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Después de escribir Tu matrimonio sí importa y Tu identidad sí importa, era una asignatura pendiente seguir con la saga y publicar Tus hijos sí importan, completando así una trilogía donde trabajamos el matrimonio, el crucial papel del hombre y la crianza de los hijos. Probablemente este sea el libro más importante de esta serie, pues nuestros hijos no solo constituyen el reemplazo generacional natural, sino que debido a la educación recibida también serán para las futuras generaciones, transmisores de la fe o, lamentablemente, transmisores de los valores de una sociedad depravada en muchos aspectos. Aquí radica la enorme responsabilidad de conseguir educar a nuestros hijos en los valores que emanan de la Palabra de Dios, para que no sean arrastrados por la corriente de una sociedad líquida con la que nos toca competir. El libro se estructura en tres partes principales: RECIBIENDO, enfatiza la importancia de la paternidad en su aporte heterosexual complementario, así como los distintos modelos de familia existentes. MODELANDO, explica el desarrollo evolutivo de nuestros hijos hasta la llegada de la pubertad y la adolescencia, y expone las claves de una educación integral que combine autoridad normas y disciplina, con afecto, afirmación y atención, así como resaltar la necesidad de una educación sexual equilibrada. ENVIANDO, expone la importancia de vivir la espiritualidad en familia, conocer las fuentes principales del suministro afectivo de nuestros hijos y valorar cual es el mejor legado y la mayor herencia que podemos dejarles. La idea principal, en esta estructura planteada, es mentalizar a los padres de que los hijos no son nuestra propiedad, son regalos y encargos divinos que recibimos de Dios con la responsabilidad de modelar y consolidar principios de educación y formación en valores, que constituyan una lanzadera sólida, para enviarlos a un mundo hostil equipados con las herramientas adecuadas.
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Veröffentlichungsjahr: 2019
Tus hijos
Sí importan
· Recibiendo · Modelando · Enviando ·
Juan J. Varela Álvarez
Mª Mar Molina Morón
Autores
JUAN VARELA ÁLVAREZ(España). DiplomadoenTeologíapor elIBSTEenEspañaylicenciadoenteologíaporelSETEHO en Honduras. Cursó estudios de postgrado en Intervención Familiar Sistémica en el “Centro KINE”, en Intervención en los Trastornos Sexuales en el “Centro Carpe Diem”, en Psicología del Matrimonio y la Pareja en el centro STEA y de Mediación Familiar en la Universidad de Sevilla. Asesor en Orientación Sexual, certificado por la International Healing Foundation (RichardCohen). Juan Varela es fundador y Director Nacional del Instituto de Formación Familiar (INFFA)yPresidentedelCentrodeOrientaciónyMediación Familiar (COMEFA). Asimismo es el presidente de la Comisión de Familia de la Alianza Evangélica Española (AEE). Ha escrito y publicado diversos libros y es conferenciante sobre temas de familia e identidad sexual en España, Latinoamérica y los Estados Unidos.
MARÍA DEL MAR MOLINA MORÓN (España). Diplomada en Magisterio por la Universidad de Córdoba, Bachiller en Teología por el IBSTE en España, Experta en Mediación Familiar por la Universidad de Sevilla y Consultora de Parejas por el Niche College de Inglaterra. Junto a su esposo han sido misioneros en Honduras, pastores en Zaragoza, Palma de Mallorca y Sevilla. Coautora junto con Juan Varela de diversos libros, ambos son conferenciantes internacionales sobre temática familiar y consejeros de pareja.
Dedicatoria
Dedicamos este libro, en primer lugar a nuestros padres, quienes nos dieron la vida y con su ejemplo y esfuerzo lograron sacarnos adelante. Ellos comenzaron la carrera de nuestra historia y hace tiempo ya nos pasaron el relevo para que la continuásemos, su ejemplo y dedicación sigue hablando a nuestras vidas y desde estas páginas honramos su memoria. Ellos fueron el eslabón que nos une al pasado y que nos hace sentirnos orgullosos de nuestra herencia. También dedicamos este libro a quienes van a continuar la carrera, en este caso nuestro único hijo Noel Josué, él nos dio el enorme privilegio de ser padres, y nos enseñó una nueva dimensión del amor. Gracias papá y mamá por dar sentido a nuestro pasado, gracias hijo por traer esperanza a nuestro futuro y permitir que día a día sigamos aprendiendo en la inigualable y apasionante labor de ser padres. Con vosotros nos sentimos parte de una cadena generacional que seguirá escribiéndose…
Índice general
PORTADA
PORTADA INTERIOR
AUTORES
DEDICATORIA
PRÓLOGO
DEL CORAZÓN DE NUESTRO HIJO…
PREFACIO
En un país lejano
Estructura del libro
INTRODUCCIÓN
La realidad social hoy: Modernidad Líquida e Ideología de Género
La familia como primer sistema social de referencia
La Biblia en clave familiar
Tipos de familia hoy y su diversidad social
Clasificación histórica de la familia y nuevos modelos familiares
Occidente: la decadencia de Europa y la esperanza de Latinoamérica
Preguntas para la reflexión
1ª PARTE. Recibiendo
CAPÍTULO I. Ser padres hoy: ¡Misión posible!
Los hijos: un encargo divino
El privilegio de la paternidad
Los padres como educadores: desde un trozo de barro
Un lugar llamado hogar
Somos producto del pasado, pero no prisioneros
Ser padres hoy: hacia una paternidad responsable
Raíces, troncos, ramas y fruto
CAPÍTULO 2. Ser padre y madre: Corresponsabilidad y modelaje
No puedes elegir ser modelo. ¡Ya lo eres!
No te preocupes. Nadie es perfecto
Fuentes paternas y maternas de suministro afectivo
El poder del padre en los hijos. Afirmando identidades
El gran problema. La presencia del padre ausente
El poder de la madre en los hijos. Huellas que permanecen
Preguntas para la reflexión
CAPÍTULO 3. Modelos de paternidad y retos en su aplicación
Los cambios en la dinámica familiar
Del paradigma autoritario, al paradigma permisivo
Modelos erróneos de paternidad
El poder de los padres instructivos
La unidad parental: antídoto contra la manipulación
Principios de blindaje parental
El aporte heterosexual: complemento indispensable
La conciliación con la vida laboral
Preguntas para la reflexión
2ª PARTE. Modelando
CAPÍTULO 4. Etapas evolutivas en el desarrollo de nuestros hijos
Etapas evolutivas en el desarrollo de nuestros hijos
Primera etapa: edad bebé. ¡Ya estoy aquí!
Segunda etapa: descubriendo la realidad subjetiva. ¡Yo estoy aquí! (18 meses a 3 años)
Tercera etapa: descubriendo la realidad exterior. ¿Quién más está aquí? (3 a 6 años)
Cuarta etapa: descubriendo la escolaridad. ¿Quiénes son esos? (6 a 9 años)
Quinta etapa: descubriendo la pubertad y adolescencia. ¿Quién soy yo? (10 a 19 años)
Sexta etapa: descubriendo el futuro. ¿Qué quiero yo? (20 años en adelante…)
Preguntas para la reflexión
CAPÍTULO 5. Hacia una educación integral: valoración y disciplina
¿Qué es educar?
La educación integral en la Biblia: justicia y misericordia
Los instructores de vuelo adecuados
Instruye al niño y no tendrás que reparar al hombre
Características de los padres educativos
Valores proactivos: formando en valoración
Valores coercitivos: formando en disciplina
Preguntas para la reflexión
CAPÍTULO 6. ¿Quién manda en casa? ¡La autoridad no está de moda!
Las estructuras de autoridad y el orden de la creación
La autoridad bajo sospecha: ¿qué es y cómo se ejerce?
Consecuencias de la pérdida de autoridad en los hijos
Consecuencias de la pérdida de autoridad en los padres
Premios, castigos, normas y recompensas
¿Cuál es la diferencia entre disciplina y castigo?
Corrección privada y castigo proporcionado
Pautas a evitar y principios a aplicar
Déficit afectivo enseñado, patrón negativo instaurado
Preguntas para la reflexión
CAPÍTULO 7. Hacia una parentalidad positiva: afirmando autoestima
Edificando identidad y autoestima
Temperamento, carácter y personalidad
Consejos para reforzar la autoestima de nuestros hijos
Raíces para afirmarse
Amor incondicional: amar sin límites
Amor demostrado: expresando nuestro amor
Alas para proyectarse
Preguntas para la reflexión
CAPÍTULO 8. La educación sexual de nuestros hijos y las redes sociales
La educación sexual desde la infancia
La afectividad sexual: un valor a potenciar
La información sin formación: riesgo asegurado
Las redes sociales y las nuevas tecnologías de la información
Nuestra responsabilidad como padres
La adicción al ocio digital y sus causas
Pautas para el uso responsable de las redes sociales
Preguntas para la reflexión
3ª PARTE. Enviando
CAPÍTULO 9. La transmisión de la fe
La espiritualidad en la familia
Familia, mesa y Palabra
La importancia de la figura paterna
Declarando línea generacional bendecida
Preguntas para la reflexión
CAPÍTULO 10. Fuentes de alimentación emocional de nuestros hijos
Palabras de afirmación: reforzando autoestima
El contacto físico: el valor de un abrazo
La mirada directa: los ojos, ventanas del alma
La atención concentrada: soy especial para ti
Tiempo de calidad: generando recuerdos
Preguntas para la reflexión
CAPÍTULO 11. Nuestra mejor herencia nuestro, mayor legado
Todos tenemos una historia
El capital está en las relaciones, no en las posesiones
Los pilares de nuestra vida: momentos enseñables, dinastía familiar, códigos propios
El tiempo que nos resta
El legado que nos sobrevive
ANEXO
Carta de un hijo a todos los padres y madres
Respuesta de unos padres a la carta de su hijo
Oración del padre
Padre Dios, dame un corazón:
Decretos de bendición sobre nuestros hijos
Instituto de formación familiar (INFFA)
BIBLIOGRAFÍA
Créditos
PRÓLOGO
Pocas personas exponen con tanta elocuencia y conocimiento lo que está ocurriendo en la sociedad de hoy como lo hace mi buen amigo Juan Varela. Por eso, estoy seguro que disfrutará al leer Tus hijos sí importan. Con gran sinceridad y transparencia, Juan y María del Mar, abren sus corazones para permitirnos navegar en sus vidas y aprender de la paternidad y la maternidad. Este libro inicia con una historia personal, pero nos lleva a un recorrido que permite hacer un diagnóstico de la sociedad en la que están creciendo nuestros hijos. No es fácil criar hijos en una época en donde los valores se han perdido, la ética familiar ha sido menospreciada, y a lo bueno se le ha llamado malo. Pero hoy, más que nunca, los padres y las madres deben de levantarse a escribir una historia en la vida de sus hijos que los lleve a hacer la diferencia en la generación actual.
Las personas buenas deben tener hijos, y formarlos para liderar y gobernar con justicia, amor y bondad. No podemos rendirnos, ni creer que se han perdido las grandes batallas a favor de la familia, la vida y el matrimonio. El ataque que hoy vive la familia, es una moda que pronto pasará y, aunque quedarán las consecuencias de las decisiones que se tomaron, la diferencia la hará, la generación valiente, que surge de hogares unidos y fuertes, inspirados en las verdades bíblicas, que actuaron con congruencia y le creyeron a Dios. Al recorrer estas páginas, comprenderá mejor cómo formar hijos fuertes en una sociedad confundida.
Como bien lo exponen Juan y María del Mar, los padres nunca debemos olvidar que nosotros somos los primeros responsables y los que debemos marcar la hoja de ruta en esos “trozos de papel”, no permitiendo que terceras personas o instituciones públicas usurpen el privilegio, y sobre todo, el derecho que solo nos corresponde a nosotros como padres. Definitivamente, inspirar, educar y formar a los más pequeños de casa, es nuestra responsabilidad y privilegio.
No importa cómo esté conformada su familia, ni cuáles han sido sus orígenes, ustedes tienen el privilegio de marcar el destino de la nueva generación para que hagan la diferencia, vivan para Dios y sean determinados en sus convicciones. Para esto, debemos estar preparados como padres, y así empoderar a nuestros hijos con criterios claros y formarlos con sentido de misión.
Dios nos honró a Helen y a mí con el privilegio de ser padres de Daniel y Esteban, y ahora nos concede el honor de ser abuelos. Nuestras vidas cambiaron para siempre, porque ahora comprendemos que nacimos para marcar generaciones a partir de nuestros hijos. Todo lo que hacemos y decidimos, lo hacemos intencionalmente con el propósito de abrir camino para ellos. Pido cada día a Dios, que nos permita construir recuerdos en nuestros hijos, que trasciendan el tiempo, y que les ayude a ellos influenciar a su generación con un mensaje de esperanza y eternidad en Dios.
Como lo expresan los autores: Nuestros hijos nos proyectan hacia un futuro que no veremos, y nos dan la esperanza de que nuestra historia personal no se acaba con nosotros, sino que seguirá en ellos, y aun en los hijos de nuestros hijos, marcando así una línea familiar generacional, un legado, que perpetuará nuestra memoria por generaciones.
Le invito a que, al leer este libro, pueda reflexionar en el legado que está dejando a la nueva generación y sea firme en la convicción de que Dios le permitirá dejar una huella que catapulte la generación que lleva su apellido.
Estoy seguro que disfrutará del libro Tus hijos Sí importan.
Sixto Porras
Director Regional ENFOQUE A LA FAMILIA
DEL CORAZÓN DE NUESTRO HIJO…
Me gusta mucho la palabra IMPORTA, que no significa otra cosa que dar valor a algo o a alguien, y en este caso así me siento yo en este momento, importante… Para mí es todo un honor y privilegio poder escribir estas palabras, y antes de nada, quisiera darles las gracias a mis padres por esta oportunidad, porque así están demostrando una vez más que confían en mí. Ha sido genial haber podido leer este libro y encontrarlo tan natural y tan ellos mismos, me parece estar justamente escuchando sus voces que me recuerdan cada una de las enseñanzas descritas en este libro.
Nosotros no somos ni de lejos la familia perfecta, de hecho, no creo ni que exista. Con nuestros más y nuestros menos, puedo decir orgulloso que son mi familia, y que si hoy he llegado hasta donde estoy es solo gracias a ellos, por su ejemplo. Hemos fallado mucho, sí, pero también hemos aprendido juntos. La verdad es esa, cada día se aprende un poco más a ser padres e hijos, porque cada día te enfrentas con pruebas nuevas. Por esto es tan importante tener a la familia unida como un equipo, porque solo de esa manera se podrá afrontar cualquier situación. Esa complicidad permite crear ese hermoso lugar, que no se encuentra en ninguna casa, solo en los corazones, y ese, queridos lectores, es el “hogar”. Aquel lugar donde podemos ser nosotros mismos sin ningún tipo de miedo a expresarnos y ser así, tal cual somos, aquel lugar donde crecemos y aprendemos.
Dentro de mí hay una pequeña proyección de lo que mis padres son, proyección que estoy deseando poder trasmitir a mis hijos y estos, a su vez, mejorándola y trasmitiéndosela a los suyos. Entre otros aspectos no podría faltar sin duda, el ya famoso “castillo de arroz”, que espero y deseo que sea uno de los muchos legados que quiero dejar en herencia…
De nuevo, gracias papá y gracias mamá… ¡por todo!
Noel J. Varela Molina
PREFACIO
En un país lejano
Todos tenemos una historia, cada familia está configurada de forma única y especial por toda una serie de recuerdos y vivencias, que conforman nuestro sentido de identidad y pertenencia, esto es bien cierto en cada uno de nosotros. Nuestra historia está marcada por el testimonio de nuestra propia experiencia como hijos y en la gran mayoría de los casos también como padres. La vida nos moldea y va formando nuestro carácter utilizando para ello luces, pero también sombras, risas, pero también lágrimas, siendo el crisol de nuestro matrimonio y familia, el lugar idóneo donde se va forjando nuestra impronta familiar y el sello de nuestra propia herencia generacional. Por eso queridos amigos, queremos comenzar escribiendo acerca de nuestra propia experiencia, será María del Mar quien en principio os cuente…
La historia de nuestro hijo Noel, comenzó prácticamente el día que Juan y yo empezamos a salir como algo más que amigos. Recuerdo, como si fuera hoy, uno de nuestros primeros paseos como pareja donde Juan, con mucha valentía, me habló de algo que para él no fue fácil, y que supuso un gran choque para mí, así como el comienzo de un nuevo planteamiento en mi vida que tuve que aprender a aceptar y asimilar. Algo que de alguna forma marcó nuestras vidas y nos hizo buscar otros horizontes. Sí, la noticia fue que Juan era estéril, y era un diagnóstico médico confirmado. Cuando me lo dijo, yo en principio me quedé un poco en shock y sin asimilar muy bien lo que ello implicaba e implicaría para mí como mujer. Sin embargo valoré mucho la sinceridad y honestidad de Juan al decírmelo justo al comienzo de nuestra relación, porque él sabía que esto podría ser un gran impedimento para nuestro posible matrimonio.
Lo que hicimos fue embarcarnos aún más en el viaje y en la tarea de hacer nuestra vida juntos, confirmamos de nuevo que médicamente no había nada que hacer, y partiendo de esa dura realidad, comenzamos a construir nuestra propia historia. Yo ese día, y otros más, tuve que llorar bastante y asimilar mi duelo personal, mi decisión de, por mi elección, renunciar a algo con lo que siempre había soñado, ser madre, tener mis propios hijos. Pero esto solo fue el comienzo de una preciosa aventura en la que Dios nos entregó al que hoy es nuestro único hijo y especial tesoro, Noel Josué.
Desde el día que supimos que no podíamos tener hijos de forma natural empezamos a afianzarnos más en la idea de que Dios podía usar otros medios para dárnoslos, ese era uno de nuestros sueños e ilusiones, e íbamos a luchar por ello. Desde ese momento hablamos y coincidimos en que nos gustaría un varoncito, y así empezamos a pedir a Dios por él sin saber cómo ni cuándo ni porqué medios nos había de llegar. Cada día, aun antes de casarnos, orábamos a Dios por ese hijo que Él un día nos daría.
En ese tiempo ambos estábamos estudiando en el seminario en Barcelona y decidimos que al acabar nuestros estudios y casarnos, nos iríamos un año fuera para tener una experiencia misionera. El Señor nos abrió puertas para irnos a Honduras todo el año 1995 y desde que supimos el lugar, empezamos a orar aún con más fuerza por la posibilidad de adoptar en ese país. El deseo de tener un hijo cada vez crecía más, a tal punto que aun antes de iniciar nuestro viaje, ya le pusimos nombre, se llamaría Noel Josué (a Juan le gustaba Noel y a mi Josué, así que lo tuvimos muy fácil). Cada día orábamos y agradecíamos a Dios por él, no sabíamos dónde estaba, ni cómo llegaría a nuestras manos, pero creíamos por fe que Dios nos lo concedería en esa tierra lejana y desconocida para nosotros.
Fue así que en enero de 1995 emprendimos rumbo a Honduras con el propósito de invertir un año de nuestras vidas en aquel país, dando de lo que teníamos y dispuestos a aprender y recibir, y efectivamente así fue..., cuando pensamos en ese año solo viene gratitud a nuestras vidas por la experiencia tan enriquecedora que tuvimos en todos los sentidos. Experiencia coronada con el regalo de tener a nuestro hijo, Noel Josué, en nuestros brazos, cuando solo contaba con 47 horas de vida, fue la respuesta de Dios a un clamor y a un deseo muy profundo que teníamos de tener hijos, una familia, un legado y una historia.
Ahí estaba, ese bebé de apenas dos días de vida llegaba a nuestras manos, casi no sabíamos cómo sostenerlo en nuestros brazos, para, según nosotros, no hacerle daño, pues lo veíamos frágil y absolutamente dependiente. Como estábamos lejos de nuestras propias familias, fueron amigos nuestros del país los que nos ayudaron, con sus consejos, a darle su primer baño, su primer biberón, etc. Siempre recordaremos la primera noche que tuvimos a Noel con nosotros, de repente y bajo un sueño profundo en el que Juan y yo estábamos, nuestro hijo comenzó a llorar, claro, había que darle de comer. En ese momento al despertarnos nos miramos, dándonos cuenta de que teníamos frente a nosotros aquello por lo que tanto habíamos orado y esperado: nuestro anhelado hijo había llegado a nuestras vidas.
De pronto me vino a la mente algo que siempre recuerdo, y me lo recuerda, por lo que implica. Fue la imagen clara y nítida de un trozo de barro frágil, blando y muy moldeable, como si Dios mismo nos dijera en ese momento: Juan y María del Mar, pongo en vuestras manos la responsabilidad de la vida de esta criatura y os la entrego para que seáis sus padres, él es frágil, como el barro, recordad que las huellas que dejéis en esta vida, en positivo o negativo, quedarán marcadas en su vida para siempre, ese es vuestro privilegio y vuestra responsabilidad.
Los padres nunca
debemos olvidar que
nosotros somos los
primeros responsables
y los que debemos
marcar la hoja de ruta
en esos “trozos de
papel”, no permitiendo
que terceras personas
o instituciones públicas
usurpen el privilegio,
y sobre todo, el
derecho que solo nos
corresponde a nosotros
como padres
Entendimos que no se trataba simplemente de hacerlo lo mejor que pudiéramos, sino de mentalizarnos que debíamos entregar el máximo esfuerzo y empeño, en esa noble empresa, dejando huellas positivas que permanecieran en su historia para siempre. Hoy, después de ya bastantes años, damos gracias a Dios por las huellas positivas que dejamos, pero también reconocemos nuestros fallos y errores, como todos los padres, pero…, en ello seguimos, aprendiendo, reconociendo y rectificando, siempre para crecer y mejorar en esta labor en la que creemos firmemente.
Alguien dijo que la vida de un niño es como un trozo de papel en el que todos los que pasan dejan una señal. Esto nos advierte de una realidad complicada, pues en las vidas de nuestros hijos, no solo influenciamos nosotros como padres, sino todo un conjunto de personas y factores internos y externos, que forjarán su carácter y personalidad. Por encima de todo, los padres nunca debemos olvidar que nosotros somos los primeros responsables y los que debemos marcar la hoja de ruta en esos “trozos de papel”, no permitiendo que terceras personas o instituciones públicas usurpen el privilegio, y sobre todo, el derecho que solo nos corresponde a nosotros como padres.
Esta es parte de nuestra propia historia, que a día de hoy y con nuestro hijo ya fuera del nido, seguimos escribiendo. Siempre aconsejamos a los padres que, si pueden, tengan más de un hijo, consejo que nosotros, pese a nuestro deseo, no pudimos cumplir. Sin embargo hoy creemos y testificamos, que la experiencia de ser padres es comparable a pocas cosas, y que difícilmente se puede entender si no lo somos, no es mejor ni peor, solo una vivencia incomparable. Nuestros hijos nos proyectan hacia un futuro que no veremos y nos dan la esperanza de que nuestra historia personal no se acaba con nosotros, sino que seguirá en ellos y aun en los hijos de nuestros hijos, marcando así una línea familiar, generacional, un legado, que perpetuará nuestra memoria por generaciones.
Al ponernos a escribir este libro somos muy conscientes de la complejidad que implica hacer un libro sobre los hijos hoy, pues sabemos que ya hay mucho y muy bueno escrito sobre el tema. Es por ello que este libro no pretende profundizar en cada una de las áreas sobre la educación de nuestros hijos, sino que aspira a ser un manual de reflexión asequible, útil y práctico para los padres, donde podamos exponer una panorámica general de los aspectos claves en el trato educativo con nuestros hijos. Siendo además muy conscientes de la dificultad que esto conlleva en la sociedad que nos toca vivir, pero no por ello bajando la guardia, sino muy al contrario, creyendo y declarando que podemos ser buenos padres, esos padres que nuestros hijos necesitan y anhelan desesperadamente, aun sin saberlo ellos mismos. ¿Puede haber tarea más noble queridos lectores?
Estructura del libro
Después de escribir Tu matrimonio sí importa y Tu identidad sí importa, era una asignatura pendiente seguir con la saga y publicar Tus hijos sí importan, completando así una trilogía donde trabajamos el matrimonio, el papel del hombre[1], y la crianza de los hijos. Probablemente este sea el libro más importante de esta serie, pues nuestros hijos no solo constituyen el reemplazo generacional natural, sino que debido a la educación recibida también serán, para las futuras generaciones, transmisores de la fe, o lamentablemente, transmisores de los valores de una sociedad depravada en muchos aspectos. Aquí radica la enorme responsabilidad de conseguir educar a nuestros hijos en los valores que emanan de la Palabra de Dios, para que no sean arrastrados por la corriente de una sociedad líquida, con la que nos toca competir.
Los hijos no son
nuestra propiedad,
son regalos y encargos
divinos que recibimos
de Dios con la
responsabilidad de
modelar y consolidar
principios de educación
y formación en valores,
que constituyan una
lanzadera sólida, para
enviarlos a un mundo
hostil, equipados
con las herramientas
adecuadas
El libro se estructura en tres partes principales: recibiendo, modelando, enviando.La idea principal en esta estructura planteada, es mentalizar a los padres[2] de que los hijos no son nuestra propiedad, son regalos y encargos divinos que recibimos de Dios con la responsabilidad de modelar y consolidar principios de educación y formación en valores, que constituyan una lanzadera sólida, para enviarlos a un mundo hostil, equipados con las herramientas adecuadas. Sobre este planteamiento, la primera parte enfatiza la importancia de la paternidad en su aporte heterosexual complementario, así como los distintos modelos de familia existentes. En la segunda parte, por un lado nos interesa explicar el desarrollo evolutivo de nuestros hijos hasta la llegada de la pubertad y la adolescencia, y por otro exponer las claves de una educación integral que combine autoridad, normas y disciplina, con afecto, afirmación y atención, así como resaltar la necesidad de una educación sexual equilibrada. Finalmente en la tercera parte exponemos la importancia de vivir la espiritualidad en familia, conocer las fuentes principales del suministro afectivo de nuestros hijos, y valorar cuál es el mejor legado y la mayor herencia que podemos dejarles.
[1] El papel del hombre, porque entendemos que la crisis de identidad afecta en mayor medida al hombre que a la mujer.
[2] A partir de ahora utilizaremos “padres o paternidad” en sentido genérico, es decir incluyendo al varón y a la mujer, excepto cuando se especifique lo contrario.
INTRODUCCIÓN
La realidad social hoy: Modernidad Líquida e Ideología de Género
No queremos ser ajenos a la dura realidad que nos toca vivir en una sociedad donde el matrimonio, la familia y la paternidad, no solo son aspiraciones desfasadas y anacrónicas, sino que son opciones que abiertamente se combaten desde las nuevas estructuras de pensamiento, como impedimentos para el nuevo “modelo social” a conseguir en el siglo XXI. Esas estructuras de pensamiento son las que ahora nos toca explicar, para que al conocer sus pretensiones, sepamos defendernos y defender los valores de nuestra ética cristiana.
Hoy más que nunca
nos toca reivindicar
el papel de la familia,
su valor innegable,
la inmensa bendición
de la maternidad,
de los hijos,
de nuestro papel
de padres como
formadores de
hogar, de la herencia
generacional y de seguir
escribiendo nuestra
propia historia en clave
familiar
Atrás quedaron los tiempos de sanas tradiciones, donde la familia seguía siendo la institución que aglutinaba y daba sentido de dinastía e identidad generacional. Hoy vivimos tiempos complicados donde los pilares de la civilización Occidental están siendo removidos, las bases judeocristianas de Europa y Occidente en general están siendo negadas, mientras los nuevos conceptos de la modernidad líquida[3] y de la ideología de género están siendo impuestos en las políticas de la mayoría de nuestros países. La decadencia de nuestra cultura se sucede a marchas forzadas, la familia en muchos casos es solo un hecho circunstancial, y la maternidad es vista, por una gran parte de las nuevas generaciones, como algo obsoleto que hay que superar para que la mujer no quede relegada “al papel opresor de simple reproductora”, usando el lenguaje de los detractores de la familia natural.
El Salmo 11 en su versículo 3 dice: Si fueren destruidos los fundamentos, ¿qué ha de hacer el justo? Creemos que en primer lugar y ante la destrucción evidente de los fundamentos de nuestra civilización, hoy más que nunca nos toca reivindicar el papel de la familia, su valor innegable, la inmensa bendición de la maternidad, de los hijos, de nuestro papel de padres como formadores de hogar, de la herencia generacional y de seguir escribiendo nuestra propia historia en clave familiar.
La familia como primer sistema social de referencia
Un padre y una madre unidos en matrimonio, tomados de la mano y paseando con sus hijos en brazos, van a ser el gesto más revolucionario e intrépido en este decadente siglo XXI[4].
Con esta inquietante afirmación comenzamos el apartado donde nos toca reivindicar el lugar que ocupa el matrimonio y la familia como garante de la sociedad, pues todas las involuciones defendidas por la ideología de género sobre la negación de la biología más elemental, la historia de la civilización humana y sus formas de organización social gregarias, acaban en un ataque frontal a este organigrama biológico básico, el que nos ha protegido física y emocionalmente como especie, y el que constituyendo el principal nido social de referencia, nos forma la personalidad y nos da sentido de identidad, arraigo y pertenencia.
El valor social de la
familia es innegable,
constituye la célula
básica de la sociedad
y el primer marco
relacional de todo ser
humano
Como seres relacionales necesitamos formar parte de redes o sistemas donde poder desarrollar relaciones significativas que otorguen sentido a nuestras vidas. Por ello el valor social de la familia es innegable, constituye la célula básica de la sociedad y el primer marco relacional de todo ser humano. Su trascendencia es absoluta pues en ella las personas adquieren las claves formativas con las que tendrán que desarrollarse en sociedad. Todos los conceptos y pautas para que un ser humano se desarrolle emocionalmente equilibrado, tanto en su mundo interior como en su red social de relaciones, se aprenden en el contexto de la familia, hasta tal punto que podemos afirmar que la familia, como extensión natural del matrimonio, es el destino de la persona. La primera y principal imagen que los niños tienen sobre cómo funciona el universo es su hogar, su familia. Ese es el ámbito en el que se forman sus conceptos de realidad, amor, responsabilidad, pautas de comportamiento y libertad.
Sin embargo la desintegración de la familia y la nula valoración del concepto de matrimonio, son una triste evidencia de un modelo social que hace agua por todas partes. Ahora estamos recogiendo los frutos amargos de una siembra donde no se plantaron los conceptos troncales de la educación (valores, normas, afectividad, disciplina). Vivimos en una sociedad donde hemos “roto la baraja” en todos estos aspectos de una ética normativa. La apertura hacia los derechos del “individuo” ha restado valor al concepto de compromiso y entrega, como consecuencia, el matrimonio y la familia, son las primeras víctimas de esta sociedad líquida y mutante más preocupada en los derechos personales y en la independencia del individuo, que en la búsqueda de relaciones estables y significativas. Hasta hace unas décadas, el enfoque de la sociedad era familiar, pero desde que los conceptos del marxismo cultural y la modernidad líquida entraron en escena, el enfoque es al individuo, desde el egoísmo, el hedonismo y la independencia.
Es evidente, frente a un ataque tan directo y frontal, que hay que defender y reivindicar nuestros valores y creencias, y debemos hacerlo con valentía, conscientes de que: la principal célula de resistencia contra la tiranía, va a ser la familia[5].