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Una gran parte de los artistas visuales que desarrollan su trabajo en la actualidad viven en condiciones precarias y con muy pocos incentivos para su trabajo. Esa es una realidad conocida en el sector, y que se corresponde sociológicamente con el rol de marginalidad proverbial que ha caracterizado a lo largo del tiempo la escena del arte. Pero los artistas son testigos de nuestro mundo y ejercen su papel como peculiares activistas culturales. Aportan radiografías plurales, emblemas de una sociedad en cambio, expresan pautas de vida, generan huellas proyectadas hacia el futuro, atisban "lo nuevo": son los creadores del patrimonio contemporáneo. El arte es un espacio de interrogantes donde afloran respuestas provocadoras a preguntas inquietas. El artista realiza su trabajo interpretando el mensaje de una difusa voluntad colectiva. Aspira a esa empatía y comunicación real: transmitir sentimientos y emociones propias para compartirlas. Pone sus ojos, su mirada, su corazón y sensibilidad al servicio de la sociedad: a la búsqueda de un latido común. El auténtico artista aporta oxígeno para respirar mejor.
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Seitenzahl: 113
Veröffentlichungsjahr: 2023
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Trabajo, arte y valor
Remedios Zafra
Antón Patiño
Javier Gutiérrez Vicén
© De los textos: sus autores, 2023
© De esta edición: VEGAP, 2023
Madrid:
C/ Nuñez de Balboa, 25
Teléfono: 91 532 66 32
Fax: 91 531 53 98
Barcelona:
Gran Vía Carlos III 98, P.10
Teléfono: 932 010 331
Fax: 932 098 721
www.vegap.es
Edición:
Trama editorial
Diseño de colección:
Miguel San José Romano
ISBN: 978-84-126859-6-1
Compromiso y alianza
Javier Gutiérrez Vicén
Ecosistema creativo, procesos culturales y precariado artístico
Antón Patiño
Trabajo, arte y valor
Remedios Zafra
Recapitulación
Abstract
Cubierta
Portada
Créditos
Comenzar a leer
Notas
Javier Gutiérrez Vicén
El último día del año 2011 se publicó en el Boletín Oficial del Estado el Real Decreto-Ley por el que, entre otras muchas medidas, se acordó suprimir el sistema de remuneración equitativa por el uso privado de las copias de las obras protegidas por la propiedad intelectual, conocido comúnmente como el derecho de copia privada.
Era una decisión sin justificación jurídica ni económica. Desde el punto de vista jurídico no tenía justificación. Jurídicamente no se sostenía que esta remuneración fuera abonada por el Estado cuando los beneficiarios de la limitación del derecho de reproducción de los autores, que permite la copia no lucrativa para uso privado, no son nunca el Estado, sino las empresas fabricantes o importadoras de los equipos y aparatos que se venden para realizar estas copias para uso privado.
Desde el punto de vista económico, estaba igualmente injustificado que esta medida tan radical suprimiera un sistema que venía funcionando exitosamente desde 1996 y generando retornos económicos a los autores y a los demás protagonistas de la creación de obras y producciones culturales en España. Y todo esto para incrementar el gasto público precisamente con la aprobación de este Decreto que se llamó “De medidas urgentes en materia presupuestaria, tributaria y financiera para la corrección del déficit público”.
La sensación general, de propios y extraños, fue la de que nos encontrábamos ante una medida de carácter político que carecía de motivos reales.
En el devenir de la historia social suelen darse acontecimientos que anuncian tendencias que acaban confirmándose posteriormente. A estos acontecimientos tan singulares que determinan los periodos de la Historia los llamamos hitos históricos. Este Real Decreto-Ley tuvo ese carácter. Desde entonces estamos asistiendo en España a una sistemática desprotección de los derechos de autor por parte de las Administraciones Públicas, tanto por parte del Gobierno central como de las Administraciones Autonómicas y Locales.
Una de las consecuencias inmediatas que para VEGAP tuvo la supresión del sistema de remuneración por copia privada, en virtud del triste Decreto mencionado, fue la de vernos abocados a cerrar la Fundación Arte y Derecho..
La Fundación Arte y Derecho fue creada por VEGAP en 1987 a raíz de la aprobación en 1986 del sistema de remuneración por copia privada, el cual establecía que las entidades de gestión colectiva de derechos de propiedad intelectual que recaudan este derecho compensatorio habían de destinar el veinte por ciento de las cantidades recaudadas a financiar actividades asistenciales y promocionales de sus repertorios de custodia; en el caso de VEGAP, a la promoción de las creaciones visuales y la asistencia y apoyo a sus autores.
Las grises perspectivas que en enero de 2012 presentaba la supresión del sistema de copia privada y su sustitución por uno nuevo, en el que el Estado (muy cicatero en las inversiones públicas en el ámbito cultural) atendería esta remuneración a través del presupuesto público, llevaron al Patronato de la Fundación Arte y Derecho y al Consejo de Administración de VEGAP a determinar el cierre de la Fundación.1
La decisión de cerrar la Fundación Arte y Derecho generó un doble compromiso en el seno de VEGAP. Por una parte, la entidad decidió volcar todos sus esfuerzos en recuperar la copia privada y devolver esta fuente legítima y justa de beneficios económicos a los creadores visuales y al resto de personas físicas y jurídicas que hacen posible la vitalidad cultural en nuestro país. Por otra parte, VEGAP asumió la continuidad de la tarea que la Fundación Arte y Derecho había llevado a cabo de forma brillante durante más de quince años.
El primer compromiso logró su propósito cinco años después, tras obtener en el año 2017 la sentencia del Tribunal Supremo que obligó al Estado a restablecer el anterior sistema de remuneración equitativa por copia privada.
El segundo compromiso que VEGAP adquirió a comienzos del 2012 continúa vivo en la actualidad. Ha transcurrido más de una década desde que se cerró la Fundación Arte y Derecho y desde entonces VEGAP continúa desarrollando su labor de asistencia a los artistas visuales, y de fomento y promoción de sus obras. Este compromiso de continuidad se refleja también en la actividad editorial que desarrolló la Fundación con su colección de libros publicados. Esta colección estaba organizada en dos líneas temáticas.
La primera, denominada “Escritos sobre Arte”, formada por los volúmenes correspondientes a los textos premiados en el concurso que anualmente convocaba la Fundación entre expertos en teoría del arte contemporáneo. El jurado estuvo formado, en cada ocasión, por profesionales de reconocido prestigio en ese campo. Citaré entre todos ellos y a modo de ejemplo a Simón Marchán, Félix de Azúa, Francisco Jarauta, Fernando Castro Flórez o Elena Vozmediano. Fueron premiados los ensayos de expertos tales como Isabel Tejada, Vitor Magalhaes, Capi Corrales, Octavi Comerón o Zulema Moret.
La segunda línea de la colección se denominó “Ensayos Jurídicos” y recoge los textos premiados en el concurso anual del mismo nombre, en el que fueron miembros del jurado ilustres juristas tales como Alberto Bercovitz, Miquel Roca i Junyent o Javier Moscoso del Prado, y premió a autores tan relevantes como Rosa de Couto Gálvez, Alicia Arroyo Aparicio, José Bellido Añón y Mª del Mar Gómez Lozano o Rafael Calvo Ortega.
El compromiso de continuidad de VEGAP para con aquella labor editorial iniciada por la Fundación Arte y Derecho, que supuso cubrir un vacío editorial en aquellos años y que posteriormente suscitó un gran interés editorial, se concreta ahora en la nueva colección VEGAP Contextos. Esta colección abre una línea editorial dedicada al estudio y a la divulgación del Arte desde las perspectivas de las ciencias sociales.
Su número cero se publicó bajo el título Arte y Democracia, y en él se recogen las intervenciones que se realizaron en la jornada de reflexión que, bajo este título, organizó VEGAP a finales de junio de 2022 en el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía. Se trata de un texto coral que expresa muy bien el propósito de la nueva colección.
Voces de creadores como Manuel Rivas, Esther Pizarro, Antón Patiño o Juan Luis Moraza, junto con las de pensadores como Franco Berardi o Remedios Zafra, o las de gestores culturales como Javier Hontoria o la jurista Rosa de Couto, indican un camino que deberíamos tomar en la actual sociedad del riesgo. Se trata de encontrar, desde la pasión de razonar y desde el misterio de la capacidad creativa que tiene el ser humano, un espacio social para que los artistas sigan realizando su labor y para que el Arte pueda brindarnos sus efectos homeostáticos. Un propósito que se incardina plenamente en la razón de ser de VEGAP, en su naturaleza y en sus principios inspiradores.
VEGAP se fundó en 1990 como organización sin ánimo de lucro, propiedad de sus socios, con una estructura asociativa bajo los principios del (i) apoyo mutuo de todos los autores y de todas las disciplinas artísticas que forman el conjunto de las artes visuales, (ii) la autogestión, y (iii) la independencia de poderes públicos o partidos políticos y la solidaridad nacional e internacional con el resto de las sociedades hermanas.
Las tres décadas de vida de VEGAP pueden ser, cada una de ellas, representativas de una fase de la historia de la entidad. La primera, de 1990 al año 2000, fue la fase de la construcción societaria. La segunda, del año 2000 al 2011, fue la de la consolidación de la entidad, y la de 2012 a 2022, la fase de la reconstrucción.
Desde el año pasado VEGAP se encuentra mirando al futuro consciente de la época de grandes transformaciones socioeconómicas en las que está inmersa toda la sociedad. Esta conciencia general en el seno de nuestra organización nos ha llevado a la convicción de que tenemos necesidad de establecer alianzas con otras asociaciones y entidades que, como VEGAP, son organizaciones del tercer sector. Organizaciones no gubernamentales que realizan actividades de interés general en favor de la cultura o de las artes. Tal es el caso del Círculo de Bellas Artes que, hermanado con VEGAP, permitió poner en marcha el proyecto “Círculo Visual” dentro de la colección VEGAP Contextos. En este proyecto, un artista y un especialista en ciencias sociales abordan un tema de relevancia en intervenciones públicas en el Círculo de Bellas Artes que son después objeto, cada una de ellas, de su correspondiente volumen de la nueva colección.
Esta alianza es un ejemplo práctico de las que necesitamos establecer para la reforma social en la actual “sociedad del riesgo”, concepto sociológico que ha sido ampliamente difundido por el pensador alemán Ulrich Beck. Necesitamos una sociedad civil activa y participativa que desarrolle una actividad de “democracia vigilante” que garantice un entorno social capaz de brindar un espacio fértil para las artes. La actividad artística está siempre en el corazón de cualquier civilización que tenga perspectiva de futuro.
Este es pues el primer volumen de la colección VEGAP Contextos, que a su vez es el resultado del primer encuentro realizado bajo la alianza “Círculo Visual” con el Círculo de Bellas Artes, y aquí se da voz a las reflexiones de dos magníficos exponentes de la tan necesaria pasión de razonar: Remedios Zafra y Antón Patiño.
Antón Patiño
Una gran parte de los artistas visuales que desarrollan su trabajo en la actualidad viven en condiciones precarias y con muy pocos incentivos para su trabajo. Esa es una realidad conocida en el sector y que, por otro lado, se corresponde sociológicamente con el rol de marginalidad proverbial que ha caracterizado a lo largo del tiempo la escena del arte.
Los artistas, aparentemente absortos en sus talleres de investigación, realizan trabajos personales pero su esencia concierne al corazón mismo de lo social (su núcleo ético y mítico). Son testigos de nuestro mundo y ejercen su papel como peculiares activistas culturales. Aportan radiografías plurales, emblemas de una sociedad en cambio, expresando pautas de vida, son generadores de huellas proyectadas hacia el futuro, con su intuición atisban “lo nuevo”: son los creadores del patrimonio contemporáneo.
El arte tiene mucho de sismógrafo de los desplazamientos en nuestra visión del mundo y ofrece una respuesta sensorial. Los artistas aportan nuevos impulsos vitales. En su incesante reinvención, el arte tiene un gran poder simbólico.
Una sociedad avanzada aparece definida por un contexto en donde las condiciones de vida se configuran por los criterios de justicia social e impulsos en favor de la igualdad. La ética de una sociedad estaría definida colectivamente por la ubicación que asigna a sus eslabones más débiles.
El espacio de bienestar de los seres humanos está vinculado a los decisivos perfiles culturales presentes en el imaginario colectivo, al margen de lo que promuevan las tendencias hacia una banalidad creciente, las campañas de aculturación y otras estrategias de disipación. Pero no existe ningún posible contexto extracultural para el ser humano.
Los resortes que activan el imaginario colectivo atañen a una dimensión antropológica, con procesos de hibridación y metamorfosis. El arte se postula como una actividad inmersa en ese bosque de símbolos. Cada época define un espíritu característico que desde la modernidad se manifiesta como un estallido de la representación en una gran fragmentación de propuestas.
El arte expresa ese desconcierto contradictorio y paradójico de la propia realidad expandida. Más que una brújula que indique vectores dominantes asistimos al despliegue aleatorio de un sismógrafo que trata de registrar la pluralidad de un entorno dinámico, fluido e inestable.
La tolerancia y la pluralidad son los ejes del pensamiento democrático. La civilización está asentada en los valores de emancipación adquiridos a lo largo del tiempo y en el consenso alrededor de las cuestiones esenciales de la experiencia humana.
Existió un decisivo periodo histórico donde después de la incertidumbre del escenario de crisis moral provocado por las guerras mundiales y sus trágicas consecuencias se articularon marcos normativos alrededor de los derechos humanos.2 Uno de ellos es la protección del derecho a la cultura a través de las leyes de propiedad intelectual. Los derechos de autor que definen el potencial de creación como valor presente en la Declaración Universal de los Derechos Humanos: “Toda persona tiene derecho a tomar parte libremente en la vida cultural de la comunidad, a gozar de las artes y a participar en el progreso científico y en los beneficios que de él resulten. Toda persona tiene derecho a la protección de los intereses morales y materiales que le correspondan por razón de las producciones científicas, literarias o artísticas de que sea autora” (Naciones Unidas, 1948. Artículo 27).
El transcurso de las décadas ha ido introduciendo mejoras sociales en este ámbito, pero también a menudo desajustes, disfunciones y numerosos episodios de retroceso.