciudades y hogares, a la vez que hay carencia absoluta o hambre energética en los países empobrecidos. La cuarta parte de la población mundial consume el 75% de la energía,2.000 millones de personas no tienen acceso a la electricidad y,según la FAO, 2.400 millones de personas viven en áreas donde la madera, su única fuente primaria de energía, escasea. Los países industrializados son los contribuyentes netos de emisiones y los responsables de la desaparición de bosques enteros, pero, a la vez, la pobreza está empujando a millones de seres humanos a la deforestación masiva para obtener leña, la «energía de los pobres».

La energía forma parte del núcleo central del negocio. Y, comoel conjunto de los sectores económicos importantes, tiene doscaracterísticas: experimenta una fuerte tendencia a la concentración(enlos campos de la propiedad, la operación y la gestión) y es crecientela confusión público-privado y la penetración (e interpenetración) de capitales de unos sectores en otros. Especialmente relevante es el fenómeno denominado de las «puertas giratorias»,que permite un tránsito continuado de políticos profesionales y gestores económicos entre escaños y consejos de administración.

Las fuentes de energía convencionales (carbón, gas, petróleo, uranio, etc.), desigualmente distribuidas en el planeta, son propiedad o su gestión está en manos de grandes compañías que funcionan en régimen de oligopolio, cuando no de monopolio, en connivencia, no exenta de conflictos, con sátrapas y gobernantes –con ysin legitimidad democrática–. Las empresas energéticas figuranentre las de mayor facturación en cada país y, en el ámbito internacional, las transnacionales del petróleo y el gas, denominadas las «tres hermanas» (producto de la fusión de 7 grandes multinacionales), dominan el mercado porque controlan una importante cuota del comercio total.

Esta concentración de la riqueza energética en toda la cadena de valor (de la extracción y transformación a la distribución y consumo) es una de las fuentes de inequidad social nacional e internacional, de poder político añadido y de capacidad de chantaje de lavoluntad de los pueblos. Los intereses de las multinacionales seesconden tras los generales y sus ejércitos en gran parte de los conflictos bélicos del sigloxxyxxi. Las grandes compañías mundiales de la energía son capaces de imponer sus condiciones, incluidas las bélicas, a los gobiernos nacionales y a los mercados internacionales. En el sigloxxi, como en los albores de la humanidad según el mito, quien controla el fuego, controla el clan.

II. La futura crisis global se está gestando y será energética

La componente energética de la crisis económica

En el momento en que, para algunos, la gran crisis financiera internacional de 2008 era casi un recuerdo, nuevos hechos nos devuelven a la realidad. Un sorprendente consenso internacional auspiciado por la Troika –FMI, Comisión Europea (CE) y Banco Central Europeo (BCE)– promueve, todavía hoy, que sigan aumentando las ayudas públicas a la banca por billones de euros. Mientras tanto, el mercado del petróleo sigue al alza, habiendo alcanzado en2011 el precio histórico más alto, que se ha mantenido en 2012 y enel inicio de 2013, entrando en un nuevo periodo de permanente tensión de la oferta, crecimiento de la demanda y precios elevados, como en 2008. Según la Agencia Internacional de la Energía (AIE),el monto de las importaciones de petróleo de los países de laOCDE aumentó en 200.000 millones de dólares en 2010 respecto al año anterior, alcanzando la cifra de 790.000 millones de dólares, lo quesupuso una merma del 0,5% del PIB para el conjunto de los países industrializados.

Esta doble realidad provoca dictámenes y opiniones en ocasiones sumamente contradictorios por parte de una misma entidad. La recomendación que se puede leer en numerosos informes de organizaciones internacionales insiste en la necesidad de impulsar políticas macroeconómicas estructurales diametralmente distintas a las actuales, con señales de precios y desarrollando nuevas fuentes energéticas alternativas y sostenibles. Pero, a la vez, las decisiones efectivas divergen del discurso y caminan por otros derroteros.

Respecto al segundo problema, el energético, pocas veces han coincidido los análisis de la ONU, el FMI, la AIE y el BCE tanto como en los primeros meses de 2011, al avisar al mundo de una grave cuestión: que la dependencia de los combustibles fósiles es la razón básica de los problemas que dificultan y retrasan la recuperación económica. Fatih Birol, economista jefe de la AIE, ha señalado que los precios del petróleo hacen peligrar la recuperación económica, pues el indicadoroil burden(carga de petróleo), que es el cociente entre el gasto en petróleo (precio del crudo multiplicado por demanda) y el PIB, aumentó hasta niveles que pueden dificultar la salida de la crisis económica y financiera.

Pero, en el análisis que suele hacerse de la crisis financiera de 2008, casi nunca se dice que la verdadera causa que la originó fue la subida del precio del petróleo que se inició en el verano de 2004, cuando, entre otras razones, por efecto de la guerra de Iraq iniciada un año antes, pasó de los 20 dólares por barril en 2003 a los 40dólares y siguió subiendo hasta los 147 dólares en la primavera de 2008.

La subida del crudo produjo una inflación generalizada en la economía occidental, incluidos los precios de los alimentos; para combatirla se subieron los tipos de interés y a partir de ahí se desató la ruina de las hipotecas basura que, desde EEUU, se habían vendido al resto del mundo mediante una desregulación de los mercados financieros alentada por las altas valoraciones de las agencias de calificación y la complicidad de los gobiernos, que dejaron a los especuladores la responsabilidad de velar por los intereses generales.

Lo que ocultaba la política del crecimiento por el crecimiento era la codicia de los bancos y los mercados financieros, la especulación sobre los precios de todas las materias primas energéticas y de los alimentos, y la miopía cortoplacista de los gobiernos, que solo veían su particular interés en las encuestas de coyuntura y en los plazos electorales.