Todo pasa - Carolina Pedroni - E-Book

Todo pasa E-Book

Carolina Pedroni

0,0
6,99 €

-100%
Sammeln Sie Punkte in unserem Gutscheinprogramm und kaufen Sie E-Books und Hörbücher mit bis zu 100% Rabatt.
Mehr erfahren.
Beschreibung

La palabra CANCER resóno generando eco en su interior. ¿Era el fin o un nuevo renacer? La energía, el unirverso, el positivismo, el cononocimiento personal, el amor propio, fueron y son un baluarte fundamental en este proceso de sanación.

Sie lesen das E-Book in den Legimi-Apps auf:

Android
iOS
von Legimi
zertifizierten E-Readern

Seitenzahl: 63

Bewertungen
0,0
0
0
0
0
0
Mehr Informationen
Mehr Informationen
Legimi prüft nicht, ob Rezensionen von Nutzern stammen, die den betreffenden Titel tatsächlich gekauft oder gelesen/gehört haben. Wir entfernen aber gefälschte Rezensionen.



Todo pasa

Todo pasaMi experiencia con el cáncer y una mirada distinta.Siempre supe que estaba sana

Carolina Pedroni

Índice de contenido
Portadilla
Legales
Todo pasa

Pedroni, Carolina

Todo pasa / Carolina Pedroni. - 1a ed. - La Plata : Arte editorial Servicop, 2023.

Libro digital, EPUB

Archivo Digital: descargaISBN 978-987-803-634-2

1. Autobiografías. I. Título.

CDD 808.8035

EDITORIAL SERVICOP®

Producción gráfica: Servicop

Diseño de interiores: Servicop

Diseño de cubierta: Carolina Pedroni

© 2023, Carolina Pedroni

E-mail: [email protected]

Web: www.contatuhistoria.com.ar

Prohibida su reproducción total o parcial sin autorización del autor.

ISBN 978-987-803-634-2

Digitalización: Proyecto451

Queridos lectores, comparto aquí mi historia con la esperanza de llegar a cada uno de ustedes de una u otra manera. Es mi intención que las personas que se encuentran en mi misma situación lo puedan atravesar de una forma similar a la mía, evitando llegar a una depresión.

No pretendo decirles cómo deben vivir su vida ni mucho menos dar consejos de cómo cambiarla, pero si mi historia ayuda a alivianar el proceso y a crearles un ambiente más pacífico, con eso ya habría logrado mi objetivo.

Luego de varios meses que he pasado sin escribir este pequeño libro, he decidido comenzar de otra manera para darle ya un cierre.

Me presento, mi nombre es Carolina, soy de mucho sonreír, creo es lo que más hago en el día, soy muy divertida y eso me identifica; amo los animales, sobre todo los perros, son mi debilidad; amo el mar, el sol y la arena; me fascina bailar, sobre todo las danzas brasileras, hacer gimnasia; me encanta trabajar con personas/pacientes, por eso estudié radiología. Me encanta charlar, los que me conocen lo saben demasiado, ja, ja, ja.

Vivo acompañada de quien ahora es mi marido, Maxi, y con mis tres amores perrunos: Candy, Berta y Moomy.

Arranco este breve relato de lo que me tocó vivir con una fecha que me marcó mucho, por eso la menciono, junto con un acontecimiento para no olvidar como niña que fui, y para resumir un poco cómo fui creciendo con ciertas creencias.

Me acuerdo de aquel día como si fuera ayer, 15 de diciembre de 1998, viajando a Buenos Aires porque había fallecido un tío de mi mamá. Yo, con 10 años, lo único que quería era estar en mi ciudad festejando el cumpleaños de mi mejor amiga Maru. Ya en Buenos Aires, en la casa de mis primos, voy al baño y veo una mancha en mi bombacha. ¡¿Sangre?!, me pregunté. Pegué un grito y la llamé a mi mamá. Ella me ve y me dice: “Ya vengo”. Escuché que hablaba con mi prima. Vuelve y, sin decirme nada de lo que me pasaba, me trajo algo parecido a un algodón con adhesivo para que yo lo pegara en mi bombacha. Enseguida recordé que, en una charla con Maru unas semanas antes, ella me preguntó si yo sabía que las mujeres sangrábamos por ahí abajo. La verdad, jamás había escuchado algo así. Qué tabú, qué cosa nunca entenderé, por qué ocultar algo así. O quizás mi mamá jamás habría pensado que me vendría tan temprano, que era innecesario contar. Aunque, en realidad, como es algo que refiere a la sexualidad, no me lo debía contar. Así era en aquella época, en mi familia nada se hablaba, nada se preguntaba, parecía un pecado capital hablar de todo lo relacionado a ello.

Siempre fui al mismo colegio católico, desde mis tres años. Desde ahí que con Maru somos mejores amigas, con ella sí se podía hablar de cualquier cosa. Algo que me pasó: siempre fui de sufrir sobrepeso, eso hacía que sufriera mucho bullying, sobre todo de los chicos más grandes, chicos que, si nombrara ahora, ellos ni se acordarían (pero sus apellidos sí resonarían), pero que me han dejado marcada para toda la vida. Sí que lo hicieron, eso de hacerte creer que no encajás, que nunca vas a estar con alguien, que hacen que no te quieras ni mirar a un espejo, que te odies por ser así. Te quitan todo tipo de esperanza de sentirte linda o querible. Esas fueron las creencias con las que crecí.

22 años después de mi primer período, y aquí la nombrada fecha, el martes 15 de diciembre de 2020, me tocó chequeo ginecológico. En realidad, era más un control de 6 meses de las mamas, ya que en julio me había salido un pequeño quiste y, al presentar antecedentes por mi abuela, debía controlarlo cada 6 meses. La realicé en mi lugar de trabajo, con mi jefe. Lo que jamás habría esperado es ver su cara desfigurándose al pasar una y otra vez el transductor sobre mi mama izquierda, donde estaba ese pequeño quiste. Él, completamente en silencio, al terminar el estudio, me hizo sentar a un costado para poder contarme lo que había visto. “¿Qué es esa cara, doc, qué vio?”. ¡Yo y mi ansiedad le teníamos que preguntar ya! Y me dice: “Caro, lo que vi no es bueno, son dos nódulos sólidos de formas irregulares. Sí o sí es necesario punzar y hacer una resonancia”. “Noooooo –le dije–, yo me las saco”. Siempre dije que si aparecía algo así, no iba a hacer nada, solo sacarlas, me muero del terror antes de hacer una punción. Siendo trabajadora de la salud, puedo ver o hacer cualquier cosa al otro, pero no soporto que me hagan a mí, ni un pinchazo, ¡a mi cuerpo, no! No saben lo que sufro cada año que me tengo que hacer el chequeo de análisis de sangre, me dan mucho miedo las agujas.

Salgo de la sala de ecografía, un poco aturdida por la noticia, pero por dentro algo me decía que esto yo ya lo sabía. A los minutos de contarles a mis compañeras de trabajo todo lo que me había dicho el doctor, lograron convencerme de que me hiciera la punción. Me dijeron que, al ya acercarse las fiestas, la fecha de punción pasaría para el año siguiente si no la hacía en ese momento, que lo mejor era hacerla ya ese mismo jueves.

Ese día, cuando salí de mi trabajo, nos encontramos con Maga, otra hermana de la vida, y con Maru, porque era su cumple. Nos fuimos a un bar para celebrarlo, lo pasamos hermoso, pero mi cabeza de a momentos volaba, no quería arruinar el cumple contándoles la noticia. Pasaron las cero horas, no aguanté más y decidí contarles. Ellas me dijeron que estuviera tranquila, que capaz no era nada, pero yo ya lo sabía, y las necesitaba, por eso mi decisión de contarles ahí. Les pedí que no le dijeran nada a nadie porque no quería que mi familia todavía lo supiera, las dejé heladas, aunque sé que ellas tenían la esperanza de que no fuera malo. Cuando llegué a casa, Maxi ya estaba durmiendo, así que me acosté sin despertarlo y sin contarle nada de lo que había sido ese día.