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¡Hola! Me entusiasma la idea de compartir contigo información y recursos que encontrarás en este libro y que confío tendrán un impacto directo en tu nivel de bienestar. Que muestres interés en el tema que propongo evidencia tu confianza en que es posible lograr cambios que beneficien tu calidad de vida. El primer paso para mejorar es la psicoeducación y es justo lo que te brindo en este libro, una explicación sobre cómo funciona nuestra mente. El segundo paso es utilizar esta información para conocernos mediante un método probado por la Psicología. El tercero es proponerte moderar o cambiar tus peculiaridades conflictivas utilizando estrategias derivadas del conocimiento que adquirirás leyendo los siguientes capítulos. Nuestro objetivo común será que aprendas a comandar tu persona. Veremos de manera sencilla cómo conseguir que tus emociones, pensamientos y conductas colaboren con tu desarrollo vital. José
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Veröffentlichungsjahr: 2023
JOSE MIGALI
Migali, José¿Soy así? / José Migali. - 1a ed. - Ciudad Autónoma de Buenos Aires : Autores de Argentina, 2023.
Libro digital, EPUB
Archivo Digital: descarga y online
ISBN 978-987-87-3900-7
1. Autoayuda. I. Título.CDD 158.1
EDITORIAL AUTORES DE [email protected]
Introducción
Capítulo 1 Emociones - Seres emocionales que luego razonan
Capítulo 2 Pensamientos - Los pensamientos son adecuados solo cuando son útiles
Capítulo 3 Conducta - Nuestra conducta es irrevocable
Capítulo 4 Cuerpo - Una mente sana en un cuerpo sano
Capítulo 5 Inconsciente - Muy protagónico
Capítulo 6 Personalidad - Particular manera de ver el mundo y actuar en él
Capítulo 7 Circunstancias - Aprender a elegir y lograr
Capítulo 8 Bienestar Personal - Aspiración esencial
¡Hasta Pronto!
Finalizando una sesión de psicoterapia con Laura, observé en ella una sonrisa plácida que denotaba una especial tranquilidad. Parecía haber sido justo el momento en que ella tomó conciencia de ser capaz de modificarse y superar antiguos obstáculos. Luego de despedirnos y mientras preparaba un café, me entusiasmó una idea. Había podido ayudar a Laura así como también a muchos de mis pacientes. ¿Por qué no hacer lo mismo con otras personas aportándoles recursos como los que beneficiaron a Laura? Fue ciertamente ésta la idea que me motivó para escribir este libro.
Soy psicólogo, he ejercido la profesión e investigado durante los últimos veinte años. Antes de estudiar psicología me dediqué a los negocios y es justamente esta vida empresarial la que me entrenó en la búsqueda de resultados rápidos y concretos en cualquier emprendimiento. Con gran esfuerzo fui adaptando y canalizando esa habilidad a la importante profesión de psicólogo. Comprobé que a pesar de que cada persona es única como también lo son sus dificultades, la psicología ofrece conceptos, validados científicamente, mediante los cuales la generalidad de las personas puede superarse y mejorar su bienestar personal.
Con el fin de facilitar la comprensión de valiosos conceptos de la psicología, algunos profesionales de la salud mental han utilizado figuras y mapas conceptuales para graficar sus diferentes ideas.
Veamos brevemente algunos prestigiosos y conocidos ejemplos:
La tríada cognitiva de Aaron Temkin Beck, psiquiatra estadounidense y presidente del Beck Institute for Cognitive Therapy and Research, para quien la depresión se explica por tres conceptos específicos:
El modelo A B C de Albert Ellis, psicoterapeuta cognitivo estadounidense que desarrolló la Terapia Racional Emotiva Conductual (TREC). Fundador del Albert Ellis Institute, en la ciudad de Nueva York:
Explica Ellis la relación entre un evento, la interpretación que elabora un sujeto y sus consecuencias emocionales y conductuales.
El eneagrama de Óscar Ichazo, científico boliviano creador de la teoría del Eneagrama, representó con esta figura nueve estilos en los que se desarrollaría la personalidad:
La Pirámide de las Necesidades de Abraham Maslow, psicólogo estadounidense fundador de la psicología humanista. Su teoría propone que las necesidades no satisfechas generan conductas disfuncionales.
Teoría de la rueda del cambio de James Prochaska y Carlo Diclemente. Se origina en los estudios que ambos hicieron en relación a las conductas de adicción a drogas en 1982. Las etapas que vemos en el gráfico se darían cuando una persona se propone iniciar un cambio para resolver un problema o para mejorar su bienestar personal.
Ahora bien, me dedico a la psicología clínica de adultos y adolescentes, luego de varios años de experiencia he diseñado una figura que facilita la comprensión de algunos procesos mentales. Esta permite un método claro y sistemático que facilita la psicoeducación. Aplico este diagrama con mucho éxito en la atención de mis pacientes porque colabora de manera significativa en ayudarlo a separar idealmente las funciones psíquicas y observar sus interrelaciones y su vinculación con el medio.
¡He aquí mi hexágono!
Como vimos, esta figura persigue el objetivo de facilitar la explicación y la comprensión del funcionamiento de la mente, especialmente en lo relacionado a la conciencia y al bienestar. Su centro desplazado representa la consciencia y es justamente allí, donde se manifiesta el nivel de bienestar personal subjetivo. La cúspide representa el entorno en el que estamos inmersos, a saber, nuestros vínculos afectivos, laborales y sociales, como así también los lugares y objetos que nos rodean. Los cuatro vértices laterales se refieren a las áreas cuerpo, conducta, emociones y pensamientos, todas ellas tienen la capacidad de producir malestar y este se manifestará en nuestra conciencia.Las múltiples flechas que vemos en la figura indican las diversas posibilidades de interacción de las áreas entre sí y cómo afectan la experiencia consciente, es decir, lo que vivenciamos. Este modelo pone en evidencia la complejidad de las múltiples variables que determinan nuestro nivel de bienestar.
Con el objetivo de hacer más eficaz la explicación diremos que el hexágono persigue dos propósitos: mostrar con claridad cómo interactúan nuestros aspectos intra y extrapsíquicos y promover la noción de identificación y modulación de los mismos.
Iré desarrollando estos conceptos en los siguientes capítulos y nos iremos familiarizando rápidamente con el hexágono mediante varios ejemplos.
Mi propósito es que este libro te motive y te brinde los medios necesarios para ser protagonista de un cambio superador en tu vivencia interna y tu entorno.
Ernest Hemingway en su libro París era una fiesta dice:
“En Dostoievski había cosas increíbles y que no se debían creer, pero había algunas tan verdaderas que uno cambiaba a medida que las leía”.
Siguiendo a Hemingway, algunas ideas llegan a nuestra mente e iluminan y esclarecen temas conflictivos o confusos. A través de la lectura de este libro irás descubriendo herramientas para delinear un virtuoso camino. Encontrarás importantes recursos y una vez entrenado en su aplicación podrás modificar pensamientos no deseados y conductas inapropiadas. Luego, la gratificación por los resultados obtenidos reforzará tu motivación para seguir gestionando. El logro de estas nuevas habilidades no deberá ser una iluminación fugaz después de la cual volvemos a nuestro comportamiento habitual. Será un cambio permanente en tu estilo de afrontamiento.
Veamos la definición de conciencia de la Real Academia Española: “Actividad mental del propio sujeto que le permite sentirse presente en el mundo y en la realidad”.
Esta conciencia, ubicada en el centro del hexágono, reciben estímulos de las cinco áreas mencionadas, representadas por los cinco vértices del mismo. Por ejemplo, pensamientos negativos, tristeza, dolor corporal, circunstancias adversas o conductas inoportunas se manifestarán en ella deteriorando el nivel de bienestar personal.
Gracias a este análisis podemos ver en perspectiva parte de lo que sucede en nuestras mentes y el entorno. A esta visión la llamaremos metaconciencia y significa tomar conciencia de nuestra propia conciencia. Un proceso fundamental que nos permitirá tener un mejor conocimiento y evaluación de nuestro mundo psíquico y nuestro entorno.
Entonces, desde esta metaconciencia observaremos y evaluaremos lo siguiente:
• Nivel de bienestar
• Emociones
• Pensamientos
• Conductas
• Entorno percibido
• Sensaciones corporales
Es importante ponderar tu nivel de bienestar personal para evaluar las posibles mejoras que pueden lograrse con actitudes más sabias. Para realizar esta valorización nos observaremos desde la metaconciencia como si fuésemos periodistas o científicos describiendo una situación. Intentaremos determinar desde cuál, o cuales de las áreas arriba mencionadas proviene el malestar. Para ayudarte a lograr este propósito, encontrarás más adelante eficaces conceptos que te guiarán hacia un mejor nivel de autoconocimiento y eficaces estrategias tendientes a mejorar tu calidad de vida.
A modo de adelanto, cuando desde la metaconciencia observamos que nuestro sistema emocional nos produce enojo y nos impulsa a reaccionar con agresión, debemos considerar esta conducta como un intento tal vez eficaz pero inadecuado para controlar a las personas. Es importante tener en cuenta que, mediante una actitud agresiva, aun cuando se consiga el objetivo deseado, esta tendrá consecuencias perjudiciales cargadas de resentimiento y malestar de la otra persona. En lugar de exteriorizar nuestro enfado descontrolado mediante una reacción impensada, podríamos en cambio explicar, consensuar o persuadir. Esta alternativa será mucho mejor recibida por el otro. Asimismo, esta actitud componedora evitará el gran desgaste de energía que implica lograr y sostener un dominio obtenido por la fuerza.
Esta y otras útiles habilidades que presentaré en los próximos capítulos permitirán consolidar un beneficioso cambio en tu personalidad.
He aquí dos pensamientos que suelen subyacer en estados emocionales de ansiedad o depresión.
¿How are you today? Un saludo frecuente en Estados Unidos, que significa: ¿cómo estás hoy? Es una interesante pregunta que podríamos formularnos durante nuestra charla interna: ¿estoy ansioso como si pensara que algo malo va a ocurrir? o ¿Me siento triste y desganado como si supiera que nada agradable va a surgir? La primera de las situaciones puede inducirnos a realizar ansiosamente actividades preventivas innecesarias o incluso perjudiciales, la segunda a aislarnos y mantenernos inactivos. Ambas conductas tenderán a sostener o aumentar la dolencia.
Ciertamente, observando nuestras emociones es posible darnos cuenta cómo influyen o determinan nuestras interpretaciones. Estando de buen ánimo frente a una dificultad, esta nos parecerá poco relevante, pero si nos sentimos tristes la viviremos como algo grave.
Ahora bien, los estados anímicos siempre son producto de la armoniosa concurrencia de emociones y pensamientos y a su vez ambos nos inducen fuertemente a conductas cómplices. Actuamos de acuerdo a nuestras creencias y estado anímico. Entonces, es útil observar cómo nos sentimos con la finalidad de estar alerta ante posibles predisposiciones a interpretar, pensar y actuar de manera inapropiada. Esto nos dará la oportunidad de tener una actitud reflexiva que produzca respuestas adecuadas en lugar de reacciones impensadas.
Otro valioso recurso es la atención, la cual puede ser dirigida voluntariamente con un entrenamiento adecuado. Mediante este importante mecanismo, cuando mediante la metaconciencia nos veamos elaborando pensamientos intrusos podremos concentrarnos en temas no conflictivos y así evitar reflexiones inconducentes promovidas por emociones inoportunas.
La conducta también puede ser el resultado de impulsos instigados por emociones o ideas inapropiadas. En ocasiones actuamos de manera indebida arrastrados por fuertes estados emocionales u ocurrencias de baja calidad. Esta conducta impulsiva conllevará consecuencias indeseadas.
Una excelente estrategia para mejorar nuestro proceder es establecer un mecanismo de evaluación de la validez de los motivos, tanto emocionales como cognitivos, que nos inducen a diferentes acciones.
En síntesis, veremos en los próximos capítulos cómo convertir pensamientos y conductas más elaborados en dos importantes comandos que generarán decisiones inteligentes y nos posicionarán en un rol más protagónico en las futuras vicisitudes.
Concluyendo, mi objetivo es que aprendas a gestionar eficazmente las situaciones que la vida te presente y lograr que los pensamientos, las emociones y las conductas te orienten para lograr tus buenos vínculos personales y objetivos que colaboren con tu desarrollo. El proceso comienza conociendo mejor cómo funciona tu mente y qué características tiene el entorno en el que estás inmerso. El método que propongo va más allá de realizar una simple descripción de tus características personales porque considera también cómo ellas afectan tu desarrollo vital.
Tu mente emprenderá la difícil tarea de estudiarse a sí misma. Por eso es importante que leas este libro con atención y lo relaciones con tu situación personal. Descubrirás que es posible evitar ser arrastrado por circunstancias, hábitos, emociones y pensamientos.
Todas las áreas y procesos que aquí he presentado están relacionados de manera muy intrínseca y operan siempre en conjunto. Sin embargo, he procedido a separarlos en capítulos y graficarlos mediante el Hexágono para facilitar la comprensión de la vida psíquica y la calidad de nuestro nivel de bienestar. En los siguientes capítulos también analizaremos cómo los seres humanos sienten, piensan y actúan influidos por procesos inconscientes, como así también por la circunstancia en la que estén inmersos. Encontraremos también recursos para conocer la particular manera en que ejecutamos los mencionados procesos y cuáles son nuestros principales rasgos de personalidad. En el último capítulo desarrollaré ampliamente el concepto de bienestar personal.
Finalmente, tu interés en este libro evidencia la confianza en que es realmente posible una considerable mejora en tu calidad de vida.
Con recursos validados por la ciencia, más que un espectador serás un protagonista y guiarás tu vida eligiendo nuevos caminos y estrategias. Confío con entusiasmo en lograr un impacto favorable en tu bienestar y el de otros lectores.
Será realmente una apasionante aventura de exploración.
Todo evento en principio será vivido emocionalmente y luego la mente le otorgará un significado cognitivo. Por ejemplo, si vamos caminando por la calle y vemos pasar un lindo bebé en brazos de su madre, tal vez experimentemos inmediatamente una sensación agradable sin la intervención de nuestros pensamientos. Todo el tiempo estamos sintiendo a través de nuestro sistema emocional. Podemos reconocer emociones agudas muy evidentes como el enojo, la tristeza o la alegría, pero también operan, a cada momento, otras muy sutiles y continuas que no podemos distinguir tan claramente. Vivimos, de manera constante y permanente, recibiendo estímulos emocionales, aunque éstos suelan ser muy poco evidentes. La vida es emoción en primera instancia. Esto ha sido demostrado por Arne Edvard Öhman psicólogo sueco (1943-2020), quien ha investigado la capacidad de nuestro cerebro de disparar la emoción miedo sin que seamos conscientes de la situación. En un experimento con personas que padecen aracnofobia, Öhman les muestra fotos de arañas durante cincuenta milisegundos, este corto período de tiempo no permite a los sujetos ser conscientes del estímulo, sin embargo, este fue procesado emocionalmente como así lo indica el aumento en la conducción de la piel y cambios en otros indicadores biológicos que ellos presentan. Estas reacciones se producen de manera similar cuando la foto es mostrada por más de cien milisegundos, tiempo suficiente para el reconocimiento consciente. Estos estudios sobre las percepciones inconscientes de estímulos demuestran que el miedo y la ansiedad surgen, en ocasiones, sin participación cognitiva. Esto implica que podemos defendernos de un peligro aun cuando este se manifieste espontáneamente y no permita la percepción consciente.
A partir del experimento de Öhman, considero interesante plantear como hipótesis que este sistema funciona evaluando todos los estímulos percibidos y generando emociones acordes. Si aceptamos esto, todas las vivencias, aun las menos relevantes, serían percibidas en primer lugar, emocionalmente, para luego ser procesadas cognitivamente. Como veremos en el siguiente capítulo “Pensamientos”, las interpretaciones de las diversas vivencias que transitemos estarán influenciadas por emociones previas.
La consciencia vivencial está compuesta por aspectos emocionales y cognitivos, y es precisamente en ella donde podemos apreciar nuestro nivel de bienestar. Este último puede verse afectado por emociones agudas, pero también por un malestar emocional menos intenso que puede provenir del inconsciente, el cuerpo, los pensamientos o el entorno. Estas diversas fuentes explican la variabilidad que presenta nuestro estado anímico con fases que pueden alternar en un corto período de tiempo entre el malestar, el confort y estados intermedios. Cuando percibimos un malestar físico o emocional producimos interpretaciones que no siempre coinciden con la o las verdaderas causas que lo originan. Desarrollaré este interesante concepto en el próximo capítulo “Pensamientos”. En el Hexágono podemos apreciar la complejidad de las interacciones y la constante información que recibe nuestra consciencia:
Tomando en cuenta que algunas emociones influyen en nuestro lenguaje corporal, diremos que son comunicadoras. Con un mínimo gesto podemos enviar mensajes de aprobación o disgusto de manera rápida y clara. Un rostro serio puede hacer suponer a otra persona que nos desagrada su actitud o ella misma. Es importante ser conscientes y responsables de lo que expresamos a otros, tanto de manera gestual como corporal. Estas manifestaciones deben coincidir precisamente con lo que realmente deseamos comunicar y ser acordes a nuestras intenciones. En ocasiones las personas se habitúan a transitar con gesto adusto sin motivo.
La amígdala es una estructura cerebral que es parte del sistema límbico y se encuentra en la profundidad de ambos lóbulos temporales. Entre otras funciones, se encarga de producir reacciones emocionales instintivas que producen conductas tales como ataque, huida o paralización. Al estar vinculada con el lóbulo frontal, este último puede actuar en la inhibición de ciertas conductas. En el lóbulo derecho la amígdala registra los estímulos externos y en el lóbulo izquierdo los internos, antes que estos lleguen a la corteza cerebral y sean percibidos conscientemente. En el cerebro del niño la amígdala opera antes que la consciencia y el lenguaje. Cuando ocurren eventos traumáticos a temprana edad, se registran en ella como “recuerdos emocionales”. Al activarse en la adultez por algún estímulo relacionado, pueden desencadenar un malestar que no aparenta tener motivo ni explicación racional. Tal es así, que un adulto puede sentir temor al acercarse a un perro por haber sido asustado por uno en su niñez, aunque no recuerde aquella situación. Su amígdala “recuerda emocionalmente” el evento traumático y entonces envía una señal de alerta cuando la persona ve al animal. En el adulto, la amígdala también almacena recuerdos emocionales, aunque muchas veces en la corteza se registra a la vez un significado concomitante.
Veamos algunos ejemplos: Diego, mi hijo mayor, a los doce años caminaba conmigo por un lugar donde había personas pescando. Su dedo índice fue enganchado por un anzuelo revoleado por un pescador. Aunque la herida fue pequeña, por unos años tuvo cierta aversión a todo lo relacionado con la pesca.
Ahora bien, voy a graficar mediante el Hexágono la experiencia de Diego:
Observamos dos flechas que parten de circunstancia, la que apunta a cuerpo se refiere al dolor causado por el anzuelo, luego se dirige a la consciencia y al sistema emocional. Este último, a su vez, interactúa con los pensamientos e informa a la consciencia y al inconsciente emocional donde se grabará el recuerdo. A su vez la circunstancia, en este caso el accidente del anzuelo, es interpretado por los pensamientos que asimismo informan a la consciencia.
Citaré otro caso personal, hace algunos años la secretaria de la guardería donde estaba mi lancha me comentó que funcionaban las veinticuatro horas y que además, con luna llena y cielo despejado, era posible navegar de noche con suficiente visibilidad. Me pareció un dato interesante y entonces decidí organizar un viaje nocturno en familia a un restaurant que se hallaba a cuarenta minutos de navegación. Salimos a las nueve de la noche. Martín, mi hijo menor, de nueve años, estaba acompañado por un amigo de su edad. Los dos chicos viajaron en un compartimiento cerrado en la parte delantera de la lancha. El río estaba algo agitado y nos movíamos bastante. Llegamos al lugar, una hostería muy agradable decorada con elementos de navegación. Nos acomodamos en una cómoda mesa redonda desde donde podíamos ver el río. La comida se prolongó porque cocinaban los pedidos en el momento. Llegamos de regreso a la guardería pasada la medianoche. Fue una navegación muy original y agradable. Todo parecía haber estado muy bien. Sin embargo, después de un tiempo descubrí que para Martín no había sido una buena experiencia porque se había sentido asustado y en peligro todo el tiempo que duró la navegación, tanto a la ida como a la vuelta. Esa desagradable experiencia motivó que luego sintiera temor con solo pensar en volver a navegar. Me sentí culpable por no haberme percatado del mal momento que había pasado Martín mientras navegábamos. El resto de la familia estábamos divertidos por lo original de la situación y no se me ocurrió pensar que los chicos podían estar pasándolo mal allí dentro.
Veamos ahora en el Hexágono el caso de Martín:
Podemos apreciar en el gráfico que el viaje, o sea la circunstancia, fue interpretado por Martín como peligroso y amenazante. Sus pensamientos interactuaron con sus emociones y esto fue grabado en su inconsciente emocional.
Les propongo ahora un Hexágono que muestra el proceso que se ponía en acción, tanto en Diego como en Martín, cuando se encontraban en situaciones similares a las padecidas:
Observamos que el inconsciente emocional provoca el disparo de emociones que interactúan con pensamientos cómplices y ambos informan a la consciencia.
Ambas situaciones vividas por mis hijos muestran cómo se activa la amígdala al recibir estímulos similares a un evento adverso del pasado, constituyéndose de esta manera lo que técnicamente se llama fobia. En el caso de Diego, la sensación desagradable se fue extinguiendo con el tiempo. En cambio, el temor a navegar de Martín requirió un trabajo de desensibilización sistemática. Este consiste en exponer gradualmente a la persona al objeto o situación temidos. Comenzamos yendo a la guardería solo para ver las lanchas que salían y entraban, luego de un par de visitas subimos a nuestra lancha y permanecimos un buen tiempo en ella sin navegar. El próximo paso fue un corto viaje a muy poca velocidad, que repetimos un par de veces, y por último un paseo normal. A partir de ese entrenamiento Martín pudo volver a navegar sin temor. Actualmente recordamos con agrado nuestras navegaciones, algunas de ellas nocturnas.
Pudimos ver en estos ejemplos cómo nuestro nivel de bienestar actual puede verse afectado por experiencias pasadas. Utilizando nuestro lóbulo frontal, podemos no alimentar, mediante pensamientos o conductas afines, un malestar emocional intruso e inoportuno que ha sido provocado por una experiencia traumática del pasado.
Asimismo, voy a mencionarles otro caso de fobia, se trata de una paciente de veintisiete años, llamada Claudia. Su motivo de consulta fue la imposibilidad de permanecer en lugares cerrados, en consecuencia, esta situación le impedía aceptar una reciente oferta laboral dado que su lugar de trabajo sería en el piso quince y esto le requeriría utilizar el ascensor. Claudia recordó en sesión que, cuando tenía cinco años, su madre salió de un ascensor en el que ambas se encontraban y antes de que ella pudiera salir las puertas se cerraron. Inmediatamente alguien llamó al ascensor y mientras éste subía, al encontrarse sola tuvo una crisis de llanto que continuó hasta que volvió a encontrarse con su mamá. Ella reconoce este evento como el origen de su dificultad actual. Debido a esta circunstancia traumática es que actualmente las situaciones de encierro le producen un importante malestar psíquico sin que exista un peligro real. Convinimos con Claudia una alta frecuencia de tres sesiones semanales para agilizar la terapia ya que contaba con poco tiempo para aceptar la oferta y comenzar a trabajar. Empezamos por esclarecer el proceso que se desencadenaba en su mente. Cuando ella se aproximaba a una circunstancia de encierro se activaban recuerdos emocionales inconscientes que disparaban las emociones ansiedad y miedo, estas actuaban sobre el cuerpo produciendo una activación fisiológica que incluía sensación de ahogo, opresión en el pecho, temblor y dificultad para tragar. Estas desagradables aunque inofensivas sensaciones corporales junto al temor le promovían la elaboración de pensamientos afines, tales como: “me siento muy mal”, “voy a descomponerme”, “no puedo hacerlo”, “debo salir de aquí”. A su vez, estos pensamientos alimentaban el temor y la ansiedad, y al mismo tiempo decidían la conducta de evitación de lo temido. Veámoslo en el Hexágono:
En síntesis, el proceso comienza con recuerdos emocionales inconscientes que producen una activación que se manifiesta en el cuerpo, y se acentúa debido a sus pensamientos catastróficos cómplices impulsando así la inevitable conducta de evitación.
Implementé en las sucesivas sesiones con Claudia un proceso de exposición gradual y sistemático. Comenzamos con ejercicios de imaginería y luego pasamos a utilizar el ascensor de mi edificio. Primero entramos en él varias veces, por unos segundos y sin cerrar la puerta. Luego subimos juntos un piso repetidamente, hasta que poco a poco fue animándose a subir sola. Mientras hacíamos los ejercicios, Claudia observaba y soportaba sus reacciones emocionales y corporales intentando no alimentarlas con pensamientos cómplices.
Ahora bien, la mente de una persona que padece un malestar psíquico generado por experiencias traumáticas pasadas y que no son parte de su circunstancia actual, justificará su padecer mediante la formulación de pensamientos cómplices elaborando una interpretación distorsionada de su realidad. Un malestar emocional suele inducir ideaciones negativas relacionadas, activación fisiológica y conductas inapropiadas.
Jonathan Robinson, psicoterapeuta estadounidense, propone:
“Una experiencia traumática que se repite una y otra vez provoca luego de un tiempo que nuestro sistema empiece a sentir que todo es una amenaza. Entonces se buscan situaciones sobre las que se tiene control. La mente hipervigilante cavila sobre potenciales amenazas de manera obsesiva y angustiante”.
Con un análisis adecuado es posible detectar que un malestar tiene su origen en un evento traumático lejano en el tiempo. Reitero la importancia de no reforzar la dolencia con pensamientos desfavorables sobre una situación actual que no los justifica, en el próximo capítulo veremos cómo lograrlo mediante el manejo voluntario de la atención y los pensamientos. También la conducta puede operar acompañando malestares inoportunos, como cuando ante un decaimiento físico o emocional reducimos o anulamos las actividades sociales privándonos de la posibilidad de mejorar nuestro estado con la compañía de personas significativas. En cambio, si a pesar de la poca motivación y el mal estado anímico nos contactáramos con alguien o realizáramos alguna actividad placentera, evitaríamos reforzar un circuito perjudicial. Por otra parte, con respecto a la calidad de nuestros pensamientos, como hemos visto, es muy frecuente suponer que pensamos de manera racional y objetiva, mientras que nuestros pensamientos pueden ser fuertemente influidos por estados emocionales o fisiológicos. Lo veremos en el próximo capítulo.
Deseo reiterar este concepto por ser fundamental para comprender que no podemos manejar a voluntad nuestras primeras respuestas emocionales. Padecemos, disfrutamos o simplemente fluimos por la vida orientados y animados por nuestra conciencia emocional. Así es como ella percibe, en primer lugar, cualquier estímulo. En principio podemos sentir alegría en alguna situación y luego nuestros pensamientos interpretarán el motivo. Cuando nos referimos a haber pasado un buen momento estamos relatando lo que “sentimos” y reeditamos más las emociones que lo que hemos pensado en ese momento. Si intentamos recordar cualquier evento pasado notaremos que evocamos primero las sensaciones y luego los pensamientos relacionados.