Tarot para cambiar - Jessica Dore - E-Book

Tarot para cambiar E-Book

Jessica Dore

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Más que una herramienta para adivinar y predecir la fortuna, el tarot está profundamente asociado con la espiritualidad y la psicología. Así que si quieres conocerte más, entender mejor tus relaciones, afrontar los cambios de tu vida o profundizar en el conocimiento de esta fascinante práctica, llegaste al lugar indicado. Estas páginas están llenas de secretos, símbolos e historias. Te acercarán no solo a las cartas, sino también al significado de la alegría, la angustia, el asombro, el duelo, la soledad y el amor. Adéntrate en el imaginario mítico de los 78 arcanos y emprende el camino a la sanación, la generosidad y la sabiduría. Descubre cómo elegir una baraja, cómo interpretar sus imágenes y cómo relacionarte con ella. Este libro será tu amuleto, te ayudará a recordar que tus problemas no son nuevos, que nunca estás solo y que, lo adviertas o no, la transformación siempre está presente en ti.

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Más que una herramienta para adivinar y predecir la fortuna, el tarot está profundamente asociado con la espiritualidad y la psicología.

Así que si quieres conocerte más, entender mejor tus relaciones, afrontar los cambios de tu vida o profundizar en el conocimiento de esta fascinante práctica, llegaste al lugar indicado.

Estas páginas están llenas de secretos, símbolos e historias. Te acercarán no solo a las cartas, sino también al significado de la alegría, la angustia, el asombro, el duelo, la soledad y el amor.

Adéntrate en el imaginario mítico de los 78 arcanos y emprende el camino a la sanación, la generosidad y la sabiduría. Descubre cómo elegir una baraja, cómo interpretar sus imágenes y cómo relacionarte con ella.

Este libro será tu amuleto, te ayudará a recordar que tus problemas no son nuevos, que nunca estás solo y que, lo adviertas o no, la transformación siempre está presente en ti.

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Jessica Dore ha trabajado y estudiado en el campo de la psicología y las ciencias del comportamiento desde 2010. Es escritora y profesora. Tiene una maestría en Trabajo Social y es asidua practicante certificada de la lectura del tarot.

Ha escrito en publicaciones como The Oprah Magazine, VICE y Psych Central. El enfoque único de su trabajo e interpretación del tarot ha sido incluido en medios de la talla de The New York Times, The Cut, Vogue, Yoga Journal, entre otros.

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Tarot

para

Cambiar

Tarot

para

Cambiar

Usa las cartas paracuidarte, aceptarte y crecer

Jessica Dore

A mis padres

Índice
Parte UNO
¿Qué es el tarot?
Breve historia del tarot y la psicología
Mi historia
Conoce las cartas
La arquitectura del mazo de 78 cartas
Cómo usar este libro
Parte DOS
Los arcanos mayores
El Loco
El Mago
La Gran Sacerdotisa
La Emperatriz
El Emperador
El Hierofante
Los Enamorados
El Carro
La Fuerza
El Ermitaño
La Rueda de la Fortuna
La Justicia
El Colgado
La Muerte
La Templanza
El Diablo
La Torre
La Estrella
La Luna
El Sol
El Juicio
El Mundo
Los arcanos menores
As de Bastos
Dos de Bastos
Tres de Bastos
Cuatro de Bastos
Cinco de Bastos
Seis de Bastos
Siete de Bastos
Ocho de Bastos
Nueve de Bastos
Diez de Bastos
Sota de Bastos
Caballero de Bastos
Reina de Bastos
Rey de Bastos
As de Copas
Dos de Copas
Tres de Copas
Cuatro de Copas
Cinco de Copas
Seis de Copas
Siete de Copas
Ocho de Copas
Nueve de Copas
Diez de Copas
Sota de Copas
Caballero de Copas
Reina de Copas
Rey de Copas
As de Oros
Dos de Oros
Tres de Oros
Cuatro de Oros
Cinco de Oros
Seis de Oros
Siete de Oros
Ocho de Oros
Nueve de Oros
Diez de Oros
Sota de Oros
Caballero de Oros
Reina de Oros
Rey de Oros
As de Espadas
Dos de Espadas
Tres de Espadas
Cuatro de Espadas
Cinco de Espadas
Seis de Espadas
Siete de Espadas
Ocho de Espadas
Nueve de Espadas
Diez de Espadas
Sota de Espadas
Caballero de Espadas
Reina de Espadas
Rey de Espadas
Parte TRES
Lectura del tarot
Elige tu tarot
Haz preguntas
Barajar
Tiradas
Conclusión

Parte UNO

¿Qué es el tarot?

El tarot es un libro de 78 secretos que se revelan con el tiempo. Las cartas tienen significados pero a menudo cambian de forma, por lo que, dependiendo del contexto, una carta puede aparecer en forma de ayuda, amuleto, talismán o bendición. Aunque se cree que las cartas tal y como las conocemos hoy aparecieron por primera vez en la Europa del siglo XV, durante el Renacimiento, se dice que los secretos y tótems se remontan al antiguo Egipto y Grecia.

Cuenta la leyenda que los místicos de Egipto escondían sus secretos para la evolución espiritual dentro de un mazo de cartas, secretos sobre cómo alcanzar el ideal de unión con el Absoluto. El hecho de esconder los secretos en forma de cartas era una forma de asegurar que la sabiduría se transmitiría, aunque fuera a través de los vicios humanos. Confiaban más en el impulso de apostar y jugar que en el deseo de leer textos sagrados o de aprender por transmisión oral. Sabían que algunos “jugarían” al tarot sin utilizar nunca las cartas para crecer. Pero para los que se inclinaban por el crecimiento espiritual, las cartas funcionarían como 78 portales mágicos que guardaban secretos en su interior.

Esto es una leyenda, lo que significa que no es histórica ni verificable. No hay ninguna prueba física que la respalde. Pero el tarot, como verás si no lo has hecho ya, proporciona un camino para rescatar la imaginación de las garras de la duda y el racionalismo. Un camino para despertar esa parte en nosotros llena de audacia, que no necesita pruebas materiales para aprender.

Hoy en día, la gente usa las cartas por todo tipo de razones. Es una forma de convocar la sincronización, un proceso sagrado por el que experimentamos las conexiones invisibles entre el mundo interior y el exterior. Es también una práctica que activa el potencial, germina las primeras raíces de posibilidad en la tierra del corazón para que crezcan robustas. Lo suficientemente fuertes como para sostener el lento crecimiento de un fruto o una flor.

Cuando es necesario, una tirada de cartas del tarot puede ser como un tapiz en el que proyectamos nuestra vida interior de forma segura y sin perjudicarnos a nosotros ni a los demás. Dado que la proyección es una función natural y saludable de la imaginación humana, esta es una forma de aprovechar su poder y utilizarlo para el bien.

La exteriorización de la experiencia interna en un objeto físico, como una carta, crea cierta distancia que nos da espacio para respirar, cambia la forma en que nos relacionamos con nosotros mismos y ofrece un nuevo punto de vista. Las cartas nos permiten mirar y comprender con seguridad los aspectos menos agradables de nosotros.

Sea para uno mismo o para otros, una lectura del tarot puede ser un ritual cuando iniciamos una etapa o capítulo importante de la vida. Las cartas tienen una función mayéutica, o de partera: nos cuestionan como parte de un proceso de alumbramiento que dará lugar a una nueva vida. Son preguntas que amplían en lugar de reducir. A veces la nueva vida intenta salir al revés o al derecho y necesita un poco de persuasión para girar. El tarot es una herramienta para encontrar los puntos correctos que debemos presionar para que las cosas se muevan con seguridad.

A veces, después de una tirada de cartas, puedes salir con una narración expansiva y vivificante. Con visiones de los primeros brotes de un tulipán en medio de la tierra recién descongelada o de los capullos rosados en una rama. Otras veces, la historia necesitará ser despojada de lo esencial y puede que te quedes con el olor de las hojas secas y podridas. O con el graznido de un cuervo resonando en tus oídos. En cualquier caso, es probable que salgas con más preguntas de las que tenías antes de la lectura. Lo que es bueno. Las preguntas son pasajes hacia una nueva vida.

El trabajo de un lector de cartas no es predecir, porque los secretos no funcionan así. Los 78 arcanos, los misterios grandes y pequeños, deben ser abordados con el respeto que le tenemos a los ancestros, como entidades en sí mismas cuya confianza nos debemos de ganar. Como ocurre con cualquier compañero, cuando hay curiosidad, compromiso, respeto y un auténtico deseo de comprender, con el tiempo las cartas te contarán secretos. Puedes estar seguro de ello.

Breve historia del tarot y la psicología

Por lo general, el tarot se considera más una práctica espiritual que psicológica. Pero en el fondo es intrínsecamente psicológica. Y la psicología es intrínsecamente espiritual. De hecho, la palabra psicología viene de la palabra psyche, que significa “alma” o “aliento” en griego. Aunque el campo de la psicología ha cambiado a lo largo de años de teoría y práctica, hasta cierto punto, siempre será el arte de llegar a conocer el alma.

Sigmund Freud, considerado en Occidente como el padre de la psicología moderna, trató de comprender la psique humana a través del psicoanálisis. Uno de los objetivos del trabajo psicoanalítico era hacer consciente el inconsciente. Cuando piensas en la imagen de una persona recostada en un diván junto a un analista con traje y un portapapeles que le dice: “Hábleme de su padre”, están haciendo psicoanálisis. Ese proceso terapéutico suele implicar una inmersión profunda en las experiencias de la primera infancia para comprender mejor las propias experiencias en el presente.

Carl Jung, que fue alumno de Freud, desarrolló teorías sobre un inconsciente colectivo, una especie de corriente psíquica subyacente que, en su opinión, todos los seres humanos comparten y que podría explicar impulsos, motivaciones y comportamientos comunes que trascienden los límites de las diferencias culturales y geográficas.

El inconsciente colectivo se ha descrito como una especie de herencia psicológica compartida que se revela a través de los sueños, los mitos y los cuentos de hadas. Y en las dinámicas sociales de poder y opresión. A diferencia del inconsciente personal, que contiene las dimensiones de nuestra experiencia individual que han sido llevadas a la oscuridad, a menudo a través del condicionamiento ambiental y social, el inconsciente colectivo es el hogar de los arquetipos.

Jung consideraba los arquetipos como símbolos e imágenes universales con significados que todos los humanos comparten. No estoy segura de estar de acuerdo con que los arquetipos tengan los mismos significados universales para todos los seres humanos, pero puedo ver cómo algunos resuenan en todas las culturas. Para nosotros, el arquetipo de la madre puede activar algo, aunque no lo mismo para cada uno. Es igual con el tema arquetípico de la muerte.

Y estoy de acuerdo con la afirmación que hace la analista junguiana Marie Louise von Franz cuando aparece una imagen arquetípica, como ocurre en una lectura de tarot, por ejemplo: la persona “tomará conciencia de nuevas posibilidades que no reconocía con anterioridad y, a través de ellas, experimentará una nueva afluencia de energía. Porque los arquetipos poseen una cualidad numinosa y funcionan como una fuente oculta de energía”. No todos vamos a experimentar los arquetipos o los símbolos de la misma manera. Ni se debe esperar que lo hagamos. Pero si lo permitimos, pueden decirnos y suscitar algo en nosotros.

Jung creía que el inconsciente colectivo influía en nuestras vidas individuales y que contenía las claves para la creación de significados, el desarrollo psicológico y la individuación (un proceso a través del cual una persona alcanza un sentido de identidad individual separado del colectivo). A través del psicoanálisis, una persona puede aprender a moverse con flexibilidad entre el contenido explícito de la mente consciente y el material simbólico tácito del inconsciente.

En términos arquetípicos, podríamos decir que la esperanza sería que una persona comenzara a existir en algún lugar de la tensión que se genera entre la aldea y el bosque, la civilización y lo salvaje, para ser tanto emperador como emperatriz en el lugar y el momento adecuados.

Jung también aportó algunas ideas sobre el valor terapéutico de la sincronicidad, que definió como “una coincidencia significativa” de acontecimientos externos e internos que no están conectados por ninguna relación discernible de causa y efecto. Un ejemplo de ello es cuando de repente piensas en un amigo al que no has visto en años y, poco después, te llama. Lo que podría ser una simple coincidencia, para la persona que se inclina por la creación de significados, también puede insinuar una conexión entre lo externo y lo interno, dimensiones que generalmente aparecen como separadas y distintas entre sí.

Cuando un acontecimiento interno, como pensar en un viejo amigo, se “sincroniza” con un acontecimiento externo, la llamada de ese viejo amigo, podemos empezar a percibir un vínculo entre lo que experimentamos como individuos y lo que entendemos como un todo. La sincronicidad es, en palabras de la ecologista Robin Wall Kimmerer, “un recordatorio de las conexiones elegantes”. Explorar las relaciones entre las cosas que no pueden explicarse por simple causa y efecto es una puerta para comprender la relación entre la psique, una conciencia más colectiva, y la materia.

Cuando se producen sincronicidades, como ocurre a menudo cuando echamos las cartas del tarot y estas aciertan los detalles de nuestra vida con una precisión asombrosa, puede ser que algo previamente oculto en el inconsciente esté tratando de emerger. Y que puede estar aflorando para ayudarnos a evolucionar.

Hoy en día, Jung podría considerarse más un artista o un filósofo que un científico. Su exploración del misterio a través de los campos de la filosofía, la antropología, el mito, la religión y la espiritualidad sirvió para desarrollar su estilo de psicología analítica. Y creía sinceramente que los símbolos de las historias antiguas, la astrología e incluso el tarot contenían claves para entender la psique.

La comprensión de Jung sobre el arquetipo y la individuación es útil aquí porque le da un enfoque más claro al poder y al atractivo del tarot. Muchos hemos descubierto que una vez que empezamos a trabajar con él, nos enganchamos. Y mi sensación es que esto se debe a que su lenguaje simbólico nos conecta de forma instantánea y poderosa con una conciencia colectiva de algún tipo, ya sea universal o cultural. Tirar las cartas nos sitúa en el espacio y el tiempo como parte de algo más grande que nosotros mismos y nos recuerda que, sea lo que sea lo que estemos viviendo, no estamos solos. Una época marcada por el creciente aislamiento, la separación y la soledad, encierra en sí misma la promesa de una profunda medicina.

Al iniciar el siglo XX, el campo de la psicología comenzó a virar: pasó de ser algo que se parecía más a una disciplina de humanidades a algo que se parecía más a una ciencia. A diferencia de la psicología analítica, con su énfasis en los recuerdos y la vida interna, el conductismo abordó la psicología a través del estudio de lo que podía observarse, no solo lo que le ocurría a alguien en su interior, sino también lo que se le podía ver hacer en el mundo físico.

El famoso y popular concepto de Ivan Pavlov sobre el condicionamiento clásico mostró las formas en que se puede aprender el comportamiento. Y B. F. Skinner estudió cómo el comportamiento futuro es moldeado e influenciado por los resultados del comportamiento pasado y presente. A este énfasis en los estudios objetivos y experimentales se le puede atribuir el cambio del campo de la psicología, que pasó de ser algo quizá más creativo y filosófico a una disciplina científica.

La información obtenida del estudio de la conducta condujo finalmente al desarrollo de la terapia cognitivo-conductual (TCC) por el psicólogo Aaron Beck. La tcc combina el énfasis en lo interno y lo externo, centrándose en la interacción entre los pensamientos, los sentimientos y el comportamiento, con el fin de ayudar a las personas a realizar cambios que favorezcan un bienestar sostenido.

Hoy en día, las terapias conductuales son una especie de estándar de oro en la psicoterapia. Esto se debe, en parte, a que se fundamentan en la evidencia, lo que significa que se basan en lo que la ciencia ha demostrado que funciona, al menos en ciertas circunstancias, para apoyar el cambio de comportamiento. Debido al énfasis en el comportamiento, que es más observable que las experiencias internas o invisibles en los ámbitos de los pensamientos, los sentimientos y la energía, los resultados de las intervenciones conductuales como la TCC son más medibles. Por lo que son más fáciles de investigar.

Los médicos quieren utilizar lo que ha demostrado que funciona y, aunque el énfasis de la terapia conductual en la causa y el efecto nos permite aislar objetivos para el tratamiento que a menudo producen resultados poderosos, las viejas ideas sobre la sincronicidad, la conciencia colectiva y la búsqueda del significado de la vida que va más allá de los valores individuales a menudo se quedan en el camino en este modelo de atención. Los esfuerzos por reducir el estudio del alma a una ciencia han dado lugar a grandes avances en el tratamiento de las enfermedades mentales, pero han relegado el misterio y la magia.

Uno de los secretos fundamentales del tarot es que muchas cosas pueden ser ciertas a la vez. El estudio científico del comportamiento no está reñido con las exploraciones de una conciencia colectiva, el uso terapéutico del símbolo y el arquetipo, o la aplicación de la mitología y los cuentos populares para la curación. Y aunque el marco de la práctica basada en la evidencia se fundamenta en la suposición de que la única evidencia legítima es la del método científico, yo diría que cuando algo resiste la prueba del tiempo, como lo han hecho los símbolos incrustados en el tarot, eso también demuestra cierto grado de eficacia.

No tenemos que indagar mucho en los modelos terapéuticos basados en la evidencia para descubrir que muchos de ellos no están en desacuerdo con las filosofías místicas y, en muchos casos, son incluso profundamente compatibles. Esto es un testimonio de que, al igual que Jung creía que el inconsciente colectivo afectaba a todas las personas, las cosmologías y los sistemas de creencias de nuestros antepasados también nos afectan.

El método científico es, a fin de cuentas, una operación centrada en el ser humano. Eso significa que las preguntas de investigación, los modelos y los instrumentos de medición nunca pueden alcanzar la plena objetividad ni estar exentos de la influencia de sus predecesores. Las viejas creencias y suposiciones sobre la naturaleza de las cosas están tan arraigadas en nuestras instituciones culturales que, como el pez en el agua, no las vemos a menos que miremos realmente. Una vez que lo hacemos, empezamos a ver que impregnan nuestra experiencia desde todas las direcciones posibles.

Antes de que existiera la ciencia tal y como la conocemos hoy, teníamos otros modos de aprender. Y esas formas hablan, al menos hasta cierto punto, de la manera en que los científicos de hoy piensan, sienten y hacen su trabajo. Y aunque la ciencia es una manera hermosa y fascinante de estudiar y recopilar información, es un camino. Una herramienta valiosa, pero no es la única.

En nuestro estudio de los arcanos mayores del tarot, reflexionaremos más sobre las trampas de los binarios, como ciencia y espiritualidad, nuevo y viejo, etc. Así como de la búsqueda de una forma de ser que trascienda esas falsas divisiones. Donde no tengamos que elegir un bando, sino que podamos estar con todo lo que es, venerarlo y acomodarlo, de forma simultánea.

Para tratar de salvar la brecha que se percibe entre la ciencia y la espiritualidad, una “tercera ola” está emergiendo y, llamada apropiadamente terapias conductuales, parece ser un movimiento que va en dirección positiva. Terapias como la terapia cognitiva basada en la atención plena (mindfulness), la terapia dialéctica conductual (TDC) y la terapia de aceptación y compromiso (ACT) combinan la sabiduría de tradiciones místicas, como el budismo y el yoga, con la información de la ciencia del comportamiento para desarrollar poderosas intervenciones.

Desde de la oscilación del péndulo, que venía de un enfoque más creativo y filosófico para entender el alma humana, hasta una práctica más objetiva y científica, es maravilloso ver que el campo alcanza el equilibrio en algún lugar en el medio, sintetizando tecnologías tanto científicas como espirituales. Como se dice en las leyes filosóficas de la tradición mistérica occidental del hermetismo, el ritmo compensa.

Mi historia

Llegué al campo de la psicología a través del mundo editorial. Después de la universidad me trasladé a California, donde me contrataron como publicista para una editorial de libros de autoayuda y psicología. Mi trabajo consistía en promover manuales de psicología clínica para terapeutas, así como libros de autoayuda que utilizaban intervenciones basadas en evidencia para ayudar a los lectores con problemas como depresión, ansiedad, TOC y trastornos alimentarios.

Como inexperta en la materia, me sentía como si estuviera echando un vistazo a algo que parecía esotérico, aunque entonces no conocía esa palabra. Los libros en los que trabajaba contenían habilidades, técnicas y conocimientos que se comercializaban específicamente para un grupo selecto de personas, los terapeutas, quienes los compartirían con sus clientes en el momento y la forma que consideraran oportunos. Eran secretos en el sentido de que casi “se guardaban bajo llave”, enterrados entre libros caros con títulos que empezaban con frases como Guía clínica para…. y cosas por el estilo.

Aunque técnicamente cualquiera con medios económicos podría comprar este tipo de libros, la mayoría no lo haría. Así estaba establecido. De alguna manera, yo, una poeta licenciada en Comunicación que no había pasado por las iniciaciones típicas para comprender estos secretos (escuela de posgrado, prácticas, formación clínica), conseguí acceder a ellos. ¡Qué suerte! Y no tardé en darme cuenta de que todos los secretos que estaba leyendo eran increíblemente poderosos.

Empecé a aplicar lo que estaba aprendiendo de regulación de las emociones, tolerancia a la angustia, reencuadre cognitivo y activación conductual, aceptación, atención plena y autocompasión a mi propia vida. Y experimenté de primera mano el poder transformador que pueden tener. Nunca había oído hablar de estas cosas y me pregunté por qué. Me pregunté por qué si eran tan eficaces, no estaban más extendidas, por qué no había aprendido de ellas en la escuela o a través de mis padres. Me pregunté si eso podría cambiar.

En los primeros días en la editorial, me interesé por el tarot. Empecé a estudiar las ilustraciones de Pamela Colman Smith, que se conocen popularmente como el tarot de Rider-Waite (aunque en este libro me referiré a ella como la baraja Rider-Waite-Smith, para reconocer las inestimables contribuciones de Colman Smith). Se trataba de otro conjunto de secretos, que en aquella época también se conservaban bastante guardados. No estaban de moda ni se consideraba que contuvieran valor para la gente común y corriente. Para mi sorpresa y deleite, contenían mucha sabiduría.

No lo sabía entonces, pero el mazo Rider-Waite Smith se basa en la filosofía del hermetismo, una tradición mistérica occidental. El ideal del hermetismo es experimentar la totalidad de las cosas, comprender que estas pueden parecer opuestas entre sí (internas yexternas, superiores e inferiores, buenas y malas), pero que son en realidad “idénticas por naturaleza” y coexisten en un espectro en el que solo se diferencian en grado.

Esta forma de entender el mundo es profundamente compatible con la terapia dialéctica conductual (TDC), que pretende cultivar una manera de vivir y pensar que incorpore una mentalidad de ambos y no de uno solo. El pensamiento dialéctico implica dejar espacio en nuestra conciencia para cosas que parecen estar en conflicto pero que, de hecho, son reales y verdaderas. Por ejemplo, un terapeuta de TDC apoyará a un paciente en la aceptación de una especie de realidad dual: que él está haciendo lo mejor posible y que todavía tiene que hacerlo mejor. Este es solo un ejemplo de las muchas coincidencias entre los conceptos del tarot y la psicología contemporánea.

Después de unos años trabajando con las cartas en privado y viendo el poder transformador de sus secretos, empecé a escribir sobre él en internet. Primero en un blog que muy poca gente leía y luego en redes sociales, acompañando las ilustraciones de Colman Smith con ideas de diferentes terapias como la TDC, la terapia cognitivo-conductual (TCC) y la terapia de aceptación y compromiso (ACT).

Sabía lo poderosos que habían sido estos conjuntos de ideas e imágenes aparentemente dispares en la transformación de mi propia vida y quería compartir los secretos a los que había tenido acceso, de forma que otros también pudieran conocerlos.

En ese momento, seguía siendo una persona inexperta que obtenía información privilegiada de libros de texto escritos para clínicos y la compartía de forma gratuita en redes sociales. Aunque finalmente volví a la escuela para obtener una maestría en Trabajo Social, durante la cual me formé como terapeuta en clínicas de salud del comportamiento, decidí no seguir el camino de la formación clínica después de la graduación. Me gustaba mi papel de intermediaria, de habitante de la periferia, de caminante entre mundos.

Esta ofrenda, Tarot para cambiar, es un libro de los secretos que he recogido en mis años caminando por el perímetro de dos campos que contienen poderosas tecnologías para la transformación y el crecimiento. Algunos de los que compartiré aquí son secretos solo en el sentido de que, hasta hace poco, ciertas instituciones los mantenían ocultos, pues preferirían que solo algunos individuos con credenciales particulares tuvieran el poder de conservarlos y difundirlos.

Y aunque me parece increíblemente romántica la idea de que una parte de la sabiduría permanezca sagrada mediante el secreto, estoy agradecida de atestiguar un nivel de divulgación sin precedentes por parte de los especialistas que conocen la valía de compartir información con el público. Información que antes solo era accesible en el contexto de la terapia individual o de grupo.

Otros secretos de este libro se llaman así porque se relacionan más con la espiritualidad, un área de la vida que posee una dimensión inherente de misterio. Sobre todo porque, a mi parecer, todavía tenemos que dar con una forma fiable de medir o cuantificar el espíritu. Estos son los secretos que el propio tarot me ha contado a lo largo de años de contacto con los símbolos, en los que se han manifestado a través de los libros que leo, de las historias que me cuentan, de las canciones que escucho y de los sueños que tengo, así como de los rituales, las oraciones y las costumbres de mi cultura y de la cultura de quienes me precedieron.

Otra cosa que considero importante compartir con todos los lectores, no solo en nombre de claridad y la transparencia sino también por su significado mítico y simbólico, es que aunque tengo título y cédula en Trabajo Social y he pasado por la iniciación requerida para considerarme profesional en el campo, no soy una terapeuta y no practico la psicoterapia. Como dije antes, prefiero situarme en los bordes, en el espacio liminal entre las categorías que tan a menudo se oponen entre sí, como los legos y los clínicos, o los lectores de tarot y los terapeutas autorizados. Porque estar en la periferia nos permite ver desde un nuevo punto de vista y, por lo tanto, nos da la oportunidad de innovar en espacios que podrían beneficiarse de una perspectiva diferente.

Llevo mucho tiempo escuchando con atención y algo que he aprendido de los cuentos populares y los mitos, así como de los guardianes de esas historias, es que cuando una sociedad está tan perturbada como la nuestra, es prudente escudriñar la periferia y sintonizar nuestra conciencia con los márgenes. Porque las viejas historias nos dicen que de ahí viene la medicina: de los márgenes, no del centro.

Y por eso, al elegir no ser terapeuta ni tarotista, sino existir en algún lugar entre ambos, reuniendo palabras e imágenes que cuentan secretos y compartiéndolos, es donde me gusta pensar que me he instalado y donde permaneceré por ahora. Y este es el espacio desde el que te escribo estas palabras.

Conoce las cartas

Cuando empecé a escribir sobre tarot y psicología, me preocupaba de todo lo que pensarían otros en el campo de la salud mental. Me preocupaba que pensaran que el tarot no tenía cabida en ese tipo de conocimientos basados en la evidencia. Ni que pudiera ayudar a las personas a entender la relación entre los pensamientos, los sentimientos y el comportamiento, o realizar cualquier otra función terapéutica.

Pero me sorprendió gratamente descubrir que no solo hay más psicoterapeutas de los que había imaginado que usaban el tarot en su trabajo, sino que muchos de ellos estaban ansiosos por obtener más y más recursos que los ayudaran a conectar las terapias y técnicas clínicas con las cartas.

Sin embargo, he recibido un poco de rechazo por parte de los puristas del tarot que afirman que las cartas tienen un significado estricto y que no están abiertas a interpretaciones tan amplias como las que yo hago a veces. En mi entusiasmo por el potencial clínico del tarot y en mi admitida ingenuidad esotérica, he comparado varias veces las cartas con el test de Rorschach (manchas de tinta ambiguas en trozos de papel utilizados en las evaluaciones psiquiátricas).

Por desgracia, esta comparación niega la realidad de que las imágenes de las cartas tienen significado y que, cuando se entiende y aplica correctamente, pueden utilizarse como claves para desvelar los misterios del cambio y la transformación. Ahora, tras haber profundizado en mi propia comprensión de las cartas y en mi relación con ellas, entiendo por qué algunos pueden tener problemas con mis interpretaciones más exotéricas o prácticas.

Hace años, cuando empecé a practicar diariamente el Ashtanga yoga, no lo veía como algo espiritual, necesariamente. Sabía que el yoga era una antigua tradición espiritual con profundas raíces en la India, pero como mujer de 24 años que trabajaba para superar años de comportamientos autodestructivos, me preocupaba sobre todo aprender a cuidarme mejor, a estar dentro de mi cuerpo y a desarrollar fuerza y flexibilidad. Cuando le pregunté a mi profesor si había libros que debía leer, me dijo que el yoga era algo que debía experimentarse más que intelectualizarse. Creo que esto es lo que le había enseñado su maestro, Sri K. Pattabhi Jois, de Mysore, en el sur de la India, quien supuestamente había enseñado que el yoga era 99 % práctica y 1 % teoría. Tomé nota y me presenté a practicar, día tras día. Con el tiempo empecé a entender, no a nivel intelectual, sino a nivel de sentimiento y energía, de qué se trataba esta práctica del yoga, una palabra que tiene que ver con la unión.

Comparto este ejemplo de mi experiencia con el yoga no porque vea apropiado que yo hable de lo que es o no el yoga, en absoluto. Lo comparto porque creo que tiene algunos puntos importantes en común con la práctica del tarot. Es cierto que cuando se trabaja en serio, este mazo de cartas, al igual que la práctica de yoga, contiene profundos datos espirituales. Pero como productos de una cultura global orientada al logro, a menudo necesitamos pautas de entrada que apelen a los aspectos prácticos de nuestra vida diaria y ofrezcan una promesa que nos motive a comprometernos.

Así que si has llegado al tarot porque quieres construir una práctica por ti mismo, para entender mejor tus relaciones, para atravesar por un gran cambio de carrera o de estilo de vida, o para conocerte mejor, déjame ser la primera en darte la bienvenida. No necesitas profundizar en las enseñanzas de las antiguas escuelas mistéricas para extraer valor de las cartas. Solo tienes que estar dispuesto. De preferencia con voluntad y curiosidad. Y dejar que tu compromiso con las cartas haga su magia.

La experiencia me ha revelado que el uso de las cartas del tarot, incluso, y quizá de forma especial, cuando uno no tiene conocimiento previo de sus significados, puede ser una práctica increíblemente poderosa. Cuando no están sujetas a definiciones rígidas, las cartas funcionan casi como un elixir mágico que hace aflorar las capacidades creativas, intuitivas y de búsqueda de significados latentes. Con el uso constante, las cartas pueden fomentar la autoestima, la introspección y un arraigo interior que puede contrarrestar la tendencia a buscar respuestas solo en el exterior.

Al igual que el autor anónimo de Los arcanos mayores del tarot escribió que los arcanos mayores son entidades mágicas en sí mismas, el ocultista Aleister Crowley señaló en su Libro de Thoth: “Las cartas del tarot son individuos vivos” y que siempre es necesario considerar no solo su significado, sino también la relación viva y dinámica entre las cartas y el practicante. Su libro, al igual que muchos que han ofrecido análisis del tarot, se esforzaba por ofrecer “el carácter general de cada carta”, pero recordaba al lector que no podía llegar a una verdadera apreciación sin observar su comportamiento durante un periodo largo y que solo podía llegar a comprender el tarot a través de la experiencia.

Crowley afirmaba que nunca sería suficiente que el practicante se limitara a intensificar su estudio intelectual de los significados de las cartas, como si fueran “cosas objetivas. Debe utilizarlas, debe vivir con ellas. Y ellas también deben vivir con él”. La forma ideal de hacerlo, según Crowley, era la contemplación. La cual, en contra de la creencia popular, no es un esfuerzo en solitario sino un proceso participativo que incluye buscar y ver lo que se refleja. Para ello hay que ampliar nuestra mirada más allá de lo explícito, lo que podríamos leer en un libro de interpretaciones, quizá. Y de esa forma incluir también lo periférico. Tenemos que abrirnos para recibir lo que desea reflejarse.

Las cartas tienen un significado, es cierto. Pero, como todo lo demás en este mundo, no son islas ni son estáticas. Sus significados cambian con el tiempo y el contexto, y dependen en gran medida de la persona que las mira y de lo preparada, dispuesta y capaz que sea para recibirlos. El impacto que una carta tiene en alguien no tiene que ver con la comprensión intelectual del significado de la carta. Más bien, cada una es como una vieja campana de bronce que, al sonar, tiene el potencial de enviar una onda a través de nuestro ser, que activa reservas y depósitos de sabiduría latentes.

Los secretos que compartiré aquí se derivan de una combinación de significados tradicionales (a través de Arthur Waite, Rachel Pollack, Aleister Crowley, Lon Milo DuQuette y el autor anónimo de Los arcanos mayores del tarot) y de los lentes con los que tiendo a ver el mundo,que incluyen pero no se limitan a la psicología conductual y analítica, la mitología y los cuentos populares, la práctica espiritual y mi propia historia de aprendizaje personal.

La arquitectura del mazo de 78 cartas

El mazo de tarot de 78 cartas contiene dos secciones principales: los arcanos mayores y los arcanos menores. La palabra arcana, con sus raíces en el latín arcanus, significa “secretos”, y los lectores experimentados te dirán que cuando has tenido una relación correcta con las cartas el tiempo suficiente, estas empiezan a revelar sus secretos.

Por “relación correcta” quiero decir que no vas por ahí exigiendo revelaciones, sino que te acercas conregularidad y respeto. Me refiero a cuando te aproximas con ofrendas de atención y energía, recursos más preciosos que el incienso y la mirra. Me refiero a que siempre recuerdes: un secreto es algo que se da, no algo que simplemente tomas o que se fabrica para satisfacer tus necesidades.

Y así, en cada mazo tenemos secretos mayores y menores. Los secretos más relevantes, los mayores, se relacionan con temas generales en lo que podríamos llamar un camino hacia el recuerdo, hacia la plenitud, o que podríamos llamar simplemente un viaje de sanación. Los secretos menores exploran los cuatro ámbitos del ser humano: el espiritual, el emocional, el conductual y el intelectual, y están representados por los cuatro palos: bastos, copas, oros y espadas.

Los arcanos mayores

Al principio de la escuela de trabajo social aprendí sobre la perspectiva de la persona en su entorno, que se centra en la influencia del contexto en el bienestar individual. Más tarde, aprendí a alternar hábilmente dos perspectivas: identificar cuándo intervenir a nivel individual y cuándo intervenir a nivel sistémico. En trabajo social, el cambio y la sanación suelen ser producto de una combinación de intervención a nivel individual y a nivel sistémico, un guiño a la importancia de tener en cuenta el contexto. El tarot es similar. Las cartas pueden utilizarse para ayudarnos a entendernos como individuos, pero también pueden ayudar a entendernos como parte de un contexto mayor.

Del mismo modo, hay dos maneras de abordar los arcanos mayores: como individuos o como parte de una historia más amplia. Los nuevos lectores a veces prefieren estudiar los 22 misterios mayores como entidades aisladas con sus propios significados. Y no hay nada malo en ello. De hecho, la mayoría de las reflexiones de este libro abordarán las cartas de esta manera.

Pero es iluminador, siempre y cuando te sientas preparado, considerar los arcanos mayores como un todo. La secuencia de las 22 cartas puede verse como una historia y una hoja de ruta para cualquier buscador. A lo largo del camino, su arco revela una serie de pasos y lecciones que contribuyen a la comprensión de la realidad, a vernos a nosotros mismos como lo que realmente somos y a ver la vida tal como es. Así pues, para todos aquellos interesados en utilizar el tarot como hoja de ruta espiritual, acérquense y afinen el oído.

En los programas de terapia y recuperación, se suele pedir a las personas que identifiquen su “por qué” al principio del tratamiento. Es decir, compartir cuáles son las cosas más preciadas para ellos, lo que hace que valga la pena emprender un trabajo tan duro. Esta es una de las razones por las que me parece útil comenzar las discusiones sobre los arcanos mayores en la culminación de la secuencia: el Mundo. El Mundo es la última carta de los arcanos mayores. Es el final del viaje, el tesoro buscado y difícil de alcanzar.

Joseph Campbell dijo: “El misterio de la vida está más allá de toda concepción humana. Todo lo que conocemos está dentro de la terminología de los conceptos de ser y no ser, muchos y uno, verdadero y falso. Siempre pensamos en términos de opuestos. Pero Dios, el Supremo, está más allá de los pares de opuestos, eso es todo”. El Mundo representa ese lugar “supremo”, más allá de los opuestos. Una experiencia de totalidad, donde todas las cosas, por muy conflictivas que parezcan, pueden existir juntas y las falsas separaciones se disuelven, es tanto el ideal del místico como el del moderno terapeuta dialéctico de la conducta.

El mítico maestro Hermes Trismegisto instruye a los aspirantes al hermetismo a lo siguiente: “Aprehender en tu pensamiento todo esto a la vez, todos los tiempos y lugares, todas las sustancias y cualidades y magnitudes juntas. Entonces podrás aprehender a Dios”. Del mismo modo, un terapeuta de la conducta dialéctica fomenta la sinergia de los opuestos apoyando al paciente para que haga dos cosas que parecen contradictorias: aceptarse plenamente y trabajar para mejorar.

En psicoanálisis, el Mundo podría representar la integración del consciente y el inconsciente, del ego y la sombra. Esta integración requiere recuperar todas las partes de nosotros mismos con las que nacimos, pero que aprendimos a ocultar. Las partes que nos dijeron, de diversos modos, que eran inaceptables y no deseadas. En los mitos y las historias antiguas, el Mundo simboliza el “felices para siempre”, un matrimonio de príncipes y princesas como símbolo de la reunión de las fuerzas complementarias de la voluntad y la imaginación. O la reconciliación con un gemelo rechazado y marginado que fue arrojado al bosque al nacer.

El Mundo habla de un retorno a la interdependencia. De aprender a experimentar el mundo tal y como es, en toda su contradicción y diferencia,