Salto - Joaquín Cifuentes - E-Book

Salto E-Book

Joaquín Cifuentes

0,0
9,49 €

oder
-100%
Sammeln Sie Punkte in unserem Gutscheinprogramm und kaufen Sie E-Books und Hörbücher mit bis zu 100% Rabatt.
Mehr erfahren.
Beschreibung

Adéntrate en esta historia llena de emociones, aventuras y tiempos difíciles, donde las vueltas del destino y las acciones de los personajes te engancharán y te sorprenderán. Junto con una crítica social y sensaciones únicas, verás como, a pesar de todo lo malo, se puede salir de una complicada situación y disfrutar la vida como nunca antes. Sumérgete completamente, junto a Manuel y Ana, en esta trama que no te decepcionará y te atrapará desde el primer momento.

Soy un joven ambicioso al que le encanta crear, en concreto, sensaciones y experiencias únicas. Llevo escribiendo y creando desde los 10 años, pero después de un episodio de depresión de 3 años, he mejorado sin parar para no volver a ese sitio y poder cumplir mis objetivos y ser mi mejor versión.

Das E-Book können Sie in Legimi-Apps oder einer beliebigen App lesen, die das folgende Format unterstützen:

EPUB
Bewertungen
0,0
0
0
0
0
0
Mehr Informationen
Mehr Informationen
Legimi prüft nicht, ob Rezensionen von Nutzern stammen, die den betreffenden Titel tatsächlich gekauft oder gelesen/gehört haben. Wir entfernen aber gefälschte Rezensionen.



Joaquín Cifuentes

 

 

 

Salto

 

 

 

 

 

 

© 2023 Europa Ediciones | Madrid

www.grupoeditorialeuropa.es

 

ISBN 9791220145619

I edición: Diciembre del 2023

Distribuidor para las librerías: CAL Málaga S.L.

Impreso para Italia por Rotomail Italia S.p.A. - Vignate (MI)

Stampato in Italia presso Rotomail Italia S.p.A. - Vignate (MI)

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Salto

 

 

 

 

Dedicado a mi padre, a mi madre, a mi familia, a todos los que me han apoyado durante los tiempos difíciles y a todos esos adolescentes que se sienten perdidos y no saben qué hacer, para vosotros.

10 de ___ del ____ a las 3 y 23

Manuel ____ ____

 

 

 

Capítulo 1

 

 

 

Era un día como otro cualquiera, fui al colegio e hice todo lo que nos dijeron los profes. Llegué a casa después de una buena caminata y me tumbé en el sofá, me vi una película y me fui a la cama, cerré los ojos y justo me llegó un mensaje. Pensé: «Ufff, qué pesados», me levanté con un poco de pereza y vi que era un número desconocido, así que lo apagué, me tumbé y pensé: «¿Quién será?», me levanté otra vez y había tres mensajes.

 

HolaaaSoy carla dl coleSabs qn soy???

No¿Quién eres?

Soy la del A:)

Ah, vale¿Y quién te ha dado mi teléfono?

Una amiga :)qtal?

Bien

Q haces?

Pues tumbado en la cama que tengo sueño

JAJAJAJA, pero si son las 8 d la tarde

Ya, supongo que he hecho muchos deberes

JAJA si ami tmb me cansa mucho hacer deberesbueno t dejo q descansesBuenas noches :)

Adiós

 

La verdad que ha sido un poco rara la conversación, no sé ni quién es ni se la ve en la foto de perfil ni nada. Además, ¿por qué ha puesto tantas caras sonrientes y ha escrito tan mal?, ¿será aquella chica que me estaba mirando en el patio? No creo, ¿no?, la verdad, no me acuerdo mucho y no sé por qué estoy pensando tanto en esta tontería, vamos a pensar otra cosa. Madre mía, qué fáciles eran los deberes de mates, espero que sigan siendo así de fáciles… Podría ser la chica que siempre sale primero, antes que nuestra clase, seguramente, a veces nos miramos en el pasillo… Joder, por qué sigo pensando en esto, y por qué me estoy enfadando, no entiendo nada, vamos a dormirnos que estoy cansado.

Y así una noche entera de pensamientos, la primera de tantas, en vela, que si esto, que si lo otro, cambiando de tema y volviendo a otros con o sin sentido, lo que fuera, pero no podía parar.

 

 

 

8:15 A. M.

 

—¡¡¡MANUEEEEL!!! ¡¡¡DESPIERTA!!!

*Entra de un golpe a la habitación*

—Venga, Manuel, levanta que vamos tarde al cole, venga, venga, venga, que no llegamos, vístete ya.

—Mmmm, ¿qué pasa?, déjame dormir que tengo sueño.

—Pues qué va a pasar, que son y 20 y tienes colegio.

—Ay, es verdad, pero tengo mucho sueño, ¿me dejas quedarme hoy en casa?

—No, no, no, venga, levántate.

Y así, con un sueño que me moría, me levanté como un zombi y me vestí rápido y a la vez lento, metí todo lo que había encima de la mesa a la mochila y me fui corriendo.

Llegué a clase sin saber qué estaba pasando, como mareado y con sueño a la vez, se me cerraban los ojos y si me preguntaban algo, les decía que sí o «luego te contesto». Durmiéndome en plena clase de Inglés, la profesora me preguntó si estaba bien y le dije que no, se fue de la clase y volvió con una botella de agua y una magdalena, me la dio y me dijo que seguramente no había desayunado, lo cual era verdad, pero no era por eso por lo que me encontraba mal. Pasaron los minutos como si fueran horas y las horas como si fueran minutos, no acordándome de lo que había dicho la profe hace 5 segundos, y así, entre bostezos y miradas raras de todo el mundo, sonó la campana y salimos al patio. Salí con mi amigo, pero tenía tanto sueño que ni me acordaba que iba con él y me senté en un bordillo en una esquina del patio, con la cabeza agachada y los ojos rojos; me intenté dormir hasta que escuché una voz aguda, alcé la cabeza y era una chica, en este punto no distinguía quién era, se sentó a mi lado y empezamos a hablar. Yo le conté que no había dormido nada y alguna otra cosa con las que se empezó a reír, 30 minutos de patio charlando, entre yo diciendo cosas que ni sabía lo que estaba diciendo y ella riendo mientras contaba anécdotas que ni entendía, solo lo oía sin tener ni la más mínima idea de qué iba la conversación. Subimos a clase y todos empezaron a gritar: «¡Manuel es el novio de Carla!», todo el rato, constantemente, como una mosca que no te deja en paz, y yo solo estaba sin estar; llegó la profe, otra y otro, así 3 horas de clase sin enterarme de nada, aunque empezaba a encontrarme mejor, supongo que sería por lo que me dio la de Inglés; terminó el cole y me recogió mi madre, yo medio muerto entré en casa sin responder ninguna pregunta y me eché una siesta.

Al terminar la siesta me sentía un poco… No sé cómo describir esta sensación de no querer hacer nada, sin embargo, me animé a dar una vueltecita por aquí cerca y despejarme un poco. Iba andando por la calle y me encontré a Carla, ella me paró y no paramos de hablar, una conversación bastante larga y bastante vacía, no hay mucho que recalcar de ella, excepto por el hecho de que, de repente y sin venir a cuento, me dijo que le gustaba y que si íbamos a su casa, que estaba sola. Mientras pensaba la respuesta, mi madre subió la persiana y me despertó, no sé por qué estaba pensando en eso, la verdad, si seguramente no le guste a ninguna chica, aunque igual sí, no, no, eso es imposible, cojo el móvil para mirar la hora y veo un mensaje.

 

Holaaa

ya estas menos cansado d los deberes?? JAJAJ

 

¿Y qué le contesto yo a eso?, y así 3 minutos de pensar un mensaje. «Ufff, no, no me convence, vamos a poner otra cosa», escribiendo un mensaje y borrándolo, finalmente me decanté por un simple:

 

JAJAJAJAJAJporq has tardado tanto en contestar??

Mierda, he hecho el ridículo, vale, haz como si nada.

 

No lo sé, estaba cansado y no sabía lo que ponía

Yayaque me cuentas

NadaDescansando¿Y tú?

madre tú siempre descansando eh jajayo me aburro mazotu no??

Yo también me aburro, la verdad

ps si quieres podemos quedarsi puedesy quieres

Es que ya es un poco tarde y tampoco te conozco muchoMejor otro día

pero otro dia d verdadm lo prometes??

vale :))))))hablamos un rato??

No puedo, tengo que hacer unas cuantas cosas

Jooooopuess ya hablaremoschaoooo

Adiós

 

Vale, ¿qué cojones ha sido esa interacción?, no entiendo nada, quiere quedar con un chico al que ha visto dos veces y ni siquiera conoce, ¿y si hubiera sido un hombre de cuarenta años, qué?, en fin, las cosas de los teléfonos y esta generación; le he dicho que me iba a hacer cosas, pero en realidad me voy a quedar tumbado en la cama con el móvil o viendo la tele.

Y una tarde tranquila de pensamientos en lo que había pasado se fue volando muy lentamente, como si hubiera pasado muy rápido y muy lento a la vez; los pensamientos siguieron hasta las 2 de la mañana, cuando, finalmente, el cuerpo de Manuel no pudo más.

 

 

 

8:17 A. M.

 

—¡¡¡MANUEEEEL!!! ¡¡¡DESPIERTA QUE VAS TARDE!!!

*Entra de un golpe a la habitación y sube la persiana*

—Venga, Manuel, levanta que vamos tarde al cole, venga, venga, venga, que no llegamos, vístete ya.

—Pfff, anda, déjame 5 minutos que no he pegado ojo.

—Claro, te quedas toda la noche con el móvil, te pasa lo que te pasa, venga, levanta.

*Le tira del brazo*

—Déjame dormir, por favoooor.

—No me voy de aquí hasta que no te levantes y te vistas.

Así otra mañana con prisas y corriendo por la calle para llegar a tiempo al colegio, lo que me sorprende es cómo sigo llegando a tiempo.

Llegué al colegio muy cansado y con dolor de espalda, me senté en la silla y me quedé medio muerto, casi sin enterarme de nada, en ese momento entendí la expresión «Te entra por una oreja y te sale por la otra», porque literalmente la profesora decía algo y lo entendía en ese instante, se me borraba del cerebro para siempre y vuelta a empezar; entre cabeceada y bostezo, pasé las dos primeras clases y, gracias al Señor, llegó la hora del recreo, por fin podía comer algo para despertarme. Bajo y todos mis amigos están en un corrillo en el que no me dejaron entrar, me quedé en las afueras de la conversación, como de costumbre, y justo cuando le voy a dar un bocado a mi bocadillo me tapan los ojos y una voz femenina me pregunta:

—¿A qué no sabes quién soy?

—Pues la verdad que no.

—Venga, inténtalo.

—¿Me puedo comer mi bocadillo, por favor?

*Me quita las manos y me aleja un poco del corrillo de los amigos*

—Ay, hijo, qué soso eres.

—Perdona, pero es que ahora mismo tengo un sueño que me caigo.

—Ay, qué mono, ja, ja, ja. Para despertarte tienes que tomarte un café.

—No me gusta.

—Pues a mí me encanta.

—Pues qué suerte.

—¿Qué tal?

—Con un sueño que no sé ni cómo me llamo.

—Ja, ja, ja, ja, pobrecito. ¿Te acompaño al baño para despertarte?

—No, gracias, con mi bocadillo de jamón me vale.

—Ja, ja, ja, ja. ¿Qué os toca ahora?

—Mates, creo, aunque espero que no.

—Pues lo vas a pasar mal, ja, ja, ja, ja.

—Ya, no me lo recuerdes.

—Vete al baño y te quedas ahí un rato. Si quieres nos vamos los dos y damos una vuelta.

—La verdad que me vendría bien.

—Vale, pues luego vamos, chao.

—Adiós.

Vuelvo a mi grupo de amigos y veo a Jaime que también estaba en las afueras y me estaba mirando.

—Ey, ¿quién era esa, eh, picha brava?

—Carla creo que se llama.

—Uy, pues nos están mirando.

—Ya.

Mientras Manuel disfrutaba de su bocadillo, cruzó miradas con Carla y esta le guiña el ojo, causando que Jaime se ponga a celebrar como si fuera la Champions.

—Oooooooohhh, madre mía, cabrón, si dentro de nada os casáis.

—(Sonrojado) Cállate la boca, anda.

—Pero míralo, si estás rojo, cabrón —dice mientras tiene una sonrisa en la cara que no puede con ella.

—Por favooooor.

—¿Qué pasa?, ¿qué quieres que venga?, ja, ja, ja, ja.

Jaime, mientras no puede respirar de la risa, le hace un gesto al grupo donde está Carla para que fuera donde estaban ellos y Manuel les intenta decir que no.

—No, pero no les digas que venga, gilipollas.

—Que sí, que el amor debe triunfar.

—Pues entonces llama a tu madre.

—Sí, sí, pero primero Carla.

—Puedes parar de dar el puto cante, nos está mirando todo el patio.

—¿Te avergüenzas de tu mujer?

—Madre mía, el patio más largo de mi vida, cuánto queda, por favor, me voy al baño a pasar el rato.

—Pero no huyas, ja, ja, ja, ja.

—Cállate.

Evitando las miradas ajenas, Manuel se metió en el baño y esperó a que sonara la campana, sonó y esperó a que pasara la gente, sale y justo se encuentra a Carla que le dice:

—Luego nos vemos, espérame en la entrada del baño y nos damos una vuelta.

—Vale.

Yo me quedé atrás y vi como la gente subía las escaleras, distraído me tropecé un par de veces y llegué a clase, estaba nervioso y no sabía por qué, si el siguiente examen es en dos semanas. Por cierto, ¿aquí no hace mucho calor?, no sé si tendría que ir al baño, mejor espero un poco más que acabo de llegar.

Tras 5 minutos de tensión, Manuel ya no podía más y levantó la mano para ir al baño, se lo pidió a la profesora y le dijo que no, Manuel se enfadó bastante y protestó un poco, pero la profesora se mantuvo firme en su decisión.

Pero cómo que la profe no me deja ir al baño, ya sé que acabamos de subir del patio y me quedé allí un buen rato, pero ella no me podría haber visto, a ver, le podría decir que me encuentro mal y así igual cuela, esperaré un rato y se lo digo.

Tras 3 minutos de impaciencia, distraído y pensando en lo que iba a decir, Manuel decidió probar su nueva estrategia.

—Profe, que me encuentro muy mal. ¿Puedo ir al baño?

—¿Qué te pasa?

—Pues… que estoy mareado y me da vueltas la clase.

—Vale, pues vete al baño y échate agua en la nuca.

—Vale, gracias.

—¿Quieres que te acompañe alguien?

Mierda.

—No hace falta.

—Sí, a ver si te vas a caer por el camino.

—Que no hace falta, que estoy bien, de verdad.

—Pero ¿no estabas mareado?

—Sí, pero…

—Pues Ana, acompáñale, por favor.

Pero ¿por qué soy tan desgraciado?, espero que salga bien, madre mía, esto no puede salir bien.

A cada paso que daba, un elefante se sentaba en el pecho de Manuel, mientras Ana se preocupaba por él y le preguntaba si estaba bien intentándolo ayudar, Manuel estaba muy distraído pensando en Carla, cuando llegaron al baño, Ana pasó con él y le echó agua en la nuca, cuidando de él, al rato llamaron a la puerta del baño que habían cerrado, abren y era Carla, que con mucha ilusión se le borró de un golpe tras ver a Ana con él empapándole la nuca, Ana y Carla se echaron una mirada furtiva, Manuel estaba en medio de una guerra de miradas, hasta que soltó Carla:

—(Carla) ¿Qué haces en el baño de chicos?

—(Ana) ¿Y tú llamando?

—(Carla) Nada, porque la había visto cerrada y me había preocupado, ¿qué le pasa a Manu?

—(Ana) Está mareado y le estaba ayudando.

—(Carla) Ay, pobre, pues no te preocupes que ya le ayudo yo.

—(Ana) Me ha dicho la profe que le ayude yo.

—(Manuel) Da igual, Ana, dile a la profe que me quería quedar en el baño solo.

—(Ana) Vale…

—(Manuel) Gracias.

Ana se fue dejando a Manuel y Carla solos en el baño, tras una pequeña conversación convenciéndole de que no pasaba nada porque no les iban a pillar y que el mareo era una excusa, salieron a dar una vuelta, se quedaron parados tras salir del baño y le preguntó a Carla: «¿Y ahora qué?», Carla le miró con valentía y con un brillo en los ojos, le agarró del brazo y tiró de él mientras corría y decía: «Tú solo sígueme», mientras soltaba unas pequeñas carcajadas, dieron una vuelta por el colegio hasta llegar al polideportivo y mientras andaban para sentarse en las escaleras, Carla le preguntó:

—¿Quién era esa?

—Una de mi clase.

—¿Y por qué te ha acompañado al baño?

—Porque la profesora es tonta y cuando le he dicho que estaba mareado para que me dejara ir, ha elegido a Ana para que fuera conmigo.

—Oye, pues es una chica mona. ¿Te gusta?

—A ver, sí que es guapa y es maja, pero tampoco la conozco.

—Venga, hombre, sé me sincero, ¿te gustaría que ella fuera tu novia?

—No estaría…

Se escuchan niños gritando como si se estuvieran acercando, ambos se asoman y ven a los niños pequeños con el profe de Educación Física llegando al polideportivo, bajan las gradas muy rápido y empiezan a correr para ir a la otra puerta en la punta contraria del polideportivo, y cuando están a punto de llegar, el profesor les grita y les exige que vuelvan, siguen corriendo y el profesor sale corriendo detrás de ellos, Manuel lo ve, se le abren mucho los ojos y dice: «Corre, corre, que viene el profe corriendo», y mientras se ríen a carcajadas corren a toda velocidad por los pasillos mientras les persigue el profesor, giran en una esquina y se esconden en la primera habitación que ven, cierran la puerta y se dan cuenta de que han entrado en Secretaría, la secretaria les pregunta qué quieren y mientras balbucean un poco para que no les escuche el profesor, dicen que iban a por un hielo porque Manuel se encontraba mal, ella se levanta para coger los hielos de la neverita que tienen y suelta un comentario que les incomoda.

—Pues sí tiene que estar mal que habéis venido corriendo.

Y Manuel le contesta:

—Es para no perder clase.

Carla suelta un inicio de risa que contiene, disimulándolo con una tos algo sospechosa, Manuel le dice al oído que no se ría y que le deje hablar a él, ella empieza a reírse en bajito, la secretaria se da cuenta y les pregunta:

—¿Qué os pasa?

—Nada, nada.

—¿Sois novios?

—No —dice con vergüenza.

—Oye, pues pegáis mucho.

Los dos se sonrojan y miran al suelo, la secretaria saca los hielos y se los da.

—Aquí tienes.

—Gracias.

Los dos salen de Secretaría, sin darse cuenta se van en la dirección donde había ido el profe, siguen hablando mientras andan y distraídos ven como el profesor al final del pasillo les grita, causando que empiece a perseguirlos otra vez, pasan por el polideportivo donde están los niños que les empiezan a animar, suben corriendo lo más rápido que pueden, se paran justo en frente de las puertas de las clases haciendo como que solo están andando, se separan, entrando cada uno en su clase, Manuel entra con los hielos en la mano, contento y estirado, se da cuenta de que se supone que tiene que estar malo y se encorva rápidamente antes de que la profesora le pudiera ver, va a sentarse y la profesora le pregunta que si ya está mejor, Manuel asiente y se sienta, deja los hielos derritiéndose encima de la mesa y la profesora le dice:

—Si que has tardado, ¿no?

—Sí, es que había ido a por hielos.

—¿Y porqué no te ha acompañado Ana?

—Porque quería estar solo y se me ocurrió que igual era buena idea ir a por hielos a Secretaría.

—Bueno, lo importante es que ya estás mejor, vamos a seguir con la clase. Manuel, luego pregúntale a algún compañero lo que hemos dado mientras no estabas.

—Vale.

Mientras estaba en clase intentando respirar normal después de que estuviera corriendo por todo el colegio con la adrenalina de la persecución por el profe de Educación Física, la clase seguía, no me enteré de mucho y pasé el resto del día pensando en Carla, no pude evitar que mi mente se inundara de pensamientos y situaciones absurdas que seguramente nunca ocurrieran, tres clases después de lo acontecido sonó la campana final. Camino a casa, me vibró el móvil, mientras caminaba lo saqué y vi que era Carla, me puse contento y lo guardé, pensé: «Ahora después la contesto, voy a hacerme el interesante», mientras sonreía como un iluso y todo lo de mi alrededor era precioso, los árboles altos y con un verde radiante, el cielo azul clarito con la cantidad perfecta de nubes, unas pocas para adornar y complementar la elegancia de este color, la gente paseando a sus perros, hacía un día bastante bueno.

Tras un largo paseo que se hizo corto, Manuel llegó a su casa, comió con una sonrisa tonta que no podía borrar y se echó para atrás en el sofá, estaba muy a gusto, un sueño profundo le inundó, así que se subió a su habitación, se tumbó y apenas tumbarse se durmió, se levantó a las 6 y 30 muy tranquilamente hasta que recordó que no había contestado a Carla, dio un salto de la cama y buscó su móvil por toda la casa, después de una búsqueda a fondo lo encontró encima de la mesa del comedor, lo cogió y lo intentó encender, pero estaba sin batería, lo puso a cargar y pensó que, quizás, luego la contesto, se dio un par de vueltas por la casa y se decidió a hacer los deberes, después a ver un rato la televisión, agarró algo de picar y un refresco y se puso su serie favorita, cuando quiso darse cuenta eran las 9 y 30 y su madre le había llamado para la cena, cogió el móvil, lo encendió lo más rápido que pudo y le escribió lo primero que se vino por la cabeza.

 

Madre mia d la q nos emos salvado eh jajajajajCasi nos pillan pero creo q estamos bienAunque m an dicho q el de educa esta to enfadao y busca a ls culpablesEnviado a las 3:12 P. M.

Ya ves, jajaja, casi nos pillan, la verdad que tuvimos suerteEnviado a las 9:32 P. M.

 

Vale ya está, ahora me voy a cenar.

Manuel bajó a cenar y se dejó el móvil arriba, mientras cenaba estaba muy nervioso pensando en el teléfono, si le escribiría, por la angustia y la incertidumbre que iba in crescendo comía más rápido y en cuanto terminó, subió a toda velocidad con la esperanza de que le hubiera contestado, encendió el móvil y no había notificaciones recientes, se quedó un poco triste pero se consoló diciendo que luego le escribirá, se acostó.

Joder, qué mal, tendría que haber contestado antes, ahora se va a pensar que no la quiero hablar, espero que no se piense que soy un antipático o que no quiero ser su amigo, en cuanto me conteste la respondo inmediatamente, bueno, si no mañana le pido perdón o algo por no contestar, uy, una notificación, igual es ella, no es una tontería del tiempo, la cantidad de aplicaciones inútiles que tenemos en el móvil y no usamos, solamente las dejamos por si acaso nos apetece jugar algún día, aunque luego ese día nunca llegue, tendría que desinstalarme unas cuantas aplicaciones ahora, no, ahora no me apetece que estoy muy cansado, ya si eso mañana, otra notificación, voy a ver, no es ella tampoco, me estoy empezando a desesperar, bueno, voy a cerrar los ojos e intentar dormir, seguramente ya no me conteste, en todo caso tendría que contestarme a las 6 de la mañana o algo así, ¿no?, a ver, si ella me escribió sobre las 3 y yo la contesté sobre las 9, bueno 9 y 30 para ser exactos, tendría que ser a las… estoy empezando a delirar, otra notificación, qué pesadilla de aplicaciones inútiles que a nadie le importan, me va a dar un infarto al final, voy a ponerlo en silencio y a dormirme ya que mañana hay clase, ostras, que hay examen a segunda hora mañana, y otro después de Biología, ¡qué pereza!, pues estudio esta mañana y ya, era de Lengua a segunda, o eso creo. Vamos a ver de qué me acuerdo, entonces era sobre algo de la Ilustración, que… bueno, sí, eso y autores, ya repasaré en clase, tengo que estar descansado para el test.

Y otra noche de pensamientos vacíos que llenan unos minutos y desaparecen haciendo perder el tiempo, pensamientos inútiles que sirven para recordar que, por muy fuerte que seas, el mayor enemigo que tienes eres tú mismo, más en concreto tu cerebro, la ignorancia hace la felicidad, dicen los sabios, excepto para aquel examen de Lengua y Biología, y el resto del curso, una noche de pensamientos que hicieron a la mente estar despierta gran parte de la noche, parte que debería haber sido descansada y dormida por una persona normal.

 

 

 

8:18 A. M.

 

—¡¡¡MANUEEEEL!!! ¡¡¡DESPIERTA QUE VAS TARDE!!!

*Entra de un golpe a la habitación, sube la persiana, sacudiéndole con fuerza*

—Venga, Manuel, levanta, que hoy no llegas, venga, venga, venga, que no llegamos, vístete.

—Madre mía, qué hora es.

—Las 8 y 25.

*Le tira del brazo*

—Joder, y encima tengo examen.

—Y claro, seguro que no has estudiado, ¿no?

—Algo (en realidad nada).

Así otra mañana con prisas y corriendo por la calle medio muerto, no sabía ni cómo se llamaba, le podría haber preguntado su nombre una señora que paseaba a su caniche y le podría haber dicho tanto Rigoberto como Rafael, y lo peor de todo es que sigue llegando a tiempo.

Qué pereza estar en clase, bueno, ir al colegio en general, si no fuera porque podemos salir al final del día pensaría que fuera una cárcel, pero peor, porque te obligan a estudiar algo que te han impuesto, tal vez es más obligación por parte de tu zona responsable del cerebro, pero aun así hay que estudiarlo, y aunque hayas sido el mejor en todas las asignaturas, acabarás mendigando por trabajo, mientras que la gente innovadora, los pioneros siempre inventan cualquier cosa que le ayude a la gente, tienen una gran idea, consiguen financiación y llevan a cabo un largo proceso para hacer que sus sueños se hagan realidad. Y hablando de sueños, ahora a primera hora nos toca con nuestro profesor de Religión, yo no soy creyente, pero estoy en Religión porque nunca hacemos nada y sus clases suelen ser una charla en la que él participa el 95 por ciento de ella, pero aun así son entretenidas, el tema de hoy es la libertad, más concretamente sobre los presos y sus arrepentimientos, él puede proporcionarnos una buena idea sobre cómo es todo este asunto, ya que es cura y les da apoyo religioso, lástima que esté muy dormido para atender, entre cabeceadas y una cara de tonto pude entender que la gente que está en prisión realmente está arrepentida, a parte de algunas ovejas negras y con algún problema psicológico que otro, los presos son inocentes cuando salen de prisión, a ver, técnicamente no son inocentes, pero son menos propensos a cometer un crimen que cualquier otra persona, algunos deciden llevar el camino del Señor para su perdón y otros deciden ser perdonados por las personas a las que les han causado daños, él nos contó que organizaba reuniones con la familia o con el afectado y el criminal, simplemente para que se pidieran perdón, aunque haya asesinado a su hija, ambos necesitan ser perdonados para no llevar un lastre que nunca se soltará y hasta incluso crecerá, lo que me fascina es que son las propias familias las que se lo piden, yo personalmente creo que sería lo suficientemente fuerte para soportarlo, pero a la vez no, gente que prefiere llevar una vida de cargas a perdonar y ser libres. La verdad, me da pena el profesor de Religión, no solo porque parece un botijo, sino porque sus temas y clases son bastante interesantes, pero por la gente que no participa y por su modelo de darlas, necesitando participación del público, suelen resultar en gente durmiendo, otros hablando y haciendo deberes, yo si no tengo los deberes hechos paso de hacerlos en medio de otras clases, hay que afrontar, suelo hacer eso porque me da mucha pereza hacerlo y a la vez evitar que te pillen, además, te pierdes la clase y al final vas retrasado a todos y no te enteras. En fin, ya se va el pesado este y entra una pesada aún mayor, la profesora de Lengua, una señora que yo personalmente considero que es senil, en sus cincuenta y sin marido, como dicen en un programa que no me acuerdo: una maruja con tiempo libre y que lee es lo peor que hay en el mundo; tras haber sido acompañada de otros alumnos que le llevan su material, se sienta, se levanta, va al centro de la clase en frente de todos y se pone a contar todo lo que se le ocurre sobre lo que está leyendo del libro, proyectado detrás suyo, mira el título, explica excesivamente detallado el tema y nos cuenta curiosidades sobre los autores, con cuántos años lo escribieron o en qué tipo de casa vivían, como si vivían en una mansión, a mí qué me importa un pringado al que solo le voy a recordar para el día del examen. Tras contarnos su vida y soltar tres millones de toneladas de deberes, llega la hora del patio, debe ser que se le ha pasado por completo que hoy teníamos examen por contarnos sus cosas, le haría ilusión a la mujer. A pesar de ser un día mediocre, un día un poco malo, estoy sonriendo porque me voy a comer mi bocadillo y ya me he espabilado un poco, bajamos, desenvuelvo el bocata hecho por mi madre salivando y con la boca abierta, tiro a la basura el envoltorio y justo cuando voy a darle el primer bocado escucho un «Hola», joder, ningún día me dejan comerme el bocadillo a gusto, miro y es Carla.

—Hola.

—Oye, ¿por qué no me contestaste ayer?

—Sí te contesté.

—Ya, pero a las cinco horas.

—Es que estuve muy liado.

—¿Por qué?

—Me estaba echando una siesta y se me pasó, además tenía examen y había unos cuantos deberes.

—Vale, pero la próxima me respondes antes, ¿eh? —dice medio sonriendo y girando un poco la pierna.

—Sí, sí.

—¿De qué es el examen?

—De Lengua, pero se le ha olvidado, así que toca Biología.

—Uff, qué rollo, ¿no?

—Pues sí, a quién le importan los genes y esas cosas.

—Ja, ja, ja, sí. ¿Sabes que el de Educa nos sigue buscando?

—Pero ¿sabe que somos nosotros?

—No, creo que no, espero que no, bueno, si te pregunta, tú hazte el loco y si te pregunta dónde estabas, dices que en el baño.

—Vale.

Carla se va e intento morder mi bocadillo, pero me dan una palmada en la espalda y es Jaime, joder, macho, que no me van a dejar comérmelo.

—Ey, campeón, ¿qué tal?

—Mal.

—¿Y eso?, ¿qué pasa?, ¿te ha dejado con el calentón?, ja, ja, ja.

—Muy gracioso, hay examen y no tengo ni idea, menos mal que se le ha olvidado a la de Lengua, lo hará mañana.

—Pues ponte con estos que están repasando.

—Paso, prefiero comer.

—Qué puto gordo, ja, ja, ja, bueno, ¿y qué tal con esa?

—Bien… supongo.

—Cómo que supones, a mí me han dicho que es muy guarra.

—Vale… —me encojo de hombros e intento comer el bocata por quinta vez, o más, ya he perdido la cuenta, pero de nuevo no se calla.

—Pero cómo vas a decir solo vale, que igual en un par de días follas, cabrón.

—Ya.

—Ja, ja, ja, bueno, suerte, campeón.

Por fin, ya me puedo comer mi bocadillo… Pero ¿qué hace la de Biología?, me ha venido a mí específicamente y me pregunta: «¿Qué tal, Manuel?, ¿te lo sabes todo?». ¿Le gusta reírse de mí o qué?, pero ¿me puedo comer mi puto bocata?, que tengo hambre, joder.

—Bueno, sí, más o menos.

—Eso qué es, ¿sí o no?

—Sí, supongo.

—¿Supones?

—Ya lo veremos. ¿Es fácil el examen?

—Si has estudiado, sí.

Eso qué cojones se supone qué es, que si has estudiado 18 horas seguidas en un día es fácil o que vas a poner preguntas de la zona más escondida del libro, hija de puta.

—Pero tú tranquilo, que seguro que te sale bien.

—Ya.

Madre mía, vaya día, pero al fin me puedo comer mi bocadillo, y cuando lo voy a probar por primera vez en el día, suena la campana, pero cómo se puede ser tan desgraciado, ya me la suda, me lo voy a comer en clase, subimos y el de Matemáticas nos está esperando, nos sentamos y el profe se me queda mirando mientras me como mi almuerzo y me suelta:

—No se puede comer en clase, Manuel.

—Es que tengo hambre.

La clase se ríe.

—¿Y por qué no te lo has comido en el patio?

—Porque me han empezado a interrumpir y no he podido.

—Bueno, pues te lo comes luego.

Mientras ignoro al profe, me sigo comiendo el bocadillo y la clase sigue riendo, lo que causa que el de Mates me diga:

—¿Qué pasa?, ¿no me has oído? ¡Que dejes de comer!

—No te he oído, profe, lo siento, es que tengo mucha hambre.

—Me da igual.

—Pues a mí no que no he desayunado.

—Bueno, ¡ya está bien!

El profe se levanta y me intenta quitar el bocadillo, me levanto yo también y empiezo a huir de él mientras me lo como; mientras me persigue por la clase y mis compañeros se mueren de risa, el profe me agarra y mientras me intenta arrebatar el bocadillo, le voy dando bocados, y a falta de unas cuatro mordidas de las grandes, me lo quita y dice con recochineo: «Hombre, ya está bien»; mientras va a tirarlo a la basura le digo:

—Profe, para lo que queda, déjame terminarlo.

Me echa una mirada asesina y le da él un mordisco, la clase sin respiración y algunos tirados en el suelo se reincorporan para dar comienzo a la clase, el profesor sabe que solo dos personas van a atender a su clase y que el resto estudiarán Biología, pero lo tiene asumido, él va explicando a su bola mientras la mayoría de la clase no le hace caso, tras unos 30 minutos de duro estudio y pullitas del profesor hacia mí, que se le nota que está picado, llaman a la puerta, abren y el profesor de Educación Física y el jefe de estudios entran, examinan la clase y yo me quedo mirando extremadamente cerca los apuntes de Biología y haciendo como que copio algo; el de Educa dice: «Hay gente que se dedica en horario de clase a dar vueltas por el colegio, sabemos que los responsables están en esta clase, si ha sido tan valiente para hacer lo que hizo, que sea igual de valiente para confesar». ¿Cómo pueden saber que son de esta clase?, claro, no lo saben porque Carla es de la otra clase, solo están intentando que se delate a sí mismo el que lo hizo. Mientras susurran en la puerta, señalan en mi dirección y dicen: «Tú, ven aquí», creo que eso es a mí, pero me da igual, me voy a hacer el loco, «Qué pasa, estás sordo o qué», me quedo callado un momento con el corazón a mil y digo: «¿Yo?» y dicen: «No, tú no, el de atrás»; mientras el que estaba en diagonal se levanta, yo exhalo de alivio y se llevan al otro chico, pero justo antes de que se fueran, un chaval de gafas y muy pringado grita: «Pero Manuel se fue al baño, igual con esa excusa se dio una vuelta por el colegio», ambos adultos retroceden con el chico cogido del brazo y se me quedan mirando fijamente.

—Yo no he sido, si por eso había ido al baño, pero porque me encontraba mal, además, allí estuve solo y los culpables son dos.

—Nosotros no hemos dicho que fueran dos.

Mierda, cómo he podido ser tan imbécil, si yo creo que lo han dicho, ¿no?, estoy jodidísimo, pero por suerte Ana salta a mi rescate y dice:

—Sí lo habéis dicho.

—¿Ah, sí?, bueno, pues eso, que nos llevamos a este, seguir con vuestra clase.

Dios existe y ha mandado a un ángel a salvarme, Ana, ahora mismo le debo la vida, eso y que el que nunca hace nada y siempre se mete en líos estaba en mi clase, tengo una flor en el culo, tras estos momentos de tensión, el de Mates se da cuenta de que ya nadie le está prestando atención y hace una pregunta de la que ya sabe la respuesta:

—¿Tenéis examen ahora?

—(Toda la clase) Sí, de Biología.

—Bueno, pues lo que queda de clase os dejo estudiar.

Se sienta y se pone a hacer cosas en su ordenador, la verdad, no entiendo la finalidad de esa pregunta, técnicamente es una pregunta, pero no funciona como tal, solo es para iniciar una conversación, como cuando terminas un examen y le preguntas a alguien de tu clase cómo le ha salido, realmente no te importa, pero es mejor hablar de un tema aunque no sea interesante que el silencio abrumador, además, los dos os desahogáis y os calmáis un poco y probablemente os daréis cuenta que no os ha salido tan mal como creéis. Hablando de exámenes, quedan tres minutos para que comience el examen, me empiezo a agobiar y se me olvidan las cosas, digo, vale tengo que repasar estoy y lo otro rápidamente, joder y esto también para acordarme; en ese caos mental entra la de Biología y dice: «Todo fuera de la mesa que vamos a empezar», yo recojo todo rápido y me intento mantener lo más entero que puedo mientras la clase entera está gritando: «No, no» y a repasar conceptos a una velocidad inhumana y excesivamente alto, los decibelios de mi clase cuando va a empezar un examen deben llegar al menos a los 120, no sé de decibelios, pero aproximadamente será así, me pregunto a cuánta distancia se podrá escuchar, al menos a un kilómetro, bueno, vamos a concentrarnos.

Y en lo que Manuel se concentra y la profesora reparte los exámenes de la maldición, o al menos parecía eso por los gritos de la clase, se callan todos en cuanto el primer examen toca la mesa, de repente todo se calla y solo está la profesora andando en cámara lenta repartiendo terror y miedo a toda la población de 3ºA, Manuel hace el examen lo mejor que puede y siempre menospreciándose a sí mismo, piensa que va a suspender, pero con confianza entrega el examen.

Este examen ha sido una mezcla entre pensamientos pesimistas y optimistas de Carla, el test y distracciones que rápidamente conducían mi mente al examen y tras un rato volvían, era como si por un par de pensamientos estuviera en piloto automático, estaba escribiendo lo que creía que era la respuesta y cuando reconducía mi mente al examen se me reiniciaba el cerebro y no sabía lo que estaba escribiendo, tenía que leerlo y tras mirarlo confundido me acordaba y terminaba la pregunta impecable, seguramente sea un 7 o más, pero también habré suspendido, no sé, estoy feliz con mis respuestas, pero son mis respuestas, por eso no me fío mucho, pero bueno, esperemos que haya suerte.

Tras un largo día en el colegio, Manuel volvió a su casa, por el camino podía apreciar el cielo azul y las nubes que se iban acumulando, una cantidad de calor buena para ir en manga larga y no pasar calor ni frío, una extensa caminata hasta llegar a su hogar, entró, saludó a su madre, comió rápidamente y un poco nervioso por el examen y se subió a su habitación.

Esta vez no me voy a echar la siesta, sí, sé que estoy loco y que probablemente no lo consiga, pero lo intentaré, qué es lo que cuenta, para completar esta compleja e inusual tarea tendré que estar en «modo reposo», que básicamente consiste en no hacer absolutamente nada y estar tumbado en la cama, teniendo la dificultad de no dormir, es lo que hacía antes pero sin dormirme a la media hora. Comienzo con el reto y según va pasando el tiempo noto como mis ojos se están secando y puedo escucharme a mí mismo parpadear, lo cual no debe de ser muy sano, así que, en vez de dormirme, voy a poner música a tope, ya me ha dejado despierto por el vecino, así que puedo verificar que es efectiva, no tengo ninguna lista de reproducción o playlist como dice todo el mundo, así que busco pop en Spotify, que lo tenía de adorno, y le doy al play a la primera lista que me aparece, es como escuchar la radio, solo que lo puedes llevar a donde quieras y tienes un anuncio entre cada 3 o 4 canciones, para estar más a gusto cierro los ojos y me pongo a reflexionar, tras reflexiones tan profundas como estúpidas pasan mi cabeza, me llega un mensaje, abro los ojos y es un mensaje de Carla.

 

Oyeeeee

Q me aburro mazo

Qdamos??

 

Vale, no entiendo el proceso mental de esta chica, la verdad, supongo que quiere conocerme, pero ¿para qué?, pero nada, seguramente sea para ser amigos, le gustará conocer gente como yo, y como a mí, cuanta más gente conozcas, menos problemas tendrás, o mejor dicho, tendrás más soluciones para tus problemas. La verdad que yo también me aburro bastante y no tengo nada que hacer, igual podríamos quedar, porque eso creo que pone en el último mensaje, ¿qué podría ser si no?, qué nos damos, de qué, de puñetazos, porque no estoy muy seguro si me ganaría, a ver, yo no soy fuerte, pero seguramente esté más fuerte que la mitad del colegio, así que no sé si podría ser eso, pero bueno, ya que me aburro y no me quiero dormir le voy a decir que sí a ver qué pasa.

 

Vale

 

Está puesto, ¿qué me contestara?, ¿me contestará acaso?, tengo el corazón a mil y no se por qué. No está contestando, igual se había confundido, joder, si es que soy tonto, no tendría que haber hecho nada, ay, un mensaje.

 

Okkkkkkk

A q hora y donde??

 

Ostras, pues al final no era tan mala idea, si es que soy la hostia, pero no sé por qué estoy tan motivado si solo es quedar, ahora bien, ¿dónde le digo que quedamos y a qué hora?, yo creo que una hora respetable son las 5, la hora perfecta, la hora de la siesta, la hora que está en medio del día, si consideras que el día acaba a las 10, no sé quién más hace eso, pero yo seguro, a esa hora es mejor quedarse en la cama aunque tengas sueño, y el lugar no lo sé, le diré un parque o algo que sea universal, en plan «el parque», que todo el mundo lo entienda, o no, mejor el pequeño lago que hay al lado del centro comercial.

 

¿A las 5 en el lago de al lado del centro comercial?

Valeeeeallí nos vemos ;)

 

Porque han sido sin mayúscula sus últimos 2 mensajes, me da un TOC increíble esa clase de cosas, escribir mal lo puedo llegar a entender, pero mayúsculas que se ponen solas tras cada mensaje es muy difícil de no ponerlas a no ser de que fueran intencionalmente, ahora que lo pienso, el lago es muy grande, además, es como una especie de parque, así que no tengo ni idea de cómo lo haremos para encontrarnos, pero eso ya se lo dejo al Manuel del futuro, tampoco la voy a petar a mensajes.

Las horas pasaban, los minutos corrían y los segundos se esfumaban en las manos de Manuel que no paraba de pensar en Carla y no podía relajarse, a la media hora de las 5 ya estaba duchado, vestido, perfumado y calzado, no paró de pensar en los 3 kilos que se había echado de colonia y se volvió a duchar para quitarse el olor, se puso desodorante, se lavó los dientes a fondo e inspeccionó cada centímetro cúbico de su cara por imperfecciones, tras motivarse en el espejo y vestirse, esperó los últimos diez minutos como si estuviera en el espacio, pasaron muy lentos y se sentía muy nervioso, a la hora menos cinco minutos salió de su casa y fue al lago, tras tropezarse con 7 objetos, acera y sus pies, llegó sano y salvo al lago.

Las 5 y 3, cinco minutos llevo esperando en el parque, tengo un ligero presentimiento de cien millones de kilos que no va a venir, qué estoy haciendo con mi vida, tendría que estar haciendo deberes o estudiando, seguramente tenga un buen futuro, pero no será por mi trabajo duro, entonces no sé por qué será la verdad, pero eso ahora a mí no me preocupa, suena a típica frase de vago, pero yo, si estoy puesto a hacer algo, lo hago. Las 5 y 4 y siguen pasando minutos en esta mentira, seguramente me estaba vacilando, no paro de mover las piernas, creo que es la primera vez que estoy tan nervioso, paso, me voy de aquí, ya me inventaré algo.

Manuel va a la salida del lago y justo cuando sale se choca con una chica.

—Ah, joder, ten cuidado.

—Ay, perdón.

Hostia, pues no era una broma, joder, ¿y ahora qué hago?

—Uy, perdona, que no te había visto.

—Nada, tranquilo, oye ¿y a dónde ibas con tanta prisa?

Mierda, estoy en un callejón sin salida, ¿qué hago?, la verdad es claramente la peor opción del lote de respuestas en las que se encuentran frases laberinto y excusas engatusantes, la típica de «me he dejado el horno encendido» no funcionará esta vez.

—Nada, es que no te veía e iba a la otra entrada a ver si estabas allí, como el parque es muy grande…

¿Sí?, ¿¡sí!?, ¡sí! Ha colado, o solamente se le haya quedado esa sonrisa de tonta por consumir sustancias ilícitas, en fin, vamos a actuar con naturalidad.

Y así un día, una tarde o una quedada, como se quiera entender, se convirtió en Manuel teniendo tropezones tontos con sus pies y el suelo, una combinación de eso y su humor espontáneo, explosivo y a veces un poco negro fue haciendo que los dos se fueran soltando un poco y con precaución, sobre todo Manuel, que ante alguna ofensiva indirecta típica de las chicas se quedó sin palabras y soltó la primera cosa que se le pasaba por la cabeza.

—Y ¿te gusta alguna chica del cole?

—Me gusta el fútbol y los macarrones.

—Ja, ja, ja, pero ahora en serio, ¿no hay ninguna que te llame la atención?

—Mmmmmm… No.

—Venga, hombre, que seguro que hay alguien. Ana es una buena chica, te acompañó al baño ese día. ¿No te renta?

Se la queda mirando con los ojos muy abiertos y ella se echa a reír.

En fin, este chico es un parado, si solo observara la situación desde un punto de vista externo… La tarde que se empezó a convertir en noche, al ser casi invierno, el frío incrementaba a medida que el sol bajaba y las farolas se encendían por la calle en la que avanzaban dos ilusos que no sabían muy bien lo que hacían, unos más que otros, pero ahí está lo divertido; según la temperatura bajaba, los músculos y mentes se volvían más perezosos, así que decidieron sentarse en un banco; tras una larga charla de cualquier tema que pensaban ser interesante, sin incluir política, la ya noche acabó de tal manera. Tras estarse en el banco y sin venir a cuento, Carla acostó su cabeza sobre los hombros de Manuel, ella se sonrojó y él estaba en modo pánico por dentro, por fuera era una roca, incluso un moái, pero por dentro, oh, por dentro, estaba colapsando toda su estructura ósea y muscular, temblando como un terremoto de nivel 10; acabó rápido la conversación que estaban teniendo, un silencio que Carla estaba disfrutando y Manuel lo disfrutaba sin saberlo, pero para él, en ese momento, estaba siendo torturado, la tortura más grande, ser engatusado, y peor aún, no saber qué hacer, estaba tan nervioso que se puso a repasar un examen de hace 2 años sobre el Imperio romano, y el resto fue una experiencia inolvidable, probablemente no lo supiera en ese momento, pero se estaba enamorando, y así es como terminó esta magnífica noche estrellada donde se podía apreciar cada gramo de maravilla, esplendor y espectáculo formado por estrellas a cientos de miles de kilómetros:

Carla dijo:

—Qué bien estamos tú y yo aquí tranquilos, bajo las estrellas, relajados, sin preocupaciones, solos los dos…

—Sí, la verdad que hace una buena noche.

Carla dejó salir un suspiro de tranquilidad y relajamiento que puso aún peor a los sistemas de control de emergencias de Manuel, tenía semejante mezcla de pensamientos que hasta pensaba en inglés por momentos; unos doce minutos más tarde de «relajamiento y estar a gusto», Manuel miró el móvil y de dio cuenta de que iba 26 minutos tarde, se levantó rápido del banco y dijo:

—Mierda.

—¡Auu!, ¿qué pasa?

—Ay, perdona, que no me acordaba que estabas ahí, voy muy tarde, mi padre me va a pegar.

—¿Te va a pegar en serio?, porque si quieres te puedes quedar en mi casa…

—No, es un decir, me voy que si no me matan.

—Vale, adiós.

—Adiós.

Tras esa despedida brusca y la rojez de Carla cuando la miró a los ojos, acabó la noche. A Manuel no le dio tiempo a sonrojar porque salió corriendo a esprint, cosa que no hubiera hecho si no estuviera a punto de haberse puesto rojo en los mofletes cual tomate, un final imperfecto, como la vida misma, no tiene por qué ser perfecta para sentir cosas extraordinarias y pasárselo en grande.

Vemos a Manuel corriendo por las calles de su ciudad, o más bien pueblo, sintiendo la brisa del aire acariciar su cara mientras sonríe como un tonto, un tonto enamorado, ya ni le importará que su pierna estuviera al borde del colapso, ni le hacía caso a su sistema cardiovascular, que dejó de existir en esos momentos, sentía cómo el frío y el aire le arropaban, cómo su ropa le mantenía cálido, pero la tranquilidad del frío y las bajas temperaturas le reconfortaban, no sentía nada, pero lo sentía todo, una carrera que no volverá a recordar, pero que será una experiencia que no se le irá nunca del disco duro, se almacenará en lo más profundo de él y nunca se moverá a la papelera, seguro, donde todo lo importante debe y a la vez no asegurarse, solo instintos de hacer lo correcto, esa reacción de unos instantes que no determina un equipo entero de especialistas en palabras atrapantes, sino el verdadero corazón y alma de la persona, una decisión que determina quién eres, una decisión que te define.

 

 

Capítulo 2