Teatro - Víctor Pérez Petit - E-Book

Teatro E-Book

Víctor Pérez Petit

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Beschreibung

«Teatro» (1912) recoge la mayor parte de la producción teatral de Víctor Pérez Petit, como, por ejemplo: «Cobarde», «Claro de luna» y «Yorick», en el primer tomo de la recopilación; y «El esclavo-rey», «Rondalla» y «El baile de misia Goya», en el segundo tomo.-

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Víctor Pérez Petit

Teatro

 

Saga

Teatro

 

Copyright © 1912, 2021 SAGA Egmont

 

All rights reserved

 

ISBN: 9788726681727

 

1st ebook edition

Format: EPUB 3.0

 

No part of this publication may be reproduced, stored in a retrievial system, or transmitted, in any form or by any means without the prior written permission of the publisher, nor, be otherwise circulated in any form of binding or cover other than in which it is published and without a similar condition being imposed on the subsequent purchaser.

This work is republished as a historical document. It contains contemporary use of language.

 

www.sagaegmont.com

Saga Egmont - a part of Egmont, www.egmont.com

ACTO PRIMERO

La escena representa el patio de la Estancia de don Raimundo Casal. A la derecha, la cocina — un rancho de terrones con techo de paja brava, y puerta baja abriendo sobre el escenario. A la izquierda la fachada de la casa principal de la Estancia. En el centro, segundo plano, el pozo, con alto brocal, balde suspenso de una soga, y á su vera, una tina vieja para el agua. Cerca del foro, á la derecha, un frondoso ombú. Todo el último plano lo ocupa el campo, que se extiende desnudo y triste hasta los confines del horizonte. Es de noche.

ESCENA PRIMERA

Cipriano, Daniel y Cosme

(Al levantarse el telón, Cipriano estará sentado en un banquito rústico, cerca de la cocina, tocando la guitarra; Daniel, en pie ante la puerta de la cocina,le oye silenciosamente. A horcajadas sobre el brocal del pozo, Cosme fuma un cigarrillo mirando las estrellas).

 

cipriano

(Acompañándose con la guitarra, canta con voz monótona y triste):

Yo soy la nota querida

Que adormece el sufrimiento;

Yo soy la queja del viento

En el pajonal perdida;

Yo del paisano en la vida

Soy dulce esperanza en flor;

Yo apago de su dolor

La fibra que le desgarra;

Yo soy, en fin, la guitarra

Que canta ausencias de amor.

daniel

(Se pone en cuclillas y con un mimbre empieza á hacer figuras en la tierra del piso). Lindo, no más. ¿Di ande aprendistes eso, hermanito?

cipriano

(A media voz, con pereza; sin dejar de bordonear en la guitarra) Del pueblero.

daniel

¡Mozo ladino! Parece mesmamente del pago. Anoche cantó unas décimas tristonas que hacían Horrar . . . .

cipriano

Ya le oí.

daniel

No pué negarse. El pueblero que sale criollo, lo es del garrón á las guampas. Este ño Joaquín tiene cada versada que da chuchos . . . .

ESCENA II

Dichos y Matilde

matilde

(Por la puerta de la cocina, á Daniel que obstruye el paso). Salga, pues.

cosme

(A Matilde por el mate que trae en la mano). Largue ese orejano p’acá, comadre, que voy á ponerle marca. (Toma el mate).

matilde

¡Jué perra! Si es más mamón que ternero suelto…..

daniel

Al ñudo está con sed el hombre. Teniendo el pozo tan cerquita. . . .

cosme

Ni que juera rana, aparcero.

daniel

¿Aparcero? Pencho el mate. . . .

matilde

Si ya le está sonando el fondo. . . .

cipriano

(Cantando):

Yo vuelco todas mis flores

En el seno de mi prenda,

Yo cruzo toda su senda

De suspiros y de amores,

Yo sufro con sus dolores,

Yo río en sus alegrías,

Yo cuento todos sus días

De serena y honda calma,

Yo junto su alma con mi alma

Y sus penas con las mías.

cosme

Esa versada es como pa Pedro. (Devuelve el mate á Matilde que sale por la cocina).

ESCENA III

Dichos, menos Matilde

daniel

Mesmo. Ai anda con una cara de dijunto que da miedo.

cosme

La moza de Gil lo tiene desesperao.

daniel

¿Nativa? No siá lerdo, hombre. La moza se lambe por él; el viejo es quien le estorba.

cipriano

¿Y el patrón?

daniel

Riciencito andaba por ái.

cipriano

Creiba que había salido. No lo vide dispués de comer. . . .

daniel

Está cansao de la faena.

cosme

Tamién cuatro días de trilla. . . .

daniel

¡Jué pucha! ¡Qué modo de meniar las tabas!

cosme

Pa eso nos dan hoy una fiesta macuca.

daniel

¿Con baile, no?

cosme

No, y si no! Esta noche mesmito.

cipriano

(Cantando):

Yo soy la estrella brillante

Que allá en el cielo aletea;

Yo soy la amorosa idea

Con que sueña el pecho amante;

Yo soy el amor constante

Sin tempestades ni playa;

La dulce canción que ensaya

La calandria en la enramada

Y la tristeza callada

De las noches uruguayas.

daniel

Ché, Cosme, ¿sabés si Pedro le trujo á ño Joaquín el tabaco?

cosme

¡Pues no! Es mozo de palabra. Lo que promete, cumple. ¿Te acordás de cuando la guerra?

daniel

¡Canejo, acción linda! Un amigo cayó prisionero….

cosme

No jué asina, hombre. A Pedro jué al que agarraron, y allí encontró á un alférez amigo. Entonces Pedro, antes de que lo ajusilaran, quiso despedirse de su novia y le dijo al alférez que lo dejara escapar por la noche bajo palabra de que golvería á la mañanita. ¡Caramba! Y golvió el mozo, á entregarse él mesmo.

cipriano

¿Y dispués?

cosme

Dispués lo perdonaron no sé como.

daniel

Es mozo de honor.

cosme

El viejo ño Anastasio asina lo ha enseñao. Delante mío, no más, siempre le está repitiendo: “Oíme, Pedro; el gaucho pobre no tiene más prenda que su honor. No te dejés insultar nunca por naides, ni faltés nunca á la palabra empeñada. Asina, pobre y todo, serás el hombre más grande de la tierra”

daniel

Güen hombre el viejo Anastasio. Valiente como las armas y lial como un perro.

cipriano

¡Me gusta la comparancia! Si te oye el viejo te va á faltar tiempo pa dirte al gallinero con el rabo entre las piernas. (Cambiando de estilo, canta):

Allá abajito, muy lejos,

En escondida tapera,

Tengo una flor perfumada

A quien yo llamo mi prenda.

ESCENA IV

Dichos, Pedro y Joaquín

joaquín

Buenas noches. ¿Qué se hace?

cipriano

Hablando aquí, mientras llegan los envitaos. (Deja la guitarra á su lado).

joaquín

¿Qué es eso, Cipriano? ¿no toca más?

cipriano

Hace rato que toco. (Volviéndose hacia la cocina). Pero, ¡ese mate! ¡Hola, ña Matilde! ¿Qué se ha caído adentro de la cafetera?

voz de matilde

¡Vá, hombre!

cosme

¡Jué perra! Mujer más lerda. Tengo la garganta como boca de sapo. . . .

daniel

Quejáte, no más. Si hasta al vuelo cazabas la calabaza. ¡Pucha hombre desagredecío!. . . .

cosme

(A Pedro) ¿Ande jueron?

pedro

Ai cerquita; hasta el camino.

cosme

De juro que á toparse con Nata. . . .

pedro

¿Nativa? Hoy no la vide. . . .

joaquín

El viejo la cuida, eh? (á Pedro) ¿Y usted la quiere?

pedro

¡Con el alma! Haría por ella tuitos los sacrificios.

daniel

Pero ño Gil es perro de presa. A este (por Pedro) no lo pué ver. . . .

joaquín

Pero, ¿por qué?

pedro

(Encogiéndose de hombros) Porque dice que soy un muerto de hambre.

ESCENA V

Dichos y Matilde

matilde

Aquí está la calabaza.

cosme

Sin pecado concebida.

matilde

No siá zonzo, pues. A cualquiera se li apaga el juego.

daniel

¡Claro! En cuantito nos hacemos viejos. . . .

matilde

Calláte, terutero. Si no juera purita basura la leña que mi has tráido. . . .

joaquín

¿Y verde, también? ¿A qué era leña verde, no es cierto Matilde?

matilde

¡Pues claro! Si estos haraganes, por no dir hasta el monte, están despoblando los ocalitos de ái al lao.

joaquín

(Riendo, á Daniel) ¿No vé, amigo? El mal mandado no sirve más que para eso: para hacer humo.

daniel

Es pa curar á ña Matilde, como á los chorizos que cuelgan en la cocina.

pedro

(A Cipriano) ¿Y á vos quién te lo dijo?

cipriano

Ella mesma, pues. Y aluego agregó: que me espere aquí, que yo vendré antes del baile. Conque ya sabés En cuantito estorbemos, me lo decís.

joaquín

¿Qué es eso? ¿Están conspirando?

pedro

No, ño Joaquín. Hablábamos de Nativa.

joaquín

¿Entonces, decididamente, el viejo no quiere darle á usted la moza?

pedro

(Tristemente) Ya se vé.

cipriano

A mí me parece que quié casar su chinita con el gringo Rampli.

joaquín

¿Con quién?

cipriano

Con el estranjero de ái abajo. Dicen que el hombre tiene plata escondida en más criaderos que comadreja.

(Sale Matilde).

ESCENA VI

Cipriano, Cosme, Daniel, Pedro, Joaquín

joaquín

¿De dónde ha salido ese Rampli?

cipriano

¡Qué sé yo! Cayó al pago hace tiempo, cuando la última rigolución. Ño Raimundo le arrendó unas cuadras y ái se ha estáo el nación ajuntando pesos y escondiéndolos.

joaquín

¿Y qué dice Natividad? ¿Lo quiere?

cosme

Verlo muerto.

daniel

De asco no lo mira.

joaquín

¿Y Rampli?

cipriano

Ai le arrastra el ala, no más; pero, al ñudo. La moza está empacada con éste. Y es lindaza, Nativa.

joaquín

Pues me gusta la cosa para hacerle una fumada al viejo.

pedro

(Bruscamente) ¿A ño Gil? ¡No, no, no! ¡Es el tata de ella! ¡Oh, si juera otro! Pero es el tata de Nativa, ¿comprende, ño Joaquín?

joaquín

Entonces hay que gozar al nación.

pedro

¿Pa qué, si es un disgraciáo?. . . .

joaquín

Una broma, nada más. . . . Mire, sería bueno darle un sustito de noche, disfrazándonos de fantasmas..

(Entra Matilde con el mate).

ESCENA VII

Dichos y Matilde

matilde

¡Ave María Purísima!

cosme

(Alarmado) ¡De pantasmas! No es güeno jugar con eso. . . .

joaquín

¡Hombre! ¿Y por qué?

cosme

(Siempre serio) Los dijuntos aparecen sin que naide los llame. . . .

joaquín

(Sonriendo) ¿Usted ha visto algún aparecido?

cosme

(Cada vez más grave) Vide.

joaquín

¡Hola! A ver, cuente.

cosme

Una noche de luna, iba yo pá Montevideo, asina, chiflando sobre el pampa, al lao del Santa Lucía. Redepente vide una cosa blanca del otro lao del río, entre los uncos. Al principio me pareció una lavandera; pero, ¡á las doce de la noche! ¡No podía ser! Me puse á mirar, á mirar y vide la cosa blanca que se venía dispacio, dispacio por encimita del agua (Hace el signo de la cruz) ¡Por ésta, que no le miento! Entonces me naquié feo, amigo, no se lo niego. ¡La gran. . . . pa la puerta! ¡Qué susto me he dao! Ya no quise saber más: regolví el caballo, me apreté el sombrero y déjeme chicotiar al pampa. Al dar güelta la cabeza una vez, lo vide al pantasma que se me venía calláito por sobre el agua. . . . ¡Jué pucha! ¡qué cerrada de piernas l’hice al caballo! ¡Ni vía por ande iba! Me metí por las chacras y salí entreverao por un cardal. Al último, dende una cu chillita, lo vide al pantasma parado en la mitad del río. Dispués, se jué perdiendo, perdiendo, hasta que no lo vide más. (Muy grave): No es juguete, amigo.

cipriano

(Serio) No es juguete.

daniel

Una ocasión mi viejo también vido un aparecido. Se le venía, de nochecita, cambiado en un chancho, á golpiarle la puerta. Y lloraba triste, muy triste. Del julepe casi se muere tata. Yo era chico y no me acuerdo. Pero el viejo nos contaba eso á mí y á mi hermano. Dispués una endevina le enseñó á echar el alma en pena. Colgaba un sapo en la puerta, y el pantasma no se atrevía y se iba.

matilde

(Que ha escuchado atentamente las narraciones) Eso es verdad, porque también hay hombres que tienen mal de ojo. Si miran á una rez, se muere; si miran una planta, se seca. Ña Celedonia me contaba que su marido ponía una cabeza de güey en un poste alto, y asina el hombre que tenía mal de ojo no podía hacer daño.

cipriano

Güeno, no hablen más. De noche es malo, porque se sueña.

joaquín

(Burlonamente) ¡Vaya, con los señores fantasmas! Quisiera encontrar alguno. . . .

pedro

¡No tiente al Diablo, amigo!

joaquín

¿Y usted cree en eso, Pedro?

pedro

¿En los pantasmas? (Con seriedad) De juro que creo.

cipriano

Voy á dar una güelta.

joaquín

Yo también.

(Salen Pedro, Joaquín, Cipriano y Matilde).

ESCENA VIII

Cosme Y Daniel

cosme

Ché, Daniel. ¿Agarraste caballo pá mañana?

daniel

Ai lo tengo á soga. ¿Qué te parece ño Joaquín? Como todos los de la suidá, se burla de estas cosas.

cosme

Ya. Lo hubiera querido ver en el Santa Lucía, cuando se me apareció la lavandera. . . .

daniel

Se conoce que no lo han amadrinao los aparecidos. ¡Claro! ¡Cómo no ha visto nenguno! Pero si llegara el caso, calculá vos. . . . Tuitita su sabeduría se l’iba á dir por las ancas. . . .

cosme

A ver, echále un versito. . . .

daniel

(Coge la guitarra, preludia un momento y luego canta á media voz):

Ño Joaquín se crée valiente

y será pura parada,

si viniera algún pantasma

verías qué disparada!

(En este instante, Joaquín y Pedro que han ido á coger unos palos y sábanas para disfrazarse de fantasmas, aparecen por el foro. Cosme y Daniel se echan hacia atrás con espanto; pero al reconocer á los bromistas, sueltan la carcajada, y haciendo comentarios aléjanse por el foro).

ESCENA IX

natividad, sola

(La escena permanece desierta durante breves instantes. A lo lejos se oye, de pronto, el grito del chajá; y luego, más lejos aún, el ladrido de un perro. Luego, todo cae en silencio, bajo el resplandor de las estrellas).

natividad

(Aparece en la puerta de la casa, mira á todos lados y, dirigiéndose hacia la cocina, llama): ¡Matilde! ¡Matilde!

voz de matilde

Voy, niña, voy.

(Natividad se ha acercado hasta el banco donde quedó olvidada la guitarra y la toma).

natividad

(Sentándose) ¿Qué no ha acabáo entoavía?

voz de matilde

Ya, ya. Estoy preparando la olla pá el chocolate. Esos locos mi han tenido hasta aurita no más cebándoles mate.

natividad

Pues ande ligero, que el patrón la precisa por allá dentro. (Toca distraídamente la guitarra).

ESCENA X

Natividad y Matilde

matilde

(Saliendo por la cocina, con una fuente enorme llena de tortas fritas) Aquí estoy. ¿Qué quiere ño Raimundo?

natividad

No sé; la precisa. ¿Qué lleva ái?

matilde

Tortas fritas. ¿No quiere una?

natividad

Gracias, no me pide el cuerpo.

matilde

Pruebe una, Nativa; están riquísimas. Mire esta qué doradita. Me salieron de rechupete. Toda la mozada se va á lamber los dedos.

natividad

Gracias, ahora no puedo. Luego las probaré.

matilde

Es lástima, porque éstas están diciendo: “coméme”. ¡Qué fiesta, niña, qué fiesta! ¿Vé esta fuentaza? Pues no es nada. Ya hay otra allá arriba. Y dispués el chocolate. ¡Una ollada bárbara! Y nada le digo de las bebidas finas que trujo ño Raimundo. Figúrese: guindao, cerveza, anisete, licor de rosa pá el mujerío, caña juerte pá los viejos ¡qué sé yo! De esta hecha, revienta tuitita la concurrencia. ¡Qué alegría!

natividad

(Que estará serenamente triste, muy despacio) Bueno, bueno. Vaya para allá, Matilde. . . .

matilde

Voy, voy. ¡Qué lástima que no pruebe esta tortita! (Mientras se encamina hacia la casa y penetra en ella) Lo que es la tigrada d’esta noche, como si lo viera, en cuantito vea la fuente, se vá á armar una de manotones!. . . . (Sale).

ESCENA XI

Natividad, sola

(Natividad queda un instante en silencio, pensativa. Sus manos, distraídamente, rozan las cuerdas de la guitarra, arrancándole flébiles sones. Poco á poco el sentimiento que la embarga, hácenla buscar en las cuerdas dormidas las notas que traduzcan su pena, y entonces un estilo melancólico, suave, de dulcísima harmonía se desprende calladamente del instrumento). ¡Qué lindos versos me copió mi prima Luisa. A ver si los recuerdo. 1

(Canta):

Tengo en el alma escondida

Una pasión celestial,

Una pasión inmortal

Que es la gloria de mi vida,

Ella vive allí encendida

Como una brillante estrella

Y de mi penar la huella

Con su lumbre va borrando

Tanto más sonriente cuando

Más amarga es mi querella.

Cuando el dolor me quebranta

El corazón, fibra á fibra,

Ella sola es la que vibra,

Ella sola es la que canta;

Poco á poco se agiganta

Esa luz que el alma adora,

Y, temblando, bullidora,

En medio de mi ilusión,

Ilumina el corazón

Con resplandores de aurora.

En mi existencia sombría

Ella es todo mi consuelo,

Mi afán, mi dicha, mi anhelo,

La vida del alma mía;

Y en vano pretendería

Su hermosa lumbre apagar,

Que no se pueden borrar

Los astros del firmamento,

Ni secar, en un momento,

Todas las aguas del mar.

Así siempre, en todo instante,

Su recuerdo misterioso

Llena mi pecho amoroso

Con su fulgor rutilante;

Mas ¡ay! mi pasión constante

Debo guardarla escondida,

Pues la suerte fementida

Quiso tronchar mi ilusión

Rompiendo mi corazón

Y destrozando mi vida.

¿Por qué es culpable mi amor

Si el amor siempre es bendito

Y puebla hasta el infinito

Con su lumbre y esplendor?

Ama el ave en el calor

Del nido á su compañera;

Las olas, en la ribera,

Se besan todas amantes,

Y las florcillas fragantes

Se aman en la pradera.

Ama las cumbres el viento

Y á las auroras el sol,

Las nubes al arrebol

Y el alma su sentimiento;

También ama el instrumento

Las notas en él dormidas,

Y si doquier de dos vidas

Vemos la unión y la calma

¿Por qué mi alma y tu alma

No pueden verse reunidas?

¡Ay! del mundo la encendida

Saña ahoga al que es dichoso;

¡Hay que buscar el reposo

Donde no aliente la vida!

Y yo tengo aquí escondida

Una pasión celestial,

Una pasión inmortal

Que si remontara el vuelo,

Rozaría el alto cielo

Con sus alas de cristal.

Mas muero ahogando mi amor

Como si fuera maldito,

Y muero ahogando este grito

Que brota de mi dolor.

Y en silencio, con temor,

Sólo me resta el consuelo

(Soñando en mi loco anhelo

Que hay una cumbre sagrada)

De esperar que tu mirada

Me abra las puertas del cielo.

(Las últimas notas del instrumento se extravían en la noche. El brillo de las estrellas parece acrecentarse, á medida que el silencio se hace más hondo al través de los campos dormidos. Natividad deja bruscamente la guitarra y pásase la mano por los ojos, como si quisiera borrar de ellos la visión que la obsesiona). — No, no más, Dios mío, no más. . . .

ESCENA XII

Natividad y Gil

gil

(Entrando bruscamente por la puerta de la casa)

— ¡Hola! ¿Estabas ahí? ¿No ha venido Rampli?

natividad

No, señor.

gil

¡Caramba! Ahora que le necesito no aparece. Y eso que le previne viniera aquí antes del baile. Anoche habló contigo, ¿eh?

natividad

Sí, señor.

gil

¿Qué te dijo?

natividad

¿A mí? ¡Qué sé yo! Pavadas. . . .

gil

(Con enojo) ¿Qué es eso? ¿Qué dices ahí? ¿Olvidas que Rampli se va á casar contigo? (Natividad murmura) ¿Qué estás masticando ahí ¡recomba! ¡Cuidadito! Rampli es un hombre serio, trabajador, y no un haragán y un perdido como algunos gauchitos que yo conozco. Por lo menos, si tiene plata, se la ha ganado con el sudor de su frente, y no jugando á las barajas, á la taba y á los gallos como los pordioseros de este pago. (Algo más humanizado ante el silencio de su hija) ¡Vamos! Ven acá, Nativa. Escucha á tu padre que sólo mira por tu bien. ¿Qué puede tener Rampli que te disguste? ¿No es bueno, generoso, divertido, trabajador, honrado? ¿No tiene una fortunita para asegurarle el porvenir á una pobre muchacha como tú? ¿Que es extranjero? ¿Qué mal hay en eso? ¿No lo soy yo también? ¿Y por eso soy una mala persona? Desengáñate, Nativa. Los extranjeros, en este país, son los verdaderos hombres, — los que trabajan, los que adelantan, los que saben juntar plata, los que hacen progresar el país. En cuanto á los hijos de esta tierra, ya los vés tu: no saben más que tocar la guitarra, jinetear potros, hacerse los malos, meterse en revoluciones, dormir á pierna suelta y gastarse en la pulpería los pocos cobres que juntan en dos ó tres días de trabajo. ¿No es así?

natividad

Rampli es un tacaño y un payaso. . . .

gil

(Estallando) ¡Recomba! ¿Te quieres callar? ¿Qué modo de hablar es ese? Llamar payaso á un hombre que te quiere y que si hace algunas gracias es para serte agradable? ¡Muy bonito! ¿Y por qué tacaño? ¿Porque no despilfarra tanto su dinero como los criollos, que luego andan por ahí muertos de hambre? Ya, ya. Comprendo por donde te apeas. Ese gauchito inservible, que no puede compararse. . . .

natividad

(Protestando) Pedro vale tanto como él.

gil

(Iracundo). ¿Cómo es eso? ¿Te atreves á contestarme? ¡Recomba! Ese Pedro anda buscando que yo le rompa la crisma. No, no hay duda; el mocito te ha mareado. Pero tú estás lela, Natividad. Tú te figuras que la vida no cuesta nada; que vas á poder vivir del aire al lado de tu gauchito, de ese vagabundo. . . .

natividad

(Protestando) ¡Oh!

gil

Sí, señor, un vagabundo, un canalla, un bandido. . . .

natividad

¡Tata!

gil

¡Qué te calles, re. . . .! Sí, señor, un bandido. Y para más gracia, un haragán, hijo de ese facineroso Anastasio Gordillo, que ha andado metido en revoluciones para cuerear vacas ajenas y robar á mansalva á los hombres trabajadores. . . . ¡Linda gente, vive Dios! ¡Buena familia la de tu Pedro!

natividad

¡Tatita!

gil

(Cada vez más exasperado) Pero tú estás loca, tú estás loca de remate. ¿Qué te ha dado ese pillastre? ¡Bonito novio te has elegido! Un gauchito vicioso, de inmundo chiripá, á quien su señor padre, en vez de enseñarle á trabajar, le ha enseñado á manejar el cuchillo para cuando se le ofenda en su honor. (Con sarcasmo) ¡Vaya con el honor de don Anastasio y de su hijo! ¿Dónde, ¡recomba! tendrá el honor esa gentuza? Pero no vés, desgraciada, que ese botarate te va á dejar morir de hambre. ¿De dónde va á sacar para vivir contigo? ¿Crees tú que domando potros y trabajando hoy aquí, mañana allá, en una trilla ó en una yerra, se alcanza para mantener una mujer? ¡Ah, no, no, no! ¡Basta de zonceras! ¡Basta de locuras! A tí te mando yo, y tú harás lo que yo te ordene. ¡Se acabó, ¡recomba!, se acabó. . . . No quiero más quebraderos de cabezas. . . . Te casarás con Rampli. . . .

natividad

Óigame, tata. . . .

gil

¡Silencio, he dicho! ¡Basta ya! No tienes que discutir conmigo. ¡No faltaba más! Ya sabes lo que tienes que hacer. Que yo te vea esta noche bailar con tu gauchito indecente: le armo la marimorena de la temporada y le rompo una pata de un estacazo por añadidura! (Calmándose un tanto, y mirando á Natividad de reojo) — Con que, ya estás prevenida. Rampli vendrá al baile. Como me le pongas mala cara es nada la que te aguarda después en casa. ¿Has entendido? (Nativa guarda silencio, llorosa. Gil la sacude por un brazo) ¿Has entendido?

natividad

(Secándose los ojos) Sí.

gil

Pues yo me voy á buscar á Rampli, ya que no ha venido aún. ¿Qué no se te olvide lo dicho, eh? ¡Recomba! (Sale por el foro, izquierda).

ESCENA XIII

Natividad; Matilde

(Al salir Gil, Natividad se sienta llorando en el banco y permanece así durante una larga pausa. Matilde entra luego, por la casa).

matilde

¡Qué tortas más ricas! Se deshacen en la boca. . . . Pero, ¿qué hace usted aquí, niña? ¿Está llorando? ¿Qué le pasa, Nativa? ¿Ha sido ño Gil, verdad? ¡Caracho con el hombre! Una rociada por causa de Pedro, no? ¡Claro! ¡Como si lo viera! El hombre se alborotó, empezó con Rampli aquí, con el gauchito allá, y la pobre niña á llorar. . . . Vaya, vaya. . . . No hay que afligirse. . . . Seque esos ojos, niña, que se le van á poner turbios y feos. Mire que lueguito no más hay baile y no es cosa de salir alante de la gente con los ojos como chicharrones. . . . ¡Qué diablo! Por algún láo si ha de romper la soga. Lo malo será que el potrillo no se venga en las apuradas á socorrer á su muchachita. . . . Vaya, calma, calma. . . . (Sintiendo ruido de pasos) ¿Eh? Viene alguno. . . . Enjugue esos ojos. . . . (Viendo entrar á Pedro) ¿No dije? Ai apareció relinchando. . . . Yo me escapo. . . . (Éntrase á la cocina).

ESCENA XIV

Natividad y Pedro

pedro

(Pedro entra por la derecha del foro. Avanza lentamente, y después, al ver sola á Natividad, se acerca á ella).

pedro

(Dulcemente) Nativa! ¿Qué hace, mi vida?

natividad

Nada. . . . pensaba. . . .

pedro

No me mintás. . . . (Cogiéndola dulcemente las manos) Vos llorabas. . . .

natividad

Pedro!

pedro

¿Por qué lloraba mi prenda? Dígamelo. . . . Por mí, china, ¿no es verdad? ¿Por culpa mía? ¿Es el viejo, no? Le vide salir hace un momento, campo ajuera. (Pausa. Después, con acento desesperado). Pero ¡qué cruz de Dios! ¡qué cruz! ¿Qué he hecho yo pa ser tan disgraciáo? ¿Por qué no te puedo querer? (Pausa) Vamos, Nativa; no llorés más. (Estrechándola cariñosamente) Ya estás á mi láo. Yo te quiero. No llore, mi vidita. Mire que yo me pongo muy triste viéndola asina. . . .

natividad

(Tristemente) Ya no lloro. . . .

pedro

(En voz baja, confesando las ternuras de su alma) Asina me gusta, Nativa. ¿Verdad que siempre me quiere, mi china querida? ¡Yo la quiero tanto á mi viejita! Si supieras cómo pienso en Nativa tuito el día y tuita la noche. . . . Me viene tu recuerdo como un sueño y entonces me parece que tengo aquí (tocándose el pecho) un sol que me da calor, vida, dulzura. . . . ¡Me refriesca el alma! Y me parece, de noche, cuando sueño con vos, que hay mucha luz, una luz celeste sobre mí, y que tuito el trébol del campo me da su perfume. Escucháme, mi Nativa. . . . Quiero tenerte asina, contra mí (la reclina sobre su pecho), siempre ansí, como una palomita en el nido. . . . (Bajando progresivamente la voz hasta el final, cual si siguiera el rumbo de su ensueño) Dispués nos iremos lejos, lejos, lejos, á otros pagos, ande naide nos estorbe; y vos me quedrás un poquito; y yo, á la cáida de la tarde, en esa hora triste como mis penas, te contaré historias muy dulces, muy dulces, al compás de la guitarra, con suspiros quejumbrosos de calandria. . . . (Pausa larga. Pedro vuelve de su ensueño, sacude su cabellera y suspira. Luego, con otro acento): ¡Qué te importa tu viejo! ¡Déjalo, no más! Yo te quiero, te quiero. . . . .

natividad

(Bajo) Es que dice que te vá á matar. . . .

pedro

(Brillándole los ojos con noble fiereza) ¿A mí? (sonriendo) ¡No te dé pena, Nativa!

natividad

(Mirándolo fijamente) ¿Por qué decís asina? Me das miedo. . . . (suplicante) Decí, Pedro; no le harás nada á tata? ¿No es verdad que no le harás nacía? (Pausa. Aterrada con el mutismo de Pedro) Decí, yo quiero que digás; ¿no matarás á tata?

pedro

(Brevemente) Si me ataca, me defenderé.

natividad

Sí, defenderte, sí; pero no lo matarás. . . . Tú sós más fuerte, podes defenderte sin matarlo. . . . Si lo mataras, ya vés, yo no sé, pero ¿qué pasaría? ¡Yo te perdería, Pedro! ¡Te perdería pá siempre. . . . ¡Pedro! ¡Pedro! ¿No es verdad que no lo matarás?

pedro

(Con firmeza) No lo mataré.

natividad

Jurálo.

pedro

(Irguiéndose, con asombro y altivez) Yo no juro. Mi palabra vale más. Naide puede decir que la haiga faltáo nunca. . . .

natividad

Pero. . . .

pedro

Te digo que no lo mataré. Está dada mi palabra.

natividad

(Convencida) Asina te quiero, Pedro mío (Se abraza á él) Tata es un poco seco, con mucha palabrería, nada más. . . . A vos, yo no sé por qué te. . . . en fin. . . . como ha de ser. . . . Pero todo es ahora, en los primeros momentos. Cuando vea que yo quedo firme y que me dejo matar antes de que me casen con Rampli, olvidará todo. . . . Y entonces, Pedro, podremos ser felices. . . .

pedro

(Cambiando de conversación) Decí, Nativa. . . . Dentro de un rato, en el baile. . . .

natividad

Tata dice. . . .

pedro

Ya sé, ya adivino. . . . Que no bailés conmigo. Dejá no más, Nativa. Yo sé jinetear ñanduces y no faltará ocasión. . . . Cipriano me alerteará al viejo. . . . Pero tú, ya sabés, no bailás con naide más. . . .

natividad

¡Mi Pedro!

ESCENA XV

Dichos y Cipriano

cipriano

(Por el foro, tosiendo bien fuerte para advertir á los enamorados de su presencia) ¡Ejem! ¡Ejem! ¡Me ha dáo una ronquera! (Haciéndose que vé á la pareja) ¡Hola! ¿Estaban por aquí? ¿Cómo va, Nativa? ¿Se iba pá dentro? Muy bien hecho, porque ái viene la peonada á preparar esto pá el baile. . . .

natividad

Gracias, Cipriano. Hasta luego, Pedro.

pedro

(Bajo) Adiós, mi vida.

(Váse Nativa por la casa, mirando amorosamente á Pedro. Éste se aleja lentamente por el foro).

cipriano

(Socarronamente, viéndolos separarse) Paice mentira lo zonzos que se güelven los cristianos con el amor.

ESCENA XVI

Cipriano, Raimundo, Daniel y Cosme

raimundo

¡Hála! A arreglar esto prontito pá el baile, que allá por la tranquera ya se vienen los primeros envitáos.

(Daniel y Cosme cuelgan en las paredes de la casa y de la cocina los faroles que traen de adentro, y secundados por otros paisanos disponen y arreglan los bancos).

daniel

Si esto va á quedar como de día con tanta luminaria.

cosme

Los únicos que se van á quejar son los que andan de novios.

raimundo

¿Y Matilde? ¿Qué se ha hecho Matilde? ¡Matilde! ¡Matilde!

ESCENA XVII

Dichos, Matilde; luegopaisanos y muchachas

matilde

¿Mandaba, patrón?

raimundo

Venga p’acá. Usted va á ser la capataza del beberaje, ¿me entiende? A discresión pa todos, pero con orden. Que no haya bochinche. Las tortas pá después del primer pericón y la choeolatada pá las doce y á la voz de ¡aura! ¿Me entiende?

matilde

. . . .tá bien, patrón. . . . ¿Y la niña Nata?

raimundo

Nativa es como de casa. Le hará los firuletes á las visitas. (Entran en este instante varias muchachas con paisanitos, todos muy endomingados. Saludos, risas, gran confusión) Vaya volando á decirle que aquí se volcó un gallinero. ¡Ya! (Sale Matilde por la casa).

ESCENA XVIII

Dichos y Paisano Viejo

paisano viejo

(Entrando por el foro) Güeñas noches á tuitos.

raimundo

¡Hola, don Nicanor! ¿Ya se ha entreveráo con las polleras? Mire por ái llega otro que le va á matar el punto.

paisano viejo

(Mirando hacia afuera) Pué ser, no más, porque el que llega es ño Anastasio Gordillo. (Adelantándose al que llega) Adelante, amigazo! ¿Cómo dice que le va?

(Entra Anastasio).

ESCENA XIX

Dichos, Anastasio

anastasio

Dios guarde á la riunión. ¿Qué tal amigo? (Á los jóvenes) Y esa mozada, ¿aprontando las tabas pá bailar? (Al paisano Viejo) ¿Y usted, aparcero, tamién pó aquí? ¡Aijuna! ¿qué no le pesan los años?

paisano viejo

¡Di ande, mi vida! Si estoy entuavía más juertazo que un tala. A usted sí, amigo Anastasio, que le blanquea la barba. . . .

anastasio

(Riendo) Dicen. Ja! Ja! Ja! Lo que es la edad, compadre: si hasta cortón de vista se ha quedáo. (Acariciándose la barba) ¿Qué no vé que esto blanco es el polvo del camino?

raimundo

Vamos á ver, viejo. Usted como el más formal se me va á encargar de cuidarme las muchachas.

cipriano

Que más quiere el zorro que lo metan en el gallinero.

anastasio

¡Adiós! Ya pareció un mangangá rezongón. ¿Qué le pasa, amigo Cipriano? ¿Tiene miedo que me le saque enancada su moza? A ver, apunte al montón (indicando las muchachas) y dígame cuál es su prenda.

cipriano

No tengo, ño Anastasio, porque no sé elegir.

anastasio

¡Pobrecito! ¿No quiere una mamadera? ¿Y entonces, pá qué rezonga?

cipriano

Porque pá cuidar las mozas no hay como los mozos.

anastasio

Apretále la cincha al parejero que vamos á disparar. (Dirigiéndose á las muchachas) —A ver, pimpollos; el patrón nos manda pá que las cuidemos. ¿A quién eligen ustedes, á mí ó á Cipriano?

muchachas

(En coro) A usted, ño Anastasio, á usted.

anastasio

(A Cipriano) ¿No dije? Bájele la mano al parejero, amigo, y no pare hasta la picada!

cosme

Ai se llega otra tropillita. . . .

daniel

La yeguada flor, aparceros.

(Entran Serafina con varios paisanos y muchachas. Saludos, exclamaciones, risas, cumplimientos. En el primer momento, gran confusión; luego, los personajes se van sentando y forman distintos grupos. Entra Natividad por la casa. Las amigas corren á saludarla).

ESCENA XX

Dichos, Serafina, Natividad, criollas y paisanos

cipriano

¡Qué empilchadas se largaron!

anastasio

(A Serafina) ¡Adiós, güeña moza! Si así siguen cayendo las estrellas, se va á quedar el cielo más escuro que garganta de lobo.

serafina

Siempre tan fino, ño Anastasio.

anastasio

La fina es usted, como manda su apelativo, Serafina.

raimundo

Alléguese acá la mozada: hay sitio pá todos.

anastasio

(En otro grupo de muchachas) ¡Caramba! ¡Cuánta carne fresquita!

muchacha 1

Ño Anastasio, no se lamba!

muchacha 2

¿Son resabios de su tiempo?

muchacha 1

Cuidáo con desbocarse. . . .

anastasio

¡Jué perra, con los pimpollos!

muchacha 3

Pimpollos de rosas, cuajaditos de espinas.

muchacha 4

Y á su edad sería malo un pinchazo.

muchacha 2

¿A qué no baila conmigo, güen mozo?

anastasio

Asujeten, paisanos. ¡La gran flauta, que son cociadoras! Entuavía no me les allegué y ya me están largando manotadas. Si creerán que soy viejo!

muchacha 2

La vista engaña. . . .

anastasio

¡Oigalé el duro! ¡Miá la picada é virgüelas! Pues, moza, á mí tampoco me engaña.

muchacha 2

¿Por qué, ño Anastasio?

anastasio

Porque. . . . porque. . . .

Si tu cara juera campo

y yo juera pasajero,

la pasaría al tranquito

por miedo de tus aujeros.

muchacha 1

Sofrene el pingo, viejito.

muchacha 2

Mirálo haciendo versos!

muchacha 3

Gardeló pá el pericón.

muchacha 4

¿A qué no me baila un gato?

cipriano

(A Anastasio) Sálgase d’ese camoatí, que lo van á comer las avispas.

anastasio

Si tengo el cuero duro, lo mesmo que mulita.

muchacha 2

¡Miá el otro! Pá quedarse él con la miel. . . .

cosme

Ya estás tuito pegotiáo. . . .

daniel

Si querés que te apadrine.

muchacha 1

Asina, en montón, pá parecer más guapos.

(Óyense los sones de la música que se aproxima).

paisano viejo

Cayeron los musiqueros en bandada, lo mesmo que langostas. . . .

serafina

Aura sí que vá estar lindo.

(Entran los músicos con guitarras y uno de acordeón).

ESCENA XXI

Dichos, los músicos

todos

¡Vivan los músicos! ¡Adelante mozada! ¡Güeñas noches! ¡Una copita pá el de la acordeón!

muchacha 2

(A Anastasio) Aquel primero, toca como un primor.

cosme

Hace lo que quiere con las cuerdas de su guitarra.

anastasio

¡Miá qué cuerda! ¡Decíle que me piale un ternero!

terutero

¡Qué bandada de palomas! Me las comería sin hambre!

anastasio

No es pá toos la bota é potro. . . .

terutero

¿Lo dice por mí, ño Anastasio?

anastasio

No, hijo; es por el güey barroso que vide ayer en la manguera.

terutero

Repare que no soy vejestorio. . . .

anastasio

Mesmo. Estás bichoco de puro sotreta.

terutero

¿Sacó patente p’hablar usté solo?

anastasio

Justo. Y de llapa me dieron una pá el primer perrito que saliera á ladrarme. . . .

terutero

¡Pucha, con el loro barranquero!

anastasio

¡Ya se me enojó! Pero m’hijito si entuavía tenés la leche en los labios.

terutero

Y á usted se le caen los dientes.

anastasio

Pá tenerlos como vós. . . . que paicen palos é gallinero. . . .

raimundo

A ver, él del acordeón, una polca pá despuntar el vicio.

todos

¡Bravo! ¡Muy bien! Una polca! Y corridita!

(El acordeón toca una polca, fórmanse parejas y empieza el baile. Entretanto, se prosigue el siguiente dialogado):

cipriano

¡Viejo diablo Anastasio!

paisano viejo

Se refala que es un lujo pá contestar.

cosme

Patea el juego como bagual que tié güenos candados.

serafina

Es una langosta.

natividad

Ya ha cáido gente.

anastasio

Y güeñas mozas también.

natividad

¿Cómo le va, ño Anastasio?

anastasio

Ai no más, pelechando. Decime, m’hijita, ¿es cierto que m’hijo Pedro anda embobao con vos?

serafina

¡Cuidáo con Pedro, que es medio matrero!

cipriano

Miala á Serafina; ya anda celosa, ciega lo mesmo que pájaro de laguna.

cosme

¿Es verdad que le gusta Pedro?

cipriano

Como al carancho los ojos. Por eso le tiene rabia á Nativa.

varios

¡Ai viene Rampli! (Se suspende la polca; todos se vuelven hacia Rampli que entra por el foro).

ESCENA XXII

Dichos y Rampli

rampli

Bona noche á tuttos lo amigos.

cipriano

Adiós, nación. ¿Cómo te va?

rampli

Cosí, cosí, hermano Cipriano. Abatatáo per adrento, abatatáo per afuera. Tengo un abatatamiento bárbaro. ¿E sabés lo qui ha de ser? El amor, Cipriano, el amor; lo hombres que s’innamora, anda siempre comi un zunzo.

cipriano

Eso es lo que yo digo siempre.

rampli

(Ve á Natividad y se dirige á ella) ¡Hola, hola, pinpullito d’insalada! ¿E só papás, no son venido?

natividad

Fué á buscarlo á su casa. Si va para allá, á la fija lo encuentra.

cipriano

(Burlonamente) Me parece que te están echando….

rampli

Non digas suncerías, hermano Cipriano. Me ha dicho eso pa que no intienda la riunión. Mirála, ché, cume me mira. (En este instante, Natividad vuelve la cabeza) ¡Hola! ¡Hola! ¿Se hace la coquetas? ¡Eh, bueno! Las moquieres son así; pura macaquería y aluego se cumen tutto il queso.

cosme

Ché, Rampli, ¿es verdad que ayer el mancarrón te largó por las orejas?

rampli

Ma decate vos! ¿Quién te ha incacado quella guareyaba?

cosme

Ño Joaquín, que te vido.

rampli

Ma dun Cuaquin le in drogudo. Aficate vos. ¡In puebleros! ¡Qué intiende in puebleros de gaucherías! ¡Hacéme il favor!

cosme

Pero él te vido.

rampli

Guareyaba, amigo, pura guareyaba! Mirá que dun Cuaquin me va á inseñar á mí á quinetear in potros in pelos! ¿Sabése vos lo que son pasado? Te lo cunto á vos perque sos di confianza. Il mancarrone, come vos sabés. . . .

cosme

Pá su abuela, por si acaso.

rampli

Ma no, ma no, Cóseme. Decáte di abuelas. Il mancarrones es incapador. . . .

cosme

Empacador.

rampli

¡Sicuro! Incapador. . . .

cosme

No, hombre; decí empacador y estamos del otro láo. . . .

rampli

Impon. . . . Incan. . . . pan. . . . pan. . . .

anastasio

¿Estás tirando tiros, nación?

rampli

¡Oh! Bona noche, dun Anastasio.

anastasio

¿Qué andás haciendo?

rampli

Eh! Yo. . . . natoralemente. . . . sun venido per balare. . . .

anastasio

Me parece que ño Raimundo no compra carneros. . . .

rampli

(A Cosme) Ché, Cóseme; ¿cosa diche este garebucho con lo carnieros?

cosme

Andá á preguntárselo á Nata.

paisano viejo

Aquí viene el pueblero con el amigo Pedro.

ESCENA XXIII

Dichos, Joaquín y Pedro

pedro

(Dirigiéndose á Anastasio) La bendición, tata.

anastasio

Dios lo haga un santo, m ’hijo. ¿Cómo te va?

joaquín

¿Y qué tal, no se arma algún pericón? Tendría mucho gusto en aprenderlo á bailar.

anastasio

Pues vamos á hacerle el gusto, amigazo. ¡A ver, mozada! Los que tengan güeñas uñas pá no hacer un papelón, vayan sacando las muchachas. Vamos á prenderle á un nacional. ¡Músicos, el pericón! ¿Y bien rasgueáo, eh?

(Empiezan á formarse las parejas, mientras los músicos templan las guitarras).

cipriano

Aprontar los versitos.

daniel

¿Quién va á ser el bastonero?

cosme

¿Quién ha de ser? Ño Anastasio.

serafina

Yo voy á hacer alguna perdiz.

rampli

Mecor, mecor. Cosí incomincia la farras.

paisano viejo

A ver un poco de orden. A formar, las parejas.

(Salen al centro seis parejas: Anastasio con Muchacha 1.a — Cipriano con la 2.a — Daniel con la 3.a — Joaquín con Serafina — Pedro con Natividad — Rampli con Muchacha 4.a)

(Al compás de las guitarras, báilase el pericón nacional, cuyas voces de mando, para organizar las diversas figuras, las formula Pedro. Al llegar el momento de salir las parejas, por turno, al centro de la rueda, para decir los versos, lo harán por el siguiente orden):

cipriano

Por el tranco se conoce

A la mujer y á la yegua,

A las que son cociadoras

Y á las que siguen sin pena.

muchacha 2

Tu comparancia me gusta

Para golverte otra igual:

Por el tranco se confunde

Cipriano con un bagual.

daniel

Si Dios llega á conocer

El amor de una paisana,

Se va á poner chiripá

Pá ser cuñáo de tu hermana.

muchacha 3

Dejálo á Dios en el cielo

Que nos sirva de testigo,

Mientras haya paisanitos

Para que bailen conmigo.

joaquín

El clavel que vos me distes

Como una prueba de amor

No es clavel, sino que es lazo

Que enlazó mi corazón.

serafina

Si es un lazo, yo no sé;

Pero te juro, por Dios,

Que dende que te lo he dáo

Estoy enlazada á vos.

anastasio

El amor que te he tenido

Jué lo mesmo que franela;

Ansina que perdió el pelo

Ya no sirve, ni calienta.

muchacha 1

Eso le pasa á los viejos

Que cuando pierden la juerza,

Le echan la culpa al ponchito

Diciendo que no calienta.

rampli

Date curte cuanto quieras

Con to caras di sartén,

Que mochiachas cun virgüelas

Las cumpro yo inta ferias

A cuatro per in vintén.

muchacha 4

Comprarás criollas baratas

Aunque tengan gran parada,

Pero á zonzos como vos

No los compra el mesmo Dios

Ni á dos cobres la carrada.

pedro

Las estrellitas del cielo

No me bastan pá contar

Las veces que pienso en esta

Divina Natividad.

(Al salir Natividad al centro para contestar á Pedro, aparece Gil por el foro).

ESCENA XXIV

Dichos y Gil

 

gil

(Avanzando iracundo) ¡Recomba! ¿Cómo es eso? (A Natividad) ¿Qué te he dicho? ¿Por qué bailas con este bandido?

(Se produce una gran confusión. Natividad pasa al lado de Gil; Anastasio se acerca á Pedro).

 

pedro

(Con mucha calma) Despacito, ño Gil; yo no soy un bandido.

 

gil

¡Yo no hablo con usted! (A Natividad) ¿Es así cómo me obedeces, recomba! Vamos á casa; yo te voy á dar á tí bailoteos con esa clase de gente.

 

anastasio

¿Qué perro está ladrando por ái?

 

pedro

(A Anastasio) ¡Cállese, tata! (A Gil) Mire, don yo quiero á su hija, y no hay mal en eso. . . .

 

gil

(Furioso) ¡Te callarás, insolente!

 

anastasio

(Con ira contenida) ¡Te está insultando!

 

gil

¡Atreverse á enamorar á mi hija el perdulario este! ¡Re!. . . . Quítate de ahí antes. . . .

 

pedro

(Dominándose) Pero, oiga, ño Gil; no me insulte. . . .

 

gil

(Cada vez más enardecido al ver la tranquilidad de Pedro) ¡Basta! ¡Ni una palabra más! Mi hija no es para boca de borrico!

 

anastasio

(Al oído de Pedro, sacudiéndolo por un brazo) ¡Te está insultando! ¿Le tenés miedo? ¡Peliálo, canejo!

 

pedro

(Haciendo esfuerzos por dominarse aún y con voz contenida) Ño Gil, no me insulte, por favor. . . . Oigamé lo que le digo. . . .

 

natividad

(A Gil) ¡Tatita!

 

gil

(A su hija) ¡Si no te callas te estrello, recomba! (A Pedro) Ni una palabra, he dicho; no tengo que oír nada. Gentes como vos no son para mi hija. Y que no vuelva á verte rondando mi casa, porque te doy una soba.

 

anastasio

(Horriblemente descompuesto, sacudiendo á Pedro): ¡Miserable! ¿Tenés miedo? ¿No sós hombre? ¡Matálo, te digo!

(El tumulto aumenta. Las mujeres huyen para la casa unas y otras para la cocina. Natividad trata de contener á Gil, que la rechaza brutalmente. Anastasio increpa á su hijo, que está nerviosísimo).

 

pedro

Mire, ño Gil, que le pueden pesar sus palabras. . . .

 

gil

¿Me amenazas, bellaco? ¡Tú! ¡Tú! Pordiosero!....

 

anastasio

¡Pedro!

 

pedro

¡Ño Gil!

 

gil

¡Pordiosero! ¡Haragán! ¡Bandido!

 

pedro

¡Y usted, canalla!

 

gil

¡Canalla! ¿Yo? ¡Tomá canalla! (Con el rebenque azota á Pedro).

 

anastasio

¡Matálo!

(Joaquín y Daniel se precipitan á Pedro en el instante en que éste saca su daga. Natividad es rechazada con fuerza por Gil, que también ha desnudado su facón; y entonces, en el instante en que Pedro va á acometer á su padre, se vuelve á él, lanzando un grito):

 

natividad

¡Pedro!

 

anastasio

(A Pedro) ¡Ruémpele el alma!

(Gil está en guardia, esperando á su adversario. Pedro, que se ha detenido al oir el grito de Natividad, sostiene una espantosa lucha interior. La cólera le ciega por instantes y las imprecaciones de Anastatasio le mueven á vengar su honor ofendido; pero la presencia de Natividad le recuerda la promesa que le hizo de no herir á su padre. No obstante, la ira, la vergüenza, le vuelven loco de desesperación y entonces avanza un paso para pelear con su ofensor).

 

natividad

(Horrorizada, con un grito que es casi un alarido de dolor) ¡Pedro!

(Pedro se detiene en el instante en que iba á acometer: mira á Natividad, lleno de espanto, y baja tristemente la cabeza. Está vencido. Dá un paso, vacilante como un ebrio, aturdido, sin oir, sin ver á su padre que le contempla con inmenso estupor. Y es con un gesto de rabia impotente que arroja al suelo su daga. Luego, pásase la mano por la frente sudorosa, mira anonadado alrededor, avanza un poco, luego algo más y se aleja entonces en silencio, la cabeza baja, vacilante, triste, sin una palabra. Los paisanos le abren paso, mudos. Anastasio está como petrificado. Y Pedro se aleja, con una calma sombría, y desaparece en la noche. Pausa larga; gran silencio).

 

anastasio

(Saliendo súbitamente de su estupor, con un rugido de fiera herida) ¡Cobarde! ¡Me deshonrás!

 

gil

(Sonriendo despreciativamente, guarda su arma. A su hija) ¡Ahí ténes á tu gauchito, ahí!

 

anastasio

(A Gil, con voz ronca) Sí, es un cobarde! Pero, no es m ’hijo! ¡No es m’hijo! (Con voz precipitada y baja) ¡Aura nosotros dos, ño Gil! ¡Pronto!

 

gil

(Volviéndole la espalda) Yo no peleo con usted.

 

anastasio

(Con ira) ¡Ah! ¿No? Pues vaya: golpe por golpe!

(Con su rebenque le cruza el cuerpo á Gil. Éste se vuelve, vibrante de ira y desnuda nuevamente su facón. Pelean furiosamente. Natividad se desmaya y los paisanos la sacan de aquel cuadro de horror. Finalmente Anastasio hiere á Gil, el quecae soste nido por dos paisanos).

 

gil

(Al sentirse herido) ¡Asesino!

 

anastasio

(Con voz sorda) ¡Mentís! ¡Te maté cara á cara! (Mira á su alrededor con semblante descompuesto. Todos guardan silencio. Entonces se aleja bruscamente, lanzando su adiós con voz quebrada, dolorosísima): Adiós, mis amigos!

 

cosme

(Muy bajo) ¡Dios lo ayude, ño Anastasio!

 

TELÓN

ACTO SEGUNDO

La escena estará dividida en dos partes. A la izquierda del actor habrá una pulpería de campaña cuyo armazón y mostrador darán frente á las candilejas. Sobre el proscenio, mesas y bancos, bolsas de yerba, cajones y diversas barricas, una de las cuales sirve de asiento á Cipriano, que templa su guitarra. Rodeando la mesa, y jugan lo á los naipes, estarán Daniel, Cosme, Paisano Viejo y Terutero. — A la derecha, vése el campo que se extiende, hasta las lejanías azuladas, por la loma de una cuchilla. Postes con argollas para atar caballos, y en el segundo plano, un ombú corpulento. — Es el caer de la tarde. El horizonte se ensangrienta con las últimas púrpuras solares. Hacia el final del acto, cae la noche.

ESCENA PRIMERA

Cipriano, Cosme, Daniel, Paisano Viejo, Terutero y dos ó tres paisanos más

 

terutero

(Mezclando las cartas) Atención, mozada, que voy á dar.

 

daniel

Dijustos á tu familia.

 

paisano viejo

No haga caso, compañero, de las puyas, y dea bien.

 

cosme

El cuerpo contra una piedra.

 

terutero

(Dando barajas) La perica es muestra.

 

paisano 1

Ansí se llama la chancha del canario Cirilo.

 

cosme

Es malo jugar con endevinos.

 

paisano viejo

¡Oigalé! ¡Y salió cierto!

 

daniel

(Mirando sus cartas) Tal vez la cante. . . .

 

terutero

Al pie, compañero.

 

paisano viejo

¡Cómo no! si yo estoy ciego.

 

cosme

Lavate con agua é malva. (A Daniel) Juegue la puntita, si sabe.

 

daniel

Ai va la punta y la liga (juega una baraja).

 

paisano viejo

De tan asustao que está, si ha olvidao de cantar flor. . . .

 

cosme

Sí; pero como no juega sólo, yo tamién puedo cantar. . . .

 

paisano viejo

Cante, que su voz me gusta.

 

terutero

Subiendo siempre la carta. No se asuste y venga á mí.

 

paisano 1

¿No quiere mi parejero?

 

paisano 2

Ese, prestáselo á Terutero pá la disparada que va á dar.

 

terutero

Ché, vos, si me estás mirando el juego te vas á quedar lunanco. (Con mal humor) ¡Estoy empacado!

 

paisano 1

¡Ya estuvo! ¡Jua! ¡jua! ¡jua!

 

terutero

¿Qué cosa?

 

paisano 1

La disparada. ¡Jua! ¡jua! ¡jua!

 

paisano viejo

No se ría así, hombre, que lo van á tomar por pato.

 

cosme

(A Daniel) ¿Y?

 

daniel

Parda que se sienta linda. . . .

 

paisano viejo

Ya tendrá güeñas caderas. . . .

 

cipriano

(Deja la guitarra, bájase de la barrica y dispónese á salir) ¿Entoavía no acabaron de sonciar? Yo me voy pa la estancia. . . .

 

daniel

¡Oh! ¿y ahora? Aguárdate y vamos juntos.

 

cipriano

¿Les falta mucho?

 

cosme

Estamos por ganar el güeno. . . .

 

terutero

Las ganas. . . . que estoy teniendo. . . .

 

daniel

De que te llamen bobeta.

 

paisano viejo

No sea, amigo, chancleta. Juegue.

 

cipriano

Entonces me largo hasta el rancho del canario Cirilo y güelvo á buscarlos. . . .

 

paisano viejo

Vaya, hombre, y déjenos jugar.

ESCENA II

Dichos y Pedro

 

(En el instante de salir Cipriano de la pulpería, entra Pedro por el foro. Ambos se muestran cohibidos durante un momento y guardan embarazoso silencio. Por fin Cipriano, saludando fríamente á Pedro, trata de esquivarle saliendo por la derecha. Las primeras palabras de Pedro le detienen bruscamente).

 

pedro

¿Qué andás haciendo, Cipriano? (Éste guarda silencio, contrariado) ¿Qué hacés? ¿Por qué no me contestas?

 

cipriano

¿Ande te metes? Va pá dos días que no se te vé.

 

pedro

(Con un gesto vago) Por ái. . . . (Después de una vacilación dolorosa) ¿Y Nativa?

 

cipriano

No sé; no la vide.

 

pedro

¿Y ño Joaquín?

 

cipriano

Ai en la Estancia. Se va pá Montevideo.

(Un silencio cada vez más embarazoso).

 

pedro

(En voz más baja) ¿Y tata?

 

cipriano

No sé d’él. Ha juído.

 

pedro

(Ansioso) ¿Ha juído? ¿Por qué?

 

cipriano

(Secamente) Porque jué un hombre: mató á Gil.

 

pedro

(Con un sobresalto brusco) ¡Lo mató!

 

cipriano

(Con dura frialdad) ¡Jué un hombre!

 

pedro

(Mirándole fíjamente) Ya sé; ya lo dijistes. . . . Y yo, yo, yo soy un cobarde, un mulita, ¿no es eso? (Pausa. Cipriano guarda silencio, mirando vagamente alrededor) ¿No es ansí que me llaman tuitos?

 

cipriano

(Seco) Sí.

 

pedro

(Brillándole los ojos de ira) ¡Un cobarde! ¡Un mandria! Y vos, vos Cipriano, ¿vos eres que le tuve miedo á Gil?

 

cipriano

(Lo mira un momento con asombro; luego, desviando la vista, con amarga filosofía) Un hombre no se deja castigar.

 

pedro

(Como hablando consigo mismo) Sí, tenés razón: un hombre no se deja castigar, y más si está la novia delante. . . . No se deja castigar, no. . . . (Pausa) Pero, yo no tuve miedo! (Viendo sonreir á Cipriano, con ira) ¡No, no tuve miedo! (Calmándose, dolorosamente) Háces bien, hermano Cipriano; réite, réite. . . . vos no sabés. . . .

 

cipriano

(Con tono indiferente y frío) Voy á buscar el caballo. . . .

(Sale por la derecha.)

ESCENA III

Dichos, menos Cipriano

 

pedro

(Que al salir Cipriano, se ha quedado con la mano tendida) No me ha dáo la mano, él, él, mi amigo, el que más quiero. . . . Me ha tomáo por un cobarde y ansí me tomarán tuitos. Las chinas me amostrarán con el dedo, la mozada se reirá de Pedro. . . . ¿Y por qué? Porque soy un mandria. . . . (Avanza unos pasos y mira hacia la pulpería. Pausa) Ai están esos. . . . ¿Pá qué dentrar? Pa ler el disprecio en tuítas las caras. ¿Quién va á darme la mano si soy un hombre deshonráo. . . . . (Retrocede unos pasos, hasta el ombú y se sienta sobre una de sus raíces, cogiéndose la cabeza con ambas manos).

 

terutero

(Palmoteando) ¡Tomá mate y pasáme la pava! ¡Se la dimos encimita é las guampas!

 

paisano viejo

¡Si con nosotros no se puede, es al ñudo!

 

daniel

Grüeno, hombre, güeno; no hay que cacarear tan juerte. Otro día nos tocará á nosotros.

 

cosme

Tamién con la porquería de juego que nos salió. . . .

 

terutero

A ver, pulpero. ¡Ginebra pá los ganadores!

 

daniel

Y pá los que comieron cola y tienen sed tamién, ¡qué diablos!

 

pulpero

¿Cuatro?

 

paisano viejo

¡Claro!

 

pulpero

El frasco no alcanza. Voy á buscar adentro.

 

paisano viejo

¡Hum, no me fío! El barril del agua está muy cerca.

 

pulpero

Venga á ver si quiere. Aquí no hay misturas.

 

todos

Vamos, vamos á ver todos y la chuparemos en el patio.

 

cosme

Pá eso semos tuitos de confianza. (Éntranse todos en la pulpería).

ESCENA IV

Pedro, sólo

 

pedro

(Con voz muy baja) Sí; tengo que dirme del pago, pá esconder la vergüenza. . . . ¡Soy un mulita! (Con energía) Pero, yo no lo podía matar á Gil! Era el tata de ella; Nativa tenía mi palabra. . . . Pá ser hombre honráo no podía faltar. . . . (Pausa) Nativa. . . . Nativa. . . . ¿qué dirá de mí?. . . . Y yo, yo, yo. . . . (Inclina la cabeza tristemente. Luego, como siguiendo el vuelo de los recuerdos que se alzan de su corazón, prosigue melancólicamente). ¡Qué días aquellos ya pasáos! Entonces yo era chico y la acompañaba al trabajo, á lo de Renato. . . . El tata d’ella no sabía que nos queríamos. . . . (Con voz queda) Ocasiones íbamos asina por el campo, conversando, conversando, juntitos, bajo el sol. Nativa se réia muy dulce; estaba contenta á mi láo; me decía que me iba á querer mucho, mucho, y siempre, siempre. De tardecita, cuando cáia el sol, allá lejos, atrás de los dos ombuses de la cuchilla, golvíamos dispacio, juntitos, entre la flechilla de los campos, charlando. . . . Se hacía escuro y los pájaros no cantaban más. Lejitos cacareaban los gallos, y eso nos ponía tristes. Al llegar, el perro negro venía pá hacernos fiestas, meniando la cola y fregán dose contra el vestido de Nativa. ¡Pobre perro negro! Se llamaba Noche. Era muy viejo. Aura si ha muerto. (Pausa larga. Pedro ha quedado sombríamente meditabundo sobre la última palabra que ha pronunciado. Luego se pone en pie, turbado, con un principio de extravío en la mirada) Estar muerto…. Dormir, dormir aquí abajo, en la tierra, siempre, siempre. . . . ¡Oh! ¡No acordarse más de que se sufre; no ser más disgraciáo; no ver más este mundo maldito!. . . . (Su excitación se calma bruscamente ante la idea que brota en su mente, y queda, así, con la mirada fija, como un hipnotizado. Después, pasándose la mano por la frente): ¡No ver más á Nativa! ¡No verla más, no verla más! ¡Dios mío! ¡Dios mío!. . . . (Va á salir, embargado por la emoción, en el momento en que entra Anastasio por el foro. Ambos se quedan como petrificados). ¡Tata!

ESCENA V

Pedro y Anastasio

 

anastasio

(Para sí, turbado) ¡Pedro!

 

pedro

(En voz baja) Güenas noches, tata.

 

anastasio

(Recobrándose, con tono despreciativo) ¿A quién llamás tata vos? Miá que se me hace que sós orejano. . . . ¿Qué oveja te dió de mamar?

 

pedro

(Con dolor é ira) Me está insultando, tata. . . .

 

anastasio

Por costumbre, no más. Dende que te dejás guasquiar por cualquiera, no hay pena. . . .

 

pedro

Tata, oigamé. . . . Voy á decirle. . . .

 

anastasio

Yo no soy el tata de un arrastráo. . . .

 

pedro

Tata, por favor. . . .

 

anastasio

¡Qué no me llamés tata, cobarde!. . . .

 

pedro

(Cerrando los puños, herido por tanto desprecio) ¡Cuidáo, tata, que no se pisa asina á la culebra!. . . .

 

anastasio

(Marchando sobre Pedro, al que azota con su rebenque) ¡Mesmo! Pero vos sós un aperiá cobarde!.... (Sale agitadîsimo por la derecha).

 

pedro

(Deteniendo su loco impulso de abalanzarse contra Anastasio) ¡Es mi padre!. . . . (Sale rápidamente por el foro, llevándose las manos á la cabeza con un gesto de horrible desesperación).

ESCENA VI

Daniel, Cosme, Paisano Viejo

 

daniel

(Riendo) ¡Nos ha pitado lindo el pulpero!

 

cosme

(Riendo) Por la gracia debían nombrarlo alcalde.

 

paisano viejo

No, pues al hijo de mi madre no lo agarran más con pruebitas de barajas.

ESCENA VII

Dichos, Terutero, Pulpero y demás paisanos

 

(Entran todos riendo y bromeando con el pulpero).

 

terutero

Al ñudo, ché, has rejuntáo tanta platita. . . .

 

pulpero

Si es una zoncera. . . . Ligereza de manos. . . .

 

un paisano

¡Re-Cristo! ¡Cómo ligeras! Ni el pangaré del comesario!

 

daniel

¿Y diande sacastes esas mañas?

 

paisano viejo

Preguntále mejor diande sacó esas uñas.

 

cosme

Se las prestó un peludo.

 

pulpero

¡Claro! Cáen tantos peludos á este boliche. . . .

 

terutero

¡Avisá si te crés que estamos borrachos!

ESCENA VIII

Dichos y Cipriano

 

cipriano

(Entrando por la izquierda se dirige á la pulpería) ¡Hola, mozada! ¿A qué no endevinan á quién acabo de ver?

 

terutero

De juro á la ahijada del canario Cirilo. . . .

 

cipriano

No seas bobeta; á Pedro.

 

daniel

¡A Pedro!

 

cosme

¡Miá, ché!

 

paisano viejo

¿Le hablaste? ¿Qué dice?

 

cipriano

Anda abatatáo, tristón. . . . Me preguntó por su viejo, qué sé yo!. . . .

 

paisano viejo

¡Cómo se pierde un hombre!

 

cosme

Yo no lo creiba ansina.

 

terutero

Pa mi gusto era un valiente.

 

pulpero

¿Y ande andará el viejo?

 

cipriano

Juído.

 

daniel

La polecía andaba ayer ronciando el monte.

 

paisano viejo

Dios lo libre y guarde.

 

un paisano

(A Cosme) ¿Y qué me dice de la carrera de mañana?

 

cosme

Pá mi gusto es de la yegua.

 

un paisano

¿Es ligera, no?

 

cosme

Como de encargo pá un desempeño.