Trascender - María Eugenia Sandoval - E-Book

Trascender E-Book

María Eugenia Sandoval

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Beschreibung

Trascender es una obra introspectiva que invita a conectar con el propósito de nuestra alma, fusionando la narrativa personal con ejercicios prácticos de autoayuda. A través de las vivencias de Flor, el autor nos guía por un recorrido de sanación emocional, invitándonos a entender que nuestras experiencias más dolorosas pueden ser la clave para el crecimiento personal. En cada capítulo, el lector se sumerge en un proceso de reflexión que le permitirá sanar viejas heridas y encontrar respuestas a preguntas que, quizás, no se había planteado redescubriendo la luz que siempre habita en nuestro interior. Este libro no solo invita a sanar, sino a transformar cada experiencia de vida en una oportunidad para trascender.

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Seitenzahl: 155

Veröffentlichungsjahr: 2025

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MARÍA EUGENIA SANDOVAL

Trascender

Historias de luz y sombra en la memoria familiar

Sandoval, María Eugenia Trascender : historias de luz y sombra en la memoria familiar / María Eugenia Sandoval. - 1a ed - Ciudad Autónoma de Buenos Aires : Autores de Argentina, 2024.

Libro digital, EPUB

Archivo Digital: descarga y online

ISBN 978-987-87-5879-4

1. Autoayuda. I. Título.CDD 158.1

EDITORIAL AUTORES DE [email protected]

Índice de contenido

Capítulo 1 - Introducción

Capítulo 2 - Un poco de mí

Capítulo 3 - La profecía no cumplida

Capítulo 4 - Una infancia común

Capítulo 5 - Una adolescencia apagada

Capítulo 6 - Conociendo el amor

Capítulo 7 - Flor y su primer desafío

Capítulo 8 - Entre el deseo y la lucha

Capítulo 9 - Sombras en la mente: la lucha entre la depresión y la realidad

Capítulo 10 - Renaciendo en la calma

Capítulo 11 - En el abismo del desborde

Capítulo 12 - Psicoterapia

Capítulo 13 - Re–inserción laboral

Capítulo 14 - La historia se repite con Luz

Capítulo 15 - Las vueltas de la vida

Capítulo 16 - Sanando el alma

Capítulo 17 - No quiero perderla

Capítulo 18 - No era mío, no me pertenecía

Capítulo 19 - Carta del despertar: un acto de liberación y renacimiento

Capítulo 20 - La revelación

Mensaje final

Agradecimientos

“Trascender no es escapar de la oscuridad, sino aprender a caminar en ella y abrazarla como parte de nuestro camino hacia la verdadera luz y transformación personal.”

Capítulo 1

Introducción

El libro que tienes entre tus manos será un antes y un después en tu vida. Cada palabra escrita aquí está destinada a acompañarte en tu propio proceso de descubrimiento y sanación. En estas páginas, encontrarás muchas respuestas a esas preguntas que, quizás, hasta ahora no podías explicar.

Tal vez te estés preguntando: “¿Qué me quiere transmitir este libro?”, “¿Aprenderé algo valioso al leerlo?”, “¿Podré sanar alguna herida o emoción que llevo dentro?”. La respuesta a esas preguntas las irás descubriendo a medida que avances, mientras te sumerges en la historia de vida de Flor. A través de cada capítulo, descubrirás que no todo lo que sentimos nos pertenece. Te darás cuenta de que cada experiencia de vida, por más desafiante que parezca, es una invitación a crecer y evolucionar.

Mi intención al escribir este libro es muy simple: ayudarte. Te invito a leerlo con calma, a tomarte el tiempo para reflexionar y realizar cada ejercicio que te propongo. Estos ejercicios de autoindagación no solo te guiarán hacia nuevas reflexiones, sino que te permitirán resonar con la historia de Flor, una historia que es, de alguna manera, también la tuya.

Este no es un libro para leer una sola vez y dejar en el estante. Es un compañero de vida. Cada vez que vuelvas a sus páginas, encontrarás nuevas reflexiones, nuevas respuestas que resonarán con el momento exacto que estés viviendo. Leerlo y realizar los ejercicios que contiene será uno de los actos más generosos que puedes hacer por ti mismo y por los demás. Aprenderás a ver la vida desde una perspectiva diferente, a amarte a ti mismo, y a expresar todo aquello que hasta ahora no te has atrevido a manifestar. Todo esto te llevará a un solo lugar: TRASCENDER.

A medida que avances, descubrirás que cada situación, cada emoción, cada desafío, tiene un propósito, un “para qué”. Pero no nos adelantemos. Empecemos este viaje juntos, reflexionando sobre estas preguntas:

¿Te has preguntado alguna vez, “para qué” nos sucede lo que nos sucede? ¿Para qué sentimos lo que sentimos?

Quizás nunca te lo has planteado, y si es así, no te preocupes. Estás a punto de descubrirlo. El dolor, por difícil que sea de aceptar, es a menudo el motor que nos impulsa hacia la verdad. Aunque parezca increíble, puedo asegurarte que es así. El “Dolor/Sufrimiento” es lo que me obligó al cambio y doy Fe que sin los desafíos que nos presenta la vida, no habría evolución, no habría una mejor versión de nosotros mismos. Y te invito a que lo compruebes por ti mismo al realizar el siguiente ejercicio.

Ejercicio reflexivo:

Piensa por un momento en una situación que hayas vivido, una que te haya hecho sentir incómodo, vulnerable o desafiado. Esa experiencia que quizás quisieras olvidar, pero que aún te acompaña en algún rincón de tu memoria. Respira profundo y permítete recordar sin miedo, sin juicio. Escribe con sinceridad y desde el corazón:

Menciona esa situación desagradable o desafiante que marcó un antes y un después en tu vida:

Ahora te invito a dar un paso más allá. Cierra los ojos por un momento y vuelve a conectar con esa situación que mencionaste. Sabes que fue difícil, que te desafió y te hizo sentir vulnerable, pero también sabes que lo superaste. Permítete reconocer lo que esa experiencia trajo consigo. A veces, en medio del dolor, se esconden las mayores bendiciones.

Ejercicio reflexivo:

Piensa en la situación que escribiste en el ejercicio anterior y menciona:

¿Qué aprendiste? ¿Qué puertas se abrieron para ti después de atravesar ese desafío?

Nota: date permiso un instante para reflexionar, no se trata de responder rápido, sino de hacerlo a conciencia para lograr ver el o los beneficios que obtuviste tras superarlo. Tómate tiempo para indagar en vos, estar con vos, mereces ese tiempo, tu tiempo, es el mejor regalo que te puedes hacer.

Es posible que, en este preciso momento, tu mente esté cuestionando todo: “¿Cómo es posible que algo que me hizo tanto daño pueda traer algo bueno?” Y entiendo perfectamente esa duda. Es natural resistirse a ver la luz cuando has caminado tanto tiempo en la oscuridad. Sin embargo, te aseguro que, tras cada desafío, siempre hay una bendición esperando ser descubierta. Aunque a veces no la veamos de inmediato, el tiempo y la perspectiva nos revelan ese “algo bueno” que se escondía detrás del dolor.

Permíteme mostrarte algunos ejemplos para que lo comprendas mejor:

Buscar empleo. Imagina que sales lleno/a de ilusión a una entrevista. Sientes que ese puesto es para ti, que finalmente encontrarás lo que tanto has buscado. Pero luego recibes la notificación de que no fuiste seleccionado/a. La tristeza te invade, tal vez hasta te encierras en ti mismo/a. No obstante, sigues adelante, y en una nueva entrevista te ofrecen un puesto con condiciones mucho mejores que el anterior.

Reflexiona: si te hubiesen dado el primer trabajo, quizás no habrías encontrado esta oportunidad aún más grande.

La relación que termina. Después de una ruptura, sientes que el mundo se derrumba. Todo parece gris, el dolor te envuelve y te sientes perdido/a. Con el tiempo, conoces a alguien más, y te das cuenta de que esa nueva relación es, de hecho, el verdadero amor que siempre habías buscado.

Reflexiona: si no hubieses dejado ir la relación anterior, ese amor que tanto anhelabas no habría llegado a tu vida.

Y así podría seguir con más ejemplos. Porque la vida, aunque a veces lo parezca, no actúa en nuestra contra. Al contrario, nos invita constantemente a soltar para recibir lo mejor.

Si aún no has realizado el ejercicio inicial, te invito de nuevo a regresar y hacerlo. Porque sin acción, no hay transformación. El cambio nace del movimiento, de la valentía de mirar dentro y dejar que el proceso haga su trabajo.

A estas alturas, es probable que ya hayas comenzado a entrever el sentido de los desafíos y las bendiciones que traen consigo. Pero si aún no puedes verlo con claridad, no te preocupes. A medida que sigas avanzando en este camino, las respuestas se irán revelando solas. Tomarte el tiempo para hacer los ejercicios, escribir y reflexionar te permitirá, tanto ahora como en futuras lecturas, ser testigo de tu propio crecimiento, de tu evolución y de cómo has descubierto el poder que siempre ha estado dentro de ti.

Sé que quizás pienses: “Es fácil decirlo”. Y en eso estamos de acuerdo. Es fácil hablar de esto una vez que hemos cruzado al otro lado. Pero también puedo asegurarte que sin los desafíos, sin el dolor, no habría crecimiento. Y sin crecimiento, no podrías acceder a la mejor versión de ti mismo/a. Cada experiencia vivida es una invitación al despertar, a conocerte más profundamente y a abrazar la transformación que te espera.

Capítulo 2

Un poco de mí

Como todo ser humano en este planeta, he atravesado el dolor. He vivido momentos oscuros, etapas donde los desafíos parecían insuperables. Pero, curiosamente, esos mismos desafíos fueron los que me marcaron, los que delinearon el rumbo de mi vida. Sin ellos, no sería quien soy hoy, tanto en lo personal como en lo profesional.

El mayor de esos desafíos, y quizás el más doloroso, fue enfrentarme a un cuadro depresivo. La depresión llegó de manera silenciosa, manifestándose cuando decidí ignorar las señales que mi cuerpo y mi alma me estaban dando. Día tras día, me enfrentaba a situaciones que me mostraban algo que yo, en mi desconexión, no lograba ver. El miedo, la incertidumbre y la soledad se convirtieron en compañeros habituales. Lloraba en silencio, mientras el peso de mis emociones mal gestionadas me llevaba cada vez más profundo en ese abismo. Todo en mi vida parecía ir de mal en peor.

Pero, como suele ocurrir en los momentos más oscuros, cuando toqué fondo, la vida me invitó al cambio. Esa caída fue, en realidad, el empujón que necesitaba para comenzar mi transformación. Empecé a tomar las riendas de mi vida, no por elección, sino porque me vi “obligada” a hacerlo si quería salir de esa oscuridad. Fue un proceso lento y doloroso, pero absolutamente necesario. Hoy me atrevo a llamarlo una transmutación, un renacer desde lo más profundo de mi ser.

Este cambio no solo me permitió sanar, sino que también me abrió la puerta para conocer a Flor, cuya historia de vida te iré compartiendo a lo largo de este libro. Una historia que, estoy convencida, ayudará a sanar a millones de personas.

Es importante decir que, si no hubiera atravesado ese proceso personal, nunca habría adoptado un enfoque holístico en mi consultorio. No habría comprendido la conexión profunda entre el cuerpo, la mente y el espíritu, ni habría tenido el honor de conocer a un ser tan maravilloso como Flor, cuya historia contiene una sabiduría inmensa. Es a través de ella que tú también descubrirás cómo las memorias familiares, los patrones inconscientes y las experiencias de vida pueden moldear nuestra existencia. Y más importante aún, cómo esos mismos desafíos nos invitan sutilmente a evolucionar hacia nuestra mejor versión.

A lo largo de los capítulos, conocerás a Flor y su proceso de sanación, un camino que te resonará profundamente. Ella, junto a su madre, me han otorgado su permiso para compartir sus historias porque saben, con absoluta certeza, que pueden ser de gran ayuda para ti y para muchos otros. Por razones de privacidad, he decidido utilizar un nombre ficticio, pero su verdad permanece intacta.

Te agradezco profundamente por acompañarme en esta travesía. Esta aventura de sanación apenas comienza...

Capítulo 3

La profecía no cumplida

Mi nombre es Flor. Nací en una familia común, de clase media. Mi madre, ama de casa y mi padre empleado de comercio. Se casaron siendo muy jóvenes, llenos de ilusiones y proyectos de vida. Al poco tiempo de su matrimonio, llegué yo. Pero, desde el primer instante, la vida decidió desafiarme, como si supiera que tenía algo más grande por delante.

El día de mi nacimiento estuvo cargado de angustia y miedo. A mi madre le diagnosticaron un grave problema de presión arterial justo antes de darme a luz. Los médicos fueron claros y contundentes: el parto sería complicado, y existían altas probabilidades de que ni ella ni yo sobreviviéramos. Imaginen lo que significa para una madre escuchar que su hija, esa pequeña que está a punto de nacer, tal vez nunca vea la luz del mundo, o que ella misma podría no salir con vida de ese momento crucial.

Esas palabras resonaron como una sentencia, una profecía oscura que parecía inevitable. Pero, milagrosamente, esa profecía no se cumplió. Ni mi madre ni yo nos fuimos ese día. Contra todo pronóstico, ambas sobrevivimos, y fue allí cuando entendí, o al menos mi alma lo supo, que tenía una misión en este mundo. Aquella batalla por la vida fue solo el comienzo de mi camino.

Nací para vivir, para experimentar y para enfrentar los desafíos que el destino ya había preparado para mí. Mis ojos se abrieron al mundo con ilusión, con ganas de descubrir cada rincón y maravilla de este viaje llamado vida. Sin embargo, la vida me tenía preparada otra sorpresa. En los primeros controles pediátricos, los médicos les dieron a mis padres una noticia devastadora: “Su hija será no vidente”. Sí, escucharon bien, sería ciega. No podría ver todo aquello que mi espíritu anhelaba conocer.

¿Qué significaba esto? ¿Cómo enfrentarían mis padres este nuevo golpe? Su desconcierto y tristeza eran profundos, pero lo que más los invadía era la incertidumbre de mi futuro. No les quedaba más remedio que aceptar lo que parecía un destino inalterable. Pero había algo en ellos, una chispa de esperanza que nunca se apagó, una fe inquebrantable que, a pesar de las palabras de los médicos, los hacía seguir creyendo en la posibilidad de que yo pudiera ver.

Y entonces, como un milagro silencioso, la vida les dio señales de que esa segunda profecía tampoco se cumpliría. A medida que pasaban los meses, mis padres notaron que yo los miraba, que seguía con la mirada los objetos que me mostraban, que sonreía cuando ellos se acercaban. Día tras día, les daba pequeños indicios de que mis ojos veían el mundo, de que aquella etiqueta de “no vidente” no definía mi destino.

Otra vez, la vida se resistió a seguir los pronósticos. Lo que parecía ser un desafío insuperable se convirtió en una prueba más de que el destino, aunque impredecible, está lleno de sorpresas. Y así, el comienzo de mi vida estuvo marcado por dos profecías no cumplidas, dos momentos en los que el miedo y la incertidumbre fueron reemplazados por la esperanza y la superación.

El tiempo pasó, y mi desarrollo fue como el de cualquier niña. Ninguna limitación se cruzó en mi camino. Estos primeros años de vida me enseñaron que, aunque los desafíos lleguen cargados de dolor, siempre hay una fuerza más grande, una chispa de luz que nos guía hacia la salida. Y esta fue solo la primera lección de muchas que la vida tenía preparadas para mí y para mis padres.

Capítulo 4

Una infancia común

Flor siempre fue una niña con una luz especial, intensa, luminosa. Creció rodeada del amor incondicional de sus padres y de sus hermanos: Pedro y Julieta. A pesar de la calidez y el afecto que envolvía su hogar, desde una temprana edad, Flor sintió que algo en ella era diferente, algo que no lograba poner en palabras. A simple vista, su vida podía parecer común, pero en lo más profundo de su ser, una sensación de incomodidad, de diferencia, comenzaba a germinar.

Desde pequeña, su entorno familiar la definía como una niña respetuosa, educada y con firmes valores, pero también notaban en ella ciertos “defectos”. Flor era extremadamente fiel a sus creencias y a su manera de ver el mundo. Tenía una naturaleza firme, casi implacable, cuando sentía que algo iba en contra de sus principios. Esa fidelidad a sí misma, a sus ideales, la llevó a comportarse de forma autoritaria en algunas ocasiones, lo que no siempre era bien recibido.

Sus familiares y conocidos, incapaces de entender por completo su esencia, comenzaron a etiquetarla. Le pusieron apodos, entre ellos el doloroso apodo de “la oveja negra”.

—”Me decían la oveja negra porque opinaba diferente a mi familia”, recuerda Flor con una mezcla de tristeza y resignación.

Desde pequeños, la mayoría de nosotros adoptamos las creencias y valores de nuestros padres, cuidadores y educadores. Son ellos quienes nos enseñan lo que está bien y lo que está mal, y rara vez cuestionamos esas enseñanzas. Sin embargo, Flor, con el tiempo, comenzó a sentir que muchas de las creencias familiares ya no resonaban con ella. Cada vez que expresaba su opinión, diferente y a menudo opuesta a la de su entorno, generaba enfrentamientos, incomprensión y dolor. ¿Por qué? Simplemente porque tenía una visión diferente del mundo.

Los desacuerdos eran inevitables, y así fue como las peleas, los gritos y el llanto se convirtieron en parte de su día a día. Noches oscuras llenas de soledad y dolor marcaron su infancia, mientras que la incomprensión de su familia la empujaba cada vez más a aislarse. Flor comenzó a construir una coraza a su alrededor, una armadura invisible que la protegía de las palabras, de los juicios, de las miradas duras. Una armadura que crecía con cada herida, cada etiqueta, cada vez que la llamaban “Ogro”.

—”Sé que no fui fácil de comprender, que generaba choques con los demás. Pero... ¿Era necesario ser llamada Ogro?”, se pregunta Flor. Ese apodo fue una de las etiquetas más duras que cargó en su vida. Sentía cómo cada vez que lo escuchaba, algo dentro de ella se quebraba. La ira y el dolor que esa palabra le provocaba la consumían por dentro, pero no lo mostraba. Sufría en silencio, dejando que su coraza creciera, protegiéndola cada vez más del mundo exterior.

Flor siempre se sintió diferente, tan diferente que en más de una ocasión llegó a preguntarse:

—”¿Seré hija adoptada?”.

A medida que crecía y entraba en la preadolescencia, ese sentimiento de incomprensión se intensificaba. Se sentía cada vez más aislada emocionalmente, como si la distancia entre ella y su familia fuera un abismo insalvable. La coraza que la protegía también la alejaba, creando una barrera entre ella y el amor que, a pesar de todo, su familia intentaba brindarle.

Reflexión: a lo largo de nuestra vida, todos enfrentamos momentos en los que debemos elegir: ¿ser fiel a los mandatos familiares o ser fiel a nosotros mismos?

Flor se encontraba en ese cruce de caminos, enfrentando una decisión que muchos hemos tenido que hacer.

Aquí surgen dos opciones posibles:

a) Ser fiel a mi familia, lo que puede significar no ser fiel a mí mismo.

b) Ser fiel a mí mismo, lo que implica correr el riesgo de ser rechazado por mi familia y, quizá, ser excluido del clan familiar.

Todos, en algún momento de nuestra vida, nos hemos sentido diferentes a nuestra familia, como si no encajáramos en los moldes que nos han dado. Esta historia de Flor es un reflejo de ese desafío, el reto de ser quien realmente somos, incluso cuando eso significa enfrentarnos a quienes más amamos.