Tenis de Mesa - Oscar Roitman - E-Book

Tenis de Mesa E-Book

Oscar Roitman

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Beschreibung

Basándose en experiencias propias, como jugador y posteriormente como entrenador de Tenis de Mesa, y con una narrativa didáctica y accesible, el autor acerca una propuesta novedosa para enseñar y acompañar el proceso de aprendizaje del Tenis de Mesa, mediante actualizadas herramientas pedagógicas y metodológicas. Tal como en las diversas formaciones dictadas a lo largo de Argentina, el autor ofrece una metodología donde el componente lúdico es la base de la enseñanza, sin la intención de crear "recetarios" si no, por el contrario, acompañar al entrenador a desarrollar y potenciar su propio sistema de enseñanza y todas sus variantes. Incluye también, reunidas a lo largo de sus más de 20 años de recorrido como entrenador en iniciación y alto rendimiento, más de cien actividades y juegos específicos. La vasta trayectoria del autor como entrenador y formador de entrenadores y su interés investigativo respecto a nuevas propuestas, sumado a la inexistencia de trabajos similares sobre el tema en lengua castellana, constituyó el impulso motivador de esta obra.

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OSCAR ROITMAN

Tenis de mesa

Enseñar a jugar

Roitman, Oscar Tenis de mesa : enseÒar a jugar / Oscar Roitman. - 1a ed. - Ciudad AutÛnoma de Buenos Aires : Autores de Argentina, 2022.

Libro digital, EPUB

Archivo Digital: descarga y online

ISBN 978-987-87-2678-6

1. Deportes. I. TÌtulo. CDD 796.346

EDITORIAL AUTORES DE [email protected]

PRÓLOGO

Después de más de 50 años vinculados al tenis de mesa desde diferentes roles (jugador, técnico y dirigente) me corresponde el inmenso honor y la responsabilidad de prologar el libro del Prof. Oscar Roitman. –

Antes que al contenido del libro quiero dedicar algunas consideraciones a su autor.

Como pocos Oscar Roitman se erige en una adecuada síntesis de esfuerzo, inteligencia y profesionalismo al servicio de nuestro deporte. En todas las responsabilidades que me correspondió adjudicarle, particularmente cuando ejercía la presidencia de la Federación Argentina de Tenis de Mesa, respondió a todas las expectativas puestas sobre su trabajo tanto desde el interior de la institución, como frente a procesos auditados por el Ente Nacional de Alto Rendimiento Deportivo, la por entonces Secretaría de Deporte de la Nación, entre otros. A no dudar que el desarrollo del tenis de mesa nacional, todo el proceso vinculado a la detección de nuestros representantes en los Juegos Olímpicos de la Juventud de Buenos Aires y el crecimiento de muchos jugadores de selección le deben mucho al trabajo del autor. -

Oscar dedica las páginas iniciales a reconstruir sus primeros pasos como tenismesista aficionado hasta alcanzar nivel de selección nacional – con diversas incursiones internacionales, Campeonato Mundial de Mayores 1993 incluido – a través de las cuales el autor destila nostalgia, emoción, orgulloso y , por qué no, agradecimiento al deporte que marcaría toda su existencia.-

En las páginas siguientes, aunque con contenidos y vivencias naturalmente distintas, son igualmente atractivas desde lo humano y aleccionadoras desde lo profesional, sus plurales y ricas experiencias como técnico y entrenador de nuestro deporte tanto en nuestro país como en el exterior, de modo principal en EEUU y España. -

Los capítulos siguientes solo se explican a partir del cúmulo de información, conocimientos y experiencias obtenidas en los roles antes referenciados. Así nos ilustra el autor acerca de la enseñanza del tenis de mesa - tanto en su etapa iniciática como el tránsito al alto rendimiento -, y en todos sus alcances inherentes al entrenamiento, la táctica y estrategia del juego hasta la difícil temática de los materiales del deporte. En estas páginas el autor denota claramente su formación pedagógica y la preeminencia por los principios y valores fundamentales del deporte en general como presupuestos de los éxitos deportivos. –

Destacable resulta, corroborando que el libro excede lo meramente deportivo, los conceptos que vuelca respecto del rol de los padres y sus influencias respecto de la carrera de los atletas. -

En suma, el libro del profesor Oscar Roitman constituye un vehículo para describir sus vínculos con nuestro deporte al par que resulta un aporte técnico-profesional por demás interesante y valioso para todos los estamentos que tienen al tenis de mesa como pasión común. -

Néstor J. Tenca

Abogado

Presidente de la Fed. Argentina de Tenis de Mesa (1998-2002, 2006/2016). -

Presidente de la Conf. Sudamericana de Tenis de Mesa (2011-2017). -

Miembro del Comité Olímpico Argentino (2001-………). -

Vicepresidente Ejecutivo de la Fed. Internacional de Tenis de Mesa (2017………). -

Tabla de contenidos

PRÓLOGO

AGRADECIMIENTOS

INTRODUCCIÓN

El Camino

Jugador

Vida de Entrenador

Introducción a la enseñanza

El Entrenador

Tipos de entrenador

¿Qué quieren los jugadores de un entrenador?

Claves para liderar una sesión de entrenamiento

Objetivos del entrenador

Didáctica y Metodología de la enseñanza

Didáctica de la Enseñanza

¿Cómo enseñar?

Metodología de la Enseñanza

Conducta en los entrenamientos

Inteligencia Táctica

La técnica

Elementos técnicos básicos y Material deportivo

Elementos técnicos básicos

Material

Anticipación, Automatismo y Repetición

Posición Inicial, Balance, Equilibrio y Multibolas

POR FUERA DEL ENTRENAMIENTO

Consejos durante un partido

La función de los padres

¿Qué ves cuando me ves? Videos

Actividades lúdicas recreativas formativas

Hitos

Table of Contents

AGRADECIMIENTOS

Ha sido la parte más difícil de esta aventura, que es escribir un libro, quizás porque la emoción juega un papel preponderante en esta parte. No me quiero olvidar de nadie, pero son muchos y no quiero extenderme demasiado por lo que trataré de encontrar un equilibrio y centrarme en los pilares, en los que siempre estuvieron ahí, por aquellos que creyeron en mi decisión y también a los que me criticaron porque me ayudaron a mejorar.

La columna fundamental, el cimiento de mi crecimiento, sin dudas, mi familia. Mis viejos, Mario y Aidana, nunca cuestionaron mi vocación y me apoyaron en cada decisión. Lamento que mi vieja no esté para disfrutar lo que he transitado y logrado lo que ella siempre impulso. Mis hermanos menores, Fernando y Alejandra, que se sumaron a la locura jugando activamente, ambos en el alto rendimiento siguieron de cerca mi andar y Gaby, la mayor de los hermanos, que cuando estuvo, a su manera, estuvo cerca.

Los que me creyeron en mi propuesta y me impulsaron a ser mejor. Néstor Tenca, al cual menciono en varias ocasiones en el libro por apostar por mi formación y siempre me apoyó en mis locuras además de brindarme su amistad personal. Antonio Lasén y Fernando Montero de Narón, España; a Tim Titrud y la familia del tenis de mesa de Portland, Oregon, Estados Unidos; a Norman Veiga y la familia de Lugo, España.

A mis amigos de la vida que me bancaron en cada emprendimiento sonriendo en cada éxito y arrimando el hombro en los fracasos; Dario, Mariano, Luis, Sacha, Raúl, Pablo, Gabriel.

A la familia mundial del tenis de mesa que me ayudó a construir mi presente; Alberto Pires y Carlos Palomo, mis profesores en Mendoza, Gustavo, Pablo y Franco; David Soler de España, Tom Wetzel de Alemania, Peter Teglas y Pisto de Hungría, Jerome Feneche, de Francia, Fran Camargo y Marles Martin de Brasil y muchos, muchísimos más que me han influenciado positivamente para ser mejor entrenador y mejor persona.

A todos mis alumnos, que me exigieron al máximo y fueron y son el motor de mí motivación.

A la persona que es suma de todo lo anterior porque creyó y cree en mí, porque se alegra con mis éxitos y me contiene en los fracasos, porque es la más crítica de mis decisiones y me empuja a mejorar, porque me estimula a seguir aprendiendo, porque me acompaña y siempre está. Mi compañera de viaje, mi familia, Gabriela

INTRODUCCIÓN

El tenis de mesa, más conocido como “ping pong”, es un juego-deporte altamente popular porque que puede ser practicado a cualquier hora, en cualquier lugar, con un coste muy bajo, es excelente como elemento de integración social ya que es inclusivo porque lo pueden practicar los delgados, los obesos, hombres y mujeres entre sí, altos, bajos, personas con capacidades diferentes, personas de todas las edades y permite la integración de diferentes franjas etarias. Pero, así como es altamente popular el juego – deporte es un hecho que no atrae a las personas a su práctica habitual. Un puñado de centenares lo practican en nuestro país distribuidos en unos pocos lugares de entrenamiento en cada ciudad o provincia. Esto mismo sucede en España y cada vez más en el resto de Europa, donde pierde terreno comparado con otros deportes más populares. La excepción es Asia, donde es un deporte altamente popular, sobre todo en el líder del mundo, China, donde el tenis de mesa goza de excelente salud con 27 millones de federados y cerca de 70 millones de personas que lo practican habitualmente.

Es claro que es un deporte que gusta, ya que vayas donde vayas y comentas que estás vinculado al tenis de mesa todos se apuran en decir que juegan o que han jugado al ping pong, en un garaje, en un camping, una parroquia, al aire libre, en el patio del colegio, donde sea. Todos han jugado, pero no lo practican.

Entonces, se preguntarán ¿cuál es el motivo por el cual la gente no se acerca a practicar el tenis de mesa? Creo que nunca hay un solo motivo, la respuesta siempre es poli causal, pero me voy a animar a lanzar una teoría sobre una de las posibles causas por la que entiendo, no se practica habitualmente ni se suman a la estructura federada las personas que gustan de este deporte.

La propuesta

La propuesta que aquí expongo es pedagógica y metodológica, para ser más preciso.

Habitualmente sucede que un aficionado que se acerca a un club o asociación a aprender a jugar o a mejorar sus habilidades preexistentes, se encuentra con entrenadores que proponen una serie de actividades que en el corto plazo lo terminan expulsando de la actividad.

Me voy a explicar mejor. Por ejemplo, en el caso de los más pequeños, ellos asisten a una clase y el entrenador le explica rápidamente como tomar la paleta y “a la mesa”, no es así en todos los casos, pero si muy a menudo. Ya en la mesa empieza el concierto de explicaciones técnicas, golpe de derecha, o de revés, cortes, etc, y a repetir, repetir y repetir hasta que salga la técnica correctamente.

Y si bien acuerdo en que la repetición es la base del automatismo, y por ende del aprendizaje de la técnica, la forma de llegar al mismo puede lograrse de varias maneras, pero la que se usa habitualmente es aburrido, tedioso y desmotivante para la gran mayoría de los nuevos jugadores y terminan abandonando. Esto sumado al exitismo reinante que nos empuja a intentar conseguir un campeón en poco tiempo, sin respetar el proceso madurativo del jugador y tomando atajos para llegar rápido a la meta.

En el caso de los adultos es relativamente similar con la diferencia que estos, en ocasiones, ponen la queja y tratan de modificar a su gusto la actividad a diferencia del niño.

Este libro trae una propuesta diferente. Tengo el convencimiento de que se puede aprender de otra manera: divirtiéndose, haciendo actividades variadas dándole mayor importancia al aspecto lúdico y vincularlo con el aspecto competitivo mediante la propuesta de juegos específicos del deporte.

Para llegar a esta propuesta recorrí un largo camino lleno de experiencias y kilómetros que quiero compartir. El desafío es animarse a hacer algo diferente, salir de la “zona de confort” que nos da seguridad y nos facilita las cosas en un principio, pero las complica en el largo plazo. El desafío es ser creativo, reinventar el tenis de mesa, tener un método propio, una filosofía de trabajo que sea gratificante para todos los involucrados en el tenis de mesa y que nos asegure una larga vida en el deporte a todo aquel que se acerca.

El Camino

Jugador

Cuando empecé a jugar al tenis de mesa, a principio de los ´80 el método de entrenamiento que utilizaba mi entrenador era coherente con los métodos que prevalecían en esa época y que también respondían al contexto histórico que vivíamos. Recordemos que empezaba la democracia después que gobernaba un gobierno militar, estricto y autoritario, estructurado y con nulas posibilidades de diálogo formas que se trasladaban a todos los ámbitos, y el deporte no era la excepción.

Mi entrenador, Alberto Pires, era muy organizado. En la mesa “uno” (las mesas no tenían el número pegado, pero él las numeraba oralmente para que supiéramos donde ubicarnos cuando el mencionaba un ejercicio) estaban los mejores, en la dos los que tenían un poco menos de nivel, y así hasta llegar a la mesa cinco o, no recuerdo con precisión. En la mesa uno había sólo dos jugadores, sin importar si hubiesen 40 más jugando, pero ahí, sólo dos. Después se ubicaban de a dos o de cuatro, si no había espacio, y jugábamos “cruzado” repitiendo los ejercicios que nos daba o que hacíamos sin que nos dijera nada porque siempre se repetía la rutina y el orden de las mismas; peloteo cruzado plano de derecha, peloteo cruzado plano de revés, corte de revés, un poco de movilidad y partidos. Cuando empezaban los partidos, los mejores ocupaban las mesas, mientras que los que recién empezábamos o teníamos menos nivel esperábamos nuestro turno fuera, sentados a la espera de que el “sube y baja” nos diera el rival.

La base del entrenamiento era la repetición. Debíamos hacer 100 golpes de derecha sin fallar y otro tanto de revés. Si fallábamos, empezábamos de 0. Otro tanto con los cortes y con cada golpe que ameritaba fijar correctamente.

Cuando “nos portábamos mal” o no hacíamos correctamente los ejercicios que nos pedían, teníamos castigos; correr un buen tiempo alrededor de la cancha de básquet que lindaba con el salón de tenis de mesa en el caso de los más pequeños o una “vuelta al lago” (el club donde yo practicaba se encuentra en el perímetro de un lago artificial de 3 kms de diámetro) en el caso de los mayores. Flexiones y extensiones de brazo si no salía un ejercicio en el tiempo estipulado o abdominales como prenda por haber perdido un partido o un desafío.

Nunca me cuestioné si me gustaba o no. Era así y yo cumplía con las normas establecidas para mejorar, para pasar de la mesa seis a la cinco y a ver si un día llegaba a estar en la mesa uno.

Progresé, mis golpes se fueron afianzando poco a poco y obtenía resultados. Fui uno de los mejores de mi ciudad en mi categoría y empecé a convencerme de que jugaba bien. Ya entrenaba, cada vez más seguido, en las mesas tres y cuatro, y cada tanto le daba un “susto” a alguno de los mayores ganándoles un set o perdiendo apenas, lo que me motivaba más y más.

Empecé a representar a mi provincia en eventos nacionales, y con mis golpes planos y mi corte de revés empecé a obtener buenos resultados peleando cabeza a cabeza con los mejores del país. Eso me motivó más aún y me esforcé mucho por superarme, tanto que obtuve recompensa y logré representar al país en un evento internacional. Ese evento cambió mi vida deportiva.

En el año 1985 clasifiqué para jugar con la Selección Nacional en un campeonato Sudamericano de menores, juveniles, infantiles y “blanca”, lo que hoy se conoce como sub 18, sub 15 y, en esa época, sub 12. La categoría “blanca” era a lo que yo pertenecía. Trajeron a un entrenador chino para que nos preparara correctamente para ese evento durante dos meses. El oriental cambió las reglas, cambió los métodos, cambió el orden de los ejercicios, ¡¡Hasta cambió la numeración de las mesas!! No sabía que las reglas se podían cambiar, no sabía que había más ejercicios, no sabía que existía el “multibolas”, ni que había muchos tipos de efectos. Me costó mucho incorporarlos, pero lo hice de buen grado, quería ser aceptado y tenido en cuenta por el entrenador, que era chino, y los chinos son los mejores, pensaba en aquella época.

Una vez concluido el Campeonato Sudamericano, el entrenador chino se fue de la ciudad y todo volvió a la “normalidad”, por un breve periodo de tiempo.

El entrenador que me formó, por razones personales, se fue del país y se desarticuló completamente la actividad de tenis de mesa en el club donde había practicado toda mi vida. Muchos de mis compañeros dejaron el deporte y se fueron a practicar otras actividades, otros se quedaron ahí mismo solo “pimponeando” sin entrenamiento estructurado y otros pocos, entre los que me encontraba, nos fuimos al otro club donde había tenis de mesa con entrenador en mi provincia. Todos los chicos de ese club jugaban bien y confiaba en que ese entrenador me iba a ayudar a mejorar mi nivel. La forma de organizar los entrenamientos de este profesor era totalmente diferente a lo que había vivido antes. No había estructura alguna, cada chico entrenaba lo que quería, cuanto quería y como quería, mientras que el entrenador seleccionaba a un jugador y, con enorme paciencia, le corregía deficiencias técnicas, una y otra vez, de manera inflexible hasta que aparecía el golpe esperado y recién ahí convocaba a otro jugador para mejorarle la técnica. El me ayudó mucho a corregir algunos de los múltiples problemas técnicos que tenía, aunque perdí un poco de ritmo debido a que mis nuevos compañeros no entrenaban sistemáticamente.

El arduo trabajo, la dedicación, la preparación a conciencia compensó mucho las deficiencias técnicas y empezaron a aparecer resultados destacando tibiamente en mi primer Campeonato Nacional de Mayores, en Mina Clavero, Córdoba en el año 1991, peleando de igual a igual con los mejores jugadores del país.

El hecho de verme cerca de los mejores del país me motivó enormemente y empecé a entrenar el doble de lo que solía hacer, sumando preparación física específica a los ejercicios habituales de mesa. Eso, junto a la vuelta de mi entrenador del exterior, que me dio una gran intensidad en los ejercicios técnicos dieron resultado y en mi segundo año en la categoría máxima, durante el Campeonato argentino que se realizó en Misiones, en el año 1992, me superé a mí mismo. Gané todos mis partidos en la competencia por equipos, vencí a jugadores que admiraba de chico y logré el ansiado y soñado título de Campeón junto a mis compañeros; sin embargo, no pude mantener el nivel en la competencia individual y, si bien llegué lejos, me quedó gusto a poco. Redoblé la apuesta trabajando más arduo y logré el sueño máximo de un deportista, formar parte de la Selección Nacional y representar a mi país en un Campeonato Mundial.

Me fui a vivir al Centro de Alto Rendimiento que se encontraba, y aún se encuentra, en la capital del país, Buenos Aires, a más de mil kilómetros de casa. Allí los mejores especialistas del deporte nos prepararon para ese evento: obtuve preparación técnica, física además de nutricionistas que nos enseñaron a alimentarnos correctamente y en el momento adecuado; psicólogos que nos ayudaron a manejar nuestras ansiedades y miedos, a concentrarnos más y mejor, a visualizar, entre otras cosas, médicos que nos midieron y pesaron múltiples veces para ver nuestra evolución y entre todos ellos sacaron lo mejor de nosotros y mejoraron notablemente nuestro rendimiento.

Altamente preparados partimos llenos de ilusión a Gotemburgo, Suecia en 1993. Estaba convencido de que iba a demostrar por qué estaba ahí, e iba a dejar en lo más alto a mi país, pero la realidad se hizo presente y me abofeteó con la guardia baja. No gané un solo partido, ni siquiera un set, es más, recibí varias palizas sin posibilidad de competir siquiera en varios de los partidos que disputé y veía que mis compañeros, sobre todo el pequeño fenómeno de tan sólo 15 años, Pablo Tabachnik, les daba batalla a todos siendo el único que ganaba varios partidos.

Mi ego y mi estima quedaron muy golpeados, trastabillando toda mi creencia de que era un buen jugador, entonces decidí observar en detalle a los mejores jugadores del mundo, a quienes tenía a solo metros de distancia y analizar que hacían ellos que no hacía yo. Waldner, Persson, Saive, Gatien, Ma Wenge, Wang Tao, Grubba entre muchos otros desfilaron ante mi atenta mirada y me di cuenta que no sabía hacer casi nada de lo que ellos hacían con maestría y dudé que fuese capaz de hacerlo alguna vez, no obstante, me dispuse a intentarlo.

Selección Argentina en el mundial de Gotemburgo, Suecia, 1993.

Con Jean Philippe Gatien, en Gotemburgo ´93 horas antes de que se coronara Campeón Mundial.