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En un mundo lleno de desafíos emocionales y físicos, "Sanidad Integral" ofrece un enfoque transformador para alcanzar el bienestar. Este libro fusiona principios bíblicos, psicológicos y neurocientíficos para explicar cómo el equilibrio entre espíritu, alma y cuerpo es esencial para la salud. A través de conceptos prácticos y escrituras profundas, aprenderás a identificar las raíces de tus emociones, renovar tu pensamiento y descubrir la plenitud en todas las áreas de tu vida. ¡Un camino hacia una vida abundante y conectada con tu propósito!
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Seitenzahl: 108
Veröffentlichungsjahr: 2025
HILDA MARIANA DEL ROCÍO MOLINAS
Molinas, Hilda Mariana del RocíoSanidad integral sanando espíritu alma cuerpo / Hilda Mariana del Rocío Molinas. - 1a ed. - Ciudad Autónoma de Buenos Aires : Autores de Argentina, 2025.
Libro digital, EPUB
Archivo Digital: descarga y online
ISBN 978-987-87-6016-2
1. Autoayuda. I. Título.CDD 158.1
EDITORIAL AUTORES DE [email protected]
Prólogo
Agradecimientos
¿Por qué buscamos sanar?
Separación
Homeóstasis biológica
Hablemos del Espíritu...
Somos lo que pensamos…
LEYES… escriturales o universales
Emociones…
Lo que resistes, persiste…
Se multiplican más que la arena...
Lo contrario a la “distracción” es la “atención” (enfoque)
Estrés...
Toda enfermedad empieza por la condición del espíritu
Voluntad, capacidad para decidir
Cuando al cerebro le falta voluntad
Conociendo la voluntad de Dios
Cuerpo humano
Todo lo que existe puede ser alterado
La vida está en la sangre
La sanidad es la voluntad de Dios
Hablamos lo que creemos
Patrón neurológico
La glándula pineal
Somos lo que comemos
Enfermedades…
Matriz extracelular
Consejos para padres: salud cerebral para sus hijos
Ciclos del pensamiento
Bibliografía y referencias
En un mundo cada vez más frenético y exigente, la búsqueda de la salud y el bienestar se ha convertido en una necesidad universal.
En estas páginas, te invito a explorar un viaje hacia la sanidad integral del ser humano, un viaje que nos llevará más allá de la misma ausencia de la enfermedad y nos introduciremos en el reino de la plenitud espiritual, emocional y física, conforme a las escrituras.
A lo largo de este libro, descubriremos principios fundamentales y herramientas que nos guiarán hacia una vida de sanidad significativa.
¿Estás listo para embarcarte en este viaje hacia una sanidad integral? ¡Acompáñame en esta exploración que cambiará tu forma de entender la salud!
Quiero comenzar estas páginas con un profundo agradecimiento a mi Padre eterno. Su amor y misericordia como faro en la creación de este libro. A lo largo del camino y en esos momentos de incertidumbre, fue quien me sostuvo, siendo fortaleza en mi debilidad sus palabras, fuente de inspiración es y será siempre “Su Reino”.
Este libro no habría sido posible sin el mayor autor de la sanidad y por eso, dedico estas palabras con gratitud eterna.
Agradecimiento a mi familia.
¡Sí a todos ustedes! Mi sostén, mi fuente de paciencia y aliento inquebrantable a lo largo del camino.
A mi amado esposo, Leonardo Erices, mi amigo, mi compañero de vida. A mis hijos, David Lucas, Sol, Julie, Mia, Dara, les dedico mi corazón.
A mi madre Hilda Ruiz, por su amor inmedible “reflejo de Dios” y a mis hermanos, porque pesa la unidad de Cristo en cada uno. No puedo dejar de mencionar a quien extraño hasta el reencuentro, mi papá Tito Molinas que junto al Señor Jesús preparan el banquete de bienvenida.
A tantos amigos que sin nombrarlos hicieron a mi andar un peregrinaje elevado de riquezas y fundamentos.
La fe de ustedes y amor incondicional han sido el motor que dio impulso a cada desafío.
La sanidad nos permite vivir una vida plena y disfrutar de un mayor bienestar. Cuando estamos sanos, podemos llevar a cabo nuestras metas y sueños.
Superar el sufrimiento: La enfermedad, el sufrimiento físico, emocional o espiritual son una parte inevitable de la vida en algún momento.
Buscamos la sanidad para superar o aliviar el sufrimiento y recuperar nuestra calidad de vida.
La sanidad contribuye a una vida más liviana y activa. Buscamos vivir más tiempo para experimentar más, aprender, crecer, disfrutar de la compañía de nuestros seres queridos y ver realizadas nuestras metas y proyectos.
La sanidad nos permite alcanzar nuestro máximo potencial. Cuando estamos sanos, tenemos más energía y capacidad para perseguir aquellos objetivos a los cuales aspiramos.
La sanidad no se limita solo al organismo físico; de hecho comienza en nuestro ser interior, el espíritu y el alma decantando en el ser exterior, el cuerpo.
Buscamos sanidad para mantener un equilibrio armonioso entre estos aspectos esenciales de nuestra existencia.
Estar sanos nos capacita para ser productivos en la sociedad, cuidar de nuestras familias y comunidades, contribuyendo al bienestar colectivo.
En resumen, buscamos la sanidad porque es un camino hacia una vida abundante y más conectada con nuestro propósito sobre este plano terrenal. Es un aspecto de búsqueda esencial de la experiencia humana.
Una pregunta recurrente que me hacen en distintos ámbitos es: ¿esta enfermedad es para medicar o es espiritual?
Y de inmediato me surge la necesidad de llevar esa pregunta al origen de nuestra composición: el cual consiste en saber que integramos nuestro espíritu con un alma dentro de un cuerpo. ¿Cómo podemos fragmentar lo que somos?
<Y el mismo Dios de paz os santifique por completo; y todo vuestro ser, espíritu, alma y cuerpo, sea guardado irreprensible para la venida de nuestro Señor Jesucristo>. 1 Tes: 5:23 RV60
Te animo a reflexionar juntos.
Si pudiéramos anular la operancia del espíritu, ¿quién gobierna? o de apagar el alma un momento, ¿en qué me transformo?, y si me separo del cuerpo, ¿podría tomar acción sobre este plano terrenal?
Ciertamente no podría funcionar en ningún plano. ¿Por qué entonces creo que puedo fragmentarme para buscar la sanidad y sentir plenitud en consecuencia?
Nuestro ser se define por la fuente de donde proviene. El intento de fragmentarlo produce un desequilibrio atroz que prontamente se verá reflejado en él.
El ser humano es el único creado para operar en dos dimensiones simultáneamente. La razón de esto es que el hombre es un “espíritu encarnado”.
Para que lo espiritual y lo terrenal puedan funcionar unidos, es necesario un elemento que los comunique entre sí.
Este elemento es el “alma”. Génesis 2.7: <Entonces Jehová Dios formó al hombre del polvo de la tierra, y sopló en su nariz aliento de vida, y fue el hombre un ser (alma) viviente>.
El cual nos conecta a entender y procesar tanto el mundo espiritual como el mundo natural.
Somos la única creación con una composición tan influyente en las distintas dimensiones.
Por mucho tiempo la idea de dualidad en la cual hemos crecido y desarrollado provocó mucho desorden y a consecuencia recibimos sus resultados. Cuerpos enfermos y devastados por desórdenes en sus funciones y por otro nos hemos jactado diciendo que la vida espiritual se encuentra en óptimas condiciones a su vez.
Esta dualidad dice que puedo accionar en un plano natural de una manera y estar en una muy distinta interiormente... veremos qué consecuencias trae.
Isaías: 53.4-5. “Ciertamente llevó Él nuestras enfermedades y sufrió nuestros dolores, y nosotros le tuvimos por azotado, por herido de Dios y abatido. Mas Él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre Él, y por sus llagas fuimos NOSOTROS CURADOS”.
Te invito a descubrir este versículo para que te detengas un momento y vuelvas a leerlo. <Él llevó nuestras enfermedades, sufrió nuestros dolores>.
<Y por sus llagas fuimos NOSOTROS CURADOS>.
El principio divino dice que por medio de la muerte venció a la muerte. Por medio del dolor, llevó el dolor.
Por medio de su cuerpo traspasado, molido, unió al cuerpo y lo sanó. El cuerpo tiene el poder de llamar a sí mismo todo lo que pertenece a él.
<Porque por cuanto la muerte entró por un hombre, también por un hombre la resurrección de los muertos. Porque así como en Adán todos mueren, también en Cristo todos serán vivificados> 1 Corintios 15:21-22.
Toda enfermedad comienza en una condición del espíritu. Adán y Eva vivían en perfecta salud hasta el momento en que la muerte entró en ellos. Es a partir de ahí, que el pecado se establece y comienza el proceso en deterioro.
La condición de muerte y enfermedad no entró por un virus o alguna otra causa, sino por el espíritu del hombre que perdió la unidad con el Padre.
¿Pero cómo podemos entender esto?
Permíteme a continuación exponer varios puntos importantes.
El organismo está diseñado para funcionar en armonía (pleno equilibrio), así también todo nuestro ser ESPÍRITU - ALMA - CUERPO.
Cuando un daño ocurre en una de estas fases, las demás se ven consecuentemente afectadas.
El ser humano no debería de fraccionarse en partes, sino comprender que es un espíritu conectado al alma portando cuerpo (alma viviente) con varias funciones que se interrelacionan conformando así un mismo ser.
“Somos espíritu, administramos el alma y nuestra habitación es el cuerpo“. La salud viene del fluir de la vida en la comunión de estas fases.
Todo lo espiritual opera en lo natural por medio del hombre, tal es este principio que Dios mismo opera en lo natural por medio de un hombre (Jesucristo).
Espíritu humano: es en hebreo (NESHAMA) y en griego (PNEUMA) da un significado como: viento fuerte, ráfaga o inspiración.
Neshamah es la fuente de vida que vitaliza la humanidad (Job 33:4). El espíritu de Dios me hizo, y el soplo del Omnipotente me dio vida.
Es el espíritu intangible e invisible que gobierna la existencia.
(1 Corintios 2:11): “Porque ¿quién de los hombres sabe las cosas del hombre, sino el espíritu del hombre que está en él? Así tampoco nadie conoció las cosas de Dios, sino el Espíritu de Dios”.
*Eclesiastés 12:7: “Y el polvo vuelva a la tierra, como era, y el espíritu vuelve a Dios, quien lo dio”.
*Job 34:14-15: “Si él pusiese sobre el hombre su corazón, y recogiese así su espíritu y su aliento, toda carne perecería juntamente y el hombre volvería al polvo”.
*Salmo 104:29-30: “Escondes tu rostro, se turban; Les quitas el hálito, dejan de ser, y vuelven al polvo. Envías tu Espíritu, son creados, y renuevas la faz de la tierra”.
Es por el espíritu humano que tenemos libre albedrío que ninguna otra criatura en la Tierra posee. El espíritu humano fue dañado en la caída. Cuando Adán pecó, su capacidad de comunión se rompió, desde entonces el espíritu humano ha soportado los efectos de la caída.
Antes de la salvación a través de Cristo, una persona se caracteriza espiritualmente muerta (Efesios 2:1-5) (Colosenses 2:13) (2 Corintios 4:16); Pero como el espíritu humano fue insuflado divinamente en el primer hombre (Adán). Así el Espíritu Santo fue insuflado en los primeros discípulos Juan 20:22 y Hechos 2:38.
Adán fue vivificado por el aliento de Dios y nosotros como nueva creación en Cristo estamos vivificados espiritualmente por el “ALIENTO DE DIOS”, el “Espíritu Santo”. 2 Corintios 5:17, Juan 3:3, Romanos 6:4.
A través de Cristo, el Espíritu Santo de Dios se une a nuestro espíritu de maneras que es difícil de comprender. El apóstol Juan dijo: “En esto conocemos que permanecemos en Él, y Él en nosotros, en que nos ha dado de Su Espíritu”. 1 Juan 4:13.
<El viento sopla de donde quiere, y oyes su sonido; mas ni sabes de dónde viene, ni a dónde va; así es todo aquel que es nacido del Espíritu> Juan 3:5-8.
El viento es el único elemento que se mueve separado de la tierra. Porque no es de la tierra sino del Espíritu.
Podemos ver que la tierra, el fuego y el agua están conectados con la materia perfectamente tangible, pero el viento no.
El viento tiene un depósito celestial. Los científicos pueden medir su intensidad y dirección, pero no lo que es, ni de dónde viene.
<Hace subir las nubes de los extremos de la tierra; Hace los relámpagos para la lluvia; Saca de sus depósitos los vientos> Salmos 135:7.
Los nacidos del Espíritu, han sido gestados dentro de Dios y Él los sopla y los dirige como Él quiere. Están en el cielo y en la tierra al mismo tiempo, por eso “Ven el Reino y se mueven en él”.
<Si os he dicho cosas terrenales, y no creéis, ¿cómo creeréis si os dijere las celestiales? Nadie subió al cielo, sino el que descendió del cielo; el Hijo del Hombre, que está en el cielo> Juan 3:12-13.
Cuando permitimos que el Espíritu de Dios guíe nuestras vidas: “El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu que somos hijos de Dios” (Romanos 8:16).
Espíritu: conciencia-intuición-comunión.
Alma: pensamientos-emociones- voluntad.
Cuerpo: repercusión tangible del alma y el espíritu - habitación - fisiología.
Vamos a interiorizarnos en cada concepto para un mayor entendimiento:
~ESPÍRITU~
CONCIENCIA: propiedad del espíritu humano que permite reconocerse en los atributos esenciales. Da el conocimiento reflexivo de las cosas y de la actividad mental que solo es accesible para el propio sujeto.
Su etimología indica que la conciencia incluye aquello que el sujeto “conoce” (Marcos 2:8).
Lucidez y claridad son sinónimos y aspectos que definen una CONCIENCIA SANA. Lo contrario es una mente entenebrecida, no hay claridad, por lo tanto, es confuso y esa confusión acarrea enfermedad que tarde que temprano, tendrá su desembocadura en el cuerpo (soma).
La conciencia es la parte del espíritu humano donde se percibe lo que es bueno y lo que es malo (De acuerdo a la conciencia serán evaluados), Mateo 7:2.