9,99 €
Niedrigster Preis in 30 Tagen: 9,99 €
Nuestra vida está abarrotada de objetos, trabajo, actividades de ocio, relaciones... A veces tener tantos estímulos, compromisos y tareas nos llega a saturar. Y nos parece que somos nosotros los que fallamos al no llegar a todo, porque creemos que la vida no puede ser de otra manera. Por supuesto, eso no es así. Atrévete a dar los pequeños pasos que van a mejorar tu vida para siempre. En este libro aprenderás a: - Organizar mejor las tareas del hogar. - Ahorrar tiempo y dinero en las compras. - Dejar de someterte a obligaciones que en realidad no lo son. - Deshacerte de objetos inútiles y otras cargas. - Disfrutar de verdad con todo lo que haces en el tiempo libre. El método que ha ayudado a miles de personas a simplificar su vida.
Sie lesen das E-Book in den Legimi-Apps auf:
Seitenzahl: 165
Veröffentlichungsjahr: 2020
Título original: Simplify Your Life: 100 ways to slow down and enjoy the things that really matter
© Elaine St. James, 1994, 2001.
© de la traducción: Úa Matthíasdóttir, 1996.
© de esta edición digital: RBA Libros, S.A., 2020. Diagonal, 189 - 08018 Barcelona.
www.rbalibros.com
REF.: ODBO765
ISBN: 9788491877110
Composición digital: Newcomlab, S.L.L.
Queda rigurosamente prohibida sin autorización por escrito del editor cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra, que será sometida a las sanciones establecidas por la ley. Todos los derechos reservados.
Índice
PORTADA
CRÉDITOS
DEDICATORIA
AGRADECIMIENTOS
INTRODUCCIÓN
UNO. LA CASA
1. REDUZCA EL DESORDEN EN SU VIDA
2. UTILICE EL SISTEMA DE DAVE PARA LIBRARSE DE LOS TRASTOS
3. LIMPIE SU CASA CON EL MÁXIMO DE EFICACIA
4. REDUZCA A LA MITAD EL TIEMPO DE HACER LA COMPRA
5. COMPRE EN GRANDES CANTIDADES
6. CULTIVE SU PROPIO HUERTO
7. HAGA TODOS SUS RECADOS EN UN ÚNICO SITIO
8. REDUZCA SU COLADA A LA MITAD
9. NO COMPRE ROPA QUE REQUIERA LIMPIEZA EN SECO
10. DEJE LOS ZAPATOS EN LA ENTRADA
11. ESCOJA ALFOMBRAS CON DIBUJOS
12. USE BANDEJAS PARA LA COMIDA
13. MANTENGA LAS PLANTAS EN EL EXTERIOR
14. DESHÁGASE DEL CÉSPED Y ALGUNAS PLANTAS
15. O, POR LO MENOS, SIMPLIFIQUE EL MANTENIMIENTO DE CÉSPED Y PLANTAS
16. LOS ANIMALES DOMÉSTICOS «SIMPLIFICADOS»
17. EL TRASLADO SIMPLIFICADO
18. EL RECICLAJE SIMPLIFICADO
DOS. EL ESTILO DE VIDA
19. TRASLÁDESE A UNA CASA MÁS PEQUEÑA
20. CONDUZCA UN COCHE SENCILLO
21. VENDA ESA ENGORROSA EQUIPACIÓN DEPORTIVA O DE RECREO
22. SIMPLIFIQUE SU VESTUARIO
23. REDUZCA LAS SALIDAS NOCTURNAS
24. RECONSIDERE LAS COMIDAS CON LOS AMIGOS
25. APAGUE EL TELEVISOR
26. PONGA FIN AL CORREO COMERCIAL EN PAPEL Y ELECTRÓNICO
27. CONSUMA MENOS TELEVISIÓN Y REVISTAS
28. NO LEA EL PERIÓDICO NI CONSULTE LAS WEBS INFORMATIVAS
29. OLVÍDESE DE LOS SERVICIOS AÑADIDOS DE TELEFONÍA
30. NO RESPONDA A LLAMADAS Y MENSAJES SOLO PORQUE LOS RECIBA EN SU TELÉFONO
31. HAGA CASO OMISO DEL TIMBRE DE LA PUERTA
32. IGNORE EL TELÉFONO MÓVIL EN EL COCHE
33. SI NO LE GUSTAN LAS NAVIDADES Y OTRAS FIESTAS, EVÍTELAS
34. DEJE DE ENVIAR FELICITACIONES DE NAVIDAD
35. LOS REGALOS SIMPLIFICADOS
36. LOS VIAJES SIMPLIFICADOS
37. TÓMESE UNAS VACACIONES EN CASA
TRES. LAS FINANZAS
38. SALDE SUS DEUDAS
39. VIVA CON UNA PARTE DE SU SUELDO Y AHORRE EL RESTO
40. REPLANTÉESE SUS HÁBITOS DE COMPRA
41. CAMBIE SU MANERA DE HACER LA COMPRA
42. REDUZCA SUS NECESIDADES DE BIENES Y SERVICIOS
43. MANTENGA UNA SOLA TARJETA DE CRÉDITO
44. SIMPLIFIQUE SUS CUENTAS CORRIENTES
45. UTILICE ESTE SENCILLO SISTEMA DE REGISTRO DE INGRESOS Y GASTOS
46. CONSOLIDE SUS INVERSIONES
47. PAGUE LA HIPOTECA
48. MEJOR UN COCHE DE SEGUNDA MANO
49. ENSEÑE A SUS HIJOS RESPONSABILIDAD ECONÓMICA
CUATRO. EL TRABAJO
50. NO SEA UN ESCLAVO DE SU AGENDA
51. TRABAJE DONDE VIVA O VIVA DONDE TRABAJA
52. HAGA LO QUE REALMENTE QUIERE HACER
53. CONVIERTA SU AFICIÓN EN SU TRABAJO
54. TRABAJE MENOS Y DISFRUTE MÁS
55. PONGA FIN AL TRABAJO NO PRODUCTIVO
56. INCLUYA A SU FAMILIA EN SU VIDA PROFESIONAL
CINCO. LA SALUD
57. SIMPLIFIQUE SUS HÁBITOS CULINARIOS
58. COMPARTA SIEMPRE ALGÚN PLATO EN EL RESTAURANTE
59. HAGA UN AYUNO DE ZUMOS O FRUTA UN DÍA A LA SEMANA
60. ELIJA BEBER AGUA
61. COMA MAGDALENAS DE HARINA INTEGRAL
62. PREPARE SU PROPIO ALMUERZO
63. PRESCINDA DE LOS APARATOS DE GIMNASIA Y DE SU ENTRENADOR, Y SALGA A CAMINAR
64. LEVÁNTESE UNA HORA ANTES
65. ACUÉSTESE A LAS NUEVE UNA NOCHE A LA SEMANA
66. TÍRELO TODO, MENOS LAS ASPIRINAS
67. CREE SUS PROPIOS RITUALES
68. APRENDA A REÍR
69. APRENDA YOGA
70. APRENDA A MEDITAR
71. MODERE LA VELOCIDAD AL LÍMITE ESTABLECIDO POR LA LEY
SEIS. LA VIDA PERSONAL
72. RELACIONES MÁS SANAS
73. SEA USTED MISMO
74. CONFÍE EN SU INTUICIÓN
75. SI NO ES FÁCIL, NO LO HAGA
76. NO INTENTE CAMBIAR A LA GENTE
77. PASE UN DÍA AL MES EN SOLEDAD
78. ENSEÑE A SUS HIJOS A APRECIAR LA SOLEDAD
79. HAGA UN RETIRO UNA VEZ AL AÑO
80. ESCRIBA UN DIARIO
81. HAGA UNA SOLA COSA A LA VEZ
82. NO HAGA NADA
83. TÓMESE TIEMPO PARA CONTEMPLAR LA PUESTA DE SOL
84. SENCILLAMENTE, DIGA QUE NO
85. SI NO PUEDE DECIR QUE NO, OFREZCA EXCUSAS RAZONABLES
86. DESE DE BAJA EN LAS ORGANIZACIONES CUYAS REUNIONES LE ATERRAN
87. APRENDA A REINTERPRETAR EL PASADO
88. CAMBIE SUS EXPECTATIVAS
89. REVISE SU VIDA CON REGULARIDAD PARA MANTENERLA SENCILLA
SIETE. TEMAS ESPECIALES PARA MUJERES
90. DIEZ MINUTOS PARA PONERSE ASOMBROSAMENTE GUAPA
91. DESHÁGASE DE LOS TACONES ALTOS
92. SIMPLIFIQUE LA MANICURA Y OLVÍDESE DEL PINTAÚÑAS
93. DEJE DE LLEVAR UN BOLSO DEL TAMAÑO DE LA TORRE EIFFEL
94. REDUZCA LOS ACCESORIOS
OCHO. SIMPLICIDAD PURA Y DURA
95. MEJOR ALQUILAR QUE TENER EN PROPIEDAD
96. DESHÁGASE DE LOS COCHES
97. DESCONECTE EL TELÉFONO
98. DEJE DE HACER LA CAMA
99. DESHÁGASE DE TODO LO INNECESARIO
100. CONFECCIÓNESE UN VESTUARIO MUY SENCILLO
NOTAS
PARA WOLCOTT GIBBS, JR.
Y PARA MICHELLE Y BILL, JESSIE Y MEGAN, Y LISA Y ERIC
Me gustaría dar las gracias a Marcia Burtt, Dave Sowle, Marisa Kennedy Miller, Jackie Powers, Judy Babcock, Phil Babcock, Jim Cummings, Meg Torbert, Linda Miller, Albert Chiang e Ira Weinstein por su apoyo y por darme ánimos para escribir este libro. Me gustaría dar las gracias a Felix Fusco, Sue Pettengill, Cyndy Van der Poel, Hope Kores, Kathy McDonough, Beverly Brennan, a mi madre, Dorothy Kennedy, y a mi tía preferida, Kathleen Schiffler, por estar siempre disponible. También me gustaría expresar mi agradecimiento a Sam Vaughan por sus consejos y su inspiración y por ponerme en contacto con mi maravilloso agente, Jane Dystel. Y, sobre todo, me gustaría dar las gracias a mi marido, Wolcott Gibbs, Jr., por todo.
Haga que el barco de su vida sea ligero, cargado solo con lo que necesite: una casa familiar, placeres sencillos, uno o dos amigos que merezcan tal nombre, alguien a quien querer y que le quiera, un gato, un perro, una pipa o dos, justo la ropa y la comida que necesite..., y un poco más de la bebida que precise, porque la sed es una cosa peligrosa.
JEROME KLAPKA JEROME
Hace varios años me encontraba sentada ante mi escritorio, mirando ociosamente la agenda diaria, que consistía en un Sistema de Gestión del Tiempo con centenares de apartados.
Mi cartera estaba a punto de reventar de tantas listas de «cosas por hacer», números de teléfono, gestores del tiempo, optimizadores de reuniones, estabilizadores de objetivos, gráficos de eficacia de alta tecnología y organizadores a largo plazo planificados a varios años vista. De pronto, me di cuenta de que no quería que mi vida alcanzase tal grado de complicación.
Inmediatamente cogí el teléfono y reservé un largo fin de semana en un refugio. Dejé el Sistema de Gestión del Tiempo en casa, pero me llevé un cuaderno de notas. Tenía que pensar largo y tendido.
Como tantas otras personas de nuestra generación, mi marido, Gibbs, y yo misma nos habíamos tomado al pie de la letra los lemas de los años ochenta que rezaban: «¡Cuanto más grande, mejor!» y «Más es mejor». Teníamos una casa grande, un coche grande y muchas de las comodidades y los «juguetes» del típico estilo de vida de los ejecutivos.
Entonces, ambos empezamos a darnos cuenta de que muchas de esas cosas, en lugar de aportar algo a nuestras vidas, nos las complicaban más allá de lo admisible. Siempre habíamos sabido que no valía la pena competir con el vecino, pero finalmente tuvimos que enfrentarnos al hecho de que lo único que habíamos conseguido con nuestro atracón de poder era una indigestión.
Durante los días que permanecí sola en el silencio y la paz del refugio, elaboré una relación de las cosas que podíamos hacer para mejorar la calidad de nuestras vidas, a la par que disminuir su complejidad. Cuando volví a casa me reuní con Gibbs y repasamos juntos la lista. Afortunadamente, él estuvo de acuerdo con todos los cambios importantes y con la mayor parte de los cambios menores.
Lo primero que decidimos fue deshacernos de todas las cosas que ya no utilizábamos (→ consejo 1). Después dimos un paso de gigante y nos trasladamos a la otra punta del país para poder trabajar donde queríamos vivir (→ consejo 51), y hacer lo que realmente queríamos hacer (→ consejo 52). Durante este proceso nos mudamos a una casa más pequeña (→ consejo 19).
A lo largo de los años siguientes, cambiamos nuestros hábitos alimentarios y culinarios (→ consejo 57), vendimos el maldito y engorroso barco (→ consejo 21), nos replanteamos nuestros hábitos de compra (→ consejo 40) y redujimos de manera drástica nuestras necesidades de bienes y servicios (→ consejo 42). Paso a paso pusimos en práctica la mayor parte de las ideas que se describen en este libro.
Cuando emprendimos nuestro programa de simplificación teníamos tres objetivos en mente. Primero, queríamos que nuestras posesiones materiales fueran lo bastante reducidas, en tamaño y número, y lo bastante sencillas como para encargarnos fácilmente de ellas nosotros mismos. Segundo, queríamos librarnos de los compromisos y de las obligaciones que nos impedían tener tiempo para hacer lo que realmente queríamos hacer. Desde el principio, tomamos la decisión de dejar de hacer aquellas cosas que siempre habíamos hecho únicamente porque nos sentíamos forzados a ello. Esta decisión no solo aumentó el tiempo disponible que podíamos dedicar a nosotros mismos, sino que redujo considerablemente el estrés que provoca hacer cosas que, en realidad, no deseamos hacer. En tercer lugar, queríamos que nuestras vidas fueran coherentes con nuestro deseo de vivir en armonía con el entorno.
Para nosotros, simplificar no significa «resucitar» el movimiento de «regreso a la naturaleza» de los años sesenta, aunque sí queríamos introducir un mayor grado de naturaleza en nuestras vidas, y eso es lo que hemos hecho. Tampoco se trataba de conseguir un estilo de vida barato, aunque casi la mitad de las sugerencias que contiene este libro le ayudarán a reducir sus gastos. Para nosotros, vivir con sencillez significa reducir las pretensiones manteniendo las comodidades, pero eliminando la complejidad y minimizando las obligaciones de la vida tal y como la habíamos vivido durante el pasado.
Cada vez que dábamos un paso importante en nuestro proceso de simplificación, descubríamos otras medidas menos relevantes que podíamos adoptar y las añadíamos a nuestra lista. Decidí que si nosotros dos —por otra parte, personas racionales y razonables— nos habíamos visto atrapados por el frenético estilo de vida y el consumismo campante, tenía que existir otra gente razonable que hubiera optado por lo mismo y que ahora buscara algo efectivo que hacer para simplificar sus vidas. Y así decidí escribir este libro, que es una compilación de los pasos que hemos dado para simplificar nuestras vidas y de las cosas que hemos ido aprendiendo de otras personas con el mismo criterio.
Es posible que su vida sea ahora lo bastante complicada —al igual que lo fue la nuestra— como para justificar la implantación de muchas de nuestras sugerencias, cuando no de todas. O también puede ser que una o dos de estas medidas —como, por ejemplo, hacer más sanas sus relaciones con los demás (→ consejo 72) o cambiar sus expectativas (→ consejo 88)— le basten para conseguir el grado de sencillez necesario para disfrutar más plenamente de otras áreas de su vida. En cualquier caso, recuerde que lo que para algunos es sencillez puede representar una complicación para otros. La decisión es solo suya.
A lo largo de la historia, los sabios de todas las culturas han repetido que el secreto de la felicidad no radica en conseguir más, sino en desear menos. Al parecer, nos encontramos en uno de esos momentos dorados de cambio, un momento que nos brinda la oportunidad de relegar libremente aquellas cosas que no nos hacen felices, así como de incorporar a un sencillo estilo de vida lo que aprendimos en el pasado. Así, parafraseando a Henry David Thoreau, aproveche el compás de los tiempos y simplifique, simplifique. Y disfrútelo.
Eliminar los chismes y cachivaches que generan desorden en su casa, su coche, su oficina y su vida supone dar un paso de gigante en el camino hacia la simplicidad. Si va a trasladarse a una casa más pequeña (→ consejo 19), sin duda será necesario que se deshaga de algunas cosas. Para iniciar el programa de reducción del desorden, siga un sencillo lema: Si no ha utilizado algo durante un año o más, deshágase de ello.
Para desprenderse de las cosas innecesarias se puede optar por diferentes soluciones: regalarlas a amigos, donarlas a los servicios sociales, llevarlas a tiendas de segunda mano, venderlas en un mercadillo o en internet, reciclarlas o simplemente tirarlas a la basura.
Comience por los armarios roperos y, a partir de ahí, vaya ampliando el ámbito. Limpie cada armario, cada cajón y cada estante de todas las habitaciones de su casa, incluyendo la cocina. ¿Realmente le hace falta tener un robot de cocina grande, otro pequeño y una batidora? (→ consejo 35). No se olvide del armario de la entrada, del ropero de la ropa blanca, de las cajas de herramientas ni del botiquín (→ consejo 66). Y acuérdese del cuarto de la lavadora, del garaje, del altillo, del sótano, del despacho, del coche y de cualquier trastero que pueda tener alquilado o prestado.
Cuando mi marido y yo empezamos a simplificar y realizamos este ejercicio, nos dejó atónitos la cantidad de «trastos» que habíamos acumulado y que ya no usábamos. Deshacernos de todo aquello fue una experiencia tremendamente liberadora.
Un poco más tarde nos dimos cuenta de que, en realidad, teníamos mucho más espacio para vivir del que realmente necesitábamos o incluso queríamos, así que nos trasladamos a un piso. Durante la mudanza repetimos el ejercicio de deshacernos de trastos, y conseguimos librarnos de otro montón de cosas para las que ya no teníamos espacio.
Durante los dos últimos años hemos ido comprobando que, a medida que afinamos nuestro programa de simplificación, cada vez somos más decididos a la hora de desprendernos de las cosas que sabemos que no volveremos a utilizar. Puede que no esté dispuesto a deshacerse de todo lo que hay en sus armarios en el primer par de repasos, pero le prometo que, cuando haya experimentado el efecto vigorizador y el sentimiento de libertad que genera esta medida, deshacerse de los trastos le será cada vez más fácil.
Puede completar la fase inicial del programa de desalojo de trastos en un par de tardes de domingo. Si tiene hijos, asegúrese de que participen en el inventario con usted. Es una forma fantástica de aprender, desde muy temprano, a mantener su vida libre de trastos. Decida la hora y comience.
Recuerde: no se trata de prescindir de las cosas que quiere, sino de librarse de las que no quiere.
Nuestro amigo Dave garantiza la utilidad de este método para deshacerse de cosas que ya no necesita, pero que se resiste a tirar. Guárdelas en una caja con una etiqueta que indique una fecha a dos o tres años vista, pero no anote su contenido. Guarde la caja en un altillo, en el sótano o donde usted crea conveniente. Una vez al año examine las etiquetas. Cuando llegue a una caja cuya fecha se ha sobrepasado, tírela sin abrirla. Como no sabe qué hay dentro, nunca lo echará en falta.
Por supuesto, le será mucho más fácil mantener su vida libre de trastos si adquiere el hábito de no acumularlos. Puede impedir que las cosas se amontonen si opta por librarse de ellas ahora, en lugar de hacerlo más adelante. Cada vez que guarde algo en el fondo de un armario o en un altillo, pregúntese: «¿Realmente quiero guardar esto, o acabará aumentando el desorden?». Es mejor disciplinarse y renunciar a ello inmediatamente.
Si ya ha reducido sus necesidades de bienes y servicios (→ consejo 42), es posible que haya renunciado a la señora de la limpieza. Pero tanto si limpia su casa por su cuenta como si emplea a alguien, debería leer Speed Cleaning, de Jeff Campbell, en colaboración con The Clean Team (Dell Publishing). Tardará menos de treinta minutos en leer un manual como este, y con ello quizá reducirá el tiempo y los gastos de limpieza de su hogar a menos de la mitad.
Me considero bastante eficiente, pero jamás se me habían ocurrido algunas de las simples técnicas para ahorrar tiempo que se describen en ese libro. Por ejemplo, sus sencillas ilustraciones enseñan, paso a paso, cómo abordar el proceso de limpieza del hogar, habitación por habitación, mostrándole cómo pasar por toda la casa, de arriba abajo y de izquierda a derecha, sin volver nunca sobre sus pasos. Solamente así reducirá, de manera decisiva, el tiempo que dedica a la limpieza.
De hecho, incluso una persona que utilice un sistema de limpieza rápida podrá limpiar a fondo una casa grande en poco más de una hora. Una vez que haya dispuesto su casa para la limpieza rápida, no tendrá que limpiar cada semana obligatoriamente. Con los métodos expuestos en ese libro se puede limpiar tan a fondo que bastará con hacerlo cada dos semanas, o incluso una vez al mes, dependiendo de sus circunstancias.
El libro de Campbell enseña a ahorrar tiempo, energía, agua y productos de limpieza, y, lo mejor de todo, le ayuda a tener más libres sus sábados. Habla de productos inocuos para el medio ambiente y de los utensilios y las técnicas de limpieza más recientes. Y también explica cómo conseguir los mejores resultados de su servicio de limpieza.
A primera vista puede parecer que renunciar a la señora de la limpieza complicará su vida en vez de simplificarla. Si tiene una casa de cuatro o cinco dormitorios, probablemente sea así. Pero, si se acercara a un estilo de vida a «escala humana» y de pocos gastos, usted podría fácilmente hacerse cargo de la limpieza rutinaria sin ayuda externa, especialmente si implicara a todos los miembros de la familia en el proceso. Enseñar a sus hijos unas eficaces técnicas de limpieza y mantenimiento del hogar no solo le hará la vida más fácil a usted, sino que los educará en los valores de la simplicidad.
La mayoría de la gente que conozco va corriendo al supermercado dos o tres veces por semana, y muchos hacen la compra aún más a menudo.
Un caso extremo es el de una amiga que hace la compra cada día. Es una mujer casada, con una carrera, y sin hijos, que gasta mucho dinero al mes en comida para ella y su marido. A pesar de que sostiene que detesta hacer la compra, jamás consigue organizarse para planificar las comidas y la compra con tiempo. En consecuencia, gasta más tiempo, dinero y energía de lo necesario en comprar.
Cuando comenzamos nuestro programa de simplificación, una de las primeras medidas que consideré fue cómo podía simplificar las tareas relacionadas con la compra, puesto que malgastar el tiempo en una tienda de comestibles no me gusta demasiado. Me fijé la meta de reducir al menos a la mitad las dos o tres horas que me paso haciendo la compra cada semana.
Así que me senté ante el ordenador y escribí una lista de todos los comestibles que me sería posible comprar de una sola vez. Hice algunas copias que guardo en uno de los armarios de la cocina, así tengo una lista nueva cada vez que la necesito. Es fácil ponerla al día o modificarla cuando nuestros hábitos alimentarios cambian.
Ahora, antes de ir a comprar, me siento a la mesa de la cocina y elaboro un menú rápido para toda la semana. Luego, repaso mi lista y marco las cosas que necesitamos. Puesto que estoy en la cocina, puedo ver rápidamente qué se nos ha terminado e incluirlo en la lista.
En el proceso completo, desde hacer la lista hasta realizar la compra y guardarla, empleo un poco más de una hora, y, durante la semana, casi nunca tengo que volver a la tienda para comprar productos que haya olvidado. Por supuesto, también hemos simplificado nuestros hábitos alimentarios y culinarios (→ consejo 57), y solo con hacer la lista ya hemos reducido sustancialmente nuestros gastos mensuales en comida y hemos recuperado tiempo libre.
Otra de las ventajas de usar una lista modelo es que, si usted es el comprador principal y tiene que ausentarse el día de la compra, a su pareja o a sus hijos les será muy fácil hacerse cargo de la compra en su ausencia.
Otra buena manera de simplificar es comprar en grandes cantidades.