Sí a las grasas para adelgazar - Carlos Sabagh - E-Book

Sí a las grasas para adelgazar E-Book

Carlos Sabagh

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¿Cómo es posible que en los últimos cincuenta años se hayan disparado la obesidad y otros problemas médicos asociados, si en ese lapso de tiempo disminuyó el consumo de carne, huevos y grasa? Un libro sobre alimentación que nos sorprende desde el título. Carlos Sabagh, nutricionista con cuarenta años de experiencia, desafía los mitos promovidos por la industria alimentaria y farmacéutica, invitándonos a recuperar el control de uno de los aspectos más importantes de nuestra salud.

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Seitenzahl: 84

Veröffentlichungsjahr: 2022

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Carlos Sabagh

Sí a las grasas para adelgazar

 

Saga

Sí a las grasas para adelgazar

 

Copyright © 2018, 2022 Carlos Sabagh and SAGA Egmont

 

All rights reserved

 

ISBN: 9788726903171

 

1st ebook edition

Format: EPUB 3.0

 

No part of this publication may be reproduced, stored in a retrievial system, or transmitted, in any form or by any means without the prior written permission of the publisher, nor, be otherwise circulated in any form of binding or cover other than in which it is published and without a similar condition being imposed on the subsequent purchaser.

 

www.sagaegmont.com

Saga Egmont - a part of Egmont, www.egmont.com

A mi familia.

A mis amigos.

A mis pacientes.

PRÓLOGO

Un libro para recetar

Argentina está protagonizando una epidemia de enfermedades cardiovasculares como consecuencia del aumento de la obesidad y la diabetes. En tiempos en los que la tecnología y la farmacología ofrecen la mayor cantidad de opciones terapéuticas, estas enfermedades continúan en aumento y se debe a las condiciones socioculturales de vida. La principal causa es la alimentación, porque comemos de manera muy diferente a como lo hacían nuestros padres y abuelos. Estos cambios alentados por la industria, la publicidad, y con la complicidad de ciertos académicos e instituciones, condujo a la epidemia sanitaria que estamos viviendo. Los alimentos ultraprocesados son tan nocivos para la salud cardiovascular como lo son los cigarrillos.

El doctor Carlos Sabagh analiza, de manera valiente y fundamentada en bibliografía actualizada, cómo se instaló en la comunidad médica el mayor fraude sanitario de los últimos tiempos, con sus consecuencias devastadoras sobre la salud de la población. Describe en forma precisa, sintética, amena y tuteándolo al lector, los mecanismos por los cuales nos volvimos obesos y diabéticos. Un texto que invita a estudiar, a informarnos y sobre todo a pensar, en cómo debiéramos defender nuestra soberanía alimentaria, parte de nuestro derecho a la salud. El libro nos entrega las herramientas esenciales para poder respondernos: ¿Qué comemos? ¿Cómo comemos? ¿Por qué comemos así? ¿Dónde quedó la comida casera? ¿Por qué no elegimos lo que comemos? Y una pregunta existencial: ¿Comemos para vivir o comemos para morir? Esa es la cuestión hoy.

Prof. Dr. Carlos Presman

INTRODUCCIÓN

“Se puede engañar a todos poco tiempo, a algunos todo el tiempo, pero no se puede engañar a todos todo el tiempo”.

John F. Kennedy

Mala praxis

Escribir este libro no fue fácil. Hace algunos años tuve una profunda crisis profesional, una gran decepción. Después de 30 años de ejercer la medicina descubrí que parte de la ciencia nos había mentido, nos había engañado. Me enseñaron que las grasas enfermaban, que era necesario comer hidratos de carbono para tener salud y que la yema del huevo aumentaba el colesterol. Entronizaron los hidratos. Demonizaron las grasas. La ciencia. Y la industria alimentaria, que fue quien financió esa mentira. Asistimos a la mayor estafa en la historia de la medicina. Un daño de magnitud incalculable.

“Lucho por una educación que nos enseñe a pensar, no por una educación que nos enseñe a obedecer”.

Paulo Freire

Médicos “guiados”

Hoy, los médicos somos “guiados”, debemos tratar a nuestros pacientes a través de “guías”, dogmas creados por un establishment científico, que se atribuye el poder a través de lo que llaman medicina basada en la evidencia, en muchos casos financiados por parte de la industria farmacéutica y alimenticia. John Ioannidis 1 la describe como “medicina basada en las finanzas”. Ellos, junto a algunas sociedades médicas, también sponsoreadas por las industrias, son los que nos dicen qué, cómo, cuándo y cuánto hacer. Si no lo hacemos seremos herejes condenados por no obedecer religiosamente sus mandamientos. Para ellos ya no hacen falta médicos, cualquiera que aplique las guías puede tratar enfermedades. Parafraseando a William Osler, conocido como el padre de la medicina moderna, las guías tratan enfermedades y los médicos tratamos personas que tienen enfermedades. Osler, dijo: “El método de enseñanza más natural, es que el estudiante comience con el enfermo, continúe con el enfermo y termine sus estudios con el enfermo, utilizando conferencias como herramientas y como medios que conducen a su fin. Enséñeles el modo de observar, suminístreles suficientes hechos que observar”. Afirmaba que “la medicina es una ciencia de probabilidades y un arte de manejar la incertidumbre” 2. Así, introdujo la enseñanza de la medicina al lado del enfermo en los hospitales y la importancia de la Semiología. En las antípodas de las actuales “guías”.

“Las personas son alimentadas por la industria de la comida que no pone atención a la salud... y son tratadas por la industria de la salud que no pone atención a la alimentación”.

Wendell Berry

Primun non nocere

Significa que la premisa del médico es primero no hacer daño, y en los últimos 50 años (como nos dijeron las guías de los ´80) comimos menos grasa, menos carne, menos huevos, menos manteca y estamos más obesos, más diabéticos, más infartados. Cada vez más “guías”, cada vez más medicamentos, cada vez menos alimentos. Y cada vez más enfermos. Según la Organización Mundial de la Salud, para el 2020, dos tercios de las enfermedades estarán relacionadas con el estilo de vida. Es tiempo de menos medicamentos y más alimentos.

¿Podemos seguir siendo funcionales a los intereses de las industrias alimenticia y farmacéutica? No por ignorancia, porque hoy la evidencia es irrefutable. Si lo hacemos, seremos cómplices por conveniencia.

Esta propuesta no es una dieta de moda, no tiene nombre propio, nadie la inventó y no es mágica. Es reparar el error que nos hizo enfermar. Es sentido común. Es medicina. Es volver a alimentarnos.

UNA CRISIS Y UNA OPORTUNIDAD

Barajar y dar de nuevo: volver a alimentarnos

“No como nada de grasa, no hago nada frito, todo light y no bajo de peso”.

Si comenzaste a leer este libro seguramente ya intentaste adelgazar.

Seguramente volviste a aumentar.

Seguramente más de una vez.

Este reiterado ciclo de bajar y subir de peso marca el claro fracaso de la medicina al abordar el sobrepeso y la obesidad. Dietas mágicas, acupuntura, aros, fajas, zapatillas y hasta yesoterapia son algunos de los más inverosímiles métodos que también pretendieron solucionar el problema del peso. Pero ni la ciencia ni esos métodos te dieron la respuesta. Bajás y subís, todo el tiempo.

Uno de cada 10 obesos intenta adelgazar.

Uno de cada 10 adelgaza.

Uno de cada 10 adelgazados mantiene el peso.

Ya es hora de aceptar que fracasamos y cambiar el rumbo. Pero, ¿por qué fracasamos? Porque nos equivocamos o, mejor dicho, porque nos hicieron equivocar con la dieta, y lo hicieron con una enorme mentira pergeñada por la complicidad y corrupción de la industria alimenticia y la ciencia: nos dijeron que para comer correcta y saludablemente debíamos dejar las grasas y convertir a los hidratos de carbono 3 colocados en la base de la pirámide nutricional, en el pilar fundamental de nuestra dieta. O sea que la ecuación era: nada de grasas y más hidratos de carbono (pastas, cereales, harinas blancas, pan).

Antes de que este fraude se conociera a través de una publicación de la prestigiosa revista médica JAMA (Journal of American Medical Association) 4 muchos grupos de investigadores habían advertido el grave error de seguir sosteniendo la fórmula “más carbohidratos, menos grasa”, pero no fueron escuchados por el establishment científico.

Hoy, a pesar de las presiones por los intereses, todo está cambiando. Te voy a contar qué pasó para que puedas entender por qué es saludable comer grasas, huevos, carne, manteca, palta, nueces, aceitunas, alimentos que durante 50 años consideramos “prohibidos” en nuestra dieta.

No te voy a hablar de una nueva dieta, ni de comer como en el Paleolítico (porque evidentemente las condiciones de vida no son las mismas). Te voy a hablar de volver a comer como comíamos hace 50 años, cuando las cocinas olían a alimentos reales, cuando no había tantos envasados (y menos aún con tapa verde), cuando los platos se elaboraban sin contar calorías y la comida tenía un sabor que nos habían prohibido, pero que podemos volver a sentir.

Guías que nos estrellaron

En 1980 salieron las primeras guías dietéticas, algo así como la biblia de la alimentación, una fórmula armada por mentes brillantes que decían qué debíamos comer y en qué cantidades 5.

Esas guías eran muy claras: la grasa solo podía ocupar un ínfimo porcentaje de nuestro plato. Y si era posible, debíamos eliminarla. Y el por qué era muy contundente: porque engordaba y tapaba las arterias. Entonces debíamos comer más hidratos de carbono.

Por entonces la pirámide nutricional, que aún muchos consideran correcta, era esta 6

Lo llamativo es que las estadísticas demuestran que esta fórmula ha fallado: en 1980 el 30% de la población americana tenía sobrepeso y obesidad, mientras que hoy, siguiendo esta guías a rajatabla y comiendo más hidratos y menos grasas, ese número asciende a 64%. Ni hablar de la diabetes: de 2,5% de diabéticos que había en 1980, pasamos a un 10%.

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A esto debemos sumarle que cada vez más personas padecen enfermedades cardiovasculares, hay más cáncer y más niños con sobrepeso.

Golpe contra una nueva realidad

Hasta hace algunos años la grasa era una enorme mala palabra, la innombrable de los consultorios y los congresos médicos, y la enemiga número uno de quienes necesitaban y deseaban bajar de peso.

Pero en 2015, cuando llegué a Estados Unidos para participar de un congreso de nutrición, me pegué un durísimo golpe contra otra realidad: escuché una idea que me devastó y me dejó pensando. Se trataba de la fuerte tendencia a quitar a las grasas el mote de “responsables de la obesidad y sus enfermedades asociadas”, para pedir que volviéramos a ellas.

“¿Qué?” Eso fue lo primero que pensé. Pasando los días en el congreso, y participando de varias ponencias y mesas de discusión, fui adentrándome en esta nueva idea que, como dije al principio, no se trata de un descubrimiento, sino de un regreso a las cocinas de nuestras abuelas, para volver a comer comida, para volver a empaparnos de los olores de la infancia.