Tan real que duele - Delight Johnston Chandler - E-Book

Tan real que duele E-Book

Delight Johnston Chandler

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Beschreibung

Katia es una enérgica adolescente que experimenta los factores que habitualmente generan estrés en esa etapa de la vida, como los problemas familiares, las citas, las calificaciones, las redes sociales y el trabajo. La autora escribió este libro pensando en los adolescentes, cuando ella aún era una adolescente. Basada en su experiencia, la autora presenta ocho pasos fáciles de seguir para enfrentar las crisis y que harán que tu vida sea más enfocada y agradable.

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Tan real que duele

Tips para superar el estrés adolescente

Delight Johnston Chandler, Cameron Johnston

Gral. José de San Martín 4555, B1604CDG Florida Oeste, Buenos Aires, Rep. Argentina.

Tabla de contenidos
Tapa
Dedicatoria
Agradecimientos
Palabras del padre
Palabras de la hija
Capítulo 1
Estrategia 1: Identifica qué te estresa
Capítulo 2
Estrategia 2: Aprende a controlar la respuesta al estrés
Capítulo 3
Estrategia 3: Anímate con actividad física
Capítulo 4
Estrategia 4: Nutre tu vida
Capítulo 5
Estrategia 5: Conoce las causas del estrés y cómo resolverlas
Capítulo 6
Estrategia 6: Enfrenta las adicciones: Drogas, alcohol y tabaco
Capítulo 7
Estrategia 7: Diviértete, con risas y humor
Capítulo 8
Estrategia 8: Sé positivo y agradecido
Capítulo 9
Estrategia 9: El dolor no resuelto: Cómo resolverlo
Capítulo 10
Estrategia 10: Disfruta la vida con equilibrio y descanso
Estrategias antiestrés en un resumen
Sobre los autores

Tan real que duele

Tips para superar el estrés adolescente

Delight Johnston Chandler, Cameron Johnston

Título original: Cooling Down Teen Stress.

Dirección: Pablo Ale

Traducción: Natalia Jonas

Diseño: Ivonne Leichner

IMPRESO EN LA ARGENTINA

Printed in Argentina

Primera edición, e-book

MMXXIII

Es propiedad. © Signs Publishing Company, 2012, 2020. © Asociación Casa Editora Sudamericana, 2023.

Queda hecho el depósito que marca la ley 11.723.

ISBN 978-987-798-905-2

Johnston Chandler, Delight

Tan real que duele: Tips para superar el estrés adolescente / Delight Johnston Chandler; Cameron Johnston / Director Pablo Ale. - 1ª ed. - Florida: Asociación Casa Editora Sudamericana, 2023.

Libro digital, EPUB

Archivo Digital: online

Traducción de: Natalia Jonas.

ISBN 978-987-798-905-2

1. Adolescencia. I. Johnston, Cameron II. Ale, Pablo, dir. III. Jonas, Natalia, trad. IV. Título.

CDD 155.519

Publicado el 31 de agosto de 2023 por la Asociación Casa Editora Sudamericana (Gral. José de San Martín 4555, B1604CDG Florida Oeste, Buenos Aires).

Tel. (54-11) 5544-4848 (Opción 1) / Fax (54) 0800-122-ACES (2237)

E-mail: [email protected]

Web site: editorialaces.com

Prohibida la reproducción total o parcial de esta publicación (texto, imágenes y diseño), su manipulación informática y transmisión ya sea electrónica, mecánica, por fotocopia u otros medios, sin permiso previo del editor.

Dedicatoria

Para Melanie Johnston Howie

Hermana e hija, que navegó por las correntadas de la vida adolescente con valor y gracia, y ahora es una hermosa mujer, esposa y madre de quien estamos muy orgullosos.

Agradecimientos

A Leah Corbel y Chris Chandler por leer el manuscrito y hacer contribuciones significativas para la edición y el mejoramiento de la historia.

A los profesores de secundaria Ruth Smith (Ojanagan Adventist Academy, Kelowna, British Columbia) y André Langevin (Kigsway College, Oshawa, Ontario) por animar a algunos de sus estudiantes a leer y evaluar el manuscrito, y hacer sugerencias.

A los siguientes estudiantes que tomaron esta oportunidad y dedicaron tiempo a leer y evaluar el manuscrito, y ofrecer comentarios y sugerencias valiosos: Susan Curtis, Tani Deeb, Melissa Eck, Ayla Fortin, Shaun Gerber, Chantal Henry, Ryan Manns, Bryna Quiring, Paul Rhynard, Sarah Ritchey, Maureen Serem, Brock Tataryn, Faith Vermeer y Jean-Claude Wells.

A Linda Marlow (Directora del departamento de Enfermería de la Southern Adventist University) y a June Brake (profesora y amiga) por leer el manuscrito y realizar comentarios y sugerencias valiosos.

A los muchos amigos y profesores de Delight que, de una forma u otra, han sido una influencia positiva durante su adolescencia, y han contribuido a este proyecto; especialmente sus profesores de escritura creativa.

A los muchos adolescentes y padres de adolescentes que han asistido a los seminarios de manejo del estrés de Cameron, buscando soluciones para manejar los estresores de la vida de manera más efectiva. Sus sugerencias también contribuyeron al éxito de este proyecto.

De Australia, un agradecimiento especial al equipo de Signs Publishing por proporcionar esta edición actualizada. En especial a Lauren Webb por su excelente edición y por actualizar la historia, especialmente en lo relativo a las redes sociales, que no eran una preocupación cuando la historia se escribió originalmente.

A todos ustedes: ¡muchísimas gracias!

Los autores.

Palabras del padre

La juventud es un estado mental maravilloso. Es creativa, optimista, idealista, osada y enérgica. Este estado puede vivirse en cualquier etapa de la vida, pero es evidente de manera especial entre los 13 y los 19 años.

Los años de la adolescencia son realmente únicos. Por gracia, están limitados a siete años de la vida, que para algunos es una prueba de resistencia hormonal con experiencias catastróficas. Conozco adolescentes y padres que han sufrido muchísimo durante esos años. Para algunos adolescentes, la causa ha sido padres con muy poca comprensión; y por el otro lado, los mejores padres pueden ser probados hasta los límites.

Mi hija, Delight, pasó la prueba de la adolescencia de manera sobresaliente, y su madre y yo estamos muy satisfechos tanto con ella como con su hermana, Melanie, quien también completó el viaje de la adolescencia muy bien. Como padres, ver a nuestras hijas adolescentes pasar a la adultez fue una experiencia muy positiva, maravillosa. Aunque el proceso tuvo sus desafíos, fuimos bendecidos y no nos tocó la peor parte. De hecho, muchas veces, cuando las personas se enteraban que estábamos experimentando la adolescencia de nuestras dos hijas, nos ofrecían ánimo; pero la verdad que no lo necesitábamos.

La idea de escribir un libro que abordara el manejo de estrés para adolescentes y padres de adolescentes siempre fue un sueño para mí. Al ver a Delight experimentar los particulares desafíos de los años de la adolescencia, y notar su desarrollo como posible escritora, supe que ella era quien debía escribir este libro… mientras fuera adolescente. El verano posterior a su primer año universitario fue la oportunidad perfecta, ya que no encontró un trabajo de verano. Con la ayuda de su abuelo Covey, quien estuvo dispuesto a proveer un pequeño préstamo de incentivo, terminó el esqueleto básico de la redacción.

Tan real que duele está escrito como una historia encantadora, aunque realista, escrita por un padre y una hija. Está lleno de perspectivas que ayudarán tanto a adolescentes como a sus padres a disfrutar, tanto como se pueda, los gloriosos desafíos y desarrollos de los importantes años de la adolescencia.

Para los jovencitos que están leyendo esto: te animo a aprovechar al máximo este momento emocionante de la vida. Ten paciencia contigo mismo, con tus amigos y con tus padres. Tanto lo mejor como lo peor pasará.

Para los padres, profesores y otros adultos amorosos que están leyendo esto: ama a los adolescentes, tenles paciencia cuando necesiten ganar independencia y disfruta del proceso. Después de todo, hay muchas probabilidades de que incluso los adolescentes más desafiantes crezcan y lleguen a ser ciudadanos modelo. ¡Si no, mírate a ti mismo y a tu generación!

Es emocionante ver una nueva edición de este libro publicada en Sudamérica, y ahora disponible para todo un nuevo grupo de adolescentes. Delight y yo esperamos que sea una gran fuente de ánimo para adolescentes, padres y profesores.

Cameron Johnston

British Columbia, Canadá

Palabras de la hija

Escribí Tan real que duele el verano posterior a mi primer año universitario. Tenía 19 años y escribí principalmente a partir de mi propia experiencia. Algunos de los incidentes que se mencionan en este libro realmente me ocurrieron.

Tuve mis propias luchas personales a lo largo de mis años de secundaria… como todos. No creo que hubiera podido atravesar mis años de adolescencia tan bien sin el apoyo de mis padres y algunos de mis amigos más cercanos.

Espero que este libro ayude a otras familias (especialmente a adolescentes, pero también a sus padres) al enfrentar el estrés único de la adolescencia. Espero que aplican mis estrategias de manejo de estrés en sus experiencias personales, y que les ayuden a enfrentar los desafíos de la vida diaria.

Actualmente trabajo como enfermera de emergencias, que fue mi sueño desde la escuela primaria. ¡Logré que mi sueño se hiciera realidad! Estoy casada y tengo dos hijas maravillosas, que serán adolescentes en unos años. Compartir las mejores maneras de manejar el estrés adolescente sigue siendo muy importante para mí.

El mundo ha cambiado mucho desde la primera publicación de este libro, en 2002. Sin embargo, aprender a sobrellevar y manejar el estrés es aún más importante hoy en día, y los principios que compartimos aquí siguen funcionando. Esta nueva edición fue actualizada con la ayuda de nuestra editora, Lauren Webb, e incluye algunas causas de estrés que no eran un problema cuando escribí esta historia, como por ejemplo el mal uso de la tecnología.

¡Soporta! La vida es demasiado valiosa para permitir que las dificultades te hagan darte por vencido. Quiero animarte a elegir objetivos y sueños excelentes y desafiantes, y a trabajar con determinación para hacerlos realidad. Diviértete y disfruta de los momentos lindos, y enfrenta de manera constructiva los periodos difíciles. Vive un día a la vez. No todo el estrés es malo, pero ten cuidado con tu tiempo y tus prioridades. Acéptate como la persona hermosa que eres: una obra de arte en desarrollo.

Delight Johnston Chandler

Esposa, madre y enfermera de emergencias

Chattanooga, Tennessee, EE. UU.

Capítulo 1

Katia Mora caminaba apurada por el pasillo lleno de gente, mientras su cabello atado se mecía con cada paso. Al girar al final del pasillo para subir las escaleras chocó contra alguien, pero él la estabilizó antes de que ella cayera.

–Gracias –dijo Katia tratando de no perder la compostura, al levantar la mirada y toparse con los ojos azules de Gabriel Torres.

–Perdón por chocarte, Katia –le dijo él, con la mano todavía en el hombro de ella.

–No te preocupes. No pasa nada –respondió ella–. Mejor me apuro. Voy a llegar tarde a Biología.

Acomodó los libros que llevaba debajo del brazo y le brindó una sonrisa llena de confianza. Dio media vuelta y subió la escalera sin mirar atrás.

Abrió la puerta del aula y, como esperaba, todos ya estaban sentados. Vio a su mejor amiga, Julia, cerca del fondo, mirándola divertida. Katia le sonrió y caminó hasta un banco vacío. La clase comenzó justo cuando ella se sentaba.

Apenas terminó la clase, Julia la fue a buscar.

–¿Dónde estabas? Te espere mil aaaaaños –preguntó, exagerando un poco. Katia se rio y comenzó a explicar.

–El señor Rojas necesitaba un poco de información sobre la cena especial. No podía escapar de todas sus preguntas.

Hizo una pausa solo por un momento y, riendo, agregó:

–Después, casi me rompo la pierna camino al aula.

Julia sonrió y revoleó los ojos ante el dramatismo de Katia.

–Pero ya pasó. ¿Y si vamos a comprar algunas de las cosas que faltan para la decoración? Ninguna de las dos tiene clases en la próxima hora…

–Sí, podríamos ir ahora –respondió Katia, repasando mentalmente todo lo que tenía que hacer–. Voy a dejar los libros y a buscar mi mochila. Nos vemos en mi auto en cinco minutos.

–Perfecto –concordó Julia empujando suavemente a Katia hacia su casillero–. No tardes.

Katia se abrió paso por el pasillo atentado, hacia su casillero mientras trataba de organizar en su mente los pensamientos que se agolpaban. Era presidenta de la asociación estudiantil, y estaba en el último año del secundario. Sus calificaciones eran más importantes que nunca, y además era responsable por organizar la vida social en el colegio. A veces la tarea parecía abrumadora. Recordó las elecciones, hacía solo dos meses. Se había convertido en un concurso de popularidad que, afortunadamente, había ganado; pero por poco. Había otros que podrían hacer este trabajo muy bien. Ahora se acercaba su primera cena de gala del año, y las personas la estaban mirando para ver si lo echaba todo a perder. Repasó mentalmente la lista de cosas que faltaban. Tengo que buscar la decoración, comprar globos de helio y tomar la decisión de quién va a encargarse de la música durante la cena, pensó.

–¡Katia!

Escuchar su nombre la hizo dar un salto de sorpresa. Levantó la mirada y vio a Lucía.

–¿Qué? Casi me das un ataque al corazón –retó Katia a su amiga con los ojos brillando de risa.

–Traté de llamar tu atención, pero estabas absorta en tu propio mundo –explicó Lucía sonriendo.

–Lo siento –dijo Katia–. Tengo mucho en la mente.

–No hay problema –respondió Lucía mirándola con empatía–. Me preguntaba si podemos juntarnos para estudiar para Biología.

Lucía quedó en silencio esperando una respuesta.

–No sé. Tengo mucho que organizar para la cena ahora. ¿Te puedo llamar después?

Katia sabía que Julia ya la debía estar esperando en el auto. Cerró su casillero y comenzó a caminar por el pasillo. Lucía la acompañaba.

–Dale, pero solo faltan dos días para el examen –le recordó Lucía.

–Tienes razón –dijo Katia con un suspiro.

Necesitaba estudiar para el examen.

–¿Qué te parece esta noche? ¿Te queda bien? Puedes venir a casa.

–Perfecto. ¿A eso de las 19:30?

–Sí. ¡Nos vemos esta noche! –respondió Katia sobre su hombro mientras cruzaba la puerta hacia afuera.

Divisó la camisa amarilla de Julia y se apuró por llegar al auto.

–Es fácil encontrarte con esa camisa –comentó Katia sonriendo, mientras abría la puerta del auto.

–¿Qué? ¿No te gusta mi camisa? –dijo Julia fingiendo tristeza.

–Sabes que me encanta. Quizá yo no la usaría, pero es tu estilo –respondió Katia.

–Gracias. Siempre puedo contar con que me hagas sentir especial –dijo Julia con sarcasmo.

Katia le sonrió a su mejor amiga. Se habían conocido solo dos años atrás, pero se habían hecho mejores amigas desde el primer momento.

Recorrieron las calles de la ciudad, deteniéndose en distintos negocios y comparando precios de decoraciones para la cena de gala. Para cuando terminaron, estaban cansadas y frustradas.

–¿Por qué necesitamos ese tipo de velas? Las otras estarían bien –se quejó Julia–. Se ven igual de lindas.

–Pero la señora Villalba dijo que no durarán mucho.

Katia estaba frustrada. Tenían que mantenerse dentro del presupuesto, y comprar la decoración estaba probando ser más costoso de lo que habían planificado.

–Volvamos al colegio. Le podemos preguntar mañana, y quizá nos pueda ayudar a resolver esto.

Julia tenía razón. Lo resolverían mañana.

Luego de la última clase del día, Katia juntó sus libros. En el pasillo la interrumpía constantemente con preguntas sobre la cena. Cuando finalmente había cerrado su casillero, se acercaba Julia.

–Tienes que venir conmigo. Mauro y Daniel quieren tomar un café con nosotras.

El entusiasmo de Julia era evidente. Mauro y Daniel eran dos muchachos apuestos y parecían divertidos, pero no compartían ninguna materia con ellas.

–Tengo que trabajar –respondió Katia con una sonrisa cómplice–. Sino iría.

–Por favor, solo esta vez. Hace tanto que quería pasar un rato con Mauro –rogó Julia–. Necesito que vengas.

–Perdón, pero tengo que trabajar.

Katia le dio un abrazo a su amiga.

–Estarás bien.

–Espero –dijo Julia apretándole la mano–. ¡Estoy tan nerviosa!

–Cuéntame todo esta noche.

Katia le sonrió y le dio otro abrazo tranquilizador.

–¿Y? ¿Vamos a tomar un café? –Daniel se había acercado por detrás de ellas y puso el brazo sobre los hombros de Katia.

–Tengo que trabajar.

Katia se corrió de debajo del brazo y le brindó su mejor sonrisa.

–Sabes que me encantaría, pero no puedo. ¡Lo siento!

Daniel puso cara de devastado.

–¿Me estás rechazando? –preguntó haciendo que su pregunta suene como algo imposible de entender.

–Estoy segura de que te repondrás –dijo Katia riendo de su arrogancia, y comenzó a alejarse.

Se vio media vuelta y los saludó.

–¡Ustedes diviértanse, chicos!

Su turno finalmente terminó. Se sacó el cabello recogido de la rendija de la gorra que tenía que usar en el restaurante de comida rápida donde trabajaba. El olor a comida la estaba descomponiendo. Miró su teléfono. Tenía un mensaje de Lucía: “Estoy un poquito atrasada, nos vemos a las 19:45”.

Afuera, el aire del atardecer la hizo sentir un poco mejor, pero solo pensar en sentarse a estudiar la hizo suspirar con exasperación. Para cuando se duchara, no tendría tiempo para relajarse ni un ratito antes que llegara Lucía. Le dolía la cabeza, y pensó en responderle el mensaje cancelando. Entonces, la urgencia de sacarse una buena calificación en el examen le recordó que tenía que estudiar. Si planeaba ingresar en la facultad de medicina, tenía que irle bien en Biología.

Frunció el ceño instintivamente al recordar la reacción de una amiga al enterarse de su sueño de ser médica. La muchacha la había mirado y dicho: “¿En serio? ¿Vas a ser médica?”, como si estuviera intentando hacer algo imposible. Katia solo había asentido y dicho: “Voy a ser médica”. Había sonreído y se había ido sin más. Puedo ser médica, pensó. ¿Por qué no podría? La idea que la gente pensara que no podía hacerlo solo la motivaba a probar que estaban equivocados.

En un ratito había llegado a su casa. Abrió la puerta del frente y entró.

–Katia, ¿dónde estabas? –la llamó la mamá desde la cocina.

–Tenía que trabajar, ¿te acuerdas, mamá? –respondió Katia intentando mantener la calma–. Te dije esta mañana. ¿No me escuchaste?

–Tienes que dejar tu cronograma en la heladera, como ya te pedimos –le recordó la mamá irritada, respondiendo al tono de la pregunta de Katia.

Katia salió de la cocina de mal humor. Subió la escalera y se dio una ducha rápida. Entonces, se sentó en la cama, tomó su teléfono mecánicamente. Estoy tan cansada; solo quiero dormir, pensó. Pero su mente se enfocó al ver un video de Julia en el perfil de la red social en la que estaba. Mostraba tres tazas de café juntas, de la marca de un café popular. Katia sonrió.

Parece que alguien pasó un buen rato, le escribió a Julia por mensaje privado.

Julia comenzó a responder inmediatamente. Katia se recostó sobre su almohada y dejó que su amiga le contara todos los detalles. Fue agregando algunas reacciones aquí y allá para que Julia supiera que le estaba prestando atención. Entonces, Katia escuchó que alguien golpeaba la puerta.

Llegó Lucía para estudiar, le escribió a Julia. Hablamos más tarde.

–¡Pase! –exclamó desde la cama.

–Soy yo –dijo Lucía, asomando la cabeza por la puerta de la habitación.

Sus rulos rubios le caían sobre el rostro.

Katia le sonrió y le hizo señas para que se sentara. Rieron y conversaron mientras sacaban los libros de Biología y revisaban los apuntes. Entonces, se acomodaron para estudiar.

Un par de horas más tarde, después de que Lucía se fue, Katia estaba segura de que su cerebro contenía todo el conocimiento que podía abarcar esa noche. Se metió en la cama y prendió la luz. Apenas le quedó energía para empezar su repaso mental de los eventos del día, porque apenas la cabeza tocó la almohada, se quedó dormida.

A la mañana siguiente, Katia decidió usar su período libre para estudiar Biología. Se había acomodado en un cubículo en la biblioteca cuando escuchó voces que se acercaban. Bajó la cabeza para que no la vieran, pero era demasiado tarde.

–¡Katia!

Era la voz de Daniel.

–¿Cómo va?

Reconoció inmediatamente la voz de Mauro.

–Hola, chicos –dijo con su mejor cara de irritada, pero la risa que se veía en sus ojos hizo poco creíble su molestia.

Rápidamente acercaron sillas y se sentaron junto a ella.

–Me parece que no voy a poder estudiar mucho con ustedes acá, ¿no? –dijo, intentando mantener un tono serio; pero terminó riendo.

Los chicos comenzaron a contarle historias para hacerla reír, y la molestaban en broma porque ella estudiaba tanto. Antes de mucho, sonó el timbre y tuvo que ir a la siguiente clase. Mauro desapareció, pero Daniel la siguió.

–Y, ¿ya tienes con quien ir a la cena de gala?

La pregunta la tomó desprevenida.

–No… ¿por qué?

A Katia le empezó a molestar el estómago por la anticipación de lo que podría significar la pregunta.

–Bueno… me preguntaba si querías ir conmigo.

Le sonrió como para cubrir su nerviosismo, y se la quedó mirando fijo, esperando la respuesta.

–Mmm… no lo sé.

Katia intentaba pensar cómo responder de la mejor manera. Daniel y Mauro eran divertidos, pero ella no estaba interesada en salir con Daniel.

Pero, ¿cómo se lo digo? pensó.

-Bueno, dale. Iré contigo, Daniel –le respondió.

–¿En serio? ¡Genial! –dijo, y su entusiasmo era evidente.

Katia le sonrió y, de repente, él parecía no saber qué decir. Era extraño, porque generalmente no le costaba conversar con las chicas. Ella no pudo evitar sonreír de lo incómodo del momento.

–Será mejor que me apure… voy a llegar tarde para clase.

Él casi pareció aliviado cuando ella se alejó por el pasillo.

Se sentó en un banco en silencio y sacó los libros. ¿Cómo pude decir que sí? pensó. ¿Qué estaba pensando? No necesitaba esto justo ahora… una cita a la que no tengo ganas de ir. Comenzó la clase y eso interrumpió sus pensamientos por el momento. Estará bien. Puedo hacer esto. Solo es una cena. Cuanto más razonaba, mejor se sentía. No es gran cosa.

La clase terminó y el nudo en su estómago comenzaba a soltarse. Fue derecho hacia el casillero de Julia, se recostó contra el casillero contiguo y puso su mejor cara de “perrito mojado”.

Julia se rió al ver la expresión en su amiga.

–¿Qué pasó?

–Daniel me invitó a ir a la cena de gala con él –dijo Katia en tono monótono.

–¿Y? Eso es algo bueno, ¿no? –comentó Julia levantando las cejas.

–Tal vez... Es decir, no quiero darle una idea equivocada.

Katia se pasó los dedos por el largo cabello castaño.