Trastorno Límite de la Personalidad - Jaime Alexis Arroyo Bornstein - E-Book

Trastorno Límite de la Personalidad E-Book

Jaime Alexis Arroyo Bornstein

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Beschreibung

Nuestras vidas se entretejen con los comportamientos de otras personas y en general lo que observamos se considera algo real. Pero hay ocasiones en que nuestra experiencia en el contexto de las relaciones interpersonales, de pareja, de familia y sociales pueden parecernos extrañamente irreales, porque no comprendemos la distancia entre lo aparente que captan nuestros sentidos y la verdad de lo que está ocurriendo. Cuando existen esas condiciones es posible que estemos tratando de entender a alguien que sufre un trastorno de la personalidad. Nuestra poca información acerca de estos trastornos nos implica con quienes los padecen y nos causan gran desconcierto y consternación. Los trastornos de la personalidad se consideran como una organización estructurada que manifiesta un patrón disfuncional de la conducta. Son estables a lo largo del tiempo, con defectos de la organización interna, se consideran inflexibles, incapacitan al individuo para funcionar bien y causan un gran sufrimiento a sí mismos y a otros. La vida es particularmente difícil cuando estamos vinculados con alguien amado que no tiene suficiente salud mental ó padece de un trastorno de la personalidad que nos involucra en conductas inestables a lo largo del vivir. En ocasiones es sumamente difícil hallar formas de convivencia con seres que tienen emociones, conductas y acciones extrañas y que su sentido de la realidad es sesgado ó francamente distorsionado, sin poder entender exactamente a que se debe, en especial cuando se trata del Trastorno Límite de la Personalidad. La comprensión de esos eventos de la vida con alguien que padece TLP, requiere darnos cuenta y entender este tipo de trastorno y como incide en la salud mental de los individuos. Los acontecimientos cotidianos con personas que padecen TLP son poco claros y confusos, debido a que tienen modelos de pensamiento basados en procesos deficientes para asignar sentidos a sus experiencias vitales y que resultan en patrones de conducta alteradas. Cuando el TLP se halla fuertemente establecido dentro de sistemas familiares, sus miembros presentan importantes disfunciones de relación entre ellos. Es muy desconcertante observar a una persona que en lo externo es inteligente, capaz, frecuentemente exitosa ó que aparenta serlo pero que internamente se halla en crisis; muchos individuos afectados de TLP invierten una gran cantidad de energía emocional ocultando su trastorno, excepto al interior de sus relaciones de pareja ó familia, hasta que se derrumban y terminan asistiendo a terapias ó internados en un hospital.

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Seitenzahl: 246

Veröffentlichungsjahr: 2015

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Alexis Arroyo

El laberinto de los espejos

Ni contigo ni sin ti.

Viviendo con Trastorno Límite de la Personalidad

Editorial Autores de Argentina

Arroyo Bornstein, Jaime Alexis

    Trastorno Límite de la Personalidad : ni contigo ni sin ti . - 1a ed. - Ciudad Autónoma de Buenos Aires : Autores de Argentina, 2015.    

    E-Book.

    ISBN 978-987-711-324-7          

    1. Psiquiatría. I. Título

    CDD 616.89

EDITORIAL AUTORES DE ARGENTINA

www.autoresdeargentina.com

Mail:[email protected]

Diseño y diagramación: Maximiliano Nuttini

Diseño de portada: Justo Echeverría

A Susana, Esposa, compañera, amiga En el andar de la vida

Indice

Introduccion

Capitulo 1

Una enfermedad incomprendida

Capitulo 2

Definiendo el Trastorno Límite de la Personalidad

Capitulo 3

Causas de el Trastorno Límite de la Personalidad

Capitulo 4

Diagnóstico del Trastorno Límite de la Personalidad

Capitulo 5

El Trastorno Límite de la Personalidad en la pareja y el matrimonio

Capitulo 6

La madre con Trastorno Límite de la Personalidad

Capitulo 7

Sin Trastorno Límite de la Personalidad e influencia del trastorno en la familia

Capitulo 8

Tratamiento del Trastorno Límite de la Personalidad

Capitulo 9

Influencia de la cultura en el Trastorno Límite de la Personalidad

INTRODUCCION

Nuestras vidas se entretejen con los comportamientos de otras personas y en general lo que observamos se considera algo real. Pero hay ocasiones en que nuestra experiencia en el contexto de las relaciones interpersonales, de pareja, de familia y sociales pueden parecernos extrañamente irreales, porque no comprendemos la distancia entre lo aparente que captan nuestros sentidos y la verdad de lo que está ocurriendo. Cuando existen esas condiciones es posible que estemos tratando de entender a alguien que sufre un trastorno de la personalidad. Nuestra poca información acerca de estos trastornos nos implica con quienes los padecen y nos causan gran desconcierto y consternación. Los trastornos de la personalidad se consideran como una organización estructurada que manifiesta un patrón disfuncional de la conducta. Son estables a lo largo del tiempo, con defectos de la organización interna, se consideran inflexibles, incapacitan al individuo para funcionar bien y causan un gran sufrimiento a sí mismos y a otros.

La vida es particularmente difícil cuando estamos vinculados con alguien amado que no tiene suficiente salud mental ó padece de un trastorno de la personalidad que nos involucra en conductas inestables a lo largo del vivir. En ocasiones es sumamente difícil hallar formas de convivencia con seres que tienen emociones, conductas y acciones extrañas y que su sentido de la realidad es sesgado ó francamente distorsionado, sin poder entender exactamente a que se debe, en especial cuando se trata del Trastorno Límite de la Personalidad. La comprensión de esos eventos de la vida con alguien que padece TLP, requiere darnos cuenta y entender este tipo de trastorno y como incide en la salud mental de los individuos.

Los acontecimientos cotidianos con personas que padecen TLP son poco claros y confusos, debido a que tienen modelos de pensamiento basados en procesos deficientes para asignar sentidos a sus experiencias vitales y que resultan en patrones de conducta alteradas. Cuando el TLP se halla fuertemente establecido dentro de sistemas familiares, sus miembros presentan importantes disfunciones de relación entre ellos. Es muy desconcertante observar a una persona que en lo externo es inteligente, capaz, frecuentemente exitosa ó que aparenta serlo pero que internamente se halla en crisis; muchos individuos afectados de TLP invierten una gran cantidad de energía emocional ocultando su trastorno, excepto al interior de sus relaciones de pareja ó familia, hasta que se derrumban y terminan asistiendo a terapias ó internados en un hospital.

Por otra parte, los familiares de personas con TLP tienen mucho temor al estigma de padecer alguna enfermedad mental ante las desviaciones conductuales que observan y soportan continuamente en sus relaciones intrafamiliares, porque existe poca comprensión de lo que les está ocurriendo y por lo tanto rechazan cualquier forma de tratamiento e incluso se niegan a hablar abiertamente del desorden en el que viven y las penas que padecen. Como resultado, muchas familias pierden el sentido de balance en sus relaciones sin entender la patología subyacente que crea un efecto expansivo que alcanza a todos los miembros de la familia. Los mismos familiares facilitan las conductas del miembro afectado del trastorno. Por desgracia, al predominar la desinformación y el desconocimiento del TLP, se producen fuertes daños que destruyen las relaciones porque las dinámicas intrafamiliares dictan las conductas nocivas, creando circuitos de retroalimentación negativa que facilitan y perpetúan la enfermedad, reforzando un estilo de vida donde se entiende mal y se soporta dolorosamente el trastorno.

El Trastorno Límite de la Personalidad es una enfermedad de desregulación emocional, de los impulsos, del pensamiento y de las relaciones que produce patrones caóticos de conducta y respuestas exageradas. Los padres que crían a un hijo ó hija afectada del trastorno y que desconocen el problema, se culpan a sí mismos y reaccionan emocionalmente. Muchos se sienten confundidos y víctimas al mismo tiempo que luchan por asumir su responsabilidad, viviendo estados tormentosos al no comprender la complejidad del problema que enfrentan ni como regularse a ellos mismos. Si no se logran entender los patrones de conducta asociados al trastorno, seguirán experimentando el caos de pareja ó intrafamiliar.

El Trastorno Límite de la Personalidad presenta un calidoscopio de síntomas que se combinan entre sí, algunas veces con preponderancia de algunos en particular, de manera que no hay dos individuos afectados que sean iguales. Por esta razón es tan difícil y confuso hacer el diagnóstico apropiado así como tratar con ellos, inclusive para terapeutas experimentados que conocen el trastorno. Como se ha dicho antes, los individuos afectados de TLP dan una apariencia externa de ser personas normales y pasan inadvertidos para familiares no cercanos, amigos y personas de su círculo social, inclusive pueden ser altamente agradables, sin embargo la enfermedad causa un gran dolor emocional a la persona afectada así como a los miembros cercanos, pareja ó familia, quienes no tienen una percepción del alcance de conductas que para ellos claramente no tienen sentido; las respuestas de los familiares son confusas e incluso ellos mismos llegan a sentirse trastornados.

Una parte significativa en el mundo occidental sufre de trastornos de la personalidad. La recopilación de datos que se presentan aquí, tratan en exclusiva de uno de los trastornos de personalidad más complejos y poco comprendidos: el Trastorno Límite de la Personalidad. Se estima que 1 a 2 por ciento de la población está afectada de ese trastorno y en estudios recientes los indicadores estadísticos lo sitúan aun más alto. Aproximadamente 10 por ciento de los pacientes ambulatorios atendidos por profesionales de la salud mental se diagnostican con Trastorno Límite de la Personalidad y en poblaciones hospitalizadas a causa de trastornos mentales, alcanza más del 20 por ciento. Se puede suponer que entre la población mexicana hay poco mas de uno a dos millones de personas enfermas de TLP.

Esta obra, es una revisión de la información existente hasta ahora sobre el TLP, esta destinada a ser leída por quienes, sin saberlo ni tener culpa alguna, luchan diariamente para sobreponerse a una condición sumamente dolorosa, de esperanzas incumplidas y sueños rotos por el tormento emocional que experimentan, así como a todos los que aman a alguien cercano que padece el trastorno y se hallan en situaciones desesperadas por padecer las consecuencias de una condición que no alcanzan a comprender.

La palabra Límite es desafortunada porque no existe límite de algo y suele tener una connotación negativa; sin embargo ya es de uso común y la hemos empleado con un gran respeto, porque detrás de cada alusión conceptual al ser invocada, existe un ser humano afectado doliente que requiere ser comprendido y apoyado.

Deseo expresar una amplia gratitud a todos los que se han comprometido a estudiar y ayudar a quienes sufren del Trastorno Límite de la Personalidad que han aportado sus escritos existentes en el Internet, pero especialmente a quienes han vertido sus propias experiencias como enfermos para ser compartido por todos, que se encuentran en este libro

CAPITULO 1 

UNA ENFERMEDAD INCOMPRENDIDA

Historia

El concepto de trastorno límite no es nuevo. En los inicios se creyó que el Trastorno Límite de la Personalidad, como hoy se conoce, tenía relación con la esquizofrenia, con psicosis esquizofrénica, ansiedad y estados depresivos. Emil Kraepelin (1856-1926) estudió casos que consideró atípicos ó límites en la esquizofrenia. Reconoció que existían ciertos estados entre la esquizofrenia y la normalidad. Sin embargo, el patrón sintomático biológico de tipo límite observado por Kraepelin, fue desestimado por el criterio psicoanalítico de Sigmund Freud y sus discípulos.

Las formulaciones teóricas aportadas para elaborar el concepto de personalidad límite derivaron de los postulados teóricos, muchos especulativos, de la escuela psicoanalítica durante los últimos cien años. Fueron ellos los que paulatinamente describieron los hechos de observación en sus pacientes, lo más objetivamente posible, dando una base confiable para establecer los criterios que actualmente se usan para el diagnóstico del trastorno.

A fines del siglo XIX y principios del XX, la psiquiatría era una especialidad médica afín a la neurología. Carecía de interés el estudio de los mecanismos inconcientes ó mentales en el diagnóstico de los síndromes psiquiátricos, descritos en base a conductas observables atribuidas a cambios neurofisiológicos. Fue Freud quien inició el estudio de la mente indicando factores psicológicos y no fisiológicos como agentes productores de patología. En sus inicios Freud fue neurofisiólogo y nunca abandonó la idea de que sus postulados fueran validados por descubrimientos nuevos en las neurociencias.

El eje central del psicoanálisis es la mente inconciente y creyó firmemente que la patología mental provenía del conflicto entre los impulsos primitivos del inconciente y la mente conciente en su esfuerzo por bloquear e impedir que los pensamientos más hundidos, rechazados y dolorosos del individuo pudieran alcanzar su atención. Aunque el psicoanálisis fue concebido primariamente como un recurso de investigación, Freud paralelamente desarrolló técnicas como la libre asociación e hipnosis, entre otras, para validar sus teorías. Algunos de los pacientes de Freud diagnosticados con neurosis e histeria, tal vez fueron enfermos con trastorno límite, como “Ana O.”, “El Pequeño Hans” y “El hombre Lobo”.

A un siglo de distancia, las neurociencias están avanzando asombrosamente, descubriendo alteraciones que dan un sustento biológico a las afecciones mentales. De esta manera se cierra el ciclo iniciado hace un siglo, pero también dando crédito a las aportaciones psicoanalíticas y ambientales en su importancia del desarrollo intrafamiliar y cultural.

Para definir la condición límite de estos pacientes, los psicoanalistas se dividieron partidarios de dos criterios diferentes: aquellos que creían que se trataba de algún tipo de esquizofrenia y quienes creían que se trataba de una entidad completamente separada, entre la neurosis y la psicosis.

Reich en 1925 observó ciertos pacientes que mostraban de manera intensa dos sentimientos contradictorios simultáneamente y que podían mantener un estado confortable a pesar de ello, gracias al mecanismo de “escisión” (splitting). Este mecanismo es central en el criterio actual de Trastorno Límite.

Posteriormente, entre 1928 y 1933, varios psicoanalistas de la escuela británica, seguidores de Melanie Klein, describieron pacientes resistentes al tratamiento psicoanalítico. Cabe destacar que estos investigadores estaban enfocados exclusivamente en los factores psicodinámicos, sin considerar en lo absoluto factores neurobiológicos.

En 1941, Gregory Zilboorg, 1 destacado psiquiatra de origen Ucraniano residente en los Estados Unidos de Norteamérica, escritor prolífico en temas de la historia de la Psiquiatría y notable clínico practicante en la Universidad de Columbia en NuevaYork, describió un trastorno que consideró ser una forma leve de esquizofrenia. Los afectados con este desorden presentaban lo que él llamo alteraciones en pruebas de la realidad, pensamiento asociativo, ira difusa y afecto superficial.

En 1942, Helene Deutch, 2 psicoanalista Vienesa, discípula de Sigmund Freud, especializada en sexualidad femenina e inclinada a solo atender mujeres, describió a un grupo de pacientes que carecían de un claro sentido de identidad y falta de dirección interna. Observó una proclividad particular en esas mujeres aparentemente normales a identificarse con otros y a sustituir hábilmente sus propios sentimientos por los de otras personas con las que entraban en contacto. Sus observaciones la llevaron a concluir de qué se trataba de individuos con una capacidad de recoger las emociones y sentimientos de otros y vivirlos como si fueran suyas. Le llamó “Personalidad Como Si”. También describió a estas pacientes con deficiente sentido de identidad y relaciones interpersonales alteradas.

Poco después, Henry Hoch 3 y Polatin acuñaron el término de Esquizofrenia Pseudo Neurótica, aplicado a pacientes que sufrían ansiedad, fobias y sexualidad generalizadas e intensas, afirmando el criterio psicoanalítico de entidad separada de la esquizofrenia.

Ya en 1937, Adolf Stern 4 describió que numerosos pacientes atendidos por él manifestaban síntomas que no pertenecían a ninguna definición diagnóstica conocida hasta entonces y calificó a esta constelación de síntomas como un síndrome al que llamó “el grupo de línea límite” entre la neurosis y la psicosis. Fue Stern quien acuñó por vez primera el término, que fue retomado posteriormente por Mellita Schmideberg 5 en su libro “El Paciente Límite”, publicado en 1959 donde propone que se trata de un desorden del carácter, que Roy Grinker 6 observaría empírica y sistemática para ser considerado mas tarde un trastorno de la personalidad. Sostuvo que la condición del trastorno límite existe a lo largo de la vida ó de larga duración.

Otra contribución importante fue la de Robert Knight, 7 quien introdujo el concepto de psicología del ego en su descripción de desórdenes límite. La psicología del ego se ocupa de las funciones mentales que nos permiten percibir los eventos de manera realista, integrar nuestros pensamientos y sentimientos y desarrollar respuestas eficaces en nuestra vida. Indicó que personas con desórdenes límite tienen esas funciones comprometidas y los denotó como “estados límite”.

Otto Kernberg, 8 en 1975 definió la personalidad límite como un desorden de defensas primitivas también convino en que se trataba de un trastorno de larga duración e introdujo el concepto de un trastorno de personalidad organizado, es decir que es más una forma de ser, sin importar tanto la condición específica. Indicó que los pacientes con una organización de trastorno límite se distinguían de los pacientes psicóticos por el hecho de que soportaban mejor las pruebas de realidad. Actualmente una corriente de psiquiatras y psicoterapeutas aplican el criterio de Kernberg para el diagnóstico del trastorno, que difiere en algunos criterios con el descrito en el DSM-V.

Exceptuando el trabajo de Emil Kraepelin, la mayoría de los estudios sobre la condición límite fue realizada por psicoanalistas. Roy Grinker llamó la atención sobre este hecho, invitando con ello a una mayor participación de psiquiatras. Publicó el resultado de sus estudios identificando cuatro grupos secundarios de pacientes límites:

1. Muy perturbados rayando en la psicosis.

2. Con afecto negativo y conductas actuadas al exterior.

3. Con un pobre sentido de sí mismos, (“Como si”).

4. Menos perturbados con rasgos neuróticos.

Además identificó a pacientes comunes a los cuatro grupos descritos. Indicó que los pacientes limítrofes son personas iracundas, perturbados en sus relaciones, con alteraciones de su identidad y soledad depresiva.

Dificultades en el diagnóstico

El concepto que se tenía hasta 1975 de trastorno límite fue examinado por Gunderson y Singer, 9 y llegaron a definir que los síntomas de estos enfermos dependían del contexto en que era examinado el paciente. Por primera vez se establecieron una serie de criterios para identificar a los pacientes con trastorno límite en una serie diversa de contextos.  Consistía el criterio de definición en lo siguiente:  1) afecto intenso; 2) comportamiento impulsivo; 3) adaptabilidad social; 4) experiencias psicóticas breves; 5) un desempeño atípico en las pruebas psicológicas y 6) relaciones interpersonales caóticas.

Los esfuerzos de Grinker y Gunderson dieron base al criterio diagnóstico que mas tarde aparecería en el DSM-III y ediciones subsecuentes. El DSM-III (manual diagnóstico y estadístico de enfermedades mentales) fue el resultado de un acuerdo entre los grupos de psiquiatría que disputaban enconadamente entre sí, favoreciendo unos las causas biológicas de las enfermedades contra las teorías causales Freudianas que los otros sostenían; a finales de la década de los 70, los psiquiatras no podían todavía organizar sistemáticamente las causas y mecanismos de los desórdenes mentales, no sólo por las diferencias de criterio en cuanto a sus causas, sino porque muchas eran francamente desconocidas.

Los representantes de la psiquiatría no tenían opciones frente al pensamiento de que las enfermedades mentales eran producidas por mecanismos biológicos ó por conflictos del inconciente, decidieron entonces basarse en las evidencias: los síntomas que presentaban los pacientes, en que todos estaban de acuerdo. El pionero del proyecto fue el Dr. Robert Spiltzer de la Universidad de Columbia, quien tuvo el talento de conciliar y que ambos grupos aceptaran la clasificación que se proponía con el argumento de que mas adelante se podría lograr una clasificación que incluyera causas psicológicas y naturales.  Es interesante notar que la clasificación del DSM-III no ayudó a los profesionales de la salud mental con los asuntos de causalidad pero aportó claridad para distinguir entre los casos de enfermedad mental, por ejemplo en casos en que se creía estar ante una esquizofrenia límite ó personalidad límite, surgió la clasificación de personalidad esquizotípica.  A la personalidad límite se le dio el nombre de “Personalidad Inestable”.  Sin embargo, este término no fue aceptado por la Asociación Psiquiátrica Americana, alegando que la personalidad límite demostraba una “estabilidad inestable”.

El manual diagnóstico y estadístico de enfermedades mentales, DSM-IV TR emplea una constelación de síntomas para identificar los desórdenes mentales. Ordena los síntomas en dos ejes:

• El Eje I agrupa enfermedades que “se tienen”.

• El Eje II agrupa enfermedades que “se son”

El Trastorno Límite de la Personalidad pertenece al Eje II.

En el DSM-V, recientemente publicado en el mes de marzo del 2013, los trastornos de la personalidad confluyen en un solo grupo y desaparecen los ejes por considerar que muchos diagnósticos no eran hechos adecuadamente al colocarlos en grupos de trastornos tan amplios como los que se agrupaban en ellos, prefiriendo ahora una observación menos genérica y más específica.

El TLP, es un trastorno de inestabilidad y problemas con las emociones. Quienes lo padecen son inestables en sus emociones, en su pensamiento, en sus relaciones, en su identidad y en su conducta. Tienen relaciones tormentosas, temor al abandono. Sus emociones son volátiles. Hay mucha dificultad para el control de la ira ya sea conteniendo ó expresando su iracundia. Cuando están irritados actúan impulsivamente, sin reflexión previa, y se embrollan en situaciones difíciles sin considerar las consecuencias, algunos se hacen daño y hasta se suicidan. Es frecuente que se confundan y definan con una identidad propia, presentan alteraciones del pensamiento, deforman la realidad y la ajustan a lo que sienten para validarse. El TLP implica una falta de regulación en diferentes áreas de la vida.

Los individuos Límite reaccionan a condiciones y circunstancias que no afectarían tan dramáticamente a otros. Les afecta mucho y a veces intensamente, el estrés. Son intolerantes a lo que otros puedan decir ó hacer y particularmente sensibles a la crítica, aun pequeña, que puede activar una turbulencia emocional importante. La reacción a tantas cosas arroja al Límite a altas y bajas emocionales muy intensas, pueden estar alegres, enseguida iracundos, después tristes.

CAPITULO 2

DEFINIENDO EL TRASTORNO LÍMITE DE LA PERSONALIDAD

Un trastorno de la personalidad es diferente a otras formas de enfermedad mental. Los trastornos de la personalidad tienen un patrón de conducta pertinaz que se desvía considerablemente de las expectativas de comportamiento de una cultura determinada. Son conductas fijas, resistentes al cambio, duraderas que llevan al individuo a tensiones, sufrir y a padecer en sus relaciones interpersonales. Para diagnosticar un trastorno de la personalidad la conducta del individuo requiere ser tan persistente que cause tensión al individuo mismo y a los que interactúan con él. Las conductas y rasgos del individuo afectado están sólidamente estructuradas en la personalidad. Muchas de estas conductas han sido aprendidas desde edades tempranas como mecanismos de defensa frente a situaciones hirientes. Algunos desarrollan estas conductas por predisposiciones genéticas, otros por influencias ambientales nocivas, ó por la combinación de ambas. Los trastornos de personalidad son difíciles de tratar.

Aunque el término “límite” fue mencionado por vez primera a finales de la década de 1930, fue hasta 1975 que tal condición halló una cierta claridad. Hasta entonces, los psiquiatras no atinaban a considerar el trastorno como una entidad separada por sí misma formando un síndrome (conjunto de síntomas que denotan una condición) y desconocían el grupo de síntomas requeridos para definir un diagnóstico en esos casos.

La experiencia terapéutica fue aportando más conocimiento a medida que se atendían pacientes en los que se identificaban problemas de vida similares, hasta llegar a incluir en la tercera edición del Manual Diagnóstico y Estadístico de los Desórdenes Mentales (DSM-III) el Trastorno Límite de la Personalidad. Desde entonces se han realizado varias revisiones del manual, el más reciente es el publicado en marzo del año 2013, (DSM-V).

Aunque las diferentes escuelas de psiquiatría no atinan a ponerse de acuerdo acerca de la naturaleza de la enfermedad y causas del TLP, su reconocimiento oficial coloca esta enfermedad al lado de otras enfermedades mentales mayores que consumen considerables recursos oficiales y privados de los servicios de salud mental. Por otra parte para la psiquiatría, este tipo de enfermos son muy desconcertantes y al no poder hacer un diagnóstico preciso, descartan los casos ó bien son identificados con otros diagnósticos, debido a que el trastorno límite suele cursar con alteraciones agregadas periféricas al núcleo principal de la enfermedad. Es frecuente que estos enfermos tengan diagnósticos de trastornos bipolar, narcisista, stress postraumático y obsesivo compulsivo, entre otros.

La naturaleza mimética del TLP con otros trastornos causa que una parte muy alta de estos enfermos no sean diagnosticados ni tratados apropiadamente. Es una enfermedad vaga pero perniciosa, muy frustrante en su tratamiento, difícil de definir y casi imposible de explicar adecuadamente a los pacientes.

El Manual emplea un modelo de constelación de síntomas para identificar los desórdenes mentales. Establece grupos de criterios teóricos para el diagnóstico sin estar relacionado a las causas.

Se define el Trastorno Límite de la Personalidad de acuerdo a los siguientes criterios:

Un patrón general de inestabilidad en las relaciones interpersonales, el auto imagen y la afectividad y una notable impulsividad, que comienza al principio de la edad adulta y se dan en diversos contextos, como lo indican cinco (o más) de los siguientes:

1. Esfuerzos frenéticos para evitar un abandono real ó imaginado. Nota: no incluye los comportamientos suicidas ó de auto mutilación que se recogen en el criterio 5.

2. Un patrón de relaciones interpersonales e intensas caracterizado por la alternancia entre los extremos de idealización y devaluación.

3. Alteración de la identidad: auto imagen ó sentido de sí mismo acusada y persistentemente inestable.

4. Impulsividad en al menos dos áreas, que es potencialmente dañina para sí mismo (por ejemplo, gastos, sexo, abuso de substancias, conducción temeraria, atracones de comida). Nota: No incluye los comportamientos suicidas ó de auto mutilación que se recogen en el criterio 5.

5. Comportamientos, intentos ó amenazas suicidas recurrentes, ó comportamientos de auto mutilación.

6. Inestabilidad afectiva debida a una notable reactividad del estado de ánimo (por ejemplo, episodios de intensa disforia, irritabilidad ó ansiedad, que suelen durar unas horas y rara vez unos días).

7. Sentimientos crónicos de vacío.

8. Ira inapropiada e intensa y dificultades para controlar la ira (por ejemplo, muestras frecuentes de mal genio, enfado constante, peleas físicas recurrentes).

9. Ideación paranoide transitoria relacionada con el estrés ó síntomas disociativos graves.

Esta constelación de nueve síntomas son separados en cuatro áreas principales que dan orientación al tratamiento:

1. Inestabilidad emocional.(Criterios 1, 6,7 y 8)

2. Impulsividad y conducta peligrosa incontrolable.(Criterios 4 y 5)

3. Psicopatología interpersonal.(Criterios 2 y 3)

4. Distorsiones de la percepción y el pensamiento.(Criterio 9)

Intentaremos describir los criterios descritos en lenguaje no especializado.

1. Esfuerzos frenéticos para evitar un abandono real ó imaginado. Nota: No incluir los comportamientos suicidas ó de auto mutilación que se recogen en el criterio 5.

“Miedo al abandono”

Todos sabemos que en algún momento de nuestras vidas alguien a quienes amamos nos va a dejar. Pero para un Límite, ser abandonado puede ser intensamente doloroso debido a los años de vivencia familiar cuando fue tratado con abuso y negligencia. De hecho, algunos investigadores han sugerido que los miedos al abandono y de quedarse solos es uno de los problemas más relevantes del Límite. Tienen estructurada una creencia profunda y oculta de no merecer ser amados y cuidados. Cree que va a ser abandonado por aquellos que le son significativos y tendrá que enfrentar al mundo sin ningún sostén, que le va a durar por el resto de su vida. Va mucho más allá que tener que enfrentar la soledad. Es un estado de intensa angustia y hasta terror. Es mucho mas intenso que en individuos que no presentan TLP y les angustia la inseguridad. Es, en cierto sentido, enfrentar la muerte. Esta dependencia extrema provoca conductas que pueden llegar a un frenesí, para conservar a su lado a quienes necesitan e impedir que se alejen temporal ó permanentemente. Por desgracia, la mayoría de esas conductas son muy destructivas de sus relaciones y paradójicamente las mismas conductas que despliegan para retener a quienes necesitan, los alejan. Algunas de estas conductas consisten en una impotencia aprendida, chantajes, amenazas, acusaciones distorsionadas, enojos y gritos, suposiciones e interpretaciones irreales de hechos e intentos desesperados de control, hasta arrodillarse y suplicar que no lo dejen, ó intervenir físicamente e impedir que se vayan de su lado. Si estos recursos conductuales fallan, llegarán a extremos a veces inconcebibles para no ser abandonados. Sin embargo, otros Límite, en lugar de abrirse a la pena de ser dejados, hacen la vida de quien está con ellos tan dolorosa y conflictiva que es necesario partir de su lado. Al hacer esto, los Límite validan su creencia de no merecer el amor y de ser dejados solos. Sin embargo, culparán al otro persistentemente de causar el quebranto ya que es resistente a tomar responsabilidad de su conducta. Esto les ayuda a amortiguar el impacto del abandono.

La causa de los miedos al abandono influye en otras conductas asociadas al trastorno. El miedo a enfrentar solos al mundo interfiere en las relaciones cercanas e íntimas, impide una formación sólida de identidad personal, lanza a violentos cambios de humor, demostraciones intensas de ira y sentimientos intolerables de vacío.

Las experiencias infantiles determinan y fijan el terror a ser abandonados. El panorama infantil del Límite es contradictorio, confuso, lleno de señales inconexas y sin sentido. La función parental, que recae usualmente en la madre, es promover una separación paulatina e individualización en sus hijos. Se ha observado que madres emocionalmente necesitadas y rechazadoras (tal vez afectadas de TLP) impiden el desarrollo de sus hijos hacía la autonomía. Existen hijos e hijas que son forzados a vivir el papel de padres ó madres de la propia madre, en detrimento de sus propias necesidades de desarrollo que resultan en una distorsión de la identidad, entre otras alteraciones.

La Teoría de Relaciones dirigidas al Objeto desarrollada en las escuelas psicoanalíticas indica que el niño pequeño fija internamente imágenes importantes cuando sus cuidadores son consistentes y nutrientes. Aun cuando la madre no esté presente, el pequeño de treinta meses de edad sabe que existe y que acudirá si la necesita. Se construye en el niño un sentido predecible y confiable del mundo que le permitirá ir funcionando de manera más independiente.

El Límite experimenta un desarrollo quebrantado, caótico. El laberinto de imágenes inconsistentes en el que vive de pequeño le impide formar un sentido de sí mismo coherente y predecible es decir, no es capaz de establecer una continuidad ó constancia del objeto (la madre ó el cuidador) que le permita una imagen interna sana, confiable y tranquilizante de su mundo, que le alivia en momentos de tensión. Entonces necesitará continuamente la presencia de otras personas para sentirse seguro y confortable.

Otro signo del TLP es la necesidad de sentirse conectado con el otro significante de su vida, su pareja emocional ó sus padres. Utiliza objetos de transición, cartas, fotografías, muñecos y hasta mascotas para aliviar la ansiedad flotante que experimentan. Requiere sentirse “conectado” sin arriesgarse a la interacción personal turbulenta tan característica del trastorno.

Cuando fallan los objetos de transición es muy frecuente que busquen a otras personas para forjar conexiones instantáneas. Les es muy fácil entablar comunicación con extraños y hallar cualquier identificación pasajera que les alivia de su miedo a la soledad y sentimientos de vacío.

Los Límite viven partidos entre dos sentimientos, el miedo al abandono y el miedo a ser englobados. Si pierden al ser amado se pierde también su identidad ó parte de ella. Igualmente temen perder su frágil sí mismo cuando el ser amado los sofoca ó intenta controlarlos. El anhelo de fusión para tener identidad choca de frente con el miedo a ser devorados y perder su débil identidad que les ha costado tanto fraguar.

Esta dinámica, junto con otros mecanismos del TLP, explica las relaciones románticas intensas e inestables que suelen tener. Cuanto mas se aferran a la relación se vuelven más vulnerables a su terminación porque sofocan al otro con sus demandas. Para ella, la Límite, el temor de verse sola es una de las experiencias más temibles. Son frecuentes sus demandas irracionales de dependencia que tienen causa en el abandono infantil, que al no verse satisfechas, la frustren tan intensamente que busque otra relación simultánea y se embrolle con consecuencias posteriores destructivas. Esas relaciones, frecuentemente idealizadas, superficiales, sostenidas ó intermitentes, dan la ilusión de ser amada, escuchada y afirmada, sin percatarse del espejismo y la falsedad subyacente.

La Límite espera y busca al amante perfecto debido a su impulso de vínculo. La promiscuidad es frecuente al no poseer estructuras sólidas de identidad personal y valores arraigados. Tiene prisa constante para la gratificación personal. La falta de identidad provoca que busque en una sociedad de consumo tales gratificaciones, inclinada a las modas en turno y a la imagen corporal. 10

2. Un patrón de relaciones interpersonales inestables e intensas caracterizado por la alternancia entre los extremos de idealización y devaluación.

“Relaciones destructivas”