Ser padres, ser hijos - Mario Izcovich - E-Book

Ser padres, ser hijos E-Book

Mario Izcovich

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Beschreibung

La originalidad de este libro reside en el hecho de que no habla sólo de los adolescentes, sino de los padres mismos. La adolescencia de nuestros hijos pone en cuestión muchas de nuestras certidumbres y nos enfrenta a nuevas reflexiones: valores, creencias, el cambio generacional y el paso del tiempo, nuestras frustraciones... Por tanto, si bien se trata de un momento de crisis vital para los adolescentes, también supone un momento de cuestionamiento al mismo tiempo que un mundo de oportunidades para los propios padres. Convengamos que hay algo de arte en el ser padres, algo creativo, pues no hay dos padres o madres iguales y no se crían dos hijos de la misma manera. En esta obra no pretendemos, por tanto, enseñar a ser padres: cada familia es un mundo y cada una ha de realizar su propio recorrido. Este libro surge a partir de la enriquecedora experiencia de los encuentros con padres de adolescentes; padres y madres que han compartido problemáticas, dudas y temores. Hemos reunido en esta obra sus preocupaciones, pero también sus soluciones y las nuevas posibilidades de encuentro con sus hijos. Éste es un libro dirigido a padres y es también una herramienta muy útil para los profesionales que trabajen en el campo de la adolescencia, esta etapa que nos plantea tantos y tan interesantes retos.

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Seitenzahl: 178

Veröffentlichungsjahr: 2017

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© Mario Izcovich

Cubierta: Juan Pablo Venditti

Corrección: Marta Beltrán Bahón

Primera edición: febrero de 2017, Barcelona

Derechos reservados para todas las ediciones en castellano

© Editorial Gedisa, S.A.

Avda. Tibidabo, 12, 3º

08022 Barcelona (España)

Tel. 93 253 09 04

Correo electrónico: [email protected]

http://www.gedisa.com

Preimpresión:

Editor Service S.L.

Diagonal 299, entresòl 1ª – 08013 Barcelona

http://www.editorservice.net

ISBN: 978-84-16572-94-6

Queda prohibida la reproducción total o parcial por cualquier

medio de impresión, en forma idéntica, extractada o modificada,

en castellano o en cualquier otro idioma.

Índice

Agradecimientos

Prólogo

Introducción. El arte de ser padres

Sobre este libro

Ser padres en el siglo XXI

¿Qué adolescencias?

La familia ya no es lo que era, ni los adultos tampoco

Los grupos de padres: reuniones y talleres para compartir experiencias

El psicoanálisis en contacto con lo social. Una experiencia

Padres o pares

Sobre la comunicación

«Esos verdaderos niños» y las consecuencias de la tele de autoayuda

El sentimiento de culpa

Límites y sanciones

¿Dónde se compran los límites?

El significado y la eficacia del castigo

Sobre la ética del límite

La autoridad en plural

Las recompensas

Problemas en la adolescencia 2.0

Síntomas, trastornos, problemas…

Formas de sobreprotección

¿Son internet y las redes sociales un peligro?

Lo tienen todo. ¿Qué lugar hay para el deseo?

Rebeliones y actuaciones en la adolescencia

¿La sexualidad es un problema?

A modo de conclusión

Webs recomendadas

Bibliografía

«Todos hemos conocido a padres diferentes y todos hemos tenido hijos diferentes. De sangre o no. Hemos sido hechos por nuestros padres y siempre hacemos algo de nuestros hijos. Y sin embargo no somos ni como nuestros padres, ni como nuestros hijos. La herencia implica un movimiento singular entre identificación y desidentificación».

Massimo Recalcati

«Conversar es una buena idea porque, en general, no ignoramos lo mismo».

Jorge Wagensberg

A mis hijos Natalia y Gabriel, de quienes aprendo cada día.

Agradecimientos

Este libro se hizo en colaboración.

Para su realización conté con el diálogo, la lectura fina y los aportes de Verónica Bronstein, mi compañera de la vida.

La ayuda de Natalia Izcovich en la transcripción del material de las sesiones con padres.

La gente de la Editorial Gedisa, en especial Alfredo Landman, quien abrió la puerta y las ventanas a esta forma de decir sobre el tema de los padres y a Caterina da Lisca, quien me ayudó a pulir y ordenar el libro.

Agradezco además a Vladimir Reinhardt, con quien compartimos experiencias con Escuelas de padres así como maneras de trabajar.

También va mi reconocimiento a los siguientes Centros por haberme dado la oportunidad de encontrarme para conversar con padres y educadores, de quienes tanto he aprendido:

Federación de asociaciones de madres y padres de Cataluña (FaPaC), Escuela de Padres de la Coordinadora de Institutos del barrio de Gracia (Barcelona), AMPA IES Joan Fuster, AMPAIES La Sedeta, AMPA IES Princep de Viana, AMPA IES L’Alzina, AMPA IES Doctor Puigvert, AMPA IES Secretari Coloma, AMPA Escuela Secundaria Els Arcs, AMPA IES Angeleta Ferrer (Sant Cugat del Valles), AMPA Escuela Montessori - Palau (Girona), AMPA IES Camps Blancs (Sant Boi de Llobregat), AMPA Instituto Banús (Cerdanyola del Valles), AMPA Colegio Servator (Sabadell), IES Costa i Llovera, Facultad de Psicología de Blanquerna, ICE Universidad de Lleida, CEE Vil·la Joana, Escuela Decroly, Colegio Santa Dorotea, Colegio Oficial de Psicólogos de Cataluña y en especial a los muchos padres con los que hemos conversado y seguimos haciéndolo en mi consulta.

Agradezco a la Sociedad Hebraica Argentina (Buenos Aires) y las escuelas ORT (Buenos Aires), lugares donde comencé mi andadura profesional y mis primeras experiencias con padres. Así como al Hospital Borda (Buenos Aires) y el CAP de Nou Barris (Barcelona), donde tuve la posibilidad de aprender de los pacientes, de sus familias y de los colegas.

Prólogo

Freud decía, refiriéndose a los adolescentes, que se encuentran en un túnel donde tienen que cavar dos salidas simultáneamente. Por un lado, la que les llevará a asumir sus responsabilidades como adultos (estudios, familia, trabajo) y por otro, la que los constituirá como sujetos con una identidad sexual asumida. Es decir, la que les llevará a hacerse cargo de su nuevo cuerpo púber, muy distinto del infantil.

Los padres y los adultos, en general, estamos muy pendientes de la primera salida y les recordamos sus deberes como adultos futuros. No es seguro que pensemos en su segunda obligación, por la que nosotros mismos pasamos y que habitualmente se presenta como un imperativo más exigente, para ellos, que el que nosotros les planteamos.

De ahí que en ese pasaje, a veces oscuro y estrecho, encuentren falsas salidas que los atrapan en un bucle por más o menos tiempo. Una de ellas es la que los ata a un objeto del que se convierten en devotos, sea un tóxico (drogas) o una pantalla (móvil, videoconsola, ordenador). Otra es la que los frena en sus objetivos y los inhibe en sus aprendizajes (fracaso escolar) o en sus decisiones. Y la última, y seguramente la más espectacular, es la que les hace recurrir a la violencia en cualquiera de sus formas (acoso escolar, violencia filio-parental, incivismo). Son falsas salidas pero, en la mayoría de los casos, son temporales, duran un tiempo hasta que el chico o la chica encuentran su propio camino.

En ese trayecto los padres, y otros adultos (profesores, familia extensa, terapeutas), les acompañan con sus propias dificultades. También ellos tienen que salir de la infancia y «perder» esos objetos infantiles que fueron sus hijos y que ahora ya van camino de ser adultos.

Mario Izcovich, en este libro dirigido a los adultos, no da recetas sobre ese acompañamiento, pero sí propone un método, puesto a prueba durante 30 años de práctica profesional. Un método sencillo pero eficaz basado en la práctica de la conversación regular con padres e hijos. Conversar no es el bla bla bla banal que a veces practicamos para pasar el tiempo. Tampoco se trata, como señala el autor, de una terapia, si bien sus efectos beneficiosos son claros.

Se trata de conversar con otros padres, con la ayuda de un psicoanalista que provoca esa conversación e invita a los padres a testimoniar, en primer lugar, de lo que fue su propio tránsito adolescente. De esta manera pueden articular sus interrogantes actuales, sus preocupaciones sobre la educación de los hijos, con las dificultades —y las invenciones que encontraron para resolverlas— por las que ellos mismos pasaron.

El método que propone el autor parte de un firme respeto por la diversidad de estilos, formas y criterios educativos. No presupone que hay La solución, así en mayúsculas y en singular, ni tampoco La familia, y mucho menos La adolescencia ideal. Hay familia(s) y hay adolescencia(s).

Tampoco presupone que el saber hacer esté del lado del experto y la ignorancia del lado de los padres que consultan, desorientados y angustiados. No es un método unidireccional que imparte lecciones. Cada familia, cada padre y madre «saben», más allá de sus conocimientos más o menos eruditos.

El saber que cuenta para nosotros, orientados por el psicoanálisis, es el que cada uno ha ido construyendo, en buena parte de manera inconsciente —y eso lo hace todavía más operativo— respondiendo a la pregunta de ¿qué soy yo para el otro?, ¿qué lugar ocupo en su deseo? Si alguien, por ejemplo, responde a eso creyéndose imprescindible, obrará en su vida, en sus relaciones de pareja, laborales y parentales, estando siempre y sustituyendo la decisión de los otros, ya que considerará que sin su presencia la cosa no funcionará. Ese saberse imprescindible es lo que le orientará, pues, en la vida, como si fuera su GPS.

Mario Izcovich toma en cuenta ese saber, en la medida en que los padres lo ponen en juego, no para descalificarlo ni para admitirlo tal cual. Simplemente lo confronta a los dichos y hechos de los padres, a sus dificultades y a sus expectativas, señala las contradicciones y las posibilidades. Finalmente, serán ellos los que tomarán la decisión última sobre lo que quieren hacer con sus vidas y con la educación de sus hijos. El psicoanálisis no persigue el adoctrinamiento de los sujetos, tan sólo ayudarles a saber algo más sobre aquello que los causa y los agita en la vida.

En ese proceso dialógico no se evitan las dificultades, aquello que cojea en cada familia, pero el foco se pone en otro lugar. Allí donde cada uno «inventa» sus soluciones, siempre parciales y finitas, pero respuestas sintomáticas al fin que tratan de acotar y tratar los conflictos que surgen en cada uno y en los vínculos que establecen.

El autor les da todo su valor e incita a los padres a tomar las crisis como lo que son: una oportunidad de rectificar posiciones y plantearse cambios. Para el psicoanálisis el fracaso no es nunca una catástrofe. Al contrario, es la mejor manera —si uno aprende de él— para seguir viviendo y para relanzar el deseo en cualquier ámbito de nuestra vida (familiar, laboral o personal). Freud aconsejaba a los jóvenes que no se angustiasen demasiado por las rupturas sentimentales, ya que de ellas aprenderían a conocerse y eso les permitiría elegir mejor después, ya como adultos.

Ejercer de padres hoy no resulta fácil. Por un lado, las insignias de la autoridad, antaño reforzadas socialmente, están en un cierto declive. Por otro, el saber como recurso de apoyo y autoridad cada vez se desliza hacia el bolsillo de los adolescentes que lo guardan en su smartphone como un oráculo que les responde cada vez que le preguntan, las 24 horas del día. Por si fuera poco, el mercado hace tiempo que hizo una opa hostil a la familia y contraprograma sus propuestas de ocio con todo tipo de gadgets que no requieren demasiada compañía. Last but no least, los profesionales de la educación y de la salud no dejan de dar consejos, diagnósticos y predicciones, a veces contradictorios entre ellos mismos.

Parecería el apocalipsis y sin embargo todos los barómetros, desde hace años, recogen la opinión mayoritaria de que la familia sigue siendo la institución más valorada por los ciudadanos de todas las edades y clases sociales. Es una paradoja fácil de entender si aceptamos las tesis de Kant sobre la imposibilidad de educar y gobernar. Freud añadió luego la de curar. Imposible, aquí, no quiere decir que no se pueda hacer nada. Al contrario, indica que no hay manual de instrucciones ni camino ideal para ser padres y educadores. Que hay muchas cosas por hacer y que cada generación tiene sus retos educativos y debe arriesgar sus formas y sus actos. Imposible, como condición de lo posible, se opone a la impotencia, al sentimiento de fracaso vital que surge siempre cuando alguien se creyó, previamente, omnipotente, capaz de resolverlo todo.

Este libro, querido lector y lectora, es un antídoto contra las falsas promesas del adoctrinamiento y la omnipotencia. Te permite a ti, como padre, madre o adulto, hacerte cargo de tu tarea educativa, confía sin duda en que aprovecharás tu saber y el de los otros para recorrer juntos, con tus hijos, ese delicado tránsito que es la adolescencia.

José Ramón Ubieto

Introducción. El arte de ser padres

¿Cómo puedo mejorar la relación con mi hija? ¿Cómo puedo entender a mi hijo? ¿Cómo conseguir establecer vínculos sólidos? ¿Por qué nunca se interesa por los sentimientos de sus padres? ¿Cómo conseguir que colabore en las cosas de la vida cotidiana en casa? ¿Qué hacer cuando se niega a hacer lo que le pedimos? ¿Cómo controlo con quién sale? Lo que más me preocupa es el tema de la incomunicación. Mi hijo desde hace un tiempo parece otro.

Este libro surge a partir de la experiencia de encuentros con padres de adolescentes que he realizado a lo largo de los últimos años. Padres y madres que han compartido sus problemáticas, las cuales, en muchos casos —la gran mayoría— son comunes. Hemos reunido en este libro sus preocupaciones, sus impasses, sus dudas y también sus soluciones.

El propósito de este libro es provocar una reflexión. No pretendemos enseñar a ser padres. Cada familia es un mundo y cada padre o madre ha de hacer su propio recorrido. Tampoco se pretende dar soluciones ad hoc como muchos padres nos piden. Nuestro principal objetivo es que cada lector encuentre en este libro inspiración para que pueda desarrollar sus propios recursos y habilidades que les sirvan en su complicada tarea de ser padres.

En los capítulos sucesivos veremos por qué se trata de una tarea complicada, aunque estamos seguros que muchos de los lectores ya lo saben. Sin embargo, eso no significa que no sea una tarea apasionante, ni un verdadero reto.

Convengamos que hay algo de arte en el ser padres, algo creativo, pues no hay dos padres o madres iguales y no se crían dos hijos de la misma manera. Hay particularidades de cada uno que son propias y que además pueden cambiar en función del momento pero también del encuentro con el hijo. No todo depende de los padres, de modo que el encuentro y las circunstancias específicas son claves en la educación de los hijos, por esto es útil aprender a reconocerlas.

Éste es un libro dirigido a padres de adolescentes y a padres de niños que estén a punto de entrar en esta etapa de la vida, pero también dirigido a profesionales que trabajen en el campo de la adolescencia. Sin duda, se trata de una época que plantea nuevos e importantes retos, hay sustanciales descubrimientos en este momento de cambio que deja atrás la infancia, como lo señaló el filósofo Jean Jacques Rousseau:

Nacemos, por decirlo así, en dos veces: una para existir, y la otra para vivir. Una para la especie, y la otra, para el sexo [...] Pero el hombre, en general, no está hecho para quedarse siempre en la infancia. Sale de ella en la época prescrita por la naturaleza; y este momento de crisis, aunque bastante corto, tiene largas influencias [...] Éste es el segundo nacimiento de que hablaba; aquí es donde el hombre nace verdaderamente a la vida, y nada humano le es extraño. (Rousseau, 2005: 331-333).

La infancia se deja atrás, pues, por un hecho biológico, la pubertad. Sin embargo, lo que viene después, la adolescencia, es la elaboración subjetiva de estos cambios y el trayecto en el que el joven o la joven definen tanto su identidad sexual como su lugar en el mundo.

El tema que nos convoca en este libro, ser padres de adolescentes, es entonces capital. La adolescencia de nuestros hijos pone en cuestión muchas de nuestras concepciones y certidumbres. Por tanto, si bien se trata de un momento de crisis vital para los adolescentes, también supone un momento de cuestionamiento para los padres. Admitámoslo, si lo reconocemos pronto habremos avanzado mucho y para los adultos será más fácil encontrar nuevas estrategias específicas para superar esta compleja etapa. Probablemente, las herramientas de que disponían los padres y que eran útiles durante la infancia pueden no necesariamente serlo en esta nueva etapa.

Es importante que examinemos cómo nuestros hijos viven su adolescencia, pero también qué significa esto para cada uno de los padres. La adolescencia tiene consecuencias en los adultos, principalmente por dos razones:

1. Por un lado, cuestiona las creencias y las certidumbres de los padres, lo que incluye la relación de pareja, el trabajo, los modos de vida e incluso la relación con los propios padres. Las cosas eran de una manera pero la desestabilización que se produce es inevitable y el cambio de perspectiva, necesario. Son muy frecuentes los comentarios de los padres haciendo referencia a la propia adolescencia y compararla con la de sus hijos. Con su presencia, el joven pone en cuestión lo que dicen sus padres y esto supone generalmente una herida narcisista, herida que se agranda con la segunda razón.

2. La adolescencia y el brío de los hijos pone en juego la dimensión del tiempo, y obliga a los adultos a enfrentarse con cuestiones que les son nuevas como la finitud, la pérdida, el duelo; asimismo, muchas veces esta época coincide con enfermedades propias o de familiares, la muerte de algún familiar, y a menudo con el hecho de que los padres se han de ocupar de los abuelos.

No es sencillo reconocer esto. Como no es sencillo ejercer de padre. En la época actual, no son pocos los adultos que buscan renunciar a esta tarea delegando en otros, por ejemplo en los profesores de la escuela cuando se les pide que sean ellos quienes pongan límites o ejerzan la autoridad.

Los padres esperan por un lado tener hijos que sean autónomos e independientes, sin embargo, por otro lado, se espera que sigan un camino marcado, se espera que cumplan con los ideales paternos y si es necesario se interviene para que así sea.

La adolescencia produce muchas veces en los padres angustia por no saber y no entender qué les pasa a los hijos. Las más de las veces ni los adolescentes lo saben.

Constatamos que muchos adolescentes manifiestan su rebeldía, propia de la edad, a través del negativismo, el «no a todo». Es su manera de diferenciarse, de distanciarse de la familia y así construir su propia identidad. Así como el adolescente necesita separarse, el adulto también ha de hacerlo.

Hoy en día muchos adultos definen su propia identidad en función de la paternidad, es decir, a partir de lo que hacen o dejan de hacer sus hijos, de los logros, de la posición de estos últimos, una especie de narcisismo subrogado. Sin embargo, pensamos que una de las claves de una buena relación con los adolescentes pasa por distanciarse también un poco de ellos.

Se trata de encontrar cierto balance que permita a cada uno asumir su propia vida y cuidar de su espacio privado, independientemente de la relación familiar que delimita su función. Vemos muchos adultos que sienten un gran vacío cuando sus hijos se hacen mayores. Han dedicado todos sus esfuerzos en la crianza dejando poco espacio a sus propios deseos o intereses.

Encontrar ese equilibrio es indispensable y, en definitiva, no deja de ser un arte en el sentido del trabajo creativo que supone y de las habilidades que hay que adquirir para lograrlo de la manera más satisfactoria para cada uno.

Sobre este libro

Los libros sobre adolescencia que encontramos en las librerías apuntan a explicar qué le pasa a los adolescentes y a cómo deben actuar los padres. Introducen a menudo el adverbio «cómo» o palabras como «guía» o «manual». Inclusive encontramos la influencia anglosajona de modelos que llegan del mundo de la gestión de la empresa —que hoy en día lo invade todo— y que se aplican a la esfera familiar, como si la familia y los hijos funcionaran bajo el paradigma del mundo del trabajo. La mayoría de estos libros se encuentran en las secciones de libros de autoayuda, los cuales están en auge últimamente. Pero muchas veces ayudan poco o nada, pues suelen ser libros de «recetas» muy generalistas y que plantean los tópicos de la adolescencia, sin tener en cuenta la singularidad de cada uno.

Los autores de estos libros ciertamente aprovechan la desorientación e incertidumbre de los adultos para proponerles una respuesta. La gran proliferación de libros de «asesores» y «coaches», de programas de televisión, nos muestra y nos confirma en realidad que son muchos los padres en busca de ayuda, consejo y de guía, adultos confrontados con una época de valores confusos. Padres que dudan y se angustian, que sienten culpa y que no saben cómo tratarla, que desean entender a sus hijos y no encuentran la forma.

La originalidad de este libro, en cambio, reside en el hecho de que no habla tanto de los adolescentes, sino más bien de los padres mismos. Los hijos son, en efecto, una excusa para abarcar algunas de las principales inquietudes como los valores, las creencias, el cambio generacional y el paso del tiempo, los problemas, las frustraciones, entre otras.

La presente obra es el resultado de una singular experiencia de más de treinta años de trabajo durante los cuales me he ido encontrando con padres, tanto en la consulta como en escuelas de padres o talleres. Surge a partir de aquellos temas que les preocupan habitualmente, de sus dichos y de lo que piensan.

Me interesa promover la reflexión para que cada lector encuentre en segunda instancia sus soluciones específicas a los problemas particulares que les plantean sus hijos. Estamos convencidos de que serán respuestas más genuinas y que tendrán consecuencias más duraderas.

Este libro constituye una herramienta muy útil también para profesionales, sean padres o no de adolescentes, sean psicoanalistas, psicólogos, psiquiatras, pedagogos o educadores. Nos interesa la posibilidad de compartir una visión y una forma de hacer que sirva de inspiración para ser replicada en muchos otros lugares. Nos interesa promover una reflexión de cómo se trabaja con los padres, ya sea en las escuelas o en la consulta. Son espacios donde cada vez conviene más escuchar que decir. Los profesionales también tenemos nuestras certidumbres y en los encuentros con los padres deberíamos dejarlas a un lado, pensando que cada encuentro es único, y que en definitiva puede emerger un saber que no era sabido.

El contenido del libro es la consecuencia directa de los encuentros con padres en la consulta y en talleres en centros escolares, así como con educadores a través de formaciones y supervisiones. En estas páginas se intenta transmitir algo de la experiencia de lo que hacemos. Se incluye una selección de las preguntas que éstos se hacen, de las cuestiones que más se repiten, aquellas que son más representativas y que pueden aportar cierta novedad. La intención del libro es trabajar estas preguntas a partir de las reflexiones de los mismos padres, lo que he ido escuchando de lo que ellos han ido tejiendo.

Seguramente, como siempre ocurre, habrá lectores que busquen confirmar aquello que hacen bien, que sin duda serán muchas cosas. Y seguramente habrá padres que no