Sermón contra los escándalos en las caídas públicas - Luis de Granada - E-Book

Sermón contra los escándalos en las caídas públicas E-Book

Luis de Granada

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Beschreibung

Sermón contra los escándalos en las caídas públicas. Luis de Granada Fragmento de la obra Quis infirmatur et ego non infirmor? quis scandalizatur et ego non uror? Esto es, ¿quién está flaco en el espíritu, que yo no me compadezca de é?, ¿quién se escandaliza que yo no me abrase? Nuestro glorioso padre Santo Tomás en una muy devota oración, en la cual pide a Nuestro Señor muchas virtudes y gracias, una de las principales es que, siendo tantas las alteraciones y mudanzas de esta vida, nunca desfallezca entre las prosperidades y adversidades de ella, sino que en las prosperidades le dé gracias y en las adversidades tenga paciencia; y así ni en las unas se levante y envanezca ni en las otras se acobarde y desmaye. Dejemos ahora las prosperidades, pues tan fuera están nuestros tiempos de ellas, y tratemos de las adversidades de que estamos por todas partes cercados. Entre las cuales, unas son corporales, como son las guerras, hambres y mortandades; y otras espirituales, que tocan más en lo vivo, como son las herejías, que hacen guerra a la fe y los malos ejemplos y vida estragada de los malos, que perjudican las buenas costumbres. Los cuales ejemplos, que son hechos y dichos de los malos, son tan poderosos para dañar, que sus palabras cunden como cáncer y sus hechos inficionan y matan las ánimas, por las cuales Cristo derramó su sangre. Pues contra los tales dice San Bernardo: "Si el Salvador dio su sangre en precio y redención de las ánimas, ¿no os parece que le persigue más (cuanto en sí es) el que con malas palabras y malos ejemplos aparta las ánimas de su servicio que el que derrama la sangre que él ofreció por ellas? Y si el Demonio se llama homicida en el Evangelio porque mata las ánimas, incitándolas a pecar; ¿no será también homicida el que con su mala vida y mal ejemplo hace lo mismo?".

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Luis de Granada

Sermón contra los escándalos en las caídas públicas

Barcelona 2024

Linkgua-ediciones.com

Créditos

Título original: Sermón contra los escándalos en las caídas públicas.

© 2024, Red ediciones S.L.

e-mail: [email protected]

Diseño de la colección: Michel Mallard.

ISBN rústica ilustrada: 978-84-9007-275-2.

ISBN tapa dura: 978-84-1126-715-1.

ISBN ebook: 978-84-9897-983-1.

Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra solo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos, www.cedro.org) si necesita fotocopiar, escanear o hacer copias digitales de algún fragmento de esta obra.

Sumario

Créditos 4

Brevísima presentación 9

La vida 9

Al cristiano lector 11

Argumento de este sermón 13

Sermón del padre Maestro fray Luis de Granada fundado sobre estas palabras del apóstol 15

I. Del sentimiento que los buenos tienen en las caídas de sus prójimos, y de la fiesta y alegría de los malos 23

II. De la gravedad del pecado del escándalo y del azote con que Dios lo castiga 29

III. Reprehensión de los flacos, que por vanos temores aflojan de sus buenos propósitos 39

IV. Por qué permite Dios estas caídas y escándalos en el mundo 47

V. Del uso y frecuencia del Santísimo Sacramento y de la necesidad que de él tenemos para la defensa de nuestros espirituales enemigos 51

VI. Del aparejo y disposición que se requiere para la Sagrada Comunión 59

VII. De la reverencia y acatamiento que se requiere para la Sagrada Comunión. Y de los abusos que acerca de esto puede haber 63

VIII. Abusos que hay en la frecuencia de la Sagrada Comunión 65

IX. De la frecuencia de la Sagrada Comunión 67

X. Avisos para los flacos e imperfectos en la virtud 71

Libros a la carta 79

Brevísima presentación

La vida

Luis de Granada (1504-1588). España.

Fray Luis de Granada ingresó en la orden dominica a los veinte años. Y pronto adoptó el nombre de su ciudad natal y allí estuvo durante varios años en el convento de Santa Cruz. También fue prior del convento de Scala-Coeli en la serranía de Córdoba.

Hacia 1547 escribió su Guía de pecadores, en la que fray Luis recoge un tratado escrito por Savonarola, y una antología de fragmentos del Nuevo Testamento, que comprende el Sermón del Monte, tres capítulos del evangelio de Juan y una paráfrasis de las cartas de Pablo.

Sus últimos años fueron duros, marcados por el escándalo del suceso de la monja de Portugal, en el que defendió a una monja iluminada, que después se descubrió que había mentido.

Murió a los ochenta y cuatro años en Portugal.

Al cristiano lector

Costumbre ha sido siempre en la Iglesia de todos los ministros de la palabra de Dios acudir con su doctrina a las necesidades espirituales de ella, y de aquí procedieron tantos libros que, en diversos tiempos, se han escrito contra diversas herejías; y otros que trataron de la divina Providencia contra los que, viendo las calamidades y desórdenes de la vida humana, la negaron. Y no solo con sus escripturas, sino mucho más con la doctrina de sus sermones procuraron ocurrir a estas necesidades alumbrando y desengañando a la gente de poco saber. Pues, considerando yo ahora algunas necesidades que se han ofrecido en nuestros tiempos y a que los predicadores y ministros de la palabra de Dios deben acudir, ya que por causa de la edad no puedo ejercitar este oficio, quise, con el favor divino, ayudar algo con la escriptura, suplicando a Nuestro Señor muy de corazón quiera Él dar virtud a estas palabras para que prendan en los corazones de los que las leyeren y les den luz y conocimiento de lo que en semejantes ocasiones deben hacer. Y si esta escriptura no bastare para enfrenar a los que en estos casos hablan con poca caridad y mucha soltura, a lo menos aprovechará a los flacos y pusilánimes para que, ayudándoles Nuestro Señor, no desmayen ni desistan de sus buenas obras y santos propósitos.

Argumento de este sermón

Dos principales males se siguen cuando alguna persona de grande reputación de santidad cae en algún error o pecado público. El uno, es descrédito de la virtud de los que son verdaderamente buenos, pareciendo a los hombres ignorantes que no se debe fiar de ningún bueno, pues éste que parecía tal vino a dar tan gran caída. El otro, es el desmayo y cobardía de los flacos, que por esta ocasión vuelven atrás o desisten de sus buenos ejercicios. Y en estos casos así como son diversos los juicios y pareceres de los hombres, así lo son también sus afectos y sentimientos. Porque unos lloran, otros ríen, y otros desmayan. Lloran los buenos, ríen los malos y los flacos desmayan y aflojan en la virtud y el común de la gente se escandaliza. Pues de todas estas cosas, con el favor y ayuda de Nuestro Señor, pretendo tratar en este sermón e inducir a todos los fieles a lo que en semejantes casos, según Dios y toda buena razón, deben hacer y sentir.

Sermón del padre Maestro fray Luis de Granada fundado sobre estas palabras del apóstol

Quis infirmatur et ego non infirmor? quis scandalizatur et ego non uror? Esto es, ¿Quién está flaco en el espíritu, que yo no me compadezca de é?, ¿quién se escandaliza que yo no me abrase?

Nuestro glorioso padre Santo Tomás en una muy devota oración, en la cual pide a Nuestro Señor muchas virtudes y gracias, una de las principales es que, siendo tantas las alteraciones y mudanzas de esta vida, nunca desfallezca entre las prosperidades y adversidades de ella, sino que en las prosperidades le dé gracias y en las adversidades tenga paciencia; y así ni en las unas se levante y envanezca ni en las otras se acobarde y desmaye. Dejemos ahora las prosperidades, pues tan fuera están nuestros tiempos de ellas, y tratemos de las adversidades de que estamos por todas partes cercados.

Entre las cuales, unas son corporales, como son las guerras, hambres y mortandades; y otras espirituales, que tocan más en lo vivo, como son las herejías, que hacen guerra a la fe y los malos ejemplos y vida estragada de los malos, que perjudican las buenas costumbres. Los cuales ejemplos, que son hechos y dichos de los malos, son tan poderosos para dañar, que sus palabras cunden como cáncer y sus hechos inficionan y matan las ánimas, por las cuales Cristo derramó su sangre. Pues contra los tales dice San Bernardo: «Si el Salvador dio su sangre en precio y redención de las ánimas, ¿no os parece que le persigue más (cuanto en sí es) el que con malas palabras y malos ejemplos aparta las ánimas de su servicio que el que derrama la sangre que él ofreció por ellas? Y si el Demonio se llama homicida en el Evangelio porque mata las ánimas, incitándolas a pecar; ¿no será también homicida el que con su mala vida y mal ejemplo hace lo mismo?».

Mas, entre los malos ejemplos que se ofrecen en la vida humana, el más dañoso es cuando una persona, tenida en gran reputación de santidad, viene a caer en algún pecado. Porque aquí es donde los buenos lloran y los malos ríen y los flacos desmayan y, finalmente, casi todos se escandalizan y pierden el crédito de la virtud de los buenos.

Contra éstos no tengo otra más eficaz respuesta que la que San Agustín da en un caso semejante, que fue la caída de una persona religiosa de las que militaban debajo de su regla y compañía; donde el santo doctor, predicando contra el escándalo del pueblo, dice estas palabras: «Decidme, hermanos, ¿por ventura mi casa es mejor que el arca de Noé en la cual, de tres hijos que este santo tuvo, uno fue hallado malo? ¿Por ventura es mejor la casa del patriarca Jacob en la cual, doce hijos que tuvo, uno solo fue virtuoso que fue Joseph? ¿Por ventura es mejor que la casa del patriarca Isaac en la cual, de dos hijos que le nacieron de un parto, el uno fue escogido de Dios y el otro reprobado? ¿Por ventura es mejor que la casa de Cristo Nuestro Salvador en la cual, de doce apóstoles que Él escogió, uno le fue traidor y le vendió? ¿Por ventura es mejor que la compañía de los siete diáconos, llenos del Espíritu Santo, escogidos por los apóstoles, para tener cargo de los pobres y viudas; entre los cuales uno, por nombre Nicolao, vino a ser heresiarca? ¿Por ventura es mejor que el mismo cielo, de que tantos ángeles cayeron? ¿Y que el paraíso de la tierra, en el cual los dos primeros padres del género humano, criados en justicia y gracia, fueron echados de este lugar por su pecado?». Hasta aquí son palabras de San Agustín, de las cuales colegimos dos cosas: la una, que nadie se debe espantar, como de cosa nueva, que en todos los estados, por perfectos que sean, haya alguno que cayan; y la otra, que no debemos juzgar por los que caen a los que quedan y están en pie; como lo vimos en este mismo discurso, donde entre esos que cayeron, quedaron otros que perseveraron en su virtud. Y por aquí entenderemos la poca razón que tienen los que se maravillan y escandalizan cuando alguna persona notable desvara y cae. Porque ¿quién más santo que David, varón escogido y conforme a la voluntad de Dios y lleno de espíritu profético, y vemos cuán feamente cayó? ¿Y quién más sabio que Salomón que tantos misterios y maravillas alcanzó y escribió en el libro de los Cantares, y vemos a qué extremo de maldad llegó, pues vino a adorar ídolos.